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LXIV

𝐋𝐨𝐧𝐝𝐫𝐞𝐬,1880— 𝐈𝐧𝐠𝐥𝐚𝐭𝐞𝐫𝐫𝐚 𝐑𝐞𝐢𝐧𝐨 𝐔𝐧𝐢𝐝𝐨

Hubo un momento de silencio antes de que Lauren salga de la oficina del príncipe a un paso más lento de lo que ella esperó. Sin responder nada, sin volverlo a mirar.

Cerró la puerta detrás de ella al salir. Avanzó unos cuantos pasos para luego apoyarse en una de las paredes del pasillo con uno de sus brazos, quedándose pensando con la mirada perdida durante varios segundos.

La otra mano se la llevó a la frente, para luego apoyarla en el puente de su nariz, exactamente como si un gran dolor de cabeza la hubiera atacado.

Quería golpear algo, pero también tenía que pensar y saber que no podía andar dándole un golpe a la pared solamente porque le dieron ganas de hacerlo. La situación podía ameritarlo tal vez, pero no lo haría no en los pasillos de esa parte del castillo al menos.

Su mente aún procesaba como todo había pasado tan rápido y había tomado un giro tan brusco en tan poco. No tenía idea de que pasaría, de si verdaderamente saldría bien contra aquello a lo que se enfrentaría. Era la primera vez que había hablado, que se había sentido vulnerable delante de una persona después de tiempo. No era fácil, el tiempo y todo lo que su vida fue la hizo una persona cerrada, no era fácil. Se sentía mal. Tenía miedo.

Huir de su pasado, esconderlo. Era lo único que había usado como protección, lo único que tenía  como defensa ante una amenaza que aseguraba hacer su miedo más grande realidad, y lo haría, con un solo paso en falso, con una sola palabra de más. Pero ahora iba a enfrentarlo, a su pasado, a su miedo, y cuanto esperaba ser lo suficientemente valiente para hacerlo.

A los 21 años, un antiguo destino que creyó tener ya había cambiado por completo desde que empezó a trabajar en el castillo, y ahora lo haría de nuevo, sabiendo lo que pasaría pronto. Y tal vez, de alguna manera esa oportunidad  pasaba por algo. Tal vez descubriría que su vida debió ser siempre totalmente diferente.

Pero necesitaba pensar, estar sola un buen momento. Tenía que similar las cosas, que justo era lo más difícil para ella en todo tipo de situación difícil. E iba a poder, solo necesitaba un tiempo.

[•••]

Sacudió la cabeza, acomodó el adorno de su cabeza. Tomó un respiro profundo, y siguió caminando.

Volvió por los mismos pasillos, para llegar al gran comedor después de varios minutos, y así poder bajar las escaleras hasta la cocina.

La puerta estaba cerrada, por lo que tocó suavemente y esperó a que la abrieran. Segundos después la abrió una de las cocineras.

La sirvienta le agradeció y entró al lugar, cuyo calor era mayor debido  la temperatura y humo que soltaban las ollas donde cocinaban.

Las personas presentes la miraron con curiosidad, por saber de que tipo de emergencia se había tratado para que el príncipe la saque para hablar con ella de una manera tan repentina y preocupada. Frizzy la esperaba en el mismo punto de siempre, donde cumplían su trabajo lavando trastes, sin saber si decir algo o si acercarse.

Lauren llegó a su lado en silencio, y automáticamente su cuerpo siguió con el trabajo, ante la curiosidad y extrañeza presente en el lugar.

Frizzy después de parecer pensarlo por mucho, pareció tener la necesidad de romper el silencio entre ambas.

—¿Todo bien? Pareces molesta—dijo con una voz suave.

Lauren pareció reaccionar un poco, y suspiró.

—Sí—dijo sacudiendo la cabeza—perdón es que—hizo una pausa—lo siento, no quiero ponerme así en frente tuyo.

—No, no. Tranquila. ¿Sucedió algo grave?—preguntó la morena en voz baja.

Lauren hizo un gesto para tratar de explicarse pero no lograba hacerlo. Sabía que en un par de días se iba a enterar al menos la mitad del castillo, pero al menos por su parte, no se animaba a hablar más, había sido suficiente. De todas formas, al menos a Frizzy quien era la persona que se había vuelto inmensamente cercana a ella, queriendo o no, no tenía más opción que contarle.

—¿Te parece si te cuento a la noche?—dijo Lauren mirando a su amiga—Cuando estemos solo las dos.—pidió.

La morena asintió con efusividad, totalmente de acuerdo.

Algo que le vino bien, dentro de todo lo que había pasado, fue que a parte de Frizzy nadie más se atrevió a dirigirle la palabra durante unas muy buenas horas. Todos parecían tener la curiosidad insaciable pero no la voluntad para hablarle. Y con las pocas ganas de ver y tratar con gente que tenía esos momentos, al menos eso sirvió para que no se altere y pueda mantener o mostrar al menos un poco de serenidad.

Lamentablemente aquello no aplicó para Dianne, con quien no había tenido altercados hasta ese momento. Ya que solo se habían ignorado. Pero desafortunadamente y al mismo tiempo sin tener idea, la mujer escogió el peor día  y el peor momento para molestar a la sirvienta.

Louise había salido a los servicios higiénicos, haciendo que su hermana vea el momento perfecto para aprovechar en ejecutar y dejar salir sus ganas de molestar a la persona que no le agradaba.

Dianne se acercó sutilmente mientras limpiaba sus manos con un trapo. Lauren y Frizzy seguían lavando los trastes. La morena limpiaba varios cubiertos al mismo tiempo, y Lauren sacaba la grasa de un sartén con bastante fuerza.

La mujer quedó relativamente cerca de ambas sirvientas, mientras empezaba a hablar con otra muchacha de la nada para disimular. Donde se quedó hasta ver el momento exacto para decir y armar todo lo que quería.

[•••]

—No te parece extraño, que el príncipe la llame así solamente—dijo la gemela, hablando con una voz más fuerte a propósito a la chica con la que estaba conversando.— Me parece muy repentino y raro su interés en ella.

La chica con la que hablaba Dianne quedó helada y confundida, sin la mínima idea de por qué la mujer de repente habló de ese tema, y en voz alta.

Dianne sabía que Lauren la había escuchado, y Frizzy también. Entonces quiso hablar de nuevo pero la interrumpieron.

—No estoy de humor—dijo Lauren sin molestarse en mirarla o dejar de trabajar.

—¿Pero que te pasa?—habló la mujer—Yo estoy aquí conversando sin ningún problema con Ginevra—dijo mencionando el nombre de la muchacha con la que hablaba—No es mi problema que escuches la conversación de otros.

Durante un segundo hubo silencio.

—¿Me cree idiota?—dijo Lauren, dirigiendo de repente su mirada a la gemela dejando de lado un momento los trastes. Frizzy dejó de lavar tambien para prestar atención por si las cosas salían mal.

Ginevra la muchacha con la que hablaba Dianne, no podía hablar y era obvio que tenía unas ganas tremendas de irse de ahí si no fuera porque de tanto en tanto Dianne la amenazaba con la mirada.

Lauren volvió a hacer sus cosas después de eso. No estaba de humor para nada. No quería pasar las cosas a mayores, y no iba a dejar que la provoquen.

Pero quien sí parecía alterada, harta y en quien las tonterías de la mujer sí habían causado efecto era a Frizzy, que dio unos pasos para quedar relativamente delante de Lauren.

—Disculpe, pero usted ya tiene más de 30 años. Me da vergüenza ver lo que hace—dijo Frizzy de repente— Si va a venir a insinuar cosas, hágalo como para alguien de su edad y no como una niña de diez años.

La mujer que no se esperaba que quien reaccionara fuera la morena se sintió algo ofendida.

—No me vas a— intentó defenderse

Frizzy volvió a interrumpir, sacando una gran valentía para contraatacar de donde ella misma no conocía.

—Por favor, si su majestad a llamado a Lauren por algo urgente, es así. Y si tanto le importa ya se enterará en algún momento. Pero si va a insinuar una vulgaridad, quiero ver que se lo diga a la cara. O que pasa ¿Tiene miedo de que le doblen la muñeca otra vez? ¿Por qué le gusta humillarse delante de la gente?—dijo Frizzy disgustada y harta.

Lauren le hizo un gesto a su amiga para que se calme. Al mismo tiempo que veía si era oportuno reaccionar también.

—No es momento, Dianne—Respondió Lauren—No tengo humor para responderte. Y te agradecería que la relación que teníamos después de nuestro primer incidente se quede así, es mejor ignorarnos. Porque las dos sabemos que no nos llevamos bien. Si querías enojarme, está bien, lo has logrado ahora vete, por favor. Que la pobre muchacha que está a tu costado también se esta llevando un mal momento por culpa de tu inmadurez.—dijo la muchacha.

Y se sintió bien poder responder así, porque como se había aguantado decir  otra cosa considerando lo terriblemente que se encontraba. Frizzy también pareció controlar su enojo por las palabras de Lauren, y la muchacha que estaba al lado de Dianne parecía estar agradecida.

Louise regresó, sin idea de que estaba pasando y sin sospechar nada que pudo haber pasado durante su ausencia. Dianne notó la presencia de su hermana, miró a su alrededor y con una sonrisa bastante falsa se fue al fin.

Ginevra regresó a sus actividades ya tranquila. Frizzy hizo lo mismo a regañadientes y hablando para sí misma, y Lauren después de hacer un gesto con los ojos como respuesta a la sonrisa falsa de Dianne volvió a sus actividades.

[•••]

—Es que ya me tiene harta—dijo Frizzy mientras lavaba los trastes con algo de enojo— Siempre viene a fastidiar en los peores momentos. Los elige para ponerle peor el día a uno—se quejaba— Y no se cansa de quedar mal, es que como no tengo el coraje para agarrarla de los cabellos—dijo ya al final resignada con algo de gracia.

Lauren negó con la misma resignación.

—Sólo hay que ignorarla, porque al final somos nosotras quienes le seguimos el juego. Y claro, porque es molesto, pero hay que tratar de evitarlo.

Frizzy asintió.

—Lo sé, pero también me preocupa todo lo que Dios sabe que sí dirá a espaldas no solo de nosotras sino de quien sabe cuanta gente más.—suspiró la morena—Pero sabes que es lo que me enoja—dijo de repente, ya dejando de lado en sí el verdadero enojo, y agregando más bien algo de chiste—que teniendo más de 30 años actúa así, ni la mayor de mis hermanas que tiene más o menos la misma edad ha tenido esa inmadurez.

Después de que Frizzy se queje del tema unos buenos minutos, tratando de hacerlo de una manera divertida para dejar de lado cualquier aspereza que pueda sentirse. Ambas quedaron en silencio continuando con lo que tenían que hacer. Antes de que Frizzzy vuelva a hablar de cualquier cosa que se le haya venido a la mente, para conversar.

Escuchar a Frizzy después de todo lo que había pasado, incluyendo la pequeña incomodidad con la gemela, era en sí algo que le trajo un poco de paz a todo el tormento que pasaba por su cabeza y trataba de controlar para no tener una reacción que no quería tener.

No sabía como Frizzy hacía eso, era algo en su esencia claramente. Pero cuán bueno era.

[•••]

Durante el resto de ese día, la noticia en el castillo aún no se propagaba más allá de Lauren y el príncipe, pero seguro lo haría en menos de lo que se esperaba.

