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XLVIII

𝐋𝐨𝐧𝐝𝐫𝐞𝐬, 1880- 𝐈𝐧𝐠𝐥𝐚𝐭𝐞𝐫𝐫𝐚, 𝐑𝐞𝐢𝐧𝐨 𝐔𝐧𝐢𝐝𝐨

Al llegar con las dos personas Octavia sonrió.

-Aquí está Lauren-dijo amablemente.

La muchacha mencionada, volvió a hacer una pequeña reverencia con la cabeza.

El príncipe correspondió al gesto.

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-Bueno, su majestad está solicitando conversar contigo, hay unos asuntos y responsabilidades que él desea que tu puedas hacerte cargo. Y necesita hablar contigo.-Le explicó Octavia.

Lauren fue entendiendo el tipo de excusa que había inventado el príncipe, y disimuló siguiéndole la corriente. Pretendiendo que no sabía nada de aquello, mientras levantaba ambas cejas levemente en aquella actuación para fingir sorpresa.

-De todos modos, había de consultar con Octavia-tomó palabra el príncipe-ella está a cargo de esta sección, y no podía simplemente abusar de mi nivel de autoridad.

-No se preocupe majestad, todos estamos para cumplir sus deseos. Usted necesita hablar con la muchacha, y no es nada del otro mundo o algo a lo que yo me pueda oponer.

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Octavia se despidió de ambos cordialmente, volviendo a agacharse para despedirse del príncipe. El gesto fue correspondido por ambos.

Para seguir disimulando, el príncipe empezó a avanzar primero. Y Lauren lo siguió colocando sus manos detrás de la espalda. Como si fuera algo totalmente formal, para así lograr que nadie piense o sospeche algo que pueda delatar al príncipe.

Avanzando por la cocina, todos volvieron a agacharse para despedir al príncipe, hubo una especie de silencio, y las miradas que se posaban en Lauren eran más bien curiosas, porque a pesar de la explicación que le dio el príncipe a Octavia, siempre había necesidad de enterarse las cosas.

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El príncipe llegó a la puerta, y un mayordomo volvió a abrirla para él, este salió y empezó a subir las escaleras, para así salir hacia el primer piso.

Lauren a paso tranquilo y detrás de él imitó su acción. Y al momento de tener que subir las escaleras levantó un poco la falda del vestido de su uniforme, para no pisarlo mientras avanzaba en cada peldaño.

Detrás de ella, escuchó que volvieron a cerrar las puertas de la cocina, y que oficialmente en la cocina nadie podía verlos.

Quien escuchó el cerrar de las puertas fue también el príncipe, que se giró para corroborarlo, mientras soltaba una leve risa que al parecer había estado conteniendo hace tiempo. Y en las escaleras esperó a la muchacha.

Thomas esperó a que Lauren pueda posarse a su lado, para así avanzar con ella, y no delante.

Al estar más cerca del príncipe, y aún sin mirarlo directamente, Lauren pudo percibir, el aroma de su perfume, que antes no había notado.

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-Creo que exageré un poco-confesó el príncipe con broma, refiriéndose a su aspecto, y en como se había arreglado.

Lauren giró el rostro, y educadamente negó con la cabeza.

El príncipe volvió a reír algo nervioso, y siguieron subiendo las escaleras hacia el primer piso.

Se dio cuenta que el príncipe se quedó mirándola unos segundos, como tratando de adivinar algo. La muchacha no dijo nada a pesar de que eso no fue precisamente lo más cómodo del mundo.

Felizmente Thomas aclaró su garganta, y volvió a mirar al frente poco después.

La bulla de la cocina se veía apagada debido a la puerta cerrada, y el sonido más fuerte en esos momentos sólo eran ambos de sus pasos en las escaleras.

El silencio entre ambos era algo raro, no llegaba a ser incómodo, pero si algo tenso. Porque ambos estaban nerviosos, por diferentes factores y situaciones.

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Los peldaños de las escaleras tuvieron un fin, llegando así al gran comedor, que ahora vacío, solo reflejaba el fantasma de lo que había pasado horas antes en el almuerzo.

Siguieron avanzando unos cuantos pasos, para girar por el pasillo de la derecha. Lauren, no pudo evitar empezar a tronarse los huesos de los dedos de sus manos, incluso hasta cuando ya no salía ningún sonido.

El príncipe volvió a tomar la palabra.

-Nadie en la cocina se dio cuenta. Había preparado la historia esta que inventé hace unos días, no quería ponerme nervioso y al final soltar una incoherencia que revele todo. Dije que necesitaba hablar con usted, porque estaba viendo algunas cosas en su servicio que me habían convencido para encargarle unas cosas más. Era lo más lógico que se me ocurrió, y tengo que agradecer que abajo en la cocina usted no haya demorado en seguir la corriente del caso, pretendiendo que no sabía que iba a ir por usted. Espero no haber causado vergüenza en usted, noté que estaba disgustada con sus colegas mirándola fijamente.-hizo una pausa-Y también me disculpo y le confieso que me encuentro bastante nervioso, cuando pensé que no pasaría.

-Yo igual, su majestad.-confesó Lauren, mientras sus manos seguían funcionando instintivamente, haciendo tronar sus dedos.

Aquello pareció aliviar la tensión, ya que cada quien confesó como se estaba sintiendo. Y eso ayudó mucho.

Ambos soltaron un suspiro casi al mismo tiempo.

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Caminaron por aquel pasillo, con tranquilidad y un poco más de relajo. Un par de sirvientes de limpieza general los vieron, pero no pasó nada, porque nadie sabía lo que en realidad pasaba, y pensaban que Lauren solo estaba acompañando al príncipe para realizar algo que él había solicitado.

El príncipe pareció más relajado, más cómodo, mientras parecía esperar el momento indicado para poder animarse totalmente a iniciar una conversación.

Lauren no podía, no sabía que decir. Estaba mucho menos nerviosa y más cómoda también, pero no sabía que preguntar o que decir. No estaba acostumbrada a hablar mucho, ni a iniciar una conversación con una pregunta ni una anécdota. Quería obligarse a decir algo, pero se exigía mucho, aquello ya no le salía. Pero quería intentarlo.

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Para eso, Lauren había podido tranquilizarse y controlarse, dejando de hacer sonar los dedos de sus manos, a pesar de que que quería seguir haciéndolo.

Tuvieron que doblar a la izquierda, para tomar un atajo y así tener un camino más corto para poder llegar al gran jardín de castillo.

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-¿Cómo está usted?-se terminaron preguntando al mismo tiempo.

El príncipe se echó a reír.

-Usted primero por favor.-dijo educadamente.

Lauren tomó un respiro.

-Pues sinceramente, no han sido los mejores días.

El príncipe asintió e hizo una mueca torciendo los labios.

-Siento lo mismo señorita, algo durante esta semana ha impedido que este ambiente deje de ser malo para volverse mil veces peor.-se quejaba con un ceño fruncido, colocando las manos detrás de la espalda- Lamento todo lo que se han visto obligados a escuchar y a ver, y lo de este almuerzo también. No fue mi mejor actitud hacer lo que hice, no en el sentido de lo que le respondí a mi madre, pero sí en como dejamos la mesa y la comida, que ha de costar tanto para preparar.

-No se desperdició nada. Pudimos darle consumo.

-Esa es una excelente noticia, muchas gracias a todos los de su sección. Me hace sentir al menos un poco mejor a cerca de todo lo que pasó hoy en el almuerzo. No puedo evitar sentir vergüenza por las actitudes de mi madre. Lo siento muchísimo, jamás he justificado sus cosas, pero siempre he querido explicarme el por qué de estas.-Suspiró haciendo una pausa-Es una mujer difícil, siempre lo ha sido. No tener el control sobre algo la desespera y la convierte en un total monstruo. Siempre desea que todo esté a su gusto, su ropa, el peinado. Se las enzaña con mi hermana, para controlarla con como quiere que esté, como quiere que esté su peso, su rostro, su actitud. Quiere volverla como ella, pero mi hermana no lo es. Ella generalmente no le responde, siempre la obedece, y más que todo le tiene miedo.-confesó con bastante tristeza-Mi madre exige con toda su alma ser amada. Por mi padre, por nosotros. Pero nos aleja. A veces ni sé que espera, no la entiendo. Pero es mi madre, nos dio vida a mi y a mi hermana, y me duele solamente considerar ese factor biológico para tratar de convencerme que debo aceptarla como mi familia, y aceptar lo que hace. Más aún cuando no estoy de acuerdo con ella-suspiró lamentándose y luego sacudió la cabeza-Ah cuanto lo siento, estoy desahogandome y la estoy aburriendo con asuntos privados.

-No-contestó Lauren comprensivamente-Me gusta escuchar- recalcó tranquilamente la muchacha al lado del joven.

El príncipe, pareció conmoverse un poco. Y agradeció con un gesto en la cabeza.

A la muchacha le dio bastante pena todas las declaraciones del príncipe, por lo ciertas que eran, y por lo triste que en realidad era la situación en castillo. Todo un teatro para la gente de fuera, y toda una travesía para la gente que sabía su verdadera situación.

Por lo que dijo el príncipe, Lauren comprendió muchas cosas en las actitudes de la Reina. Esta quería control, y no sólo parcial, sino absoluto, con cada detalle, con todo a su gusto, por eso cuando lo perdía, enloquecía, con su hija, con su hijo. Exigía amor, cuando ella no era capaz, ni podía tener el derecho de exigirlo. Los sentimientos no pueden forzarse, pero la Reina estaba ensimismada y dispuesto a ello, obligar a que la quieran, porque voluntariamente a su familia cada vez les costaba más hacerlo.

Como dijo el príncipe, por eso se podían entender y comprender de manera más amplia sus actitudes. Pero estas no eran justificables en ningún sentido.

Y como Lauren sabía casi a la perfección, que la vida de alguien haya estado llena de desgracias y hasta la más fuerte de las penas. Ninguna era justificación para volverse una mala persona.

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Debido a la conversación y desahogo del príncipe, el tiempo se vio y pareció menor. Haciendo que en lo que parecía poco, ya estén casi en el jardín.

Habían llegado por la parte principal para pasar al jardín, y desde donde estaban Lauren podía ver la torre sur, que era pues la que estaba cerca al jardín y de cual cuyas ventanas se podía ver aquel gran espacio.

El príncipe volvió a tomar un respiro y sacudir un poco la cabeza.

-Bueno, creo que es pertinente cambiar el tema. Estos días han sido malos y hablar de los mismos no trae buenos recuerdos. Hablar de otra cosa a pesar de todo lo que pueda pasar, y la necesidad de comentar los sentimientos del día, hará que al menos esto se pueda olvidar por unas horas. Vuelvo a agradecer gesto tan dulce el suyo de haberme escuchado, y de que su disposición a hacerlo vaya más allá a solo un compromiso. Yo en serio deseo que este encuentro salga bien, supongo que esta será la excusa, para que al menos tanto para mí como para usted, esta racha de malos días pueda disminuir un poco-confesó.

Lauren asintió lenta y amablemente, de acuerdo con el joven de la realeza a su costado. No era bueno andar hablando de lo malo de esos días, a pesar de que quejarse no sea malo y que ayude a liberarse. La semana estaba mal, y al menos en el tiempo que dure aquella reunión, quejarse de la semana quitaría aquella ilusión con la que aquellas horas venían acompañadas.

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Ambos, avanzaron un par de pasos más, y en el momento en el que el jardín podía verse cerca, más cerca de lo que Lauren había estado en todo su corto tiempo en palacio.

Era cierto que desde la torre sur, y de la ventana de la habitación que compartía con Frizzy, podía verse, y se podía notar que sus caminos parecían una especie de laberinto. Pero estando ahí abajo era más precioso todavía.

Tenía arbustos inmensos, más altos que una persona, con enredaderas acomodadas precisamente, que incluso de daban el aspecto de paredes. Todas las innumerables rosas blancas en esta lo hacían ver precioso, estaban perfectamente cuidadas y eran las más bellas alguna vez vistas, incluso parecían ser más grandes que cualquiera. No había ningún otro tipo de flor, ni de ningún otro color. Toda su estética tenía un orden tremendo, y una increíble pulcritud

A Lauren le gustaba, porque en flores, las blancas eran sus favoritas. Y las rosas ciertamente, eran de las flores más preciosas.

El aroma del lugar era también potente, relajante, y transmitía una especie de paz que tanto estaba necesitando esos días. Su dolor de cabeza disminuyó un poco, porque se había quedado maravillada con como era el jardín de tan cerca.

Tenía una especie de caminos, para poder pasar por ahí, y era pues como alguna vez escuchó una especie de laberinto. Era un lugar increíblemente inmenso, y donde terminaban todas las plantaciones de las rosas empezaba un gran campo, este lleno de pasto, y con un establo, donde estaban los caballos.

Su vista no alcanzaba ver más, porque todo era demasiado espacioso, pero seguramente había más, porque el jardín parecía ser interminable. Y su color verde y blanco, se extendía a muchísimo más de lo imaginable.

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El príncipe pareció notar el asombro de Lauren.

-¿Había visitado el jardín antes?-preguntó con curiosidad.

-Solo lo había visto desde la torre-contestó la muchacha serenamente.

Ambos aún seguían relativamente cerca, sin adentrarse todavía en el tremendo espacio.

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El príncipe retiró las manos de su espalda. Y con un leve rosado en sus mejillas pareció tomar coraje para algo.

Extendió su mano, educada y elegantemente, ofreciéndole a la muchacha posar su mano encima de la suya, ya que así era como por educación un caballero debía ofrecer tomar la mano de alguna muchacha. Más aún cuando iban a entrar al mismo tiempo, y que el muchacho conocía el lugar y se veía en la obligación de guiarla al inicio.

Lauren quedó quieta varios segundos, su cuerpo que ya parecía harto de todo, está vez estaba dispuesto a no obedecer la manera en que su mente obligaba a que tome su mano, y que se aguante toda la incomodidad que eso le iba a causar.

Se le hizo difícil levantar el brazo y encoger su codo para levantar la mano. Era como una forma de obligarse demasiado difícil, pero al mismo tiempo algo en ella se negaba a rechazar el gesto del príncipe, haciendo que la situación, a ella se le haga extremadamente difícil de disimular.

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Pensó, que si se incomodaba mucho, no habría más remedio que comentar con el joven su repulsión e incomodidad ante todo tipo de contacto físico, esperando no herirlo. Sabía que aquel contacto era solo porque al entrar el príncipe quería tener el tierno gesto de guiarla, y que después ya dentro del jardín seguro habían de soltarse. Aún así, si su cuerpo ya no podía tolerar la unión de sus manos hasta eso, se iba a ver obligada a contar que no se sentía cómoda con todo lo que tenía que ver con tocar gente.

La mano de Lauren tembló un poco, y se decidió a tomar la mano del príncipe durante el tiempo que su cuerpo pueda soportarlo. Posó la misma delicadamente encima de la palma del príncipe, haciendo el contacto bastante suave, ya que solo mantenía la mano rozando.

-Su mano está helada-confesó el príncipe, algo preocupado.

-Siempre me pasa-respondió Lauren, controlando cualquier impulso que pueda tener su cuerpo de separarse rápido.

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El príncipe le dedicó una sonrisa. Y con un gesto amable y respetuoso este inició los pasos y ambos empezaron a caminar dentro del más bello e inmenso de los jardines.

Lauren sintió su mano temblar, y no era precisamente por su incomodidad, sino porque claramente estaba sumamente nerviosa. No era cualquier persona quien estaba a su lado.

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