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LIV

𝐋𝐨𝐧𝐝𝐫𝐞𝐬, 1880-𝐈𝐧𝐠𝐥𝐚𝐭𝐞𝐫𝐫𝐚, 𝐑𝐞𝐢𝐧𝐨 𝐔𝐧𝐢𝐝𝐨

El resto de la cena. El pobre Rey sólo pensó que su esposa ya se había vuelto loca. Y en un momento solo decidió ignorarla.

Quien tenía también una expresión extremadamente divertida en el rostro era el joven Dylan, que estaba incluso más perdido que el Rey. El príncipe logró disimular y controlar sus ganas de reír. La princesa decidió ignorar la situación, sin ganas de escuchar si es que sus padres se ponían a discutir en frente de todos, pero obligada a estar sentada ahí hasta el final.

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Después de la cena, de recoger los platos, lavar una mayoría y dejar un poco para el día siguiente ya que su rutina había de terminar. Esa noche se dio por concluida, en términos de trabajo.

Frizzy estaba súper emocionada con que Lauren le cuente como le fue, así como cuando tengan la oportunidad, también poder contarle a la princesa. Que seguro también se emocionaría mucho.

Primero, individualmente tuvieron que ir a lavandería, para revisar sus paños secos de la lavada del día anterior. Era algo privado así que era aún más obvio que lo harían por separado. Lavandería tenía un baño, y cada quien en el periodo de tiempo que tuvo para revisar y realizar todos los cuidados de la etapa menstrual, pudo cambiarse de paños con todo aquello. Después habían de lavar los paños que habían usado. Lavar toda la sangre, con cuidado. Precaución y mucha privacidad.

Mientras lavaba Lauren ignoraba una especie de cólico que le había venido justo en ese momento. Para así poder terminar de hacerlo en el tiempo que le habían dado. Porque así como ella y como Frizzy un par de sirvientas más estaban en la misma situación.

Al llegar a su habitación, después de ya haber pasado y realizado todo lo anterior, cada una se aseo un poco se y se cambió con sus largas ropas de dormir, casi iguales a una túnica hasta los tobillos. Como eran las de todas las mujeres. Debido a la etapa del mes, cada una se demoró un poco más de lo usual en el baño, para revisar y confirmar que los paños estaban bien puestos.

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Frizzy se soltó el cabello y se quejó del dolor de cabeza que le estaba provocando estar en el periodo y lo ajustado que tenía que peinarse para que sus ensortijados cabellos no salgan volando.

Lauren sentada en su cama, cepillaba su cabello que también había soltado, pero para poder hacer una especie de coleta, un peinado más holgado y más fácil para dormir. Y porque también todo el fastidio del periodo del mes que también enfrentaba no quería que le duela la cabeza tampoco.

Era cierto, que el encuentro con el príncipe la había distraído de aquello en una gran mayoría, pero aquel malestar menstrual siempre seguía ahí.

Segundos después, Frizzy con confianza y emoción fue a sentarse al lado de Lauren en la cama de la muchacha. Se acomodó casi al centro y encogió sus piernas para sentarse mejor.

Lauren imitó su acción tranquilamente quedando frente a frente.

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-Estoy lista para el chisme. Empieza, y ya sabes, exagera por favor.-dijo.

Lauren terminó de acomodarse sin encorvarse ni un poco. Y tomó un respiro.

-Pues fue-dijo para luego quedarse sin idea de que decir por varios segundos-interesante-entrecerró un poco los ojos.

-¿Buen interesante o mal interesante?-preguntó Frizzy.

-Buen interesante.-confirmó Lauren-Porque pasaron muchas cosas, en esas horas. Vimos a la mascota Real.

-¿Hay una mascota Real?-interrumpió Frizzy sorprendida-¿En serio? Perdón por la interrupción por cierto.

Lauren asintió suavemente.

-¿Qué es?-volvió a decir la morena, con mucha curiosidad.

-Un perro, pastor Inglés, se llama Bruno. Es cachorro aún.

-Vaya, a la hora que me entero que había un perro de mascota en el castillo. Jamás lo había visto, pero supongo que es porque está en el jardín y ahí se queda-dedujo la morena-Pero ya, osea, fueron a ver al cachorro.

-Jugamos con él

-¿Tú jugando?-dijo incrédula y sorprendida al mismo tiempo -De las cosas que no me esperaba esa es una ¿No asustaste al pobre perro o algo?-bromeó empezando a reírse.

-Para tu información- contestó Lauren, haciendo que la morena se ría más-Me fue bien, el cachorro es muy amigable, con todo el mundo.

-Aw-dijo Frizzy con ternura al imaginarse al pastor Ingles-¿hicieron algo más que jugar con Bruno?-preguntó-¿se llamaba así verdad?

Lauren asintió respondiendo a ambas preguntas con eso.

Hizo silencio unos segundos, y decidió contar como podía más detalles de todo lo que había pasado, después de todo, confiaba en Frizzy totalmente. Y lo que había pasado, a pesar de que sea algo entre ella y el príncipe tanto Frizzy como la princesa sabían de aquella situación.

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-¿Recuerdas que la Reina le reclamó al Rey sobre algo sucedido en el jardín?

Frizzy asintió.

-Fue raro, pobre Rey. Estaba confundísimo-suspiró, pero luego pareció darse cuenta de algo poco a poco-Espera, espera-dijo y sacudió su cabeza como si hubiera recordado algo-tú y el príncipe estaban en el jardín por lo de su paseo y por lo que me acabas de decir del cachorrito -empezó a conectar-¿Ustedes saben algo? ¿vieron algo?-preguntó-Lauren-dijo la muchacha empezando a preocuparse. Imaginando tal vez que algo malo pudo haber pasado.

-Tranquila, déjame explicarte-dijo Lauren suavemente.

Frizzy tomó un respiro para poder tranquilizarse.

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Así describiendo estructuradamente, Lauren contó en orden cronológico las cosas que pasaron, desde que Bruno empezó a ladrar de repente. Como el príncipe se acercó por las dudas y que la reina estaba ahí. Que hubo pánico, que en esos momentos no hubo opción en sus mentes, y la decisión y manera que habían optado por tomar para salir de aquella situación.

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-No puede ser. Entonces ¿eran ambos? Se escabulleron y técnicamente vivieron una persecución en la que afortunadamente la Reina no supo que eran ustedes-preguntó interrumpiendo, aunque la respuesta era obvia, se llevó la mano a la frente como pensando algo, y decidió volver a hablar-Pero si lo hubieran pensado mejor, por qué no se quedaron en el campo y disimularon que no estaban jugando, y nada más le decían a la Reina que el príncipe estaba solicitando o especificando servicios, como hizo con Octavia.-preguntó confundida.

-Vamos a llegar a ese punto, un momento-dijo Lauren, recordando con algo de gracia todo lo pasado- resulta, que en el escape, al no vernos la Reina, esta pensó que era su esposo gastándole una broma de muy mal gusto. Por eso es que le empezó a echar la culpa al Rey en la cena, porque no tenía idea de que en realidad el ni siquiera pasó por ahí en esos momentos. Por alguna razón la Reina no veía otra opción, el Rey es al parecer lo único que da vueltas a su mente.

Frizzy se carcajeó con muchas ganas.

-Pobre Rey-se lamentó la morena con gracia-Pero si ustedes tenían una opción más fácil en sus narices. ¿Qué pasó?-preguntaba riendo.

-El susto-justificó Lauren tranquilamente-con como ha estado la Reina, cualquiera solamente hubiera huido. Aunque en este caso, es verdad, tenía otra solución, que no hubiera causado tanto estrés-suspiro-Pero en el momento que ya estábamos en el jardín no había vuelta atrás. Si nos hubiéramos quedado en el campo no pasaba nada, pero al meternos a los caminos, nos metimos en más peligro también. Porque con como se había enojado la Reina creyendo que era el Rey, si nos veía en el jardín sería terrible, pero si nos veía en el campo todo se hubiera salvado de mejor manera.

-Exacto, eso lo entiendo muy bien-replicó Frizzy-a pesar de eso, no pasó nada, osea si se ganaron un estrés sin razón que hasta ansiedad pudo haber causado, pero aquí estás y estás bien. El príncipe también.-dijo tranquila- El Rey tal vez pagó un regalo que nada que ver con él, pero ya sabes, gajes del oficio-bromeó y tomo un respiro, haciendo una relajada pausa después -Pero, sabes en ese escape, te imagino a ti bien asqueada ¿cómo hiciste para soportar que te tomen de la mano por más de un minuto? O fue también por el susto que lo pudiste soportar.

-Algo así, pero cuando llegamos a uno de los pasillos, mi cuerpo se zafó muy impulsivamente.

-¿No se ofendió el príncipe?

Lauren negó. Y explicó que se lo había comentado para que no existan asperezas.

Frizzy asintió más tranquila.

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Los minutos siguientes, el tema de lo cómico que había sido huir cuando no había que huir, permaneció. Con el mismo argumento de que, quedándose en el campo nada hubiera pasado, pero cuando se metieron a los caminos del jardín, con como estaba la reina, si hubiera pasado algo.

Que entendieron las cosas al revés. Que en el campo había peligro y en el jardín no, haciendo que vivan un estrés que no hizo más que salir sobrando cuando pudieron haberse librado sin miedo.

En esos momentos ya daba gracia, y se recordaba solo como una anécdota cómica en el castillo, pero que en su momento había sido terrorífica.

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Frizzy preguntó si es que habían hablado de algo más, si Lauren se había sentido cómoda después de toda esa situación. Y si habían podido reanudar la amenidad de las cosas.

Lauren entonces decidió contarle con tranquilidad varios aspectos de su conversación. Entre ellos, el halago que tuvo el príncipe hacia los ojos de la sirvienta.

Frizzy se emocionó con aquello y se sacudió de la felicidad. Haciendo que el colchón de la cama se mueva un poco.

-Recuerdas que la princesa dijo, que al príncipe le gustaban tus ojos y todo eso. Ahora pues él te lo dijo directamente. Que emoción -decía con alegría

Dio un suspiro.

-Pero bueno no se equivoca, porque sin exagerar, te cubren medio rostro esas cosas.-bromeó de nuevo empezando a carcajearse.

-Que bromista-respondió con sarcasmo Lauren.

Frizzy se rio más. Por varios segundos.

La morena se calmó poco a poco, y miró a Lauren al frente suyo unos segundos. Como si de repente se le hubiera ocurrido algo o como si en esos momentos necesitara decir algo.

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-Oye-volvió a llamar su atención de repente-He notado que te has vuelto y te has puesto mejor. Cuando recién te conocí, no se si era por eso también, parecías algo deprimida por algo, como si cargaras con algo bien horrible, y lo entiendo a cualquiera le pasa. Pero me alegra mucho verte bromeando, aunque tengas cara de enojada todo el tiempo. Te siento más feliz, a pesar que a penas te conozco un mes. -confesó-No sé, eres una persona muy linda, como ya dije una vez, un terroncito de azúcar, solo hay que conocerte para saberlo. Me enseñas con tus cosas raras y fuertes disgustos por tocar y que te toque gente, que se puede transmitir que alguien nos importa sin necesidad de abrazarlo o algo, solo recuerda como no dormiste por estar conmigo mientras vomitaba en el baño. Sé que de tu vida se a penas 6 cosas, que eres de Doncaster, te mudaste a los 11, trabajaste con esas señoras, que tienes gente que te quiere mucho en el pueblo como el bibliotecario, que fue él el que te recomendó, y bueno que perdiste a tus padres.-dijo las últimas palabras un poco más bajo- No quiero preguntarte más tampoco, porque sé que es muy privado y delicado para ti eso último. Pero sea como sea, quien haya sido tu mamá y quien haya sido tu papá, sé que están felices viéndote algo más feliz y menos amargada a ti. Desde donde quiera que estén.-dijo Frizzy, y sus ojos empezaron a aguarse- No sé, ah perdón-dijo limpiándose un par de lágrimas-Me puse súper sensible, lo siento, es el periodo, a veces hace estas cosas. Nada que ver tenía el tema. Perdóname.

-Frizzy-la llamó Lauren suavemente. La morena levantó la cabeza aún limpiando un par de lágrimas-Lo estoy, estoy más feliz. Estoy mejor. Gracias por lo que has dicho, no tengo que perdonar nada, fuera de si esta sensibilidad es por el periodo o no. Yo no pensaba que esto pasaría pero poder conocerte ha sido una de mis mayores suertes, tu amistad significa mucho para mí, a pesar de que nos conocemos hace un mes. Porque compartimos casi todas las horas de nuestras vidas juntas, y estamos en compañía de la otra casi todo el día. Me gusta escucharte, cuando hablas de tus hermanas o tu familia a quienes sin conocer, ya sé todos sus nombres-dijo y Frizzy rio un poco mientras no podía evitar seguir sensible.

Lauren tomó un respiro, y en el momento de botar aire, sintió un picor en la nariz, que indicó que un par de lágrimas empezaron a rodar por sus mejillas. Las disimuló y las limpió perfectamente.

-Ay no llores. Yo soy la llorona aquí, me quitas el papel-bromeó Frizzy, con la voz temblorosa porque aún necesitaba llorar.

-Es el periodo-dijo Lauren serenamente.

Frizzy rio.

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Hubo silencio unos segundos. Ambas volvieron a estar tranquilas. Frizzy empezó a burlarse de sí misma, y del cambio de humor que ambas habían tenido en tan poco tiempo. Pasando de hablar tranquilamente, a sentirse sensibles, luego a burlarse de sí mismas, como si nada.

-Pero ya, antes de que se me de por llorar de nuevo. En serio, gracias por ser mi amiga-volvió a decir Frizzy.

-Gracias a tí.-contestó la muchacha.

Y en aquella oscuridad, acompañada por a penas las luces de las lámparas de noche.

Lauren le sonrió a su amiga. Con a penas una pequeña mueca, posiblemente la sonrisa más pequeña y más suave que podía tener una persona, con a penas una pequeña curvatura en los labios que la delataba. Pero contaba.

Frizzy se emocionó mil veces más con eso que con toda la plática sobre el príncipe el encuentro de su amiga con el mismo.

-Este es el día más icónico de la vida-bromeó Frizzy.

Lauren negó levemente ante el chiste.

No consideraba que sonreír fuera la gran cosa, era solamente una mueca más que tenía la gente, pero haberlo se sintió raro, porque no estaba acostumbrada a hacer esa mueca. Aún así el hecho de que lo sentía fue genuino, logró que aquella casi inelterable expresión de seriedad de toda su vida, pueda alterarse al menos un poco.

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Frizzy volvió a sacudirse de felicidad.

-Un abrazo-dijo Frizzy tiernamente extendiendo los brazos.

-Anda a tu cama.

Frizzy se echó a reír.

-Y ya volviste-bromeó.

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Dentro de todo, desde el inicio de aquel día, que parecía malo, lo fue hasta cierto punto, para luego mejorar de manera exponencial. El viernes, fue un dia bueno, soportable, para todos en general.

Para Lauren terminó siendo más bueno que malo, a pesar de todo. Aquel encuentro, o cita técnicamente que había tenido con el príncipe, había sido excelente. Y ante la promesa de que pronto también quedaba una pendiente, había algo dentro de ella, que la hacía tener un mejor ánimo.

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Desgraciadamente, lo cómico caótico y memorable de un buen viernes. Que parecía darle fin a la maldición de una semana de mala suerte.

Se vería triste y totalmente relegado, por un sábado maldito. Donde todo volvió a ponerse oscuro, y el dolor eliminó todo buen recuerdo del día anterior.

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