El almuerzo y la cena fueron algo incómodos para Lauren, el príncipe durante ambos momentos parecía tener la cabeza en cualquier parte menos en la mesa y Lauren se notaba un poco más distante de lo normal. Ambas actitudes eran extrañas individualmente, pero nadie parecía relacionarlas. Al menos no en esos momentos.

[•••]

Terminada su cansada jornada, Louise se acercó a ambas compañeras para pedirles disculpas por su hermana, ya que la chica, Ginevra, le había contado el incómodo momento que había pasado. Ambs sirvientas dejaron el tema atrás y lamentaron más bien que sea Louise quien se hacía cargo de las tonterías de su hermana.

[•••]

Llegando a su habitación compartida, después de haberse cambiado con las ropas de dormir. Frizzy esperó en su cama sentada al ser Lauren la última en cambiarse.

La pelinegra salió del baño, y fue a sentarse en su respectiva cama también. Quedando ambas sirvientas técnicamente frente a frente desde sus colchones.

Frizzy tomó un respiro.

—Bueno, supongo que esta es la parte donde me cuentas—dijo suavemente—a menos que en estas horas hayas cambiado de idea y ya no desees hacerlo, caso en el cual no habría problema tampoco, porque ante todo, el consentimiento—agregó con gracia y dulzura al mismo tiempo.

Lauren miró hacia la ventana mientras ordenaba sus ideas unos segundos.

— Es algo, era algo— se corrigió— tan privado. Que es difícil hablar, no solo porque no lo haga mucho—dijo aún evitando contacto visual—Pero lo que pasó con el príncipe aún sigue siendo algo que me cuesta creer.

Frizzy escuchó con mucha atención desde el principio.

—Hace un tiempo, te conté de la manera más evasiva posible algo sobre vida—dijo Lauren al fin mirando a su amiga— Y la verdad quise mantenerlo así no solo por un tema de privacidad, sino por algo, algo que siempre fue más grande que yo. Un peligro, algo malo, en lo que no quise meter a nadie, mucho menos a tí.

La morena algo extrañada por lo que escuchó se levantó de su cama. Y fue con bastante confianza a sentarse al lado de su amiga, poniendo su mano en la espalda de la misma durante un corto tiempo, como forma de apoyo dándose cuenta que la muchacha saltó un poco ante el contacto con algo de miedo ya que sus cicatrices estaban ahí y gracias a que la ropa de dormir no era tan gruesa como todas las otras prendas corría el riesgo de que tal vez haya sentido algo.

[•••]

De todas formas, y ante lo difícil que era hacerlo por segunda vez, Lauren empezó a contarle todo a Frizzy. Esta vez sintiéndose vulnerable en una manera diferente,  más profunda, porque a diferencia del príncipe su relación con Frizzy estaba más avanzada en un sentido de amistad.

Le contó sobre su trabajo con las Dhollen, sobre el testamento de Vladimir Gees y como éste parecía haber calculado todo a propósito.

Cuando empezó a hablar de sus padres las cosas cambiaron. Su cuerpo empezó a encogerse como si fuera una niña de nuevo. Y se abrazó a sí misma como si tuviese frío. Y esa vez no pudo atreverse a contar algunos detalles sobre la muerte de sus progenitores, por una especie de temblor que sentía en su cuerpo en el momento al intentar decir algo.

Frizzy empezó a sentirse mal también. Y extrañamente adoptó la misma posición que Lauren, abrazándose a sí misma. Y en el momento que Lauren mencionó el apellido de soltera de su madre, todo su cuerpo no pudo creérselo.

Por su parte Lauren, cuanto odiaba llorar, como repugnaba el hecho de sentirse así. Sabía que siempre había un momento en que necesitaría hacerlo, sobretodo con la situación de las semanas anteriores y la actual, pero aborrecía sentirse así.

Pero al mencionar que se enteró de que llevaba el primer nombre igual al de su madre. Su llanto no pudo evitar salir.

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