LXXXVIII
𝐋𝐨𝐧𝐝𝐫𝐞𝐬, 1880— 𝐈𝐧𝐠𝐥𝐚𝐭𝐞𝐫𝐫𝐚, 𝐑𝐞𝐢𝐧𝐨 𝐔𝐧𝐢𝐝𝐨
—No ha pasado nada malo su majestad—respondió Lauren.—No debió venir, usted como príncipe tiene miles de responsabilidades que puede estar pasando por alto, por tener estas actitudes conmigo. Y personalmente, no puedo perjudicarlo ni usted puede perjudicarse de esa manera— respondió seriamente.
El príncipe quedó aún más confundido y bajó la cabeza.
—Lo siento, yo pensé que—dijo con una voz más baja de lo normal como un niño pequeño, viendose interrumpido un poco después.
—No se preocupe, esta perdonado. Agradezco su preocupación, pero le agradecería también, que no vuelva a hacerlo.— dijo la sirvienta empezando a retroceder. Sabía que había de alejarse, tenía que hacerlo.
Sabía mentir muy bien, la trayectoria de su vida se lo había enseñado. En esa ocasión, era mucho más difícil. Pero tenía que hacerlo
El semblante del príncipe se entristeció de una manera abrumadora.—Perdón, yo no quería incomodar en ningún sentido. Solo me preocupé, no quería que se vea como una exageración ni nada — habló bastante bajo nuevamente, disculpándose aún .
Con todo el dolor en su pecho, Lauren giró y empezó a avanzar de nuevo hacia la puerta de donde había salido. No sé vio capaz de responderle de nuevo.
Nuevamente dejó a Thomas confundido, perdido. Dolido. El príncipe tímidamente avanzó detrás de ella, no entendía nada.
—¿Hice algo malo?—dijo, detrás de ella preocupado.—Si lo hice, dime que pasó y sabiendo eso sabré como remediarlo—dijo, seguiendola con timidez.
Lauren no volteó, y solo vio la puerta delante de ella para poder entrar, era su único destino a lo único que quería llegar. Mientras sostenía el vestido entre sus brazos.
—¿La nota que te envié te ofendió?—decidió preguntar el príncipe. Justo cuando Lauren estaba llegando a la puerta, cuando la muchacha ya tenía la mano en la manija de la puerta.
—No su majestad, no me ofendí—Lauren volteó unos segundos para responder. No atreviéndose a mirar al muchacho directamente.
—Pero, entonces ¿Por qué estás molesta conmigo?—respondió el joven, con una voz baja, pequeña. Nuevamente como un niño.
—No estoy molesta.—agregó Lauren.—Solo estoy trabajando, han cambiado mi puesto. No puedo mantener el mismo tipo de contacto con usted. Afecta mi trabajo, y afecta el suyo—anunció.
El príncipe bajo la cabeza. Y quedó en silencio.
—Sé que sus intenciones son buenas, que su preocupación fue genuina.—siguió Lauren.—pero con la explicación de este cambio debió ser suficiente cualquier duda a parte, porque de un modo u otro hubiéramos chocado algún día. Sé que algo tan repentino es raro, pero usted sabe que no me puede pasar nada malo. Estoy protegida, gracias a usted, y eso lo sabe. Se lo agradezco, se lo agradeceré siempre.—le dijo—Pero sigo siendo sirvienta de este lugar, es mi trabajo. Atiendo órdenes, esto escapa de mis manos, en todos sentidos.—habló—No se perjudique por favor. No puede estar buscándome tan seguido, ya no hay conexión estrictamente laboral que nos permita interacción. Se debe respetar eso—se le quebró la voz inevitablemente. Pero lo disimuló.
—Lauren—dijo el príncipe, notablemente herido en un susurro. Sin entender nada de lo que había pasado para que tan de repente, aunque Lauren le diga que no esté molesta, actúe de esa manera.—Pero, por qué es así de repente. Por favor dime si hice algo malo, sé que solo es un cambio de puesto, pero lo que te pregunto es por qué estás así conmigo. Solo dime que pasa, no te entiendo. No quería ofenderte con absolutamente nada de lo que haya hecho—respiró nerviosamente, haciendo notar el temblor de su voz. Quería llorar.
Y eso pudo ser un punto de quiebre para Lauren. No estaba segura de poder seguir con aquello si veía una sola lágrima caer del rostro del príncipe. Porque era su culpa, hacerlo sentir así.
Ambos se quedaron en silencio un buen tiempo, la parte que seguía el plan, le decía a Lauren que entre en el lugar sin más. Pero no podía hacerlo, se sentía terrible, y también sentía que ella podía empezar a llorar de un momento a otro.
Ninguno se movió por un buen tiempo, a pesar de que Lauren tenía la mano en la manija de la puerta hacia varios minutos. Tampoco Lauren lo miró a los ojos, a pesar que los del príncipe pedían una explicación. Lauren era distante, claro que sí, pero la situación actual no tenía sentido para él. Porque lo rechazaba, lo ignoraba, por que tan de repente lo estaba tratando así.
Creía que había hecho algo, y que Lauren no se lo quería decir. Quien sabía por que.
Se sentía mal, el jamás le haría daño, jamás si quiera llegaría a pensarlo. Pero podía haberla ofendido con algo, y no lo sabía. Pensaba que era eso. No sabía que hacer.
—Por favor perdóname—pidió el príncipe. Sin saber que más hacer.
—Usted no me ha hecho nada, ya se lo dije—recalcó Lauren.—Sigue siendo amigo mío—dijo, incapaz de negarle amistad, como lo habían sugerido en la enfermería, en esos momentos sabía que no podía hacerlo. Ya se sentía como la peor persona en el mundo, y posiblemente lo era. No podía seguir aumentando aquello— Este cambio afecta todo, su majestad. Mi trabajo ahora es diferente, por favor. No estoy molesta, solo le digo que el cambio en esto ya es un hecho, y por ende nuestro contacto se ve afectado, y eso se tiene que aceptar. No puede buscarme como antes, y no podemos hablar como antes. Por favor váyase antes de que alguien lo vea aquí, será peor para usted—hablo, forzando la firmeza en su voz, para que haya credibilidad en la misma.
Nuevamente hubo silencio. El príncipe seguía con la cabeza baja.
Segundos después el joven respiró profundamente, levantó la mirada y solamente asintió, comprendiendo lo que le habían dicho.
—Entiendo.—susurró el joven.—Perdón —volvió a decir.—No lo volveré a hacer. Lamento que este cambio vaya a distanciarnos de todas formas.—dijo—Haré lo que me pides. No te buscaré. No quiero causar molestia en ningún sentido posible. Así que no te preocupes, no lo haré.—dijo en un tono de voz que Lauren no supo descifrar— Nuevamente, lo siento. Por toda la incomodidad que causé, por interrumpir tu trabajo—finalizó.
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Con una reverencia, se volvió a disculpar. Giró, y se fue caminando, totalmente en silencio.
Igualmente de rápido, para no sentirse peor al verlo irse, Lauren abrió por fin la puerta y entró, cerrando la misma detrás de ella con un poco más de fuerza de la que pensó que tendría. Asustando así un poco a la gente de adentro que estaba cerca a la puerta.
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Caminó sin mirar a nadie, molesta consigo misma. Nadie tenía la más remota idea de que el príncipe había estado afuera ni de nada. Así que la actitud de Lauren si sacaba un poco de onda, aunque por otro lado muchos se lo tomaban sin problema, porque una vez más, así era ella también.
Llego hasta los números de su tabla, le entregó el vestido a la mujer detrás de ella. Pidiendo perdón por la demora porque no lo encontraba entre todos los uniformes colgados y porque estaba algo húmedo. La mujer le agradeció con una reverencia.
Trató de volver a su trabajo de la manera más normal posible pero no pudo, toda la energía en ella era pesada. Amargada, triste. Sabia disimular, sabía fingir, claramente. Pero todo aquello era lo de afuera, lo que se mostraba.
Por dentro, se sentía torturada, por ella misma. Por lo que había prometido, por lo que tenía que hacer. Sabía cosas que no debía, habían cosas que no debían pasar. Tenía que intentar todo para que no sucedan esas cosas.
Porque toda la historia de Karoma tenía sentido, y también la asustaba a ella. No sabía si ese tipo de historias podían repetirse al pie de la letra. Pero por como estaban avanzando las cosas, parecía ser eso, y también daba miedo. Por como se sentía respecto a él, por los sentimientos que no conocía, que no sabía descifrar.
En esos momentos se odiaba como nunca. Era una persona terrible. Toda justificación que por un lado podía ser válida para que tanto ella, Frizzy y Karoma estén actuando así, no eran suficiente, porque por toda protección que se quiera tener, por cualquier razón, estaban hiriendo al príncipe.
Su rostro de confusión, la manera en la que no entendía nada, pensando que había hecho algo de mal, que tal vez el tenía la culpa. Sintiéndose mal por eso. Pidiendo perdón. Sin tener idea, sin saber por qué se habían vuelto las cosas así de repente. Alejándose con una perspectiva rendida, un semblante triste y un rostro lloroso.
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Fue uno de los peores días de su vida. Toda la culpa, todo el malestar. Lo sentía por completo. Lo que acababa de pasar solo la dejó peor.
Terminando la jornada de trabajo la parte encargada de recoger las torres de uniformes planchados lo hizo, una ves más habían un par de sirvientas designadas también para recoger la ropa cada tabla de planchar.
Frizzy notó algo raro en Lauren pero no le preguntó. Ninguna estaba en una situación buena, ninguno de sus ánimos estaba bien.
Debido, a que también coincidían con Amy y Desire en la torre, ya que todas estaban en el sexto nivel, se fueron con ellas, teniendo compañía extra.
Aquellas otras dos sirvientas se encontraban animadas, y ni Frizzy ni Lauren podían mostrar algo que pueda dejar de lado ese ánimo. Por lo que era mucho más difícil debido a que Lauren literalmente no tenía ganas de dirigirle la palabra a nadie. Peor aún con lo que había pasado afuera.
Se acompañaron, y al ser la habitación de Lauren y Frizzy la 16, se separaron antes. Ya que Desire y Amy estaban mucho más al fondo.
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De alguna manera, estar dentro de su habitación. Soltaba algo de tensión, porque al menos ahí dentro no había necesidad de fingir o contener nada. Solo estaban las dos, y las dos estaban involucradas en el tema.
Al cerrar la puerta detrás de ambas. Lauren no pudo evitar sentirse derrumbar emocionalmente. Se llevó las manos al rostro, bajándolas por el mismo, estirando sus ojos hacia abajo en el proceso. Estaba muy sensible, pero no quería llorar.
Pronto le contó a Frizzy lo que había pasado afuera, era algo que no se podía guardar a sí misma por mucho debido a la gran carga de emociones que le habían traído.
Y así como Lauren Frizzy también estuvo cerca a un nuevo brote nervioso. El estrés y la culpa que generaba toda aquella situación, eran abrumadoras.
Era imposible dejar de mencionarlas.
Quedaron hablando, por fin. Después de todo un día de silencio. Tenían que sentir una forma de liberar lo mal que se estaban sintiendo. Estaban de pie, con todo el uniforme puesto aún, hablando frente a frente, y de tanto en tanto caminando por toda la habitación. Como si eso pudiera calmar de cierta manera todo aquel estrés.
[•••]
—Yo no puedo con esto, mañana me iré a disculpar—dijo Lauren con ambas manos detrás de su cuello, suspirando hablando rápido sin darse cuenta, totalmente culpable.
Frizzy se llevó una mano a la cabeza—No puedes hacer eso, así se dará cuenta—le susurró sumamente preocupada.
—Es que no puedo. Le dije cosas muy feas—susurró Lauren de nuevo. A pesar de estar solas las dos. Quería explotar.
—Yo sé, yo sé—dijo Frizzy en un respiro tembloroso—Yo tampoco, y si yo hubiera visto al príncipe hoy estaría en tu misma posición. Pero es que no tenemos opción Lauren—volvió suspirar llevándose una mano temblorosa a la cabeza.
—No se lo merece—volvió a susurrar Lauren—No sé que voy a hacer, me siento mal. En serio no puedo, no puedo, me necesito disculpar, le tengo que decir—se empezó a quebrar. Estaba teniendo una crisis.
Frizzy se acercó para consolarla. —Te entiendo, lo sé. —dijo, evitando quebrarse ella también. Generalmente la situación era al revés. Así que le tocaba a ella, ayudar a su amiga.— Pero recuerda que esto es mucho más complicado de lo que parece. No puedes hacer eso, no por ahora, por favor. Nuestro siglo no es moderno ni avanzado. La Reina nos puede hacer algo, le puede hacer algo a Karoma. Esta situación escapa de las manos de las pocas personas que saben. Karoma está atrapada también ¿Cómo se va a separar del Rey sabiendo cuánto se aman? Esta atada emocionalmente a él, y él a ella. No es su culpa. Pero quiere evitar que lo mismo te pase. Todo esto es muy delicado, demasiado.—intentó decir— Terminamos en esta situación de alguna manera, se que no fue mi culpa y eso. Pero lo siento.
Lauren trató de recomponerse. Pero no lo logró. Estaba muy afectada por lo que le había tenido que decir al príncipe, se sentía terrible— No sé cómo vivir con culpa, no puedo hacer eso. Sé que está situación es tan difícil de explicar como de entender. Que Karoma quiere hacer lo mejor, que quiere prevenir sufrimiento pero ¿Cómo le van a ocultar eso? Fuera de que se lleve mal con su madre, o lo que sea. ¿Cómo se vive así? Yo no entiendo—sorbio su nariz.
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Durante la mayoría de la noche, Frizzy tuvo que ayudar a Lauren con su crisis. Lo entendía, a ella le afectaba de una manera mucho más sensible. Ambas pasaban un momento muy difícil, nuevamente. Era difícil vivir con culpa, o con remordimientos pero la situación la estaba obligando.
Al menos, por ahora.
Y ese fue el único consuelo que pudo servir para ambas. No sería por siempre. Podía ser o no cierto, pero al menos como consuelo, funcionaba.
Y para calmar la crisis emocional que estaba teniendo Lauren. Servía.
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En los días siguientes. No hubo contacto alguno, no chocaron en ningún mmomento. El príncipe no la buscó, cumpliendo su palabra. Y no lo volvió a ver ni de lejos durante todo ese tiempo.
No verlo, atenuaba la culpa. Pero no la sacaba. Pero para la situación que tenían, era lo único que podían pedir.
No supo de él. Y aunque duela de una manera indescriptible, tuvo que ser así.
No sé acostumbraba a la lavandería. Por más de que Amy Desire y el ambiente en general era bastante sano para el trabajo. Extrañaba ver a Octavia, estar en la cocina.
Verlo cada mañana. Lo que posiblemente era lo principal. Y también lo que tenía que dejar de extrañar.
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Hasta que se tuvo que ir a Francia.
Porque obviamente, el día de su partida llegó.
Una prueba, de que Karoma había pensado todo bien, fue que la lavandería no estaba obligada a ser partícipe de la ceremonia de despedida del príncipe. Que consistía en una cena especial en la noche anterior, un discurso en la mañana del viaje, y aquella formación en forma de camino que hacían los sirvientes.
Así que el día que se fue, tampoco lo vio.
Por los que llegó a saber por los rumores, el príncipe se fue en su carruaje junto a su fiel consejero, con su gran cantidad de guardias.
En el pueblo, se fue entre vítores y flores que tiraron hacia el carruaje. Su despedida fue emotiva y bastante feliz.
Pero por lo que dijeron también. Jamás habían visto al príncipe tan desanimado. Lo había estado desde hace días antes de su viaje. Todos pensaron que al irse en el carruaje su ánimo cambiaría, pero no sucedió.
Supusieron que se peleó con su padre, o su madre. Incluso tal vez con su hermana, aunque era poco probable debido a la sana relación familiar que tenían.
Pero dijeron, que hasta el joven Dylan estaba extrañado.
Así que con todas las buenas intenciones. Todos esperaban que su viaje cambie sus ánimos. De los cuales no tenían idea, como habían bajado tanto.
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