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XXIV

𝐋𝐨𝐧𝐝𝐫𝐞𝐬, 1880— 𝐈𝐧𝐠𝐥𝐚𝐭𝐞𝐫𝐫𝐚, 𝐑𝐞𝐢𝐧𝐨 𝐔𝐧𝐢𝐝𝐨

     Tener una buena noción de como cortarse bien el cabello, le ayudó mucho. Siempre había tenido el cabello relativamente largo, hasta ahora. Que a pesar de que no estaba quedando corto,  sino en un tamaño mediano, se sentía algo extraño.

    De todas formas, se sentía más liviano, menos pesado y más ligero.

    Al terminar, igualó las puntas, mirándose bien en el espejo para no correr riesgo de equivocarse.

    No sé veía mal, diferente sí, porque el cabello, al ser el marco de la cara cambia el aspecto de las personas por el corte y el peinado. Pero mal no estaba.

    Llamó a Frizzy para que entre al baño, y así poder cortarle el cabello a ella.

    Frizzy entró segundos después de ser llamada.

[•••]

    Frizzy, se mojó todo el cabello mientras aprovechaba peinarlo con sus dedos también.

    Luego, escurriendo un poco de agua restante de su ensortijado cabello, se puso delante de Lauren, dándole la espalda, para que pueda empezar a cortar. Ambas estaban frente al espejo del baño, para que Frizzy pueda ver como estaba quedando su cabello.

    Lauren separó el cabello de Frizzy en mechones, y poniendo sus dedos al rededor de uno de ellos, a la altura indicada, empezó a cortar.

[•••]

    Para Frizzy, personalmente era un poco más difícil tener que despedirse de su bonito y ensortijado cabello. Y le daba bastante pena.

    Lauren,  precisamente estaba centrada. Y a pesar de que como ya se sabía, no era lo suyo estar tocando a otras personas, cuando alguien le agradaba podía hacerlo, resistiendo esa inexplicable sensación de incomodidad que le causaban ese tipo de cosas.

    Frizzy, pareció notar algo, justo cuando Lauren estaba terminando.

    —¿Eres zurda?—preguntó, viendo que Lauren cortaba y sostenía la tijera con la la mano izquierda.

    Lauren asintió.

    —Que genial, una de mis hermanas también lo es. ¿no te incomoda agarrar la tijera?.—Preguntó. —Es decir porque la agarras volteada, el espacio donde para un diestro va el pulgar en el tuyo va tu índice.

    —No es incómodo, por la costumbre supongo —respondió Lauren, que ya había empezado a igualar todas las puntas del ensortijado cabello de la muchacha.

    En unos cuantos pequeños cortes más, quedó listo.

[•••]

    —Muchas gracias. Muchas, muchas gracias. Te salió perfecto —dijo volteando para agradecerle a Lauren.

    La muchacha bajó los brazos. Haciendo un gesto amable, quitándole importancia a los agradecimientos de la morena.

    Le agradaba bastante, se agradaban bastante, a pesar de haberse conocido hace unas horas.

[•••]

    Ambas entonces, se dispusieron a limpiar todo el cabello que estaba en el baño. Frizzy recogió de nuevo el pequeño banco de madera, y lo llevó de nuevo a su lugar al lado de su armario. Lauren, fue a guardar su tijera, en uno de los gabinetes de la mesa de noche al lado de su cama.

    Luego ambas regresaron al baño, Lauren tomó la escoba, y Frizzy el recogedor. La morena, sostuvo el aparato de limpieza pegado al suelo, para que al barrerlo Lauren hacia el recogedor ningún cabello quede por accidente bajo el recogedor y cuando se aseguraron de dejar todo perfectamente limpio nuevamente, Frizzy botó todo los mechones cortados a la basura.

[•••]

    Ese fue el primer paso que cumplieron, ya tenían el cabello hasta la altura que les habían pedido, y ya lo habían limpiado todo.

    Frizzy deseaba con toda su alma volver a abalanzarse a la cómoda cama, pero tuvo que contenerse, para poder hacer todo con tiempo.

Para eso, las dos decidieron desempacar y acomodar todas sus cosas y artículos personales. Y como Frizzy lo había advertido, su maleta era un total desorden, en gran contraste con la de Lauren, que estaba bastante ordenada.

    La muchacha, acomodó toda su ropa en el armario que se le asignó, preguntándose si es que algún día volvería a usar sus vestidos o camisas, ya que a partir de ese día, lo que siempre tendrían puesto era el uniforme. Toda su demás ropa, como las ropas interiores, y otras faldas internas que había empacado, la dobló y la guardo delicadamente en los diferentes cajones que también tenía el armario.

    Acomodó todo ordenadamente también, y en vista de que les habían dado dos uniformes a cada una, y que todavía se los tenían que probar para ver los arreglos que tenían que hacerles, no los movió del pie de su cama.

    Los demás de sus artículos, como su cepillo de cabello, y una que otra cosa las fue acomodando en los cajones de su mesa de noche.  

    Después, su maleta, ya vaciada la guardó debajo de su cama.

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    —Lauren —llamó tímidamente Frizzy—¿Crees que puedas ayudarme? No sé cómo organizar bien mis cosas, es decir mira como estaba mi maleta. Me doy cuenta que tu eres bastante ordenada con las tuyas, y me preguntaba si podías ayudarme a hacerlo, por favor. —dijo, con una mueca algo arrepentida y avergonzada, ya que todas las cosas de su maleta, estaban esparcidas por su cama.

[•••]

     Así empezaron a pasar un par de horas, anunciando la llegada oficial de la tarde, horas en las que sin problema alguno, y con toda la buena intención, Lauren ayudó a Frizzy a instalarse correctamente. Ayudandola a ordenar todas y cada una de sus cosas, para que pueda saber donde estaba cada cual, y se le haga más fácil acostumbrarse a poner todo en su lugar.

    Con eso, ambas, ya estaban oficialmente instaladas en la habitación de palacio que les designaron.

[•••]

    Entonces, después de eso y antes de siquiera tener oportunidad de perder tiempo, tenían que probarse el uniforme, ambas eran chicas, y por ese hecho siempre había algún tipo de confianza y comodidad con respecto a la ropa. Aún así, Lauren no deseaba ni tenía intenciones de que la morena vea que tenía vendada gran parte de la espalda. Recién la había conocido, y a pesar de que le agrade bastante, más bien por ese hecho, no quería que la vea así.

     Terminaron acordando, en que se cambiarían por turnos en el baño, para luego salir, y saber también cómo se veía la otra, por si desde los ojos de alguien más se veía algún detalle más que se tenga que arreglar.

    Frizzy insistió en que Lauren entre primero, y lo hizo. Llevó todo el uniforme al baño, con los zapatos también. Cerró la puerta y se cambió la ropa.

    Para su suerte, los botines eran de su talla, y se ajustaban muy bien a sus pies, pero desde el instante que se terminó de colocar el vestido negro, supo que iban a ser necesarios varios arreglos.

    La falda, era muy larga, iba a tener que subir la basta de la misma para no arrastrarla, y hacer que roce con el suelo, como debía de ser. Y lo más notorio, y probablemente lo más gracioso, era la parte del pecho del vestido, que gracias al escaso busto de Lauren, la zona parecía una bolsa vacía.

    De todas maneras, se puso el uniforme completo, dándose cuenta que felizmente el delantal no tenía el mismo problema.

    Dobló ordenadamente la ropa que se había quitado. Y la puso encima de la tapa del inodoro. Para luego salir del baño lentamente, abriendo la puerta.

[•••]

    Frizzy la vio salir, la misma estaba cómodamente sentada al centro de la cama. La morena se aguantó una risa.

    —Necesita, pequeños detallitos. —dijo, evitando a toda costa soltar cualquier tipo de risa

    —Puedes reírte. No me ofende. —le dijo Lauren bajando su mirada a aquella zona de su vestido. Que precisamente se veía como una gran bolsa vacía, a pesar de que el delantal blanco trate de disimularlo de cierta manera.

    Frizzy cuyas mejillas se habían inflado debido a la carcajada que estaba reprimiendo, se echó a reír.

[•••]

    —Ay, perdóname de todos modos. Me siento mal riéndome de esto. —dijo, tomando un poco de aire, mientras no podía evitar seguir riendo después. —Es que parece una bolsa. —dijo entre risas intentando calmarse.

[•••]

    Lauren regresó al baño, se volvió a cambiar la ropa, y a salir con el uniforme perfectamente doblado. Para empezar a arreglarlo junto al otro que había quedado en su cama, mientras esperaba que Frizzy cuyo turno había llegado salga del baño con su respectivo uniforme puesto.

    Se sentó en la cama, y con un hilo y aguja que sacó de los cajones de su nueva mesa de noche empezó a arreglar el pecho y la vasta del vestido mientras esperaba.

    A Frizzy le quedó casi perfecto el vestido, el cuerpo de la muchacha, era proporcionado casi a la perfección. Con una figura bastante bonita. Lo único que tenía que hacer era meter un poco la cintura y subirle la vasta de la falda a penas un poco. Pero lo que sí le quedó mal, fueron los botines. Ya que eran una talla menos para sus pies.

    Debido a que ya podría arreglar ese asunto cuando Desire y Amy vuelvan a las 10 de la noche. Volvió al baño, se cambió con su ropa de antes otra vez, salió con el uniforme en mano, y así como Lauren, se puso a arreglar su vestido.

    Ambas, por la concentración que implicaba aquello, quedaron en silencio. Cada una arreglando lo que tenían que arreglar de sus dos uniformes.

[•••]

    Pronto, con el rápido avance que empezaron a tener las horas y con lo concentradas y ocupadas que estaban, se olvidaron que no habían comido. De todas formas, el hambre se les había ido.

    Estuvieron arreglando y cosiendo sus vestidos. Hasta que finalmente lograron terminar de modificar a sus cuerpos, los dos uniformes que les habían dado a cada una. Frizzy terminó  primero de hacerlo.

    Y tanto ella como Lauren, acomodaron los uniformes en los armarios, para poder sacarlos con facilidad en la mañana. Frizzy analizó la ordenada manera en la que Lauren colgó los suyos y la imitó.

[•••]

    La llegada de la noche, empezó a notarse por la creciente bajada de la luz del día. Empezando con la tenue luz de la luna.

    Desde que habían entrado a esa habitación, se la habían pasado haciendo todo lo que se les había indicado. Cortarse el cabello hasta la altura deseada, instalarse en la habitación de manera completa y correcta, y arreglar los vestidos a las medidas de sus cuerpos.

    Ambas, fueron a cambiarse con sus pijamas, tomando turnos también para poder entrar al baño a hacerlo.

    Frizzy iba a a salir a las 10 o un poco antes para encontrarse con Desire y Amy y solucionar el tema de sus zapatos, pero mientras esperaba que llegue esa hora, no sabía que hacer.

    Ya habían llegado las ocho de la noche.

    Lauren comentó que ella también se quedaría despierta hasta las 10, porque la esperaría, recalcando que no tenía ningún problema en hacerlo  con la luz prendida. La morena se sintió agradecida por esa consideración.

[•••]

    Cuando ya  cambiadas las dos. Lauren prendió su lámpara, la de la mesa de noche. Brindando un poco de luz al ambiente. Se sentó en la cama, y solamente metió medio cuerpo en las sábanas, quedando sentada. De la mesa, tomó su libro y decidió volver a leerlo para pasar el rato. Frizzy que había estado caminando de un lado a otro con la pijama viendo la hora, al final también se fue a meter a su cama, cubrir la mitad de su cuerpo. Quedar sentada y prender su lámpara para brindar incluso un poco más de luz.

    —Oye Lauren—la llamó, interrumpiendo sin querer su lectura.

[•••]

    Lauren, que había estado leyendo el primer párrafo giró la cabeza, se sentó mejor y cerró la tapa para poder prestarle atención a la morena.

    —Bueno, mientras esperamos todo esto. Yo solo quería decir que estoy muy contenta de compartir habitación contigo. Y me preguntaba si cuando regrese, nos podemos quedar hablando, y no sé conocernos mejor, ya que vamos a vivir juntas técnicamente, durante quien sabe cuanto tiempo.—dijo con una sonrisa—así podemos entablar un lazo de confianza, para poder convivir bien. —pidió divertidamente.

[•••]

    Lauren la miró un momento, pensando. Porque, habían cosas que podía contarle, otras que no, y con lo amable que era Frizzy con ella no quería ser descortés. Terminó accediendo, pensando y esperando a como iría aquel rumbo de la conversación. Aún con el libro en su regazo.

[•••]

    Pero mientras los minutos pasaban, Frizzy no podía estar en silencio tanto tiempo, hasta que fueran las 10 de la noche. Tenía que hablar antes de irse.

    —¿Tú postura siempre es así? —le preguntó, llamando su atención. —Osea, tu postura es muy erguida, porque desde que te subiste al carruaje no te encorvaste e incluso ahora que estás sentada en tu cama lo sigues estando. Y es algo que me da mucha curiosidad saber ¿así siempre es? ¿así siempre fue?

    Lauren asintió de cierta manera.

    —Desde hace unos trece años tal vez —contestó la muchacha. —Pero me propuse tener la postura así más o menos a los 11.

     —¿Y como lo hiciste? Porque yo lo intentaba y hasta ahora lo intento pero siempre me encorvo, porque es mucho más cómodo, sabes. Porque tus hombros están relajados. Pero tener una buena postura ayuda mucho, así que no sé. Por un lado quiero tener la espalda relajada y por el otro no quiero crecer ninguna joroba.

     —No creo que mi experiencia te ayude. Porque yo me ponía un palo de escoba en la espalda—le contestó Lauren.

     Frizzy pareció sorprenderse

     —¿Y desde entonces te has vuelto a encorvar? —preguntó.

     Lauren negó.

     —Vaya—dijo sorprendida—Pero solo eras una niña de todas formas ¿no te dolía tener un palo de escoba ahí?¿Por qué te exigiste tanto con tu postura a penas a los 10 u 11? —preguntó, pero sin querer o esperar sorpresa —Yo no hubiera podido, no sé si pueda tampoco, creo que el palo de escoba es algo bastante radical. —suspiró. —Bueno, otra cosa que también te quería decir es que he notado que eres como que muy seria, no sé si es porque estás nerviosa por todo este asunto de trabajar aquí, o porque así eres. Presiento que es la segunda. Y con eso también me doy cuenta que no hablas mucho, eres de pocas palabras, y por lo que sé a las personas serias y algo calladas les gusta mucho su privacidad y el silencio. —le comentaba Frizzy—Y el problema con eso, como te habrás dado cuenta es que yo no me callo. Desagrado a mucha gente por eso, y no quiero desagradarte porque tu me agradas. Siento que hablo mucho, no tengo ese filtro para callarme, también hablo sin pensar, no sé. Lo estoy haciendo ahora incluso.

     —No es molesto, me gusta escucharte—Le contestó Lauren con total sinceridad.

     Aquello pareció conmover a Frizzy.

     —Gracias. —respondió, e hizo una pausa. —Voy a sonar como una niña pequeña, pero ¿Podemos ser amigas?—pidió con cierta ternura en su voz.

     Lauren asintió con bastante agrado.

     La alegría de la morena pareció desbordar.

     Frizzy iba a decir algo más, pero fuera empezaron a sonar muchos pasos con un ritmo constante y varias voces. Lauren dirigió su mirada al reloj, alertando a Frizzy de la hora, que en menos de lo que se habían esperado había marcado las 10 de la noche.

     Todas las demás sirvientas habían empezado a llegar, se terminó su jornada e ingresaban a la torre para poder dormir. Se escuchaban pasos por las escaleras y en los pisos de arriba. Personas hablando y varias risas.

     La morena, salió casi corriendo llevando los zapatos que tenía que cambiar, y volver al pasillo de las habitaciones y alcanzar a Desire y Amy. Dejando a Lauren sola por un momento.

[•••]

     La muchacha se mantuvo esperando tranquila, en silencio, sentada en la cama con la luz prendida, y retomando la lectura durante la espera. Sabía que a penas la morena llegue iba a empezar la charla que había pedido tener, y leer le estaba despejando la mente para poder estar menos preocupada de como sería aquella charla.

     Avanzó unas cuantas páginas, volviéndose a adentrar en el atacante universo de la historia, frunciendo un poco el ceño, siendo nuevamente maravillada por esa historia, una y otra y otra vez, sin importar cuánto la había leído, cuanto iba a leerla, de esa historia jamás se aburriría.

     A pesar de todo eso, su libro favorito era Crimen y Castigo, de Fiódor Dostoyevski, que se le había sido regalado por el Bibliotecario y cruelmente quemado por las Dhollen.  Su increíble memoria, había memorizado casi las 650 páginas del libro, párrafos enteros, capítulos completos, sin equivocarse en palabra alguna. Ya no lo tenía, estaba hecho cenizas, esparcido por quien sabe dónde, porque la basura de ese día ya no existía. Pero lo guardaba en su memoria, su corazón, y ya estaba empezando a aceptar aquello, a pesar de ese pequeño fantasma de dolor todavía, ese que nunca se iría.

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