
Capitulo 4
Al amanecer del día siguiente, Lou se encontraba en el establo, aislado de todo y todos. La quietud del lugar parecía coincidir con el torbellino que tenía en la cabeza. No podía dejar de pensar en lo que había notado el día anterior. Maggie no era la misma. La forma en que se había distanciado de él, el cambio en su actitud, su sonrisa forzada... todo indicaba que algo había sucedido entre ella y Glenn en la farmacia. Algo que él no entendía, pero que no podía ignorar.
Se recostó en una de las vallas del establo, mirando el suelo, absorto en sus pensamientos. Intentaba no creerlo, no quería creer que entre ellos pudiera haber algo más que una amistad. Pero la duda seguía creciendo en su mente, como una sombra que se alargaba con cada minuto de silencio.
Justo cuando estaba a punto de ahogarse en sus propios pensamientos, la puerta del establo se abrió de golpe. Daryl Dixon apareció en el umbral, con su mirada fija en Lou, observando con su típica intensidad.
— Te vi afuera, parece que te estás haciendo uno con la tierra, — comentó Daryl, su voz rasposa pero directa. — ¿Qué pasa? ¿Nos vas a dejar todos con la incertidumbre de si vas a venir a buscar a la niña o no?
Lou levantó la mirada, un poco desorientado por la interrupción, pero agradecido por la distracción.
— Solo pensando en algunas cosas, — murmuró, sin entrar en detalles.
Daryl no se inmutó. Sabía que Lou era un hombre que solía callar sus problemas, pero él también conocía cuando algo no andaba bien. Se acercó con paso firme, sin perder de vista a Lou.
— Escucha, — comenzó Daryl, cruzándose de brazos. — Maggie tiene sus propios demonios, Glenn también. Y tú... bueno, tú también eres un hombre orgulloso.
Lou lo miró con el ceño fruncido.
— ¿Qué quieres decir con eso?
Daryl soltó un suspiro, como si ya estuviera harto de dar rodeos.
— Que todos estamos rotos, Lou. Y no se puede forzar a la gente a hablar sobre lo que no está listo para ser dicho. Pero lo que te puedo decir es que, si sigues callándote todo, te vas a quedar solo con tus pensamientos, y eso no te va a llevar a ningún lado. Quizá deberías empezar a ver lo que realmente está pasando a tu alrededor.
Lou se quedó en silencio, procesando sus palabras. No era la primera vez que Daryl se mostraba como alguien más perceptivo de lo que dejaba ver. Pero eso no significaba que fuera fácil de aceptar.
— No necesito que me expliques lo que ya sé, Daryl, — dijo Lou finalmente, con tono algo áspero. — Solo... me está costando entender lo que está pasando con Maggie.
Daryl lo observó por un momento, como si estuviera evaluando sus palabras.
— ¿Qué pasa con Maggie?
— Ella... no es la misma, — Lou murmuró, mirando al frente, evitando los ojos de Daryl. — Algo pasó entre ella y Glenn. Y yo no sé si eso tiene que ver conmigo, o con algo más grande. Pero... no me siento bien con todo esto.
Daryl se acercó un paso más, su mirada fija en Lou.
— A veces, las cosas no tienen que ver con nosotros. Y a veces, necesitamos un tiempo para ver todo desde afuera, sin involucrarnos tanto. No te estoy diciendo que te alejes, pero... tal vez deberías darle espacio. Ver qué pasa cuando no estás tan dentro de la situación.
Lou se quedó pensativo, sintiendo el peso de las palabras de Daryl. Era cierto, él mismo se había estado ahogando en sus propios pensamientos, buscando respuestas que no podía encontrar, cuando tal vez solo necesitaba observar.
— De todas formas, el grupo tiene otros problemas ahora, — Daryl añadió, cambiando de tema, mientras señalaba el caballo que Lou había preparado para él. — Vamos a abarcar más terreno para la búsqueda de Sophia. Y me parece que este caballo me va a ser útil.
Lou asintió, algo más tranquilo ahora.
— Sí, claro. No te voy a dejar sin cabalgadura.
