EXTRA O1
Como un niño
Cuando Park Jay conoció por primera vez a Lee Heeseung fue porque iba a visitar a su mejor amigo en la agencia, empezaba con su trabajo de modelo por primera vez aquél día, por lo que iba emocionado y listo para contar lo que me había pasado y lo mucho que lo disfrutó, había entrado sin previo aviso cuando escuchó una dulce voz, soltando un increíble y afinado alto, fue cuando lo vió dar la vuelta, un hombre unos centímetros más alto que él, de hombros anchos y cabellos negros, ligeramente largo, un rostro esculpido por los mismos dioses y esos gruesos labios, era la persona más bella que había visto en su vida, jamás creyó que encontraría a alguien así, había quedado en shock, sólo tenía ojos para el dulce chico que lo miraba curioso.
Desde entonces, cuando tiene día libre va simplemente para admirarlo, casi no conversaban, pero cuando lo hacían, Jay lo aprovechaba a lo máximo, admirando sus labios moverse, su voz hermosa, aquellas risas entretenidas y esos chistes que ni gracia tenían, pero por él, sólo por él reía, para Jay, Heeseung tenía el humor más precioso y certero del mundo, para Jay, Heeseung podía ser todo lo que quisiese, un comediante, un cocinero gourmet, un bailarín profesional, un cantante en la cima de la fama, un pintor extraordinario, todo y le saldría perfecto, todo y Jay sería su fan número uno.
Recuerda cuando Heeseung le avisó que hoy no estaría Jungwon en la agencia, ya que pidió ese día libre (para salir con Ni-Ki), Jay no sabía que decir, su única excusa para ver a Heeseung era su mejor amigo, tendría que resignarse a no verlo ese día.
—Por lo tanto yo también tengo día libre ¿te gustaría salir algún lado, Jay?
Era su día de suerte ¡una cita con Lee Heeseung! No saltó ni gritó con emoción porque no quería asustar a Heeseung, así que dijo que sí lo más tranquilo posible, acordaron hora y lugar, fue en ese momento donde empezó a saltar tan alto como el colchón de su cama le era posible, chillando completamente sonrojado y con una gran sonrisa. Se dejó caer y suspiró encantado al techo, ese día sería perfecto.
Tomó un baño, tomó sus mejores prendas, pantalón negro suelto, camisa blanca y por arriba, un suéter color crema y zapatos negros, se veía bien, como debía de ser.
Suspiró, listo para tener aquella cita con Heeseung, debía calmar su corazón, dejar de temblar de la emoción y enfriar su rostro, se sentía un niño pequeño, tan emocionado, tan entusiasmado y tan desesperado para verlo ya.
Y así fue, llegó al lugar que acordaron, el centro comercial, entró al gran lugar repleto de diferentes tiendas y lo vio en el centro de todo, se veía precioso con aquél gran suéter rosa, esos pantalones blancos ajustados y ese cabello castaño que empezaba a ser cada vez más largo, era una tortura verlo y no peinar esos suaves y sedosos hilos achocolatados, cuando estuvo a su lado empezó la cita con un saludo y caminata a un restaurante de temática retro, de los 70s.
Cada uno pidió una canasta de hamburguesa con papas y una malteada, vainilla para Jay y fresa para Heeseung.
—Últimamente he visto que Hoonie no se separa de Sunoo, desde que salió del hospital se volvió como su guardaespaldas.
Contó con gracia Heeseung, mientras unta su papá frita en la salsa de tomate, y la veía sumergirse, para seguidamente degustarla.
—Ddeonu adora esa atención, parece un sol por lo mucho que brilla al verlo a su lado.
Contestó jugando con el popote de su malteada, completamente sonrojado cuando la atención de Heeseung se dirigió a él, el mayor sonrió melancólico.
—Siempre te veo muy observador con Ddeonu, lo comprendes bien y se complementan.
Aquello había salido menos animado que hace unos minutos, pero Jay no lo había notado.
—Puede ser, Sunoo es un buen chico, nos ayudó bastante para que Jungwon y Ni-Ki dejen de ser unos llorones y por fin se dieran una oportunidad, fue esencial su presencia, antes nos llevábamos mal, pero nos dimos cuenta que compartimos los mismo gustos en todo sentido, es un aura interesante como la mía.
Y no mentía, cuando se dio la tarea de conocer mejor a Sunoo por un pedido de Jungwon al decir que parecía muy entusiasmado por un videojuego que él conocía, supo que se parecían más de lo que hubiera creído hace meses. Era un gran amigo, los tres, Jungwon, Sunoo y él eran todo un desastre los días que estaban en el hospital, aún recuerda las veces que se escapaban para mostrarle a Sunoo la belleza de Corea, comer las delicias y jugar sus entrenamientos, al igual que recuerda las bromas con los niños que estaban en dicho hospital, eran divertidos días. Pero desde que el menor de cabellos largos salió, es imposible despegarlo de Sunghoon y a Jungwon de Ni-Ki, se sentía solo. Claro, hasta que empezó a hablar más con Heeseung.
Antes no le era posible porque se ponía nervioso, sus labios temblaban y salía corriendo a esconderse con Jungwon.
Pero ahora que tenía más valentía, podía hablar con el chico que le gustaba.
Heeseung oscureció sus ojos al escuchar eso.
Tiempo después de comer andaron por todo el supermercado, de tienda en tienda, Jay inevitablemente le compró un peluche de una alpaca a Heeseung, diciendo que le recordaba a él, por lo lindo y esponjoso que era, el mayor, conmovido le compró un peluche de un alienigena de cabeza de corazón, alegando que le recordaba a él por ser único y tener un gran corazón que su cuerpo se quedaba pequeño a su lado.
Era tan dulce todo.
La noche cayó y supo Jay que era momento.
—Vuelvo enseguida, Heeseung.
Este sólo asintió, esperándolo en la entrada del super, viendo cómo el menor corría. Llegando a una joyería, donde nervioso pidió ver el collar más precioso que hubiera.
Cadena dorada con un dije de una flor de cerezo de oro rosa, con incrustado de diamante rosa de diferentes tonalidades. Todo el gritaba Heeseung. Perfecto para es bello ser.
Pagó sintiendo su billetera llorar por el precio, pero Lee lo valía, el merecía todo lo posible en este mundo.
Caminó nervioso hasta llegar con el mayor, quien le seguía esperando, no había tiempo que perder, se animó, se dio fuerzas para hacerlo y llegó a su lado.
Lo miró a los ojos.
Y no pudo.
Sus lágrimas cayeron al sentir frustración recorrer sus espalda ¿Qué había pasado con toda esa dedicación y fuerza en su cuerpo? ¿Por qué no sentía capaz de hacerlo ahora? ¿Por qué? Jay quería gritarle sus sentimientos, profesarle lo puros que son, dedicarle cada palabra del mundo habido y por haber, entonces ¿Por qué al abrir su boca no salía nada? ¿No era el momento? ¿No debería? Es más ¿Por qué creía que Heeseung lo aceptaría? ¿Qué indicios había? ¿Qué le aseguraba que Heeseung sentía lo mismo, que no se burlaria, que no sentiría repulsión, que sería homosexual?
Nada, nada le aseguraba. Tenía miedo, miedo de ser rechazado, era horrible sentir su corazón partirse, su pecho contraerse, sus piernas temblar y sus ojos llorar una cascada de lágrimas, podía ver la preocupada mirada de Heeseung y sus labios moverse, pero no escuchaba nada, el miedo lo estaba tragando vivo, estaba congelado, no estaba preparado. Jay es un cobarde después de todo.
—Jay.
Escuchó en susurro la voz de Sunoo.
—Si en algún momento sientes que pierdes las fuerzas de amar y ser correspondido, lucha contra ellos, no rompas tu bello destino.
Ah, es cierto, Sunoo era un cupido, recuerda la explicación de todo su mundo en los cielos. Cómo luchar contra el miedo y el saber que ese cupido no lo flechó?
Pero eso significaría no ser nada de Heeseung ni hoy ni en otras vidas. De sólo pensarlo era horrible, ver a Heeseung con alguien más le causaba ganas de vómitar.
No debía pasar.
Sus manos se apretaron en un puño, debía hacerlo, romper esa pared de miedo.
—¡Heeseung!
Tenía un tono fuerte y decidido, pero no dejaba de temblar, sacando la caja con el collar se lo aproximó a un sorprendido y sonrojado Heeseung.
—¡Me gustas!
Una oleada de dulce olor a flores golpeó su rostro, la mirada de Heeseung se tornó feliz, empezó a brillar, su rostro sonrió y asintió.
—También me gustas, Jay.
Ah, realmente era como un niño.
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