La mesa estaba iluminada por una lámpara de aceite que emitía una luz suave sobre los platos sencillos, pero suficientes para la ocasión. Lou y Negan estaban sentados frente a frente, la tensión palpable en el aire entre ellos. Lou estaba molesto, su rostro grave mientras observaba a su padre, quien parecía estar completamente ajeno a su malestar.

— Sabes,... — comenzó Lou, su voz firme, aunque con un tono de frustración que no podía ocultar. — Te lo prometíste, ¿recuerdas? Dijiste que no le harías daño. Dijiste que no lo lastimarías. Y sin embargo, ahí está, encerrado. ¿Cómo puedes hacerle esto?

Negan levantó la mirada de su plato, sonriendo con una calma que irritaba aún más a Lou.

— No le estoy haciendo daño físico, hijo. No le he roto ningún hueso, ni lo he golpeado, así que... ¿qué problema tienes?

— Eso no es suficiente, Negan, — replicó Lou con vehemencia. — Él no merece estar en una celda, encerrado. Tú me prometiste que no lo lastimarías, y esto... esto es peor que una golpiza.

Negan se recostó en su silla, un gesto casi paternal, como si estuviera hablando con un niño que no entendiera las complejidades del mundo en el que vivían.

— Lou, Lou, Lou... Lo que no entiendes es que a veces hay que hacer sacrificios. Y ese tipo, Daryl... no me gusta para ti.

Lou frunció el ceño, su paciencia al límite.

— ¿Qué estás diciendo?

— Escúchame bien, — dijo Negan, levantando una mano en un gesto tranquilo. — Tú eres joven, tienes mucho por delante. Y Daryl, bueno... Daryl no es el tipo de hombre que quiero para mi hijo. Sé que te gusta, sé que lo ves como... no sé, como un héroe o algo así, pero no es lo que tú necesitas.

Lou apretó los puños sobre la mesa, su respiración más pesada.

— No te metas en lo que siento, Negan. Daryl es más que suficiente para mí. Él me entiende, y me hace sentir como nadie más lo ha hecho. Y tú... tú no tienes derecho a decirme quién debo querer.

Negan le dio una sonrisa burlona, sin que su tono cambiara.

— Oh, claro que sí tengo derecho, Lou. Soy tu padre. Y lo que quiero es que tú tengas lo mejor. Lo mejor para ti. Pero eso no es Daryl. Confía en mí, hay muchas otras personas que podrían hacerte más feliz.

— ¿Lo mejor? ¿Quieres lo mejor para mí? —Lou se levantó de la silla, caminando de un lado a otro, intentando calmarse, aunque no lo lograba. — Lo mejor para mí no es alguien que me diga quién puedo amar o no. Lo mejor para mí es ser libre de elegir por mí mismo, y no tener que pedirle permiso a nadie para ser feliz.

Negan lo miró fijamente, sin inmutarse.

— Te repito, Daryl no es lo que necesitas. Tú eres mi hijo, Lou. Tienes todo un futuro por delante, y Daryl... no tiene lo que tú necesitas para ser el hombre que puedes llegar a ser. Él está atrapado en su propio mundo, en su propio dolor. Y tú eres demasiado valioso para perder tu tiempo con alguien así.

Lou lo miró, su corazón latiendo con fuerza. Estaba furioso, pero al mismo tiempo, no podía negar el profundo dolor que sentía por dentro al escuchar esas palabras de su propio padre.

— ¿Sabes qué, Negan? Quizás tú no entiendas lo que Daryl significa para mí, pero eso no cambia lo que siento. No cambiará por mucho que lo intentes.

El silencio llenó la habitación por un momento, mientras Lou procesaba las palabras de su padre, cada una de ellas como un golpe directo a lo que había estado intentando construir con Daryl. A pesar de su enojo, algo profundo dentro de él le decía que nunca podría escapar completamente de las expectativas de Negan.

Pero mientras observaba a su padre, Lou se dio cuenta de una cosa: lo que él sentía por Daryl era real, y eso era lo único que importaba.

Lou se mantuvo firme, con los ojos llenos de frustración mientras miraba a su padre.

— ¿Cómo pretendes que las cosas estén bien entre nosotros si te sigues metiendo con lo que amo, lo que realmente me importa? — La rabia y el dolor en sus palabras eran claros, como si fuera el último vestigio de su paciencia que se desbordaba en ese momento.

Negan, a punto de responder con su habitual tono burlón, se detuvo al notar algo que había pasado desapercibido hasta ahora. Sus ojos se posaron en el collar que Lou llevaba al cuello, un collar simple pero significativo, con un anillo colgando de él. Negan, con su mirada aguda, no tardó en notar el pequeño anillo que lo adornaba, el cual nunca había visto antes.

Una sombra de duda cruzó su rostro, reemplazando la habitual sonrisa burlona. Sus ojos se estrecharon ligeramente mientras fijaba su atención en el collar.

— Espera un momento... — Negan murmuró, dejando de lado la conversación. Su tono había cambiado, ahora más serio. — ¿Qué significa eso? —preguntó, señalando el collar con el anillo que colgaba alrededor del cuello de Lou.

Lou frunció el ceño y miró a su padre, sintiendo cómo la ira empezaba a burbujear dentro de él. No iba a dejar que Negan siguiera con sus insinuaciones. No después de todo lo que había pasado, de lo que había estado soportando. Con un gesto molesto, Lou soltó la frase que había estado guardando.

— Eso es lo que tú crees que es, — dijo Lou, su voz llena de irritación. — Este collar no es solo un regalo, es simbólico. Es la representación de lo que Daryl y yo somos, de lo que somos juntos.

Negan, que esperaba alguna defensa débil o evasiva, se quedó en silencio por un momento, procesando las palabras de Lou.

— ¿Qué estás diciendo, Lou? No es solo un collar, ¿eh? — Negan se inclinó hacia él, su tono ahora más serio, aunque todavía con un toque de incredulidad.

Lou, con los nervios al límite, respiró hondo antes de responder, cada palabra cargada de una frustración que no había logrado contener.

— Es simbólico de la unión entre Daryl y yo. La misma unión que propuse a Daryl, la misma que... quiero sellar con él, — explicó, su mirada firme. — Estoy hablando de matrimonio, Negan.

El silencio se alargó entre ellos, y Lou pudo ver cómo la expresión de Negan cambiaba. En su rostro no había ni asco ni desprecio, solo una especie de desconcierto, una lucha interna por procesar lo que acababa de escuchar.

— ¿Matrimonio? — La palabra parecía haberle costado salir de la boca. Negan dejó caer su mirada hacia el collar de Lou, que colgaba alrededor de su cuello como un recordatorio visible de lo que acababa de revelar. — ¿Estás hablando en serio?

Lou asintió con firmeza, sin titubear.

— Sí, estoy hablando en serio. Y no necesito tu aprobación para eso. Daryl y yo... somos lo que somos. Y no importa lo que pienses, no voy a dejar que nada ni nadie se meta entre nosotros.

Negan lo miró durante unos segundos más, procesando la afirmación de su hijo. Había algo en su mirada que parecía mostrar un respeto que Lou no esperaba, pero también una tensión palpable.

— ¿Y qué significa todo esto para ti? ¿Lo que estás diciendo, Lou? ¿Es lo que realmente quieres?

Lou no dudó.

— Sí. Lo que quiero, lo que realmente quiero, es estar con él. No quiero que me digas que está mal o que no soy capaz de tomar mis propias decisiones. Lo que siento por Daryl es real, y no voy a permitir que tus prejuicios se interpongan en eso.

La tensión se mantuvo en el aire, pero Lou sabía que había dicho lo que tenía que decir. No estaba buscando la aprobación de su padre, y mucho menos que él interfiriera en lo que había elegido para su vida. No después de todo lo que había pasado.

Negan no respondió de inmediato. En lugar de eso, su mirada se suavizó por un segundo, como si finalmente estuviera empezando a comprender la magnitud de lo que su hijo le había estado diciendo. Pero Lou, cansado de las insinuaciones y de las preocupaciones de su padre, dio media vuelta.

— No me importa lo que pienses, Negan. Lo que importa es lo que yo quiero, lo que Daryl y yo queremos. — Y con esas palabras, Lou salió de la habitación, dejando a Negan en silencio, procesando lo que acababa de escuchar.