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Capitulo 1

La granja siempre había sido su refugio, su mundo propio, alejado de todo lo demás. Entre los campos interminables y la quietud del lugar, Lou y Maggie habían construido algo que parecía indestructible. Desde el momento en que se conocieron, parecía que el destino los había empujado uno hacia el otro.

Lou estaba sentado en el porche, con una de sus botas apoyada en el barandal y una leve sonrisa dibujada en su rostro. Observaba a Maggie, que, a unos metros, revisaba las plantas del pequeño jardín. Su cabello se movía con el viento, y aunque Lou ya la había visto miles de veces, siempre encontraba algo nuevo en ella que lo hacía sonreír.

— ¿Sabes qué es lo que más me gusta de ti? — preguntó Lou de repente, rompiendo el silencio tranquilo.

Maggie levantó la vista, divertida, mientras se quitaba un mechón de cabello de la cara.

— ¿Qué?

— Que incluso cuando estás haciendo algo tan simple como regar las plantas, pareces estar salvando el mundo. — Su tono era suave, pero directo, como siempre. Maggie rodó los ojos, pero no pudo evitar sonreír.

— ¿Y tú? Siempre tan encantador. ¿Nunca te cansas? — respondió ella mientras se acercaba, secándose las manos en su pantalón.

— De ti, nunca. — Lou se inclinó hacia ella y tomó su mano, jalándola para que se sentara a su lado.

Maggie lo miró por un momento, estudiando cada rasgo de su rostro. Había algo en Lou que siempre la había cautivado. Su fuerza no venía solo de su físico, aunque era innegable que Lou era imponente, sino de la forma en que veía el mundo. Era romántico y sensible, alguien que siempre encontraba la manera de hacerla sentir que estaba a salvo, incluso cuando el mundo se volvía cada vez más incierto.

— ¿Recuerdas cómo nos conocimos? — preguntó Maggie de repente, con una sonrisa que apenas ocultaba su nostalgia.

Lou dejó escapar una leve risa.

— Claro que sí. Era mi primer día en la secundaria, y no conocía a nadie. Estaba perdido, caminando como idiota por los pasillos, y de repente te vi. Estabas sentada en las gradas del gimnasio, leyendo un libro.

Orgullo y prejuicio, — añadió Maggie, recordando aquel momento con claridad.

— Exacto. Y pensé: 'Esta chica parece tan seria que seguro no querrá hablar conmigo.' Pero algo en ti me intrigó. Así que me senté a tu lado y te pregunté: '¿Es bueno?'

Maggie se echó a reír.

— Y yo pensé que eras un idiota. Ni siquiera sabías quién era Jane Austen.

— Culpable, — admitió Lou con una sonrisa encantadora. — Pero algo funcionó, porque esa misma semana empezamos a hablar más... y no paré hasta que me dijiste que sí.

— Sí a salir contigo, — dijo Maggie, recordando lo insistente que Lou podía ser. Pero había algo en él que la había conquistado desde el principio. Su carisma natural, combinado con su honestidad y sensibilidad, era una mezcla irresistible.

Lou tomó su mano y entrelazó sus dedos con los de ella.

— ¿Y ahora? ¿Te arrepientes?

Maggie lo miró, su expresión suavizándose.

— No. Nunca. Desde que estábamos en la escuela, pasando noches enteras estudiando o simplemente hablando sobre la vida, hasta ahora... siempre supe que estar contigo era lo correcto.

— Eso es porque somos un equipo, — respondió Lou con firmeza. — Siempre lo hemos sido.

El silencio se instaló entre ellos por un momento, pero no era incómodo. Era el tipo de silencio que solo compartían las personas que realmente se conocían, que no necesitaban llenar los espacios con palabras.

Sin embargo, en el fondo, ambos sentían un leve temblor en su burbuja perfecta. Era algo imperceptible, un cambio en el aire, como si el mundo estuviera a punto de empujarles en una dirección que no podían prever. Pero, por ahora, estaban juntos, y eso era todo lo que importaba.

Lou la abrazó, atrayéndola hacia sí mientras miraban el horizonte. La granja, su hogar, era todo lo que conocían. Y mientras Maggie descansaba su cabeza en el pecho de Lou, pensó que quizás, solo quizás, esta paz podría durar para siempre.

