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XLIV

𝐋𝐨𝐧𝐝𝐫𝐞𝐬, 1880— 𝐈𝐧𝐠𝐥𝐚𝐭𝐞𝐫𝐫𝐚, 𝐑𝐞𝐢𝐧𝐨 𝐔𝐧𝐢𝐝𝐨

     Lauren sí pensó en contarle, porque al fin y al cabo, ambas eran amigas.

     Tomó un respiro.

     —Me ofreció una invitación, a un nuevo encuentro.—dijo con bastante serenidad, mientras se encogía de hombros.

     Los ojos de Frizzy se abrieron en sorpresa.

     —¿Una cita?—preguntó, mientras su voz salía más aguda debido a la emoción.

     La mueca de Lauren hizo que sus labios estén torcidos en una expresión que reflejaba algo de disgusto e incomodidad. A pesar de ello, y de todas las explicaciones que se puedan tener, técnicamente sí era una cita. Así que terminó asintiendo.

     Frizzy se llevó una mano a la boca en gran sorpresa.

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     —Le dijiste que sí ¿verdad?—preguntó—Porque te juro que si le dijiste que no—empezó a decir mientras se llevaba una mano a la cabeza algo frustrada.

     —Le dije que sí—decidió interrumpir Lauren, con un tono de voz bastante neutro.

     Frizzy tomó un respiro profundo, mucho más contenta con la respuesta de Lauren. Mientras quien parecía más emocionada, al menos por su forma de expresarse corporalmente era ella.

     —Como sé que eres toda seria, yo gritaré de emoción por ti. —declaró.

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     Lauren, llegó a tomar un trapo que estaba cerca a ella en el escritorio cercano a donde estaban ambas, retrocedió unos pasos, y extendió el brazo lo más que pudo, alcanzó aquel pedazo de tela y golpeó  a Frizzy amistosamente con el mismo antes de que la morena vuelva a tomar el aire suficiente para gritar.

     Frizzy no gritó, el golpe del trapo la tomó por sorpresa. Le cayó en el brazo, no dolió obviamente, porque no fue con fuerza, pero logró que no emita sonido, porque aquello la tomó desprevenida.

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     —Si gritas, se va a escuchar en todos lados—la regañó.

     —Ay, ya "mamá"—contestó Frizzy con broma.—Pues perdón—dijo—Es que no sé cómo estás tan serena, al menos corporalmente, con esas cosas. Es como que, la expresión de tus ojos y de tu cara sí te delata, pero la de tu cuerpo no. Por eso por lo único que sé que lo que te ha dicho el príncipe te ha movido bastante es porque estás roja.

    El ceño de Lauren se frunció en ese momento.

    —¿Perdón?

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    Frizzy quedó en silencio unos instantes y luego empezó a carcajearse.

     —Que estas roja. No toda tu cara, solo tus mejillas, tus orejas y una parte de tu cuello. Tampoco es que estés como un tomate, pero de que estás roja, estás roja.

     Lauren miró hacia otro lado, mientras dejaba el trapo aquel que había usado a un lado, y tocaba su mejilla delicadamente con la mano que ahora tenía libre, ya que con la otra seguía sosteniendo el trapeador.

     Efectivamente y aunque no pueda ver su propio rostro, pudo comprobar que Frizzy no estaba bromeando, ya que su mejilla estaba caliente, y que aquella sensación quemante en sus orejas no se había ido tampoco. Aclaró un poco su garganta. No sé había dado cuenta que había tenido ese tipo de reacción. Le dio un poco de vergüenza, ya que probablemente el príncipe se había dado cuenta también.

     Frizzy volvió a reírse.

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     —Oye, si no te molesta ¿cuándo es?—preguntó Frizzy cambiando de tema.

     —El próximo viernes—dijo, Lauren, bastante serena, mientras aún tenía la mano en su mejilla, para enfriarla un poco, ya que su mano estaba bastante fría, en comparación a aquel rubor quemante de su rostro.

     Frizzy dio pequeños saltos.

     —Y ¿Qué te vas a poner? Ah no espera, si seré idiota.—preguntó y se corrigió al instante.—cambiemos de pregunta—dijo sacudiendo la cabeza—¿A qué hora?

     Lauren quitó la mano de su mejilla, e hizo el número cuatro con los dedos, para mostrárselo a Frizzy, luego volvió a poner su mano esta vez en la otra mejilla, para enfriarla también.

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     —¿Deberíamos contarle a la princesa cuando la veamos?—preguntó Frizzy segundos después.—ya sabes, chisme de amigas.—dijo evitando soltar una risa.

     Lauren no supo por qué no, además la princesa no le diría a nadie, porque las tres ya guardaban el secreto de su amistad y de las cosas que la misma reveló de su hermano. Se encogió de hombros y asintió de acuerdo, no le veía nada de malo.

     Ambas, luego vieron y confirmaron que ya habían terminado. Que ya podían irse de la biblioteca. Frizzy no sabía si tenían que llevar las cubetas y trapeadores a algún lado después de eso, porque no les habían dicho nada. Al final, las dejaron ordenadamente donde las habían encontrado.

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     Salieron de la Biblioteca, ya limpia. Estaban muy cansadas, pero había una gran satisfacción porque al menos habían logrado terminar con todo.

    Frizzy se tomó la cintura y enderezó su espalda para así atenuar de cierta manera el fuerte dolor en la espalda que le había provocado toda aquella tarea. Lauren no había tenido ese problema, al menos no en la intensidad de su compañera debido a que su erguida postura la ayudaba muchísimo con ese tipo de dolores.

     Frizzy, a pesar de haberse enderezado unos segundos, volvió a encorvarse en la postura que se había acostumbrado tener.

     Mientras caminaban por el castillo regresando a la cocina, Frizzy seguía muy emocionada por lo que le había contado Lauren. Le estaba comentando un par de cosas, y daba pequeños saltos mientras se imaginaba un par de cosas que podían pasar.

     Por su parte Lauren caminaba tranquilamente, y negaba resignada cada que a la morena se le escapaba una de sus típicas bromas.

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     —Oye, así parece que quien está emocionada por la cita soy yo y no tú.  Sé que por dentro hasta debes estar confundida, pero no sé no te dan esos escalofríos de la emoción que hacen que tu cuerpo se quiera sacudir. Si no fuera porque vi tu expresión durante la conversación que tenías con su majestad diría que no te afecta casi en nada.—mencionó mientras ambas doblaban por uno de aquellos interminables pasillos.

     —Sí me emociona, solo que no ando saltando por todos lados como si tuviera 3 años.—contestó Lauren con burla.

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     Frizzy se llevó una mano al pecho, haciéndose la ofendida con bastante gracia.

     —Eso fue un golpe bajo, ahora chistosa resultaste —contestó Frizzy con broma, mientras empezaba a reírse y fuera de como reaccionaría Lauren a lo que estaba a punto de hacer le dio un empujón bastante amistoso en el hombro, a pesar de que no se lo esperó ni vio venir.

     El empujón sí la desequilibró un poco y el contacto la disgustó bastante, pero era de juego, podía ser amargada pero nunca tanto.

     Terminó devolviéndoselo, como juego también, ignorando esa sensación tan desagradable y extraña que sentía con todo tipo de contacto físico.

     Frizzy tenía menos equilibrio y con el leve empujón, ella sí terminó cayendo al suelo.

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     Lauren se arrepintió por ello en el instante que vio a la muchacha caer, creyendo que tal vez no había medido su fuerza.

     Pero Frizzy que había caído sentada y de costado estaba muriendo de la risa en el suelo.

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     A pesar de todas sus incomodidades físicas, Lauren ofreció su mano para ayudar a su amiga, que aún carcajeándose, tomó la mano de la muchacha del cabello negro para poder tener el impulso necesario para levantarse.

     —Lo siento—dijo Lauren arrepentida.

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     —¿Por qué? Si no pasó nada malo—dijo Frizzy, ya de pie.

     Lauren la soltó inmediatamente para no incomodar a su propio cuerpo más de lo que ya estaba.

     —Fue genial—dijo la morena que no podía parar de reír.—Tengo mal equilibrio. Es eso. No te preocupes—se explico—Pero te imaginas si en vez me dabas un caderazo, me matabas—siguió riendo.

     Ambas quedaron frente a frente, Lauren esperó a que Frizzy se recomponga, y que se termine de reír para poder continuar con su camino. Lo cual no parecía ser muy rápido.

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      —Siempre te ríes de todo—le dijo Lauren. Fingiendo fastidio, a pesar de que solo usaba un sano sarcasmo.

     —Y tu nunca te ríes, amargada del demonio.—le contestó Frizzy entre risa y risa—Aunque bueno—dijo quedándose a pensar unos instantes—ese par de veces no cuenta, no sé si cuenta porque no sonreíste ni nada, solo te salió un sonido raro de la nariz y se te torció la boca bien raro. Pero sabes qué, vamos a ser positivos, digamos que sí te reíste.—hizo una pausa— Pero es que igual a veces no sé cómo le haces para renegar tanto. ¿No te duele la frente de tanto frunces las cejas?—bromeó

     —¿No te pasa lo mismo con tus mejillas de tanto que te ríes?—respondió Lauren, siguiendo el juego, mientras sin que ella se de cuenta, sus cejas ya se habían juntado en su frente.

     Frizzy tuvo un pequeño ataque de risa nuevamente. Pero eventualmente, después de varios segundos logró estabilizarse. Lauren, con una expresión neutra solo esperó a que se calme, otra vez.

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     No supo cómo describirlo, pero ese momento le otorgó una sensación bastante gratificante a Lauren. En verdad apreciaba a Frizzy, a pesar de que en muchos sentidos y ámbitos tenían diferencias abismales. Era una suerte contar con ella, y con su amistad. Sobretodo porque en el corto tiempo de su convivencia ya habían logrado establecer un lazo fuerte. Lauren estaba para ella, y viceversa.

     Más aún, se sentía bien al saber que contaba con ella plenamente en el secreto que guardaban junto a la princesa. Que a pesar de lo rápido y repentino que habían sido todos los hechos que guiaron a sus actuales circunstancias con la muchacha de la realeza, habían logrado realizarse de la forma más fructífera posible.

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     Ese era su presente en esos momentos, ser sirvienta Real, contar con una amistad tremendamente afortunada, tener el honor y la satisfacción de poder brindar su ayuda a una persona tan dulce y noble como la princesa. No estar libre de problemas en castillo, de ser consciente de asuntos delicados, como los había en todos lados. De que tenía la oportunidad de estar en un lugar mejor, uno nuevo, uno sagrado, en el que estaba al servicio de las máximas autoridades de su nación.

     Había huido, de su pasado. Y esa fue lo mejor que pudo pasar. Había logrado huir del mismo, porque aún no podía ni era lo suficientemente fuerte para enfrentarlo. De alguna manera tampoco quería hacerlo, porque lo único que deseaba era estar lejos, y al fin lo estaba.

     Estar en el castillo le había traído muchísimas cosas buenas, condiciones para quedarse mil veces mejores que donde las mujeres aquellas, un ambiente de trabajo que no era abusivo, amistades totalmente atesorables. En un poco más de una semana, que era el tiempo de su estancia, se había permitido a si misma tantas cosas, de bromear con alguien, algo que por el estado en el que se encontraba antes, no se imaginaba a sí misma haciendo, encontrándole gracia a varias cosas, a pesar de no sonreír, sentir lo que era recibir un profundo halago de un muchacho, uno bellísimo, que había ocasionado ruborizarla, a pesar de todas sus ya conocidas y peculiares incomodidades.

     Era la misma Lauren de toda la vida, seria, reservada, poco habladora, fácil de irritar y al mismo tiempo paciente, serena, curiosa, en el sentido de que el contacto físico jamás había sido lo suyo. Era la misma, y lo sería siempre, solo que ahora, después de tanto, estaba más tranquila, más feliz.

     Estaba profundamente agradecida con eso, y con toda la gente que la quería a pesar de que ella misma consideraba que tal vez no lo merecía.

     Estaba en una nueva oportunidad, casi como una nueva vida. Había huido, no estaba libre, pero estaba lejos. Y estar lejos era lo único que siempre quiso.

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     Después de que Frizzy pudo calmarse, ambas volvieron a su camino.

     Durante este, la morena se echaba aire con las manos, debido a que tanta risa la había sofocado.

     El camino, fue algo largo. Debido a que la biblioteca y la cocina estaban casi de un extremo a otro.

     El inmenso lugar, siempre parecía vacío a pesar de estar llenos de sirvientes, que cada vez parecían ser insuficientes.

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     Aún así llegaron a un paso bastante tranquilo, Octavia las recibió algo apresurada, agradecida porque al fin hayan terminado.

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     Les habían guardado comida, porque por la demora en aquella limpieza ambas sirvientas no habían almorzado.

     Después de comer, y volver a adecuarse al por fin tibio y ajetreado ambiente de la cocina. Aquel día tan peculiar, que empezó con una fuerte incomodidad, felizmente no tuvo ningún otro evento que lo haga salir de su ya habituada rutina.

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     La narración del resto del día, que tuvo una misma rutina, podría tornarse aburrido. A pesar de que en este tiempo, cosas pequeñas como el hecho de que Dianne se quemó la mano con el asa de una sartén fue algo que a pesar de lo reprochable que sea el sentimiento, le trajo una especie de satisfacción tanto a Lauren como a Frizzy.

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     El día siguiente, en términos rutinarios fue igual. Solo que gracias a la suerte de aquella vez, tuvieron nuevamente la grata oportunidad de entablar conversación con la princesa Ava. Ya en horas de la tarde, después del almuerzo.

     Ya que Octavia había mandado a Lauren y a Frizzy hacia la dispensa por un buen par de cosas, y en su regreso mientras sostenían todas las cosas en sus brazos, la princesa les dio la sorpresa de saludarlas en el pasillo.

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     Lo bien que se sentía verla sonriente, no tenía precio. Gracias al cielo, durante toda la semana pasada, y ese par de días su madre y ella no habían tenido ningún inconveniente.

     Y como lo había dicho Frizzy el día anterior, procedieron a contar lo que pasó el día anterior. Aprovechando al máximo el par de minutos que tenían antes de que alguien aparezca y vea a las tres personas en el lugar.

    Fue una conversación amena, que le sacó una gran sonrisa a la bella princesa, así como decir que su hermano no le había contado nada, deduciendo también que seguramente no lo había hecho para que la princesa no se burle.

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     Hubo también un pequeño extracto de la corta interacción. Que cabe exponer debido a su gracia.

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     —No puedo creer que todo eso te haya pasado en un solo día, o en unas horas más bien. Debió haber sido demasiado raro—dijo la princesa aquel día

     Lauren se encogió de hombros, la princesa tenía razón, pero felizmente para ese día, ya estaba mucho mejor, y ya lo había asimilado y aceptado en un gran porcentaje.

     —Enterarte por mi error lo de mi hermano, luego verlo caerse por tonto, ayudarlo y ahora tener una cita.—mencionó casi enumerando la muchacha de la realeza, para luego hacer una pausa—Sabes—dijo, teniendo una idea— el día de vuestro encuentro ¿por qué no te rizas las pestañas? Eso hará que tus ojos se vean más grandes de lo que ya son, y como estos son los que mi hermano halaga más, al traer más atención a ellos lo harás tener una crisis existencial.

     Frizzy no pudo evitar soltar una carcajada. Lauren se sintió un poco avergonzada, en el buen sentido.

     —Eso es una estrategia—dijo la morena, causando también una risa en la princesa.

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