Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capitulo 36

Esa noche, Lou se quedó despierto un buen rato después de que Daryl se quedara dormido, la quietud del ambiente en Alexandria llenándolo de pensamientos, la quietud de la casa solo era interrumpida por el leve sonido de respiraciones tranquilas. La cercanía entre él y Daryl lo había hecho sentir más conectado, pero también más deseoso. Los pensamientos recorrían su mente y su cuerpo de una forma que no podía evitar.

Al principio, pensó que tal vez solo era la cercanía lo que lo afectaba tanto. Pero a medida que el sueño se apoderaba de él, esos pensamientos se transformaron en sueños más intensos, más lujuriosos. Soñó con Daryl, con sus labios, sus manos, con el deseo que sentía por él, todo tan real que incluso su cuerpo reaccionó a ello.

Cuando Lou se despertó, con el corazón acelerado y el sudor recorriendo su frente, sintió la presión en su pecho y la presión en sus pantalones. El calor en su cuerpo no se debía solo a la temperatura. Se sentía confundido, frustrado incluso. En sus sueños, había cruzado líneas, y ahora, al estar despierto, sentía que el deseo que sentía por Daryl era tan fuerte que comenzaba a resultar insoportable.

Sin embargo, sabía que no podía presionar a Daryl. No de esa manera. Había sido lo suficientemente consciente como para comprender que, aunque Daryl podía compartir su afecto, tal vez aún no estaba listo para dar ese paso. La incertidumbre lo invadía, y a pesar del deseo que lo quemaba por dentro, Lou también entendía que las cosas no podían avanzar solo por la urgencia de sus propios sentimientos.

Se quedó allí, mirando a Daryl dormido a su lado, respirando de forma tranquila, ajeno a los tormentosos pensamientos de Lou. El amor y el deseo que sentía por él no podían forzarse. Lou suspiró en silencio, sabiendo que debía esperar, que lo correcto era permitir que las cosas siguieran su curso de forma natural, sin presionar ni apresurar.

Volvió a acostarse y cerró los ojos, intentando calmar la mente y el cuerpo, buscando esa calma que había disfrutado antes de que los sueños lo arrastraran a ese mar de deseos. Al final, sabía que todo llegaría cuando fuera el momento adecuado, aunque le costara esperar.

Lou estaba sentado en la cama, revisando algunas herramientas que había guardado en un bolso pequeño. La noche era tranquila en Alexandria, y el silencio parecía envolverlos como una manta. Daryl estaba de pie junto a la puerta, indeciso, su mirada fija en el suelo mientras se rascaba la nuca nerviosamente.

Lou levantó la vista al sentir la incomodidad de Daryl en el aire.

— ¿Todo bien? — preguntó con una pequeña sonrisa, dejando a un lado las herramientas.

Daryl alzó la mirada, sus ojos azules brillando con una mezcla de nerviosismo y determinación. Dio un paso hacia la cama, cruzando los brazos frente a su pecho.

— Tenemos que hablar.

Lou arqueó una ceja, algo sorprendido, pero se acomodó para prestarle toda su atención.

— ¿Sobre qué?

Daryl vaciló, respirando profundamente antes de hablar.

— Sobre eso... sobre lo que tú... lo que nosotros... — Se detuvo, buscando las palabras, claramente incómodo.

Lou, intrigado, decidió ayudarlo.

— ¿Qué cosa, Daryl?

Daryl apretó los labios, desviando la mirada un segundo antes de soltarlo todo de golpe.

— Sé que lo quieres. Sé que llevas queriéndolo desde hace tiempo. Y sé... lo frustrado que estás.

Lou abrió los ojos ligeramente, sorprendido por la declaración, pero antes de que pudiera decir algo, Daryl continuó:

— Lo sé porque... puedo sentirlo, — dijo, su voz más baja ahora, casi avergonzada. — Te restriegas en mí mientras duermes. No soy tonto, Lou.

Lou sintió cómo el calor subía a su rostro, y una carcajada nerviosa escapó de sus labios.

— ¡Por dios! No tenía idea de que hacía eso. Lo siento, Daryl. No era mi intención—

— Lo sé, — lo interrumpió Daryl rápidamente, alzando una mano como para calmarlo. — Sé que no lo haces a propósito. Pero... creo que deberíamos hablar de una vez sobre cómo vamos a hacer esto. Si es que... lo vamos a hacer.

Lou parpadeó, sorprendido no solo por las palabras de Daryl, sino por lo mucho que le estaba costando decirlas. Se inclinó un poco hacia él, su mirada suave pero llena de curiosidad.

