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XXX

𝐋𝐨𝐧𝐝𝐫𝐞𝐬, 1880—𝐈𝐧𝐠𝐥𝐚𝐭𝐞𝐫𝐫𝐚, 𝐑𝐞𝐢𝐧𝐨 𝐔𝐧𝐢𝐝𝐨

     —Es que eso es extraño, osea sí entiendo porque es lo más lógico, pero al mismo tiempo algo no cuadra, porque con quién sería la persona con la que te confunde. No sé cómo estás tan tranquila ¿No se te hacen teorías conspirativas en la cabeza? Osea sé que eso sería loco, pero no sé siempre hay algo que como que te lo dice y empiezas a sospechar cosas tontas y descabelladas ¿no te pasa?—susurraba Frizzy.

     —No—respondió Lauren—tengo dudas, sí, y se me hace raro. Pero no gano nada pensando en eso. Cuando lo más seguro es  que solamente sea una confusión.

     Frizzy frunció los labios, pensando en lo que la muchacha había respondido.

     —Igual siento que estás muy tranquila. A pesar de que todo sea una confusión ¿No te da cosa? Osea, es el príncipe, y a pesar de que sea un malentendido, o lo que sea. Te está mirando.

     Lauren torció la boca en una mueca y dejó de tratar de sacar el sonido del hueso de su dedo durante un segundo. Sí le hacía algo incómodo, porque que la estén mirando no era necesariamente algo que le agrade. Pensó en algo para poder contestar a la muchacha a su costado, que luchaba para no romper la formación en la que estaba.

[•••]

     —Ay, ay—susurró Frizzy nerviosa, confundiendo a Lauren.—Está viniendo, está viniendo, está viniendo.—Los nervios en su voz se multiplicaron.

[•••]

     Durante el descanso, el príncipe decidió interrumpir la conversación que la Condesa entablaba con él. Aprovechando el tiempo que había entre pieza y pieza.

     Aún sin mirar en dirección a la sala, Lauren no se inmutó mucho por la declaración de Frizzy pero sí sintió una sensación extraña por su espina dorsal.

     Caminando a un ritmo algo apresurado, el príncipe llegó delante de la formación de sirvientes, los cuales se agacharon en una reverencia ante su majestad, pensando que había de necesitar algo.

     Con un gesto, el hijo del Rey indicó que todos podían levantarse, y también mirarlo si querían. Pero específicamente volvió a dirigirse a Lauren, parándose delante de ella.

     —Disculpe, creo que mi trato hacia usted momentos atrás no había sido el más adecuado, porque no demostré el respeto adecuado al tratarla de "tú" en vez de "usted" y porque estoy seguro que la he confundido en sobremanera, y esperando que pueda perdonar mi actitud atolondrada y nerviosa. Me gustaría poder hablar con usted, invitarla a hacerlo mientras éste intermedio entre piezas musicales lo permita.

[•••]

     En aquel momento, Lauren sintió a toda la formación de sirvientes mirándola, y se incomodó mucho con eso. Tenía que obedecer al príncipe a pesar de que educadamente él pedía su consentimiento, rechazar una invitación de ese tipo podía ser considerado como algo sumamente irrespetuoso, y hasta ofensivo. Pero aún así  toda la situación seguía siendo una de las cosas más extrañas que le había pasado.

     Accedió con un gesto cordial en la cabeza. Y el príncipe la invitó a salir de la formación, para que lo acompañe a uno de los pasillos, para poder hablar mejor.

     La muchacha salió de la fila, para poder seguir al príncipe, que para sorpresa suya, no decidió caminar delante de ella, sino a su lado, respetando una distancia prudente.

     Ambos llegaron a un pasillo cercano al gran salón, que estaba entre el mismo y que era justamente el que llevaba al gran comedor.

     Ya era de noche, pero las luces de castillo iluminaban la estructura de una manera elegante, a pesar de eso, e los pasillos dicha luz era un poco más tenue.

[•••]

     Pararon en la primera parte de un pasillo, justo en la parte donde había una pintura colgada, de un ramo de flores.

     El hijo del Rey aclaró su garganta, mientras una vez más ambos volvían a quedar frente a frente.

