
LXX
𝐋𝐨𝐧𝐝𝐫𝐞𝐬, 1880— 𝐈𝐧𝐠𝐥𝐚𝐭𝐞𝐫𝐫𝐚, 𝐑𝐞𝐢𝐧𝐨 𝐔𝐧𝐢𝐝𝐨
Los días restantes de aquellas dos semanas de espera para ya la fecha oficial del juicio, estado pasando pasando de una manera extrañamente rápida.
La tensión aumentó, en todos lados, en el castillo, incluso en el pueblo. Quién para eso ya no sabía que una de las familias de la alta alcurnia Inglesa, serían demandadas ante la Corte Suprema, por un crímen horrible.
¿Cómo tendrían la cara de contratar un abogado que las defienda? Porque era obvio que lo harían, cualquier cosa, hasta el último intento para seguir mintiendo. "Ellas no habían hecho nada."
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Durante todo el tiempo que pasó hasta antes de ese día, Lauren ensayó su coartada, sus palabras, las pruebas. Esos documentos que le presentó el príncipe, con lo que empezó todo, donde ocultaban su identidad, y la de su madre.
Frizzy iba a declarar también. De lo que había escuchado, lo que le contaron. Gerard Minsky sería testigo, a favor de Lauren, afirmando el maltrato hacia la muchacha, a pesar de que lo que él sabía era lo más pequeño que aquellas mujeres le habían hecho. Iría Louis, a declarar por las mismas razones de Gerard Minsky.
Tenía miedo, estaba nerviosa, pero había tratado de mantenerse lo más fuerte posible. Ese día, ese día al menos. Podía hacerlo, tenía que hacerlo.
El príncipe la ayudó todo ese tiempo, se aseguró que aquella seguridad que había solicitado la muchacha para ciertas personas del pueblo, sea la más rigurosa posible. La atención en el castillo más aún, porque ahí estaba Lauren.
Justo el día siguiente a su reciente encuentro con el príncipe, Lauren había de estar a las 8 de la mañana en la enfermería del castillo, por un asunto importante, tenían que comprobar la existencia de sus heridas. Porque obviamente no iba a mostrar las mismas en el estrado, esa sería una tontería.
Pero debido al largo tiempo que demoraba la revelación de las fotos, estas estarían listas varios días después, justamente, el mismo día del juicio. Por eso tuvieron que hacerse tanto tiempo antes.
Fue raro, incómodo. A pesar de que las únicas personas presentes con ellas en la enfermería fueron mujeres en ese entonces. Tuvo que bajar toda la parte superior de su vestido, mostrar su espalda desnuda. Que ya de por sí era considerado para la época una cosa demasiado fuerte para una foto. Pero era necesario, lamentablemente.
Posiblemente lo más incómodo fueron las reacciones de las personas, horrorizadas, impactadas. Como si Lauren no supiera ya que su espalda estaba marcada de por vida con un espantoso desastre.
Cicatrices, que no podrían terminar de sanar nunca, marcas de cortes de los que era imposible imaginar la fuerza con la que tuvieron que ser propinados para causar tremenda marca. Atravesando absolutamente toda su espalda, en todas las direcciones.
La enfermera, Rose, también declararían a favor de Lauren, confirmando todo.
No había nada, que el príncipe no haya pensado minuciosamente. Lo había calculado todo, todo era parte de su plan. Y Lauren cooperó con el mismo, porque tenía que hacerlo, sabía que lo que hacía el muchacho estaba bien, que nada en su plan carecía de coherencia, o de astucia.
Era para que esté bien a un futuro. Tenía que hacerlo, iba a hacerlo. Iba a estar bien. La incomodidad de aquellas fotos, solo sería por un momento.
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Los días siguieron pasando, llegaban noticias. Y justo el día anterior las Dhollen aparentemente habían contratado a un muchacho para hacerle algo al pobre de Louis, dejarlo golpeado, que no vaya al juicio, porque era Louis quien había estado en aquella pelea de Lauren y Alex Douglas, esa que había enfurecido a las mujeres. Y no les convenía, porque Louis hablaría que Lauren no hizo nada para merecerse ni un grito, porque fue en defensa propia.
Louis hablando, era una ruina. Y claro que las hermanas lo sabían. Y también calcularon cosas. Pensando que no las descubrirían. Porque hasta cierto punto, lo lograron, ya que misteriosamente mientras el joven caminaba de noche solo, sin seguridad de los guardias porque a esa hora no veía nada de peligro y había regresado a la panadería para recoger algo. Lo emboscaron, y sí lo golpearon. Y como era justo el día anterior, mejor.
Felizmente, alguien más vio todo, y con como todo ya se sabía en el pueblo, al notar la presencia de un testigo, los criminales huyeron, dejando al joven panadero, con unas cuantas lesiones, felizmente no graves. Y desde ahí no había nadie que no sepa que fueron las Dhollen.
Todos empezaron a dejar de creer en todas sus mentiras. Y por fin, empezaron a verlas como en realidad eran. Ellas solas, se arruinaron y se delataron desde entonces. Por caer en la trampa de su ego, de que una vez más saldrían sin culpa, invictas.
A Lauren solo le informaron sobre lo que hicieron, más no del estado exacto de Louis, sabía que no fue grave, pero de todos modos estaba preocupada, por como estaba.
De cierta manera, a pesar de que no fuese cierto. Se sintió culpable, porque era por un asunto suyo y de las hermanas, que otros se estaban viendo en peligro. Precisamente lo que tanto había evitado y lo que daba tanto miedo. Lo que no quería, porque se sentía responsable de ello.
Y tuvo que aprender a la fuerza que no lo era. No era su culpa el sadismo de personas con las que desgraciadamente tuvo que vivir sometida. Pero su miedo siempre fue más fuerte, y por una parte gracias al mismo sobrevivió, fue más inteligente, y dentro de la nada que podía hacer antes, hizo de todo por estar bien, y hacer que los demás puedan estarlo también.
Sería diferente ahora, ahora podía hacer algo. Y tenía que dejar de lado sus miedos, aceptar que cosas así podían pasar, y que afortunadamente todo parecía estar de su lado, a Louis no le había pasado nada al fin y al cabo.
Haría frente, no solo a las personas que arruinaron su vida durante 10 años.
Haría frente a algo más fuerte también a algo más oscuro. A su pasado.
Del que había estado huyendo y huyendo hasta hace poco.
[•••]
Llegó el día del juicio.
El día amaneció gris, y parecía querer permanecer así durante el resto del mismo.
A las 11:00 a.m debían estar presentes en la corte, Lauren y un acompañante. El príncipe inicialmente.
Pero, en una alteración de último minuto, se lo prohibieron. Al parecer, la Reina sólo estaba consciente de que su hijo había intermediado en la demanda, pero no de que estaba comprometido a tal punto de acompañar a la sirvienta en todo el proceso. Porque el escándalo que armó a las 9 gritando por todos lados que no iba a dejar a su hijo acompañar a una sirvienta a una cosa así, fue lo que despertó al castillo mejor que cualquier alarma existente en el mundo.
Y no solo eso, porque ver las ganas con las que el príncipe le respondió y que no se quedó cohibido con las amenazas de su madre, terminó de armar el escándalo. Y además también fue la primera interacción directa que tuvo Lauren con la Reina, porque sí, también la metieron a todo el tema.
La Reina se tomó el tiempo de ir a verla, de ir a saber quién rayos era, que la hacía tan importante para que su hijo se atreva a rebelarse contra ella, no hacerle caso.
Ese día, Lauren, Frizzy y Rose lo tenían libre. Por obvias razones, y por eso mismo tampoco tenían por qué salir de donde estaban si no querían, ni usar el uniforme porque ese dia no trabajaban
Lauren se vistió de camisa blanca y aquel vestido y aquel vestido rojo oscuro, que alguna vez usó porque era entre sus pocas cosas el más decente que tenía. Usaba también aquel moño bajo que usaba antes, devolviendole así la pinta que tenía antes de ir al castillo. Frizzy tenía un vestido de mangas y encajes celeste y blanco. El cabello suelto con toda aquella frondosidad. Y Rose, traía un vestido verde claro, con mangas también, y un suéter abierto encima y el mismo moño que se usaba para el uniforme.
Las tres sentadas en la cocina, sin hacerle daño a nadie, más bien, comiendo algo, porque como se irían a las 11 y considerando el tiempo que les demoraría llegar a la corte, tenían que desayunar. Octavia, y las cocineras les prepararon algo simple. Y siguieron son su trabajo.
Y así, de la nada entró la Reina a poner el día peor y más gris de lo que ya estaba. Con el pobre príncipe corriendo detrás de ella, para detenerla, igual de molesto.
Entró la esposa del Rey gritando como se le vino en gana, insultando con el termino de "maldita lavaplatos" en el momento que reconoció a Lauren, por lo que había escuchado de ella, de su apariencia.
Dejo congeladas a las tres personas en la mesa y a todo el mundo de la cocina por bastante tiempo. Sin poder creer lo que estaba pasando.
Y la mujer ya perdió todos sus estribillos cuando sin siquiera dudar su hijo se puso delante de la mesa del lugar. Discutiendo de nuevo acaloradamente.
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—¿Cómo vas a querer hacer semejante estupidez? ¿También defiendes sirvientes ahora?—acusó y acusó a su hijo ante el silencio de la cocina.
—¿Estás fuera de tu cabeza? ¿Te das cuenta de la falta de respeto que estás teniendo? No puedes arruinar las cosas hoy día, todo está decidido. No es mi culpa que te hayas enterado tan tarde, yo no voy a cambiar mi opinión.
—¡Yo soy la Reina! Y no me puedes estar diciendo que vas a ir de acompañante ¡acompañante! A una demanda, de una pobre lavaplatos.—gritó enfurecida, señalando con la mano a la sirvienta—Mira muchachito, yo he aceptado que te las des de héroe, que quieras armar un tipo de justicia, pero lo que no te voy a permitir es que te atrevas a manchar a esta familia juntándote con gente de la más baja calaña.
—¡Ser Reina no te permite comportarte como una basura con la gente!
Y ahí, le cayó una bofetada al príncipe. Y eso fue lo que por fin hizo a toda la cocina reaccionar del trance en el que habían entrado.
Lauren se levantó casi impulsivamente para ver el estado del príncipe. Porque el golpe que le habían propinado en serio había sido bastante fuerte.
—Ni te atrevas a tocar a mi hijo—dijo la Reina, hablándole directamente a Lauren. Prohibiendole acercarse—¿Qué le has pedido? ¿Qué le has ofrecido para que sea tan buenito contigo? Tu cuerp-
—¡Callate!—dijo Thomas de repente, recuperándose aún de la bofetada que le dio su madre. Su voz salió como nunca nadie la había escuchado.
Octavia, Lauren, Frizzy y algunas personas más se ponían al medio, por las dudas, de la agresividad de la Reina.
En ese caso, fue el carácter del príncipe, lo que asustó a todos un poco. Lo habían visto discutir, responder y rebelarse, pero jamás gritar así, con tanta rabia acumulada. Con tanto odio
—Nunca en mi vida le he hablado a alguien así—volvió a decir el príncipe. Esa vez con una frustración notoria —No vas a humillarla. No te voy a permitir una ofensa como esa contra ninguna persona aquí presente.
—¡Pero es que no entiendes lo que estás haciendo, Por Dios!— decía la Reina con intenciones de volver a acercarse a su hijo. Viéndose felizmente bloqueada por Octavia y un par de sirvientes que trataban de razonar con ella.
—Por favor, su majestad, esto se está tornando muy grave. Esto está hecho, es para el día de hoy, es una decisión de su hijo.—le decía Octavia con tranquilidad, y paciencia.
—Mira Octavia, suficiente tengo con todo este escándalo hecho por una de tus chicas a cargo—Le respondía la Reina
Lauren se hartó de todo para ese punto
—El escándalo lo está armando usted—Respondió— En ningún momento nadie aquí ha hecho algo. Usted a venido a humillar a toda esta cocina, y a humillarme a mi. Sé que el asunto de una lavaplatos nada tiene que ver con usted, ni ha de importarle a nadie en un principio entre su familia. Mi vida es insignificante para alguien de su altura, y de su presencia. Pero nadie aquí se merece el trato que usted está dando.
—Mira niña—interrumpió la Reina—Yo aquí hago y deshago lo que yo
—No había terminado de hablar— respondió Lauren con un tono que a pesar de tranquilo si causó algo de miedo.— Yo no soy nadie para darle lecciones de moral, y puedo estar jugandome mi despido por hablarle de esta manera. Lo entiendo, lo acepto. Pero no voy a permitir ni permitirme ver que trate de esa manera a su hijo. Por eso, desde mi voluntad concuerdo con que el príncipe no vaya como mi acompañante.
—Pero Lauren—se quejó el príncipe, Lauren se giró a mirarlo de una manera algo severa, y el príncipe se calló.
—No puedo ver que por mentalidad suya perjudique al príncipe de esta manera. Y ante esta discusión, ante la Reina que usted es, es mejor ceder. No lo digo por agradarle, ni de lejos, solo porque sé que tratar con un carácter como el suyo es imposible, no se le puede enseñar respeto a alguien que ni sabe que es, ni lo sabrá. Se pierden fuerzas, y generalmente se ganan rencores en los que somos solo nosotros los afectados. Porque usted siempre estará encima, porque eso cree, y diga lo que diga quien sea, siempre creerá eso.
—Al menos tú piensas un poco, que sorpresa —dijo la Reina, cuyo cerebro parecía haber omitido cualquier crítica a su falta de respeto. Y solo haber escuchado que estaban de acuerdo con ella.—Todas tus lecciones de moral, me las sé. Y sabes, no me importa. Tu lo has dicho, no se nada de respeto, porque no tengo por qué respetar a nadie, soy la Reina, y claro que soy superior. —habló—No te estás jugando tu despido, por esta vez, porque al parecer sabes pensar más que lo ignorante que está siendo Thomas en estos momentos. Y si yo no digo algo que logre convencerlo, escucharte a ti tal vez ¿No?—dijo con notable asco en su voz— al fin y al cabo, le gusta juntarse con pura gente pulgosa.
Lauren aceptó toda la humillación, por proteger al príncipe. Conocía el tipo de persona que era la Reina, y no iba a dejar que le haga daño al muchacho. Al fin y al cabo, también había hablado, tratando de mantener su cordura.
El joven, miró dolido a su madre, y no se movió de donde estaba.
Toda la cocina, todas las personas estaban también ofendidas por las palabras de la Reina.
Pero también se quedaron con algo que Lauren dijo, y que les sirvió de consuelo.
"no se le puede enseñar respeto a alguien que ni sabe que es, ni lo sabrá"
De qué servía perder fuerzas y ganarse corajes con gente ignorante. Más aún si por norma, estaban increíblemente encima de uno. Era injusto obviamente, pero así sucedía.
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—¿Te vas a mover?—dijo la Reina a su hijo, para que salga de la cocina. Victoriosa.
El príncipe miró a Lauren. Sabía que ella lo había hecho a propósito, y que al final, hizo lo mejor. Lo hizo por él.
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