
Capitulo 34
Al amanecer, la tranquilidad de Alexandria envolvía la casa donde el grupo había pasado la noche. Después de tanto tiempo de lucha y supervivencia, finalmente estaban en un lugar donde podían descansar, aunque la sensación de seguridad seguía siendo algo ajeno para muchos. Algunos, como Rick y Maggie, ya habían comenzado a organizar sus cosas, mientras otros disfrutaban de la oportunidad de tomar un baño, algo que hacía mucho no experimentaban.
Daryl, sin embargo, no parecía estar interesado en esa comodidad. Desde temprano, Lou lo había visto en el porche, destrozando un animal que había cazado, enfocado por completo en su tarea. El sonido del cuchillo cortando la carne y el ambiente denso de la mañana no dejaban espacio para pensar en otra cosa, pero Lou lo observaba en silencio desde la ventana.
Finalmente, Carol, que había pasado por la casa para revisar a los demás, se detuvo al ver a Daryl en su tarea. Su mirada se endureció un poco al ver la mancha de sangre en sus manos, y la expresión en su rostro denotaba que no estaba muy contenta con el estado de Daryl.
— Daryl, ya es suficiente de eso por ahora — dijo Carol, con tono firme.
Daryl apenas la miró, un leve gruñido escapó de sus labios mientras continuaba con lo que estaba haciendo.
— ¿Te vas a quedar así todo el día? — Carol insistió, con los ojos fijos en él —. Ya tienes más que suficiente trabajo, ahora báñate antes de que te bañe con la manguera.
Daryl la miró de reojo, su rostro endurecido, pero sin responder. Carol no se dejó amedrentar y, tras un breve suspiro, se dio la vuelta. Sabía que necesitaba hacer algo más para que Daryl accediera.
En ese momento, Carol cruzó caminos con Lou, quien estaba saliendo de la casa tras haber dejado a los demás en sus habitaciones. Lou la observó, notando que ella tenía una ligera expresión de frustración.
— ¿Tienes alguna idea de cómo convencer a Daryl? — preguntó Carol, sin rodeos. Sabía que Lou y Daryl tenían una conexión fuerte, y tal vez él podría ser la clave para que Daryl finalmente tomara un baño.
Lou la miró pensativo. Sabía que Daryl no era el tipo de persona que tomaba las cosas con facilidad, pero también entendía que en situaciones como esta, no había espacio para el orgullo innecesario.
— Sí, tengo algo en mente — respondió Lou con una leve sonrisa —. Pero tendrá que ser algo que lo haga dejar de lado su orgullo.
Carol arqueó una ceja, curiosa. Lou no tenía la reputación de ser quien usaba grandes trucos o palabras, pero en situaciones como esas, su creatividad solía sorprender a todos.
— Confía en mí — dijo Lou con tono serio, mientras comenzaba a alejarse hacia donde Daryl seguía trabajando. Carol lo observó, algo escéptica, pero con la esperanza de que realmente funcionara.
Cuando Lou llegó al porche, Daryl aún estaba concentrado en su tarea, sin mostrar signos de querer dejarla. Lou se acercó con calma, sin hacer mucho ruido, y se sentó en un banco cercano, observando en silencio durante unos segundos.
Daryl levantó la mirada, y Lou le sonrió con un aire juguetón.
— ¿Sabes? Creo que podría estar bien que compartiéramos habitación, solo para tener algo de compañía en este lugar... — comentó Lou con tono casual, como si fuera algo que surgiera espontáneamente.
Daryl lo miró de reojo, claramente no esperando esa sugerencia. Sus ojos se entrecerraron ligeramente, pero no dijo nada de inmediato.
— Lo pensaremos, ¿no? — continuó Lou, con una leve sonrisa en el rostro —. Claro, hay una condición antes de que lo acepte.
Daryl levantó una ceja, como si estuviera tratando de entender el truco. Lou no lo hizo esperar mucho.
— La condición es que te bañes. No puedo compartir habitación con alguien que huela a animal muerto —dijo Lou con una sonrisa burlona, pero que escondía un dejo de sinceridad. Estaba seguro de que Daryl entendería que no se trataba solo de una broma, sino de una manera de aliviar la tensión del momento.
Daryl suspiró pesadamente, claramente molesto, pero al final, se levantó lentamente, dándole la razón a Lou. La propuesta de compartir habitación había funcionado.
— Está bien, está bien — dijo con resignación mientras se dirigía hacia la casa, dándole a Lou una mirada que lo hacía sentir que había ganado algo, aunque no fuera completamente a su favor.
Lou lo observó alejarse, satisfecho por haber conseguido lo que quería, aunque sabía que Daryl aún se sentiría incómodo por unos momentos. Pero al menos lo había convencido. Ahora, el resto del grupo tendría la oportunidad de disfrutar de un Daryl un poco más limpio y con menos de ese aire salvaje que lo caracterizaba.
Carol, que observaba desde lejos, le lanzó una sonrisa aprobatoria a Lou. Sabía que él había encontrado la manera de hacer que Daryl cediera, algo que pocas veces sucedía.
Cuando Lou vio a Daryl salir de la casa, recién bañado y con ropa limpia, no pudo evitar sonreír de inmediato. Había algo en la forma en que Daryl se veía sin la suciedad y el cansancio de los días anteriores, algo que lo hacía parecer... diferente. Se veía más fresco, más como el Daryl que Lou conocía, el que siempre había estado al margen, pero con una suavidad que Lou no podía ignorar.
Lou se acercó un par de pasos y, sin poder contenerse, soltó una risa baja.
— Mira quién decidió bañarse, y con ropa limpia además — comentó, su tono mezcla de admiración y picardía —. No me esperaba eso de ti, Daryl. Te ves... impresionante.
Daryl, al escuchar el comentario, se quedó quieto un momento, claramente incómodo. Sus ojos se entrecerraron y, con un ligero sonrojo en sus mejillas, soltó un gruñido.
— Cierra la boca, Lou — respondió de manera cortante, pero Lou notó la vergüenza detrás de sus palabras.
Lou no pudo evitar reírse un poco más, disfrutando de la incomodidad de Daryl. Siempre había sido difícil que Daryl aceptara los elogios, y ver cómo se sonrojaba con algo tan sencillo como un cumplido era algo que Lou encontraba encantador.
— Venga, no es para tanto — dijo Lou entre risas, levantando las manos como en señal de rendición —. Solo quiero decirte que... no me molestaría quedarme cerca de ti con esta versión de Daryl.
Daryl rodó los ojos, evidentemente tratando de no dar demasiada importancia a lo que Lou decía, pero Lou vio la leve sonrisa que se asomaba a sus labios. No estaba tan molesto como fingía ser.
— Te dije que te callaras — repitió Daryl, aunque su tono ya no era tan severo.
Lou lo observó durante un momento, disfrutando del pequeño triunfo de haber sacado una reacción genuina de Daryl. Sabía que esa era su forma de cuidarse, de no dejar que la vulnerabilidad se viera tan fácilmente. Pero Lou también sabía que, por dentro, Daryl apreciaba los comentarios, aunque no lo admitiera en voz alta.
— Está bien, está bien. No diré nada más — dijo Lou, pero con una sonrisa traviesa aún dibujada en su rostro —. Solo es... difícil no decir algo cuando alguien se ve tan bien.
Daryl solo gruñó en respuesta y dio media vuelta, aparentemente ignorando la burla, pero Lou vio la pequeña sonrisa que se formaba en sus labios. Aun en los momentos más difíciles, Lou sabía que esas pequeñas interacciones eran lo que los mantenía conectados.
Daryl entró en silencio a la casa donde vivía, su estómago aún lleno después de la cena que había compartido con Aarón y Eric, pero su mente estaba lejos. Algo en su interior le decía que debía hablar con Lou, que debía asegurarse de que todo estuviera bien. Había algo en el aire que lo desconcertaba, y no podía dejar de pensar en él.
Al llegar a la habitación que compartían, Daryl abrió la puerta suavemente. La oscuridad envolvía el cuarto, solo la tenue luz de la luna filtrándose por la ventana. Lou estaba acostado en la cama, profundamente dormido, su respiración tranquila y regular. Daryl suspiró, sintiendo una extraña calma al verlo allí, pero no podía evitar la duda que rondaba su mente.
— Lou — lo llamó en voz baja, pero sin éxito. Lou no despertó, así que Daryl se acercó un poco más y lo tocó suavemente en el hombro —. Lou.
Lou se agitó ligeramente antes de abrir los ojos, confundido, mirando a su alrededor antes de centrarse en Daryl. Se estiró un poco, como si todavía estuviera adormecido, y luego lo miró directamente a los ojos.
— ¿Qué? — preguntó Lou, su voz aún rasposa por el sueño.
Daryl se cruzó de brazos, frunciendo el ceño mientras lo observaba. Tenía una ligera sospecha, pero no estaba seguro si había algo más detrás de la actitud de Lou esa noche.
— ¿Cómo estuvo la fiesta? — preguntó Daryl, aún con ese aire de incomodidad que no podía despejar. Había asumido que Lou había ido, ya que todos los demás lo habían hecho.
Lou parpadeó un par de veces, claramente sorprendido por la pregunta. Su rostro se iluminó con una expresión confundida mientras se sentaba en la cama.
— ¿Fiesta? — repitió, rascándose la cabeza —. No he ido a ninguna fiesta. Llevo dormido desde las cuatro de la tarde, Daryl. Estaba agotado, ¿no lo viste?