     —Bueno, sé que esto ha de ser una de las cosas más extrañas para usted, lo entiendo perfectamente y estoy muy consciente de que he sido yo el causante de todo aquel desconcierto. No di ninguna explicación y he dejado una situación sin ninguna respuesta aparente—habló educadamente.

     Su voz para ese momento se escuchaba algo diferente, más normal. Más familiar.

     —Y ahora que he dejado pasar los minutos, para poder organizar mis ideas y así poder dar la explicación que usted merece por mis palabras y actitud. Me gustaría reiterar mis disculpas por la incomodidad y extrañeza que he provocado.

     Lauren por respeto, a pesar de que lo tenía permitido, no lo miraba. Mantenía su mirada baja, y seguía de lo más confundida posible, pero a medida que fue escuchando las palabras del joven, empezó a entender que sí había una explicación ante la rara situación, que según lo que ella creía serían algún tipo de disculpas por haberla confundido con alguien más sin querer.  Lo cual era bastante entendible, ya que mucha gente sin tener relación, se parece con otra. Y saber que recibiría la explicación al respecto le parecía un acto muy noble de parte del príncipe y aliviaba sus dudas, que creía serían confirmadas al momento que el joven diga que la confundido con alguien más.

[•••]

     —Usted no lo sabe y no lo supo en ese entonces, pero nos conocimos en persona hace tiempo. Por eso yo la he recordado, olvidando que usted no hacía lo mismo conmigo—habló el príncipe.

      Y todo lo que Lauren estaba pensando que pasaría volvió a entrar en desconcierto total. Al parecer eso se notó un poco en la expresión de su rostro. Ya que el príncipe se apresuró en organizar sus ideas para volver a hablar.

     —Paso a explicarme, desde mi punto de vista claro.—dijo y respiró—Hace 4 años, una mañana en particular, estaba pasándola terriblemente, y salí de aquí bastante enojado por un asunto que tuve con mi madre. Me mandaron a buscar, porque técnicamente me fui sin más, sin protección y sin guardias. Pero yo estaba ofuscado, no encontré mejor opción que correr, y eventualmente cuando me cansé de hacerlo hice todo lo posible para escabullirme por lugares sin que nadie me reconozca. Así es como terminé en la biblioteca nacional, que a esa hora en la mañana estaba casi vacía. El dueño, Vladimir, se sorprendió demasiado al verme, pero yo le pedí que no diga nada. Que me esconda, porque no me sentía bien como para volver a palacio en esos momentos. Sé que lo estresé, pero le dije que si los guardias entraban, y me buscaban iba a salir por la puerta trasera para que no le digan nada a él por esconderme. A pesar de eso, estar en la biblioteca como escondite temporal era bueno.—hizo una pausa—La biblioteca estaba en silencio, casi vacía. Eso ayudaba mucho porque nadie me vería, me adentré en la biblioteca, pasé por varios pasillos separados por los inmensos estantes, y en uno de ellos la vi a usted, saltando para alcanzar un libro, y lo logró. A la distancia pude ver que era el de Cumbres Borrascosas, me pregunté como es que una persona que suponía casi de mi edad estaba leyendo desde tan temprano, y disculpándome por la osadía pasada, me quedé mirándola por curiosidad. Estábamos casi cerca, yo estaba justamente detrás del estante de donde usted estaba, pero usted no me veía, estaba concentrada en ver las primeras páginas del libro. En un momento sentí que iba a hacerlo, porque levantó su cabeza. Entonces me escondí mejor detrás del estante del pasillo. Lo que hizo que de alguna manera quedemos frente a frente, pero sin vernos, separados por todo un gran estante de libros. Y así entonces usted me habló, preguntando quién era y por qué me escondía, no supe que responderle porque tenía miedo de que si usted me veía se asuste, y así de alguna manera alguien se entere que me estaban ayudando a esconderme ahí. Entonces para evadir su pregunta empecé a hablarle sobre el libro, diciendo que era una muy buena lectura, y la única novela que tenía Emily Brontë que la había escrito bajo el seudónimo de Ellis Bell en 1847. Entonces usted continuó la conversación, a través del estante. Sin saber quién yo era. Conversar con usted hizo un gran favor, hizo mi mente calmarse de la ofuscación pasada, y me ayudó a estar más tranquilo, me sorprendió su inteligencia. Le pregunté su edad, me dijo que tenía 17, yo entonces dije que tenía 20, usted tuvo la curiosidad de preguntar mi nombre, y yo no quise decirlo, a pesar de lo común que es mi nombre, entonces usted me dijo que tampoco me diría el suyo. Me reí, y agregué que el misterio le daba un toque al encuentro. Hablar a través de un estante me hizo sentir seguro de alguna manera, porque usted, la persona que estaba al otro lado no me había visto, y no tenía idea de quién era yo, dándome la oportunidad de poder hablar con alguien sin que me esté tratando como si fuese lo máximo, agachándose, o mirando hacia abajo. Yo si la había visto a usted, pero usted no a mi y eso por otro lado era de una manera injusto, pero yo tenía mucho miedo a mostrar quien era. Después de eso, algo que me tranquilizó fue ver que usted no quiso rodear el estante para ver quién era, porque al parecer, el misterio de hablar con alguien que no podía ver era algo interesante. De todas maneras, yo moví un libro, provocando un espacio libre, que usted cerró inmediatamente con el mismo, repitiendo lo que había dicho yo antes. De que el misterio  le daba el toque al encuentro, y volví a reír. Por alguna razón, la conversación fue tan útil que hizo que ese enojo con el que venía se pase, y que quiera volver por voluntad propia al castillo antes de que sigan buscándome o antes de que me encuentren y meter al buen Vladimir en problemas por mi culpa. Muy a mi pesar, me despedí de usted sabiendo que ese sería un encuentro único, me fui por el otro lado, evitando a toda costa que se me pueda ver, para que luego ya alejado voltee a verla disimuladamente, dándome cuenta que usted cerró los ojos y se dio la vuelta para respetar la petición de que no quería ser visto. Me alejé más y me fui definitivamente, supongo que al escuchar que había salido, usted pudo abrir los ojos y seguir con lo que estaba haciendo. Que para usted fue un encuentro extraño con un desconocido, que al final terminó olvidando. Pero yo no lo hice, no olvidé  el encuentro ni la olvidé a usted, porque fue algo demasiado importante que apareció de una manera casual en un mal momento de mi vida. Pero al mismo tiempo creí que nunca la volvería a ver, y que si por casualidad lo hacía usted nunca sabría que era yo con quien había entablado tan repentina y misteriosa conversación a través de un estante. Y por alguna razón ambas cosas han pasado, cuatro años más tarde.

