
XL
𝐋𝐨𝐧𝐝𝐫𝐞𝐬, 1880— 𝐈𝐧𝐠𝐥𝐚𝐭𝐞𝐫𝐫𝐚, 𝐑𝐞𝐢𝐧𝐨 𝐔𝐧𝐢𝐝𝐨
Nadie se enteró del secreto, y eventualmente el miedo fue bajando, pero el nivel y el cuidado para mantener el secreto incrementó notablemente. Disimulando con mucha cautela, interactuando a penas y solo cuando no había nadie más que las tres. No había sospecha alguna, pero a pesar de eso la guardia no bajaba, el cuidado aumentaba, por seguridad y por mantener aquella amistad que había logrado animar a la princesa, y que bajo ninguna circunstancia alguna tragedia pueda dejarla al descubierto.
A pesar de su interminable capacidad de hablar, Frizzy sabía guardar muy bien los secretos. Y era obvio que Lauren también. Su silencio era impenetrable.
La princesa estaba mucho mejor, y nadie tenía idea que aquello se debía al surgimiento de una peculiar amistad, que se daba a pesar de prohibida, y que se mantenía en total secreto, sin generar si quiera sospecha alguna.
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Pasaron dos días más en los cuales, lamentablemente Lauren no se encontró con la princesa, pero Frizzy sí una sola vez. La morena contó que hablaron un momento, que la princesa iba de camino en la biblioteca, porque ahí tenía otra instructora que le estaba enseñando Italiano, ya que era el nuevo idioma que había de aprender, porque el Francés lo aprendió hace tiempo.
Frizzy contó que la princesa también estuvo más contenta, y que mandaba saludos.
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Pero aquella noche, o más bien desde la tarde de ese día, hubo una noticia que distrajo a todos de cualquier cosa que pueda azotar su mente, indicaron que a la mañana siguiente, las cartas de los sirvientes a sus seres queridos iban a ser recogidas por un gran grupo de carteros y enviadas a su destino. Todos los que quisieran hacerlo, podían hacerlo sin problema alguno, que en la mañana, tenían hasta antes de la hora del almuerzo para entregar sus cartas a Paul y su grupo de encargados, que serían los que llevaban las cartas fuera del castillo, hasta las rejas para que así se repartan en el gran grupo de carteros y así se puedan llevar.
Lauren se quedó hasta bastante tarde escribiendo cartas a todas las personas y sus amigos del pueblo. Frizzy igualmente, escribiendo las cartas a sus padres y a sus 11 hermanas.
Cada una con papel de carta, que abundaba y también podían pedir si lo necesitaban, cada una con su propia pluma y tinta, que habían empacado antes de venir al castillo.
En la habitación, no había una mesa, por lo cual cada una tuvo que escribir en su cama, teniendo una especie de soporte en su regazo, y poniendo el pequeño recipiente de tinta en la mesa de noche.
Lauren debía escribir más lento, debido a que escribía con la mano izquierda, ya que podía borrar lo que escribía y manchar su mano de tinta si lo hacía muy rápido. Por lo cual debía de elevar un poco la mano, y esperar a que la tinta seque de tanto en tanto y de palabra en palabra.
Acompañadas por la luz de las lámparas de noche, continuaron con su tarea.
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La muchacha escribió una carta a Gerard, contándole que todos sus días habían estado muy bien, preguntando cómo estaba y que tal estaba el trabajo.
Le escribió dos a Vladimir Gees, volviendo a darle las gracias, contando lo más superficial de las cosas que pasaron en el castillo, obviamente no contando bajo ninguna circunstancia el evento, mucho menos el secreto. En la carta se concentró más bien en contarle que había conocido a Frizzy, que se habían vuelto amigas y que estaba bastante cómoda en el castillo, preguntó por su estado de salud, la biblioteca, mandó en la otra saludos a los sirvientes de su mansión, así como muchos buenos deseos y ganas de saber que era lo nuevo en la ciudad esos días.
La que le mandó a Hope fue corta, con palabras sencillas y una letra grande para que pueda leer con más facilidad. Preguntando por su familia, y mandando muchos saludos a sus padres, preguntándole como iba el avance del libro y si le estaba gustando.
También le mandó una carta a Aitana, mandándole saludos, y esperando que todo en el puerto se encuentre relativamente más tranquilo después de aquella apresurada llegada del príncipe.
Dudó en mandarle una carta a Louis, quería hacerlo, pero al mismo tiempo no sabía que escribirle. Por lo que quedó pensando con la pluma en la mano, y un papel de carta vacío en frente.
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—Uh ¿es una carta para tu novio?—dijo Frizzy, estirando el cuello y llegando a ver de lejos que Lauren había escrito ya el nombre del muchacho.—Me hubieras contado, pero creo que no lo haces porque no quieres que bromee con el tema. Lo entiendo, pero con que Louis ¿no?—la morena sonrió divertidamente.
—No es mi novio—contestó Lauren.
—Ay ajá, ahora ya entiendo porqué te molestaba cada que hacía una broma contigo y el príncipe, tu corazón ya tiene dueño. Que bonito.
—Somos amigos—contestó Lauren.
—Sí, sí claro. Niega a tu novio. Espera, espera ¿ese no es el nieto del panadero? ¿El de ojos azules?—empezó a decir Frizzy, emocionándose al darse cuenta y unir cabos en su mente.—Aw, pero que bonito, no lo sabía. Me los imagino, que bonita pareja. Con razón cuando el joven Harry fue a recogerte a las puertas de la biblioteca para escoltarnos a las dos en el castillo él estaba ahí. Ya decía yo que te miraba raro como para ser tu amigo.
—No tenemos nada, ni nos hablamos mucho—recalcó Lauren.
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Frizzy se confundió de sobremanera, porque escuchó que Lauren le hablaba con gran firmeza, que no dudaba y que lo que decía era cierto.
—¿Y por qué le escribes una carta a alguien con quien no interactúas mucho?—preguntó curiosa.
Lauren se quedó pensando, y luego se encogió de hombros, sin saber muy bien la respuesta.
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—¿Te gusta ese chico?—preguntó Frizzy con mucha emoción.
Lauren negó varias veces.
—¿Segura?—dijo Frizzy levantando una ceja en duda.
—Sí—dijo firmemente.
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Frizzy se quedó pensando. El tema quedó ahí, no quería molestar a Lauren, porque parecía que en verdad no le gustaba ese muchacho. Aún así tenía sus dudas, ya que a ella no podía gustarle el muchacho, pero podía caber el caso de que a Louis sí le guste Lauren.
Cada una volvió a su tarea, Frizzy terminó de escribir una carta para una de sus hermanas, y Lauren al final sí le escribió una carta a Louis, mandándole saludos, preguntando por su abuelo, por como estaban las cosas en la panadería, y como estaba él. Era una carta corta, pero amable.
Lo hizo porque él siempre fue amable con ella, y no quería que se sienta mal viendo que había escrito cartas a todos los que la habían despedido menos a él. Fuera de eso, interés romántico no había.
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Juntó todas las cartas, y las puso en sus respectivos sobres. Unos cuantos que Frizzy le había regalado porque a Lauren no le alcanzaron. Puso el nombre y la dirección. Al terminar las apiló a un costado de su mesa de noche, para llevarlas en la mañana y hacer todo lo que les dijeron para que puedan entregarse.
Frizzy aún seguía escribiendo, y parecía que iba a demorar un poco más debido a la gran cantidad de familia que tenía. Felizmente, ya había avanzado, y ahora redactaba la última carta para su última hermana.
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Lauren guardó su pluma, y cerró el pequeño recipiente de tinta con su respectiva tapa, y también lo guardó en uno de los cajones de su mesa de noche.
Estaba aliviada de por fin haber tenido el tiempo y la oportunidad de que les den el permiso de mandar sus cartas a sus seres queridos. Y se preguntó cada cuanto tiempo les permitían hacerlo, pensando también en tener cada vez preparadas más cartas, para así poder mantenerse en contacto con sus queridos amigos.
Se acomodó un poco en la cama. Y Frizzy mientras dejaba un momento de escribir la carta que tenía. Decidió compartir una duda con Lauren.
—Lauren—llamó—¿Alguna vez te ha gustado alguien? En el sentido romántico.
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Tomó de sorpresa a Lauren, que se quedó pensando con un ceño fruncido sobre la pregunta. Aquella pregunta nunca se la había preguntado ni a sí misma. Y no sabía la respuesta, pero al mismo tiempo le daba algo de vergüenza decir que no. No recordaba haberse interesado en alguien. Y de verdad no lo había hecho.