Daryl lo miró con cautela, su mente intentando procesar la información. La confusión de Lou no parecía fingida, y eso solo aumentó la sensación de incomodidad que sentía. Algo no cuadraba.
— ¿No fuiste? — repitió, sin poder evitar fruncir el ceño. La sospecha seguía rondando en su mente.
Lou negó con la cabeza, ahora más despierto, y se estiró un poco antes de soltar un suspiro.
— No, no fui a ninguna fiesta. Ya te dije, estaba agotado. Creo que me quedé dormido muy temprano. — Lou se echó hacia atrás y se acomodó de nuevo en la cama, mirándolo con una ligera sonrisa —. No todo el mundo es tan fiestero como tú, Daryl.
Daryl se quedó en pie, mirando a Lou con una expresión indecisa. No estaba del todo seguro de qué pensar, pero algo en su interior lo tranquilizó al ver que Lou parecía genuinamente confundido por la pregunta. Aún así, la sensación de que algo estaba fuera de lugar lo perseguía.
— Está bien, solo me parecía raro — respondió Daryl finalmente, dejando escapar un suspiro. Se acercó a la cama y se sentó al borde, mirando a Lou por un momento —. No me importa si fuiste o no, solo... me preocupaba que te estuvieras alejando. Ya que no me dijiste nada.
Lou lo observó en silencio, sus ojos suaves pero cargados de algo que Daryl no podía leer del todo. Entonces, sin pensarlo, Lou se acercó y puso una mano sobre su hombro, dándole una ligera presión.
— No tienes que preocuparte por eso — dijo Lou en voz baja, con una sonrisa cálida —. Estaba justo aquí todo el tiempo.
Daryl asintió, sintiendo que la tensión se aliviaba, pero aún con la sensación de que algo se movía en el aire, algo que no podía identificar. Pero en ese momento, al menos, sabía que Lou no estaba tan distante como él temía.
Cuando Daryl se acosto a su lado, listo para dormir, Lou, con una sonrisa suave, se giró para mirarlo. La luz tenue de la luna entraba por la ventana, iluminando débilmente su rostro.
— ¿Sabes? — comienza Lou en un tono tranquilo, casi susurrante —. Me alegra que estemos aquí, juntos, después de todo lo que hemos pasado.
Daryl, con el rostro un poco tenso, se voltea para mirarlo, pero no responde de inmediato. Lou, notando su incomodidad, se acerca un poco más y coloca una mano en su pecho.
— Lo que quiero decir es que... — prosigue Lou, sus ojos brillando con sinceridad —. Cada vez que te veo, aunque todo el mundo parezca desmoronarse a nuestro alrededor, siento que todo estará bien, porque estás conmigo.
Daryl se queda en silencio, mirando sus ojos por un momento. Sabe lo que Lou está tratando de decir, y aunque le cuesta expresar sus propios sentimientos, siente ese cosquilleo en el pecho que lo hace sonreír de forma casi imperceptible.
— Cállate — responde Daryl en voz baja, un poco ruborizado, mientras se mueve para acomodarse mejor.
Lou ríe suavemente, su voz se vuelve más baja y relajada.
— ¿Por qué? — pregunta Lou con un tono coqueto —. ¿No quieres que te diga lo mucho que me importas?
Daryl suspira, el sonido suave, y no puede evitar dejar que su sonrisa se ensanche un poco.
— Tú eres imposible, ¿lo sabes? — responde Daryl, con la voz suave pero cargada de cariño.
Lou se acurruca más cerca, sin dejar de sonreír.
— Lo sé. Pero a ti te gusta — susurra, dejando que el silencio se apodere de la habitación por un momento mientras ambos se acomodan en la oscuridad, tranquilos pero conscientes de que lo que compartían era más fuerte que las palabras.
Lou, con una sonrisa traviesa, se acerca a Daryl, cuyos ojos siguen observando su rostro, percibiendo la cercanía. Sin decir una palabra más, Lou lo besa suavemente, dejando que el beso dure solo un par de segundos, pero lo suficiente para transmitir todo lo que siente. Cuando se separa, sus ojos brillan con una mezcla de ternura y desafío.
— Buenas noches, Daryl — susurra suavemente, su voz cargada de una calidez que llena el espacio entre ellos.
Daryl, aún procesando el beso, no sabe si responder inmediatamente o seguir en silencio. Lou, sin embargo, no le da tiempo a pensar mucho. Con una expresión juguetona, le da un pequeño empujón en el pecho.
— Y ahora... — dice con una sonrisa —, ¿vas a abrazarme o me voy a dormir solo?
Daryl, sintiendo esa mezcla de incomodidad y afecto, suspira y mira a Lou antes de ceder, rodeando a Lou con sus brazos y abrazándolo con firmeza. Aunque la oscuridad lo rodea, en ese momento siente que, por primera vez en mucho tiempo, está exactamente donde debe estar.
Lou se acurruca contra su pecho, sonriendo satisfecho.
— Eso es mejor... — murmura, antes de acomodarse cómodamente en sus brazos.
Y, finalmente, en el silencio de la noche, el mundo exterior parece desvanecerse, dejando solo la calidez de su abrazo.
Daryl despertó con la luz suave de la mañana entrando por la ventana. Sintió el calor de Lou a su lado, pero pronto se dio cuenta de que algo había cambiado. Lou, con una sonrisa en el rostro, lo estaba sacudiendo suavemente del sueño.
— Daryl... despierta — dijo Lou, con voz suave pero firme —. Te he preparado el desayuno. Y Aarón te busca.
Daryl frunció el ceño, desorientado por un momento antes de estirarse en la cama. Al ver la mirada expectante de Lou, una leve sonrisa se formó en su rostro.
— ¿Desayuno? — murmuró, aún medio adormilado—. No sabía que sabías cocinar.
Lou se encogió de hombros, como si fuera lo más normal del mundo.
— Un poco de práctica no hace daño — respondió, levantándose y estirándose con una mueca juguetona—. Ve, Aarón está esperando afuera.
Daryl se levantó lentamente de la cama, sintiendo la calidez de la noche todavía en sus huesos. Se puso la camisa que había dejado cerca y se dirigió hacia la puerta.
— ¿Qué quiere Aarón? — preguntó, con una mirada un poco confundida.
— No sé — respondió Lou mientras recogía las cosas de la habitación —. Pero me dio la impresión de que necesitaba hablar contigo. Quizá sobre algo relacionado con el grupo.
Daryl asintió, saliendo de la habitación y encontrando a Aaron en la entrada de la casa.
— Buenos días, Daryl — saludó Aarón con una sonrisa—. Necesito hablar contigo, hay algo que debemos discutir con Deanna.
Daryl asintió, su mente ya regresando a las responsabilidades del día a día, pero aún con la sensación de que el abrazo de Lou y el desayuno habían sido lo único que importaba por un momento.
Mientras tanto, Lou quedó atrás, observando cómo Daryl se alejaba, sintiendo una mezcla de emoción y tranquilidad. Sabía que lo que tenían, aunque complicado, era algo real, algo que podía atesorar, incluso en este mundo tan lleno de incertidumbre.
Lou se quedó de pie, mirando la puerta por la que Daryl había salido, con un nudo en el estómago que no podía ignorar. Algo había cambiado en él desde que Daryl había llegado a su vida, algo que no podía describir del todo. Era como si, por fin, todo tuviera un propósito más allá de la supervivencia.
Lo miraba y pensaba en todo lo que había vivido: el dolor, la pérdida, las traiciones que le habían dejado cicatrices profundas. Había amado antes, sí, pero nunca con la intensidad con la que sentía ahora. Siempre había tenido miedo de dar todo de sí, de ser tan entregado, porque lo que venía después siempre era la pérdida. Siempre era la sensación de que los demás no veían lo que él daba, lo que ofrecía con todo su ser. Sabía lo que era estar al borde de la desesperación, pensando que nunca más podría amar sin que el dolor lo acompañara.
Pero Daryl era diferente. No sabía por qué, pero lo sentía. Cada gesto, cada palabra, cada momento que compartían parecía confirmar que lo que estaba construyendo con él era real. Con él, sentía que podía ser vulnerable, podía ser él mismo sin miedo a que lo dejara atrás. Había algo en Daryl que lo hacía sentir seguro, como si, por primera vez en mucho tiempo, pudiera confiar por completo.
Aún así, el miedo no desaparecía. Lou lo sentía en su pecho, como una presión constante. Sabía lo mucho que se entregaba cuando amaba, lo mucho que le costaba dejar ir a las personas que se llevaban una parte de él. Pero a pesar de ese miedo, no podía dejar de ser quien era. No podía dejar de amar con todo lo que tenía, incluso si eso significaba sufrir si las cosas no salían como esperaba.
Lo que sentía por Daryl no era solo cariño, no era solo un apego. Era algo más profundo, algo que lo aterraba, porque sabía que si alguna vez Daryl lo dejaba o si algo les sucedía, el dolor sería indescriptible. Pero al mismo tiempo, no podía detenerse. Estaba dispuesto a arriesgarlo todo porque, por primera vez, sentía que valía la pena.
Con una exhalación profunda, Lou cerró los ojos un momento, recordando cada instante compartido con él. Lo que fuera que ocurriera, ya no podía ignorar lo que sentía. Lo amaba, y a pesar del miedo, eso era lo único que importaba en ese momento.
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