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XXVIII

𝐋𝐨𝐧𝐝𝐫𝐞𝐬, 1880—𝐈𝐧𝐠𝐥𝐚𝐭𝐞𝐫𝐫𝐚, 𝐑𝐞𝐢𝐧𝐨 𝐔𝐧𝐢𝐝𝐨

     Se quedaron esperando, a las indicaciones de Karoma, aún perfectamente perfectamente formados en las filas.

     El carruaje del príncipe se fue, junto a otro par de guardias. Para dejar el vehículo donde correspondía y llevar a los caballos a descansar al establo del castillo.

     Después de varios minutos esperando. Karoma dio la indicación. Las dos filas volvieron a juntarse, a girar mirando hacia la puerta, y a entrar de la manera más ordenada posible.

     Cruzaron el ambiente de recibimiento, regresando a la sala principal, para volver a dividirse en las letras filas de las que habían provenido. Lauren y Frizzy volvieron a la filas lideradas por Octavia, ubicándose en la de mujeres para volver hacia la cocina.

     El ajetreo por todo el castillo volvió a sentirse, el grupo de la cocina volvió a bajar a la misma a un paso sumamente apresurado. La llegada del príncipe solo le daba apertura a las cosas que iban a empezar a pasar, porque a las 9 era el desayuno, y ya faltaba poco para eso.

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     Regresaron a los interiores de la cocina lo más rápido posible, procurando no romper el orden a pesar de todo eso.

     Lauren, Frizzy y aquella empleada que las acompañaba antes de salir al recibimiento, volvieron a continuar con la tarea que estaban haciendo. Avanzando con todas las copas que debían estar listas para el baile de bienvenida.

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     El ambiente de la cocina, de alguna manera estaba mucho más alborotado que desde antes de la llegada del príncipe. Sobretodo para todas las cocineras y la pobre Octavia. La hora parecía perseguirlas y tensar su trabajo, el cual habían tenido que modificar a último momento y en a penas unas cuantas horas.

     Ahora, no suficiente con haberse estresado a las 7:45, ahora su gran preocupación eran las 9, y después de las 9 las 12, después de las doce la 1, después de la una las 6, la hora del baile. Por eso, era inmensamente comprensible que Octavia esté sumamente estresada todo el tiempo, que ese sentimiento la haya demacrado haciéndola parecer mucho mayor de lo que ya era.

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     Avanzaron una gran parte de las copas durante la hora que quedaba hasta entes del desayuno. Y a la medida que aquellos minutos fueron pasando, un ambiente de ansiedad inundaba cada rincón de la cocina.

     Octavia a la distancia desde el otro lado de la cocina hizo una seña con el brazo, ya que en menos de lo que se había sentido, ya eran casi las 9 de la mañana, hora del desayuno. Y ambas junto a otro grupo tenían que llevarlo.

     La sirvienta que las a acompañaba en limpiar las copas, solo les dijo que vayan, que ella iba a ir avanzando.

     Otro grupo, servía el desayuno en varios platos y bandejas. La familia Real se alimentaba excelentemente, las cocineras acomodaban toda la comida en los diferentes platos, bandejas y canastas correspondientes para que el otro grupo lo lleve hacia arriba al gran comedor.

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     —¿Por qué todo pasa tan rápido?—se quejó Frizzy, mientras nuevamente la ansiedad que había logrado calmar un poco le atravesaba el pecho nuevamente.

     Ella y Lauren se acomodaron junto al grupo en el que les indicaron, poniéndose en fila nuevamente, para poder llevar aquello que les entreguen para hacerlo.

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     Generalmente el desayuno se servía a la cama, pero con el motivo de la llegada del príncipe se llevaría al gran comedor. Donde no solamente estaría la familia real, sino también el consejero del rey, y el consejero del príncipe, así como la dama de la princesa y la dama de la reina.

     El desayuno, comparado con lo terriblemente atolondrado del día, era relativamente lo más tranquilo, porque luego venía la hora del té, y después el banquete.

     Para el momento del desayuno y servirlo en el comedor, había dos filas de mínimo diez sirvientas y diez mayordomos. Llevando panecillos, tartaletas de fruta, tostadas, caviar,y miles de exquisiteces, para los paladares más finos.

     A Lauren le tocó llevar una gran canasta con panecillos salados, rellenos de queso y aromatizados con orégano. A Frizzy que estaba detrás de ella, le tocó llevar los dos pequeños pocillos de caviar.

     Otro pequeño grupo, subió ordenadamente en dos filas para poder colocar los cubiertos en la mesa del gran comedor.

     Octavia indicó que cuando ellos bajen, el grupo en el que estaban ellas recién subía.

     Pasaron a penas segundos, el grupo de los cubiertos bajo nuevamente a la cocina, y las dos filas con la comida empezaron a subir.

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     Ordenadamente, e incluso coordinando el ritmo de los pasos, y el pie con el que se caminaba, las dos filas subieron las escaleras poco a poco y con mucho cuidado debido a que estaban llevando la comida que sería servida al mismo Rey.

     Obviamente, a la hora de servirlo debían agachar la mirada, por respeto. No sé miraba a los ojos a ningún miembro de la realeza. Dejar la comida, esperar a que todos los sirvientes lo hagan, para poder volver a formar las dos filas, y retirarse en el mismo perfecto orden en el que habían entrado.

     Subieron, y salieron al comedor principal, por los nervios casi todos aguantaron el aire.

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     La mesa del ambiente, era larga e inmensa, elegante, preciosamente decorada con un mantel de tela fina, y sillas de madera con pequeños colchones rojos incorporados y decoraciones de oro.

     En la cabeza de la mesa, estaba sentado el Rey, elegante, imponente. A su derecha, su consejero. A su izquierda la Reina, cuya presencia fue de las más increíbles jamás vistas, a pesar de estar solamente sentada al lado de su esposo.

     Al lado del consejero del Rey el príncipe, que ya se había quitado la gabardina y permanecía con aquella camisa blanca de encajes y el chaleco de tema con botones ceñido al cuerpo. Al lado del príncipe, su respectivo consejero consejero también.

     Al lado de la Reina, su dama. Al lado de la dama de la Reina, la princesa, cuya belleza y como la gente la había descrito parecía poco con como era en realidad, siendo acreedora de la más fina y dulce de las gracias. Y por último, al lado de la princesa su respectiva dama.

     Las ocho personas, no llegaban ni a ocupar la cuarta parte de la gran mesa del comedor. Pero el poder de la presencia que transmitían era capaz de llenar el castillo entero.

     Los vestidos de la Reina y la princesa, los trajes del Rey y del príncipe, ninguno usaba sus tiaras, o coronas, debido a que esas solo se usaban para eventos ceremoniales. Pero a pesar de eso, la sangre Real de su legado, podía notarse a gran distancia.

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     Al llegar al comedor todos bajaron la cabeza, y en orden fueron a colocar cada platillo que tenían entre las manos.

     En la mesa, el Rey se dirigía a su hijo, así como su madre. Su hermana estaba callada, sentada de manera agraciada y totalmente erguida.

     Los sirvientes colocaron toda la comida, la tetera con el té caliente, fue servida en las bellas tazas de porcelana que cada integrante de la realeza. Las tartaletas, tostadas.

     Al ser solo una canasta de panecillos salados, Lauren tuvo que colocarla al medio de la mesa, evitando todo contacto visual, la cabeza agachada y el mayor respeto y admiración posible.

     Frizzy colocó los dos pocillos de caviar, separados del otro, cerca a cada grupo de cuatro. Para que esté al alcance fácil.

     Poco a poco terminaron de colocar toda la comida del abundante desayuno. Algunos sirvientes ya estaban empezando a formar para poder volver a la cocina.

     Eventualmente, tanto Frizzy como Lauren volvieron a formar en las filas, esta vez Lauren detrás de Frizzy, que por alguna razón parecía estar extrañada por algo.

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     Todos los sirvientes al terminar con su tarea, volver a formar organizadamente, y bajar la cabeza, pudieron retirarse.

     Bajaron las escaleras, para poder regresar a la cocina a un paso un tanto más apurado. Llegaron al ambiente, y Octavia les preguntó a los primeros de la fila, como había ido todo, soltando un poco más de aire al escuchar que todo había resultado como lo esperado, a pesar de todo el ajetreo que había sucedido.

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     El desayuno solo desencadenó la serie de eventos y ajetreo más terrible para la pobre jefa de la cocina. Que corría por toda la cocina, a veces gritaba, se pasaba las manos por el rostro, respiraba, se tocaba la espalda baja y volvía a lo mismo.

     Las tres horas para la hora del té pasaron más rápido de lo imaginado. Un grupo específico de sirvientas llevaron té y galletas a los aposentos de cada miembro de la realeza.

     Encontraron a penas unos minutos de descanso entre horas. Habían panecillos, y todos los sirvientes que lo deseaban pudieron comer algo, mientras otro grupo a parte llegaba, los que eran de jardinería, cuya hora de comer había llegado. La cocina estuvo bastante llena durante esos cortos minutos, que Frizzy aprovechó para llevarse otro panecillo a escondidas.

     Después de eso, y de que los de jardinería se fueron, los minutos de descanso pasaron al olvido. Y todos volvieron a las tareas que se les estaba asignando.

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     Pasaron las horas, una exactamente  y la era hora del banquete, y para suerte de todos fue excelente, salió como Octavia lo había esperado, haciendo que toda su ansiedad y estrés se alguna manera valgan la pena.

     Tanto Lauren como Frizzy volvieron al grupo de servicio para el banquete, pero debido a que la comida era muchísimo más abundante que en el desayuno, las hicieron cargar más de dos cosas.

     Y una vez más al terminar, y regresar a la cocina repitiendo todo el orden del desayuno. Frizzy nuevamente parecía bastante extrañada por algo.

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     La vida de las dos muchachas se redujo  limpiar copas, una por una hasta terminarlas antes de las 6 de la tarde. La hora del baile.

     Increíblemente Frizzy se mantuvo en silencio, porque estaba muy concentrada, de tanto en tanto mirando la hora.

     Lauren se mantenía concentrada igualmente limpiando las copas. La mano izquierda se le adormeció un poco. Y sacudió la mano, haciendo que por quien sabe que vez en el día los huesos de sus manos  suenen en un coro, y que la morena se estremezca por el sonido.

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     El atardecer se asomó y con una Octavia estresada a los cabellos que indicaba que ya eran las 5:50. Todos tuvieron que prepararse una vez más.

     Posiblemente por el tan tenso ambiente, el tiempo parecía ser tan corto que nadie era muy consciente de las acciones específicas que realizaba.

     A Frizzy le encargaron una gran bandeja de bocaditos, y a Lauren para su mala suerte una gran bandeja con varias de las copas que había limpiado, con el vino más costoso y fino alguna vez servido.

     Volvieron a formar en filas, ordenadas dándose cuenta que debido a la magnitud del evento, muchos más sirvientes se habían unido a las mismas. 

     Les dejaron bien en claro que lleven todo con una mano la mayor cantidad de tiempo posible, la cabeza gacha si se trataba de la familia Real. La postura, el servicio, la adoración y el respeto.

     Para eso, ya eran un poco más de las 6, y con la gran puntualidad de todos los invitados, más de la mayoría ya estaba ahí, indicando que era el momento justo para empezar a servirlos como debía ser.

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     Lo rápido que pasaban aquellas horas, pareciendo instantes, no dejaban pensar.

    En aquel perfecto e inquebrantable orden, las dos largas e interminables filas de sirvientes salieron de la cocina. Esta vez rumbo a la gran sala principal.

    Lauren pudo escuchar la respiración nerviosa de Frizzy, que la terminó contagiando.

    Todo pasaba demasiado rápido, y a pesar de lo abrumador del hecho, la única opción que tenían los sirvientes era asumir el hecho y cumplir sus obligaciones como los mismos.

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    La inmensa sala estaba casi con la mayoría de invitados como se había pensado que sería.

    Condes, Marqueses, sus esposas. Nobles de la más alta alcurnia. Lauren tuvo la esperanza de ver a Vladimir Gees o a Gerard Minsky por ahí, ya que podía presentir que habían sido invitados.

    Lamentablemente, recordó también que la gran humildad de los dos hombres, hacía que no vayan a ese tipo de eventos. Esa leve esperanza que tenía de verlos, se fue tan rápido como vino.

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     Las dos filas tuvieron que esparcirse de manera ordenada, para poder ofrecer el servicio que se les había asignado.

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     Frizzy y Lauren se separaron, pero no estuvieron muy lejos de la otra. Hasta que desde una parte del inmenso salón apareció el Gran Duque y su hijo, a quienes Frizzy se acercó con un gran entusiasmo, evitando dar saltitos y con la más grande de las sonrisas. Los dos nobles tomaron los bocaditos de la bandeja de la morena.

     Lauren no quiso interrumpir, ni ofreciendo el vino de las copas de la gran bandeja que traía, debido a que la amena conversación no debía cortar su rumbo.

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     Caminó por la gran sala, ofreciendo las copas a cada noble que la deseaba.

     Era el primer baile de bienvenida que veía en su vida, el más precioso, y eso que el baile propiamente dicho aún no empezaba oficialmente.

     Con cada copa de vino que algún invitado levantaba de la bandeja,  el peso para el brazo disminuía, provocando un gran alivio.

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     La familia Real estaba dispersa, el Rey conversando con varios nobles, los Condes. La Reina caminando elegantemente y deslumbrando con el nuevo vestido que se había puesto. Y la princesa, estaba con su dama casi a un rincón, hablando con ella amablemente. Su belleza era encapsulante y el vestido con el que se había cambiado podía opacar totalmente al de su madre.

     El príncipe había de estar por algún lado, atacado por reverencias, bienvenidas con gran adoración, alabanzas y con mucha gente a su alrededor.

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    Sirviendo dos copas para el Conde de Bradford y su esposa, solamente quedó una copa en la gran bandeja.

     Aquello era un gran alivio, debido a que comparado con el peso de antes, aquello no era nada.

     Mientras acomodaba mejor la bandeja para no desequilibrar la única copa ahí. Alguien se posicionó detrás de ella

     —Hola. —dijo alguien, un muchacho.

     Lauren volteó, pensando que por el trato que daba la palabra, había de ser algún mayordomo que necesitaba hablar con ella.

     Se equivocó con eso, porque mientras giraba, aquel muchacho tomó la última copa de vino de la gran bandeja.

     El príncipe de Inglaterra le había hablado, y estaba parado en frente de ella.

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