— ¿A qué te refieres exactamente, Daryl?

Daryl dejó escapar un suspiro, frotándose las manos.

— Acordar... cómo será. Quién hará qué. Quién estará arriba y quién estará abajo. Eso que tú dijiste.

La confesión fue suficiente para dejar a Lou boquiabierto por un momento. Luego, una amplia sonrisa apareció en su rostro, una mezcla de ternura y diversión.

— ¿Eso es lo que te preocupa?

— Pues sí, — respondió Daryl, su tono defensivo y avergonzado al mismo tiempo. — Nunca he hecho esto antes. Y tampoco quiero hacer algo que no quieras.

Lou dejó escapar una risa suave, tratando de aliviar la tensión. Se acercó más a Daryl, tomando su mano con cuidado.

— Daryl, escúchame. Esto no tiene que ser complicado. Pero, si te sirve de algo, no me molestaría para nada estar arriba la primera vez.

Daryl lo miró fijamente, claramente confundido y curioso.

— ¿Por qué?

Lou entrelazó sus dedos con los de él, acercándose aún más, su mirada intensa y sincera.

— Porque te deseo demasiado. Porque quiero hacer que esto sea especial para los dos. Y porque he estado esperando tanto tiempo que me muero por estar contigo de cualquier forma que me dejes.

Daryl sintió cómo su corazón latía con fuerza en su pecho, su nerviosismo entremezclándose con una extraña sensación de confianza que solo Lou podía darle. Asintió lentamente, aunque el color en sus mejillas lo traicionaba.

— Podemos hablar más de esto mañana, — dijo, su voz ronca pero más calmada.

Lou sonrió, presionando un beso suave en los labios de Daryl.

— Mañana entonces. Pero no olvides lo que dije... te quiero.

Daryl no respondió con palabras, pero el leve apretón en la mano de Lou fue todo lo que este necesitó para saber que estaban en el mismo camino.

En una mañana tranquila en Alexandria, mientras el grupo seguía adaptándose a la rutina de la comunidad, Daryl y Lou estaban sentados en el porche de su casa compartiendo un momento de calma. Daryl miraba al horizonte con su típico silencio, mientras Lou, juguetón, decidió romper la monotonía.

— ¿Te acuerdas de eso que te dije que haríamos cuando encontráramos un lugar estable? — preguntó Lou, con una chispa traviesa en los ojos.

Daryl asintió lentamente, sin apartar la vista del horizonte.

— Sí... ¿qué era, exactamente?

Lou se inclinó hacia él con una sonrisa que mezclaba diversión y ternura.

— Digamos que es algo simbólico... una manera de prometer que siempre estaremos juntos, incluso si el mundo se cae a pedazos otra vez.

Daryl frunció el ceño, claramente confundido, pero no lo mostró del todo.

— ¿Algo simbólico?

Lou asintió, cruzándose de brazos y encogiéndose de hombros como si fuera algo completamente casual.

— Sí, algo así como... intercambiar un par de palabras bonitas, tal vez un pequeño objeto, y listo. Ya sería oficial.

Daryl lo miró de reojo, intentando descifrar sus palabras.

— ¿Y por qué haríamos algo así?

Lou sonrió con suavidad y le dio una palmadita en el brazo.

— Porque quiero que el universo entero sepa que eres mío, Dixon. Pero tranquilo, ya te lo explicaré bien cuando lo tenga todo listo.

Daryl bufó ligeramente, incómodo por el tema, pero algo en sus ojos mostraba que lo estaba considerando, aunque no entendiera del todo a lo que Lou se refería. Lou simplemente rió para sí mismo, disfrutando de la incertidumbre del cazador.

Lou estaba sentado en la mesa de la cocina, sirviéndose un poco de café mientras revisaba una lista de pendientes que había hecho la noche anterior. Aunque intentaba concentrarse, no podía evitar mirar hacia la habitación, esperando que Daryl se levantara de su siesta de la tarde.

Finalmente, escuchó los pasos pesados de Daryl acercándose. Cuando este apareció en la puerta, su cabello desordenado y su expresión adormilada lo hacían lucir más vulnerable de lo habitual. Lou sonrió suavemente.

— Buenos días, Daryl — saludó Lou con diversión y sarcasmo.

Daryl gruñó algo incomprensible y se dirigió directamente al café. Tomó una taza, se sentó frente a Lou y bebió un largo sorbo antes de levantar la vista hacia él.

— Sobre lo que hablamos anoche, — dijo Daryl, sin rodeos, aunque claramente aún incómodo.

Lou dejó la taza en la mesa y lo miró con atención.

— ¿Sí?

Daryl jugueteó con el borde de su taza, evitando la mirada de Lou al principio, pero finalmente levantó la vista.

— No quiero que pienses que estoy dudando porque no te quiero o porque no lo deseo. Es solo que... nunca he estado con un hombre antes.

Lou sonrió, pero no interrumpió. Quería que Daryl terminara de expresarse.

— Me pone nervioso. Pero también... quiero hacerlo bien. Por eso no sé... cómo empezar o cómo... manejar esto, — confesó Daryl, su tono honesto pero cargado de inseguridad.

Lou se inclinó un poco hacia él, apoyando los brazos en la mesa.

— Daryl, no hay una forma correcta o incorrecta de hacer esto. No estamos siguiendo un manual. Lo que importa es que ambos estemos cómodos y que ambos queramos avanzar.

Daryl asintió lentamente, pero todavía parecía pensativo.

— Y... eso de quién va arriba y quién abajo...

Lou no pudo evitar soltar una risa ligera.

— Es que eso realmente no importa tanto como parece, ¿sabes? Pero entiendo que te cause curiosidad.

Daryl resopló, claramente avergonzado.

— Curiosidad, no. Solo quiero que lo que sea... funcione.

Lou apoyó una mano sobre la de Daryl, su expresión más seria ahora.

— Escucha, Daryl. Podemos ir despacio. No tenemos que decidir todo en este momento, ni hacerlo todo de una vez. Quiero que esto sea algo que tú también disfrutes, no algo que sientas que tienes que hacer por mí.

Daryl lo miró a los ojos por un largo momento, buscando algo en su mirada. Finalmente, dejó escapar un suspiro y asintió.

— Está bien. Pero... si vamos a hacerlo, quiero que me guíes. Quiero que tú tomes la iniciativa.

Lou levantó las cejas, sorprendido por lo directo de las palabras de Daryl, pero no pudo evitar sonreír.

— ¿Eso es un sí?

Daryl rodó los ojos, pero una pequeña sonrisa tiró de las comisuras de sus labios.

— Sí... pero...

— ¿Puede ser hoy? — interrumpió Lou con el entusiasmo tiñendo su mirada.

— Lou.. — llamó Daryl con advertencia — Dame tiempo, ¿si?

Lou apretó su mano suavemente y asintió.

— El tiempo que necesites, Daryl. Estoy aquí para ti, siempre.

La conversación terminó con una tranquilidad renovada entre ambos. Aunque el tema seguía siendo delicado, habían dado un gran paso hacia algo más profundo, cimentando aún más la confianza entre ellos.

Era ya de noche, y la habitación estaba tranquila, iluminada solo por el débil resplandor de una lámpara en la esquina. Daryl estaba sentado en la cama, afilando cuidadosamente su cuchillo, intentando mantener su mente ocupada, aunque los últimos días seguían rondando por su cabeza.

De repente, escuchó la puerta del baño abrirse y levantó la vista. Lou salió con el cabello aún húmedo, desordenado y con pequeñas gotas deslizándose por su cuello. Llevaba una playera que se le pegaba al cuerpo debido a la humedad, marcando perfectamente su torso y dejando poco a la imaginación.

Daryl sintió un ligero calor subiendo por su rostro, un sentimiento extraño e incómodo que no era común en él. Intentó apartar la mirada, pero sus ojos parecían tener voluntad propia, regresando a Lou mientras este cruzaba la habitación con una naturalidad que lo desarmaba.

Lou notó la mirada de Daryl y sonrió de medio lado, divertido, aunque no dijo nada. Caminó hacia el pequeño armario que compartían y comenzó a buscar entre la ropa. Daryl intentó concentrarse en su cuchillo nuevamente, pero el ambiente se sentía cargado, especialmente cuando Lou soltó un pequeño suspiro de frustración.

— Esta playera no es de mi talla, — dijo Lou, tirando de la tela como si quisiera probar su punto. Sin previo aviso, se levantó la playera mojada y la dejó caer al suelo.

Daryl se congeló. Su mente entró en un caos absoluto mientras sus ojos, contra su voluntad, se fijaron en el cuerpo de Lou, ahora expuesto. Cada movimiento, cada músculo bajo la luz tenue lo dejaba sin palabras.

— Mucho mejor, — dijo Lou, sacando una nueva playera del armario. Cuando se giró hacia Daryl, notó cómo el cazador había dejado de afilar su cuchillo y estaba inmóvil, mirándolo con una expresión entre nerviosa y asustada.

