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XXXIV

𝐋𝐨𝐧𝐝𝐫𝐞𝐬, 1880- 𝐈𝐧𝐠𝐥𝐚𝐭𝐞𝐫𝐫𝐚, 𝐑𝐞𝐢𝐧𝐨 𝐔𝐧𝐢𝐝𝐨

Al avanzar de las horas, y como la pila de platos sucios disminuía y la de platos limpios crecía, la gran luz de lo que parecía ser un día soleado se intensificó por todo el castillo, y las 9 de la mañana se iba acercando cada vez un poco más.

Lauren había terminado de lavar un plato, pasándoselo a su colega del otro costado para que pueda secarlo.

Hubo un poco más de bulla en la cocina, seguramente porque ya estaban alistando las cosas, para que los empleados especialmente asignados lleven las bandejas con los desayunos para la familia real.

Se escucharon más pasos y extrañamente dos sirvientas, fueron hasta donde estaba ese otro grupo de sirvientas lavando los trastes.

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-Perdón ¿pero quienes son Jocasta y Lauren aquí?-dijo una mujer, llamando la atención de ambas muchachas, que se giraron tranquilamente para escuchar lo que habían de decirles. Dejando de lado unos momentos su actual tarea.

Las dos sirvientas paradas ahí, eran algo mayores, con unos 30 años como máximo. Eran obviamente hermanas, porque eran gemelas, de ojos marrones y cabello oscuro.

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-Buenos días.-dijo una-Yo soy Louise, y mi compañera y hermana es Dianne, hemos recibido nuevas noticias. Como habrán de saber, la familia real recibe el desayuno en la cama, y se les lleva a sus aposentos por parejas de sirvientes especialmente designadas para eso, a menos que en casos ceremoniales la familia real desayune en el gran comedor, donde ahí todos los de servicio de cocina llevamos la comida, como ha sido el caso de ayer. Bueno el punto es que generalmente se les lleva a la cama y en este caso las dos somos encargadas del desayuno del príncipe.-explicaba tranquilamente la mujer-Pero hubo un cambio y por eso las estamos buscando.-hizo una pausa-El príncipe ha ordenado directamente que desde hoy desea que sean ustedes quienes llevan el desayuno a sus aposentos.

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Frizzy dirigió su mirada directamente a Lauren. Tratando de descifrar como se había tomado la noticia. Notando que parecía haber quedado pensando algo en específico, con un notorio ceño fruncido por la sorpresa de la noticia.

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-¿A las dos?-preguntó la morena, algo dudosa. Con sus propias sospechas.

-Así es-contestó esa vez la otra gemela-Precisamente por el hecho de que todos los sirvientes trabajamos en pareja la mayoría del tiempo. En realidad lo que nos dijeron, fue que el príncipe deseaba un cambio en el servicio del desayuno, que se lo empiece a llevar Lauren Harris, y la persona con quien trabaje. Preguntando, nos enteramos que era la señorita Jocasta quien era la pareja de trabajo. No tenemos idea de la decisión, porque ustedes son nuevas, y nosotras hemos realizado ese trabajo desde hace varios años, pero no se puede refutar nada, el príncipe lo ordenó y así ha de hacerse.-dijo la mujer, se la notaba algo incómoda por la noticia.

Louise, la regañó un poco con la mirada. - No seas así.-le susurró a su hermana.

Dianne rodó disimuladamente los ojos, e hizo una mueca.

