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Capitulo 12

La noche estaba tranquila, y Lou se encontraba solo nuevamente, sentado en un rincón apartado del patio de la prisión. La brisa fresca movía lentamente los restos de hojas secas y pequeños escombros, pero su mente estaba lejos de todo eso.

La conversación con Daryl lo había dejado inquieto, y no era solo por la tensión en el aire o por cómo había logrado hacerlo callar con una simple sonrisa. No, había algo más. Algo que lo hizo cuestionarse. Algo que le estaba dando vueltas en la cabeza desde que había visto esa chispa en los ojos de Daryl, algo que no había anticipado, ni entendido completamente.

¿Me gustan los hombres?

La pregunta surgió en su mente con fuerza, y Lou se sorprendió por lo directo que había sido. No había una respuesta clara para esa duda, no cuando todo en su vida hasta ahora había sido un caos de emociones y supervivencia. Pero aún así, esa cuestión seguía rondando en su cabeza, empeñada en encontrar una respuesta.

¿Es Daryl diferente?

De inmediato, la imagen de Daryl apareció ante él: sus ojos azules, el rastro de tensión en su rostro, y la forma en que sus palabras se tornaban breves y ásperas cuando se sentía incómodo. Lou se detuvo por un momento, sintiendo una extraña mezcla de atracción y desconcierto. Era como si algo en su interior se despertara cada vez que lo veía, como si la presencia de Daryl lo envolviera de una manera que no entendía.

¿Es solo atracción?

Lou se pasó una mano por el cabello, como buscando alguna respuesta que no llegaba. Había experimentado atracción por mujeres antes, pero esto era diferente. Daryl no era solo alguien por quien sentía curiosidad, era algo más. Había algo en la forma en que se comportaba con él, algo que lo hacía sentir deseado y, a la vez, vulnerable.

¿Por qué siento esto por él?

A medida que los pensamientos seguían agolpándose en su mente, Lou se recostó contra la pared, cerrando los ojos un momento. No tenía respuestas, solo preguntas que lo confundían más. Lo único que sabía con certeza era que no podía simplemente ignorar lo que sentía, aunque tampoco podía definirlo aún. Estaba atrapado en su propio dilema, buscando algo que ni él mismo comprendía.

Finalmente, suspiró y abrió los ojos, mirando el cielo estrellado. Quizás las respuestas llegarían con el tiempo, pero por ahora, solo podía seguir adelante. Después de todo, el mundo ya había cambiado lo suficiente para que se preocupara por lo que sentía. A lo mejor, simplemente debería dejarlo ser.

Cuando esté listo, lo sabré.

El sol comenzaba a elevarse sobre la prisión, iluminando las sombras que la noche había dejado atrás. El aire aún estaba fresco, pero la sensación de tensión de la noche anterior seguía presente. Lou caminaba por el patio, observando a los demás mientras comenzaban su día. Sus pensamientos, aún nublados por la reflexión que había tenido la noche anterior, se vieron interrumpidos por la figura de Daryl, quien apareció en el horizonte.

Daryl se acercó sin decir palabra, pero Lou no pudo evitar sonreírle de manera juguetona. Un impulso en su interior lo hizo actuar antes de que pudiera pensar demasiado.

— ¿Qué pasa, Dixon? — Lou dijo con tono de broma, haciendo una ligera mueca. — ¿Te veo preocupado o es solo que te gusta el hecho de que siempre te sigo a todas partes?

Daryl frunció el ceño, su expresión algo incómoda, pero no sorprendida. Había algo en Lou que siempre lograba incomodarlo y a la vez desafiarlo. Lou se acercó un paso más, su sonrisa jugando en su rostro mientras miraba al hombre que parecía tan inalcanzable.

— No juegues con eso, Lou — dijo Daryl en tono grave, con algo de irritación, aunque la verdad era que sus palabras no sonaban tan firmes como esperaba. — Sabes que no me gustan los chicos.

Lou se detuvo un momento, fijándose en Daryl con una sonrisa más traviesa. Algo en su forma de hablar, en ese tono protector y directo, hizo que Lou se sintiera aún más curioso. No podía resistirse.

— No deberías estar tan seguro de eso, Dixon — replicó Lou con una sonrisa pícara, sin apartar la mirada de él.

Daryl, que había estado mirando hacia otro lado para evitar la mirada intensa de Lou, sintió una punzada de incomodidad. El tono de Lou le hacía saber que había algo más que solo una broma detrás de esas palabras. Sin embargo, la defensiva estaba ahí, y Daryl apretó la mandíbula, intentando mantener su postura.

— No estoy jugando, Lou. — Su tono ahora era más frío, casi advirtiéndole que no se metiera más en ese territorio. Pero incluso con su actitud defensiva, no pudo evitar que un sentimiento de duda le recorriera por dentro. ¿Por qué se sentía tan incómodo cada vez que Lou lo desafiaba de esta forma?

Lou dio un paso atrás, pero su sonrisa permaneció. No era la primera vez que jugaba con la idea de provocar a Daryl, pero hoy, de alguna manera, las palabras se sentían más significativas. Lo observó un momento más, notando el nerviosismo en su postura y la forma en que evitaba mirarlo a los ojos.

— Está bien, Dixon, no te preocupes — dijo Lou, aunque su tono dejaba claro que no lo dejaría ir tan fácilmente. — Solo... ten cuidado. Ya sabes, no quiero que empieces a pensar cosas que no son.

Daryl no respondió, solo asintió bruscamente, sin saber cómo seguir la conversación. Lo cierto era que esas palabras, esas pequeñas provocaciones, lo dejaban con más preguntas que respuestas. Pero Lou había hablado de una forma tan casual, tan segura de sí misma, que Daryl no pudo evitar sentirse un poco perdido, sin saber si debía darle importancia a lo que acababa de suceder o simplemente dejarlo pasar.

Sin decir más, Daryl se giró y se alejó rápidamente, aunque Lou podía ver cómo su cuerpo aún mostraba señales de tensión. Lou, por su parte, dejó escapar una pequeña risa en silencio. Sabía que había dejado algo atrás, pero no estaba seguro de qué.

Esto solo se pone interesante, pensó Lou mientras veía a Daryl alejarse, sabiendo que las dinámicas entre ellos no iban a ser tan simples de ahora en adelante.

El sol estaba comenzando a ponerse, y el patio de la prisión se encontraba en un silencio incómodo después de una jornada de trabajo. Mientras los demás estaban ocupados dentro, Daryl y Lou se habían alejado un poco, buscando un momento a solas. La tensión del día había sido palpable, pero Lou sentía que algo más necesitaba ser dicho, algo que no podía seguir ignorando.

Daryl estaba recargado contra una de las paredes del edificio, con los brazos cruzados, mirando al horizonte. Lou, que se había acercado sin hacer ruido, lo observaba de reojo por un momento antes de decidir hablar.

— Oye, Dixon — comenzó Lou con una sonrisa tranquila. — No tienes que temerlo, ¿sabes? No tienes que tener miedo de lo que sientes. No importa por quién sea.

Daryl miró hacia Lou, frunciendo el ceño, como si estuviera tratando de procesar las palabras de él. Sabía que Lou no hablaba a la ligera, pero algo en su manera de decirlo hacía que se sintiera incómodo.

— No me gustan los chicos, Lou — respondió Daryl con firmeza, aunque su voz sonaba más dudosa de lo que quisiera admitir. — Ya te lo dije.

Lou no se inmutó. En lugar de reaccionar, caminó un paso más cerca de él, mirando con seriedad, pero también con una expresión comprensiva.

— No se trata de eso, Daryl. — Lou habló suavemente, como si estuviera desentrañando una verdad universal. — No se trata de qué te guste o no te guste. Se trata de que no hay nada de malo en ser quien eres. No importa lo que sientas, lo que pienses. No está mal, ¿entiendes?

Daryl vaciló, pero no dijo nada. La sensación de incomodidad estaba allí, palpable entre ellos. Lou le dio espacio, sabiendo que Daryl no estaba acostumbrado a hablar de estos temas, pero también sabiendo que había algo más profundo ahí, algo que ni él mismo parecía entender completamente.

— A veces, yo también tengo mis dudas, Daryl. — Lou añadió, mirando al suelo por un momento. — Nadie tiene todo resuelto. Y está bien no tener todas las respuestas de inmediato.

Daryl finalmente miró a Lou, algo en sus ojos había cambiado. La dureza habitual había bajado un poco, y en su lugar había una vulnerabilidad que rara vez dejaba ver.

— ¿Y tú qué piensas de todo esto? — Daryl preguntó en voz baja, casi en un susurro. Aunque su tono estaba teñido de desconfianza, había algo más en él: una curiosidad, una necesidad de entender lo que Lou intentaba decirle.

Lou sonrió suavemente, acercándose un paso más.

— Yo creo que lo importante es no tener miedo de lo que eres. — Su voz era cálida, casi como un susurro que intentaba transmitir tranquilidad. — Y si alguna vez tienes dudas sobre lo que sientes, no hay problema. Todos tenemos nuestras batallas internas, Daryl. Y eso no nos hace menos. Nos hace humanos.

Daryl parecía perdido en sus palabras, la mente en conflicto, mientras luchaba con lo que Lou estaba diciendo. Pero antes de que pudiera procesarlo todo, Lou dio un paso aún más cerca, hasta que estaban casi cara a cara. La cercanía entre ellos era evidente, y por un momento el mundo a su alrededor parecía desaparecer.

Lou le miró a los ojos, una sonrisa ligera cruzando sus labios antes de que, sin previo aviso, lo besara.

Daryl, inicialmente sorprendido, se quedó inmóvil, pero luego de un momento, reaccionó. Sus pensamientos parecían no tener forma, y todo lo que podía sentir era el contacto entre ellos, la calidez, la cercanía inesperada. El beso no duró mucho, pero fue suficiente para que las barreras dentro de Daryl comenzaran a desmoronarse, aunque fuera por un momento.

Cuando Lou se separó, ambos se quedaron en silencio, con la respiración algo agitada, y sus ojos no se apartaron de los de la otra persona.

— Ahí tienes. — Lou dijo finalmente, con una mirada cálida, aunque también algo expectante. — Algo para que aclares tus ideas.

Daryl, por primera vez, no pudo evitar sentirse completamente desconcertado. No sabía cómo reaccionar. Pero lo que sí sabía, es que había algo dentro de él que no se sentía tan mal, algo que se había desatado y que ahora era imposible ignorar.

Daryl estaba sentado en el suelo junto a Lou, apoyado contra la pared de una de las torres de vigilancia. Lou, como siempre, estaba tranquilo, mirándolo de reojo mientras trataba de desentrañar lo que pasaba por la cabeza de Daryl. El silencio entre ambos se sentía denso, cargado de algo que ninguno de los dos se atrevía a nombrar.

— Estás muy callado, Dixon — comentó Lou finalmente, rompiendo el silencio con su tono calmado pero curioso —. ¿Qué pasa por esa cabeza tuya?

Daryl gruñó suavemente, sin levantar la mirada.

— Nada que te importe.

Lou sonrió ligeramente, sin tomarse a mal su respuesta. Sabía que Daryl tenía una manera muy peculiar de esquivar lo que sentía.

— Claro, porque te sientas en silencio con alguien solo porque sí, ¿verdad?

Daryl dejó escapar un suspiro, sacudiendo la cabeza. No podía seguir esquivando lo que pasaba por su mente.

— Eres... diferente — murmuró de golpe, sin mirarlo.

Lou ladeó la cabeza, confundido.

— ¿Diferente?

Daryl asintió, aunque evitaba el contacto visual.

— Caballeroso, sensible, romántico... Un tipo que siempre dice lo correcto. Yo no soy nada de eso. Ni siquiera sé qué haría con alguien como tú... si esto llegara a ser algo más.

Lou se quedó en silencio por un momento, procesando las palabras de Daryl. Finalmente, con un movimiento lento, colocó una mano en el hombro del cazador, obligándolo a mirarlo.

— Daryl, nadie sabe qué hacer al principio — dijo Lou con voz suave —. No tienes que tener todo claro. No tienes que ser perfecto.

Daryl lo miró con cierta dureza, pero había algo más, una vulnerabilidad que Lou rara vez veía en él.

— ¿Y si no funciona? — preguntó Daryl en voz baja.

Lou sonrió, cálido y comprensivo.

— Entonces no funciona. Pero, ¿qué prefieres? ¿Intentarlo y saberlo o quedarte preguntándote "qué habría pasado"?

El silencio volvió a caer entre ellos. Lou lo sostuvo, paciente, dándole tiempo para procesar sus palabras. Finalmente, Daryl dejó escapar un resoplido.

