Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

LXVI

𝐋𝐨𝐧𝐝𝐫𝐞𝐬, 1880— 𝐈𝐧𝐠𝐥𝐚𝐭𝐞𝐫𝐫𝐚, 𝐑𝐞𝐢𝐧𝐨 𝐔𝐧𝐢𝐝𝐨

Los días siguientes fueron extraños.

De un momento a otro, el castillo tenía una tensión diferente, y apenas al día siguiente la mitad del mismo ya se había enterado de lo que había pasado. Y al siguiente a ese, no había nadie que no sepa la situación a la que uno de los empleados se estaba enfrentando.

Lauren que ya de por sí todos la conocían en la cocina debido a diferentes circunstancias, pasó a ser el nombre más famoso entre todos los sirvientes del palacio.

Habían guardias siempre pendientes, y de alguna manera la cantidad de los mismos parecía haber aumentado un poco.

En dos días, ya todos se habían enterado. Y la muchacha se lo esperaba de alguna manera, porque no era nada que pueda pasarse por alto, y porque las noticias siempre corren de boca en boca mil veces más rápido de lo que uno puede esperar.

El príncipe habló con ella un par de veces, para avisarle que ya se había informado a la corte, que la demanda estaba en curso y que ya se estaba dando la debida protección a las personas que ella había solicitado. Entre ambos había una especie de brecha, dado que a pesar de que todo era un poco más asimilable una parte de Lauren se tornaba distante con el muchacho.

Se sentía abrumada, porque muchas veces venía gente con la que jamás interactuó a hablar con ella, la gran mayoría expresando su pena y apoyo, y otra un tanto curiosa y con la única intención de saber detalles, o por simplemente saber quién era y por qué ahora entre los sirvientes hablaban tanto de ella.

[•••]

Al tercer día de la noticia, cuando las cosas de alguna manera estaban aceptadas y no había más remedio que esperar. Lauren seguía algo asustada, más por el cuidado que estaba teniendo a pesar de todo, sabía que felizmente se estaban tomando todas las medidas apropiadas, pero eso no quitaba su preocupación, ansiedad y susto.

No le gustaba que se le estén acercando a hacer preguntas privadas, sabía que muchas eran con buena intención, pero jamás había estado acostumbrada a hablar mucho y menos sobre la situación tan delicada que siempre había ocultado. Era algo difícil, y sinceramente no quería hacerlo, prefería guardar silencio ante gente que no conocía, evitarlas o simplemente decir directamente que no  quería hablar. Y se fastidió con eso.

Todos sabían su situación y le parecía de mala educación que le pregunten más solo para enterarse, y así hablar con los demás. Frizzy en ningún momento habló con nadie, respetó totalmente el silencio de Lauren con los demás y también se molestó con los que venían a preguntar solo para saciar la curiosidad.

Pero no se podía negar también que era algo totalmente sonado e indignante, una muchacha que vivió esclavizada por su propia familia durante diez años, incluso estando lejos de la misma.  Obviamente a nadie le hizo gracia, y el odio ante aquellas tres mujeres se extendió por muchas personas, conociéndolas o no.

Obviamente, la familia Real se terminó enterando, porque era el príncipe el que se estaba encargando de toda la protección y hasta mediación de la demanda. Haciendo que hasta el mismo Rey se pregunte, que es lo que había indignado tanto a su hijo para que tome tan grandes medidas para ayudar a una sirvienta del castillo.

Razón por la cual, en ese mismo tercer día después de la noticia. La máxima autoridad de Inglaterra se tomó el tiempo en su apretadísima agenda, para ir hasta la cocina antes de la hora del té y preguntar quién entre todas esas personas, era Lauren Harris.

Una vez más tomó a todos con la guardia baja, y como si todos los empleados se hubiesen tomado el tiempo de coordinar sus movimientos, giraron la cabeza en dirección a la muchacha, que se había quedado igual de bloqueada que todos.

Todos tenían la mirada en el suelo después, porque no podían ver al hombre a los ojos hasta que el lo permita. Aún así la muchacha sentía la mirada del Rey en ella. Octavia confirmó la presencia de la muchacha, tomando valor suficiente para preguntar educadamente que es lo que necesitaba el soberano.

El Rey tomando un respiro, como si hubiera dudado un momento, dijo si podía hablar con ella. Obviamente Octavia dio el permiso, y sin oponerse porque era el Rey, a pesar que sabía que Lauren no tenía el humor de hablar, tuvo que decirle que vaya.

Frizzy se notaba incómoda, y solo susurró hacia su amiga que permanezca tranquila.

Lauren avanzó hasta delante del Rey, sin subir la mirada aún, hizo una reverencia, esperando que el hombre diga que pueda levantarse, este lo hizo y aún en medio de la cocina quedaron frente a frente.

[•••]

—Levanta la cabeza, muchacha—habló el Rey, otorgando el otro permiso.

Lauren lo hizo, y ante algo que personalmente, la terminó de sacar de onda, fue ver al Rey ofreciendo su brazo. Para que ella lo tome, y salir.

Disimulando su incomodidad tuvo que hacerlo, extrañada, algo fastidiada, en el sentido de que tampoco estaba con ganas de tocar a nadie, incluso si era el Rey.

Así ambas personas salieron de la cocina poco a poco. Ante un mar de murmullos que fue creciendo cada que se alejaban.

[•••]

—Su nombre estos días se está haciendo más conocido que el mío—dijo el soberano, con algo de gracia en su voz, para aliviar el ambiente, dado que la incomodidad de la muchacha era notoria.

Lauren no sabía que responder, o si es que debía hacerlo. Por lo cual, solamente decidió guardar silencio. Notó, que el caminar del hombre era lento, y algo cansado.

El Rey volvió a respirar mientras seguían caminando esta vez por los pasillos del castillo.

—Mi hijo ha hablado mucho de usted.—dijo—Por todo este asunto, en general. En el que obviamente nos enteramos todos, porque yo superviso todas documentaciones de mi hijo también, y porque todo se esparce demasiado rápido en este lugar.—habló pacientemente.—No puedo estar ajeno ante estas situaciones, y sé que se debe sentir de lo más incómoda, pero necesito hablar con usted. Mi oficina está cerca, además podemos tomar el té juntos, porque con este clima se me congelan los huesos—dijo amablemente.

Lauren llegó a asentir, todavía procesando lo que había pasado. Siempre vio y sabía que el Rey era un hombre imponente, estricto, pero tenía un lado bastante suave, agradable y dulce, que fue el que convenció a Lauren de que no tenía por qué sentirse tan incómoda, y que podía intentar al menor bajar un punto a su mal humor.

Así como lo dijo, la oficina del Rey estaba cerca, era diferente a la del príncipe, era más grande, y a parte del escritorio tenía un gran y lujoso sillón en un rincón con una pequeña mesa en frente

El hombre invitó a la muchacha a sentarse, haciéndolo él también, manteniendo una distancia prudente a su costado en el sillón.

Lauren se sentó erguida y en silencio, esperando educadamente las palabras del Rey.

El Rey acomodó su saco y su corbata mientras se sentaba.

[•••]

— ¿Cuantos años tienes, jovencita?—preguntó de repente mientras le dirigía la mirada.

—21, su majestad.

El Rey asintió comprendiendo.

—¿Has llegado este año?

Lauren asintió.—Hace un par de meses a penas.

Hubo silencio unos segundos en los que el Rey parecía formar sus palabras antes de hablar.

En ese momento Karoma pasó a la oficina del Rey, con una bandeja y dos tazas de té. Al parecer el Rey se lo había pedido personalmente ya que había planeado todo para hablar con la muchacha.