Lou no pudo evitar sonreír suavemente mientras se colocaba la nueva playera.

— ¿Todo bien por ahí? — preguntó, fingiendo inocencia, aunque sabía perfectamente lo que había causado.

Daryl apartó la mirada rápidamente y gruñó, claramente incómodo.

— Deja de andar... caminando así, — dijo, aunque su tono carecía de verdadera autoridad.

Lou dejó escapar una risa baja y caminó hacia la cama, sentándose a su lado.

— ¿Caminando así cómo? Solo me estaba cambiando.

Daryl no respondió, pero su mirada seguía fija en el cuchillo, como si fuera su ancla para no perder el control. Sin embargo, Lou notó cómo sus orejas se habían puesto rojas, un claro signo de que había logrado ponerlo nervioso.

— Sabes, Daryl, — comenzó Lou, inclinándose un poco hacia él. — Si te incomoda, puedo intentar cambiarme en otro lado, pero creo que... — Hizo una pausa, su tono volviéndose más bajo y sugestivo. —...no te molestó tanto como quieres hacerme creer.

Daryl lo miró de reojo, frunciendo ligeramente el ceño.

— Deja de hacer eso, — murmuró, pero su voz carecía de firmeza.

— ¿Hacer qué? — preguntó Lou, alzando una ceja, aunque la sonrisa que se dibujaba en su rostro delataba que sabía exactamente lo que estaba haciendo.

Daryl negó con la cabeza, frustrado consigo mismo, y volvió a concentrarse en su cuchillo. Pero Lou no insistió más, dándole espacio. Se acomodó en la cama junto a él, apoyándose en los almohadones, y simplemente disfrutó del momento.

Aunque ninguno de los dos dijo nada más, la tensión seguía en el aire, vibrante y palpable, como si ambos estuvieran caminando sobre una cuerda floja, al borde de algo que ambos deseaban pero que aún no se atrevían a cruzar.

La habitación estaba envuelta en silencio, solo roto por el suave crujido de las sábanas mientras Lou se acomodaba junto a Daryl en la cama. Era su ritual nocturno; Lou siempre le daba un beso antes de dormir, un gesto que había pasado de ser un toque dulce a algo que Daryl esperaba, aunque nunca lo admitiría en voz alta.

Esa noche, sin embargo, algo era diferente. Lou se inclinó hacia él, sus ojos grises brillando con una intensidad que Daryl no había notado antes. El beso comenzó como siempre, suave y lento, pero rápidamente cambió. Lou lo besó con un deseo palpable, con una posesividad que encendió algo en el interior de Daryl, algo que no podía definir pero que le hacía hervir la sangre.

Daryl abrió los ojos por la sorpresa, sus manos vacilando en el aire antes de finalmente aferrarse al borde de las sábanas. Podía sentir el calor de Lou, la presión de sus labios, el leve roce de sus dedos sobre su nuca. No había nada tímido en ese beso; era seguro, dominante, y Daryl, para su propia sorpresa, no quería detenerlo.

Lou lo empujó suavemente hacia abajo, dejando que Daryl quedara recostado contra la almohada, pero sin romper el contacto. Sus labios se movían con una urgencia que hablaba de noches acumuladas de frustración y deseo. Lou profundizó el beso, deslizando su mano por el costado de Daryl, trazando cada curva y músculo con una determinación que lo hacía sentir atrapado, pero no de una manera que le incomodara.

Cuando Lou finalmente rompió el beso, Daryl jadeaba suavemente, su pecho subiendo y bajando mientras trataba de recuperar la compostura. Lo miró con una mezcla de sorpresa y algo más que no lograba identificar.

— ¿Qué... fue eso? — murmuró Daryl, su voz más ronca de lo habitual.

Lou sonrió de lado, esa sonrisa cargada de confianza que a veces sacaba a Daryl de quicio pero que ahora parecía hipnotizarlo.

— Algo que quería hacer desde hace tiempo, — respondió Lou, sin molestarse en esconder la seguridad en su voz.

Daryl se quedó mirándolo, tratando de encontrar las palabras adecuadas, pero Lou no le dio tiempo. Se inclinó de nuevo, dejando un beso en la línea de su mandíbula, y luego se movió hacia su cuello, mordisqueando suavemente, lo suficiente como para arrancar un leve gruñido de Daryl.

— Lou, — murmuró Daryl, su tono una advertencia, pero sus manos seguían inmóviles, como si no supiera qué hacer con ellas.

Lou levantó la cabeza, sus ojos encontrando los de Daryl.

— ¿Quieres que me detenga? — preguntó con suavidad, aunque había un desafío escondido en su tono.

Daryl lo miró, su respiración todavía agitada, y finalmente negó con la cabeza, incapaz de encontrar las palabras para explicar lo que sentía en ese momento.

Lou sonrió, esta vez con una ternura que contrastaba con la intensidad anterior.

— Entonces déjame demostrarte lo mucho que te deseo, — murmuró antes de volver a inclinarse, esta vez dejando un camino de besos más suaves que parecía derretir cualquier resistencia que quedara en Daryl.

Aunque Daryl seguía nervioso, había algo en la forma en que Lou lo tocaba, en la seguridad de sus movimientos y el cuidado que ponía en cada gesto, que le hizo sentir, por primera vez, que tal vez podía dejarse llevar. Que tal vez, con Lou, estaba bien rendirse un poco.

Lou no se detuvo, ni lo miró a los ojos como si esperara una respuesta. La fuerza de su deseo era palpable en cada movimiento, cada caricia, cada beso. Mientras sus labios recorrían el cuello de Daryl, un escalofrío recorrió su espina dorsal. Daryl sabía lo que eso significaba. Sabía que esa noche no sería como las demás. Lou lo quería, y lo quería de una manera que dejaba claro que no era solo un deseo pasajero.

Daryl cerró los ojos, sintiendo el peso de la decisión que no había tomado aún, pero que ya se estaba tomando por él. Cada roce de Lou sobre su piel parecía borrar las barreras que había levantado, y su propio cuerpo respondía de manera inesperada, como si se hubiera rendido al inevitable flujo de la pasión.

— Lou... — Daryl respiró, casi sin aliento, buscando algo que lo anclara, algo que lo mantuviera cuerdo en ese momento. Pero Lou no lo dejó hablar. No le dio tiempo.

Con una mano firme, Lou se acercó a su cintura, deslizándola por su cuerpo hasta llegar al botón de los pantalones de Daryl. El simple gesto fue suficiente para que Daryl se tensara, una mezcla de nervios y anticipación corriendo por sus venas. Lou lo miró entonces, la intensidad en sus ojos alcanzando nuevos niveles de posesividad.

— ¿Te has dado cuenta? — murmuró Lou, su voz grave y llena de una confianza arrolladora. — Esta noche no es como las demás. No soy el mismo de siempre, Daryl.

Daryl tragó saliva, incapaz de apartar la mirada.

— Lo sé. — Su voz sonaba baja, tensa, como si el simple hecho de decir esas palabras significara más de lo que estaba dispuesto a admitir.

Lou sonrió, un destello de satisfacción en sus ojos.

— No quiero que te detengas. Déjate llevar.

El tono de Lou dejó claro que no se trataba de una petición, sino de una orden, y aunque Daryl sentía una resistencia en su interior, algo más profundo lo empujaba a ceder. Por primera vez, se permitió dejar que Lou tomara el control, sin luchar, sin poner barreras.

La mano de Lou, que antes había sido suave y cuidadosa, ahora tenía una firmeza que parecía reclamarle cada rincón de su ser. Mientras sus labios volvían a encontrar los de Daryl, ya no había más dudas. Era una mezcla de deseo, posesión y algo más que Daryl no sabía cómo identificar, pero que lo hacía sentir más vivo que nunca.

El momento estaba tan cargado de deseo que el aire parecía espeso, casi eléctrico. Lou ya había comenzado a deshacerse de las barreras que quedaban entre ellos, el roce de sus manos por la piel de Daryl cada vez más audaz. Los besos se volvían más urgentes, como si ambos estuvieran acercándose al precipicio de algo irreversible.

Pero justo cuando Lou estaba a punto de ceder completamente, el repiqueteo fuerte y apresurado de la puerta los sacó de su trance. El sonido retumbó en la habitación, inesperado y cortante. Antes de que Daryl pudiera reaccionar, una voz familiar atravesó la madera, interrumpiendo lo que ya parecía inevitable.

— Daryl... Lou, ¡es urgente! — La voz de Maggie sonaba frenética, apurada, y no dejó espacio para dudas sobre la gravedad de lo que interrumpía.

Lou se detuvo, el rostro de Daryl reflejaba la misma sorpresa, pero la reacción de Lou fue lo que realmente lo dejó sin palabras. Una línea de tensión se formó en su mandíbula, sus ojos se oscurecieron en un destello de irritación. La tranquilidad que había mostrado hasta ese momento se evaporó, dejando atrás a un Lou que Daryl no había visto jamás.

— ¡¿Qué diablos?! — murmuró Lou con una furia contenida, su voz grave y peligrosa. La irritación era palpable, como si la intrusión hubiera desbordado algún límite que Lou nunca había dejado ver.

Daryl, por un momento, se quedó paralizado, observando la transformación de Lou. Esa rabia contenida y la frustración eran tan intensas que lo hizo retroceder ligeramente, pero, para su sorpresa, esa misma energía parecía avivar algo aún más profundo dentro de él. El deseo que había comenzado a disiparse ahora crecía de nuevo, alimentado por la mezcla de impotencia y la chispa de algo más oscuro en Lou.

— ¿Qué... qué pasa? — Daryl finalmente logró hablar, aunque su voz era más baja, más cargada de lo que quería admitir. La frustración de Lou le había afectado más de lo que esperaba.

Lou soltó un suspiro áspero, claramente luchando por calmarse.

— Nada... solo... lo que menos esperaba es que me interrumpieran justo ahora. — Su tono se suavizó ligeramente, pero la incomodidad seguía marcando su postura. Sin embargo, Daryl podía ver cómo la molestia no se disipaba, sino que parecía incubarse, esperando el momento adecuado para estallar.

Maggie, al otro lado de la puerta, insistió con voz temblorosa.

— ¡Daryl! Lou... necesitamos hablar, por favor.

Daryl sintió el peso de la situación, pero también algo en su interior se rebelaba ante la interrupción. El deseo de ceder a lo inevitable seguía ahí, y el contraste entre el deseo palpable de Lou y la urgencia que venía del otro lado de la puerta solo lo tensaba más. Sin pensarlo, su cuerpo se acercó a Lou nuevamente, casi instintivamente, y fue como si un imán los hubiera atraído de vuelta.

Lou lo miró, esa chispa de deseo no disminuía, sino que se intensificaba con la tensión del momento. Con un leve gruñido de frustración, Lou se apartó un poco, pero no lo suficiente como para romper completamente el contacto. Daryl, por un segundo, sintió el tirón entre lo que debía hacer y lo que quería hacer, y la incertidumbre lo consumió.

— Dame un minuto — murmuró Lou, su voz aún cargada de ese deseo reprimido, pero la molestia a flor de piel.

Lou se levantó de la cama con un movimiento brusco, el enfado claramente pintado en su rostro. Daryl permaneció allí, observando en silencio, sintiendo cómo la atmósfera se volvía aún más cargada.

Y mientras se alejaba lentamente para atender a la puerta, Daryl no pudo evitar mirar su espalda desnuda, y el deseo volvió a aumentar. La mezcla de tensión, frustración y lo que ya se estaba construyendo entre ellos solo hacía que Daryl quisiera más, aún más de lo que había imaginado.

Daryl observó como Lou se ponía una playera de forma apresurada, y luego la puerta de la habitación se cerró tras Lou con un golpe suave pero firme, y el sonido de sus pasos retumbó por el pasillo mientras se dirigía a la sala donde Maggie lo esperaba.

Cuando Lou apareció en la puerta, Maggie ya estaba allí, parada con los brazos cruzados, su rostro serio y tenso. La expresión de Lou era todo lo contrario: el deseo y la frustración estaban escritos en cada línea de su cuerpo. No le gustaba ser interrumpido, y mucho menos por alguien como Maggie, especialmente después de las palabras hirientes que ella había soltado semanas atrás.

— ¿Qué quieres, Maggie? — Lou no se molestó en esconder el tono cortante de su voz, y aunque sus ojos brillaban con irritación, no podía evitar que la posesividad sobre Daryl siguiera dominando sus pensamientos.

Maggie lo miró con una mezcla de preocupación y determinación, como si no tuviera tiempo para preocuparse por la atmósfera que Lou había creado.

— Lou, es importante, — dijo, su voz firme, pero sin perder su compostura. — Rick y Morgan encontraron caminantes en una cantera. Están demasiado cerca de la zona, necesitamos decidir qué hacer antes de que sea tarde.

Lou soltó un bufido bajo, sus labios fruncidos en una mueca de desdén.

— Eso puede esperar a mañana, — respondió con un tono molesto, su mirada fija en Maggie. Cada palabra que salía de su boca parecía impregnada de una furia contenida. — No hay nada más importante en este momento que lo que pensaba hacer con Daryl.

Maggie frunció el ceño, su paciencia comenzando a agotarse.

— Lou, no puedes simplemente ignorar lo que está pasando fuera. Esto es serio. Si no lo atendemos ahora, puede ser aún peor para todos.

Lou la miró fijamente, la irritación palpable en su rostro. Su tono se volvió aún más irritable, casi como si cada palabra fuera una orden.

— Te dije que puede esperar. No tengo intención de ir a ninguna parte hasta que termine lo que empecé. — Su mirada volvió a la puerta de la habitación, como si deseara regresar a lo que había dejado atrás. — Daryl es lo único que me importa ahora. Y eso no va a cambiar por tus malditos caminantes.

La tensión entre ellos creció. Maggie estaba claramente molesta, pero lo que más la preocupaba era lo que esa actitud de Lou significaba para el grupo.

— No eres el único con responsabilidades, Lou, — dijo con frialdad, su voz más baja pero firme. — Y no puedes poner tus deseos personales por encima de la seguridad de todos.

Lou dio un paso hacia ella, su cuerpo erguido, mostrando toda su postura desafiante.

— No me digas lo que puedo o no puedo hacer, Maggie. No tienes idea de lo que estoy enfrentando ahora mismo. — Su tono, aunque calmado, estaba cargado de una amenaza latente. — Si quieres hacer algo útil, ve a hablar con Rick o Morgan, pero no me detengas ahora. No estoy interesado en tu urgencia.

Maggie lo miró fijamente, sus ojos llenos de una mezcla de frustración y desconfianza. Finalmente, con un respiro profundo, dio un paso atrás.

— Haz lo que quieras, — murmuró, y giró hacia la puerta con una última mirada cargada de resentimiento. — Pero no olvides que todos dependemos de lo que se va a hacer. No lo tomes a la ligera.

La puerta se cerró con un golpe suave, dejando a Lou solo en el pasillo. El enfado seguía ardiendo en su pecho, pero la sensación de que el deseo por Daryl no había disminuido ni un poco lo mantenía tenso. No importaba lo que Maggie dijera. No importaba el mundo exterior. Ahora, solo existía lo que había entre él y Daryl.

Lou regresó a la habitación con pasos rápidos, casi apurados, y la puerta se cerró con un golpe suave detrás de él. El aire seguía denso, impregnado de una tensión que parecía envolverlo todo. Daryl estaba recostado, sus ojos observando cada movimiento de Lou, notando cómo el enfado aún ardía en él. Había algo en la forma en que Lou se movía, como si estuviera tratando de controlar su respiración, que no pasaba desapercibido para Daryl.

— ¿Qué pasó? — Daryl preguntó con suavidad, su voz casi un susurro, pero llena de curiosidad. Él había notado el cambio en Lou, la irritación y la posesividad que lo rodeaban. Todo en Lou hablaba de frustración, pero Daryl también sabía que algo más estaba en juego. — ¿Qué quería Maggie?

Lou se detuvo frente a la cama, y por un momento pareció dudar antes de responder. Su mirada fija en Daryl estaba cargada de una intensidad que no se había disipado. Su tono, aunque tranquilo, era claramente irritado.

— No es importante, — dijo Lou, sus ojos oscureciéndose un poco, como si todo lo que sucediera fuera solo ruido lejano comparado con lo que realmente quería. — Ella solo estaba hablando de caminantes cerca de la cantera. Pero eso puede esperar hasta mañana. No hay nada más urgente que lo que tenemos aquí, lo que estamos a punto de hacer.

Daryl observó en silencio, procesando las palabras de Lou, y aunque sabía que algo más estaba detrás de esa respuesta, la verdad era que no le importaba en ese momento. Lo que realmente sentía, lo que realmente quería, era estar con Lou. La conexión que había entre ellos era tan palpable que nada más tenía espacio para entrar en sus pensamientos.

En lugar de preguntar más, Daryl se acercó, tomándolo por la nuca con una mano firme, atrayéndolo hacia él. Los labios de Daryl encontraron los de Lou con una urgencia que igualaba la tensión en el aire. Lou no dudó en corresponder al beso, su cuerpo inclinándose hacia Daryl con la misma intensidad. Todo lo demás desapareció. No había caminantes ni urgencias ni discusiones. Solo estaba él, Lou, y esa necesidad que se había ido acumulando entre ellos.

El roce de sus labios se profundizó rápidamente, el deseo que ya había estado latente estallando entre ellos. Daryl sintió cómo Lou respondía con una fuerza imparable, una necesidad que hacía que su propio cuerpo se estremeciera. Lo que estaba pasando entre ellos no podía esperar, ni lo intentaban.

Lou lo empujó suavemente hacia atrás, y Daryl se dejó guiar, sin resistirse. El deseo que se había encendido hacía rato se apoderó de cada movimiento, cada roce. Lou estaba totalmente concentrado en él, en lo que querían hacer, y Daryl, aunque sabía que había algo más detrás de la frustración de Lou, tampoco quería detenerse.

— Déjate llevar, — murmuró Lou entre besos, y Daryl asintió sin palabras, sus manos recorriendo el cuerpo de Lou con una desesperación que reflejaba exactamente lo que sentía en ese instante.

Daryl se dejó llevar por la pasión que crecía entre ellos, sintiendo cómo el calor de Lou se filtraba a través de la ropa, a través de cada roce. Pero cuando Lou, con un movimiento decidido, se desprendió de su camiseta, Daryl no pudo evitar admirar la musculatura de su torso, el contorno de sus hombros y el escaso vello que se escapaba ligeramente hacia su cuello. Era imposible no notar lo atractivo que era Lou, su cuerpo esculpido por el tiempo y la lucha, por todo lo que había sobrevivido. Pero en ese momento, más allá de las cicatrices y los recuerdos, era solo él, solo Lou, que ahora estaba frente a él sin ninguna barrera.

El contraste entre el deseo que lo consumía y la realidad de lo que veían sus ojos era intoxicante. Daryl se acercó de nuevo a Lou, su mano recorriendo el contorno de su torso, siguiendo cada línea de su piel expuesta. La sensación de la carne de Lou contra la suya sin la barrera de la ropa hacía que su respiración se volviera más rápida, más pesada. No podía dejar de admirar la suavidad de su piel y la firmeza de sus músculos, un contraste perfecto entre fuerza y vulnerabilidad.

Lou respondió al toque de Daryl con un gruñido bajo, sus manos explorando el cuerpo de Daryl con la misma avidez. Cada movimiento estaba cargado de una necesidad palpable, como si, por fin, todo lo que había estado restringido en ellos se estuviera liberando. Los besos se hicieron más profundos, más demandantes, y Daryl se sintió completamente absorbido por Lou, por su presencia, por el deseo que emanaba de él.

El roce de sus cuerpos sin ropa se intensificó, cada contacto de piel contra piel un recordatorio de lo cerca que estaban de romper las barreras entre ellos. Daryl se permitió perderse en la sensación de Lou, de lo que significaba estar tan cerca de él, tan completamente consumido por ese momento. No había pensamientos de nada más, solo ellos, solo lo que sucedía en esa habitación.

Con un movimiento rápido, Lou lo atrajo hacia él, obligando a Daryl a caer de espaldas sobre las sábanas, su cuerpo encima del suyo, la calidez de ambos fusionándose. Daryl sintió cómo la piel de Lou se pegaba a la suya, cómo el roce de sus cuerpos desataba aún más el fuego dentro de él.

Daryl, con una sonrisa que reflejaba tanto su deseo como su satisfacción, levantó una mano y la pasó por el cabello de Lou, dejando escapar un suspiro.

— Eres imposible de resistir — murmuró, sin preocuparse por las palabras, solo por el hecho de que ahora estaba allí, en ese espacio, con Lou, sin nada más que los dos.

Lou lo miró, su mirada oscura, casi predatoria, mientras sus labios se curvaban en una sonrisa cargada de deseo.

— Lo sé — respondió, antes de inclinarse nuevamente hacia Daryl, sin más palabras, solo acción.

Lou se restregó contra suyo, sus cuerpos pegándose con fuerza al igual que sus erecciones. Daryl podía sentir la necesidad exudar de ambos, al igual que el deseo por finalmente ceder al último paso que les quedaba.

Lou pareció captar la mirada de Daryl, su mano entonces bajó con firmeza a la erección contraria y el cazador hizo uso de su razón para no nublarse por completo en puro deseo.

— Debes mantenerte callado — susurró Lou contra sus labios en un tono de advertencia — Más personas duermen en esta casa.

A pesar de que Daryl no había hecho ruido alguno, el castaño supo y comprendió que Lou tenía algo en mente, y sus pensamientos fueron claros cuando la mano de Lou se dirigió a su propia entrada ocasionando que su cuerpo se tensará al instante.

— Lou..

— Daryl — llamó en un tono bajo — Si tú no quieres, podríamos cambiar de lugares.

La duda brilló en los ojos de Daryl, la mirada gris de Lou se clavó en el a la espera de una respuesta pero entonces el castaño lo atrajo hacia si mismo en un nuevo beso, dando así su respuesta.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro