
LV
𝐋𝐨𝐧𝐝𝐫𝐞𝐬, 1880— 𝐈𝐧𝐠𝐥𝐚𝐭𝐞𝐫𝐫𝐚, 𝐑𝐞𝐢𝐧𝐨 𝐔𝐧𝐢𝐝𝐨
El sábado empezó bien, en verdad. Parecía que los malos eventos de la semana solo duraron de lunes a parte del viernes, y que al menos ese día las cosas estarían más tranquilas.
En la mañana una vez más Frizzy y Lauren se tuvieron que levantar extremadamente temprano para cumplir con todo el protocolo de cuidado y limpieza sumamente privado que habían de tener con su periodo.
Regresaron a su habitación después de aquello, con nuevos paños impidiendo que la sangre pase a aquella prenda interior especial, y a la normal. Se cambiaron con los uniformes, cada una se peinó respectivamente, colocó el adorno de tela y así salieron.
[•••]
Los malestares menstruales de Frizzy estaban mejor, porque al parecer su periodo duraba máximo unos 4 o 5 días, y para ella era ya el cuarto justamente. En cambio a Lauren que le duraba una semana entera, el flujo seguía casi igual que el día anterior, al igual que las molestias que este causaba.
[•••]
En la cocina, con el demás grupo de sirvientas ahí, terminaron de lavar los pocos trastes que quedaron de la cena de la noche anterior.
A la hora del desayuno, Lauren con la bandeja, y Frizzy con la campana, ambas fueron hasta la habitación del príncipe.
[•••]
—Sabes a veces pienso que en vez de esta campanita debería traer un violín—bromeó mientras ambas subían las escaleras. Para luego reírse de su propia broma.
Lauren ya resignada ante esos chistes solo rodó los ojos con una expresión seria en el rostro.
—¿Pero, no crees que se les hará raro verse ahora en la mañana?—susurró Frizzy nuevamente—No sé, como que ayer había un ambiente supongo más coloquial entre ambos durante su salida, y ahora como que todo vuelve a su formalidad hasta nuevo aviso. ¿No es incómodo?
Lauren negó. No creía que eso pase, esperaba que no lo haga.
[•••]
Como era usualmente, Frizzy hacía sonar la campana desde un poco antes, porque para eso ambas sabían muy bien que el príncipe era un muchacho de sueño pesado.
Cuando escucharon que después de unas quejas somnolientas el príncipe indicó que podían pasar, lo hicieron, con Frizzy ayudando a volver a cerrar la puerta detrás de ambas ya que era Lauren la que llevaba la bandeja con el desayuno.
El rostro del príncipe pareció iluminarse un poco.
—Buenos días—dijo amablemente.
—Buenos días— respondieron ambas sirvientas al mismo tiempo haciendo una reverencia.
El príncipe se sentó mejor en su cama. Y le sirvieron el desayuno. Felizmente todo se sintió normal. Haciendo las cosas más cómodas.
Y le empezaron a servir el desayuno.
Lauren sentía de tanto en tanto la mirada del príncipe en ella. Y no le molestaba, por más de que ella misma sabía para si misma que no era de su total agrado que estén mirándola por mucho. La mirada del príncipe no le molestaba.
Se preguntaba que es lo interesante que le veía a ella. Y ya no se sentía rara ni incómoda sabiendo que el príncipe se fijaba en ella. No le molestaba, por el hecho de que el príncipe también se le hacía muy agradable, muy noble y muy educado, y hasta el momento no había hecho nada para que Lauren opine lo contrario.
Mientras seguían acomodando las cosas y la bandeja en el regazo del muchacho. Este se acomodaba disimuladamente el cabello. Hasta que decidió hablar.
—Disculpen, señoritas.—dijo, llamando la atención de ambas sirvientas.—dentro de unos meses, dos exactamente, volveré a viajar esta vez hacia Francia, pero por un tiempo más corto de cuando fui a Suecia. Generalmente siempre que voy de viaje, Dylan y yo tendemos a traer muchas cosas, encargos, recuerdos, regalos.—hizo una pausa—Generalmente, no puedo traer cosas a todo el mundo en el castillo, porque obviamente no conozco a todos en el castillo, ni a los cientos de sirvientes que hay aquí.—dijo explicando tranquilamente—Sé que es muy anticipado, que falta mucho tiempo para mi viaje aún, pero ante el agrado y la afinidad que encuentro con la presencia de ambas, me gustaría preguntar antes de olvidarlo o tener más cosas en mente, que es lo que gustarían tal vez que pueda traer de Francia para ustedes. Claro si es que desean algo.
Ambas sirvientas se tomaron varios segundos para procesar lo que acababan de escuchar.
—¿En serio?—preguntó Frizzy de repente, más para ella misma que para el príncipe.
El príncipe asintió.
—En mis viajes, siempre hago eso, fuera de lo que traigo para mi familia, como los encargos de mi madre o de mi hermana. Siempre he acostumbrado a traer cosas para Karoma, para Octavia, Celine, Louise, y eso me obligaba a traer algo para Dianne, para Finlay el muchacho jardinero encargado de cuidar a mi mascota, y un par de personas más también. En vista de que ahora también tengo la oportunidad de conocerlas a ambas, quisiera pues seguir con mi pregunta.
Ambas se quedaron pensando. Lauren no deseaba pedir nada, pero no sabía como decirlo, ya que no quería ofender aquella propuesta.
[•••]
—Si no es mucha molestia—dijo Frizzy algo avergonzada—Siempre he visto, y escuchado que la moda en Francia es increíble, y que tienen los mejores sombreros. Me gustaría uno, el más sencillo posible, pequeño también. Porque que haría yo con un sombrero fino.—rio un poco—me gustaría uno sencillo, con las flores que siempre les ponen.
El príncipe asintió sonriendo. Y estiró su brazo hasta su mesa de noche, de donde de unos de los cajones sacó una libreta, una pluma y un pequeño pote de tinta, que volvió a acomodar en la parte superior de la mesa de noche, para no ponerla en la bandeja del desayuno. La abrió, mojó la punta de la pluma, y abriendo la libreta en cierta parte, anotó aquello.
Se pudo notar, que ya habían varias cosas anotadas en una lista, con el nombre al lado. Así se añadió lo que pidió Frizzy.
—¿algún color en específico?—preguntó el príncipe amablemente.
—No deseo molestarlo más—empezó a decir la morena.
—No me molesta, claro que no. Es con toda la buena intención.—dijo el príncipe.
Frizzy pensó unos segundos.
—verde oliva—dijo la morena tímidamente.
El príncipe asintió con una sonrisa, y terminó de anotar aquello. Luego subió su mirada, y esperó a que Lauren sea quien diga algo.
[•••]
—Yo no deseo nada, su majestad.—contestó la muchacha educadamente.
—Pero Lauren.—interrumpió Frizzy medio frustrada
La muchacha miró a su amiga sin entender
—Es que hora yo me siento mal por haber pedido algo.—dijo la morena avergonzada.
El príncipe se echó a reír.
—Pero
—Si es por que cree que es molestia, no lo es. Traer un sombrero o cualquier cosa no es ningún problema.—dijo el príncipe esa vez, riendo todavía.
—Está bien, está bien—dijo Lauren y se quedó pensando varios segundos. En verdad no deseaba nada. Pero trato de pensar en algo simple, que pueda servirle o pueda ser bueno.
[•••]
—una libreta—se le terminó ocurriendo.
El príncipe asintió riendo y también lo anotó, en aquella lista
—No era tan difícil—susurró el muchacho con broma.
A Frizzy casi se le escapa una risa.
—Tome su desayuno—contestó la muchacha, con el mismo humor.
Así el príncipe empezó a reírse con ganas, y Frizzy no pudo contener ya sus carcajadas.
[•••]
Después de todo eso, de ya haber recogido la bandeja vacía después de haber esperado afuera a que el príncipe termine de comer. Regresaron a la cocina.
