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XLII

𝐋𝐨𝐧𝐝𝐫𝐞𝐬, 1880— 𝐈𝐧𝐠𝐥𝐚𝐭𝐞𝐫𝐫𝐚, 𝐑𝐞𝐢𝐧𝐨 𝐔𝐧𝐢𝐝𝐨

     —Perdón, perdón. No tenía idea de que estaban haciendo un servicio de limpieza aquí. Lo siento, debí fijarme en el suelo.—dijo el príncipe adolorido, mientras sobaba la parte baja de su espalda, y volvía a enderezarse.

    El dolor del golpe, lo había desestabilizado bastante. Por lo cual, no podía estar en tanto equilibrio como hubiera deseado.

    Razón por la cual, en contra de la propia voluntad de su cuerpo, Lauren se obligó a volver a sostenerlo, esta vez poniéndose al frente del mismo, tomándolo de ambos codos para brindar una especie de apoyo.

    El príncipe no tuvo más remedio que apoyarse en Lauren, y esperar varios segundos que el dolor reduzca y disminuya un poco. Porque el golpe a pesar de no haberle hecho daño, había sido muy doloroso.

     —Lo siento mucho en verdad—dijo avergonzado.

     —Ha sido solo un accidente.— contestó Lauren conprensivamente.

     El príncipe elevó un poco la mirada chocando a propósito la misma con Lauren. Bajándola segundos después, porque estaba muy avergonzado por lo que había pasado. Por como al final también se habían terminado chocando.

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     Eventualmente, el príncipe se fue calmando del dolor, y ya podía caminar  aún apoyándose en Lauren, esta vez con esta solo tomando uno de sus brazos y caminando a su costado, fue a sentarse en una de las sillas que había con las mesas para la lectura. Un poco más alejada de la zona y los estantes donde Lauren había dejado su cubeta y trapeador.

     El joven se quejó un poco al sentarse debido a que la parte donde el dolor seguía era precisamente en el último hueso de su espalda, pero a pesar de aquello logró estar bien ahí.

     Lauren volvió a soltarlo con mucha rapidez, sintiendo que su cuerpo de transmitía una invasiva y fuerte sensación de desagrado por haberse obligado a mantener un contacto físico relativamente más largo que en otras situaciones con alguien. Y por otra parte sintiéndose mejor consigo misma por haber ayudado.

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     —Perdón—volvió a decir Thomas después de unos segundos, ya sentado y aún muy avergonzado.

     —Ha sido solo un accidente—recalcó Lauren. Mientras ella quedaba, con las manos detrás de la espalda y a una distancia prudente de la mesa donde estaba sentado el príncipe.

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     —De todas formas, no he prestado atención. Lamento haberla asustado. Entré pensando en otra cosa, y me distraje. Merezco haber resbalado. Muchas gracias por su ayuda, sin esa no me hubiera parado tan fácil ni tan rápido. —volvió a contestar, ya un poco más liberado del dolor, mientras se acomodaba en la silla, y acomodaba los brazos encima de la mesa, para poder sentarse de una manera más cómoda.

     Lauren quitó importancia a aquellas palabras de agradecimiento con un gesto educado, iba a ayudar de todas formas, a pesar de cómo se estaba sintiendo, además cualquiera pudo haber resbalado. Una distracción la tenía cualquiera.

     —Bueno, lo digo  también porque no soy una persona musculosa—volvió a hablar el príncipe, ante el pequeño silencio —Mi contextura es muy delgada, y pues supongo que por la falta de tal vez una buena cantidad de músculos, valga la redundancia, si me caigo golpeo de una manera más directa mis huesos, y pues eso duele mucho. Mucho en verdad a pesar de que de alguna manera pueda presumir la fuerza de los mismos —dijo, para luego soltar una leve risa al final, haciendo una pausa —Ahora que lo pienso, ha de haber sido muy gracioso de ver, agradezco también que no se haya reído. Que vergüenza.

     —Jamás me hubiera reído de eso—contestó sinceramente Lauren.

     Aquello era totalmente cierto,  no solamente porque hasta el momento tampoco no lo había hecho con nada, y las a penas muecas y sonidos nasales que había tenido, eran el máximo logro, aún así no podían ser considerados como una risa propiamente. Sino también porque aquella no había sido una caída que produzca gracia, más bien produjo bastante preocupación y hasta un poco de susto, por lo verdaderamente dolorosa que se había visto.

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     Hubo un silencio largo entre ambos después de ello, el príncipe sin saber muy bien que decir o que hacer ante aquello acomodó su corbata, y aclaró su garganta.

     Lauren por su parte solo esperaba que el joven dé algún tipo de indicación dándole el permiso para retirarse. Porque tenía que continuar con su trabajo ya que a pesar de limpiar una mitad del lugar, aún le faltaba bastante , y estar frente al príncipe  tan pronto justo después de lo que había declarado su hermana, también la estaba incomodando.

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     —No sabía que usted también hacía servicio de limpieza. Ya me parecía algo relativamente inusual no haberla visto en el almuerzo. Pero deduje que no había pasado nada—volvió a decir el príncipe una vez más para hacer morir al silencio— ¿Está usted sola limpiando todo este lugar?—preguntó, bajando un poco la voz al decir la pregunta.

     —No, su majestad. Mi compañera está aquí también.

     El príncipe levantó ambas cejas con agrado.

     —Está con la señorita Jocasta, me alegro. Seguramente ella también escuchó lo fuerte de mi dolorosa caída. Aunque por lo grande de este lugar puede que se haya confundido con el caer de un libro. Lamento que este reencuentro se haya tenido que dar así, que vergüenza, una vez más, disculpe mi redundancia, pero lamento esto en verdad.—suspiró de nuevo, aún sentado—Venía un momento a leer algo, como descanso ante una gran inquietud mía últimamente, generalmente esto está vacío a esta hora, y vengo a estar solo un tiempo cada cierto período. Aunque fuera de eso es fácil estar solo aquí en el castillo, es un lugar tan grande, que a pesar de toda la gente que hay se sigue viendo vacío.—decía el joven con tranquilidad.

     Lauren lo escuchó con atención, a pesar de estar incómoda. Sus emociones no tenían nada que ver con la educación y delicadeza en el trato con otros.

     El príncipe era un muchacho muy agradable en absolutamente todos los sentidos, eso no podía negarse.

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     Con el rabillo del ojo y muy al fondo del lugar, vio a Frizzy, que la estaba viendo también mientras se reía y se burlaba en total silencio, tapando su boca con una mano y haciendo un esfuerzo inhumano por no hacer ruido. Razón por la cual se quedó ahí sin querer intervenir.

     Definitivamente, para Lauren ese no fue su día de suerte.

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     No sabía que responder ante las palabras del príncipe, por lo que la mejor opción que tuvo fue quedar en silencio, tranquila.

    Aunque estaba preocupada por el dolor físico del príncipe, porque a pesar, y como se había dicho, el golpe no le había hecho daño, había sido fuerte, seco, y demasiado doloroso.

     Ese mismo dolor, estaba pasando, pero muy lento, a pesar que el príncipe disimulaba y parecía cada vez un poco más aliviado a medida que el dolor se iba atenuando.

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     —¿Sigue doliendo mucho?—preguntó después de todo. Siendo ella quien esa vez rompía el silencio. Manteniéndose aún a una distancia prudente, de pie y con las manos detrás de su espalda.

     Estaba muy incómoda, y el silencio extrañamente esa vez lo hacía peor. Ya que le daba tiempo para que su mente le ande dando muchas vueltas a todo el asunto que había generado en un principio que se sienta así.

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     —Me haría el fuerte, pero admito que sí.—dijo el príncipe quejándose un poco, pero riendo levemente también—A pesar de eso, ya no es tan fuerte como el inicio, no me hice daño, en el sentido de que estoy fuera de alguna herida o lesión corporal notoria en la piel. Como ya mencioné, digamos que no crecí proporcionalmente a mi peso como se espera de una persona promedio.—mencionó.—No me tropiezo seguido felizmente, tengo bastante cuidado en eso la mayoría del tiempo. Es mi consejero quien está muy acostumbrado a las caídas, y a pesar de que las comparaciones no son un comportamiento muy adecuado, necesito repetir ésta para sentirme mejor conmigo mismo de alguna manera después de esta vergüenza— confesó con algo de gracia.

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     El príncipe, volvió a acomodarse en la silla, escondiendo una nueva mueca de dolor, y tomando todavía su descanso en esta hasta sentirse mejor.

     La muchacha se sentía extraña, no conocía otra palabra para definir como se estaba sintiendo más que decir que era  incomodidad. Pero no le desagradaba el príncipe, ni la enfurecía el tipo de percepción que el mismo tenía de ella, solo que se le hacía tan extraño por el hecho de que eso hacía que se sienta más observada, y no le gustaba estarlo.

     El príncipe Thomas era un joven sumamente educado, y respetuoso a pesar de que pueda tratar a la muchacha de una manera más coloquial. Esa era la parte del halago, y en la manera como la afinidad entre ambos podía hacer que para Lauren toda la extrañeza e incomodidad aquella se pueda contrarrestar.

     Aún así no había sido la mayor de las suertes que justo el mismo día de haberse enterado la noticia por medio de las declaraciones de la hermana del joven.

     Sabía que fuera de todos los demás defectos que podía tener, tenía  dos principales.

     Sobrepensaba de manera exagerada las cosas. Porque su mente siempre trataba de tomar una posición al respecto, y porque las circunstancias en las que había transcurrido su vida la habían obligado a analizar las cosas demasiado para poder tomar una decisión de como reaccionar y actuar ante una situación que requería secreto. O también se iba al otro extremo, de obedecer a sus impulsos sin pensar ni procesar nada primero.

     En este caso en particular, pasaba lo primero.

     Lo incómodo no era la presencia del príncipe, sino la idea de sentirse observada por el mismo debido a la serie de declaraciones que habían sido expuestas por la princesa, que por su lado no tenían nada de malo.

     Tenía que dejar de pensar en ese asunto, y dejarlo así como estaba, esperando que nadie más de los enterados lo toque, porque ella no quería hacerlo, para así no sobrepensarlo de más .

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     De que sabía disimular, y mentir bien, lo hacía. Siempre y cuando lo necesite y eso implique algo por lo que ella considere que una acción tan sujeta a opinión necesariamente necesite hacerse.

     No podía decir ni revelar el asunto, muchísimo menos con el príncipe. Quedando así aquel secreto que le habían contado, solamente en su conciencia, y en la de los demás enterados. De donde no debía salir bajo circunstancia alguna, al menos por todo aquel tiempo, hasta que en algún momento tal vez sea necesario decirlo. Pero por mientras y ante la improbabilidad de lo anterior, por el momento no debía ni mencionarse.

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     Ante el nuevo silencio que se formó entre ambos, el hijo del Rey tomó un respiro después de lo que pareció un momento de gran lucidez sobre un tema en específico

     —Señorita Lauren—llamó suave y educadamente, la muchacha volvió a concentrarse completamente en las palabras del joven de la realeza.

     Ambos se dirigieron la mirada, y ante la sensación extraña de todo el día junto, Lauren intentó no bajarla.

     Por unos instantes el príncipe pareció olvidar una parte de lo que diría, para que después en una fracción de segundo este vuelva a la ilación de sus palabras, mientras un sano contacto visual seguía manteniéndose.

     —Espero que ante lo que voy a pedirle no esté afectando directamente su trabajo en una manera que cause consecuencias, pero que si tal fuese el caso sería yo mismo el responsable de que estas desaparezcan y no la afecten en ningún sentido. Espero también que si lo estoy haciendo desde ahora usted me lo diga directamente para no molestarla y no afectar ninguna circunstancia para usted. Pero personalmente y ante el criticismo de hasta mi mismo padre, no soy un fiel creyente de las casualidades. Y me siento muy agradecido y halagado que estos azares o jugadas planeadas del destino hayan decidido que sea usted quien venga a ayudarme en esta circunstancia.—dijo tranquilamente—irónicamente este segundo encuentro que va más allá de un saludo en la mañana, es en una biblioteca.—hizo una pausa— Esperando que mis declaraciones no la incomoden, informo con todo el respeto posible que la razón por la  que entraba tan despistado era porque hace un par de días no he podido sentirme inquieto por preguntarle algo, y necesitaba despejarme de esas cosas estando solo un momento y viniendo a leer algo para disipar muchas de los pensamientos asaltantes últimamente.  Su presencia en palacio ya lleva más de una semana, y no he querido atolodrarme en nada porque eso no sería propio de mi parte y hasta podría ofenderla, que es lo que menos quisera. Pero creo que toda esta situación, ha sido la oportunidad que se ha presentado bajo una circunstancia extraña para que tenga la chance de hacer mi pregunta. Y antes de que pueda arrepentirme y desperdiciar este tipo de señal extraña que ha tenido el destino haciendo que me resbale y caiga terriblemente técnicamente en frente de usted. Yo quería saber, si es que en algún momento, uno más formal en el que yo la invito cordialmente, me otorgaría el honor tal vez de invitarla a acompañarme en un amistoso paseo por los jardines de palacio. Espero que no sea nuevo para usted saber el agrado y afinidad que ha quedado en mi después de aquel evento en la biblioteca nacional cuando éramos más jóvenes, y que personalmente me sería un honor volver a hablar con usted más allá de un buenos días o una interacción más profunda que solo servir el desayuno en mis aposentos.

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     En el rostro y expresión de Lauren, no hubo una mueca notable, más que abrir un poco más sus ojos y parpadear un poco más seguido, ante aquel pedido tan bellamente formulado.

     Lo pensó y procesó un momento un momento, al mismo tiempo, que una extraña sensación invadía la parte de atrás de su cuello, recorriendo también todo su rostro. No sabía una respuesta propia ante tal pedido. Y se tomó unos largos segundos para poder formularla correctamente.

     Usa sensación de fuerte presión en el pecho surgió producto del halago. Y una especie de calor en las orejas fue señal de que estaba avergonzada, en el buen sentido de la palabra.

     Tomó un disimulado respiro. Toda la tensión y terrible incomodidad del día, de alguna manera seguían ahí de manera fuerte, pero la manera en la que aquel halago y aquellas palabras la habían afectado lograron cubrir casi en su mayoría esa extraña sensación de batalla mental con la que había estado luchando desde su entendimiento sobre la percepción de curiosidad del príncipe ante ella.

     Eso de alguna manera cambió el rumbo a las sensaciones que tenía, quitándole importancia esa extrañeza, e indescriptible confusión mental. Reemplazándolas temporalmente por un tipo diferente de sensación extraña, esta vez relacionada a una sensación inconmensurable de halago.

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     —El honor de tener una nueva conversación con usted sería mío.—dijo Lauren entonces, agachándose unis momentos, para hacer una reverencia en total agradecimiento— Pero he de admitir que no tengo idea de cómo aquello afectaría mi trabajo, y que es eso lo que también llega a preocuparme. Aún así, si solo de mi voluntad depende, acepto su invitación considerándola el mayor halago que alguna vez he recibido en mi vida.—confesó sinceramente, mientras aquella sensación de lo que se definiría como buena vergüenza, provocaba un poco más de calor en ambas de sus orejas.

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