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Capitulo 16

Lou estaba sentado solo junto a la fogata apagada, el frío de la noche invadiendo su cuerpo tanto como la soledad comenzaba a invadir su mente. Habían pasado días desde que Daryl se había ido con Merle, pero el vacío que había dejado se sentía como si hubiera sido hace minutos.

Maggie lo observó desde la distancia, preocupada, pero decidió no acercarse todavía. Ella sabía que Lou necesitaba espacio para procesar sus emociones, y si lo conocía lo suficiente, probablemente estaba sumido en sus pensamientos más oscuros.

Lou apoyó los codos sobre sus rodillas y miró al suelo, sin realmente ver nada. Sus manos se entrelazaron mientras su mente viajaba a recuerdos que había intentado enterrar. Recordó a su padre, cómo solía mirarlo con cariño cuando le contaba historias sobre su nombre, antes de que todo se desmoronara y decidiera irse. Lou había sido apenas un adolescente cuando su padre lo abandonó, y durante años se preguntó si había algo malo en él que había causado su partida.

Luego pensó en Maggie, su relación de años y la forma en que todo había cambiado cuando conocieron a Glenn. Aunque había intentado entenderlo, una parte de él aún dolía, no porque ella lo hubiera dejado, sino porque parecía tan fácil para las personas darle la espalda.

Y ahora estaba Daryl. Lou no podía evitar preguntarse si había hecho algo mal, si había sido demasiado intenso, demasiado abierto, demasiado... él. Quizá Daryl se había dado cuenta de que no valía la pena quedarse, que Merle, con todos sus defectos, era una apuesta más segura.

— ¿Qué estoy haciendo mal? — murmuró para sí mismo, su voz apenas audible. — ¿Por qué siempre es lo mismo?

El silencio a su alrededor era ensordecedor, y Lou sintió que su pecho se apretaba. Cerró los ojos con fuerza, luchando contra las lágrimas. Había aprendido a dar lo mejor de sí mismo a las personas que amaba, sin esperar demasiado a cambio. Pero ahora, sentado en la oscuridad, se dio cuenta de que había algo que sí esperaba, aunque nunca lo había admitido: solo quería que lo quisieran de la misma manera en que él quería a los demás.

El crujir de una rama lo hizo alzar la vista. Maggie se acercaba, con una expresión llena de preocupación.

— ¿Estás bien, Lou?

Él asintió, aunque sabía que la mentira no era convincente.

— Estoy bien, Maggie. Solo... pensando.

Ella se sentó a su lado, dándole el espacio que parecía necesitar.

— Sé que duele. Pero, Lou, no es por ti. Daryl tiene sus propios problemas. Y eso no significa que tú hayas hecho algo mal.

Lou soltó un suspiro y finalmente dejó que una lágrima se deslizara por su mejilla.

— ¿Y si sí? ¿Y si hay algo en mí que hace que la gente siempre me deje o me traicione?

Maggie negó con la cabeza y tomó su mano con firmeza.

— No, Lou. Tú eres la persona más buena que conozco. Das todo por los demás, incluso cuando no lo merecemos. Pero no puedes controlarlo todo. Algunas personas simplemente no saben cómo quedarse, y eso no tiene nada que ver contigo.

Él bajó la mirada, procesando sus palabras. Quizá Maggie tenía razón, pero eso no hacía que doliera menos. Por ahora, solo podía esperar que, donde fuera que estuviera Daryl, supiera cuánto significaba para él.

Lou estaba junto a la cerca, perdido en sus pensamientos, cuando Carol se acercó, sus pasos suaves sobre la tierra. Ella tenía esa calma característica, como si siempre supiera qué decir o cuándo quedarse en silencio. Pero hoy, parecía que tenía algo en mente.

— Es duro, ¿verdad? — dijo Carol, rompiendo el silencio.

Lou levantó la mirada, un poco desconcertado.

— ¿El qué?

— Daryl y Merle... que se hayan ido. — Carol se cruzó de brazos, mirando hacia la distancia. — Él siempre ha sido alguien complicado, pero cuando se fue... me hizo sentir que había perdido algo importante.

Lou frunció ligeramente el ceño, sintiendo una punzada incómoda en el pecho.

— ¿Importante? ¿Qué tan importante? — preguntó, su tono más agudo de lo que pretendía.

Carol giró la cabeza hacia él, parpadeando sorprendida.

— ¿Qué tan importante? — repitió, como si no entendiera la pregunta al principio. Luego una pequeña sonrisa apareció en sus labios, aunque era más triste que burlona. — Daryl es mi amigo, Lou. Un buen amigo. Lo único que siento es tristeza porque sé que su lugar estaba aquí, con nosotros, no allá afuera.

Pero Lou no pudo evitar que su mente corriera con sus propios pensamientos. ¿Amigos? ¿Eso era todo? Carol había sido la única en acercarse verdaderamente a Daryl desde el principio, y ahora hablaba de él con una familiaridad que hacía que Lou se sintiera fuera de lugar.

Carol notó su silencio y la rigidez en su postura. Ladeó la cabeza, curiosa.

— ¿Por qué lo preguntas, Lou? ¿Qué crees que haya entre Daryl y yo?

Él evitó su mirada, sintiéndose un poco avergonzado por sus pensamientos, pero no lo suficiente como para retroceder.

— Nada... solo me pareció curioso cómo hablas de él.

Carol dejó escapar una pequeña risa, aunque no era cruel.

— Lou, no hay nada entre Daryl y yo. Nunca lo hubo y nunca lo habrá. Daryl es... especial para mí, sí, pero no de esa manera.

Lou levantó la mirada hacia ella, sintiéndose un poco tonto pero todavía inseguro.

— ¿Entonces, por qué te importa tanto?

Carol lo miró directamente a los ojos, su tono suave pero firme.

— Porque cuando alguien significa algo para ti, te importa si está bien, si está tomando buenas decisiones, si está feliz. Y Daryl... a veces necesita un empujón para darse cuenta de esas cosas. Igual que tú.

Lou no supo qué responder a eso. Parte de él se sentía aliviado, pero otra parte seguía cargando con esa inseguridad que no podía sacudirse. Antes de que pudiera decir algo más, Carol dio un paso adelante y le dio un ligero apretón en el brazo.

— Te preocupas por él, ¿verdad? — preguntó, aunque la respuesta era obvia.

Lou asintió, dejando que su guardia bajara un poco.

— Sí... pero no sé si eso sea suficiente.

Carol le dio una pequeña sonrisa antes de retirarse.

— Créeme, Lou. A veces, eso es todo lo que alguien necesita. Daryl volverá. Y cuando lo haga, sabrá quién estaba esperando por él.

Mientras Carol se alejaba, Lou dejó escapar un suspiro, sintiéndose un poco más tranquilo, aunque no del todo. No era solo la partida de Daryl lo que lo inquietaba; era la posibilidad de que, incluso si volvía, las cosas entre ellos no serían las mismas.

Lou estaba sentado en una de las celdas con la puerta abierta, reparando un cuchillo con una piedra afiladora. El sonido repetitivo llenaba el aire cuando escuchó pasos acercándose. Levantó la vista para ver a Maggie entrando, su rostro cansado y los hombros caídos.

— ¿Puedo sentarme? — preguntó ella, con una voz apenas audible.

Lou dejó el cuchillo a un lado y asintió.

— Claro, Maggie. Siempre puedes.

Ella se dejó caer en el suelo frente a él, abrazándose las rodillas. Había un peso en su mirada que Lou reconoció al instante, un peso que conocía demasiado bien: el de cargar con algo que no se podía expresar fácilmente.

— ¿Cómo estás? — preguntó Lou suavemente, aunque sabía que la respuesta no sería sencilla.

Maggie suspiró, bajando la mirada hacia sus manos temblorosas.

— No lo sé, Lou. Siento que... siento que estoy rota. Todo lo que pasó con el Gobernador... no puedo dejar de pensar en eso, en cómo me miró, en lo que intentó hacerme. Y Glenn... ni siquiera sé cómo lidiar con él ahora.

Lou inclinó la cabeza, tratando de encontrar las palabras correctas.

— Maggie, lo que pasó no fue tu culpa. No importa lo que pienses o lo que sientas, nada de eso fue por algo que hiciste. El Gobernador es un monstruo, y tú sobreviviste. Eso es lo único que importa ahora.

Maggie levantó la mirada, sus ojos llenos de lágrimas.

— Pero Glenn... él apenas puede mirarme. Y cuando lo hace, veo enojo. No hacia mí, lo sé, pero... no sé cómo hablar con él. No sé cómo seguir adelante.

Lou extendió una mano y la colocó suavemente sobre la de ella.

— Dale tiempo, Maggie. Glenn te ama, pero también está tratando de entender cómo protegerte, cómo lidiar con lo que pasó. A veces los hombres somos idiotas cuando no sabemos qué hacer. Pero no estás sola en esto. Tienes a tu papá, a Beth, a todos nosotros. Y a Glenn, incluso si está lidiando con esto a su manera.

Maggie apretó la mano de Lou, dejando escapar un pequeño sollozo.

— Gracias, Lou. Siempre sabes qué decir.

En ese momento, Glenn apareció en la entrada de la celda. Se detuvo al ver la escena: Maggie llorando mientras Lou le sujetaba la mano. Por un instante, sus ojos se endurecieron, pero no dijo nada. Simplemente los miró en silencio antes de dar la vuelta y marcharse rápidamente.

