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XXXII

𝐋𝐨𝐧𝐝𝐫𝐞𝐬, 1880 -𝐈𝐧𝐠𝐥𝐚𝐭𝐞𝐫𝐫𝐚, 𝐑𝐞𝐢𝐧𝐨 𝐔𝐧𝐢𝐝𝐨

Lauren suspiró para poder contarle la historia.

-Con detalles por favor-dijo Frizzy emocionada, sacudiendo los hombros con gracia.

-Hace 4 años, cuando tenía 17. Una mañana que tenía unas cuantas horas libres bastante temprano, no quería quedarme en la casa donde trabajaba, y fui a la biblioteca. Era muy temprano, y estaba casi vacía, y después de saludar al dueño,mi amigo, fui por los pasillos para leer algo. En uno de los estantes estaba Cumbres Borrascosas, era algo alto y salté para alcanzarlo. Mientras leía las primeras páginas sentí a alguien cerca, pero cuando levanté la cabeza esa persona se escondió detrás del estante y no alcancé a ver nada. Se me dio por preguntar quién era y por qué se había escondido. De repente me empezó a hablar del libro, evadió mi pregunta. Era un muchacho, no quería ser visto, y yo no quería faltarle el respeto no cumpliendo su pedido así que no rodeé el instante. La conversación que tuve fue de las más interesantes, nadie dijo su nombre, pero sí la edad, en ese entonces el muchacho tenía 20.

-Espera, Espera. Ya me estoy emocionando un momento. Deja me calmo-interrumpió Frizzy sin querer echándose aire con las manos al mismo tiempo que respiraba pesadamente-ya, ahora sí, sigue.

-Eventualmente el espacio de un libro se abrió, a penas pude ver su ojo. Pero cerré el espacio, el ambiente de misterio se arruinaría. A los 17, y en ese momento me sentía como en un libro, así que quise mantener esa tensión, después el muchacho tuvo que irse, yo me di la vuelta, cerré los ojos y esperé a escuchar que se fuera. Nunca supe quién era y terminé creyéndolo olvidado con el tiempo. En fin, solo había sido un encuentro extraño.

En ese momento, Frizzy se tapó la cara con la almohada, ahogando su fuerte grito de emoción en él. Asustando un poco a la tranquila aura de Lauren que decidió esperar a que se calme.

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-Lo siento, lo siento. Es que me emocioné horrible, ya me imagino. Osea ¿Era el príncipe?-preguntó sabiendo la respuesta, y quitándose la almohada del rostro aún con ganas de gritar.-¿Pero cómo él sí te reconoció si no se vieron?

-Como te dije, su majestad me vio y yo no, porque se escondió en el momento que yo levanté la mirada.

-Cierto-dijo la morena pegándose unos toquecitos en la frente.-Entonces, te habló ahora te dijo que te recordaba y todo eso. Y que era él con quien habías hablado hace años.

Lauren asintió.

Frizzy se sacudió en la cama por la emoción, volviendo a cubrir su rostro con la almohada para ahogar su grito, y una vez más Lauren esperó a que la morena se calme.

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Después de varios segundos, Frizzy se volvió a sentar.

-Osea, me estás diciendo, que hace 4 años hablaste con el príncipe sin saber que era el príncipe, te habló de vuelta a través de un estante, sin saber nada del otro, él te vio pero tú no, fue una gran conversación y que ahora años después, Thomas Sangster el príncipe de Inglaterra se acuerda de ti y que le valió un pepino la Condesa de Irlanda por ir a hablar contigo y decir que era él con quien habías vivido la conversación de la biblioteca.-dijo Frizzy, contando las cosas a su manera-Esa es la cosa más romántica del mundo.-dijo levantando las manos.

