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LXXIII

𝐋𝐨𝐧𝐝𝐫𝐞𝐬, 1880 -𝐈𝐧𝐠𝐥𝐚𝐭𝐞𝐫𝐫𝐚, 𝐑𝐞𝐢𝐧𝐨 𝐔𝐧𝐢𝐝𝐨

-Con la presentación del caso y testimonio. Empiezan, los demandantes-anunció el juez.

Primero, por el protocolo que habían ensayado, se levantó el joven Dylan, que habría de reemplazar al príncipe siguiendo todo lo que el mismo tenía planeado hacer. Solo que como obviamente el consejero no era quien se había preparado y más bien se adaptaba a la emergencia, se encontraba nervioso.

Del maletín que había sostenido todo el tiempo sacó un pergamino para leerlo y así ayudarse a sí mismo después.

-Yo Dylan O'Brien, consejero real y en representación del príncipe de Inglaterra, aseguro la total conciencia del mismo al momento de la sustentación de esta demanda. Nadie a obligado la mediación del príncipe, y todo lo que será presentado es voluntad del mismo-dijo el joven aclarando todo.

Entonces respiro y tomó el pergamino para poder leerlo.

-Con fecha de 13 de Octubre de 1880, la demanda es puesta en contra de Ivonne, Gemma y Romina Dhollen, y hoy 28 de Octubre del mismo año procede el juicio.-suspiró

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Escuchando aquello, Lauren pudo reinar de darse cuenta de todo el tiempo que había pasado. Había formado su documento de posesión laboral en Mayo, su cumpleaños, a fines Julio se había ido de aquella casa para trabajar en el castillo, y ya habían pasado un poco más de dos meses desde que había estado trabajando.

No faltaba mucho para que se acabe el año, y en ese punto se preguntaba cómo estarían las cosas a un futuro relativamente lejano, dependiendo absolutamente de lo que pase ese día.

Y antes de que un pesimismo común en ella la quiera volver a atacar, volvió a repetirse mentalmente, que no podía darse esos pensamientos, que todo ya pasaría, que iba a estar bien.

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El consejero se preparó para leer.

-Yo Thomas Brodie Sangster en plena facultad de mis capacidades cognitivas soy consciente de mis acciones y las posibles consecuencias de las mismas.- dijo el consejero empezando con la lectura, tomando las palabras del príncipe-Considero que lo cometido en contra de la señorita Lauren Harris sobrepasa cualquier ámbito humano. Por lo que me veo obligado a tomar parte ante un caso tan delicado. La señorita Harris no cuenta con posibilidades para poder respaldarse económicamente ante una demanda de este calibre, una razón entre las tantas otras por las que el miedo de hacer una se veía sustentado.- hizo una pausa- Los maltratos recibidos, y el crimen por ocultar información son perfectamente punibles por nuestro ordenamiento jurídico, ya se ha presentado a este juzgado todas las pruebas que aseguran este ocultamiento de la relación sanguínea entre ambas partes. Así como la amenaza de muerte presente, la relación que guarda el caso con una de las peores tragedias de nuestra historia y como este afecta y fue factor para que los demandados puedan surgir con tal aprovechamiento y beneficio de un crimen que sabían perfectamente que estaban cometiendo.- Terminó volviendo a levantar la cabeza.

Aún tenía que terminar unas palabras así que tomó un respiro.

-Sabiendo de manera más detallada la voluntad del príncipe. Es claro que su compañía, en este caso representada por mi dado una emergencia no es más que eso, y que es un requerimiento en este tipo de juicio. Toda esta introducción también es necesaria dado a que es requerida de parte de los demandantes. Concluyendo eso, es turno de la señorita Harris, a quien cedo la palabra y el relato que fundamenta esta demanda.-dijo, y con una pequeña reverencia solemne se volvió a sentar, teniendo siempre los pergaminos que había sacado en la mesa por si las dudas.

Debido a la estructura del juicio, Lauren no tenía que ponerse de pie. Igual con las Dhollen cuando sea su turno quien se levantaba solo sería su abogado, y ellas en su testimonio no tenían por qué ponerse de pie.

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El juez otorgó la palabra a Lauren, que se acomodó inconscientemente en la mesa.

-Mi llegada a Londres, fue simplemente espantosa-comenzó -sumergida primero en la disociación, un estado mental común postraumático y un episodio depresivo que aunque jamás fue diagnosticado debido a que los estudios sobre la depresión se siguen dando, no dudo haber tenido.- hizo una pausa- Estuve en un orfanato durante solo 3 días, Gemma Dhollen vino después habló con la hermana superiora, que vino a hablar conmigo con una sonrisa diciéndome que ya me iba. Ahí conocí a la señora, que sin decirme nada me llevó del brazo hasta una casa que nunca había visto en mi vida. Supe quienes eran, y por una fracción de segundo pensé que me habían sacado por saber que era su familia, que era un milagro, que no estaba sola.-dijo- Estaba en la cocina, mientras las tres hermanas hablaban en la sala de como sobornaron a la hermana superiora, cuanto le pagaron para que me entregara y para que se callara también.

El murmullo se empezó a oír entre la gente presente. Por lo que Lauren guardó silencio y el juez tuvo que tomar el pequeño martillo de madera para poder poner las cosas en orden de nuevo.

-Continúe, por favor-anunció cuando todo volvió a la normalidad.

-Se me amenazó desde entonces. Es claro que el caso de corrupción y secretos en los orfanatos no es ajeno. Y que el mío se dio oculto como tantos otros. Todo papel existente mio de mi origen, fue cambiado escondido o destruido. O ese creí y eso creían las Dhollen hasta hace no mucho. Se me hizo sirvienta con lo que muchos privilegios civiles se me vieron limitados o negados. Todo calculado para impedirme a toda costa hacer cualquier cosa que me de ventaja en lo más mínimo. No podía hacer nada, mi vida siempre corría peligro, no tengo familia, no tenía dinero, no tenía oportunidad. Solo tenía mi silencio. El documento de posesión laboral incluso lo había firmado también, pero quedó anulado cuando empecé a trabajar en el castillo.-hizo una pausa.

El juez revisó todas las primeras pruebas que estaban en lo que le habían entregado, verificando la falsificación de documentos, lo extraño que era que no existan algunos cuando en los registros decía que si lo hacían. Y como eso probaba que otros tantos habían sido destruidos.

Lauren volvió a hablar.

-Fui llenada de maltratos, golpes, gritos y un exceso de trabajo que jamás fue sano. Para una casa tan grande, siendo la única que trabajaba ahí. Mi propio desgaste físico, y emocional que por más que intente no volverá a revitalizarse.-mencionó-No fue hasta mediados de Julio, que tuve un percance con un joven del pueblo, Alex Douglas, con quien la pelea se tornó física en cierto momento. Por aquello y como castigo mío ante tal incidente, se me golpeó brutalmente con una correa y la hebilla de metal de la misma, dejando marcas en toda mi espalda. Así mismo se incendiaron 6 libros que tenía bajo mi posesión.-dijo mientras ahora el juez tomaba las fotos que habían tomado de la espalda de Lauren ocultando lo más que podía la expresión de horror que tenía su rostro.-Una vez más, no podía hacer nada, solo callarme y así lo hice, como en todos los 10 años que había vivido con las señoras.

Hizo silencio. Había terminado de hablar.

El juez siguió revisando todo lo que le habían entregado, durante varios minutos, en un silencio que está vez si se mantuvo por todo el ambiente.

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Lauren no iba a llorar, se lo estaba repitiendo. Le había costado horrores poder expresarse fluidamente hace unos minutos y no podía derrumbarse porque sí. Se moría de miedo, con cada recuerdo, pero no iba a hacerlo, no iba a llorar, podía perfectamente controlarse para no hacerlo. No iba a hacerlo.

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El juez puso a un lado las pruebas que había estado revisando. Y levantó la cabeza, para poder golpear el pequeño martillo de madera de nuevo por protocolo, aunque había silencio.

-Ahora con la respuesta de los demandados.-anunció.

Se levantó el abogado de las mujeres.

-Su señoría, le habla en este caso Jack O' Donnel, en representación de la familia Dhollen. He de aclarar antes de cualquier cosa, que mis patrocinadas han decidido guardar el mayor silencio posible. Que claro que tienen derecho para poder hacerlo. Podrán hablar según su comodidad, tal y como está regulado en nuestras ordenes de derechos jurídicos y civiles.-anunció.-para esto, seré yo quien sustente toda la defensa de mis señoras, con su permiso, me paso a sentar de nuevo.

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Hubo gran indignación en el estrado, de la parte sentada del lado de Lauren. Por el cinismo de las mujeres, por lo que acababan de oír. El juez tuvo que poner orden de nuevo.

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Aclarando su garganta el abogado de las Dhollen se preparó para hablar, sacando su maletín para leer los pergaminos y ayudarse de los mismos que habían en la misma.

-Ninguna de las señoras aquí presentes han hecho algo que no consideren correcto. El accidente de 1870 claro está fue la tragedia más terrible alguna vez contada por todo el Reino y precisamente por esta misma hay muchas razones para poder explicar muchas cosas a favor de mis patrocinadas. - Dio un respiro- Dado a la amenaza constante a toda gente adinerada por este grupo, en aquellos años el miedo de esta familia era influenciado por el terror del asesinato. Pero aún así- hizo énfasis en sus dos últimas palabras-Tuvieron la gran bondad de acoger a la muchacha en su casa, a pesar de el peligro de que sabiendo que mataron a su hermana siga ahí. Le dieron casa, comida. Y la sacaron de un orfanato en el que pudo haber tenido un destino peor considerado toda la mafia que se mueve al rededor. -dijo- Todo lo que los demandados aseguran como maltratos, fueron protección ante un posible regreso o amenaza del grupo, porque pensemos, mataron a su hermana a la madre de la muchacha, que no aseguraba que por acabar con el trabajo no quisieran matar a las Dhollen también por cuidar de una sobreviviente. Entonces haciéndola sirvienta eso no pasaría, la niña quedaría segura. Toda información escondida, fue por la misma razón, protección, a la propia vida de las hermanas y a la de su sobrina-anunció

Era absolutamente asqueroso escuchar aquello, más aún sabiendo que nunca antes alguien había mentido tanto. Era la estrategia más sucia y más astuta alguna vez hecha por las mujeres, por su abogado, que de tonto no tenía un pelo, sabía lo que estaba haciendo.

-Su señoría, este no es ningún crimen.-dijo el abogado confiadamente-Y si viene al caso aquel castigo mencionado, no cabe duda que ante la reputación de esta familia, tal acto de baja calaña de la señorita Harris de golpear a un varón que simplemente coqueteaba con ella, deja muy mal a mis señoras, por lo que el castigo si bien en algunos ámbitos exagerado, tenía razón. Por lo que es de esta parte anunciar que sea la fianza a pagar por los daños y perjuicios solamente de aquel castigo, si son aceptados, pero que de todo lo demás que se nos acusa, no es un crimen, es simplemente la forma más noble de proteger a una familia. -Hizo una pausa- Es claro que la reputación es una de las cosas más importantes para una mujer, el honor y la protección. Aquí no hay más que eso, protección de la reputación, no por vanidad sino por amor a la vida de ellas mismas, de su sobrina. Queda infundado cualquier maltrato, además la señorita Harris sigue siendo parte de la servidumbre, ahora Real claro, pero consideremos que en este mismo sentido, mis patrocinadas por derecho tienen más privilegio de palabra y dignidad.-terminó

Por más horrible que sonara, desde que el abogado mencionó la condición de Lauren tenía razón. Por su clase social, por la limitación que esta implicaba, quien estuviese por encima si tenía privilegio, según ley.

Ser sirviente, era de lo menos privilegiado posible ante una clase alta, como las Dhollen, aunque suene mal, era así. Así estaba ordenada la sociedad. Ellas tenían preferencia, de opinión y de palabra.

Existía una ley de sirvientes, así como una para los agricultores, ganaderos y demas asuntos. Y claro que funcionaban y protegían a las personas incluidas cuando se necesite.

Pero el caso de Lauren era una cosa lo más parecida a salir de otro mundo, más para su época. Nunca en la historia desde la abolición de la esclavitud había sucedido algo así. Un sirviente, demandando a sus patrones, a sus antiguos patrones.

Y en el caso de la muchacha era más descabellado aún, porque no era nadie más que el príncipe que mediaba la demanda. Algo totalmente inimaginable. Imposible de pensar.

La demanda se podía hacer gracias al príncipe, porque sin él ni en sueños Lauren se hubiera imaginado algo así. Cuanta gente debía vivir maltratos así, y que así como ella no tenían ni un centavo ni una oportunidad para presentar una demanda o hacer algo para defenderse. Porque se enfrentaban a gente que siempre podía más.

Por eso el caso de Lauren era tan impactante, relevante y impresionante. Porque era una sirvienta, y porque tenía posibilidades de poder hacer frente a personas muchísimo más grandes que ella, gracias al mismísimo príncipe de Inglaterra.

Eso hacía entendible el alboroto de toda la gente que estaba afuera, de que todo el Reino se haya enterado.

Y toda la crisis popular al respecto, dependía también de que se diga o en que resulte el juicio.

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En un momento cuando al parecer el abogado ya había terminado, Gemma Dhollen, quien ni se había movido desde el inicio, colapsó. Y empezó a llorar casi desconsoladamente. Ganándose una mirada de regaño por sus hermanas. Pero no se podía calmar.

La intentaron calmar incluso su abogado sacó un pañuelo para tenderselo a Ivonne, y que esta se lo pase a su hermana.

-Emma nos dijo antes de irse-balbuceo la hermana del medio. Extrañando a todos-Ella nos dijo, nos dijo que nos iríamos al infierno.-seguía diciendo- Vamos a ir al infierno por todo lo que hemos hecho.

El abogado se enojó porque con su ataque de ansiedad Gemma Dhollen le estaba arruinando todo. Y el desorden en todo el estrado se volvió a armar.

Tuvieron que sacar a Gemma para que se calme. Ivonne y su abogado se pusieron a discutir en voz baja. Y en un momento Romina Dhollen se levantó y estuvo a un instante de ir hacia el lado de Lauren quien sabe para que. La detuvieron, trabajadores que entraron, el joven Dylan se puso de pie porque pensó que Romina se quería acercar a golpear a Lauren.

-¡Todo es tu culpa!-grito Romina Dhollen mientras la hacían sentar de nuevo. Seguido de un insulto, bastante ofensivo para ser mencionado.

El estrado del lado de Lauren se puso de pie con indignación.

Y ese fue probablemente el momento más tenso y alborotado del juicio. Por las palabras que se intercambiaron las personas presentes en ambos públicos de ambos bandos, en los cuales uno de ellos era obviamente mayoritario.

Durante todo ese tiempo, a Lauren se le congeló cada centímetro del cuerpo.

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El juez tuvo un momento demasiado difícil para poner orden, por lo que se vio obligado a gritar para que lo escucharan y a golpear la mesa con su martillo repetidas veces.

Después de que aquello se haya logrado, se utilizaron varios minutos para calmar los humores de toda la gente. Incluyendo al juez que se había molestado con tal alboroto repentino.

Y se utilizaron 10 minutos en total para que aquel silencio vuelva a respetarse de cierta manera. Calmar a Romina, a Ivonne que discutía con su abogado y traer de vuelta a Gemma.



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