Maggie no lo notó, pero Lou sí. Por un momento, quiso levantarse e ir tras Glenn, explicarle que lo único que estaba haciendo era apoyar a Maggie. Pero decidió quedarse donde estaba, sabiendo que lo mejor que podía hacer en ese momento era seguir siendo el hombro en el que Maggie necesitaba apoyarse.

— Todo estará bien, Maggie, — dijo Lou, ofreciéndole una sonrisa tranquilizadora. — No tienes que cargar con esto sola.

Maggie asintió lentamente, sus lágrimas comenzando a calmarse.

— Gracias, Lou. De verdad.

Pero mientras Lou la consolaba, no pudo evitar sentir un peso adicional en su pecho: sabía que la mirada de Glenn no había sido casual, y ahora se preguntaba si estaba complicando las cosas más de lo que debería.

Glenn estaba esperando fuera de la celda de Lou cuando este salió. Su postura era tensa, y sus manos estaban firmemente cruzadas sobre el pecho. Lou apenas levantó la vista antes de notar el disgusto en el rostro de Glenn.

— ¿Qué quieres? — preguntó Lou con calma, aunque podía adivinar la respuesta.

Glenn no perdió tiempo.

— ¿Qué estás haciendo con Maggie?

Lou parpadeó, desconcertado.

— ¿Con Maggie? Nada, Glenn. Solo hablé con ella.

Glenn avanzó un paso, acortando la distancia entre ellos.

— No parece nada. Siempre estás cerca de ella, reconfortándola, haciéndola sentir mejor. ¿Crees que no lo noto?

Lou suspiró y sacudió la cabeza, tratando de mantener la compostura.

— Glenn, escucha. Maggie y yo tenemos historia, sí. Estuvimos juntos mucho tiempo. Pero eso fue hace años. Lo que pasó entre nosotros quedó atrás. Lo único que hay ahora es amistad.

— ¿De verdad? — Glenn lo miró con escepticismo. — ¿Y cómo sé que no estás esperando que las cosas cambien entre ustedes? ¿Que ella te elija a ti en lugar de a mí?

Lou apretó los labios, sintiendo su paciencia desvanecerse lentamente.

— No tienes que competir conmigo, Glenn. Porque no hay nada que competir. Maggie te eligió a ti. Te ama a ti. ¿Crees que no lo sé? Incluso después de todo lo que ha pasado, sigue siendo obvio.

Glenn seguía renuente, pero Lou respiró hondo antes de soltar la verdad.

— Y, para que quede claro... no estoy interesado en Maggie de esa forma. No he estado desde hace mucho. La quiero, claro, pero como una amiga, como una hermana. Porque ahora mismo... estoy lidiando con algo completamente diferente.

Glenn frunció el ceño, confuso.

— ¿Algo diferente? ¿Qué significa eso?

Lou desvió la mirada por un momento, sintiéndose vulnerable. Pero sabía que no tenía sentido seguir ocultándolo.

— Significa que... estoy comenzando a sentir algo por alguien más.

La sorpresa en el rostro de Glenn fue evidente.

— ¿Alguien más? ¿Quién?

Lou suspiró y bajó la voz.

— Daryl.

Glenn se quedó en silencio por un momento, claramente procesando lo que acababa de escuchar. Finalmente, dejó escapar una risa incrédula.

— ¿Daryl? ¿Estás hablando en serio?

Lou asintió, algo incómodo pero firme.

— Sí, Glenn. Es complicado y confuso, pero es la verdad. Así que, créeme cuando digo que no tengo ningún interés en volver con Maggie.

Glenn lo miró durante unos segundos más, evaluándolo. Luego, su expresión se suavizó, y dejó escapar un largo suspiro.

— Bueno... no esperaba eso. Pero... supongo que tiene sentido.

Lou esbozó una pequeña sonrisa, pero esta se desvaneció rápidamente.

— No importa de todas formas.

Glenn alzó una ceja, confundido.

— ¿Qué quieres decir?

Lou lo miró con un brillo de tristeza en los ojos.

— Daryl se fue, Glenn. Me dejó... igual que todos los demás. Así que, da igual lo que sienta o lo que pudiera pasar. No va a volver.

El tono apagado de Lou dejó a Glenn sin palabras por un momento. Finalmente, intentó ofrecer algo de consuelo.

— Lou, Daryl es complicado, pero eso no significa que no le importes. Tal vez... solo necesita tiempo.

Lou negó con la cabeza, forzando una pequeña sonrisa.

— Tal vez, pero no voy a esperar algo que probablemente nunca pase. Él eligió irse, y yo tengo que seguir adelante.

Glenn lo miró, reconociendo el dolor detrás de esas palabras. Sin más que decir, le dio una palmada en el hombro antes de marcharse, dejando a Lou solo con sus pensamientos.

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