Antes de que Daryl se fuera, le lanzó una última mirada, casi como si estuviera probando si Lou realmente había escuchado lo que había dicho. Daryl no era de hablar mucho, pero cuando lo hacía, solía dar en el clavo.
— Solo recuerda, Lou, — dijo Daryl mientras se subía al caballo. — A veces, la respuesta está en no hacer nada. Solo observa.
Lou lo vio alejarse, sintiendo que, por primera vez en el día, su mente empezaba a despejarse un poco. Tal vez no tenía que tener todas las respuestas ahora mismo. Tal vez, solo tal vez, tenía que dejar que las cosas se resolvieran por sí solas.
Lou había decidido poner en práctica lo que Daryl le había sugerido: observar. Así que durante el resto de la mañana, se mantuvo a distancia, sin involucrarse directamente en las conversaciones del grupo. Su mirada seguía a Maggie y Glenn con más atención de la que le hubiera gustado.
Maggie y Glenn se movían de un lado a otro con una familiaridad que, aunque nunca había sido un misterio para Lou, ahora le causaba una punzada en el pecho cada vez que sus manos se tocaban o sus risas llenaban el aire. En los pequeños gestos, en las miradas compartidas entre ellos, Lou vio lo que no quería ver. Había algo más entre ellos. Algo que no podía ignorar.
Cuando Maggie le dirigió una sonrisa a Glenn, algo en la forma en que lo miraba lo dejó claro: había algo más que amistad. Un vínculo más profundo que Lou nunca había logrado cuestionar hasta ahora.
El pensamiento de que Maggie había encontrado consuelo en otro, después de tantos años juntos, le desgarró por dentro. Habían compartido más de una década de su vida juntos, desde la secundaria hasta ese apocalipsis, creyendo que su amor era inquebrantable. Ahora, todo eso parecía desmoronarse en silencio, mientras ella parecía moverse con Glenn con una naturalidad que le resultaba insoportable.
Traicionado. Esa era la palabra que rondaba en su mente. Lou no podía dejar de pensar que la confianza que había puesto en ella, en su relación, había sido quebrantada de alguna manera. La sensación de estar fuera de lugar lo asfixiaba, y cada vez que Maggie se acercaba a él, una pared invisible se erigía entre ellos. Él no podía entender lo que había cambiado, pero las pruebas estaban allí, en los pequeños detalles, en la distancia que crecía entre ellos.
"¿Cómo pudiste?" pensó, con el dolor acumulándose en su pecho. Pero justo cuando intentaba procesar ese torbellino emocional, un fuerte disparo resonó en el aire.
El sonido cortó sus pensamientos como un cuchillo, y Lou levantó la vista al instante. Su corazón latió más rápido, alertado por la intensidad del disparo. Junto a él, Maggie y Glenn también se tensaron, pero lo más alarmante fue el movimiento repentino cerca de la caravana de Dale.
Lou frunció el ceño, sus pensamientos sobre Maggie y Glenn desvaneciéndose al instante, reemplazados por la necesidad de actuar.
El disparo resonó con tal intensidad que Lou no tuvo duda de que algo grave había sucedido. Sin pensarlo, corrió hacia la fuente del sonido, seguido de cerca por Maggie y Glenn, quienes también mostraron signos de alerta. Mientras avanzaban hacia la caravana de Dale, Lou ya sentía el peso de la tensión en el aire. La gente del grupo no estaba acostumbrada a los disparos sin previo aviso.
Cuando llegaron al RV, lo que encontraron fue una escena caótica. Daryl estaba en el suelo, cubierto de tierra y sangre, y Andrea estaba a su lado, claramente en shock, mientras sostenía su arma con las manos temblorosas.
— ¡Daryl! — Lou exclamó, apresurándose a su lado. Lo primero que notó fue lo malherido que estaba Daryl: la sangre que manchaba su camiseta, la palidez de su rostro, y el golpe directo que parecía haber recibido. Pero lo peor era la herida de bala en su costado, que parecía haber sido el resultado de un disparo a corta distancia.
Andrea, mirando a Lou con los ojos desorbitados, balbuceó,
— Pensé que era un caminante. No sabía... no lo vi... estaba... estaba tan cubierto de sangre...
Lou no dijo nada al principio. Su mirada se centró en Daryl, quien apenas estaba consciente. Maggie se acercó rápidamente, agachándose junto a él, mientras Glenn miraba a Andrea, con una expresión de incredulidad. Luego Rick se acercó hacia ellos.
— ¿Disparaste a Daryl? — preguntó Lou, su voz más fría de lo que pretendía.
Andrea no podía contener la culpa en su rostro.
— No quería... No lo vi bien. Estaba tan oscuro, y pensé que era un caminante... él estaba arrastrándose, no pude distinguirlo.
Lou apretó los dientes, conteniendo la furia que comenzaba a hervir dentro de él. Sin embargo, la prioridad era Daryl. No iba a dejar que las emociones nublaran lo que tenía que hacerse.
— ¿Qué podemos hacer? — preguntó Maggie, mirando a Lou, buscando respuestas.
Lou levantó la vista hacia ella, con el ceño fruncido.
— Lo primero es estabilizarlo. Llevarlo dentro, y que Hershel vea qué puede hacer. Vamos, necesitamos actuar rápido.
Andrea, sintiendo la mirada de reproche de todos, apenas dijo una palabra mientras el grupo se movía rápidamente para trasladar a Daryl dentro de la casa, con Lou liderando la marcha. Mientras tanto, Lou no podía evitar pensar en cómo una simple confusión había casi acabado con la vida de Daryl.
"Esto no debió pasar," pensó Lou para sí mismo, manteniendo la compostura mientras ayudaba a mover a Daryl. La tensión seguía estando presente, y lo que había comenzado como un día lleno de angustia personal se volvía aún más complejo.
Al llegar a la casa, Lou no dejó de observar a Andrea, su mente aún nublada por la confusión, pero algo dentro de él también se removió. Sabía que Andrea no era una mala persona, solo estaba luchando con sus propios problemas, como todos los demás. Pero el error que había cometido la ponía en la cuerda floja.
Dentro, Hershel inmediatamente comenzó a trabajar, aplicando presión sobre la herida de Daryl y tratando de detener la hemorragia.
— Ayúdame con esto, — ordenó Hershel, su tono firme.
Lou hizo lo que pudo para asistir, pero su mente seguía atrapada en la escena previa. La imagen de Andrea apuntando su arma hacia Daryl era algo que no podía sacarse de la cabeza.
Cuando finalmente lograron estabilizar a Daryl, Lou se apartó por un momento, buscando un respiro. No podía sacudirse la sensación de que algo más se estaba rompiendo entre ellos. La incertidumbre de su relación con Maggie, la herida de Daryl, y ahora la culpa que pesaba sobre Andrea... todo parecía acumularse de una forma que nadie podría haber previsto.
En ese momento, algo dentro de Lou se apagó por completo. Había algo más que los caminantes acechando a su grupo. Algo más personal, más doloroso.
La luz del atardecer filtraba a través de la ventana de la habitación donde Daryl se encontraba descansando. Aunque su cuerpo estaba agotado, la preocupación seguía brillando en sus ojos, una irritación palpable en su rostro mientras miraba hacia la puerta cerrada. Lou, que había pasado todo el día procesando sus propios pensamientos y observando el caos que se había desatado, decidió hacerle una visita a su amigo.
Se acercó a la puerta y, antes de tocar, observó por un momento la expresión de Daryl a través de la rendija de la ventana. No necesitaba palabras para saber que Daryl estaba molesto. La frustración por no haber encontrado a Sophia aún, el peso de las pérdidas recientes, todo eso lo tenía al borde. Lou tocó la puerta suavemente antes de abrirla.
— ¿Cómo estás? — preguntó Lou, dejando la puerta entreabierta mientras observaba a Daryl recostado en la cama. La herida en su costado, aunque tratada, aún estaba inflamada, y su rostro mostraba signos de dolor.
— Podría estar mejor, — respondió Daryl con su tono habitual, pero Lou notó la sombra de inquietud que nublaba su mirada. Daryl nunca fue bueno disimulando lo que realmente sentía, aunque siempre trataba de mantenerse estoico.
Lou se acercó lentamente y se sentó en la silla junto a la ventana, sin prisa por interrumpir el silencio que se había instalado entre ellos.
— ¿Sigues pensando en Sophia?
Daryl no respondió de inmediato. Miró al techo y suspiró, un sonido pesado que denotaba la carga emocional que llevaba sobre sus hombros.
— Sí. No sé... algo no cuadra. Cada vez que vamos a un nuevo lugar, cada vez que buscamos... algo no está bien. No la encontramos. Y no sé si eso es por culpa de los malditos caminantes o por algo peor.
Lou asintió, comprendiendo lo que Daryl quería decir, aunque no compartiera completamente esa sensación.
— Es difícil. No tener respuestas, no tener control... Nos hace cuestionarlo todo. La incertidumbre se nos mete en la piel.
Daryl lo miró por primera vez, sus ojos azules se encontraron con los grises de Lou.
— Lo sé. Pero Sophia es solo una niña. A veces siento que no hay nada que podamos hacer para encontrarla. Como si estuviéramos perdiendo más que tiempo... estamos perdiendo esperanza.
Lou se quedó en silencio por un momento, permitiendo que las palabras de Daryl calaran hondo. Sabía lo que era estar perdido en medio del caos, pero también entendía que la lucha era lo único que los mantenía en pie. La lucha por lo que quedaba, por las personas que quedaban, incluso cuando las respuestas no llegaban.
— Lo que estás sintiendo no es fácil, Daryl, — dijo Lou finalmente, su voz suave pero firme. — He pasado por eso también. No saber si los que amas están vivos, o si alguna vez volverán. Pero lo que te mantiene aquí, lo que te hace seguir, es seguir buscando. Aunque no lo creas, esa búsqueda tiene sentido. No importa cuántos no logremos encontrar.
Daryl asintió lentamente, aunque no parecía completamente convencido.
— A veces parece que todo está perdido, — murmuró. — Pero es difícil ver la luz cuando todo está oscuro.
Lou se inclinó ligeramente hacia adelante, el dolor en sus propios pensamientos de Maggie y lo que había estado sintiendo en su pecho haciéndolo también vulnerable.
— No te puedo prometer que todo vaya a mejorar, Daryl. Pero te prometo que mientras estemos aquí, vamos a luchar. Y eso, por pequeño que parezca, es lo que realmente importa.
Daryl no dijo nada, pero Lou pudo ver que sus palabras habían tenido un impacto, aunque mínimo. Después de todo, la lucha nunca era fácil, y aún cuando no tenían todas las respuestas, seguir adelante era lo único que podían hacer.
El silencio se instaló nuevamente, pero esta vez no se sintió incómodo. Lou se levantó para irse, pero antes de salir de la habitación, se detuvo un momento.
— ¿Necesitas algo más? — preguntó con tono suave.
— Solo... que me dejen en paz por un rato, —respondió Daryl, su voz cansada, pero agradecida por la compañía.
Lou asintió y salió de la habitación, dejando a Daryl con sus pensamientos. Mientras caminaba por el pasillo, no pudo evitar sentir que, aunque la tormenta emocional de todos ellos seguía rugiendo, había momentos de calma que, aunque breves, ofrecían algo que seguir.
La habitación estaba sumida en el silencio de la noche. Solo el suave sonido del viento chocando contra las ventanas rompía la quietud, mientras Lou y Maggie se encontraban en la misma habitación, pero distantes como nunca antes. Lou, sentado en la orilla de la cama, con las manos entrelazadas sobre sus piernas, observaba el reflejo de su rostro en el vidrio de la ventana. Maggie, de pie cerca de la cama, no dejaba de mirar al suelo, sin atreverse a encontrarse con sus ojos.
Finalmente, Lou rompió el silencio. Su voz era suave, pero cargada de una tensión que no podía disimular.
— ¿Qué está pasando, Maggie? — La pregunta salió de sus labios como una necesidad urgente, pero también como un suspiro de agotamiento.
Maggie levantó la cabeza lentamente, y aunque sus ojos no se encontraban con los de Lou de inmediato, él pudo ver la incomodidad en su rostro.
— ¿Qué estás insinuando? — Su tono era defensivo, pero Lou pudo notar la vulnerabilidad que se escondía detrás de su actitud.
— Lo que está pasando entre tú y Glenn. Algo cambió. Desde que regresaron de la farmacia, desde ese momento, has estado... distante. — Lou trató de mantener la calma, pero no podía evitar que su voz temblara. La idea de que algo entre ellos hubiera cambiado lo estaba destrozando por dentro, pero no podía callar más. — Maggie, no soy tonto. No puedes seguir fingiendo que todo está bien cuando todo parece estar... quebrándose.
Maggie levantó la vista hacia él, pero la mirada que le ofreció estaba llena de enojo.
— ¿Qué quieres que diga, Lou? ¿Qué hay algo entre Glenn y yo? ¿Es eso lo que esperabas escuchar? — Su tono se volvía cada vez más áspero, y Lou pudo sentir cómo el hielo comenzaba a formarse entre ellos.
Lou sintió el dolor punzante en su pecho. Era como si una daga hubiera atravesado lo que quedaba de su relación.
— No es eso, Maggie. No es que lo quiera oír como tú dices, es que... es que tú y yo hemos pasado por tanto juntos. Desde la secundaria. ¿Y ahora qué? ¿Ahora eres tan... diferente por él?
Maggie dio un paso hacia atrás, la rabia creciendo en su voz.
— ¿Qué esperas que haga, Louis? ¿Que me quede atrapada en lo que teníamos antes? ¡Eso ya no es posible! Las cosas cambiaron, todo cambió. Tú cambiaste, yo cambié. Todo está cambiando. — Sus palabras eran como cuchillos, y Lou podía sentir cómo cada una de ellas lo hería más profundamente que la anterior.
— No puedo hacer esto, Maggie, — dijo Lou, la voz quebrada. El dolor era evidente en su tono. — No puedo seguir ignorando lo que está pasando. Tú... tú estás perdiéndome. — Las palabras le salieron más duras de lo que quería, pero no podía detenerse. — Tú ya no eres la misma, y yo... yo no soy el mismo. No puedo quedarme aquí haciéndome ilusiones mientras me desangro por dentro. No sé qué pasó con nosotros, pero esto ya no es lo que era.
Maggie se quedó en silencio, mirando a Lou con una mezcla de furia y tristeza.
— No quiero que me hables así. No puedo más con esto, Louis. No todo gira en torno a ti. No todo tiene que ver con lo que tú sientas. Yo también estoy luchando. Pero ¿sabes qué? No sé si valga la pena seguir intentando algo que ni siquiera sé qué es.
El dolor en las palabras de Maggie hizo que Lou se sintiera como si el suelo estuviera cediendo bajo sus pies. El amor que había creído que los mantenía unidos ya no estaba allí. Las palabras ya no eran un refugio, solo una lucha por no perder lo que quedaba.
Lou respiró hondo, su cuerpo tenso con la frustración que se apoderaba de él. Miró a Maggie por un largo momento, sin saber qué más decir. Era evidente que algo se había roto, y aunque trató de aferrarse a la idea de que podrían arreglarlo, la distancia entre ellos parecía insuperable. Finalmente, dio un paso atrás, casi sintiendo el peso de la despedida, aunque aún no fuera definitiva.
— No voy a dormir aquí esta noche, — dijo con voz temblorosa, aunque intentó parecer firme. — Necesito un poco de espacio. Solo... dame espacio, por favor.
Maggie lo observó en silencio, y Lou pudo ver en sus ojos una mezcla de arrepentimiento y furia contenida, pero no dijo nada más. Solo asintió, sin atreverse a hacer un movimiento. Lou se giró hacia la puerta y salió de la habitación sin mirar atrás.
La puerta se cerró con un golpe suave, pero el eco de ese sonido resonó en su pecho como si fuera el final de algo que nunca volvería a ser lo mismo.
La noche se alargaba, y Lou no encontraba consuelo. Después de la discusión con Maggie, el peso de lo que parecía el fin de su relación le oprimía el pecho. No podía dejar de pensar en todo lo que había sucedido entre ellos, los años que habían compartido, las promesas rotas, las miradas furtivas, los gestos que ya no eran los mismos. Su mente no paraba de dar vueltas, analizándolo todo, buscando una justificación, algo que lo hiciera seguir adelante con la esperanza de que la situación se resolviera. Pero no lo había.