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-Ah, graciosa eres todavía. Ahora sí te da risa pero después todo el día andas con cara de que has olido caca-dijo Frizzy alterada, con intenciones de literalmente tomar la lámpara como había dicho, conteniéndose y tomándo su almohada en vez tirándosela a Lauren directo en la cara.-Pero es que Dios santo contigo. Tienes literalmente la posibilidad, digo posibilidad solo para dar el beneficio de la duda, de que tengas al príncipe de Inglaterra pensando en ti en estos momentos. Te aceptaría tu tranquilidad si fuera cualquier persona pero es el príncipe. Dime, y puede que me altere más con esto ¿Te ha preguntado el nombre?

Lauren asintió con serenidad ya neutra de nuevo. Colocando la almohada que le habían tirado a un lado.

Frizzy volvió a llevarse las manos a las sienes.-¿Y qué le has dicho?-se pasó las manos por la cara.

-Pues, mi nombre-respondió Lauren con un tono demasiado obvio.

A Frizzy le entró el impulso de tirarle más almohadas, pero como la cama tenía una sola y ya la había tirado, tuvo que contenerse. Además, se dio cuenta que la respuesta de Lauren estuvo bien.

La morena respiró pesadamente.

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-Frizzy, creo que ...

Lauren tomó la almohada de la muchacha y se la pasó. Frizzy se echó en su cama unos segundos, puso la almohada en su rostro y así ahogó el grito de frustración que estaba soltando.

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-Yo estoy más tranquila que tú, tienes razón, y es precisamente porque estoy viendo las cosas de una manera menos idealista. No sabemos cómo es la mente de otros, ni las razones específicas que guían su actuar.-habló Lauren con bastante serenidad.

-Cuando hablas en elegante me relajo. Gracias-dijo Frizzy volviendo a sentarse, y acomodando la almohada a un lado. -Pero, no sé, no te dijo algo halagador, no sé, que no te olvidaba, que estás bonita ¿o algo?

Lauren se encogió de hombros.

-Lo más cercano a lo que deseas como respuesta, es que halagó mi nombre.

-Bueno, tu nombre sí es bonito. Pero, mira, esto viene de una ilusión mía más que una suposición que me puedo hacer. ¿Este reencuentro no te causó algún tipo de emoción o conexión o algo extraño?

-Sorpresa-contestó Lauren frunciendo el ceño.

-¿Algo más que eso?-preguntó la morena esperanzada.

Lauren negó. Frizzy bufó

-Es que amiga, podemos estar ante la historia de amor más legendaria de la historia de Inglaterra. Dime, dime que el evento del estante no fue lo más intrigante y hasta romántico que has vivido. Tenías 17 es cierto, pero tú misma dijiste que te sentías como en un libro. Han pasado 4 años y a pesar de dejar todas las suposiciones de lado, cuanta gente hubiera querido ser tú. No sé todo es muy bonito, te recuerda, te habla, deja de lado a una mujer de la nobleza por hablar con alguien que vio una vez en su vida hace tiempo de quien ni sabe su nombre. ¿No te parece muy lindo como para ser cierto?-preguntaba, creándose alocadas y exageradas teorías.

-Ni siquiera ha pasado un día.

-¿y eso qué? Ro cómicamente alterada.

-¿Te das cuenta que estamos discutiendo por algo tonto?-dijo calmadamente, aunque aquello era más gracioso que en realidad una discusión propiamente dicha.

-Sí, sí. Tienes razón.
Frizzy se tranquilizó mucho, y se levantó de su cama para ir a abrazar a Lauren, como si hubiera olvidado que eso no le gustaba a Lauren.

La muchacha retrocedió en su cama instintivamente.

[•••]

-Ven, un abrazo de amistad y perdón por nuestra primera pelea de amigas.-se fue acercando a la cama de Lauren dando saltitos.

Lauren tomó su almohada apuntando a Frizzy dispuesta a usarla si se acercaba más. Y cuando se la tiró, la morena la esquivó y se siguió acercando.

[•••]

-Si me tocas, te muerdo.

Frizzy empezó a reírse pero no retrocedió.

-Ay, pero como le vas a decir que no a un abrazo de reconciliación. Ven déjate querer amiga.-dijo sentándose en la cama de Lauren, a su lado, y pasando sus brazos por los hombros de la muchacha para abrazarla propiamente. Tenía miedo de que en serio la muerda pero se arriesgó.

Lauren terminó cediendo, y al momento de recibir el abrazo no se retiró bruscamente. Se quedó ahí, sumamente quieta, tensa y sin poder corresponder en ningún sentido el gesto de la morena. Era un gesto de gran cariño, y a pesar de la conversación que habían tenido, que Lauren había considerado más cómica que como una discusión en sí, era una buena excusa para demostrar un acto simbólico de reconciliación.

De todos modos, no había nada que perdonar, Lauren no se había molestado. Había algo en Frizzy, que por más de haberla conocido hace poco le impedía poder enojarse con ella. Toda su divertida actitud, y jovialidad le recordaban bastante a Hope, por eso también, seguramente se le hacía muy difícil enojarse con su nueva amiga.

Era una buena muchacha, bastante exagerada tal vez, pero nadie era perfecto, los defectos son parte de las personas, y es lo que justifica su humanidad precisamente. Y así como Frizzy podía tener sus defectos, Lauren también tenía los suyos.

[•••]

La morena se separó segundos después.

-¿Ves? No fue tan malo-dijo, mientras permanecía sentada el lado de Lauren con una gran sonrisa.

El cuerpo de Lauren dejó de tensarse.

-Si vuelvo a exagerar así en algún momento con cualquier otra cosa, no dudes, no seas tan paciente y pégame con algo.

[•••]

-Anda duerme.-contestó Lauren, con algo de broma.

Después Frizzy se fue de nuevo a su cama mientras volvía a reírse. Volvió a meterse entre las sábanas.

Lauren apagó la lámpara de su mesa de noche, y la muchacha de la cama del frente imitó su acción con la suya.

Ambas se recostaron, Frizzy estirándose de bruces con las piernas y brazos extendidas en todas las direcciones. Y Lauren, mirando hacia el techo, relajada y con las manos descansando encima de su estómago.

Cerró los ojos, y esperó a caer dormida.

Su primer día trabajando en castillo había sido el más cansado y el más extraño que pudo imaginar.

Pero era un tipo de cansancio diferente. Solamente físico. Y a pesar de que aqullo pueda ser considerado como contundente, haciendo un tipo de comparación con lo horrible que había sido su vida antes de tal drástico giro, era un avance descomunal. Sentir al menos un tipo de paz era una sensación tan satisfactoria, que a pesar de que el contexto de una amenaza que jamás se iría permanezca intachable, la sensación parcial de una añorada libertad era un anhelo que se cumplía en su vida.

Generalmente, y como ha de pasarle a cualquiera, en la noche solía pensar varias cosas. Sobre ella misma, sobre su vida, su suerte, su destino. Ese destino que asumió como el único, al que se resignó por tanto tiempo, suerte que asumió y que sufrió por tantos años. Estaba lejos de eso, y así quería quedarse.

No iba a permitir que esa nueva sensación de paz y tranquilidad, aunque sea parcial, pueda verse afectada en ningún ámbito. Su silencio seguía siendo el arma fundamental en eso. Estar libre del abuso y maltrato de sus antiguas patronas no significaba haberse desligado de su secreto ni la horrible amenaza que rodeaba al mismo. A la gente adinerada no se las vence así solamente, y pensar que Lauren ya las había derrotado era totalmente erróneo.

Había triunfado en una parte, eso sí, pero ni siquiera lo había hecho ella, sino que lo hicieron por ella. Sola, no tenía ni chance de hacer algo al respecto. El agradecimiento que guardaría durante lo que quedaba de su vida no iba a borrarse nunca. Y como parte de todo ese sentimiento también, no podía arruinarlo todo al asimilar su total y completo desprendimiento de una casa la cual era profesional en mantener las apariencias.

Lauren estaba haciéndoles un favor a las Dhollen al mismo tiempo que guardaba silencio por seguir protegiendo su vida, que consideraba sagrada a pesar de haber tenido miles de razones en el pasado para no seguir intentándolo.

Sabía mentir, sabía guardar silencio, ocultar las cosas. Había gente tan importante en su vida, que apreciaba con tanta fuerza, que las Dhollen no dudarían en pisotear si Lauren hacía algo. No podía hacer o permitir que a pesar de cualquier arranque o desesperación alguien más sufra por una serie de eventos trágicos y secretos oscuros de una familia tenebrosa.

Había conocido a Frizzy hace tan poco, y ya había empatizado tanto con ella, que juró que la muchacha también entró a todo ese grupo, al que le iba a esconder todo con tal de impedir que las Dhollen les hagan daño.

Su silencio importaba demasiado, muchísimo, más aún ahora que ya no estaba en esa casa.

Era más que seguro, que a pesar de la por fin lejanía de las Dhollen. Tenían vigilada a Lauren más que nunca. Los contactos en palacio y de la nobleza de las mujeres, todo el dinero que manejaban, el poder y la reputación lo podían todo. Incluso matar a Lauren cuando todo pareciera haber mejorado para ella, incluso estando lejos y fuera de esa inmunda casa.

No les iba a dar el gusto. No iba a morir a los 21

[•••]

Su sueño se vio parcialmente en vigilia, debido a lo que había estado pensando tranquilamente mirando al techo.

Todavía le era muy difícil asimilar todo lo de los últimos dos días. El hecho de estar totalmente ocupada la mayoría de las horas le quitaba el tiempo para poder procesar todo, ya que para poder hacer un trabajo efectivo tenía que concentrarse en el tipo de tarea que le estaban dando.

Era un giro bastante drástico, dejar de dormir en un ático, irónicamente de una casa lujosa, para dormir dentro del palacio, en una torre, con una compañera. El evento que había vivido justo antes, fue también algo que a pesar de ya haber salido del fuerte período de disociación que había tenido, servía mucho como factor de recuerdo en torno a causa o acumulación de causas y consecuencias.

El hecho de que los golpes que le dieron, y la viva quema de sus textos, había sido la última maldad directa y sobre todo física que las Dhollen habían tenido con ella. Y había de quedar así.

Su espalda estaría hecha un desastre de por vida, y sus libros no volverían de las cenizas jamás, eso nadie lo iba a poder cambiar.

Parte de haber podido salir de la disociación, era aceptar eso. Recordarlo, con perturbación, pena, pero asimilar el hecho de que había pasado y que no había milagro en la tierra que borre el hecho ni el recuerdo.

El escape del ambiente de maltrato, era tan significativo en su vida, que el agradecimiento para con el estimado anciano que la sacó de ahí, era inmenso. Tenía que hacerse un tiempo, para poder escribirle una carta a él y a todos sus amigos en la ciudad. Era lo mínimo que podía hacer a manera de eterna gratitud.

Durante un momento también pensó en que si haber conocido a Frizzy era algún tipo de compensación a todo lo que había ocurrido.

[•••]

Coincidentemente, y mientras sus párpados se cerraban a medida que seguía procesando y asimilando cosas recostada en la cómoda cama, un peculiar ronquido sonó en la habitación volviendo a su mente a estar en vigilia del sueño.

Giró la cabeza a un costado en la oscuridad sabiendo obviamente a quien le había de pertenecer el ronquido. No dijo nada, Frizzy estaba demasiado cansada, no iba a despertarla solamente porque su cuerpo estaba emitiendo un sonido que absolutamente a cualquiera e incluso a ella podía pasarle. La morena estaba profundamente dormida.

Frizzy roncó más fuerte, Lauren volvió a dirigir su mirada al techo, y simplemente ignoró el hecho del sonido.

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