Karoma entró suavemente, dejando la bandeja en la pequeña mesa delante del sillón después de saludar con una reverencia. Luego salió tranquilamente.

El Rey tomó una taza e invitó que la muchacha a hacer lo mismo con la otra.  La muchacha con algo de vergüenza por estar delante el soberano de Inglaterra para tomar te, lo hizo con algo de delicadeza.

El hombre tomó un sorbo de la bebida caliente y soltó un respiro algo reconfortado.


—Mi hijo dice que es usted de Doncaster. Pero que se mudó de niña, ya sabe. Con sus tías.—mencionó.

El cuerpo de Lauren pareció retroceder instintivamente un poco, mientras disimuló un poco al tomar un sorbo de la taza.

—Una situación así no se ha visto jamás  en el castillo—volvió a mencionar el hombre— Me resulta indignante saber que para este siglo, crímenes en contra de la humanidad como esos se den. Aún recuerdo cómo se dio el caso de abolición de la esclavitud cuando era joven, y aún era príncipe. Ese día significó una victoria, para todas aquellas pobres personas que fueron tratadas como animales. Me sentí tan bien de que el reino haya avanzado, pero me decepcionó tanto caer en realidad de que ese fue el fin de la esclavitud, pero no del racismo, de la pobreza, ni nada por el estilo. Juré que como Rey iba a eliminar todo eso—suspiró con una sonrisa nostálgica—obviamente no pude, ni puedo. Pero se que poco a poco, se puede avanzar, y su caso ha tocado mi sensibilidad, porque es doloroso, triste. Y yo desde mis comodidades no me imagino mi de por cerca lo difícil que debe haber sido todo esto para usted. Y déjeme decirle, que no puedo estar más de acuerdo con mi hijo en su decisión de ayudarla, yo también lo hubiera hecho.—culminó.

Con una reverencia la muchacha agradeció las palabras del Rey. El hombre, siguió tomando de la taza mientras parecía volver a formular sus ideas para hablar.

—Tiene edad como para ser hasta mi hija, imagine la indignación para un padre saber este tipo de cosas.—dijo notándose algo molesto— Es doloroso en verdad, porque así como usted pudo haber sido cualquiera. Sé que con este ajetreo, se debe sentir totalmente abrumada, malhumorada y harta de cualquiera que le hable del tema, pero sinceramente he sentido la necesidad de hablar con usted.

—No se preocupe, su majestad

—Thomas me ha mencionado que usted es bastante callada y seria, razón por la cual no tengo intenciones de molestarla y entiendo su actitud. Pero si no le molesta a usted, ni a la memoria de sus santos padres. Después del accidente ¿Qué supo usted sobre ellos? sobre dónde están enterrados.—preguntó el Rey.

—Están en Doncaster, sus cuerpos están en el cementerio. Felizmente, se les dio una sepultura digna, y no se los dejó en alguna fosa o algo parecido. No pude visitarlos jamás, y verdaderamente no se si pueda hacerlo, su memoria prefiero guardarla con ellos en vida. Aunque si Dios me lo permite, tal vez algún día tenga el suficiente coraje para ir.

El Rey pareció tranquilizarse.

— Me alegra saber que se les dio una sepultura digna a sus padres.—suspiró el hombre—Muchos cuerpos a veces no pueden tener aquello, a veces por no tener familia, o dinero. Más aún porque hace diez años, muchas identidades de los pasajeros del tren no pudieron ser determinadas. Fue un gran dolor para el Reino, el luto de ese día me deja una sensación de culpa terrible.—confesó el Rey—Durante relativamente los primeros años de mi gobierno, verme envuelto a enfrentar eso, en verdad cuanto quería defender a mi pueblo y di todo de mí, al final lo logré, pero eso no quitó que haya costado al país uno de los días más trágicos y horribles de su historia. Uno donde no pude defender a mi pueblo y les fallé como Rey. Personas entre las que estuvo usted, por lo que quiero pedirle perdón también.—soltó el Rey de repente, con la cabeza gacha y una voz con notorio dolor dado al recuerdo.

Lauren hizo silencio durante algunos segundos. Dejó su taza a un lado, y se sintió algo conmovida por las palabras del Rey. Se sentó un poco más cerca dudándolo un poco y decidió hablar.

— No fue culpa suya, ni la de nadie. Usted hizo todo lo que pudo, y gracias a eso también sus guardias pudieron encontrarme y a los otros sobrevivientes. Y fuera de todo lo que pasó después, pudimos vivir.—habló la muchacha.—No es un mal Rey. Pero si necesita escuchar el perdón, se lo otorgo totalmente.

El hombre suspiró, sintiéndose aliviado, pero aún mirando su taza con la cabeza gacha.

—Gracias—dijo el Rey.

[•••]

Lauren en silencio volvió a tomar su taza, sin duda aquello había sido algo extraño. Al parecer la culpa del atentado del tren lo habia dejado con una gran culpa. Porque como Rey sentía que absolutamente todo había sido su responsabilidad, y eso era un tormento que lo perseguía sin que nadie se de cuenta.

El atentado de 1870 fue histórico verdaderamente. Porque fue la masacre más cruel que se dio a manos de aquel grupo, eran más de trescientos pasajeros, y máximo habían sobrevivido cinco. La noticia vivía en la mente de las personas, el dolor seguía en muchas familias. Y el peso que cargaba la máxima autoridad del Reino por no poder haber impedido nada, también era una especie de dolor de la que nadie sabía.

—Perdí a un amigo en ese incidente—dijo nuevamente el Rey, levantando la cabeza—El Marqués de Chesire, venía con sus dos hijos. La pobre esposa se suicidó cuando se enteró la pérdida de su familia.

—Lo siento—dijo la muchacha.

El Rey agradeció por el pésame.

[•••]

Después de un silencio que pareció más largo de lo que en realidad fue, ambos terminaron tomando un nuevo sorbo de la taza al mismo tiempo.

La puerta de la oficina cerrada se abrió de repente sin que sea quien sea que haya entrado pida permiso para hacerlo.

[•••]

—Padre ya llegó la confirmación de fecha de la— entró el príncipe viendo un pergamino entre sus manos, hasta darse cuenta de que había interrumpido algo, bloqueándose varios segundos al ver con quien estaba hablando su padre—Perdón—llegó a decir todavía algo perdido.

El padre terminando ya de su taza decidió tomar la palabra.

—Hijo mio—dijo dando su último sorbo y poniendo la taza en la pequeña mesa. Lauren iba a levantarse para saludar propiamente pero el Rey hizo un gesto quitando la importancia. Por lo cual Lauren se quedó sentada— Aquí estaba yo conversando con la señorita Harris, con una buena taza de té.—habló con un tono más animado— Me has hablado tanto de ella, y con toda esta situación no podía estar ajeno a conocerla yo también.

Thomas asintió comprendiendo, aunque se lo notó bastante nervioso de un momento a otro. En esos segundos Lauren también terminó todo el contenido de la taza, dejando la misma en la pequeña mesa de ahí igualmente.

—Anda habla Thomas, estabas diciendo algo.—dijo su padre de repente con algo de gracia, haciendo reaccionar al príncipe.

—Ah sí—dijo el joven aclarando su garganta—Que llegó la respuesta, de los importadores de algodón, con la fecha de cuando llega la carga al puerto.—mencionó mostrando el pergamino.

—Buenas noticias—dijo el Rey suspirando—Déjalo en el escritorio y ven a sentarte. Así aprovecho para hablar contigo también.

Thomas obedeció a su padre, se acercó al escritorio, dejó el pergamino y luego fue a sentarse en el sillón con las dos personas, al medio de ambas, ya que su padre se lo dijo así cuando se estaba acercando.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro