Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capitulo 44

Lou se encontraba sentado en el pequeño sofá de la habitación que Negan le había asignado en el Santuario. Su mente daba vueltas, atormentada por la incertidumbre sobre Daryl. No había podido verlo desde que Negan le había prometido que no le haría daño, pero ¿qué significaba eso realmente? Conociendo a su padre, las palabras podían significar cualquier cosa.

Negan entró sin tocar, como era costumbre, con su característico porte confiado.

— ¿Cómo va todo, pequeño hombrecito? ¿Te estás acomodando? — preguntó con ese tono casi burlón, aunque con un toque de afecto que siempre desarmaba a Lou de una manera que odiaba.

Lou se armó de valor, aunque su voz temblaba un poco al principio.

— Quiero ver a Daryl. Dijiste que no le harías daño, pero no tengo idea de cómo está... ni siquiera si está bien.

Negan levantó una ceja, esa expresión que siempre mezclaba sorpresa con un toque de desdén.

— ¿Ver a Daryl, eh? ¿Y para qué? ¿Para que puedan intercambiar susurritos románticos? — Negan rio entre dientes, pero Lou no se inmutó. — No creo que sea buena idea, chico. Daryl está... ocupado.

Lou apretó los labios, conteniendo las ganas de alzar la voz. Sabía que discutir con Negan no lo llevaría a ninguna parte. Además, estaba ese maldito hábito de su padre de hablarle como si aún tuviera seis años.

— ¿Por qué no puedo verlo? Dijiste que harías cualquier cosa por mí. ¿Por qué esto no?

Negan inclinó la cabeza, sus ojos clavándose en Lou como si intentara descifrarlo.

— Porque no quiero, pequeño hombrecito. Daryl está donde debe estar. Y tú... tú estás aquí, conmigo. Te estoy cuidando. Todo está bien.

Lou sintió un nudo en la garganta. Esa forma de hablarle siempre lo hacía retroceder emocionalmente, como si volviera a ser ese niño vulnerable que esperaba a un padre que nunca regresó. Quería protestar, gritarle que dejara de tratarlo como a un niño, pero las palabras se quedaban atrapadas. En lugar de eso, bajó la mirada y apretó los puños.

— Está bien, — murmuró, aunque su corazón dolía con cada palabra. No era verdad. Nada estaba bien. Pero ¿qué podía hacer? Negan siempre encontraba la forma de desarmarlo.

Negan sonrió, satisfecho. Se acercó y le dio un golpe suave en el hombro, como si todo fuera un simple malentendido.

— Confía en mí, chico. Todo lo que hago es por ti. Ya lo entenderás algún día.

Lou no respondió. Solo asintió levemente, esperando que Negan se marchara. Y cuando lo hizo, cerró los ojos, permitiéndose un momento para contener las emociones que amenazaban con desbordarse. Daryl estaba ahí, en algún lugar de ese maldito lugar, y Lou no podía hacer nada al respecto.


PASADO

El mundo había terminado, pero para Negan, todo había comenzado a derrumbarse mucho antes de que los caminantes empezaran a deambular. La muerte de Lucille no solo le había robado a su esposa, sino también la poca estabilidad que le quedaba. Sentado junto a una fogata improvisada en medio de la nada, sus manos temblaban mientras sostenía el bate que había bautizado con su nombre.

El silencio de la noche era ensordecedor. Negan nunca había sido el tipo de hombre que se permitiera mostrar debilidad, pero ahora, sin nadie alrededor, las lágrimas caían libremente por su rostro. La culpa lo había estado consumiendo desde el día en que abandonó a su hijo, Louis.

— ¿Qué clase de hombre soy? — murmuró, mirando el fuego como si este pudiera responderle. — ¿Qué clase de hombre deja a su hijo? — Su voz se quebró, el peso de sus palabras resonando en la oscuridad.

Negan apretó el bate con fuerza, como si este fuera un ancla para evitar que se hundiera en el abismo de sus propios pensamientos.

Lo dejé... lo dejé porque pensé que sería mejor para él. Porque no podía cuidar de él, no con lo que venía. Pero...

Cerró los ojos, recordando el rostro de Lou cuando era un niño. Esa sonrisa inocente, esos ojos que brillaban con esperanza.

¿Qué pensará de mí ahora? Seguro me odia. Y con razón.

El viento sopló suavemente, pero a Negan le pareció un susurro, como si Lucille le hablara desde algún lugar.

— Lo arruiné todo, Lucille. Lo arruiné con él, contigo... contigo especialmente.

Negan se inclinó hacia adelante, apoyando los codos en las rodillas mientras su rostro se hundía en sus manos.

— ¿Qué habría dicho tú? ¿Habrías querido que lo dejara así? Maldita sea, seguro me habrías pateado el trasero por ser tan cobarde como otras veces hiciste.

El silencio lo envolvió nuevamente, pero esta vez parecía más pesado. Negan se enderezó, mirando hacia el cielo nocturno.

— Te prometo, Lucille... si alguna vez vuelvo a encontrarlo, si de alguna forma Lou y yo cruzamos caminos de nuevo, haré todo lo que pueda para arreglarlo. Haré lo que sea para que sepa que lo amo... aunque ya sea demasiado tarde.

El sonido distante de caminantes lo sacó de sus pensamientos. Negan se levantó lentamente, su bate descansando en su hombro mientras miraba al horizonte. Su expresión cambió, endureciéndose. El hombre que era antes había muerto con Lucille. Y lo único que quedaba ahora era alguien dispuesto a hacer lo que fuera necesario para sobrevivir... y tal vez, algún día, redimirse.


PRESENTE.

El sol apenas se filtraba por las cortinas pesadas de la habitación en el Santuario cuando Negan despertó con un sobresalto. Su pecho subía y bajaba rápidamente, como si hubiera corrido una maratón, y una delgada capa de sudor cubría su frente. Cerró los ojos de nuevo, tratando de retener el último vestigio del sueño... o del recuerdo.

Lou, de seis años, corriendo por el patio trasero con una sonrisa que podría iluminar el mundo. Su risa era pura, sin rastro del dolor o la dureza que el apocalipsis traería años después. Negan lo veía desde la puerta, sintiendo un calor en el pecho que en ese entonces no sabía que un día extrañaría con todo su ser.

— ¡Papi! ¡Mira! — Lou gritaba, levantando un palo como si fuera una espada, el héroe de su propia aventura.

Negan sonrió débilmente en el sueño... y luego despertó.

De vuelta en su habitación, el silencio del Santuario era abrumador. Se pasó las manos por la cara y soltó un largo suspiro. Aunque Lou estaba nuevamente en su vida, ese recuerdo lo perseguía, junto con la culpa que nunca parecía desvanecerse.

Negan se sentó en el borde de la cama, mirando hacia el bate que descansaba contra la pared. Lucille. Había sido un refugio para su culpa, una forma de canalizar su dolor, pero ahora no era suficiente. Tener a Lou cerca le recordaba todo lo que había perdido y todo lo que nunca podría recuperar.

Maldita sea..., pensó, pasando una mano por su barba.

¿Por qué no puedo simplemente... dejarlo ir?

Miró hacia la puerta, sabiendo que Lou estaba ahí, en algún lugar del Santuario, tal vez durmiendo o simplemente evitando encontrarse con él. Negan sabía que Lou tenía todo el derecho de odiarlo. Después de todo, había crecido sin un padre, había enfrentado un mundo cruel sin alguien que lo protegiera.

Me perdí todo...

Pensó, inclinándose hacia adelante y apoyando los codos en las rodillas.

Me perdí su primera pelea, su primera vez enamorado... no estuve ahí cuando necesitó a alguien que le dijera que todo estaría bien.

Negan cerró los ojos con fuerza, tratando de apartar los pensamientos, pero era imposible. Cada vez que veía a Lou, veía al niño que había dejado atrás, al niño que todavía vivía en sus recuerdos. Y aunque Lou estaba ahora frente a él, ya no era ese niño. Era un hombre hecho y derecho, alguien que probablemente no necesitaba a su padre, pero Negan... Negan lo necesitaba desesperadamente.

— Lucille... — susurró hacia el vacío, como si su difunta esposa pudiera escucharlo. — Lo tengo aquí, pero no sé cómo hacerlo bien. No sé si puedo...

Negan se levantó, caminando hacia la ventana y apartando ligeramente las cortinas para ver el bullicio del Santuario abajo. Por un instante, pensó en ir a buscar a Lou, en tratar de hablar con él, pero el nudo en su garganta le impidió moverse.

