Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capitulo 18

Merle se acercó a Lou mientras este estaba sentado en una de las mesas de la cocina, limpiando una de sus armas. Lou notó su presencia antes de que Merle hablara, y lo miró de reojo mientras seguía con lo que estaba haciendo, sin mostrar ninguna señal de molestia.

— Eh, Lou, — comenzó Merle, su tono algo áspero. — Quiero hablar contigo sobre lo que pasó cuando me pegaste para salvar a esos dos. ¿Te crees muy héroe o qué?

Lou levantó la vista con una sonrisa tranquila, aunque algo vacía.

— No me creo un héroe, Merle. Solo hice lo que debía hacer en ese momento.

Merle rió con desdén, cruzando los brazos mientras se apoyaba en el marco de la puerta.

— No creas que te voy a dar las gracias por eso, no lo necesito. Pero lo que hiciste... no fue nada bonito.

Lou dejó el arma sobre la mesa y se inclinó hacia atrás en la silla, sin perder su compostura.

— Y te repito, lo volvería a hacer si tuviera la oportunidad. Tú no eres parte de este grupo, Merle. Si tu vida pone en peligro la de los demás, no me importa quién seas, lo voy a hacer. No te hace falta saber eso, pero es la verdad.

Merle frunció el ceño, claramente molesto por la respuesta directa de Lou.

— Tú y tu actitud. ¿De qué te crees que eres? ¿Un tipo de moralista?

Lou lo miró sin inmutarse, su tono frío y calculador.

— No soy un moralista, Merle. Solo soy alguien que hace lo correcto. Y eso te debe quedar claro. Si tienes un problema conmigo, es tu problema, no el mío.

El silencio llenó la habitación por un momento. Merle la miró, evaluando a Lou, pero este mantenía la calma, sin dejarse llevar por las provocaciones. La incomodidad flotaba en el aire, pero Lou parecía estar en paz consigo mismo, como si las palabras de Merle simplemente resbalaran sobre él.

— Tu cabeza no sirve, ¿verdad? No estás jugando con las cartas completas, — dijo Merle finalmente, su tono aún áspero, pero con un ligero toque de curiosidad, como si intentara comprender la firmeza de Lou.

Lou no respondió de inmediato. En lugar de eso, se levantó de la silla y comenzó a recoger su equipo.

— Si alguna vez necesitas algo más de mí, Merle, te sugiero que lo pienses dos veces antes de hablar. Nadie aquí te debe nada, y yo menos. Ten cuidado con lo que dices, — dijo, ahora más cortante que nunca, y con un tono que no dejaba espacio para más discusión.

Merle permaneció en la puerta, observando cómo Lou salía de la cocina con una calma imperturbable, un tanto molesto pero sin atreverse a ir tras él. Lou no se inmutó, como si Merle fuera solo otra molestia más que no valía la pena responder.

Merle y Daryl se encontraban sentados en el área común, con Merle claramente molesto y con una actitud despectiva. Había pasado un tiempo desde la conversación con Lou, y Merle no había dejado de hablar mal de él. Daryl, por su parte, escuchaba en silencio, pero algo en su interior se revolvía al escuchar los comentarios de su hermano.

— ¿Te has dado cuenta de lo que ese tipo es capaz de decir? Es un maldito moralista, Daryl. Como si el mundo aún pudiera ser salvado por tipos como él, — Merle soltó con sarcasmo, mientras jugueteaba con una botella de licor que había encontrado en la cárcel. — Lo peor es que se cree mejor que todos nosotros, como si nos fuera a dar lecciones sobre cómo vivir.

Daryl no respondió de inmediato. Estaba mordiéndose el labio, tratando de encontrar las palabras adecuadas. Sabía que su hermano estaba siendo un idiota, pero al mismo tiempo, no quería meterse demasiado en este lío. Sin embargo, algo dentro de él no podía dejar de sentirse incómodo con las palabras de Merle.

— Merle, ya basta, — Daryl dijo con tono grave, pero sin levantar la voz. — No es como si hubiera hecho algo malo. Solo... hizo lo que creía correcto.

Merle lo miró, sorprendió por la respuesta.

— ¿En serio, hermano? ¿Defendiendo a ese tipo? ¿Te está metiendo ideas raras en la cabeza o qué? — Merle soltó una risa burlona, pero no podía ocultar el desconcierto que sentía al ver que Daryl no reaccionaba como esperaba. — ¿Tú también te estás volviendo un puto moralista?

Daryl, incómodo, desvió la mirada y cruzó los brazos, como si fuera la forma de bloquear las palabras de su hermano.

— No, no es eso... Solo no te metas con él. Está haciendo lo que cree que es correcto.

Merle frunció el ceño, incrédulo.

— ¿Qué? ¿Ahora eres su defensor? Vaya, Daryl. ¿Qué pasa? ¿Te está gustando mucho lo que ese tipo tiene que decir? ¿Te está volviendo marica o qué?

El comentario de Merle fue como un golpe bajo, y por un momento, Daryl se quedó en silencio, luchando contra el ardor en su pecho. Su hermano, como siempre, había ido demasiado lejos. Pero algo en Daryl cambió esa noche. Ya no iba a dejar que Merle lo descalificara ni a Lou, como si lo que decía de ellos fuera un chiste.

Daryl respiró profundamente y, con una calma que sorprendió incluso a él mismo, respondió.

— No soy un puto moralista, Merle, y no soy marica. Solo estoy diciendo que hay otras formas de hacer las cosas. Lou... él simplemente tiene su manera de ver el mundo, y la respeto. Es todo.

Merle lo miró como si estuviera viendo a un desconocido, con la boca abierta por el asombro.

— Vaya, nunca pensé que te ibas a poner tan blando. ¿Quién te ha metido esas ideas en la cabeza? ¿Lou? ¡¿En serio?!

Daryl no respondió a la pregunta de Merle. En lugar de eso, se levantó de la silla y caminó hacia la puerta.

— No me jodas, Merle. Si sigues con esa actitud, me voy a cansar de ti. No tienes que entenderlo, pero tampoco lo vas a cambiar.

Merle se quedó mirando a Daryl, quien se alejó, sintiendo una mezcla de frustración y sorpresa. No podía creer que su hermano estuviera defendiendo a Lou de esa manera. A pesar de su orgullo y su actitud ruda, Merle no podía evitar sentirse ligeramente desconcertado por el cambio en Daryl.

Merle estaba en una de las áreas comunes, revisando su equipo y dando vueltas por la prisión con su característico aire desafiante. Cuando Carol apareció, caminando hacia él con paso firme, Merle la miró con una sonrisa burlona.

— Vaya, si no es la mamá del grupo, — Merle soltó, sin mucho interés en la conversación. — ¿Qué pasa, Carol? ¿Te sientes sola y necesitas algo de atención?

Carol no respondió a la provocación de Merle. Se acercó más, manteniendo la distancia, pero sus ojos eran duros, directos. No había lugar para juegos en ese momento.

— Te lo voy a decir una sola vez, Merle, — dijo Carol, su voz fría y controlada. — Si te interpones entre Daryl y Lou... me voy a encargar de ti.

Merle frunció el ceño, sin entender del todo.

— ¿Qué quieres decir con eso, eh? ¿De qué estás hablando, mujer? No soy un puto niño para que me vengas a dar lecciones.

Carol no pareció alterarse. Dio un paso adelante, de manera casi desafiante, y le lanzó una mirada fulminante.

— No se trata de lecciones, Merle. Se trata de que no vas a hacerle la vida más difícil a Lou. Y si te atreves a hacerlo, no serás tú quien lo pague, seré yo.

Merle se quedó en silencio por un momento, la sorpresa claramente visible en su rostro. No era normal que alguien como Carol lo amenazara de esa manera, pero había algo en la determinación de sus palabras que lo hizo sentirse incómodo.

— ¿Me estás amenazando, Carol? — Merle no sabía si reír o sorprenderse. — ¿Y qué? ¿Tú te crees capaz de frenarme?

— Ya lo he hecho antes, — Carol respondió con una calma aterradora, cruzando los brazos. — Y te aseguro que puedo hacerlo de nuevo si es necesario.

Merle, que no estaba acostumbrado a este tipo de enfrentamientos tan directos, abrió la boca, pero Carol no le dio espacio para más palabras.

— Así que, Merle, — continuó, — mejor piensa bien lo que vas a hacer. Porque si vuelves a hacerle daño a Lou o a Daryl, no vas a tener tiempo para arrepentirte.