La noche había caído sobre la granja, y el ambiente estaba impregnado del reconfortante aroma de la cena que Patricia y Maggie habían preparado juntas en la cocina. Las estrellas brillaban en el cielo despejado, mientras el crujido de las sillas y las risas suaves llenaban el comedor.

Lou estaba sentado junto a Maggie, sirviéndose un poco más del guiso de pollo que Patricia había cocinado con maestría. Hershel, en la cabecera de la mesa, observaba a su familia con una ligera sonrisa, la expresión de un hombre que encontraba consuelo en esos pequeños momentos de normalidad.

— Así que, Lou, — comenzó Hershel con su tono habitual de curiosidad tranquila. — ¿Cómo va todo con la cerca del oeste? ¿Te falta mucho por reparar?

Lou dejó su cuchara y se enderezó un poco, mostrando la misma atención y respeto que siempre tenía hacia el patriarca de la familia.

— Casi termino, señor Greene. Encontré un par de postes que necesitan ser reemplazados, pero con un poco de refuerzo, aguantarán hasta que pueda conseguir algo mejor.

Hershel asintió, satisfecho.

— Buen trabajo, hijo. Esa cerca es lo único que nos separa del caos ahí afuera.

Beth, sentada al otro lado de la mesa, intervino con una sonrisa juguetona.

— Lou siempre está trabajando. No sé cómo Maggie no se aburre de ti.

Maggie rió suavemente, golpeando ligeramente a su hermana en el brazo.

— Eso es porque Lou sabe cómo equilibrar las cosas. Trabaja duro, pero siempre tiene tiempo para mí.

— ¿Eso es cierto, Lou? — preguntó Patricia, divertida, mientras le servía más guiso a Otis.

— Absolutamente, — respondió Lou, con una sonrisa encantadora que hizo que todos se rieran. — Maggie tiene un don para mantenerme en mi lugar cuando me paso de tiempo con las herramientas.

— Ese es mi chico, — dijo Jimmy, levantando su vaso en un brindis improvisado, aunque rápidamente bajó la mirada cuando Hershel lo observó con una ceja levantada.

Las risas continuaron mientras la conversación fluía con naturalidad, saltando de un tema a otro. Hablaron sobre los animales, los cultivos y los pequeños proyectos que mantenían ocupados a todos en la granja. Era una noche común, una más en el refugio seguro que habían construido, un momento que todos apreciaban, incluso si no siempre lo decían en voz alta.

En algún momento, Lou alcanzó la mano de Maggie bajo la mesa y la apretó suavemente. Ella lo miró y sonrió, entendiendo el gesto sin necesidad de palabras. Este era su mundo, su hogar, y aunque sabía que el mundo afuera era un lugar peligroso y cambiante, esa noche no importaba. Estaban juntos, con su familia, y eso era suficiente.

Después de la cena, Hershel se levantó de la mesa, ajustándose la camisa.

— Voy a revisar a los caballos antes de acostarme. Lou, ¿te importa ayudarme?

— Claro que no, señor, — respondió Lou, poniéndose de pie de inmediato.

Maggie observó cómo los dos hombres salían del comedor juntos. Había algo en la relación entre Lou y su padre que siempre le había parecido especial. Hershel había aceptado a Lou desde el principio, viéndolo no solo como el novio de Maggie, sino como parte de la familia. Lou había trabajado duro para ganarse ese lugar, y Maggie sabía que su padre lo respetaba profundamente.

Mientras tanto, Beth y Jimmy comenzaron a recoger los platos, y Patricia se dirigió a la cocina con Otis para guardar las sobras. Maggie se quedó sentada un momento más, mirando el lugar donde Lou había estado.

Era difícil de explicar, pero había algo en el aire esa noche, una sensación de inquietud que no podía sacudirse. Tal vez era su imaginación, o tal vez simplemente se estaba volviendo demasiado sensible al mundo exterior. Fuera lo que fuera, algo le decía que esta paz no duraría para siempre.

Por ahora, decidió disfrutar de lo que tenía. Lou regresaría pronto, y ella estaría allí, esperándolo como siempre lo había hecho.

El establo estaba tranquilo, iluminado únicamente por la luz amarilla de una vieja lámpara que Hershel había colocado en una esquina. Los caballos se movían suavemente en sus establos, el sonido de sus cascos contra la madera resonando en el aire cálido de la noche.

Lou ayudaba a Hershel a revisar las correas y a rellenar los bebederos con agua fresca. Habían trabajado juntos tantas veces que no necesitaban hablar para coordinarse. Pero esta noche, había algo diferente en el ambiente, algo que Lou no podía ignorar.

— ¿Cómo ves todo, Lou? — preguntó Hershel de repente, rompiendo el silencio. Su voz era calmada, pero había un matiz de preocupación en ella.

Lou se detuvo un momento, sosteniendo un cubo de agua. Miró al hombre que había llegado a respetar como a un padre.

— ¿Se refiere a la granja o... al mundo?

Hershel dejó escapar una pequeña risa seca.

— Ambos, supongo. Pero especialmente aquí. Quiero saber cómo te sientes con lo que hemos hecho para mantenernos a salvo.

Lou dejó el cubo en el suelo y se apoyó contra una de las vigas del establo, cruzando los brazos.

— Honestamente, creo que lo que ha hecho aquí, señor Greene, es admirable. Esta granja es un refugio, y todos los que estamos aquí somos afortunados de tenerla. Pero...

Hershel levantó la mirada, esperando que Lou continuara.

— Creo que hay cosas que nos podrían poner en peligro. Cosas que quizás no hemos enfrentado como deberíamos, — dijo Lou con cuidado, eligiendo sus palabras con precisión.

Hershel lo observó en silencio por un momento, como si intentara leer entre líneas. Finalmente, asintió y dejó la silla de montar que estaba revisando.

— Hablas del granero.

Lou no respondió de inmediato, pero el silencio que siguió fue suficiente para confirmar lo que Hershel ya sabía.

— Sé que crees que estoy equivocado, — continuó Hershel, su voz baja pero firme. — Pero esos..., esas personas que están ahí dentro, son familiares, amigos, vecinos. No puedo simplemente abandonarlos. No puedo matarlos.

Lou respiró hondo, tratando de mantener la calma. Sabía que este era un tema delicado para Hershel, pero también sabía que no podían seguir ignorándolo.

— Lo entiendo, señor Greene. Entiendo por qué los mantiene ahí. Pero... ¿qué pasaría si algo saliera mal? ¿Si alguien más se pone en peligro por mantenerlos en el granero?

Hershel frunció el ceño, claramente incómodo.

— ¿Crees que no he pensado en eso? Todas las noches me pregunto si estoy tomando la decisión correcta. Pero no puedo dejar de verlos como lo que eran. Personas. Seres humanos.

Lou dio un paso adelante, sus ojos fijos en los de Hershel.

— Lo eran, señor. Pero ahora... son otra cosa. Y si seguimos tratándolos como personas, estamos poniendo en riesgo a todos los que están aquí, incluida Maggie, Beth, y usted mismo.

El silencio que siguió fue pesado. Hershel bajó la mirada, su mandíbula apretada, como si estuviera luchando con sus propios pensamientos.

— Siempre has sido honesto conmigo, Lou. Y lo respeto, — dijo finalmente, su voz más suave. — Pero algunas cosas no son tan simples como parecen. Estas decisiones... pesan mucho más de lo que podrías imaginar.

— Lo sé, — respondió Lou, con respeto en su tono. — No quiero faltarle al respeto, pero... creo que mantenerlos ahí dentro es como dejar una puerta abierta al peligro. Y quiero proteger a todos aquí, igual que usted.

Hershel asintió lentamente, como si estuviera considerando las palabras de Lou. Finalmente, suspiró y volvió a levantar la silla de montar.

— Es tarde, — dijo, cambiando el tema. — Será mejor que volvamos. Maggie te estará esperando.

Lou no insistió. Sabía que había plantado una semilla en la mente de Hershel, y que era un hombre reflexivo. Esa conversación no había terminado, aunque por ahora, lo parecía.

Cuando salieron del establo, la noche seguía tan tranquila como antes, pero Lou no podía evitar sentir que algo estaba a punto de cambiar.








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ACLARACIONES;

• Al inicio Lou mantendrá una relación con Maggie.
• Es hombre x hombre
• Algunas cosas de la serie serán cambiadas.
• Es un fanfic.
• Comenten, no sean así 😔
• Estoy muy tentada de si o si subir un capítulo diario, aunque siempre digo eso y al final termino subiendo más de uno al día o todos de golpe.
• Lean y disfruten ✅

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