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XXIII

𝐋𝐨𝐧𝐝𝐫𝐞𝐬, 1880 —𝐈𝐧𝐠𝐥𝐚𝐭𝐞𝐫𝐫𝐚, 𝐑𝐞𝐢𝐧𝐨 𝐔𝐧𝐢𝐝𝐨

    —No vamos a decepcionarla señora—dijo Frizzy como pudo, aguantando los nervios.

    —Eso espero, y también espero que hayan entendido todo lo explicado, y nuevamente recalco que no lo repetiré . —dijo y tomó un respiro. —Yo iré con el Rey ahora, tengo algunos asuntos que resolver. Me retiro, tengan buena tarde y hagan todo lo que les ha sido informado. Mañana a las 5:30 de la mañana ya deben estar listas. Hasta pronto señoritas.

    Después de eso, la jefa de la servidumbre, les echó una última mirada. Les hizo una seña a las sirvientas de sus costados, y dándose la vuelta se marchó, retirándose por uno de los pasillos.

    Al haberse ido, Frizzy soltó todo el aire que había estado aguantando, y volvió a encorvarse, ya que así se sentía más cómoda. Parecía que por lo nerviosa que se había puesto, solo había logrado calmarse un poco al ver a la ama de llaves darse la vuelta, porque así ya no tenían un contacto visual directo.

[•••]

    Desire y Amy, las dos sirvientas, se quedaron y con un amable gesto, la primera indicó que las empiecen a seguir, ya que ellas las iban a llevar a la torre sur.

    Ambas, las siguieron respetando una distancia prudente detrás de ellas.

    Fueron caminando en silencio, atravesando la mitad que faltaba de la sala Real, para luego doblar por la derecha, en un pasillo precioso, con varias pinturas. Los zapatos de las cuatro personas sonaban por el lugar que también estaba en silencio. El eco del sonido parecía incluso tener un ritmo.

    Mientras seguian avanzando por aquel pasillo, Frizzy aprovechó para hablarle a Lauren pegándose un poco más a ella para poder susurrar.

    —Casi me quedo sin aire en esa sala. Esa mujer me asusta, parece ser demasiado estricta. Y creo que me odia, me miró mal todo el tiempo—susurró a Lauren algo preocupada.

    Amy, que sin querer la había escuchado decidió responder. Mientras seguía caminando pero dirigía su mirada un poco hacia atrás.

    —No odia a nadie, así es su rostro, pero sí es estricta y mucho. Pero se acostumbrarán bastante rápido. Desire y yo también llegamos hace poco, hace unos meses a penas. Las dos somos parte de la lavandería, por eso trajimos vuestros uniformes. Ustedes estarán con Octavia en la cocina, es muy buena persona así que pueden estar más tranquilas.—dijo.

    —Yo las ayudaré a llegar mañana a la cocina, como la señora Bundhensen ha dicho. Y si necesitan ayuda en algo más no duden en pedirlo. —dijo Desire amablemente.

    —Muchas gracias. —Respondió Lauren esa vez.

    —La torre sur es muy bonita, muy cómoda. Cada habitación tiene unas pequeñas placas de metal con el nombre de las dos personas que están ahí. Todas las habitaciones son exactamente iguales, por son necesarias las placas. Bueno, se le dice torre, pero no es una "torre, torre" así como en la edad media. Es más como una parte del castillo, una sección que está unida pero es utilizada totalmente a parte. —volvió a explicar Desire.

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    Siguieron caminando, esta vez volteando a la derecha, llegando a otro ambiente, grande con una alfombra roja en el piso y grandes ventanas a un costado. Que con las cortinas abiertas daban una gran luz al pasillo. Las siguieron, Y Frizzy parecía cada vez más maravillada con el castillo dando vueltas mientras caminaba sin darse cuenta.

    Por su parte Lauren, aunque igual de maravillada, intentaba memorizar los pasillos por los que estaba caminando, para tener una noción al menos del orden que tenían los pasillos. Con el rabillo del ojo miró a la chica de su costado.

    —Te vas a marear. —Le dijo, viendo que Frizzy giraba y giraba para mirar a su alrededor mientras seguían caminando.

    La morena, hizo caso a Lauren y empezó a caminar normalmente, mientras aún así no podía evitar dar un giro de vez en cuando. En una de las paredes del pasillo por el que estaban pasando, había un hermoso cuadro cuya pintura no era nada menos que la familia real. Y a medida que se avanzaba por aquel pasillo, se podía ver una especie de pinturas en línea de tiempo. De los monarcas de Inglaterra.

    En ese momento, Lauren no pudo evitar distraerse mirando eso mientras caminaba. Todas las pinturas tenían un gran nivel de realismo y eran grandiosas.

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    Después de unos minutos largos, llegaron a lo que parecía ser la famosa torre sur. Un espacio parte del castillo, pero que al mismo tiempo parecía uno diferente. Era como un gran edificio, con varios pisos, ancho y con varias ventanas. Amy comentó que desde las ventanas que estaban al frente, se tenía una vista más clara del castillo desde arriba, y que desde las ventanas de la parte trasera, de las otras habitaciones, se podía ver el jardín oficial de palacio.

    La habitación de Lauren y Frizzy precisamente era en la parte trasera de la torre, lo que significaba que la vista de su ventana, daría al jardín. Lauren miró hacia arriba tratando de contar los pisos. Frizzy hizo lo mismo.

    —Si estamos en el último piso no voy a poder subir tanto sin morir en el intento. —Le dijo Frizzy.

    —Esperemos que no. —Le respondió Lauren.

[•••]

    Para su buena suerte, solo estaban en el sexto piso, o eso les habían dicho. En la puerta de la torre, como era de esperar, también había dos guardias, que ante la llegada de las cuatro personas abrieron las puertas para ellas.

    Al entrar en la torre, lo bien organizada que estaba esta era visualmente agradable al ojo. A pesar de ser el lugar de los sirvientes contaba con un gran nivel de elegancia y lujo. Algo inmensamente diferente al ático donde vivió Lauren por más de 10 años.

    Era inmenso, y con razón, debido a la gran cantidad de sirvientas mujeres que estaban ahí. Desire y Amy las guiaron por un pasillo, que llevaba a las escaleras de la parte trasera de la torre, ya que las otras escaleras eran de la parte del frente. Y subieron.

    Tanto para Lauren y Frizzy, eso fue algo difícil, debido a que sostenían y cargaban el uniforme con ambas manos, y no se querían pisar el vestido mientras subían. Fueron de piso en piso hasta llegar al sexto. Donde se detuvieron. La sección del sexto piso tenía una gran fila interminable de habitaciones. Todas y cada una igual a a la otra, de puertas blancas. Toda la torre era así, todas las habitaciones eran iguales desde la puerta, si no fuera porque cada puerta tenía un número, sería difícil saber cual era cual.

    Desire sacó dos llaves del bolsillo de su delantal. Y vio el número que tenían.

[•••]

    —Es la 16. —dijo, adentrándose en todo el ambiente del sexto piso. Junto a las demás muchachas avanzaron por la profundidad del lugar contando y viendo el número y nombres que tenía cada puerta.

    Sus zapatos una vez más empezaron a hacer eco por el lugar, que a esas horas estaba vacío ya que todas estaban trabajando.

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    —Mira, ahí estamos. —Dijo Frizzy, cuando se detuvieron delante de la puerta con el número 16 tallado en la madera blanca de la misma. Que como se los habían dicho, tenía dos bonitas placas de metal, con el nombre de las dos muchachas escritos en cada una.

    Se dieron cuenta, que el orden de las placas también indicaba que cama se les había asignado. En la placa de la izquierda, su nombre, Lauren Harris, la de la derecha, el de ella, Jocasta Godwin.

    —Sus maletas ya están adentro en sus respectivas camas. —Volvió a decir Desire. —Los mayordomos entraron y lo dejaron cuando todavía estaba abierta la puerta y al salir la cerraron. Aquí están sus llaves—dijo, colocando las dos llaves en cada pequeña pila de ropa que cargaba cada muchacha. —No las pierdan por favor.

    —Ah y respecto a los zapatos que les dieron. —Dijo Amy recordando. —Solo se ha calculado la talla de sus pies. Basándonos en un promedio, pero si es que les queda muy grande o muy pequeño avisenos tranquilamente y en el desván la lavandería, buscaremos el adecuado. —dijo amablemente.

    —Gracias. —respondieron ambas al mismo tiempo.

     —Nosotras también estamos en este piso, solo que más al fondo. En la 42, así que vengan tranquilamente, las jornadas de trabajo terminan siempre a las 10 de la noche. Así que si necesitan ayuda en eso, vengan a visitarnos a esa hora.

    —¿Puedo preguntar algo a ustedes? Es que me daba miedo preguntarle a la señora Karoma. —dijo Frizzy.

    Las dos sirvientas asintieron.

    —Las jornadas son desde las 5:30 de la mañana hasta las 10 de la noche. Y no creo que sean corridas, así que mi pregunta es, a qué horas vamos a comer. —dijo Frizzy

    —Ah, por eso no se preocupen. Cada grupo tiene horarios, en la cocina se encargan de eso. Hay un grupo de sirvientes que sirve sirvientes y se sirven a ellos mismos también. No sé si se entendió. —rio Amy. —La cosa es que mañana Octavia ya les informara sobre eso, ella es la jefa de toda la cocina. Y por lo poco que sabemos, ustedes no van a llevar la comida a otros sirvientes. Y al estar en la cocina podrán aprovechar en comer unas cuantas cosas. —susurró Amy, recibiendo un codazo divertido de Desire. —Octavia aclarará sus dudas en ese aspecto. Este es un lugar muy estricto y bastante exigente pero de todas formas siempre encontramos una forma de estar bien, y tener momentos divertidos.

    La respuesta tranquilizó bastante a la morena.

    —Bienvenidas a palacio. Nosotras ya nos tenemos que ir, tenemos trabajo que hacer y ropa por lavar. —Rio Desire—Nos vemos mañana temprano, hagan todo lo que les dijo Karoma. Y ya saben que hacer si necesitan ayuda.

    Ambas sirvientas con un gesto de despedida amable en la cabeza, se retiraron del lugar, para seguir con su trabajo.

[•••]

    —¿Y ahora como abrimos la puerta? —comentó divertidamente Frizzy después de que las dos sirvientas se fueron. Ya que a pesar de que tenían la llave en sus narices, encima de la pila de ropa de uniforme que traían, sus manos estaban llenas cargando el mismo.

    Lauren pensó un momento, y ella abrió la puerta, haciendo equilibrio con la pila, con una mano. Y con la otra tomando la llave para hacerlo.

    —Oh, que inteligente. Yo iba a proponer abrirlo con el pie. —rio Frizzy.

    Lauren realizó su cometido en corto tiempo, la puerta se abrió y ambas por fin pudieron entrar en la habitación que les habían designado.

[•••]

    Era una habitación muy cómoda, tenía una gran ventana cerca a las camas. Justamente la que daba al jardín oficial de palacio. La misma ventana también tenía finas cortinas. Las camas estaban separadas, pero una al lado de la otra. Cada cama tenía al lado una mesa de noche, y una lámpara. Algo que en ningún otro lugar podría poseer una sirvienta en su habitación. Las lámparas de noche eran costosas, y solamente la gente adinerada podía tenerlas o comprarlas para alguien más.

    Habían también dos armarios, cerca a cada respectiva cama. Tenía un baño propio también así como un bonito reloj que marcaba la hora en lo alto de la pared.

    Las maletas de las chicas, estaban acomodadas en las respectivas camas que les había tocado, en la cama izquierda, la maleta y el libro de Lauren, en la derecha la maleta de Frizzy.

[•••]

    Lo bonito que era aquel espacio, a pesar de ser solo para sirvientes era increíble. El castillo era un lugar maravilloso. No había lugar que no sea bello, que no sea lujoso o que no esté impecable. Lo que al principio podía resultar bastante abrumador para alguien que a pesar de haber trabajado en una casa de gente adinerada, jamás había visto algo así.

    Ni el lujo de las casas de las Dhollen, ni la elegancia de la mansión del gran Duque, llegaban a ser un poco de lo imponente e inmenso que era el castillo.

    Frizzy, después de agradecer que Lauren haya podido abrir la puerta haciendo una especie de truco de equilibrio. Entró casi corriendo. Dejó su uniforme al lado de la maleta en la cama, tomó su llave, la dejó en su mesa de noche casi al lado de la lámpara y literalmente se tiró en la cama, cayendo acostada como si fuese una estrella, con los brazos y piernas extendidas.

    Lauren, sacó su llave de la puerta, la cerró detrás de ella. Y así como Frizzy fue a dejar su llave en la mesa de noche de su cama, y el uniforme al lado de su maleta en la cama. Pero a diferencia de ella, Lauren solamente se sentó en la cámara, al borde.

    —Amo esto, es la mejor habitación de la vida. —dijo Frizzy, voltéandose para quedar abrazando a la cama como si fuera su mejor amigo.

    Lauren la escuchó tranquilamente, mientras movía su libro  de encima de la maleta y la abría buscando una tijera en uno de los compartimentos que había organizado perfectamente bien.

    —Que ordenada eres amiga, si vieras mi maleta te da un infarto. —dijo Frizzy, aún acostada, ya que desde donde estaba su cabeza podía ver el ordenado interior de la maleta de Lauren. —¿Qué estás buscando? —dijo al verla rebuscar en uno de los compartimentos.

    La muchacha logró encontrar la tijera que estaba buscando, y se la mostró.

    Frizzy pareció entender.

    —Ay cierto, el cabello. —se lamentó—¿No podemos hacerlo más tarde?

    —Más tarde no habrá tiempo. —le contestó Lauren, señalándole el reloj de la habitación. —Todavía tenemos que probar el uniforme y arreglarlo a nuestros cuerpos.

    Frizzy se lamentó más, sin querer separarse de la cama.

    —No quiero cortarme el cabello—se quejó. —Ni siquiera sé como hacerlo. Ni siquiera entendí como se hace ese peinado—Dijo.

    —Yo te corto el cabello, y si deseas mañana también te peino. —le dijo la muchacha ofreciendo su ayuda con amabilidad, mientras se levantaba y se dirigía al baño de la habitación con la tijera en la mano, de una vez.

    —Muchas gracias. —le dijo Frizzy agradecida, mientras la veía entrar al baño al mismo tiempo que se sentaba.

[•••]

    La muchacha entró al baño, sorprendiéndose también de lo bonito y decente que se veía, con un lavabo, un espejo mediano encima del mismo, un tacho de basura grande, un  inodoro bastante decente y hasta elegante, y una bañera muy espaciosa. Se dio cuenta también que en una esquina de ese baño, había una escoba y un recogedor cosa que las ayudaría mucho a barrer y poder botar al tacho de basura todo el cabello cortado.

    Se acercó al lavabo, para poder mirarse en el espejo. Al mismo tiempo que soltaba su cabello, para ver hasta que altura y cuánto cabello tenía que cortar. Su cabello llegaba casi a la mitad de su espalda.

    Dejó la tijera a un lado por un momento.

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    —¿Te vas a cortar el cabello de una vez? ¿Así solamente como si nada? ¿no te da pena? —escuchó la voz de Frizzy que todavía estaba sentada en su cama.

    —Claro que me da pena. —contestó desde el baño, empezando a mojarse el cabello, para hacer que cortarlo sea mucho más fácil. Empezando también a peinarlo con los dedos. —Pero es solamente cabello. —dijo, tomando el primer gran mechón, colocando sus dedos a la altura a la que tenía que tener el cabello, empezando a cortar sin más.

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