Negó con la cabeza.
Tampoco se había puesto a pensar en eso, nunca había tenido tiempo, y no sentía que alguien le hubiera interesado lo suficiente como para poder deducir eso. Era raro estar diciendo que no, porque para la edad que tenía, se suponía que debía haber tenido al menos y si quiera un amor platónico. Pero no le había pasado, nunca le había interesado aquello tampoco. No era su prioridad, no le tomaba importancia. No le afectaba mucho.
No le había gustado nadie.
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—¿Alguna vez supiste si alguien estaba enamorado de ti en secreto?—volvió a preguntar la muchacha de piel morena.
Lauren lo volvió a pensar, y a la mente se le vino la imagen de Alex Douglas, lo de él no contaba como secreto, porque antes de que se lo lleven a Irlanda solía decirlo sin problemas.
Después de eso, no tenía idea de nadie. No creía que nadie lo haga tampoco, porque se daría cuenta, no era tonta. Y a pesar que la actitud de Louis dé sospechas, Lauren sabía muy bien que él no estaba enamorado de ella, que solo era un muchacho muy tímido y nada más
Entonces solo volvió a negar ante la pregunta de la muchacha.
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Al día siguiente de ese, las cartas se enviaron. Se siguieron todos los pasos, y estas fueron entregadas sin error a todos los carteros fuera de las rejas del castillo.
La noche anterior el tema quedó ahí, Frizzy decidió dejarlo ahí para no incomodar a su amiga con más preguntas, terminó de escribir todas sus cartas, también guardó todo, ordenó todo y ambas se dispusieron a dormir, para al día siguiente repetir toda la misma rutina, aseándose, cambiándose, y peinándose para así salir temprano como siempre, y entregar sus cartas sin problema a los encargados dentro del castillo para que estos lo entreguen a los carteros de afuera.
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Ese día también ambas sirvientas tuvieron la oportunidad y la suerte de encontrarse con la princesa. Después de salir de la habitación del príncipe habiendo recibido su desayuno. Lo triste por otra parte era que no había casi interacción con el príncipe, y que quien ahora se peleaba más con su madre era él.
Lauren y Frizzy no podían meterse en más secretos ni problemas, y a pesar de que también querían ayudarlo, no sabían como reaccionaría el príncipe, y era mejor dejarlo ahí, porque tampoco se podía ayudar a todo el mundo. Por más de que él también sea miembro de la realeza y hasta heredero al trono.
Aún así, era muy amable con ambas, y de vez en cuando les dirigía palabra, trataba de sonreír a ambas, y siempre se ponía algo nervioso cuando Lauren se le acercaba a poner la bandeja a su regazo.
Saber que su hermana parecía haberse recuperado notable y repentinamente lo aliviaban muchísimo. Y eso lo ayudaba a enfrentar las propias cosas que le pasaban a él, esperando que pueda recuperarse como su hermana. A diferencia de ella, su madre lo maltrataba de diferente manera, no lo golpeaba, ni insultaba, más bien parecía atormentarlo con miles de exigencias, sobre su comportamiento, su educación, regañándolo y diciéndole que no hacía nada bien.
Lauren entendió entonces porque la Reina no permitía que los sirvientes salgan, ya que eran ellos los que estaban más enterados de lo que pasaba en el castillo, a pesar de que traten de ocultar todo en familia, los sirvientes estaban siempre ahí, y si salían corrían el riesgo de que estos hablen, y la reputación de la Reina no podía verse manchada. Ya que todos sabían que era algo extraña, y no podía dejar que su imagen se manche más de lo que estaba.
Era muy parecido a algo que Lauren había vivido antes, y el miedo que le causaba tenía el mismo fantasma. Pero también era en muchos sentidos diferente, ya que la situación y la actuación ya no tenía que ver con ella directamente ni en ningún sentido, era un lugar diferente, con más gente, no solo estaban obligados a guardar silencio ellos, sino también toda la familia Real, para cubrir a la Reina.
Por eso, fuera de la princesa, no tenía intenciones de meterse más en el tema, más bien quería alejarse, tenía un pánico inexplicable a esa situación, por el contexto general tan parecido que tenía con lo que alguna vez fue la situación de su vida, que cada día quería olvidar y dejar atrás cada vez más.
Le daba mucha pena por el estado del príncipe, y se dio cuenta que ese era el estado en el que estaba siempre. Que los días días recientes a su llegada, solo habían sido una felicidad y tranquilidad momentánea.
Que la situación en el castillo era así, con un príncipe decaído y desganado, y una princesa triste, que gracias a Dios empezaba a estar mejor, un Rey distanciado de su esposa, y una Reina jugando el papel de villano. Lauren, tenía desprecio por la reina, pero también le daba pena, porque la esposa del Rey, pensaba y sentía tener la razón, sin entender porqué su familia se alejaba más de ella, y por qué su esposo ya ni la miraba.
La Reina quería al Rey, pero él no la quería a ella. Lo mismo pasaba con sus hijos.
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Al encontrarse ambas sirvientas con la princesa en los pasillos, esta ya estaba vestida, se había despertado mucho más temprano, tenía un bellísimo vestido verde esmeralda con listones negros, y sus infaltables y carísimas joyas.
Había ido a pasear al jardín después de desayunar más temprano que de costumbre, y al regreso se encontró con ambas de sus amigas en uno de los pasillos.
Empezaron a hablar, tranquilamente al ver que no había nadie.
La princesa tenía conciencia de que ese día se entregaban cartas, y preguntó con amabilidad sobre la familia de ambas chicas, Lauren evadió la pregunta con gran habilidad mencionando en vez a sus amigos del pueblo, Frizzy en vez comentó sobre todas sus hermanas y sus padres, trayéndole una que otra risa a la princesa, por su elocuencia y explosividad al hablar, en gran contraste con la seriedad y serenidad de Lauren.
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—Lauren le escribió una carta a su novio también.—bromeó Frizzy, solo para ver como Lauren se enojaba.
Y la muchacha sí se molestó, pero no totalmente en serio, porque sabía que Frizzy tenía bromas pesadas a veces, y que tenía que lidiar con eso y no molestarse tanto con ella.
El ambiente de total broma fue entendido por todos, a pesar de que a Lauren no le causó ninguna gracia y se fastidió no reaccionó de mala manera, porque era solamente una broma.
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—Vaya, Lauren. Si mi hermano se entera se le romperá el corazón y empezará a llorar—contestó la princesa bromeando también, para luego quedar completamente callada, y llevarse una mano a la boca con delicadeza, elegancia, pero también preocupación, como si hubiera dicho algo que no debía.
La expresión de sorpresa de Frizzy, y la expresión indescifrable de Lauren fueron todo un poema.
La princesa, seguía cubriendo su boca delicadamente con su mano. Pensando en cómo salir de la situación, a pesar de que totalmente por error y sin querer había terminado delatando a su hermano.
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—Thomas me va a matar—dijo en un susurro, preocupada, pero al mismo tiempo con unas notorias ganas de reírse.—Cielo Santo.
Ava, se quedó pensando, en que iba a hacer ahora que ya no había vuelta atrás en las palabras que había dicho. Estaba arrepentida, pero al mismo tiempo le causaba algo de gracia.
Con aquella broma ya había confesado algo.
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—Perdone, su majestad pero ahora que ya exhibió a su hermano—dijo Frizzy, provocándole una risa nerviosa a la princesa—¿nos puede explicar?
Lauren había quedado callada, sorprendida, porque a pesar de la broma de la princesa, algo de verdad tenía detrás, y la dejó pensando. Su cara hizo una mueca, reflejando su incomodidad y extrañeza ante el caso.
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La hija del Rey, dio un suspiró, y por si las dudas volvió a mirar a todos lados, confirmando que no había nadie en aquel pasillo todavía.
Al final, ya que no había remedio, y que la situación en sí no era muy seria ni confidencial, decidió contar la historia, ocultando aún varias cosas, para no avergonzar a su hermano si se enteraba que le había contado a alguien.
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—Es que, bueno. No era un secreto, pero tampoco era algo que quería que todos sepan. No ahora al menos. Demonios, me había pedido que no lo moleste con eso—suspiró—Pero, es que. Lauren tú como que le llamas la atención, anda medio tonto con eso, se supone que me contó como cosas de hermanos, pero se me escapó. También me contó que Dylan le hizo una broma pesada, porque a él le contó algo por el estilo, pero mucho antes de contarme a mi, entonces él dijo a las sirvientas que antes le traían el desayuno a él que hubo un cambio, que Thomas lo había pedido, y como Dylan es el consejero, obviamente le creyeron. Al final, la broma no fue tan broma, al inicio sí porque mi hermano me dijo que se asustó y todo, pero que después de alguna manera debía agradecérselo porque no le agradaba mucho Dianne que se diga, pero le tenía estima a Louise, razón por la cual no se atrevía a cambiar de personas en el servicio. La cosa es que está más tranquilo ahora, y lo anima que tú y Frizzy hagan el servicio ahora, porque supongo que le causas mucha curiosidad—dijo, evitando ocultar una sonrisa.
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Lauren quedó sin palabra alguna, quieta, con el ceño fruncido, mientras una sensación de incomodidad terrible invadía todo su cuerpo con más fuerza, haciendo que este se estremezca un poco.
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Frizzy en cambio, no pareció muy sorprendida, pero sí muy emocionada.
—Que te dije, que te dije. Ahora llámame exagerada a ver—susurró divertidamente a su amiga.
La princesa se dio cuenta que Lauren se había incomodado y fastidiado mucho.
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—Quédate tranquila, mi hermano no es ningún acosador ni nada por el estilo. Es más bien bastante reservado, cuando le habla a alguien más que para saludar está intentando hacer amigos. Es buen chico, digo que le atraes y despiertas su curiosidad, porque me contó toda su situación de la biblioteca y que te vio de nuevo y que te habló y así, supongo que le dejaste secuelas emocionales hace 4 años, y no se olvidó. Aunque tiene muy buena memoria, no sé, lo único que me dijo era que le gustaban tus ojos, y que ojalá tuviera la oportunidad de hablar contigo y tener un tipo de conversación más larga. Bueno, exactamente dijo "Tiene los ojos más interesantes que he visto, marrónes como cualquiera, pero atrapantes y enormes como pocos, me gustaría muchísimo poder hablar de nuevo con ella, sobre algo interesante y más allá de un buenos días, como esa vez"—dijo, haciendo más grave su voz para imitar con comicidad la de su hermano, luego hizo una pausa—Yo soy la que lo anda fastidiando. Pero fuera de eso el no ha dicho ni hecho nada inapropiado.
A pesar de la explicación y el toque de humor, Lauren seguía algo incómoda, sabía que el príncipe era un muchacho correcto y muy bien expresado, pero no tenía idea de que la esté viendo de esa forma, porque no sabía el por qué. Se le hacía raro, no desagradable pero invasivo, en un sentido que le provocaba algo extraño, un tipo de incomodidad que se sentía en el pecho.
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—¿Y ahora de qué estás renegando?—le dijo Frizzy, evitando soltar alguna risa.
—De nada, solo me incomodé—dijo Lauren sinceramente.
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—¿Cómo rayos le haces para hipnotizar gente? Enséñame—comentó Frizzy, para aliviar el ambiente para Lauren. La muchacha pareció incomodarse un poco más, Frizzy se dio cuenta—Ay, ya está bien, ya no te enojes. ¿Por qué te molesta tanto?
—Ya dije que no me molesta, me incomoda.
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—Perdón Lauren—dijo la princesa algo arrepentida.
Lauren negó, la princesa no tenía culpa alguna en eso.
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Estaba incómoda más que todo porque de alguna manera todo lo que había dicho Frizzy aquella vez que discutieron graciosamente, había tenido algo de razón. Lauren lo había negado porque era muy pronto esa vez, y seguía siendo muy pronto todavía. Se aferró a las palabras de la princesa, era solo un interés normal, una curiosidad, no una atracción romántica o física propiamente dicha. No sabía como sentirse al respecto, porque casi el príncipe ni le hablaba, a penas se miraban, y a pesar de compartir un evento pasado en común, su interacción era casi inexistente.
Le incomodaba eso, pero no le molestaba. No creía poder despertar ese tipo de reacción en alguien, y el hecho de que se lo estuvo negando hasta que se lo dijeron, desactivó recién varias pistas a las que les quitó atención, como miradas nerviosas, saludos un poco más amables, y pequeñas sonrisas.
Se sintió algo inútil por no haberse dado cuenta antes. Más bien por no haber querido darse cuenta. Porque era pues, demasiado pronto aún como para que lo acepte.
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—Louis tiene su competencia—dijo Frizzy, con algo de broma.
La princesa la miró dudando, como si no fuera momento muy adecuado para es tipo de broma, porque Lauren estaba fastidiada con ese tipo de chistes en verdad. Frizzy, entendió aquello, y quedó callada.
Hubo silencio entre las tres personas. Frizzy se arrepintió, su broma en esa ocasión no fue la más adecuada.
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La princesa pensó en que decir para calmar todo.
—Bueno, solo quería añadir que mi hermano siempre habla propiamente, yo también. Pero cuando estoy confianza ya me libero, él no. Habla todo elegante todo el tiempo, no es tímido pero sí se pone nervioso rápido. Jamás en su vida haría algo para incomodarte, así como tú él es algo distante. En serio no quería que eso te incomode. Fue mi culpa a mi se me escapó como una broma que solo salió de mi boca sin pensar—dijo la princesa una vez más.
—¿Le vas a decir algo al príncipe? Sobre esto—preguntó con curiosidad Frizzy—Digo, tal vez conversando las cosas se aclaran y dejas de estar tan incómoda sobre el tema.
Lauren negó
—Imagina como se avergonzaría, no haría eso.
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Acordaron también mantener aquello en secreto, a pesar que desde ese día Lauren estuvo enterada y consciente de la curiosidad que tenía el príncipe por ella, la cual por su prontitud, descartó como romance por el momento.
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Se llegó a preguntar por qué tantas cosas le estaban pasando, y al mismo tiempo.
Quería estar normal, más tranquila y sin muchas cosas en las que pensar.
Su amistad con la princesa ya la estaban llevando bien y segura ante cualquier descubrimiento, eso era lo único que estaba en orden, por más de que los procesos que usaban para ocultarlo eran cada vez más exigentes. Jamás se arrepentiría de ello, a pesar de que casi lo hizo a un inicio. Con eso ella y Frizzy estaban dispuestas a dar todo, incluso a estar mil veces más alerta, con tal de protegerla. De cualquier cosa.
Todo lo demás estaba difícil, su rivalidad con Dianne se sentía en la cocina, a cada momento.
Estaba llena de trabajo, pero ese no era un problema.
Se cuidaba y guardaba su secreto con mucho esmero, con demasiada cautela, como lo había hecho siempre, y luchaba por olvidar o al menos ignorar todo lo que había pasado con las Dhollen, no hablaba de ellas. No quería hacerlo jamás.
Aún asimilaba el haber salido, extrañaba gente pero al mismo tiempo sentía aliviada de no estar en el pueblo, recién se acostumbraba a estar en palacio.
Y ahora también resultaba que había despertado algún tipo de interés en el príncipe desde que el mismo la reconoció en el baile de bienvenida.
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Ya era mucho para su mente, y su nivel de estrés ya había aumentado. No sabía muy bien cómo mirar al príncipe después de enterarse lo que había dicho sobre ella, que a pesar que la princesa al repetir las palabras de su hermano lo hizo con chiste, le habían causado una especie de frío inexplicable a Lauren en toda la espina dorsal.
Ella, también al final decidió dejarlo ahí, ya no había nada más que hacer. Se imaginó la tanda de interminables bromas que haría Frizzy desde ese momento. Pero no iba a decirle nada al príncipe, no sería capaz de avergonzarlo diciéndole que se había enterado.
Lo que más la frustraba, es que sí se había dado cuenta, pero que se lo había negado por lo ilógico que parecía que suceda una cosa así tan pronto, y lo ilógico que seguía pareciendo.
¿Por qué siempre que salía de algo, otra cosa le pasaba? y ni siquiera solo una, sino que hasta varias al mismo tiempo.
No quería meterse en problemas, y trataba de no hacerlo, pero su carácter le ganaba. Reaccionaba, y al final era ella quien se metía voluntariamente en más cosas. Esa fue la respuesta a la que llegó, del por que siempre le pasaban infinidad de cosas.
Se preguntaba también a si misma por qué era así, y se regañaba, porque en el castillo al menos, todas las cosas que le estaban sucediendo, no habían surgido de la nada, sino que ella misma había hecho que le pasen.
Era ella quien había tenido la iniciativa de llevar a la princesa a su habitación cuando pasó aquello con su madre. Y en eso al menos estaba segura que no se había equivocado, tampoco en el hecho de haber ofrecido su amistad a la hija del Rey, a pesar de todas las cosas que podrían pasar si la Reina se enteraba, y que si pasaban estaba dispuesta a enfrentar.
De lo que sí sé arrepentía era de su situación con Dianne, sabía que rivalidades y enemistades había en todos lados, pero tal vez doblarle la muñeca no había sido su mejor reacción.
Y ahora sobretodo la repentina noticia del príncipe la tenía de sorpresa, no se arrepentía pero aún se le hacía algo difícil de creer, dedujo que había de tener un tipo de causa en aquel evento de la biblioteca de cuando ella tenía 17, ella había hecho que pase de cierto, porque en ese entonces ella había hablado primero, y sea lo que sea que hubiese hecho Lauren sin darse cuenta en toda esa su primera semana y unos cuantos días en palacio, sin siquiera tener intención, el hijo del Rey se había fijado en ella.
No sabía, y ese hecho no la hizo sentir más importante, sino más confundida.
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En el piso de abajo, se escucharon pasos, que hicieron reaccionar a Lauren de su estado de reflexión, en los cuales generalmente se le terminaba juntando todo. Su mente, y su cuerpo volvió a enfocarse en lo actual, al menos por un momento.
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Se apresuraron en despedirse, ya que a pesar de que sea quien fuere propietario de los pasos, el secreto ya no debía avanzar más allá de solo las tres.
La princesa se acercó a darle un abrazo a Frizzy correspondido al instante.
Con Lauren se despidió con una reverencia, para no tocarla, cosa que la muchacha agradeció mucho.
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Frizzy y Lauren se aseguraron que la princesa vuelva a su habitación, ya que se habían encontrado en los pasillos del segundo piso. Su hermoso vestido esmeralda de lazos negros, y el brillo de sus joyas desaparecieron en el interior de su pieza rápidamente.
Después de eso ambas sirvienta volvieron a mirar a todos los lados para así, poder empezar a bajar como si nada hubiese pasado.
Al llegar a la cocina, por algún tipo de milagro, nadie pareció notar su leve tardanza, para nadie hubo fuera de lo normal ni algo de lo que siquiera pueda surgir una duda. Y que la gente de la cocina sea una de las secciones más ocupadas, era de gran ayuda para que su concentración en sus propias tareas disipe a todos de lo que estaba pasando.
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Mientras lavaban los trastes de ese día, Lauren no pudo evitar quedarse pensando otra vez. En lo que acababa de pasar. Estaba abrumada, y era una cosa más que se agregó a la enorme lista de todos los pensamientos que la preocupaban, la dejaban pensando más todavía, la desconcentraban y la estresaban. Como mínimo una vez al día.
La princesa no tenía culpa alguna en haber contado aquello, fue algo que se le escapó. La joven de la realeza no tenía intenciones de incomodar a Lauren, y probablemente tuvo aquel desliz por como recién se estaba acostumbrando a tener amistades, o personas en quien confiar que no fuera su hermano.
Su objetivo, y con quien tenían más prioridad era ella, la declaración no podía afectar mucho Lauren, ni seguir incomodándola. Ya había pasado, y si pretendía que lo había olvidado podía ayudar en algo.
Era difícil dejar de lado las preguntas, sobre su propia actitud y todas las situaciones que parecían perseguirla con la intención de hacerla reaccionar para que se involucre, como si fuera una prueba, en las cuales a veces triunfaba, y en otras, como con lo de Dianne, fallaba.
Tenía que mantener y hacer a su mente neitralizarse, para empezar a pensar en una solución directa, que a pesar de no resolver las dudas, era la mejor opción para que la mente de la muchacha ya no se llene ni explote ya de tantas cosas que tenía.
No iba a avergonzar al príncipe, bajo ninguna circunstancia. Si ella estuviera en esa situación no querría que le hagan eso. Pretendería que no sabía nada, para que él no se incomode.
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Se llevó una mano a la frente, dejando de lado por unos segundos los trastes. Terminó llevándose después ambas manos al rostro, pasándolas por este de manera vertical hacia abajo, estirando sus ojos en el proceso, mientras emitía una especie de quejido.
No le gustaba enterarse las cosas de un solo golpe, porque demoraba más en asimilarlo.
Demoró varios segundos en recomponerse, sacudió la cabeza, y con esfuerzo pudo neutralizar el estado de su mente, que en los últimos segundos repetían como en un bucle las palabras del príncipe que habían sido repetidas por su hermana.
Solo así, después de neutralizarse pudo seguir con su trabajo.
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