
Capitulo 28
El silencio se alargó, pero no era el tipo de silencio cómodo que solían compartir. Algo había cambiado en Lou. Daryl lo percibió al instante, en la manera en que su mirada, antes tan llena de vida y confianza, ahora parecía más sombría. Había algo más en su rostro, algo que no podía ignorar. Era como si cargara una sombra, una que no había estado allí antes.
Daryl frunció el ceño, preocupado. Sin quererlo, su pulso se aceleró al ver esa ligera tensión en los hombros de Lou, como si llevara un peso invisible pero pesado.
— Oye... — comenzó Daryl, tomando un respiro profundo antes de continuar —. ¿Qué pasó? Algo... algo ha cambiado en ti.
Lou lo miró por un momento, una mezcla de inseguridad y dolor cruzando su rostro. A lo lejos, el sonido de la fogata crepitando parecía hacerse más distante mientras la conversación tomaba un giro que Daryl no había anticipado. Lou dio un paso atrás, como si el peso de sus propias palabras le costara procesarlas, pero al final suspiró, resignado.
— Después de que me fui... — dijo Lou en voz baja, sin mirarlo a los ojos —, me secuestraron. Me llevaron a Washington. Durante días no supe si volvería a ver el sol. Me... me acosaron.
Daryl frunció el ceño, su rostro mostrando una mezcla de ira y preocupación. Quería preguntar más, pero Lou parecía estar luchando con las palabras. Finalmente, Lou levantó la vista y lo miró directamente, como si se hubiera dado cuenta de lo que iba a decir, aunque le costara.
— Lo que pasó después... — su voz vaciló por un momento —. Tuve que... matar. Ya no fue una opción. Ellos... ellos no dejaron opción. Fue la única forma de salir.
Daryl se quedó en silencio, sus ojos fijos en Lou, tratando de procesar la enormidad de lo que acababa de escuchar. Sabía que Lou nunca había sido una persona violenta, que su naturaleza era la de alguien que prefería mantener la paz, pero el mundo en el que vivían no dejaba espacio para la bondad de antes. Aún así, las palabras de Lou lo golpearon como un puño.
— ¿Matar? — repitió Daryl, su voz apenas un susurro. El dolor en sus ojos era evidente, pero trataba de mantenerse firme. No sabía si debía consolarlo o si debía sentirse preocupado por lo que Lou había tenido que hacer.
Lou asintió lentamente, como si todo eso fuera una parte inevitable de la pesadilla que había vivido. Su labio partido aún sangraba ligeramente, pero ya no le prestaba atención a la herida. Su mente estaba mucho más lejos, recordando los momentos oscuros que había vivido en su ausencia.
— Sí. Ellos... me forzaron. Y en ese momento no me importaba lo que pasara, solo quería salir de ahí. Quería encontrarme con ustedes. Pero... no lo pude evitar. Fue... fue como si algo dentro de mí se hubiera roto y ya no pudiera volver atrás.
Daryl dio un paso hacia él, sin saber qué decir. Había un dolor que lo invadía, algo que lo hacía sentir impotente al ver a Lou de esa manera. Aun así, no quería juzgarlo. Sabía que el mundo era despiadado, y si Lou había hecho lo que había tenido que hacer para sobrevivir, entonces no podía culparlo.
— No... no tienes que cargar con eso solo — dijo Daryl, con la voz más suave, intentando brindar algo de consuelo.
Lou lo miró, sus ojos reflejando una mezcla de gratitud y tristeza.
— Es solo que... me siento diferente, Daryl. Como si algo oscuro me hubiera seguido. No sé si alguna vez volveré a ser el mismo.
Daryl no respondió inmediatamente. Solo dio un paso más hacia él, colocándole la mano en el hombro en una muestra de apoyo. Sabía que Lou necesitaba tiempo, que lo que había vivido lo había cambiado, pero también sabía que no estaba solo.
— No tienes que ser el mismo. Sólo... tienes que estar aquí. Con nosotros. Eso es lo que importa.
Ambos se quedaron en silencio por un largo momento, como si esas palabras pudieran aliviar el peso de lo que Lou había pasado. Daryl lo miró fijamente, y aunque no dijo más, su mirada lo decía todo. Estaba allí, junto a él, dispuesto a ayudarlo a cargar con cualquier cosa. No importaba lo que Lou tuviera en su mente o en su alma, Daryl estaba dispuesto a estar allí para él, siempre.
