
Capitulo 42
Cuando Negan salió de la habitación, el silencio se hizo insoportable. Lou permaneció sentado, inmóvil, mirando el espacio vacío donde había estado su padre hacía unos momentos. Su mente se sentía como un torbellino, cada palabra de Negan resonando en su cabeza como un eco interminable.
Apretó los puños, clavando las uñas en las palmas de sus manos, intentando contener la ola de emociones que lo embargaba, pero era inútil. Las lágrimas comenzaron a caer antes de que pudiera detenerlas, silenciosas al principio, luego en torrentes.
Se llevó las manos al rostro, tratando de ahogar los sollozos que escapaban de su pecho, pero el dolor era demasiado. La vulnerabilidad de estar frente a Negan, el hombre que había sido su héroe y que luego lo abandonó, lo desbordó. Había una mezcla insoportable de ira, tristeza, y ese niño herido dentro de él que seguía buscando respuestas, buscando el amor que le habían negado.
¿Por qué tuvo que regresar y abrir esta herida que nunca cerró del todo?
Lou se abrazó a sí mismo, intentando encontrar algún tipo de consuelo en la soledad de la habitación. Pero lo único que sentía era el peso del dolor acumulado durante años, liberándose de golpe.
Las horas pasaron mientras lloraba, su cuerpo agotándose poco a poco hasta que finalmente cayó en un sueño inquieto, aún con las lágrimas secas en su rostro.
En sus sueños, se vio a sí mismo de pequeño, corriendo hacia Negan con una sonrisa brillante, esa época en la que no había dudas, solo amor incondicional. Pero la imagen se desmoronó rápidamente, dejando a Lou solo en la oscuridad, con la ausencia de su padre como su única compañía.
Esa noche, la conversación lo había dejado más expuesto de lo que jamás había estado, y aunque no sabía cómo lidiar con lo que sentía, sabía que algo dentro de él había cambiado.
Lou se despertó con un fuerte dolor de cabeza, el eco del llanto de la noche anterior todavía resonando en su pecho. Sentía que todo el peso de la conversación con Negan se había asentado en su cuerpo, drenándolo de energía. Al principio, la confusión era lo primero que lo golpeó: no sabía cuántas horas habían pasado desde que había caído dormido, pero su cuerpo seguía sintiendo el peso de la vulnerabilidad y la angustia que había acumulado.
Uno de los hombres de Negan entró a la habitación, cortando el silencio. Su rostro no mostraba ninguna expresión, pero Lou lo reconoció como alguien que había estado en el grupo que lo había traído allí.
— Vamos — dijo el hombre de manera firme, pero no con rudeza, indicándole que se levantara.
Lou se incorporó con dificultad, su cabeza latiendo con cada movimiento. El hombre lo condujo por un pasillo oscuro y estrecho, hasta que llegaron a una habitación que, a diferencia de la fría sala de reuniones en la que había estado, parecía más cómoda. La habitación estaba amueblada con una cama, una mesa pequeña y una silla. Todo tenía un aire de descuido, pero aún así, había una calidez que lo hacía sentir que al menos podría descansar allí, aunque fuera por un rato.
— Este es tu espacio por ahora — dijo el hombre, sin ofrecer mucho más. — Haz lo que quieras. Negan vendrá a verte más tarde.
Lou asintió, sin decir palabra, mientras su mente seguía dando vueltas a lo que había ocurrido. Se dejó caer en la cama, la cabeza enterrada entre las almohadas, intentando encontrar algo de paz. No sabía qué esperar del encuentro con Negan más tarde, ni si realmente quería enfrentarse a él de nuevo. Sin embargo, la realidad era que su cuerpo y su mente aún no habían procesado por completo todo lo que había sucedido.
Con el dolor de cabeza palpitando, Lou cerró los ojos, dejándose envolver por el cansancio. Necesitaba algo de tiempo para organizar sus pensamientos y decidir qué haría con todo lo que sentía. Pero, por ahora, todo lo que podía hacer era descansar, aunque solo fuera por un momento.
Horas después, Lou aún estaba tumbado en la cama, sintiendo la pesadez de todo lo sucedido en su pecho, cuando finalmente la puerta se abrió. Negan apareció en el umbral, su presencia imponente como siempre, pero esta vez había algo más en su mirada, algo más suave, como si aún estuviera procesando lo que había sucedido entre ellos.
— Vamos — dijo Negan, su tono firme pero no tan áspero como Lou esperaba. — Vamos a dar un paseo. Necesito mostrarte algo.
Lou se levantó, con la mente aún nublada, pero obedeció sin protestar. Sabía que no tenía mucho más con qué luchar en ese momento, y al menos un paseo podría ayudar a despejar su cabeza, aunque no sabía si quería realmente escuchar lo que su padre tuviera que decir.
Mientras caminaban por el Santuario, Lou no pudo evitar notar cómo los salvadores reaccionaban al ver a Negan. Había una reverencia palpable en el aire, un respeto que se sentía incluso en los miradas rápidas y las posturas tensas. Los hombres y mujeres se apartaban al pasar, algunos con el rostro impasible, otros con una mezcla de temor y admiración. Lou podía ver la forma en que lo miraban, como si esperaran lo peor de él, como si pensaran que la crueldad que Negan exudaba en su presencia sería algo que él también llevaría consigo.
Eso lo hizo sentir incómodo, pero al mismo tiempo, había algo en esa mirada que lo hacía cuestionarse a sí mismo, preguntándose si era capaz de convertirse en aquello que su padre había sido para todos esos hombres.
En un intento por romper el silencio pesado que se había formado entre ellos, Lou se giró hacia Negan y le hizo una pregunta directa, algo que había estado rondando su mente desde que fue traído al Santuario.
— ¿Qué pasó esa noche? — preguntó Lou, su voz baja pero firme, como si necesitara saber lo que había sucedido en su ausencia. — ¿Qué ocurrió con mi grupo?
Negan lo miró de reojo, su expresión vacía por un momento, antes de desviar la mirada hacia el horizonte. No respondió de inmediato, y Lou pudo ver cómo algo en él cambió, como si la pregunta hubiera tocado una fibra sensible.
Finalmente, después de lo que pareció una eternidad, Negan dijo, con tono neutral,
— Eso no es algo que debas saber, Lou.
Eludir la pregunta fue una respuesta en sí misma, y Lou no pudo evitar sentirse frustrado. Sentía que había algo más, algo que su padre no quería que supiera, algo que probablemente tenía que ver con el comportamiento que había visto en los salvadores.
Negan, al parecer, no quería hablar de ello. Lou lo percibió, pero aún así, no pudo evitar preguntarse qué secretos se ocultaban tras esa evasiva.
— Lo entenderás en su momento — añadió Negan, como si esa fuera toda la explicación que Lou merecía.
Lou no dijo nada más, pero su mente seguía dando vueltas a esa respuesta. Algo no estaba bien, y aunque Negan no quería hablar de ello, Lou ya sabía que eventualmente tendría que enfrentarse a la verdad, por más oscura que fuera.
Lou no pudo evitar insistir. Algo en él se removió, una necesidad de saber la verdad, de entender lo que había sucedido y por qué su padre parecía tan reacio a hablar de ello. No era solo curiosidad, sino algo más profundo, una necesidad de conexión, de comprender qué había hecho que su padre tomara esas decisiones y si, de alguna manera, aún existía algo de amor, algo de humanidad en él.
— ¿Qué pasó con Rick y su grupo? — Lou volvió a preguntar, su voz un poco más firme esta vez. — ¿Les hiciste daño? ¿O... o fue algo más?
El silencio se alargó entre ellos, pesando sobre Lou como una carga, y al final, Negan exhaló un suspiro profundo, como si la respuesta le quemara la lengua, pero finalmente no tuvo más opción que darla.
— Sí, — dijo Negan con una seriedad que hizo que Lou sintiera un nudo en el estómago. — Hice lo que tuve que hacer para asegurarnos el control. No todo fue bonito, Lou. No todo el mundo sigue las reglas de los Salvadores.
Lou lo miró, buscando alguna señal de arrepentimiento, algún resquicio de la humanidad que Negan alguna vez pudo haber tenido. Pero lo que vio fue un hombre que hablaba con una frialdad distante, como si las vidas de aquellos a quienes había dañado no significaran nada. El dolor comenzó a agobiar a Lou, y la frustración aumentó en su pecho. No quería que fuera así. No quería pensar que su padre, la figura que había anhelado durante tantos años, estuviera tan perdido en su propia oscuridad.
— ¿Qué hiciste? — Lou susurró, su tono quebrado, incapaz de ocultar el dolor que se filtraba en su voz. — ¿Le hiciste daño a Rick? ¿A ellos?
Negan no miró a Lou, pero su respuesta fue clara.
— Tuvieron que pagar el precio por desafiarme. A veces, el mundo no tiene lugar para la debilidad.
Lou sintió que un peso lo aplastaba. El chico que había crecido sin su padre, al que había idealizado tanto, ahora estaba frente a él, desmoronando esa imagen con cada palabra. Lou apretó los puños, su mente un torbellino de emociones.
— ¿Y qué pasa conmigo? — preguntó, su voz quebrada. — ¿Soy igual que ellos, entonces? ¿Solo una pieza más en tu juego?
Negan finalmente lo miró, y por un momento, la dureza de su expresión pareció desvanecerse. Se acercó un paso, pero no dijo nada, como si no tuviera respuesta que pudiera aliviar el dolor que Lou sentía. Era evidente que la respuesta de Negan lo estaba alejando aún más de él, y Lou lo sabía. Sabía que la verdad, aunque hiriente, podría destruir todo lo que quedaba de ellos.
Pero, en el fondo, Lou no podía dejar de preguntarse si había alguna posibilidad de encontrar un camino de regreso. Si, tal vez, su padre, por más frío y cruel que fuera, aún pudiera ser algo más que eso.
El aire se tensó cuando las palabras de Negan cortaron el silencio. Lou miró a su padre, intentando procesar lo que acababa de escuchar, pero las palabras eran demasiado duras para asimilarlas rápidamente.
Negan, con una mirada sombría, se acomodó en su postura y, por fin, dejó caer el peso de su confesión.
— Asesiné a dos de ellos esa noche —, dijo con una frialdad que dejó a Lou paralizado. — Un coreano y un pelirrojo. No había otra opción, Lou. Ellos desobedecieron, desafiaron lo que soy... lo que soy para los Salvadores.
Lou tragó saliva, sus manos temblando ligeramente. El dolor de las palabras de su padre lo atravesó, pero más allá de la ira o el desconcierto, algo dentro de él se desmoronaba. No quería creerlo, pero el sonido de la verdad estaba allí, flotando entre ellos, sin poder ser ignorado.
Negan continuó sin darle espacio a la reacción de Lou, como si ya estuviera acostumbrado a esta frialdad, a esta verdad brutal.
— Y tomé a uno de ellos como rehén, un tipo alto, con una chaqueta de cuero... Daryl. Lo tomé como garantía, para asegurarme de que el resto de los hombres de Rick entendieran que no se juega con los Salvadores.
Lou se quedó en silencio, su mirada fija en el suelo. El nombre de Daryl le atravesó el pecho, trayendo consigo una sensación de confusión, enojo y dolor. Daryl... él estaba hablando de Daryl, de la persona que había sido tan cercana a él, a su grupo. El vínculo que había formado con Daryl era genuino, y ahora escuchaba que él estaba en manos de su propio padre, usado como un rehén, como parte de un juego cruel de poder.
— ¿Lo... lo vas a matar? — Lou preguntó con la voz rota, incapaz de mantener el control. Su cuerpo se tensó, su pecho se llenó de una presión insoportable.
Negan miró a Lou con una mezcla de dureza y desgana, como si todo esto fuera una necesidad de imponer su dominio, algo que no tenía vuelta atrás.
— No, — respondió finalmente, — pero va a ser parte del precio que van a pagar todos. Es lo que hago. Es lo que me ha mantenido vivo en este mundo.
Lou se levantó, su respiración agitada, sin saber qué hacer con todo lo que estaba sintiendo. La rabia, la impotencia, el miedo por Daryl... todo se mezclaba en su mente, haciendo que sus pensamientos se nublaran. Negan no parecía arrepentido, no parecía tener remordimientos por lo que había hecho. Y lo peor de todo era que Lou sentía que, en algún rincón de su alma, una parte de él todavía lo deseaba, todavía deseaba que su padre lo viera, que lo reconociera, que hubiera algo más allá de la frialdad.
Pero el precio que estaba pagando por esa ilusión era mucho más alto de lo que había imaginado.
Lou se quedó unos segundos en silencio, sintiendo cómo el peso de las palabras lo atravesaba antes de hablar, con la voz algo temblorosa pero firme.
— Daryl y yo... estamos juntos, — dijo, con el rostro ligeramente enrojecido, pero sin apartar la mirada de Negan.
La reacción de Negan fue inmediata. Su ceño se frunció, y Lou pudo ver el destello de sorpresa en sus ojos. Negan, quien siempre había sido un hombre difícil de leer, ahora parecía desconcertado por lo que acababa de escuchar.
— ¿Estás... qué? — preguntó, la incredulidad en su voz claramente marcada.
Lou apretó los dientes, sintiendo cómo la ira comenzaba a elevarse en su pecho. No sabía si era el coraje o la frustración lo que lo empujaba a seguir, pero no pensaba detenerse ahora.
— Sí, Negan, estamos juntos, — repitió, su tono se volvía más desafiante a medida que Negan lo miraba como si estuviera esperando una explicación.
Negan, aparentemente sin poder evitarlo, soltó una pequeña risa incrédula.
— ¿Eres... gay? ¿Eso es lo que estás diciéndome? —Su voz se teñía de incredulidad, casi como si se tratara de una pregunta trivial, algo que no encajaba en su mundo.
Las palabras lo hirieron, pero Lou no dejó que se notara. La furia que sentía empezó a ganar terreno, y la decepción que había sentido durante toda la conversación se convirtió en rabia.
— ¿Eso es lo único que te importa? — Lou apretó las manos, como si pudiera controlar su enojo a través de ese simple gesto. — Lo único que te importa es con quién estoy, si soy gay o no, y no qué tipo de persona eres tú para mí. No te importa que hayas desaparecido de mi vida, ni lo que me has hecho, ni lo que le has hecho a la gente, pero te importa con quién estoy.
El tono de Lou se había elevado, y aunque las lágrimas seguían al acecho, se obligó a mantener la compostura. Quería que Negan lo escuchara, quería que viera más allá de lo que estaba preguntando, más allá de los juicios que él podría hacer.
— Lo único que me importa ahora es que estuve solo durante años porque tú decidiste irte, y no me importa lo que pienses de mi vida ahora. Estoy con Daryl, y eso es lo único que debería importar.
Negan se quedó en silencio por un momento, su rostro impenetrable, pero Lou no necesitaba más que eso. Lo había dicho, había puesto en palabras lo que tanto había reprimido durante años.
Finalmente, Negan se acercó, aunque sin decir nada, y su mirada se suavizó, aunque su orgullo seguía intacto. Lou se quedó allí, mirando a su padre, esperando algo... tal vez una respuesta, tal vez una muestra de arrepentimiento, pero al final, sabía que no lo obtendría. El silencio era todo lo que recibía a cambio.
Negan, aún con el ceño fruncido, dejó escapar una breve risa seca al escuchar la respuesta de Lou.
— No me importa con quién te acuestes, hijo — dijo con un tono que era casi indiferente, pero aún parecía cargado de su propio desconcierto. — Lo único que me sorprende es que estés con un hombre como él. No parecía el tipo de chico que te gustaría.
Lou lo miró, su cara endureciéndose al instante. La irritación que sentía por las palabras de Negan era palpable.
— No soy gay — respondió con frialdad, dejando claro que sus palabras eran más una declaración de malhumor que una justificación. — Estuve saliendo con una chica llamada Maggie desde la secundaria, hasta que el grupo de Rick apareció y cambió todo.
El silencio se instaló nuevamente entre ellos, y Lou notó que Negan lo miraba, intentando procesar lo que acababa de decir.
— Maggie, — repitió Negan en voz baja, como si no pudiera encajar la pieza del rompecabezas.
Lou se cruzó de brazos, evitando que su malhumor se apoderara de él por completo.
— Sí, — dijo con cierto tono desafiante, — y no te equivoques, no es porque me atraigan los hombres. Es solo que... Daryl es diferente.
Había algo en su voz que dejó claro que no estaba buscando la aprobación de Negan. Ya había tenido suficiente de su padre durante toda su vida como para preocuparse por sus opiniones.
Negan no respondió de inmediato, su mirada se suavizó ligeramente, pero Lou sabía que la conversación no iba a ser sencilla. Al final, parecía que el viejo simplemente se rendiría con una mirada distante, como si nada de lo que Lou dijera cambiara lo que pensaba. A pesar de ello, Lou sintió una pequeña satisfacción al saber que, al menos, había dejado claro lo que pensaba.
Negan se quedó en silencio por un momento, su rostro mostrando una mezcla de emociones que Lou no pudo descifrar completamente. Finalmente, suspiró, como si sus palabras fueran una carga que había estado llevando mucho tiempo.
— Lo único que quiero, Lou, — dijo con voz más suave de lo que Lou esperaba, — es recuperar el tiempo que perdí contigo. No quiero más que arreglar las cosas entre nosotros.
Lou lo miró fijamente, notando cómo esas palabras parecían vacías, como si aún estuviera buscando una justificación para todo lo que había sucedido.
— Eso no va a pasar, — respondió Lou, su tono serio y decidido. — Solo será posible si no le haces daño a Daryl. Él es lo único que me importa ahora. No voy a permitir que lo toques, viejo. No lo voy a permitir.
Negan lo observó fijamente, como si evaluara sus palabras, y Lou sintió una presión creciente en el pecho. Había algo en los ojos de Negan, una sombra de duda, como si finalmente comenzara a entender la magnitud de lo que Lou estaba dispuesto a proteger.
— Lo prometo, — dijo Negan después de un largo silencio, su voz casi inaudible. — No le haré daño a Daryl. Pero no me pidas que no haga lo que tenga que hacer para acercarme a ti. Porque quiero que sepas que... aún te quiero, hijo. Y no importa lo que haya pasado, nunca dejaré de intentarlo.
Lou no sabía qué hacer con esas palabras. No podía decir si eran sinceras o solo un intento más de su padre para manipular la situación a su favor. Sin embargo, no podía evitar sentir una pequeña punzada en su pecho. Tal vez, solo tal vez, había algo genuino en lo que Negan decía.
Pero en ese momento, Lou sabía que su lealtad estaba con Daryl, y nada ni nadie lo haría cambiar de opinión.
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