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-Cada orden del príncipe tiene su razón-volvió a hablar Louise, mucho más amable que su hermana- no dudamos de esta. Quien nos ha informado de las palabras del hijo del rey ha sido su consejero. Lo que van a tener que hacer, es que una de ustedes lleva la bandeja con la comida, y la otra lleva la pequeña campana que sirve para anunciar la llegada del desayuno. Se le sirve al príncipe, y ustedes han de esperar a que termine, fuera de su habitación. Cuando lo haga, las volverá a llamar para que recojan las cosas. Es algo sencillo dentro de todo. Tendrán este tipo de deber hasta nuevo aviso, hasta que el príncipe desee hacer un cambio nuevamente. No nos molesta, no puede molestarnos-dijo la última oración volviendo a mirar a su hermana de manera reprochable- Es solo un deber dentro de los tantos que aplica el servicio, y ya no hacerlo no significa nada malo, solo que el príncipe quiso hacer un cambio. Somos personas mayores, mayores que ustedes al menos, tenemos 33, y calculo que máximo ustedes deben tener 20 años, de alguna manera damos el ejemplo de madurez. Así que de la manera más amable posible, les dejamos este relevo.

Dianne, se aburrió de las palabras de su hermana, y a pesar de lo que esta había dicho, ella si estaba algo molesta. Simplemente se volteó y sin despedirse solamente se retiró del lugar bufando con mala educación.

Dejando a su gemela sola con ambas muchachas.

-Lo siento, se molesta muy fácil-dijo Louise, avergonzada por la actitud de su hermana.

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-No pasa nada, puede entenderse. De alguna manera supongo que la noticia no le gustó a ella. Nosotras también estamos sorprendidas, es algo que vino de un momento a otro. ¿vamos a dejar los trastes entonces?-preguntó Frizzy

La gemela que se quedó sonrió.

-Así es, por ahora. Cuando terminen de servir el desayuno a su majestad, vuelven a hacer todas las cosas que estaban haciendo con normalidad.

Frizzy asintió comprendiendo.

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Louise suspiró.

-Bueno, eso es todo lo que les quería decir. Nuevamente me disculpo por la actitud de mi hermana.-dijo con bastante verguenza- pero, muchas felicidades y toda la suerte, ya van a ser las 8:30. Vayan de una vez por las bandejas para estar listas.-dijo la gemela que se quedó, mientras también se retiraba para ir en busca de su hermana.

La despedida, fue rápida y corta.

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Lauren parecía haber quedado con la mente en cualquier lado, menos en su cuerpo. Había escuchado toda la conversación y explicación sin problema, pero no se había movido ni reaccionado desde que terminaron de anunciar la noticia por lo que parecía que había quedado perdida y desconcertada, seguía con el ceño fruncido mirando a aún punto en la pared, mientras que a pesar de su tranquila respiración parecía estar muy confundida por algo.

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-Cosas raras pasan desde que llegamos amiga ¿no crees?-le dijo Frizzy de repente, cuando la mujer que hizo el aviso ya se había ido por buscar a su hermana. Lauren no respondió nada -Lauren-llamó la morena después de no recibir respuesta, pero la muchacha parecía haberse quedado todavía pensando profundamente en algo, mirando al vacío-Lauren-volvió a llamar, pero nada. Frizzy no supo que hacer por un segundo, decidió mover su mano repetidas veces delante del rostro de su amiga.-¡Lauren!-dijo más fuerte, mientras empezaba a chasquear sus dedos frente a la muchacha.

Con un pequeño salto, y sacudiendo la cabeza Lauren pudo reaccionar por fin.

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Se había quedado pensando, eso también había caído de manera repentina. Sin alguna razón aparente. Quien había de saber las razones del príncipe, pero aquello sin dudas la había dejado pensando. Es decir, para cualquiera es un honor poder llevarle comida personalmente al príncipe, pero se le hizo extraño que a pesar de todo lo ocurrido, quería que ella lo haga. Estaba extrañada en la buena manera. Por eso había quedado bastante perdida mientras terminaban de informarles el tema, y fue de gran ayuda que Frizzy la haya ayudado a reaccionar. Para su segundo día, ya estaban pasando muchas cosas.

La noticia era un honor, algo gratificante, pero que sonaba muy pronto para su segundo día.

-Perdón.-dijo mientras inevitablemente tenía una expresión aún confundida. Y terminaba de reaccionar.

-No hay problema, pero te quedaste súper perdida desde que nos informaron esto. ¿Estás bien?-preguntó Frizzy

Lauren asintió. E hizo lo posible por mantener su mente en la tierra.

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Hubo silencio unos segundos.

Ambas decidieron dirigirse de una vez para ver lo de las bandejas. Octavia ya sabía del repentino cambio, e informó a las cocineras que colocaban la comida del desayuno en la bandeja del príncipe. Junto a los otros sirvientes y sirvientas designados, fueron saliendo las bandejas para cada integrante de la familia real. Cada pareja de trabajo fue recibiendo lo que les tocaba, Lauren llevaría la bandeja, y Frizzy la pequeña campana para anunciar la llegada del servicio.

Todos revisaron el gran reloj en la pared de la cocina. Llegando s ver que ya eran 8:40, dándose prisa entonces por llevar el desayuno.

A pesar de lo repentino de la noticia, y como podía dejar varias cosas para imaginar. Había que ser lo más realista posible, era sólo la servidumbre, y por más de que en algún momento de sus vidas, Lauren y el príncipe Thomas se hayan conocido bajo circunstancias coincidentemente casuales, y que la muchacha se haya enterado de ello la noche anterior, era demasiado prematuro sacar conclusiones a penas un día después

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Se sabía que las habitaciones estaban en el segundo piso del castillo. Pero ambas muchachas aún no conocían esa parte del castillo. Menos aún cual sería la habitación del príncipe.

Afortunadamente, la sirvienta y el mayordomo que llevaban el desayuno al rey, les dieron indicaciones de que puerta era la de la habitación del príncipe y a que lado de la escalera estaba.

El desayuno estaba caliente, por ende la bandeja también. Además, había una taza de café en esta que debía ser equilibrada. Frizzy quiso ofrecer su ayuda. Pero Lauren se negó amablemente, aún en sus ojos podía notarse que hacía lo mejor para no reflejar lo extraño que estaba resultado todo.

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-¿Segura que estás bien?-preguntó Frizzy mientras ambas empezaban a cruzar ambientes de palacio para llegar a la sala real, donde estaban las anchas e inmensas escaleras que les permitirían acceso a su destino.

Lauren asintió.

-Solo es raro.-confesó mientras los pasos de ambas hacían eco a medida que seguían caminando a un ritmo normal.

-Lo sé y sé también que ayer hemos tenido una emotiva y profunda conversación-bromeó Frizzy un poco- y te juro que en estos momentos estoy tratando de aplicar los consejos que me dijiste ayer y toda tu explicación, que créeme sirve mucho para no inventarme tonterías. Pero es la segunda vez en dos días a penas que algo está pasando aquí y tiene que ver con el príncipe y contigo. Y a pesar de que sea algo simple y sin mucha cosa detrás, necesito una explicación.

-Yo también.-contestó Lauren con sinceridad haciendo una mueca con los labios.

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Siguieron caminando, llegaron a la sala real, y recordando lo que les dijeron, debían subir por las escaleras de la izquierda.

Así lo hicieron, Lauren tuvo que equilibrar la bandeja en una mano, para con la otra levantar un poco la falda del vestido y así no pisarlo.

-Sabes, esas mujeres que solían llevar el desayuno al príncipe parecían también algo sorprendidas. Pero la que se quedó era muy buena, la otra me cayó súper mal, no le hicimos nada y ya nos odiaba. A pesar de ser gemelas no se parecen en nada, en términos de educación-empezó a hablar Frizzy frustrada.

Lauren compartía su opinión, y lo dio a entender con un gesto en la cabeza. Ya que no podía hablar por miedo a desconcentrarse al equilibrar la bandeja en una mano.

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Terminaron de subir las escaleras, y recordando lo que les dijeron, ahora debían ir por el pasillo de la derecha, doblar por la izquierda seguir de frente hasta el fondo, y ahí debía estar una gran y lujosa puerta roja con adornos de oro. La habitación del príncipe.

Debido a la hora, todo parecía estar más animado, por el clima. Ya que a diferencia de los oscuros y nublados días de Londres este estaba especialmente iluminado. Las cortinas estaban abiertas, y una bonita mañana adornaba la ciudad.

Frizzy decidió guiar la búsqueda de la habitación del príncipe, Lauren la siguió con la bandeja del desayuno. Precisamente, doblaron primero a la derecha en el pasillo, y luego a la izquierda en el primer cruce. Desde ahí ya se veía la puerta roja, indicando que era precisamente el camino perfecto.

Caminaron hasta el fondo, dándose cuenta del gran tamaño y belleza de las puertas. Dando la sensación de que el interior de la habitación debía ser incluso más grande.

Las puertas parecían estar cerradas, pero al llegar a estas, resultaron estar parcialmente abiertas, lo suficiente para que Frizzy pueda asomar uno de sus ojos y ver lo que pasaba dentro.

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-Sigue dormido-susurró Frizzy, volviendo a enderezarse.-¿Deberíamos tocar? O entramos y agito esto-dijo Frizzy, señalando la pequeña campana que tenía en su mano.-Creo que mejor toco primero.-se respondió a sí misma.

Lauren sintió bastantes nervios por alguna razón aparentemente desconocida. La muchacha no tenía espacio en las manos debido a la bandeja, entonces su compañera de habitación decidió hacerlo.

Frizzy tocó la puerta con algo de ritmo, pero no hubo respuesta alguna.

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Esperó unos segundos, y la morena decidió hacerlo de nuevo. Nuevamente no hubo respuesta. Frizzy volvió a asomar su mirada por el espacio libre de la puerta.

-Tiene el sueño pesado al parecer. Cómo no si llegó ayer a penas, debe estar agotadísimo-susurró de nuevo Frizzy.-Pero si no hacemos algo su desayuno se puede enfriar y tu ya te estás quemando la mano con la bandeja que está caliente.

Hubo silencio unos segundos, durante los cuales ambas muchachas pensaron que hacer.

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A Frizzy no se le ocurrió más que hacer sonar la pequeña campana desde afuera. El sonido fue melódico y repetitivo. El príncipe aún no despertó.

Entonces, ya sin mucha paciencia, Frizzy abrió un poco más la puerta e hizo sonar el pequeño instrumento mucho más fuerte. El sonido a pesar de haber sido bastante fuerte, no hizo al príncipe levantárse rápido, pero sí logró despertarlo.

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Un sonido salió desde dentro de su garganta.

-Pase-dijo adormilado.

Frizzy abrió toda la puerta, y ella y Lauren al fin pudieron entrar en la gran y lujosa habitación. Era un espacio inmenso para ser solo una habitación, incluso tenía un sillón. La cama era todo un lujo, era tremenda, tenía sábanas finas. Madera costosa, y parecía ser una nube misma.

El príncipe seguía acostado, estaba ya medio despierto, pero sus ojos seguían totalmente cerrados, estaba acostado de bruces, cubierto con las sábanas hasta la cabeza. Lo cual hacía que a penas un mechón de su claro cabello esté afuera.

Eso le provocó gracia a Frizzy que inhaló profundamente para no reírse. Debido a que el príncipe podía dormirse de nuevo, la morena tocó el pequeño instrumento una vez más. Y dentro de las sábanas el joven se retorció y volvió a emitir un quejido.

-¿Cinco minutos más sí?-suplicó aún cubierto totalmente en las sábanas.

Frizzy se llevó una mano a la boca para no reír. Mientras se suplicaba a si misma no hacerlo bajo ninguna circunstancia.

-Su desayuno va a enfriar su majestad-dijo Lauren, mientras acomodaba mejor la bandeja en sus manos.

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El príncipe escuchó aquello y por un momento largo dejó de retorcerse entre las sábanas y quedó estático por varios segundos. Como si se hubiera dado cuenta de algo.

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Se liberó de las sábanas y salió de ellas. Sacó medio cuerpo de las mismas y se incorporó para sentarse mientras despegaba sus ojos.

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Al hacerlo, y ver a ambas muchachas. Su expresión fue todo un poema. Tanto, que parecía haberse asustado. Su cabello estaba demasiado desordenado, y empezó a pasar sus dedos por este en un intento de peinarlo y arreglarlo un poco al menos.

La expresión de sorpresa y confusión del príncipe hizo lo mismo con Lauren y Frizzy, ya que el joven parecía estar totalmente extrañado con la presencia de ambas muchachas.

Aún así las dos compañeras bajaron la cabeza, respetando así las normas de no ver a nadie de la realeza a la cara a menos que se tenga permiso.

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El hijo del Rey aclaró su garganta.

-Buen día-dijo disimulando su confusión-pueden empezar a servir toda la comida. Y levanten la cabeza sin ningún problema, no me molesta que me dirijan la mirada.

Ambas levantaron la cabeza, y Frizzy ayudó a Lauren a acomodar la bandeja en el regazo del príncipe. Frizzy quería reírse otra vez, pero esta vez por los nervios. Lauren a pesar de estar igual guardo más compostura y disimuló sus nervios mejor.

El príncipe parecía totalmente desconcertado, pero hacía lo mejor para que no se note.

-Perdón por la pregunta respetadas señoritas. ¿Pero qué ha pasado con Dianne y Louise? ¿Tuvieron algún percance?-dijo el heredero al trono amablemente, mientras ambas muchachas seguían acomodando la bandeja a forma de una pequeña mesa en el regazo del príncipe.

Eso terminó de desconcertar a ambas muchachas. Frizzy, que estaba acomodando las servilletas a un lado del plato, tuvo una expresión de desconcierto única. Y Lauren que ya había terminado de acomodar los cubiertos subió la mirada hacia el joven sin entender nada.

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Hubo contacto visual, y quien terminó bajando la mirada, increíblemente fue el príncipe que se había puesto nervioso por los inmensos ojos de Lauren.

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-Disculpe-dijo Frizzy respetuosamente-pero nos dijeron que usted ordenó que seamos nosotras quienes sirvan su desayuno desde hoy. Nos informaron que fue su consejero quien informó sus palabras.

El ceño del príncipe se frunció. Dándole un aspecto bastante peculiar a su aniñado rostro.

-¿Qué? No, yo no dije-hizo una pausa dándose cuenta de algo-Dylan-susurró después como maldiciendo a su consejero, mientras se llevaba una mano al puente de su nariz con bastante frustración. Y luego suspiró pesadamente.

Frizzy miró a Lauren, tratando de entender.

Lauren se encogió de hombros. Al parecer el joven Dylan se había equivocado en algo. No parecía nada grave. Pero sí algo extraño.

El príncipe levantó la mirada, y un color rosado estaba adornando sus mejillas. Él sabía lo que había pasado, dentro de todo el margen de error que parecía haber cometido su consejero, pero no parecía saber cómo explicarlo.

Ni Frizzy, ni Lauren tenían idea de que tipo de equivocación pudo haber surgido, y había curiosidad. Pero no era apropiado preguntar al respecto, el príncipe parecía avergonzado, y dirigirse a él preguntándole algo como si nada seria un gesto de mala educación.

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El heredero al trono, permaneció callado por varios segundos.

-Bueno, ya está hecho-dijo al final para sí mismo, respirando profundamente, y negando levemente con la cabeza. Volvió a pasarse los dedos por el cabello, para ordenarlo un poco- Pueden retirarse y esperar afuera de la habitación. Avisaré cuando termine. Muchas gracias.-dijo aún bastante avergonzado. Evitando mirar a los ojos a alguien en específico.

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Con una reverencia, Frizzy y Lauren se retiraron de la habitación del príncipe. Para esperar fuera de esta. Y cerraron la puerta detrás de ellas, dejando un pequeño espacio para así poder entrar después a recoger la bandeja.

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