La oscuridad del bosque envolvía el campamento con su silencio, interrumpido solo por el crujir ocasional de la fogata. Lou se encontraba sentado cerca del fuego, su mirada fija en las llamas, pero su mente claramente en otro lugar. Maggie se acercó lentamente, sus pasos suaves para no interrumpir el momento. Se sentó junto a él sin decir una palabra al principio, ambos sabían que la compañía en silencio era lo que más necesitaban en ese momento.
Después de unos largos minutos, Maggie rompió el silencio con voz baja y quebrada, como si las palabras tuvieran que salir con cautela para no hacer más daño.
— Nunca pensé que llegaría este día. — Su voz tembló ligeramente, y Lou supo de inmediato a quién se refería.
Lou miró a Maggie, sabiendo exactamente lo que estaba pasando por su mente. La muerte de Hershel, la pérdida de un padre, de una figura central en su vida. Para él también había sido un golpe muy devastador.
— Ni yo. — Respondió Lou, con el tono grave, sus ojos reflejando el mismo dolor que sentía Maggie. Hershel había sido un hombre que siempre había estado allí para todos, un pilar de fortaleza y sabiduría. Había perdido mucho en este mundo, pero su figura había sido un consuelo en medio del caos. Ahora, con él muerto, todo parecía aún más incierto. — Nunca pensé que me afectaría tanto, pero lo hizo.
Maggie asintió, su rostro marcado por el dolor. Se pasó la mano por el cabello, intentando encontrar las palabras que pudieran hacer que el vacío en su pecho se llenara, pero no había palabras.
— Lo sé. — La voz de Maggie se quebró aún más al mencionar la muerte de su padre. — Era lo único que quedaba de la familia, y ahora... ahora siento como si me hubieran arrancado una parte de mí. —Se detuvo, tragando saliva, y luego miró a Lou con ojos llenos de desesperación. — No quiero quedarme sola en esto. No sé cómo seguir adelante sin él, Lou.
Lou la miró en silencio, viendo en ella la misma angustia que sentía. No solo la pérdida de Hershel, sino también la desaparición de Beth. La hermana pequeña de Maggie, alguien que siempre había sido una luz para todos. Lou sabía lo que era perder a alguien cercano, y aunque no podía reemplazar esa ausencia, su corazón se rompía por Maggie.
— Lo siento, Maggie. — Sus palabras fueron sinceras, aunque parecían tan pequeñas en comparación con lo que había sucedido. —Yo también perdí mucho. Hershel era más que un líder, era como... un padre para mí también. Y Beth... ella se fue. Nadie sabe qué pasó con ella.
Maggie desvió la mirada, como si estuviera buscando una respuesta en el aire. Las palabras de Lou se sentían como un reflejo de su propio dolor. La idea de perder a su hermana, de no saber si estaba viva o muerta, la devoraba por dentro.
— La desaparición de Beth me ha dejado vacía. — La tristeza en la voz de Maggie era palpable. — Me preocupa tanto. A veces me pregunto si ella todavía está allá afuera, luchando por sobrevivir. Pero... a veces también me pregunto si está mejor dondequiera que esté, sin tener que vivir en este mundo... tan roto.
Lou la miró, comprendiendo el peso de esas palabras. La incertidumbre sobre el paradero de Beth era un dolor constante. Nadie podía darle una respuesta, solo el tiempo, pero el tiempo solo parecía traer más preguntas. Y mientras tanto, la angustia de no saber la devoraba a Maggie.
— Entiendo lo que dices. — Lou susurró, inclinándose un poco hacia ella, como si quisiera ofrecerle consuelo, aunque no tuviera todas las respuestas. — No sé qué pasó con Beth. No sé si la encontraremos, o si alguna vez volverá a estar con nosotros. Pero lo que sé es que, pase lo que pase, no estás sola en esto.
Maggie lo miró, agradecida por las palabras, aunque sabía que nada podría calmar completamente la tormenta en su corazón. Aun así, tener a Lou ahí, compartiendo su dolor, al menos la hacía sentir que no estaba completamente perdida en su tristeza.
— Gracias, Lou. — La sonrisa que apareció en su rostro fue pequeña, pero genuina. — Gracias por estar aquí.
Lou asintió, sintiendo un nudo en la garganta al ver a Maggie, tan vulnerable y aún tan fuerte a pesar de todo lo que había perdido. El silencio se hizo nuevamente entre ellos, pero esta vez, no era incómodo. Era el tipo de silencio que se comparte entre quienes entienden el peso de las pérdidas, de las dudas y de la necesidad de seguir adelante, aunque el camino sea incierto.
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