— Tus palabras son una maldita pesadilla — gruñó.

Lou se echó a reír suavemente, inclinándose para empujarlo ligeramente en el hombro.

— Y tú un caso perdido, Dixon.

De repente, Daryl lo miró, y Lou pudo notar algo diferente en sus ojos, algo intenso. Sin decir nada más, Daryl se inclinó hacia él y lo besó, esta vez con más intensidad, como si de repente se hubiera rendido a todo lo que llevaba reprimiendo.

El beso fue casi hambriento, una mezcla de frustración, deseo y algo más profundo. Lou se quedó quieto por un instante, sorprendido, pero rápidamente le devolvió el beso, dejando que Daryl liderara.

Cuando se separaron, ambos estaban respirando con fuerza. Daryl apartó la mirada rápidamente, como si ya estuviera arrepintiéndose, pero Lou le tomó suavemente la barbilla, obligándolo a mirarlo.

— No tienes que tener miedo, Daryl. Esto... está bien.

Daryl tragó saliva, asintiendo levemente, aunque aún parecía incómodo. Lou decidió no presionarlo más.

— Tómate tu tiempo — dijo Lou con una pequeña sonrisa —. Yo no voy a ir a ningún lado.

Daryl lo miró por un momento más antes de asentir de nuevo, permitiendo que, al menos por ahora, esa sensación lo envolviera sin huir de ella.

La noche en la prisión era silenciosa, con solo el sonido distante del viento y algún que otro caminante arrastrando los pies cerca de las vallas. Daryl estaba sentado solo en la torre de vigilancia, con la ballesta descansando junto a él, mientras miraba al horizonte. El fuego del campamento abajo iluminaba apenas las siluetas de los demás, pero su mente estaba en otro lugar.

Había algo en Lou que lo tenía atrapado, algo que no podía comprender del todo. Siempre había sido bueno para ignorar lo que no quería sentir, para enterrar lo que lo hacía vulnerable, pero Lou parecía tener un talento especial para desenterrarlo todo sin apenas intentarlo.

¿Qué mierda estoy haciendo?, pensó Daryl, pasándose una mano por el rostro. Había algo en la forma en que Lou lo miraba, como si viera algo más allá de lo que él mismo era capaz de ver, y eso lo dejaba completamente descolocado.

Nunca había considerado siquiera la posibilidad de sentirse así por alguien, y mucho menos por alguien como Lou, que parecía venir de un mundo completamente diferente al suyo.

Era caballeroso, romántico, atento... todo lo opuesto a él. Daryl se sentía como un tornado desordenado al lado de Lou, alguien que parecía tener siempre el control de sí mismo. Y, sin embargo, había algo en la forma en que Lou lo miraba, en cómo lo trataba, que hacía que Daryl quisiera permanecer cerca.

Se llevó las manos a la nuca, dejando escapar un suspiro frustrado. ¿Qué significaba esto? ¿Era solo admiración? ¿Era el hecho de que Lou parecía ver algo bueno en él, algo que nadie más veía? ¿O era algo más profundo, algo que no quería admitir?

Daryl apretó los labios, sintiendo cómo su pecho se apretaba. No sabía qué hacer con estas emociones que lo hacían sentirse vulnerable, confundido... y, de alguna manera, esperanzado.

Cuando pensaba en Lou, no era solo el coqueteo, las sonrisas o los momentos en los que lo hacía sentir expuesto. Era también la manera en que Lou se preocupaba por él, cómo lo hacía sentir como si importara. Como si mereciera más de lo que siempre había creído que merecía.

Pero eso lo aterraba. Si daba un paso más, si permitía que esas emociones crecieran, ¿qué pasaría si todo salía mal? ¿Qué pasaría si él no era suficiente para alguien como Lou?

Apretó los puños, sintiendo la confusión y el miedo enredarse dentro de él. No sabía si podía permitir que esto siguiera avanzando, pero tampoco podía ignorarlo. No con Lou ahí, desafiándolo a enfrentar lo que sentía con solo una sonrisa.

Daryl miró al horizonte una vez más, sabiendo que no encontraría respuestas ahí fuera. Y, sin embargo, algo dentro de él sabía que esta batalla interna apenas estaba comenzando.

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