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XV

𝐋𝐨𝐧𝐝𝐫𝐞𝐬, 1880 —𝐈𝐧𝐠𝐥𝐚𝐭𝐞𝐫𝐫𝐚, 𝐑𝐞𝐢𝐧𝐨 𝐔𝐧𝐢𝐝𝐨

    Las mujeres habían peleado un poco entre ellas para ver quién abriría la puerta. Al final, la hermana mayor lo hizo, poniéndose en presencia del Duque. Al ver al hombre, las tres hicieron una gran reverencia al mismo tiempo, bajando la cabeza y quedando casi arrodilladas.

    Dentro de la cocina, y asomándose de la manera más discreta posible, Lauren se preguntaba el motivo de la visita, cuál sería el anuncio que tenía que dar. Por lo que había visto, las Dhollen tampoco se esperaban tal sorpresa y estaban bastante ansiosas por saber que es lo que les tenían que decir. Todos los anuncios que daba el Gran Duque tenían que ver directamente con ordenes del mismísimo Rey. Cosa que dejaba a las mujeres sumamente emocionadas y halagadas, pensando miles de escenarios maravillosos.

    Lauren nunca había visto de cerca al Duque, pero al asomarse pudo hacerlo por primera vez. Su nombre era Edward Steele, y venía acompañado de su hijo Harry, que recibiría el cargo respectivamente ante la muerte de su padre. El gran Duque había de tener la misma edad que la menor de las Dhollen, hasta era un poco más joven posiblemente, era un hombre corpulento, alto, y elegante. Su hijo, aún era bastante joven, de máximo unos 25 años, más alto que su padre, de apariencia más fina, y más gallarda. Ambos tenían los ojos verdes, y el cabello oscuro.  Vestían las ropas más finas, y los sacos más elegantes.

    Venían acompañados también de seis guardias reales, a parte de los otros hombres que habían tocado las trompetas para anunciar su llegada. Los guardias, llevaban su uniforme rojo, de botones dorados, el pantalón negro, y sus respectivos fusiles guardados en un cinturón especial para aquello. En cambio los otros dos hombres, un uniforme algo parecido también, solo que azul, unos pantalones blancos y obviamente sus trompetas. 

    La muchacha se quedó observando todo atentamente, y pudo darse cuenta también que afuera también estaba el gran y lujoso carruaje del duque, que iba tirado por dos hermosos y enormes caballos negros.

    Las hermanas, seguían en reverencia, sin levantar la cabeza todavía hasta que les digan que podían hacerlo. Por alguna razón notó que el Duque quedó algo extrañado al ver a las tres mujeres, y parecía buscar algo mirando discretamente dentro de la casa.

[•••]

    —Buen día, distinguidas damas, ya podéis levantaros. —Habló el entonces el noble.

    —Gran Duque, es un honor estar en su presencia, nosotras como simples servidoras del reino, no podríamos estar más halagadas ¿a qué se debe tan grata sorpresa? —Habló Romina Dhollen mientras ella y sus hermanas volvían a enderezarse.

    Las tres sonrieron.

    —Ah, como ha de saber, estimadísima dama, vengo con noticias Reales, de las mismas palabras de su majestad el Rey—Habló el distinguido varón.

    Las hermanas se miraron entre ellas, emocionadas, confundidas, nerviosas. Y algo en su ego empezó a llenar su pecho de una sensación satisfactoria. Ivonne Dhollen tenía una gran sonrisa.

    —Tengo entendido, que aquí vive la señorita Lauren Harris ¿No es así?—Preguntó educadamente.

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    Al escuchar su nombre desde la cocina a Lauren se le heló la sangre, y se quiso convencer a sí misma de que había escuchado mal.

    En ese momento, ya también para las mujeres, aquella satisfacción momentánea desapareció por completo. Sus sonrisas se transformaron en una expresión confundida en una milésima de segundo, y al hijo del Duque las repentinas expresiones de las mujeres le causó tanta gracia, que se cubrió disimuladamente la boca con la mano para evitar reírse. El Duque miró a su hijo severamente, lo cual no funcionó mucho, porque al joven solo le dio más risa.

    —¿Perdone? —Dijo Ivonne Dhollen, con una sonrisa muy bien fingida.

    El Duque se aclaró la garganta, y su hijo hacía lo mejor para no reírse de la señora.

    —Que tengo entendido, que en esta casa vive la señorita Lauren Harris ¿Se encuentra en este momento?

    Ivonne Dhollen, frunció los labios y llenó de aire su pecho para poder pensar que hacer, sin contar con que sus dos hermanas por impulso habían girado sus cabezas hacia la cocina, delatándose a sí mismas.

[•••]

    La muchacha no sabía si debía salir o no, tenía muy claro que se trataba de un noble, pero tampoco tenía idea de como sería la reacción de las Dhollen si es que ella simplemente salía así, ya que podían fingir muy bien todo hasta que el noble se vaya y hacer quién sabe qué después.

    No podía arriesgarse a tener ninguna probabilidad de ganarse problemas por ningún lado. Tenía que pensar todo muy bien, con la cabeza fría, para poder protegerse a pesar de que tenga que fingir que no estaba, incluso ante el mismísimo Gran Duque de Inglaterra.

    Además no tenía ni la mínima idea de porqué la estaban buscando, si ella no tenía nada que ver con Palacio, ni la nobleza. Por un momento, la respuesta más lógica que encontró su mente, fue que se habían confundido con alguien que tenía su mismo nombre. Ya que era bastante incoherente que la busquen a ella, más aún cuando no tenía ningún tipo de relación con cualquier tema de alta alcurnia.

    Solo permaneció callada, esperando como se daría el desarrollo de las cosas.

[•••]

    —Disculpe su excelencia ¿Estaremos hablando de la misma persona?—Inquirió nuevamente la mayor de las hermanas.

    El Duque suspiró.

    —Si es que ambos pensamos en la muchacha de 21 años sirvienta de su fina casa, pues yo creo que sí.

    Romina y Gemma miraron a su hermana para saber que hacer. Ya no podían decir que no estaba, porque las dos menores se habían delatado sin querer. Además, se sabía muy bien en todo el reino, que cualquier anuncio del Duque tenía que ser dado directamente a la persona para quien era.

     No tenían opción.

    —Sí se encuentra, su excelencia.—Respondió Romina Dhollen. —Yo misma iré a buscarla. —Dijo sonriendo fingidamente a la perfección, retirándose de la presencia del noble con gran educación, dándose la vuelta para traer a la muchacha.

    Lauren había quedado callada y sumamente sorprendida al saber que en realidad sí la estaban buscando a ella, y no tenía absolutamente ninguna idea de por qué, estaba totalmente perdida. Romina Dhollen llegó hasta ella, disimulando una expresión de gran ira.

    —No tengo idea de lo que está pasando,  y más te vale no tener nada que ver con esta repentina sorpresa. — Dijo la mujer entrando a la cocina, parándose delante de ella, y tomando su brazo fuertemente para intimidarla.

    —Yo no sé nada. —Dijo sinceramente, liberándose bruscamente del agarre de la mujer por el fastidio que eso le había causado.

[•••]

    Romina Dhollen, contuvo su enojo, y simplemente le dijo que salga. La muchacha lo hizo, y la mujer salió detrás de ella. A penas cruzó la puerta de la cocina, Romina Dhollen volvió a su perfecto teatro, totalmente sonriente, amable y pacífica.

    Al salir de la cocina, la muchacha pudo ver mejor al Duque, que seguía en la puerta. Tuvo un presentimiento demasiado extraño, que no supo clasificar como bueno o malo, sintiendo solamente una sensación electrizante en la parte baja de su cabeza. Estaba confundida, despistada, no entendía ni podía imaginar ninguna razón posible por la cual estaba pasando aquello.

    A penas llegó a su presencia, hizo la debida reverencia, bajando la cabeza, e inclinándose más de lo normal por respeto, ya que la manera en la que había que comportarse con las nobleza requería mucha más ceremonia.

    Se quedó casi arrodillada también, en una reverencia que se veía inusualmente muy elegante, debido a su erguida y linda postura, así se quedó esperando que el noble indique que podía levantarse.

    —Aquí está nuestra muchachita —Dijo Romina Dhollen, colocándose de nuevo en el lugar que estaba antes.

    —Buen día señorita, os podéis levantar. —Dijo el Duque, y Lauren lo hizo. —Es un placer tenerla en frente. Tengo el honor de darle a conocer grandes noticias desde palacio para usted. —Habló solemnemente. —Al ser este un anuncio Real, requiere de este tipo de ceremonia, ya que una simple carta no es la manera de comunicar las sagradas palabras de su majestad, el poderoso Rey de Inglaterra. —Continuó hablando el Duque, mientras disimuladamente su hijo rodaba los ojos algo aburrido. —A pesar de eso, también he sido informado y comprendo lo confusa que ha de ser esta visita para usted, razón por la cual es necesario que usted sepa todo lo involucrado en esta noticia. Y si no le molesta ¿podría yo hacer pasar a presencia suya a alguien más? —Preguntó educadamente el hombre.

    La muchacha que seguía totalmente desconcertada solo pudo asentir lentamente, mientras sin darse cuenta y por los nervios, estaba empezando a contener el aire.

[•••]

    El hijo del Duque hizo un gesto con las manos, y de no muy lejos, alguien a quien no se había podido alcanzar a ver durante todo aquel momento, apareció para poder ponerse al lado del noble.

    El anciano Vladimir Gees.

    La muchacha palideció al instante, y sintió su alma abandonar su cuerpo con un frío repentino terrible. Quedó congelada viendo como el anciano estaba al lado del Duque. Muchas cosas empezaron a llenar su mente, y una sensación de angustia y ansiedad la llenaron por completo. Pero su cuerpo había quedado inmóvil, sin permitirle reacción alguna.

    El anciano le sonrió a Lauren, con un amable gesto en la cabeza, para luego dirigir su mirada a las Dhollen a quienes vio con gran desprecio. Las Dhollen hicieron lo mismo, mirando al hombre sin poder seguir con su teatro de amabilidad, y Gemma Dhollen tomó a su hermana Ivonne del brazo disimuladamente por prevención.

[•••]

    —Señorita, por palabras del Rey Mark Sangster de Inglaterra, usted ha sido solicitada en palacio, para empezar su nuevo trabajo ahí como sirvienta real. —Habló el Duque.

    Las expresiones, de Lauren y las tres señoras, fueron todo un poema. Y por primera vez, las tres hermanas perdieron toda confianza que tenían en esos momentos, sintiendo miedo y la sangre helada.

    El duque iba a seguir hablando, pero se vio interrumpido por una de las hermanas.

    —¿Cómo puede ser eso posible? Su excelencia, eso no puede pasar. —Habló Ivonne Dhollen con bastante desesperación. —Es nuestra sirvienta, la muchacha incluso ha firmado el documento de declaración del juez, va a quedarse con nosotras de por vida. Eso dice la ley. Puedo traerle la copia, pero que esto es inaceptable—siguió

    Entonces hasta ahí la calmada actitud del Duque empezó a cambiar.

    —¿Osa usted cuestionar las decisiones de su Rey? —Habló con el ceño fruncido y la voz severa.

    La hermana bajó la cabeza.

    —El rey de Inglaterra es la máxima autoridad de poder en todo este territorio. —Tomó la palabra Vladimir Gees. —Puede hacer y deshacer cualquier documento que vea por conveniente. Y al solicitar la presencia de Lauren en castillo, como nueva sirvienta Real, tengo el placer de informarte querida Ivonne, que el documento queda completamente anulado. —Dijo, con notoria satisfacción en las últimas dos palabras.

    —¿Fuiste tú verdad? —Soltó con gran odio Romina Dhollen, mirando a Lauren. —Tú se lo pediste ¿Qué mentiras le has contado? —Escupió amenazante

    —Lauren no me pidió nada, ni me ha contado nada, y ten cuidado con como le hablas Romina, que ella ya no trabaja para tí. —Espetó el anciano reaccionando inmediatamente. —Todo fue decisión mía, el Duque es gran amigo mío, y mi relación con palacio es muy buena.

    —El rey acepta recomendaciones de nuevos trabajadores en palacio de su gente más confiable. —Dijo el Duque—Generalmente yo me encargo de eso, el querido Vladimir Gees me ha contactado informándome del impecable trabajo de la señorita presente. Yo he informado al rey y él ha aceptado ¿Va a amenazarme a mí también? —Habló dirigiéndose severamente a la más joven de las hermanas.

[•••]

    —Papá. —Susurró el hijo del Duque, hablando por primera vez y dirigiéndose a su padre. El joven señaló discretamente a la muchacha con la cabeza.

    Hasta el momento nadie parecía haber visto bien como había reaccionado Lauren, ya que el ambiente de tensión no se los había permitido.

    No reaccionaba, y al ser una noticia tan fuerte, tenían miedo a que la emoción que había provocado la misma le cause un desmayo. El Duque le indicó a su hijo que fuera con la muchacha dentro de la casa, por algo de agua. Mientras él y el anciano se encargaban de solucionar todo el ambiente de tensión que había surgido.

    Sin pedir permiso, porque no tenía porqué hacerlo, el hijo del Duque entró en la casa. Un guardia quiso acompañarlo, pero el joven indicó que no. Afuera, a Ivonne Dhollen su furia le hizo olvidarse en presencia de quien estaba, empezando a discutir fuertemente con Vladimir Gees delante del Duque.

    El hijo del Duque, fue a sostener a Lauren por el miedo que su cuerpo desvanezca debido a la intensidad de la noticia.  Por el estado en el que se encontraba Lauren, perdió  noción en todo, la impresión que le había causado no le permitía ni siquiera reaccionar en ninguna manera, razón por la cual ni siquiera sabía que la estaban sosteniendo antes de que pueda desmayarse.

[•••]

    —Señorita, señorita. —Rscuchó la voz del hijo del Duque que hacía lo mejor para hacer que reaccione un poco—¿Dónde está la cocina en su casa? Tiene que tomar un poco de agua. —Preguntó.

    El joven sostenía de un brazo a la muchacha, y pudo notar que la muchacha señalaba un lugar con la cabeza. La ayudo a llegar ahí, y entraron a la cocina. Aquel muchacho no tenía una idea muy clara de lo que iba a hacer, porque verla en ese estado también bloqueó su mente un poco.
Se tranquilizó al ver que había una silla en la cocina, e hizo que Lauren se siente ahí. Sirvió un vaso de agua lo más rápido que pudo, y se lo tendió.

   La muchacha lo tomó, dándose cuenta que ambas de sus manos estaban más frías que un témpano, y que estaba temblando un poco, tomó el agua de poco en poco. Su mente se iba de tanto en tanto y no reaccionaba para nada, siendo señal de que podía desmayarse, y haciendo que el hijo del duque esté hablándole constantemente.

    —Señorita, Señorita. —Hablaba el joven preocupado, pasando su mano por delante del rostro de Lauren para hacer que pueda volver a enfocar su mirada. —Todo va a estar bien. Estaré aquí hasta que usted se tranquilice. No se preocupe por lo que está pasando afuera.

[•••]

    Las Dhollen estaban más desesperadas y asustadas que nunca, la noticia les había cambiado todo el rumbo en la historia, en la que siempre habían estado dispuestas a ganar. Y por primera vez, sentirían lo que era no poder hacer nada. Lauren se iba a ir, y no había nada que pueda impedirlo. Ni la mejor de sus actuaciones. Se iba a ir y corrían el riesgo de que la muchacha diga su secreto, haciéndolas entrar en ruina.

    No podían impedir que se vaya, Vladimir Gees había sido más inteligente que ellas, pero si no podían hacerlo al menos tenían que impedir que hable. Y con lo desesperadas que se encontraban esos momentos, iban a buscar una manera de lograrlo.

    En la cocina, Lauren estaba siendo acompañada por el hijo del Duque para ayudarla a tranquilizarse. Y fuera de la casa, el gran Duque procedía a explicarles a las hermanas todo sobre la total anulación del documento en el que habían puesto su supuesta inquebrantable victoria.

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