[•••]

     Toda la historia desbloqueó aquel recuerdo de la mente de Lauren, que se sorprendió mucho al enterarse de la noticia. Levantando ambas cejas y abriendo un poco la boca. Eso era algo que no se vio venir, pero que al ser explicado dotaba de gran sentido.

     La escena vino a su mente, precisamente como había pasado. Recordó ese momento de hace 4 años, para ella no había sido la gran cosa aquella vez, pero sí había sido algo intrigante, que terminó ignorando y creyendo olvidado con el pasar de los años.

     Otra hubiera sido la historia si hubiese sabido que en realidad en esos momentos había hablado con el mismo príncipe de Inglaterra. Que maravillosa sorpresa había sido esa.

     En realidad, el príncipe no la había confundido con nadie, porque todo lo que había dicho había pasado, solo que ella jamás supo que era él de quien se trataba.

     Todo por fin ya tenía una explicación, y tomaba mucho más sentido.

[•••]

     Tenía 17 en ese entonces, y aquel encuentro misterioso se le hizo bastante intrigante. Pero terminó dejándolo atrás eventualmente, porque había sido algo totalmente casual, y porque al fin y al cabo su vida seguía siendo la misma.

     Pero el recuerdo ahora se había desbloqueado, recordaba que esa era de las milagrosas mañanas en las que tenía tiempo libre durante unas horas, que aprovechó para estar en la biblioteca desde muy temprano. Se recordaba a sí misma saltando para alcanzar el libro del estante, lográndolo después de un par de intentos, para luego leer las primeras páginas y sintiendo a alguien cerca. Que estaba extrañada y levantó la mirada para corroborarlo. Siendo cierto, pero escuchando cómo esa persona a quien no había visto se escondía detrás del estante. Eso despertó curiosidad dentro de ella, porque no entendía por qué esa persona se había escondido, no sabía si era varón o mujer, niño o anciano. Preguntó directamente a la persona cuál era la razón de esconderse, y quien era. Entonces la voz a través del estante empezó a hablar sobre Cumbres Borrascosas, el libro que estaba sosteniendo, evadiendo la pregunta de Lauren, haciéndola notar que era un muchacho el que le hablaba.   A pesar de que evadieron su pregunta, el nuevo giro de la conversación fue extrañamente amena. El misterio de hablar con alguien que  no veía y muy bien podía atreverse a ver rodeando el estante, era emocionante. Por eso no rodeó el pasillo para ver a aquella persona.

     La idea de a penas saber la edad que tenía la persona a través del estante. Y como ella por voluntad quiso mantener aquel misterio volviendo a cerrar el espacio que aquella persona había abierto moviendo un libro, hicieron ese momento único, que se hubiera arruinado si Lauren se enteraba con quien estaba hablando.

     El príncipe tenía razón, si ella lo hubiese sabido, otra hubiera sido aquella historia.

     Recordó también la despedida, como ella decidió darse la vuelta y cerrar los ojos  para no caer en la tentación de espiar quien era, y mantener la emoción del misterio.

     No entendía cómo es que ese recuerdo había permanecido bloqueado en ella, porque también había significado bastante en su vida. Porque la hizo profundizar acerca de la reflexión de que no era nada necesario tener que ver a alguien para poder encontrar una gran simpatía, y porque la había distraído de un evento muy feo que había tenido con las Dhollen el día anterior a ese.

[•••]

     Era una de las noticias más sorprendentes y bonitas que había recibido. Desbloqueando un recuerdo que le causaba muy buenas memorias y la traía nuevamente esa gran sensación de simpatía que había sentido hace 4 años.

     Qué persona más agradable era el príncipe, en ese entonces que amable había sido con ella, y ahora que educado se estaba portando con ella, a pesar de ser súbdito más del reino.

[•••]

     Hizo una reverencia con bastante agradecimiento, por la explicación y grata sorpresa que había tenido el honor de recibir.

    —Es para mí una gran noticia, no tenía idea su majestad, pero claro que lo recuerdo—dijo sincera y respetuosamente, levantándose y mirándolo unos segundos antes de volver a mirar hacia abajo como gesto voluntario de respeto.

     El príncipe sonrió ampliamente y suspiró.

     —Me alegra mucho que lo recuerde. Por un momento pensé que no iba a hacerlo, por lo terriblemente confundida que parecía. Me alegra también que mi explicación haya sido lo suficientemente útil para poder comentar mi inquietud ante su presencia. Aquella vez eso fue algo que personalmente atesoré bastante y es un gran honor para mí que usted pueda compartir la misma opinión.—hizo una pausa, colocando sus manos detrás de su espalda— Pero cambiando de tema un poco, y ahora que tengo la oportunidad de poder preguntar antes de que termine el descanso entre piezas, me gustaría saber cuál es el nombre de tan hermosa señorita.

     —Lauren, Lauren Harris—contestó.

     —Lauren—repitió el hijo del Rey—que bonito nombre.—halagó—Sea bienvenida a palacio, con toda la amabilidad posible, no tenía idea de que trabajaba como sirvienta, pero estoy que la selección de mi padre ha sido excelente. No hay margen de error y estoy seguro de que su trabajo es impecable como todos los demás sirvientes del castillo. Y si no le molesta mi intromisión ¿Hace cuánto llegó?

     —A penas ayer su majestad—respondió  Lauren.

     El joven levantó ambas cejas en sorpresa.

     —En ese caso que la bienvenida sea más cordial aún, espero que hasta el momento no haya ocurrido ningún inconveniente. Que este su primer día de trabajo se lo esté pasando de la manera más grata posible a pesar de todo el ajetreo y el trabajo que pudo haber causado mi anticipada llegada y el retraso de la carta. Espero también que pueda haber alguna otra oportunidad donde podamos hablar de diversas lecturas que estoy seguro podemos tener en común, por lo inteligente que recuerdo que es y sigue siendo. Es aún bastante abrumador para mí, un encuentro tan casual y afortunado, pero es de las mejores sorpresas que he tenido el día de mi llegada. De todo corazón espero que su trabajo en palacio sea duradero y extenso.

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