Con el corazón roto, Lou se dirigió a la sala de estar. Era el único lugar que parecía ofrecerle algo de consuelo, un rincón apartado de la granja que, al menos por ahora, lo mantenía alejado del resto del mundo. Se dejó caer en el sofá, su cuerpo cansado, y sin poder evitarlo, las lágrimas comenzaron a correr por su rostro. Lloró en silencio, como si el dolor lo estuviera consumiendo desde adentro. La ruptura de algo que había sido tan grande para él parecía más profunda de lo que había imaginado.
Los recuerdos de Maggie, de los momentos felices, se desvanecían mientras la realidad de lo que estaba sucediendo se hacía más clara. Pero en medio de su dolor, no pudo evitar sentir un vacío, una sensación de traición que le pesaba en el alma.
Daryl, quien esa noche estaba en una habitación dentro de la casa, llegó sin hacer ruido. Al principio, Lou no se dio cuenta de su presencia, sumido en su tristeza. Sin embargo, la figura de Daryl apareció frente a él, y sin palabras, el hombre observó a Lou durante un par de segundos. En silencio, Daryl tomó un vaso de agua y lo extendió hacia Lou, un gesto simple pero lleno de comprensión.
Lou lo miró, tomándolo entre sus manos, y se permitió un suspiro, agradeciendo la presencia de Daryl sin decir nada. Sabía que el cazador no era de muchas palabras, pero su presencia, aunque silenciosa, era suficiente.
— Lo siento, hombre, — dijo Daryl finalmente, su voz grave pero suave. — No es fácil, lo sé.
Se sentó cerca de él, dejando un pequeño espacio entre ambos, como si entendiera que Lou necesitaba ese respiro.
Lou no respondió de inmediato. A veces, solo la compañía callada era suficiente. Pero después de unos momentos, se limpió la cara con las manos y dejó escapar un suspiro largo.
— No sé qué hacer, — murmuró, la voz quebrada. — He dado todo por ella... por esta relación durante años. Y ahora, no sé si fue todo en vano.
Daryl lo miró, sus ojos reflejando algo de entendimiento, como si él también hubiera estado ahí en algún momento de su vida.
— Maggie no es la única que te necesita, Lou. A veces, cuando las cosas se vuelven difíciles, no sabemos qué hacer. Pero eso no significa que todo esté perdido. A veces, uno tiene que aprender a seguir adelante. No siempre es fácil, pero si sigues viendo las cosas desde el mismo lugar, te vas a quedar atrapado. Y eso no te va a ayudar.
Lou lo miró, sorprendido por el consejo directo de Daryl. Sabía que el cazador no era un hombre de muchas palabras, pero en momentos como este, su consejo era crudo y sincero.
— ¿Y tú qué harías, Daryl? ¿Qué harías si fueras yo?
Daryl no dudó.
— Seguiría adelante. No te digo que olvides, pero no puedes quedarte ahí, esperando que todo se resuelva solo. A veces las cosas no tienen una solución fácil. La vida sigue, incluso cuando parece que todo se está desmoronando. Solo recuerda que no estás solo en esto.
Lou sintió un nudo en el estómago, pero también una especie de alivio al escuchar esas palabras. En ese momento, algo dentro de él comenzó a calmarse. Sabía que Daryl tenía razón, aunque no quería admitirlo. No podía quedarse estancado, atrapado en el dolor de lo que había sucedido. Debía encontrar una manera de seguir adelante.
— Gracias, Daryl, — dijo finalmente, su voz más tranquila, aunque aún cargada de emoción. — Lo aprecio.
Daryl simplemente asintió, levantándose para irse.
— No tienes que agradecérmelo. Solo asegúrate de que sigas adelante. Eso es lo importante.
Con esas palabras, Daryl salió de la sala, dejando a Lou solo con sus pensamientos. No estaba completamente curado, pero por primera vez esa noche, sintió que había un pequeño resquicio de esperanza. Quizás no todo estaba perdido. Quizás aún quedaba algo más por descubrir.
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