Ambas, caminaron tranquilamente, coincidiendo en el camino de regreso con los otros padres de sirvientes y sirvientas que llevaban el desayuno a los demás integrantes de la familia real.
[•••]
—Ahora ya entiendo por que me decían que cada que el príncipe regresaba de sus viajes regresaba con muchísimas más cosas. Me parece muy dulce eso de traer cosas para la gente que conoce. Aunque también imagino que puede estar medio expuesto a que se aprovechen de eso, no lo sé. —dijo Frizzy—de todas formas, me ilusiona saber que en meses, tendré un sombrero de Francia, y tu una libreta.
Lauren asintió en cierta manera. Aunque no se había sentido muy bien pidiendo algo.
[•••]
Llegaron a la cocina, todos los trastes de la bandeja, los dejaron en la zona para lavarlos. Demás sirvientes, de los que habían ido a servir el desayuno también los dejaron ahí delicadamente para que ambas sirvientas y el resto de los encargados de su lavado, puedan empezar su trabajo de manera más cómoda.
Pasaron unos minutos. El ambiente y el calor de las olas seguía presente, porque se seguía cocinando, nunca se paraba. Pues no solo se cocinaba para la familia, sino para todo el castillo, y eso era pues, verdaderamente agotador.
De repente, Karoma entró a la cocina, Octavia la saludó con amabilidad y esta respondió con la misma. Entonces se puso a buscar a alguien dentro de la cocina. Llegando precisamente a donde estaba Lauren, lavando los trastes, mientras Frizzy le contaba cosas, sin parar de hablar.
La tomó del hombro para llamar su atención. Ocasionando que Lauren reaccione separándose de aquello bruscamente. Porque no tuvo idea de que Karoma iba a ir hasta ellas, y porque ante la sorpresa del contacto su mente no se había preparado en ningún aspecto para si quiera disimular.
Karoma se asustó con eso, levantando ambas manos en señal de paz.
Lauren empezó a disculparse, con la mujer. Y explicó rápidamente que no le gustaba que la toquen, menos cuando era de sorpresa.
Karoma entonces, entendió mientras también se tranquilizaba un poco del susto que le causó la repentina reacción de Lauren.
Le dijo que necesitaba hablar con ella. La muchacha asintió educadamente, pero notó algo muy preocupado y muy apenado en los plomos ojos de la ama de llaves.
[•••]
—Señorita Harris—dijo, empezando con su discurso. Tomó un respiro—Hay noticias importantes, y delicadas en las que usted tiene que ver. —anunció —Usted está teniendo permiso de salir de castillo por unas horas. Dado a una emergencia de casi último momento —dijo—El permiso se le ha sido aceptado con normalidad, porque esta siendo considerado como una gran emergencia de nivel en la cual necesariamente necesita irse. Por ser asunto delicado, que tiene que ver con usted en grandes aspectos.
El ceño de la muchacha se frunció en su frente, totalmente confundida, sin idea de que emergencia pudo haber sucedido para que aquello suceda. Mientras que al mismo tiempo, empezaba a sentir una opresión en el pecho debido a que no sabía que era lo que había pasado para que le estén dando ese permiso.
No quiso ser pesimista, pero a pesar de estar confundida debido a lo que podía ser, no podía evitar tener un terrible mal presentimiento acentúandose en todo su cuerpo.
Karoma volvió a tomar un respiro.
—Afuera esta el carruaje del Gran Duque, pero es el joven Harry que se encargará de su escolta y de que regrese dentro de las horas que son el permiso. Generalmente tenemos un guardia encargado de eso, pero en su caso debido a esto, es el mismo Vladimir Gees que ha pedido encarecidamente que sea el hijo del Duque quien venga a escoltarla. Sabemos obviamente que Vladimir Gees no es familia suya, sino no sería sirvienta, pero el permiso ha quedado validado por el último pedido que posiblemente haga el Bibliotecario. Que es pues la razón que sustenta esta emergencia—dijo y suspiró pesadamente.