— Lo jodí todo, ¿verdad? — preguntó en voz baja, aunque no había nadie para responder.

Finalmente, cerró las cortinas, se enderezó y respiró profundamente. Si había algo que sabía hacer, era luchar. Si había algo que podía prometerse, era no rendirse. Lou estaba aquí, y aunque el pasado no podía cambiarse, Negan haría todo lo posible por ser parte de su presente.

Negan salió de su habitación con un peso en el pecho que no podía ignorar. Caminó con pasos firmes por los pasillos del Santuario, sus botas resonando en el suelo de metal. Sus hombres lo saludaban con respeto, pero él apenas los notaba. Su mente estaba fija en una sola cosa: encontrar a Lou.

Al llegar al área común, lo vio. Lou estaba sentado en una mesa, revisando un mapa que había extendido frente a él, con una expresión de concentración. Su cabello caía desordenado sobre su frente, y Negan sintió un nudo en la garganta al darse cuenta de lo mucho que se parecía a su madre en esos momentos.

— Louis, — llamó, su voz ronca, pero más suave de lo habitual.

Lou levantó la mirada, visiblemente sorprendido de verlo. Cerró el mapa con un movimiento rápido y se cruzó de brazos, claramente a la defensiva.

— ¿Qué pasa ahora? — preguntó con un tono neutral, aunque había una ligera tensión en su voz.

Negan dudó por un segundo, algo poco común en él. Pasó una mano por la nuca, buscando las palabras correctas.

— Quería hablar contigo.

— ¿Sobre qué? — Lou arqueó una ceja, claramente no dispuesto a ceder terreno tan fácilmente.

Negan se acercó y se sentó en la silla frente a él. Por un momento, solo lo observó, como si intentara memorizar cada detalle de su rostro.

— Soñé contigo anoche, — confesó finalmente, su tono más honesto de lo que Lou había esperado.

Lou frunció el ceño, desconcertado.

— ¿Conmigo?

— Sí, — dijo Negan, apoyando los codos en la mesa. — Tenías seis años. Estabas en el patio, jugando con un palo como si fuera una espada... riéndote como si el mundo entero fuera tuyo.

Lou se quedó en silencio, su expresión endureciéndose un poco, pero había algo en sus ojos que revelaba que esas palabras lo habían tocado de alguna manera.

— Lo jodí, Lou, — continuó Negan, su voz bajando un poco. — Te dejé cuando más me necesitabas. No voy a pretender que tengo excusas. No las tengo. Pero, maldita sea, cada día de mi vida me he arrepentido de no estar ahí para ti.

Lou lo miró fijamente, sus brazos cruzados como si intentara protegerse de esas palabras.

— ¿Por qué me dices esto ahora?

— Porque... — Negan tragó saliva, su usual seguridad ausente. — Porque verte aquí, frente a mí, siendo este hombre increíble... me hace darme cuenta de todo lo que me perdí. No puedo cambiar el pasado, pero, joder, Lou, quiero ser parte de tu vida ahora. Si tú me dejas.

Lou desvió la mirada, su mandíbula apretada. Había tantas emociones luchando dentro de él: rabia, dolor, nostalgia... pero también algo más profundo, algo que había estado escondido bajo capas de resentimiento.

— Es fácil decir eso ahora, — dijo finalmente, su voz más baja. — Pero no sé si puedo simplemente olvidarlo todo, como si nada hubiera pasado.

— No te estoy pidiendo que lo olvides, — respondió Negan con sinceridad. — Solo quiero que me des una oportunidad para demostrarte que puedo ser alguien en quien confíes. Que puedo ser tu padre, incluso ahora.

El silencio entre ellos era pesado, pero no incómodo. Lou finalmente volvió a mirarlo, y aunque su expresión seguía siendo dura, había algo en sus ojos que no era tan frío como antes.

— No sé si estoy listo para eso, — admitió Lou con honestidad.

Negan asintió lentamente, aceptando esas palabras.

— Está bien, — dijo, su voz firme. — No voy a presionarte. Pero voy a estar aquí, Lou. No voy a ir a ningún lado. Y haré lo que sea para demostrarte que hablo en serio.

Lou no respondió de inmediato, pero tampoco se levantó para irse, lo cual era más de lo que Negan había esperado.

Ambos se quedan sentados en silencio, separados por años de distancia, pero con un pequeño puente comenzando a formarse entre ellos.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro