03
Hwang In-ho
El aire en la sala de control parecía más denso con cada segundo que pasaba. Apenas podía respirar mientras sus ojos seguían fijos en el monitor frente a él. Y allí estaba ella, Ha-na, en medio de ese maldito juego que él conocía tan bien.
Las reglas. Todo en ese lugar giraba en torno a ellas. Rígidas, implacables, diseñadas para no dejar error alguno. Él había dedicado años de su vida a perfeccionarlas, a convertirlas en algo que no podía ni debía ser desafiado. Pero ahora, viéndola ahí, esas mismas reglas que antes consideraba inquebrantables no eran más que simples palabras vacías. No importaban. No podían importar. Porque si algo tenía claro era que no iba a dejar que nada le pasara. No a ella.
Ha-na estaba en peligro, y cada segundo que pasaba en ese lugar aumentaba las probabilidades de que algo saliera mal. No era una suposición; lo sabía, lo había visto demasiadas veces antes, incluso años antes el lo había vivido en carne propia. Ninguna persona salía de ahí ileso, ni física ni psicológicamente . Pero ella... ella no era como los demás. No podía verla caer, no podía aceptar que el sistema que había ayudado a crear fuera el que acabara con su vida.
Apoyó los codos sus rodillas, inclinándose hacia adelante, con la mirada fija en el monitor como si pudiera protegerla solo con desearlo lo suficiente.
Su corazón martillaba contra su pecho, más rápido y más fuerte con cada movimiento que hacía. Quería gritar, golpear algo, cualquier cosa que lo sacara de esa impotencia que lo consumía. Pero lo único que podía hacer era mirar. Mirar cómo ella caminaba en ese maldito patio, rodeada de personas desesperadas por sobrevivir.
—¿Qué demonios estás haciendo aquí, Ha-na? - murmuró para sí mismo, casi sin darse cuenta de que había hablado en voz alta.
Sabía que ella no podía escucharlo, pero decirlo en voz alta no lo hacía sentir mejor. No había forma de que estuviera ahí por casualidad. Nadie terminaba en ese lugar sin una razón. Pero eso no importaba ahora. Lo único que importaba era que ella estaba ahí, y que no debería estarlo.
—Luz verde.
La voz mecánica de la muñeca resonó en los altavoces, y su mirada se enfocó aún más en ella. Ha-na comenzó a avanzar, sus movimientos cuidadosos y calculados. Había algo en su expresión, en la forma en que miraba hacia adelante, que lo hizo estremecerse. No era miedo, al menos no completamente. Era determinación, algo que siempre la había caracterizado.
Sabía que no era justo cuestionarla. No tenía idea de por qué estaba ahí, pero podía imaginarlo. La conocía desde antes que el participará en esos juegos, por 2 años había sido su cuñada, sin embargo el siempre sintió una pequeña atracción que con el tiempo fue creciendo. El padre de los hermanos Min había fallecido, esa fue una de las principales causas de la ruptura amorosa qué tuvo con Jun-ho, lo último que supo de ella fue que su padre les había dejado todas sus deudas.
—Luz roja.
Su cuerpo entero se tensó al escuchar las palabras. En la pantalla, Ha-na se detuvo de inmediato, quedándose completamente inmóvil mientras la muñeca giraba su cabeza para escanear a los jugadores. El sudor comenzó a correr por su frente. Podía sentir cómo su corazón latía desbocado, como si estuviera en ese campo de juegos junto a ella.
—No te muevas… por favor, no te muevas -susurró, casi rogando.
Cuando la muñeca volvió a decir “Luz verde”, su cuerpo relajó un poco la tensión, pero solo por un momento. Ha-na siguió avanzando, más cerca de la línea de meta con cada paso. No podía apartar los ojos de ella, ni siquiera cuando el resto de los monitores mostraban a otros jugadores cayendo al suelo, uno tras otro. No le importaba. No ahora.
Finalmente, después de lo que parecieron horas, Ha-na cruzó la línea de meta. Se quedó inmóvil por un segundo, como si no pudiera creerlo. Luego, sus labios se curvaron en una pequeña sonrisa de alivio. Él dejó escapar un suspiro profundo, su cuerpo colapsando contra el respaldo de la silla mientras intentaba recuperar el aliento.
—Gracias a Dios… —murmuró, cerrando los ojos por un momento. Pero no podía relajarse. No del todo.
El sabia que ella era buena, desde que la conoció se le hizo evidente. Sabía mantener la calma, moverse en el momento justo, y no cometer errores. Pero eso no significaba nada en ese lugar. No cuando un solo paso en falso podía acabar con todo. Lo había visto antes: personas que parecían tenerlo todo bajo control, que confiaban en todas sus habilidades, solo para caer en el último segundo.
Tomó el control remoto con manos temblorosas y amplió la imagen de ella en la pantalla. Su rostro estaba tenso, y su cuerpo temblaba ligeramente, pero sus ojos brillaban con una determinación que lo dejó sin aliento.
Esto era solo el principio, y lo sabía. Quedaban más juegos, más oportunidades para que algo saliera mal.
Necesitaba un plan. No podía quedarse sentado mirando cómo las cosas se desarrollaban. No esta vez. Porque no importaba lo que le costara, iba a asegurarse de que ella saliera de ahí con vida. Las reglas podían irse a la mierda. No iba a dejar que nada le pasara.
—No puedo quedarme sentado aquí. No puedo dejar que esto pase —dijo, esta vez con una voz más firme.
Su mirada volvió a la pantalla, donde Ha-na se movía entre los demás jugadores, completamente ajena a que alguien la observaba.
—Voy a sacarte de aquí. Lo que sea que tenga que hacer… lo haré. —Su voz era un susurro lleno de determinación.
Sabía que estaba rompiendo cada regla que había jurado proteger, cada línea que no debía cruzar. Pero nada de eso importaba ahora. No iba a dejar que el pasado se repitiera.
...
Min Ha-na
La mayoría de los jugadores votó para terminar el juego. Por lo tanto, este juego ha terminado.
-¡Los que quieran irse, que se vayan!- se quejó 322. -Pero dejen que los que se quieren quedar sigan jugando. ¡La mitad ya murió, no podemos parar aquí!
-¡Tiene razón! ¡Nos queremos quedar!
-Es una pena que debamos despedirnos de ustedes así. Sin embargo, no les cerraremos la puerta de la oportunidad. Si la mayoría desea volver a participar, reiniciaremos el juego. Adiós.
...
Las horas pasaron, y Ha-na junto a Sang-Woo cayeron a la calle amarrados, semidesnudos y con los ojos vendados. Oyeron la camioneta irse.
-¡Ayuda! -grito Ha-na.
-Tranquila Ha-na, soy Sang-Woo.- con sus manos atadas le sacó el vendaje de los ojos. -Desátame con tus dientes así yo te puedo ayudar.
-Está bien, e-está bien- dijo nerviosa al ver que su compañero estaba semidesnudo. Con sus dientes le desató las manos y Sang-Woo al sentirlas libres se sacó el vendaje, se desató los pies y luego hizo lo mismo con Ha-na.- Gracias.
-No es nada. -dijo el algo nervioso al ver el torso desnudo de la mujer. Los dos rápidamente se pusieron ropa.
La platica hubiera podido seguir antes de que una tercera voz se hiciera presente y rompiera su burbuja.
-Oigan, ¿podrían ayudarme a desatar mis manos -un chico de tez morena hablo.
-Oh claro -me adelante y corrí para desamarrar sus manos, y cuando lo logre hice lo mismo con las pies.
-Muchas gracias señorita... - dijo el moreno mientras hacía una pequeña inclinación hacia mi.
-Ha-na, ese es mi nombre
-Mucho gusto señorita Ha-na, me llamo Ali
...
-Disculpen, ¿Saben donde estamos?- Dijo Ali mirandonos a mi y a Sang-woo
Observe a mi al rededor, la verdad yo tampoco sabia donde estábamos ahora.
-Yeouido. -Mencionó Sang-Woo mientras observaba a su alrededor
-¿Donde está exactamente.. Yeouido?
-En el centro de Seúl. -Mencione observando los grandes edificios y luego mi mirada se poso en Sang-woo el cual terminaba de acomodar su saco gris.
-¿Alguno de ustedes dos tiene un teléfono que me pueda prestar? -Preguntó Ali mirándonos a la par.
Busque en los bolsillos de mi pantalón sin éxito, hasta que levante mi chamarra y ahi logre sacar mi teléfono, solo que sin batería. Mire a Ali y levante el celular mostrando que le faltaba batería, Sang-Woo hizo la misma acción, su celular estaba sin bateria.
Por seguridad nos fuimos los tres juntos, llegamos a una pequeña tienda y pague para poder cargar mi teléfono celular mientras los dos hombres que me acompañaban comían un ramen.
-Dos mil wones. -Dijo el chico mientras buscaba dinero en mis bolsos dándoselo. -Gracias.
Lo tome en mis manos picando el botón de encender y en ese momento llegaron tantos mensajes que parecía que en cualquier momento mi celular se apagaría, solo suspire debido a todo lo que tenia que enfrentar al día siguiente, los cobradores sabían perfectamente donde encontrarme.
Tome mi sopa y fui donde estaban los dos hombres, coloque mi celular en la mesa mientras me ponía en medio de ellos, observe como Sang-Woo tenia su teléfono en manos leyendo algunas cosas entonces coloque mi teléfono al lado del brazo de Ali.
-Muchas gracias señorita Ha-na , no le quitare tanto tiempo -Dijo este haciendo una reverencia agradeciendo a lo cual solo le asentí con una sonrisa mientras miraba por la ventana dejando el producto de la sopa a un lado.
-¿No comeras? -Dijo Sang-Woo mirandome.
-No tengo hambre, puedes comerla si gustas -Dije sonriendole pero este nego.
-Tienes que comer Ha-na, no puedes estar con el estómago vacío-Dijo mientras comía de su sopa. -¿Tu hermano y tú tienen dónde quedarse a dormir?
-Si Sang-Woo, no somos vagabundos -dije mientras soltaba una pequeña risa, la cual fue contagiada al contrario.
...
Al día siguiente, Ha-na se despertó con unas grandes ojeras. No había podido dormido bien, y era bastante obvio el por qué. Iba a saliendo del aprtamaneto, Yeong-su le había dejado una nota donde decía que había ido al trabajo, iba cruzando una pequeña calle donde concurria poca gente, en eso tres hombres aparecieron en el lugar todos estaban armados.
Iba a gritar pero uno de ellos la apuntó. Rápidamente la pelinegra cerró la boca.
-¿Ya tienes nuestro dinero, Min?- habló uno de ellos. Al oírlo, sabía que era uno de los cuantos empresarios que esperaban tener el dinero que debía su hermano.
-¡N-no, no, lo siento! Lo tendré para el próximo mes, lo prometo.
Rieron irónicos.
-Tú y tu hermano siempre ponen la misma excusa, ya está vez no voy a tolerarlo, Min. Le pusieron el arma en la frente. Sabemos que tienes dinero, dinos donde está o te volamos la cabeza.
Ha-na, finalmente se rindió.
-Esta debajo de mi colchon, en mi habitación- confesó.
Los hombres se miraron sonrientes y se fueron directamente a su apartamento, acompañados por Ha-na. Al llegar, fueron directo a la habitación de Ha-na, levantaron el colchón y encontraron en una esquina 3 millones de wones.
-...No es esta la cantidad que nos deben, pero para el proximo mes necesitamos dos millones más de wones. Tienes suerte que nuestro jefe no eligió a otros, porque estoy seguro que se divertirían contigo.- dijo con perversidad. -Hasta el próximo mes, preciosa.
Ese dinero iba para Kang, sabía que si no le pagaba le iba a hacer algo a Yeong-su, ese dinero era su salvación, pero ya se había acabado... ya no tenía nada.
Sacó un cigarrillo de la alacena, lo prendió y lo puso en su boca.
...
La noche finalmente llegó, Yeong-su al entrar al departamento vio la figura de Ha-na recargada en la pared del piso.
-¿Que fue lo que sucedió?
-Se llevaron el dinero, vinieron los cobradores y se llevaron el dinero que le iba a dar a Kang.
Yeong-su suspiro sabía que ese hombre era capaz de todo con tal de que su hermana le pagará.
-¿Sabes algo, estoy pensando es que es mejor ir a esos juegos?
-¿Que estas diciendo Ha-na? No podemos volver a ese lugar, podemos morir -Yeong-su trato de explicar.
-¡En un mes pueden matanos si no pagamos lo que falta, Yeong-su ! ¡El imbecil de Kang puede matarte en cualquier momento si no le pago su dinero! -ahora el departamento estaba lleno de gritos de ambos.
Yeong-su se quedó callado al oírla, sabía perfectamente que tenía razón.
-Volveré yo, entonces -dijo Yeong-su.
-¿Qué?
-¡Lo que oíste! Volveré yo, ganaré ese dinero, compraremos el departamento, pagaremos todas nuestras deudas y nos vamos de vacaciones a Tailandia.
- Entonces quieres que yo me quede aquí, sin saber si estás vivo o no... pues déjame decirte que no, Yeong-su, si tu vuelves, yo vuelvo.
Yeong-su iba a contestar pero callo cuando escuchó golpes en la puerta. Estos eran muchos, por lo cual, ambos se acercaron con un poco de miedo.
-¿Quién es?- preguntó Ha-na y no tuvo respuesta. Luego sintió algo debajo de su pie así que bajó su mirada y vió la carta que le había dado ese hombre que pertenecía al juego.
Se agachó para agarrarlo y lo leyó con Yeong-su a su lado.
"FECHA: 23 DE JUNIO A LA MEDIANOCHE. LUGAR: EL MISMO QUE ANTES"
Suspiró y volteo a ver a Yeong-su.
-Bien, iremos ambos, pero no quiero que te separes de mi por nada del mundo, no soportaría si algo te pasa ahí adentro.
Fue entonces cuando ambos esperaron que la lluvia se detuviera, y salieron al parque mientras Ha-na prendía un cigarrillo en lo que esperaban a la camioneta.
-No sé porque fumas esa porquería - dijo Yeong-su mirando el cigarro.
-Es para el estrés -dije alzando los hombros.
Finalmente la luz del vehículo apareció y miró entrecerrando sus ojos.
-Bien... Creo que es hora de irnos.- murmuró la pelinegra tirando el cigarrillo al piso.
BASTA IN-HO TE AMO.
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Lamento si el capitulo se les hizo aburrido 😭.
Lo publico nuevamente porque hubo unos problemas, pero ya está.
Besos donde no les entra el sol 🗣️
-Lu
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