Con esas palabras, Carol dio media vuelta, caminando hacia la salida sin mirar atrás. Merle se quedó parado, mirando su figura alejarse por el pasillo. No entendía completamente lo que acababa de pasar, pero una sensación extraña se apoderó de él.

Por primera vez en mucho tiempo, Merle no estaba tan seguro de sí mismo. La amenaza de Carol había sido clara, pero lo que realmente lo había dejado sin palabras fue el hecho de que ella estuviera tan dispuesta a proteger a Lou y a Daryl, como si hubiera algo más detrás de todo eso.

— ¿Qué demonios acaba de pasar? — Merle murmuró para sí mismo, mirando al suelo pensativo, mientras la tensión en su pecho aumentaba. Sabía que Carol no era alguien que hablara por hablar, y esa amenaza pesaba en su mente de una manera que no lograba comprender completamente.

Se quedó allí unos momentos, procesando lo que había sucedido, con la sensación de que las cosas con su hermano y con el grupo en general se estaban complicando mucho más de lo que había anticipado.

Daryl se encontraba frente a la celda de Lou, sus manos tensas y su respiración algo agitada. Había intentado no pensar en lo que sentía por él, había tratado de ignorarlo, pero era casi imposible. La confusión lo estaba consumiendo. No entendía qué estaba pasando, ni cómo debía lidiar con aquello.

Lou estaba en la esquina, con la mirada fija en el suelo, evitando el contacto visual. Los dos sabían que había algo entre ellos, algo que ninguno de los dos quería admitir por completo, pero la tensión era tan palpable que el aire se volvía irrespirable.

Daryl dio un paso adelante, sus ojos buscando finalmente los de Lou.

— Lou... — su voz sonó baja, pero lo suficientemente fuerte como para captar la atención del otro. — No puedo... no puedo seguir pretendiendo que esto no está pasando.

Lou levantó la mirada, sus ojos reflejando una mezcla de sorpresa y confusión. No sabía qué esperar de Daryl, especialmente después de todo lo que había sucedido entre ellos.

— Esto... esto que siento por ti, — Daryl continuó, su voz temblando ligeramente. — Es demasiado. No sé cómo manejarlo, y lo odio. Pero cada vez que te miro... siento algo que no puedo entender.

Lou tragó saliva, incapaz de decir una palabra. Todo lo que había temido, todo lo que había tratado de evitar, ahora estaba frente a él. Daryl, tan directo, tan vulnerable, revelando finalmente lo que sentía.

— No sé qué hacer con esto, Lou, — Daryl confesó, dando otro paso hacia él. — No sé si deberíamos estar haciendo esto, si siquiera deberíamos sentirlo, pero la sensación es tan... abrumadora. Es como si no pudiera pensar en nada más cuando te veo.

Lou se quedó en silencio, sus sentimientos encontrados. Parte de él quería acercarse, corresponderle, pero sabía que todo lo que había sucedido antes complicaba aún más las cosas. Los pensamientos de Maggie, la incertidumbre de sus propios sentimientos y la confusión que había vivido todo este tiempo lo mantenían paralizado.

— Yo... — Lou comenzó, pero la duda lo frenó. — Daryl, no sé si esto... es lo correcto. Todo esto... lo que siento, lo que estamos sintiendo, no sé si es algo que deba ser real. No sé si puedo manejarlo.

Daryl, con la desesperación reflejada en su rostro, dio un paso más, sin poder alejarse, sin querer alejarse.

— Lou... no estoy pidiendo que lo entiendas ahora, ni que tengas todas las respuestas, solo quiero saber si hay alguna posibilidad de que tú... sientas lo mismo por mí.

El silencio se alargó, y Lou cerró los ojos por un momento, luchando contra el nudo en su pecho. Había tantas cosas que no sabía, tantas razones para sentirse confundido, pero también sentía que no podía seguir escondiendo lo que sentía. Finalmente, lo miró, sus ojos reflejando tanto la vulnerabilidad como la tristeza.

— Quizás, Daryl, — Lou susurró, — quizás en algún otro momento... cuando las cosas no estuvieran tan... rotas. Pero ahora mismo, no puedo darte lo que quieres. No sé si alguna vez podré.

Daryl se quedó ahí, mirando fijamente a Lou, su corazón golpeando con fuerza en su pecho. La respuesta no era lo que esperaba, pero al menos sabía que no estaba solo en la confusión. Y aunque el miedo seguía presente, también había algo más, algo que no podía negar: una chispa de esperanza, por pequeña que fuera.

Lou respiró profundamente, sus ojos fijos en el suelo, como si las palabras que estaban por salir de su boca fueran más difíciles de lo que imaginaba. Había estado callado durante tanto tiempo, evitando enfrentarse a sus propios sentimientos, pero ahora, en ese momento de vulnerabilidad con Daryl, sintió que necesitaba decirlo, necesitaba que alguien supiera.

— Cuando te fuiste... — Lou comenzó, su voz suave pero cargada de emoción. — Pensé en muchas cosas. Pensé en ti, en lo que podría haber sido, pero también en lo que no quiero ser. En lo que ya soy.

Daryl lo miró fijamente, sin interrumpir, como si esperara que Lou continuara.

— Lo que me asusta... lo que realmente me asusta, — Lou susurró, sintiendo cómo su pecho se apretaba al hablar, — es que me esfuerzo demasiado por dar a las personas todo lo que tengo. Todo lo que soy. Pero lo único que recibo a cambio es que me dejen atrás, me traicionen o simplemente me abandonen.

Lou levantó la mirada, encontrando los ojos de Daryl, pero no pudo mantener la mirada por mucho tiempo.

— Mi padre me dejó por otra mujer... Maggie... bueno, sabes lo que pasó con ella. Y tú... tú te fuiste. No sé si lo que me asusta más es que me dejes nuevamente o que me sigas buscando por lástima. No sé cómo manejar eso, Daryl. No quiero volver a estar en esa situación.

El dolor en sus palabras era evidente, pero aún más evidente era la vulnerabilidad. Lou nunca había sido alguien que mostrara sus debilidades tan abiertamente. Pero ahí estaba, dispuesto a decir lo que sentía, incluso si eso lo exponía de la forma más dolorosa.

Daryl escuchó en silencio, su rostro grave, asimilando cada palabra. No se apresuró a responder, sino que dejó que Lou terminara de expresar todo lo que había estado guardando. La realidad era que Daryl entendía, tal vez no completamente, pero lo suficiente para saber que Lou había sufrido mucho. Que él, por alguna razón, no creía ser digno de amor o de recibir lo mismo a cambio de lo que estaba dispuesto a dar.

Finalmente, Daryl dio un paso más cerca, sus ojos suavizándose al ver la tormenta interna de Lou.

— Lou, no quiero ser otra persona que te abandone, no quiero que pienses que te voy a dejar. No soy como ellos. No soy tu padre. No soy Maggie. Y no soy Merle.

Lou levantó la cabeza, encontrando la sinceridad en los ojos de Daryl.

— Pero no puedes prometerme eso. No puedes prometerme que no me dejarás algún día.

Daryl se quedó en silencio por un momento, luego dio otro paso hacia Lou, como si las palabras que había dicho no fueran suficientes.

— No puedo prometerte el futuro, Lou. No puedo prometerte que todo será perfecto. Pero lo que sí puedo prometerte es que no quiero perderte. Y no quiero que pienses que no eres suficiente.

Lou lo miró, buscando algo más en los ojos de Daryl, algo que pudiera darle la seguridad que tanto deseaba. Pero al final, todo lo que encontró fue la verdad: Daryl estaba allí, dispuesto a estar presente, a pesar de todo lo que había pasado.

Lou suspiró, no completamente convencido, pero sintiendo una pequeña chispa de esperanza.

— No sé si puedo creer en eso todavía, — dijo, su voz débil. — Pero tal vez... tal vez pueda intentarlo.

Daryl asintió lentamente, sin forzar nada.

— No tienes que hacerlo todo de una vez, Lou. Vamos paso a paso, ¿de acuerdo? Yo no voy a ir a ninguna parte. Y si lo hago, será por mi propia elección, no porque alguien más me haya forzado.

Lou sonrió ligeramente, aunque todavía con una sombra de duda.

— Paso a paso, entonces, — respondió, antes de mirar a Daryl de nuevo, como si buscara algo más.

Daryl no dijo nada más, simplemente permaneció allí, dándole espacio a Lou para procesar lo que había compartido. Sin embargo, algo en su pecho se sentía más ligero, como si un peso se hubiera levantado, aunque fuera solo por un momento.

— Gracias, Daryl, — murmuró Lou, aunque las palabras parecían no ser suficientes para expresar todo lo que sentía. — Gracias por quedarte.

Carol observó a Lou con una mezcla de comprensión y empatía, su mirada fija en él mientras él hablaba. Ella podía ver la tristeza en sus ojos, la carga emocional que llevaba consigo. Era evidente que Lou no estaba buscando simpatía, sino una forma de entenderse a sí mismo, de encontrar un camino hacia la paz en medio de todo el caos.

— Es difícil, ¿verdad? — dijo Carol suavemente. — Te entregas tanto a las personas, pero a veces parece que las más cercanas son las que más te lastiman.

Lou suspiró, mirando al suelo antes de volver a alzar la vista hacia Carol.

— Sí, exacto. Siempre he sido así, Carol. Me esfuerzo tanto por cuidar a los demás, por ser romántico, atento... solo quiero que sepan que siempre pueden contar conmigo. Pero, al final, me dejo llevar, me entrego demasiado... y ellos terminan yéndose o traicionándome de alguna manera.

Carol asintió con la cabeza, como si entendiera exactamente lo que Lou quería decir.

— Te conviertes en algo más que un amigo o un compañero para ellos. Te conviertes en alguien que te importa profundamente. Pero el problema es que no todos ven las cosas de la misma manera. No todos tienen la misma capacidad de ver lo que tú ves en ellos.

Lou se quedó en silencio un momento, procesando las palabras de Carol. Luego, su voz salió suave, pero llena de vulnerabilidad.

— No me importa dar todo por las personas que quiero. Lo haría una y otra vez. Pero lo único que quiero es que no me dejen... que no se vayan. Y aunque sé que no puedo controlarlo, me asusta tanto... me asusta que todo lo que doy, todo lo que soy, no sea suficiente.

Carol dio un paso más cerca de él, su tono más firme ahora.

— Lou, lo que das es suficiente. El problema no es lo que das, es que a veces las personas no están listas para recibirlo o no saben cómo valorarlo. Pero eso no significa que no seas valioso o digno de amor y cariño.

Lou la miró, sorprendido por la intensidad de sus palabras.

— ¿Tú crees eso? Después de todo lo que ha pasado, de todas las veces que me han dejado atrás?

— Sí, — dijo Carol con una sonrisa suave, pero segura. — Porque lo que das, Lou, es algo que muchas personas no pueden ni siquiera entender. Eres alguien que, a pesar de todo, sigue buscando lo bueno en los demás. Y eso es raro. Eso es algo que te hace especial.

Lou suspiró, sintiendo un alivio momentáneo en su pecho.

— Gracias, Carol. A veces me siento como si estuviera haciendo todo mal. Como si no pudiera evitar dar demasiado de mí mismo.

— No lo haces mal, — respondió Carol, su tono cálido. — Solo tienes que aprender a encontrar un equilibrio. No puedes hacer que los demás se queden si no se quedan por ellos mismos. Pero lo que tú das, el amor, el cariño... eso siempre será valioso, sin importar lo que pase.

Lou se quedó en silencio por un momento, considerando sus palabras.

— Supongo que es algo que tengo que aprender. A no depender tanto de los demás para sentirme completo.

— Exactamente, — dijo Carol, asintiendo con la cabeza. — Es importante tener a alguien en quien confiar, pero no puedes poner toda tu felicidad en eso. No te dejes consumir por lo que no puedes controlar.

Lou la miró, sintiendo una gratitud inmensa por su apoyo.

— Lo intentaré, Carol. Gracias. Necesitaba escuchar eso.

— Siempre estoy aquí para ti, — respondió Carol con una sonrisa amable. — Y no te preocupes por lo que pueda pasar con Daryl o cualquiera más. Al final, lo importante es que te quieras a ti mismo, sin importar las circunstancias.

Lou sonrió débilmente, sintiendo que, aunque la incertidumbre seguía ahí, al menos ahora tenía algo más claro.

— Lo intentaré, — dijo una vez más, con un renovado sentido de determinación. — Gracias, Carol.

Carol asintió y le dio una palmada en el hombro.

— No tienes que hacerlo solo. Y recuerda, está bien sentir lo que sientes. No hay nada de malo en eso.

Lou asintió en silencio, sabiendo que todavía tenía mucho que aprender sobre sí mismo y sobre lo que significaba ser amado y amar a los demás, pero por lo menos en ese momento sentía que tenía un paso más cerca de encontrar la paz.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro