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Capitulo 43

Negan se levantó y caminó hacia la puerta, dándole una mirada a Lou, como si quisiera asegurarse de que lo seguía.

— Vamos, Lou, acompáñame. Es hora de comer. — Dijo con un tono que intentaba sonar casual, pero había una seriedad que no pasaba desapercibida.

Los dos caminaron por los pasillos del Santuario, mientras Lou observaba cada rincón, cada rostro de los hombres que pasaban cerca. La atmósfera era tensa, como siempre lo era cuando se encontraba bajo el control de su padre. Llegaron a un comedor largo y austero, con mesas de metal y sillas simples.

Negan levantó una mano hacia uno de los hombres que estaba cerca, y lo hizo de inmediato.

— Oye, prepara algo bueno para mí y para mi hijo, ¿quieres? Quiero que vea que aquí no somos tan malos con la comida.

Lou observó al hombre ir a la cocina a toda prisa y luego se volvió hacia Negan, un poco incómodo, pero sin dejar que su fachada de desinterés se rompiera.

— No es necesario, de verdad. No necesito nada especial.

Negan le lanzó una mirada rápida, una que no dejaba espacio para negarse.

— Claro que lo necesitas. No te voy a tratar como un extraño en mi casa. Y no te preocupes por los formalismos, esto es lo que hacemos cuando alguien importante llega.

A Lou le costaba acostumbrarse a la forma en que Negan hablaba, como si todo fuera un espectáculo, un juego. A pesar de su tono relajado, Lou sentía esa fría autoridad que emanaba de él, que siempre lo había rodeado. Decidió no decir nada más, sabiendo que las conversaciones con su padre rara vez iban a algún lado productivo.

El ambiente entre ellos se mantenía tenso, pero al menos la comida era algo simple y por un momento, Lou se permitió relajarse un poco, incluso si solo era para no parecer tan en desacuerdo con todo lo que sucedía.

Mientras Lou intentaba procesar las palabras de Negan, un hombre apareció en la puerta del comedor, empujando un carrito con platos calientes y un par de bebidas. Su postura era rígida, como si estuviera conteniendo la respiración al entrar en la habitación donde Negan y Lou estaban sentados. Depositó los platos con cuidado frente a ellos, sin atreverse a levantar la mirada hacia su líder.

— Gracias, Dave —, dijo Negan, con una sonrisa que parecía más una advertencia que un gesto amable. Antes de que Dave pudiera retirarse, Negan levantó una mano, deteniéndolo en seco.

— Un momento, amigo. ¿Cómo va todo por aquí, eh? ¿Sigues disfrutando de las comodidades del Santuario? — preguntó Negan, recostándose en su silla, fingiendo desinterés. Pero Lou podía notar que había algo más detrás de su tono, algo afilado.

— Sí, señor. Todo está... bien, — respondió Dave, su voz temblorosa.

— ¿Bien? ¿Solo bien? — Negan inclinó la cabeza, como si estuviera considerando las palabras de Dave. — Porque, ¿sabes? Me pareció bastante interesante cuando alguien me mencionó que faltaba una ración en los suministros la semana pasada. Nada grave, claro, pero... qué curioso, ¿no crees?

Lou miró a su padre con una mezcla de incomodidad y desaprobación, sintiendo cómo la tensión en la habitación aumentaba con cada palabra de Negan.

— No sé nada sobre eso, señor, — balbuceó Dave, retrocediendo ligeramente.

Negan se levantó lentamente de su silla, con una sonrisa ladeada que parecía más peligrosa que amistosa. Caminó alrededor de la mesa hasta quedar frente a Dave, cruzando los brazos mientras lo miraba fijamente.

— ¿De verdad? Porque tengo a alguien que dice que te vio con algo extra... una ración de comida que, oh, no estoy seguro, ¿tal vez no te correspondía?

El sudor comenzaba a acumularse en la frente de Dave, quien intentó mantener la compostura, pero su nerviosismo era evidente.

— Señor, yo no... yo nunca haría algo así. Usted sabe que soy leal.

— ¿Leal? — Negan soltó una carcajada, inclinándose hacia Dave. — Escucha, Dave. No me importa que tomes algo extra, si me lo pides. Pero cuando lo haces a escondidas, empiezas a parecer... sospechoso.

Negan golpeó ligeramente el hombro de Dave con el bate, un gesto aparentemente casual, pero que claramente intimidaba.

— Y no queremos sospechas, ¿verdad, Lou? — dijo, girando su atención hacia su hijo.

Lou observaba la escena con un nudo en el estómago. No le gustaba cómo Negan usaba su autoridad para humillar a sus hombres. Sin embargo, permaneció en silencio, queriendo ver hasta dónde llegaría su padre.

— Así que dime, Dave — continuó Negan, su tono más bajo pero igualmente amenazante. — ¿Tomaste esa ración o no?

Finalmente, bajo la presión, Dave asintió débilmente, incapaz de seguir negándolo.

— Sí... sí, señor. Lo siento. Fue solo una vez.

Negan sonrió ampliamente, retrocediendo un paso.

— ¿Ves? Eso no fue tan difícil, ¿verdad? — Luego, se giró hacia Lou, levantando las manos como si estuviera justificando sus acciones. — Es simple, hijo. Mantienes el orden, y todos saben dónde están los límites.

Lou apretó los dientes, su disgusto evidente.

— ¿Y humillarlo delante de mí es parte de mantener el orden? — preguntó, su tono desafiante.

Negan lo miró, sorprendido pero no molesto.

— Es parte de asegurarse de que todos sepan que no hay excepciones, Lou. Esto no es un juego. Aquí, las reglas son lo único que nos mantiene vivos.

Lou cruzó los brazos, sin estar convencido. Negan, sin embargo, parecía satisfecho con la confesión de Dave y lo dejó ir con una advertencia.

— La próxima vez, solo pídelo. Pero si vuelvo a escuchar algo así... bueno, ya sabes cómo me pongo.

Dave asintió rápidamente antes de salir de la habitación, dejando a Lou y Negan en un tenso silencio. Lou tomó un respiro profundo antes de volver a hablar.

— ¿Siempre tienes que ser así con ellos?

Negan, en lugar de responder de inmediato, volvió a su asiento, tomando un bocado de su comida.

— Tienes mucho que aprender, hijo. Mucho.

— No me gusta como tratas a tus hombres.

Negan miró a Lou, su expresión siendo una mezcla de sorpresa y algo que podría haber sido satisfacción.

— ¿No te gusta cómo trato a mis hombres? — repitió, dejando que la pregunta flotara en el aire. — Déjame explicarte, Lou. Este mundo es cruel. Si no mantienes el control, si no demuestras poder, te aplastan. Es la única forma de que ellos me respeten y de que sobrevivan, de que yo sobreviva.

Lou lo miró, el escepticismo claramente marcado en su rostro.

— Eso no justifica que los trates como si fueran animales, — dijo, su tono más severo ahora. — Tienes a todos a tus pies, ¿y qué haces con eso? ¿Aprovecharte de ellos para que te obedezcan con miedo? Eso no es respeto, es manipulación.

Negan se detuvo un momento, aparentemente evaluando las palabras de Lou.

— Mira, hijo, las reglas del juego aquí son diferentes. Si no muestro autoridad, no soy nada. Tienes que entenderlo. Este lugar, este santuario, todo lo que he construido... no lo he hecho con amabilidad. He tenido que tomar decisiones difíciles para mantener a todos vivos y bajo control. ¿Qué otra opción tengo? Ser su amigo no me mantendría en pie. Si muestras debilidad, lo aprovechan. Es la forma en que el mundo funciona ahora.

Lou apretó los dientes, una mezcla de frustración y tristeza acumulándose dentro de él.

— Eso es lo que tú dices, pero yo no lo creo. Hay otras formas de obtener lo que quieres sin tener que tratar a la gente como si fueran menos que humanos.

Negan lo miró fijamente, como si estuviera considerando sus palabras por primera vez, algo en su expresión suavizándose.

— Tal vez tengas razón. Quizá no todo tiene que ser de esta forma. Pero, Lou... en el fondo, esto es todo lo que sé. Aprendí que el mundo no te da espacio para ser débil.

Lou no dijo nada más. Sabía que no iba a cambiar la forma en que Negan pensaba, al menos no de inmediato. Sin embargo, esa conversación había dejado una pequeña grieta en el muro de indiferencia que su padre parecía haber levantado alrededor de él. Aunque Lou sabía que sus palabras no iban a hacer que Negan se convirtiera en alguien más, tal vez, solo tal vez, su presencia podía hacerle cuestionar algunas de sus decisiones.

El ambiente en el comedor se volvió aún más denso cuando Lou, incapaz de dejar pasar la curiosidad, preguntó en voz baja, pero con tono firme:

— ¿Y qué hay de ese bate? El que siempre cargas contigo.

Negan, sin titubear, sonrió de manera arrogante y orgullosa.

— Este, — dijo mientras acariciaba con cariño el bate de béisbol envuelto en alambre de púas, — es Lucille. Mi compañera más fiel.

Lou no pudo evitar fruncir el ceño. El nombre resonó en su cabeza como un golpe. Una sacudida de recuerdos lo alcanzó con fuerza. Su rostro se tiñó de resentimiento y dolor, el nudo en su garganta apretándose.

— Lucille... — repitió en voz baja, su tono tenso, casi quebrado.

Negan no pareció notar la incomodidad de su hijo. Al contrario, su sonrisa se amplió mientras hablaba con orgullo de su "compañera".

— Es una belleza, ¿verdad? Me ha acompañado en todo, incluso en los momentos más difíciles. Lucille y yo somos una cosa sola.

El ambiente se tensó aún más mientras Lou miraba el bate con los ojos entrecerrados. Los recuerdos de su madre, de cuando era niño y su padre los dejó, lo asaltaron nuevamente. Lucille...
Su madre había sido una mujer llena de vida, alguien que amaba con todo su ser, pero él la había dejado por una mujer más joven. Por la misma mujer que le dio ese nombre al bate.

Lou respiró hondo, forzándose a hablar, aunque su voz temblaba ligeramente.

— Le pusiste el nombre de ella... a tu bate. ¿A la misma mujer por la que me dejaste? La misma por la que te fuiste de nuestra vida.

Negan se detuvo por un momento, como si estuviera procesando lo que Lou acababa de decir. El orgullo de su rostro se desvaneció ligeramente, pero no tanto como para mostrar arrepentimiento.

— Lou, no es lo que piensas. Lucille... no es solo un nombre. Es algo que... me ayudó a seguir adelante. Es mi símbolo. Ella fue una parte importante de mi vida.

Lou lo miró fijamente, el dolor claramente reflejado en sus ojos.

— Claro, pero tú y ella eran más importantes que yo, ¿no? — La ira en su voz era innegable, y aunque había amor, también había una herida profunda que no podía curarse.

Negan lo miró por un momento, sin decir nada. Sabía que no podía justificar el daño que había causado, pero tampoco estaba dispuesto a admitirlo. El silencio entre ellos era pesado, cada uno atrapado en sus propios pensamientos y en el dolor del pasado.

El silencio en el comedor pesaba, como si el aire mismo estuviera impregnado de la tensión que surgía entre padre e hijo. Negan, al fin, dejó el bate a un lado y se acercó un paso más hacia Lou, su rostro tomando un matiz más serio, menos arrogante.

— Sé que mi manera de actuar no fue nada correcta, Lou — comenzó con una voz más suave, como si, por primera vez, dejara de lado su actitud de líder y se mostrara más vulnerable. — Y lo lamento. No te lo voy a decir solo por decirlo. Sabes, nunca me gustó verte sufrir. Pero lo hice. Te abandoné, y eso fue mi error.

Lou, con los ojos aún clavados en el bate, sentía cómo la rabia y el dolor se mezclaban en su interior, pero las palabras de Negan hicieron que su respiración se detuviera por un segundo. Las palabras, aunque tardías, estaban siendo sinceras.

— No hay nada que no haría por ti, hijo — continuó Negan, dando un paso más hacia él, su mirada fija en Lou, su tono más suave pero lleno de resolución. — Lo que quieras, lo que necesites... Pídelo, y lo haré.

Lou se sintió atrapado entre el resentimiento acumulado durante años y el deseo de creer en las palabras de su padre. Sabía que Negan no había sido el hombre que esperaba, ni el padre que siempre deseó tener, pero algo en la forma en que lo miraba, en la sinceridad que ahora parecía reflejarse en sus ojos, comenzaba a abrir una pequeña grieta en su muro de desconfianza.

— No espero que me perdones de inmediato, pero quiero que sepas que, a pesar de todo, lo que más deseo en este mundo es que podamos sanar esto —dijo Negan, la vulnerabilidad en su voz ahora tan evidente como nunca antes. — Quiero que seas parte de mi vida. No quiero perderte otra vez.

Lou, con los puños apretados y la cabeza llena de emociones contradictorias, finalmente alzó la mirada hacia su padre. Las palabras seguían sonando en su cabeza como un eco, pero aún no sabía qué hacer con ellas. ¿Podía realmente perdonar a alguien que lo había abandonado sin pensarlo dos veces? Podía sentir el conflicto dentro de él, pero la sinceridad en los ojos de Negan le hizo dudar.

— Solo... no le hagas daño a Daryl — dijo Lou, la voz quebrada por un sentimiento de desesperación. — Eso es lo único que te pido. Si realmente quieres que te perdone, si realmente quieres que haya algo entre nosotros... no le hagas daño.

Negan, en lugar de responder de inmediato, simplemente asintió lentamente, su rostro grave.

— Te lo prometo. No le haré daño a Daryl. No lo haré.

Lou no sabía si podía creerle, pero algo en su interior, tal vez una chispa de esperanza, lo impulsó a creer que esta vez podía ser diferente.

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