Ahí algo paralizó a la muchacha. Que empezó a asustarse y preocuparse mucho.
Karoma parecía no poder hablar, su duro y estricto carácter se había desvanecido por completo. Y no parecía tener las fuerzas para seguir hablando.
—Ha enfermado terriblementedesde hace unas semanas.—anunció, sin darse cuenta que su voz bajaba de volumen a medida que decía aquella frase—Pero jamás quiso que usted, ni nadie se entere, porque creía que iba a mejorar, por eso mismo deduzco yo que si es que el hombre le escribió de las cartas que fueron entregadas hace unas semanas también, no tenía intenciones de hablar de su salud y mintió. Les mintió a todos, porque creía que no era más que un resfriado o algo leve y que se recuperaría. Nadie tuvo idea, porque solo se ausentó unos días al trabajo, diciendo que solo quería descansar, nadie tenía razones para no creerle, ni siquiera su asistente. Pero sus sirvientes que estaban con él, decían que era mejor que un médico lo vea, y el hombre no quiso, hasta que un día los preocupados sirvientes decidieron llamar a un médico, desobedeciendo a su patrón, pero debido a que el hombre se negó hasta el último, ya era bastante tarde, y ahora está demasiado grave. Los médicos dijeron que eran el corazón y los pulmones del hombre, los que estaban comprometidos y afectados en su enfermedad.—dijo la mujer tomándose varios segundos, para hacer pausas.
La muchacha se preocupó demasiado con la historia, sintió la misma opresión en su pecho hacerse fuerte. Porque precisamente, la carta en la que el hombre contestaba a la carta que había enviado a Lauren, era una mentira, porque ahí el hombre afirmaba estar completamente bien de salud cuando seguramente ya estaba enfermo. No entendía por qué no se lo había contado a nadie, sabía que no le gustaba preocupar a los demás, pero tuvo que haberlo dicho, a alguien al menos, era un hombre viejo, anciano, estar enfermo no era nada simple.
Una parte de ella, sabía lo que le dirían a continuación, pero una gran mayoría no se sentía preparada ni fuerte para escucharla, porque no podía aceptarlo, no podía ser real.
Frizzy que estaba cerca la miraba preocupada, porque Lauren no se daba cuenta, pero estaba temblando. Y la morena tenía miedo de que le pase algo.
[•••]
Karoma parecía muy dolida también, y no podía mirar a la muchacha a los ojos. Porque le estaba dando muchísima pena.
—No hay forma bonita de decirlo, pero tampoco tengo tanta dureza para decírselo de frente.—la mujer cerró los ojos e hizo una pausa en las que tomó fuerzas para hablar —Vladimir Gees está en su lecho de muerte, los médicos no le dan hasta mañana, pero su último deseo, es verla una vez más.
El mundo de Lauren se desmoronó por completo entonces. No pudo respirar, y sintió su cuerpo más débil que nunca.
En la cocina, los que estaban cerca, se preocuparon al ver que Lauren podía desvanecerse.
La muchacha deseaba que no fuera cierto, que fuese un mal sueño. Su cuerpo no lo aceptaba su alma tampoco. No podía ser real, no estaba pasando. Aquel dolor era tan fuerte, que hasta se sentía físico, como un destemple.
El aire no regresaba a su cuerpo, se llevó ambas manos a la cabeza, que hizo notar aún más que estaba temblando. Debido que no estaba respirando, cuando su cuerpo al fin decidió tomar aire por necesidad, sus ojos se cerraron con fuerza mientras empezaba a llorar.
Cuando Karoma tuvo intenciones de llevarla o ayudarla para que salga de la cocina para que así pueda ir, no pudo hacerlo.
Lauren ya había salido corriendo, mientras aquel dolor insoportable amenazaba con hacerla caer derrumbándose, le quitaba todas las fuerzas posibles, y la hacía cada vez más llorar también .
[•••]
Karoma reaccionó segundos después salió detrás de ella a un paso apresurado también, mientras llevaba una mano a su pecho, donde una sensación de pena quería quebrarla a ella también.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro