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LXIII

𝐋𝐨𝐧𝐝𝐫𝐞𝐬, 1880 —𝐈𝐧𝐠𝐥𝐚𝐭𝐞𝐫𝐫𝐚 𝐑𝐞𝐢𝐧𝐨, 𝐔𝐧𝐢𝐝𝐨

—Mandaré una carta a la Corte Suprema, porque esto no lo puede resolver cualquier juzgado. Y vamos—dijo haciendo énfasis en la última palabra—a poner una demanda.—soltó—La demanda, estará hecha por mediación mía, en otras palabras yo voy a pagar todo. Así que no te preocupes por eso.

—Su majestad—dijo la pobre sirvienta ya al borde de un ataque de pánico sintiendo que podía desvanecerse en la silla misma.

—No Lauren, esto ya ha alcanzado un extremo. No me voy a quedar sentado guardando silencio, yo no. Porque a diferencia tuya, yo sí puedo hacer algo, tengo todo para poder hacerlo, y por eso tengo el deber de ayudarte.—dijo mientras seguía escribiendo.—Esas mujeres no te van a hacer nada, y si la mínima cosa te llega a pasar o le llega a pasar a alguien de tu entorno, yo ya sabré culpa de quien fue.—hablo a medida que su letra en la carta se volvía algo más desordenada de tanto en tanto mientras escribía—Te conozco tan poco, y durante tan poco, eso es cierto, pero no puedo soportar que temas como estos se estén dando más aún cuando se supone que en una sociedad que avanza como la nuestra, los conceptos de dignidad y derechos humanos deberían estar claramente entendidos. Y a ti te han quitado esas dos cosas sin posibilidad de que te defiendas, y si soy yo la persona que va a poder ayudarte, voy a hacerlo. Y tienes que dejar que lo haga.

Lauren tenía ambas manos en la cabeza, recostada en la silla y mirando al techo, preguntándose por qué ahora le estaban pasando esas cosas. Y por qué de un momento a otro las cosas se habían puesto tan mal de repente otra vez.

Diez años en los que se había mantenido en silencio, habían sido completamente desechados a la basura. Y a pesar de todo lo que diga el príncipe, todo lo que el muchacho pueda haber pensado o armado como estrategia en esos segundos no calmaba ni un poco todo el miedo que estaba sintiendo.

Y ya estaba harta de ese sentimiento, pero no había otra definición para descifrarlo, ya que con lo fuerte que era esa situación, era imposible que el malestar no sea físico también.

Al parecer el príncipe siguió hablando, pero la joven sirvienta no pudo evitar disociar completamente aquella parte, mientras que aún con ambas manos en la cabeza, seguía mirando al techo.

[•••]

—Lauren—empezó a escuchar de repente, después de un tiempo que no sintió.—Lauren—la volvieron a llamar, pero su cuerpo no podía reaccionar de la posición en la que estaba.—Lauren—le dijeron una última vez, con el príncipe levantándose de su asiento para ponerse de cuclillas delante del asiento de ella, y revisar si tal vez algo malo le había pasado.

El cuerpo de la muchacha reaccionó en lo que pudo, dejando de mirar al techo al menos.

El hijo del rey seguía de cuclillas delante de ella.

—¿Escuchaste lo que acabo de decir?

La sirvienta a penas pudo negar.

El príncipe soltó un suspiro mientras rascaba la parte de atrás de su cabeza. Y parecía pensar en algo en específico durante varios minutos.

—Mira—dijo de vuelta después de aquel tiempo—Sé que tienes miedo.—habló, y en su tono de voz se notó la gran sinceridad de sus palabras—Que te debes sentir aterrada, frustrada, y horrorizada. Es algo fuerte, y claro que yo no lo entiendo, para mi es fácil decirte que tomes fuerza y te pongas firme en este instante, pero sé que no se va a poder.—volvió a suspirar—Han sido diez años de tu vida, en los que tampoco tengo idea de los detalles que te han sucedido, cuantas maldades y crímenes más habrán cometido esas mujeres sin que nadie se entere, y lo único que se bien es que por una parte lo que te estoy haciendo es una gran invasión a tu privacidad. Pero no puedo hacer otra cosa—dijo, tratando de explicarse con las manos— lo que te estaba diciendo antes tenía que ver con eso ¿Nunca te has preguntado si en su gran mayoría eres así por culpa de ellas?—preguntó—Lauren, tú tienes un carácter extremadamente fuerte, y lo único que han hecho es hacerte creer que es terrible que lo tengas, que no deberías tenerlo. Te lo han reprimido, te han sometido. Incluso estando lejos de ellas, te han controlado.—explicó—No está mal ser como eres, nadie tiene derecho a someter a alguien de esa manera, reprimiendo su escencia hasta tal punto.—tomó un respiro para decir lo último—Saca tu carácter Lauren. Ya nadie va a hacerte daño por no reprimirlo. Ya no te guardes el dolor, saca tu odio.

Aquellas palabras golpearon a Lauren de manera diferente. Como si un gran peso de repente hubiera desaparecido de su cuerpo. No se dio cuenta que sus cejas se juntaron en su frente mientras su mirada se volvía a perder unos segundos para pensar en algo. El príncipe seguía delante de ella con una mirada expectante.

De repente Lauren tomó en respiro, y a la hora de exhalar, sintió que más aire del normal salió de ella. Seguía teniendo miedo, eso era obvio, pero gracias a las palabras del príncipe muchas cosas en su mente habían empezado a hacer conexión.

El príncipe tenía razón, a pesar de que en gran parte Lauren se sienta algo ofendida por la repentina invasión a su privacidad que había tenido el muchacho. Decidió separar ambos temas, y pensar de verdad en que es lo que iba a hacer. Pensar con la cabeza fría.

Era difícil creer que el príncipe esté dispuesto a hacer tanto por ella, una demanda ante la Corte Suprema era algo de noticia nacional, para casos fuertes y graves. Desde 1807, cuando se abolió por completo la esclavitud y la trata de esclavos en el Reino Unido, la Corte Suprema estaba mucho más atenta a los casos de atentados contra los derechos humanos, y por más que sea difícil aceptarselo a ella misma, y que incluso una parte de ella se atreva a quitarle importancia por la vergüenza, el suyo era también era uno.

Ya era mayor de edad, era su decisión, querer o no. Pero también estaba obligada, no solo por la moral del príncipe sino también por su propia humanidad, a la que había reprimido, y dejado a un lado para proteger su vida porque con las condiciones que tenía antes no tenía como siquiera responder a algo.

Todo lo de su privacidad respecto a su discusión con el príncipe y su repentina y firme decisión había sido algo que pasó de manera bastante abrumadora y rápido en aquellos largos minutos anteriores. Fue difícil de confesar de tratar y discutir, más aún por la rapidez con la que pasó. Pero así como había sido, tenía que hablar también.

Pensar fríamente y de la manera más rápida que su mente le pueda permitir.

[•••]

Después de un momento de tiempo regular volvió a dirigir su mirada al príncipe. Y decidió hablar.

—¿Terminó de escribir esa carta?—dijo en un tono  neutro. Como el que solía tener siempre, que para esos momentos   había vuelto, sorprendiéndola a ella también.

El príncipe asintió, se puso de pie. Y estiró su mano hasta la parte del escritorio donde estaba el papel de carta, y se lo dio a Lauren para que la leyera.

La muchacha la recibió, y la leyó a penas la tuvo entre ambas manos.

Tenía obviamente un saludo y un destinatario al inicio, con un nombre en especial, el del juez máximo. Una explicación breve del caso, recalcando su urgencia y aclarando con énfasis que la mediación era por parte del príncipe, que era el que estaba poniendo la demanda de manera indirecta. Con la firma del príncipe al final.

El príncipe ahora de pie delante de ella solo esperó a que termine de leer para poder volver a hablar.

[•••]

—No puedo aceptar que te opongas a esto. Por lo cual lamentablemente no me quedaría más que asumir tu consentimiento, aún así lo necesito, pero en este tono que deja de ser un pedido, y se vuelve más una orden que debo de darte—dijo el príncipe cuando predijo que la muchacha terminaba de leer.

Lauren sin decir nada se levantó del asiento, volvió a poner el papel de carta en el escritorio. Se estiró para llegar al tintero donde reposaba la pluma del príncipe, y teniendo cuidado de no mancharse con tinta debido a escribir con la mano izquierda, firmó el papel al lado de la firma del príncipe. Dando así oficial y protocolarmente su consentimiento.

Volvió a poner la pluma en el tintero, y le volvió a tender el papel a las manos del príncipe.

El joven algo aturdido por lo rápido que había sido eso, recibió la carta, volvió a dar la vuelta detrás de su escritorio, buscando un sobre en otro de los cajones, donde dobló cuidadosamente el papel para poder introducirlo. Cerró el sobre, y decidió dejarlo a un lado en su escritorio todavía.

Ambos seguían frente a frente y de pie.

Thomas aclaró su garganta. Lauren no pudo evitar mirar al muchacho a los ojos.

—Entregaré la carta hoy mismo, lo más rápido posible. Será mandada y atendida con la misma urgencia también.—dijo, mirando a la muchacha también—Estos trámites en el proceso de demanda también demoran un poco, ya que se debe notificar al demandado con un documento oficial el cual necesita los sellos y permisos correspondientes, así como también se entregan papeles al demandante, confirmando que los que han sido demandados han sido notificados del proceso. Todo eso llega a ser en un poco más de dos semanas. Pero se hará lo posible por que al menos sea unos días menos.—dijo—Para este asunto de que son familia tuya, obviamente no hay testigo alguno porque fue un secreto, pero todos tus papeles son la evidencia innegable y mucho más que suficiente. Debido a los tratos inhumanos, tu declaración estará bajo juramento de verdad.—explicó fluidamente—en el transcurso de estos días iré explicándote mejor como serán las cosas en la Corte, aunque lo más probable es que yo esté presente en el juicio, como parte del público o para presentar alguna declaración si tu deseas que lo haga. Asimismo el castillo estará informado, tu trabajo seguirá siendo el mismo, pero he de solicitar seguridad para ti y para toda la gente de tu entorno cercano.—tomo aire—Eso no implica que vayan a tener guardias con ustedes a todas horas, pero si un gran cuidado y vigilancia de su seguridad. Eso aquí en el castillo, en caso del pueblo, me sería muy útil aje me de una lista de nombres de las personas que van a necesitar seguridad, en caso algún tipo de venganza se quiera dar en contra de ellos.

[•••]

El príncipe sacó otra hoja de papel. Teniéndosela a la muchacha junto a la pluma nuevamente.

Más rápido de lo que ella misma imaginó, anotó varios nombres con algo de temblor en sus manos, ya que por un segundo nuevamente la idea de que sus tías podían hacerle daño a alguien que ella quería la aterrorizó hasta el alma. Escribió el nombre de Gerard, y toda la familia del mismo precaución. Así como la familia de los Annighan, y la familia de Aitana Corelli.

Volvió a pasar el papel y la pluma al príncipe, el mismo guardo su pluma y leyó lo escrito en la hoja mientras asentía comprendiendo.

Nerviosamente mientras veía al príncipe organizar más papeles con un ceño fruncido por la concentració, Lauren empezó a tronarse los dedos de las manos sin mucho control. Sintiendo el leve dolor que el mismo provocaba cada vez que lo hacía más y más sin parar un poco.

—Así mismo se avisará a estas familias, que sí van a tener que tener guardias necesariamente a diferencia del castillo—volvió a decir el príncipe— ya que aquí los tenemos a toda hora en todos los rincones, allá afuera en cambio no. Obviamente se les brindará toda la explicación necesaria a cerca del porque de su protección, por lo cual superficialmente también se les tendría que informar todo el tema de esta demanda. Que lamentablemente no será desapercibido en general. Ni en el castillo ni en el pueblo. Por todo lo que va a pasar.

—Supongo que es lo que tiene que pasar—respondió Lauren.

—Así es, y lamento por todo lo que ha tendido que pasar. No en un sentido de que lo que le ha pasado me de pena, más bien otra cosa. Me ha enervado la sangre en una manera que no conocía.

—No importa—negó la muchacha ya resignada—todo es muy rápido y sinceramente necesito tiempo. Quiero pensar y reflexionar sobre cómo está decisión ha de cambiar el rumbo de mi vida, prepararme emocionalmente para afrontar públicamente a lo más oscuro de mi pasado.—explicó Lauren—mientras más lo piense y reflexione, más estaré consciente en un futuro lejano de fuera de mi lealtad como súbdito del reino le debo la vida también como el maravilloso príncipe que es. Sea lo que haya sido, entiendo también el enojo que mi situación haya podido causar en su sensibilidad —dijo la muchacha—También he de confesar por otra parte, y solamente en el sentido de amistad o trato coloquial entre ambos, que me siento sumamente ofendida por lo invasiva que ha resultado su platica.— confesó al final.

El príncipe miró hacia abajo, con un suspiro y una mueca algo apenada, para después volver a subir la cabeza para hablar.

—Lo entiendo—dijo comprensivamente con algo de tristeza —y espero puedas perdonarme. De verdad. Aunque también entendería si es que no lo haces—dijo con una risa apenada—Sé que como amigo tuyo hice un gran mal, y que irónicamente en otro sentido a un futuro pueda haberte ayudado.—hizo una pausa—Pero fuera de eso sé el error que cometí durante gran parte de nuestra discusión, debí ser necesariamente más suave, menos directo con un tema del cual no tenía idea podía ser tan fuerte ni tan sensible, y por eso mismo también debí tener más cuidado.

Lauren asintió levemente con la cabeza, entendía en gran parte lo necesario que al final fue todo, pero obviamente también se había ofendido en un porcentaje. Eso no quitaba que obviamente iba a perdonar al muchacho en algún momento, cuando pueda aclarar las cosas para si misma, para su mente y sus emociones. Solo que por esas horas, y próximos días, necesitaba tiempo, y agradecía que el muchacho haya entendido eso.

Después de un corto silencio, el príncipe extendió su mano. Ofreciéndola para que la muchacha la estreche.

Lauren lo hizo, a pesar de la incomodidad que para ese momento muchos sabían que causaba en su cuerpo. Y estrechó la mano del muchacho.

El contacto de la fría mano de la muchacha y la tibia mano del joven, fue la señal de una despedida temporal.

—Yo me quedaré arreglando todas las cosas para los trámites de la demanda y el envió de la carta. Pero cualquier aviso importante te lo informaré en persona. Puedes retirarte si deseas—dijo el joven mientras ambos soltaban sus manos.

Lauren asintió con una reverencia al final.

—Vas a estar bien Lauren—dijo ya por último el príncipe.

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