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IX

𝐋𝐨𝐧𝐝𝐫𝐞𝐬, 1880 —𝐈𝐧𝐠𝐥𝐚𝐭𝐞𝐫𝐫𝐚, 𝐑𝐞𝐢𝐧𝐨 𝐔𝐧𝐢𝐝𝐨

    Estaba a pocos y escasos metros de la casa, y podría llegar si es que no tendría parado a alguien en frente.

    —Oye, tranquila. Vengo en paz, solo quiero hablar contigo. —Siguió el muchacho. —Permite que te ayude, así podemos hablar mejor —Dijo el joven, queriendo tomar la canasta de Lauren para ayudarla.

    La muchacha alejó la canasta.

    —No, gracias. —Contestó y nuevamente dio un paso al costado, tratando de esquivarlo, siendo nuevamente bloqueada.

    Alex rio

    —Que genio el tuyo ¿Hay algún día en el que no estés renegando? —Intentó bromear. —Eres la mujer más amargada que he conocido en toda mi vida, vamos, sonríe un poco, amor. Te la pasas así todo el tiempo. —Siguió intentando hacerse el gracioso, riéndose de sus palabras. —Ni siquiera te gusta que te toquen. —Dijo el joven, tratando de llevar una de sus manos al rostro de Lauren juguetonamente.

    Eso terminó de irritar a Lauren, que retrocedió su rostro en el instante que vio como el joven tuvo intenciones de tocarla.

    El joven todavía tuvo la osadía de volver a intentar acariciar el rostro de Lauren, todavía riendo un poco.

    —No me toques. —Habló severamente la muchacha al ver las nuevas intenciones del joven.

    La expresión del muchacho al frente suyo pareció cambiar y la mano con la que quería tocar a la muchacha la cerró en un puño para después poner ambas manos detrás de su espalda.

    —¿No se te hace extraño? —Dijo para soltar una risa falsa. —No dejas que casi nadie te toque, ni siquiera al anciano ese tu amigo, Vladimir Gees el Bibliotecario, y creo que apenas soportas por educación los abrazos de esa mugrosa niña a la que le tienes aprecio, o a la vieja esa del puerto. — Habló. —Pero a mí nada, y la verdad no sé por qué me odias tanto. Sé que lo de la otra vez estuvo mal, y te puedo pedir disculpas si quieres, yo no quería ofenderte, y el ojo morado que me dejaste, sí me lo merecía, pero estaba desesperado por tenerte de alguna manera, y no me medí. —Dijo —¿Esas son las disculpas que querías escuchar? —Preguntó esperanzado, como si sus palabras hubiesen funcionado —Sabes que tú me gustas, y a veces cometo cosas en el nombre de ese sentimiento que tengo por ti, podrías darme una oportunidad, la aprovecharía, te lo prometo, podría invitarte a una cita, demostrarte que no solo deseo tu cuerpo, sino que también te quiero —Habló

    —Te agradecería si te mueves por favor. Me estás atrasando. —Contestó Lauren, sin siquiera tomarle importancia a lo que le decía Alex. Tratando de mantener la calma dentro de lo que podía, para no abrirse camino dándole un empujón.

    Alex Douglas empezó a molestarse y poco a poco la expresión confiada abandonó su rostro

    —¿Es por él verdad?—Dijo con una expresión furiosa.

    Lauren se confundió como nunca.

    —¿Perdona? —Preguntó desconcertada.

    —Ahora pretendes que no sabes. —Volvió a dedicar una sonrisa falsa aquel muchacho. —Es por el nieto del panadero, ¿No es así? ese asqueroso pobre de ojos azules, he visto cómo te mira, como te sonríe, como se pone nervioso cuando te ve.

    Aquella declaración había sido la más incoherente que la muchacha alguna vez había escuchado, el nivel de estrés que le estaba provocando seguir escuchando esas tonterías, la estaba haciendo molestarse de sobremanera. El dulce Louis, no tenía nada que ver con nada, la muchacha ni tenía idea de como Alex había llegado a una conclusión tan estúpida, pero no iba desperdiciar su tiempo peleando, ni dándole explicaciones que no merece, ni entendería.

    Por eso, y ya sin poder mantener mucho la calma, empujó al muchacho a un lado, bastante irritada y molesta, sin ganas de seguir escuchando y soportando sus estupideces por más tiempo, abriéndose al fin camino para llegar a su destino.

[•••]

    A penas avanzó unos pasos, cuando el joven, notablemente mucho más molesto volvió a bloquearla.

    —¿Te mueves? —Dijo sumamente irritada, sintiendo su pierna derecha temblar nuevamente.

    —Respóndeme.  —Habló el joven. —Tú también estás detrás de ese imbécil ¿no? Por eso me rechazas. Por eso te quedaste callada cuando te lo dije. —Decía Alex, cada vez más incoherente—pero dime, que te puede dar un simple panadero que no te pueda dar yo ¿Es por la forma en la que te trata? Puedo hacerlo mejor. —Hablaba, perdiéndose en su mundo, en su irracional enojo. Lauren volvió a moverse, con intenciones de volver a abrirse paso, la furia de Alex Douglas lo hizo reaccionar justo antes, dándole una fuerte bofetada a la muchacha, que la hizo caer al suelo. —¡Respóndeme! —Gritó.

    El golpe, dolió como el infierno. Provocó que al caer con la canasta y todo, la misma termine voltéandose, derramando varias de las cosas que tenía dentro por el suelo.

    La gente que presenció el hecho, la gente que pasaba, quedó en total silencio, y la bulla de la calle, desapareció por completo.

    Alex seguía gritando cosas, que por el dolor que sentía Lauren aún en el piso, ni siquiera entendía. Su nariz dolía como nunca, y gotas de sangre salían de la misma, mientras hacia lo mejor por recuperarse y levantarse.

    —¡Levántate y respóndeme, maldita sea! —Llegó a escuchar gritar furiosamente a Alex.

    La sangre de Lauren hervía por el enojo, su cuerpo temblaba de impotencia, una furia que ella no conocía de sí misma invadía su cuerpo. Todo control, todo manejo que pudiera haber estado teniendo hasta el momento desapareció por completo.

    Lo impotente que se estaba sintiendo, el dolor que le había provocado el golpe, el enojo que erizaba hasta el último de sus cabellos, le permitió levantarse del suelo y ponerse de pie y con una fuerza inexplicable le devolvió el favor a Alex Douglas, poniendo su mano en un puño y golpeándolo en el rostro con tanta fuerza que pudo sentir sus nudillos cortarse y sonar de manera poco normal.

    El golpe tomó desprevenido al muchacho, que también cayó al suelo, permaneciendo en este por mucho más tiempo que Lauren cuando él la había golpeado.

[•••]

    La muchacha se limpió con la mano la sangre de la nariz, mientras veía por instantes como el joven Alex seguía en el suelo intentando recuperarse.

    Lo miró retorcerse en el suelo con gran desprecio y fue rápidamente donde estaba su canasta, volteada. La levantó y las cosas que estaban en el suelo, y todavía se podían salvar las recogió.

    La gente de al rededor entonces empezó a reaccionar, de todo lo que acababan de ver, y se dirigieron a la escena dividiéndose en dos grupos marcados. Unos que fueron a ver como estaba Alex, a ayudarlo a levantarse, y otros que fueron por Lauren, ayudándola  recoger todo lo que había derramado la canasta, preguntándole si estaba bien después del golpe.

    Gente de ambos bandos, empezó a pelearse con la otra, a gritos, insultando a Alex, o defendiéndolo.

    El alboroto, hizo que más gente salga a ver lo que estaba pasando. Entre esos, y desde la panadería, el joven Louis, al cual Alex Douglas le tenía celos sin razón coherente alguna. El ojiazul bajó corriendo la calle, y se unió a las personas que ayudaban a recoger las cosas derramadas de la canasta de Lauren.

    Su sombrero de panadero, salió volando, cayendo en la vereda, mientras seguía ayudando a la muchacha.

[•••]

    Mientras tanto, habían logrado hacer que Alex se levante, y se recupere, haciendo ver que su nariz también sangraba. Lo tenían sostenido, inmovilizado, para que no vuelva a tener un ataque violento contra la muchacha. A Alex no le gustó para nada ver al panadero en la escena, ayudando a la muchacha que creía propiedad suya.

    Quizo volver a abalanzarse, a golpear esta vez al pobre joven, que nada le había hecho. Pero lo tenían sostenido, y no podía hacer nada.

    —No puedes hacerme esto Lauren, no puedes. No vas a rechazarme, yo soy Alex Douglas, nadie me rechaza. Vas a ser mía tarde o temprano, nadie más que yo merece estar contigo. Yo puedo darte lo que quieras, vamos dime ¿Quieres dinero? Puedo dártelo. Pero tú, tú me perteneces, desde el momento que te vi y me encantaste.

    Las personas alrededor de Lauren, y la muchacha misma ya habían terminado de poner todo lo que se pudo rescatar en la canasta. Poniéndose de pie en el momento que el joven soltó tremenda insolencia de su boca.

    A pesar de las recomendaciones, de dejar de escuchar las estupideces del muchacho. Aquella ofensa, indignó a todas las personas del lado de Lauren

    El odio en el rostro de Lauren fue notorio. Y se acercó al muchacho.

   —Primero muerta. —Soltó con amargura cerca de su rostro. Para luego escupir en su cara, gesto que era considerado en esos años como de repugnancia y aborrecimiento total.

    La violenta personalidad de Alex Douglas volvió a alterarse con aquello. Queriendo zafarse con más fuerza, queriendo volver a violentar a la chica, que no tenía miedo de volver a defenderse.

    Otra pelea parecía volver a querer aparecer, razón por la cual también sostuvieron a Lauren haciéndola retroceder, manteniéndolos separados de cualquier contacto o roce.

    Ambas partes querían zafarse a toda costa del agarre, por su parte Alex Douglas quería descargar la amargura del rechazo contra ella, y Lauren solo quería que la suelten por la gran aversión que tenía a que gente que no conocía la toque.

    Alex seguía insultándola mostrando al mismo tiempo su enferma obsesión con ella, ofendiéndola para luego decir que todo lo hacía porque la deseaba, la quería. Celándola sin sentido y humillándola, todo en nombre de su retorcido amor.

    La gente que sostenía a Lauren sabía que la muchacha estaba sumamente incómoda de que la estén sosteniendo y que odiaba profundamente que la toquen personas que no conocía bien, pero de otra no había, no podían permitir que vaya a golpearlo nuevamente, por más de las las barbaridades que salían de la boca del hijo del profesor se lo tengan bien merecido.

[•••]

    Después de varios intentos, la gente que agarraba a Alex, empezó a llevárselo, alejarlo del lugar. Arrastrándolo técnicamente por la terquedad en querer seguir ahí.

    —¡Disfrútalo Harris! Es la segunda vez que algo entre nosotros termina mal, la segunda vez que me golpeas en el rostro. —Decía Alex, ya fuera de sí, para luego mirar hacia arriba, y empezar a reírse histéricamente, mientras lo jalaban para llevárselo. —¡Disfruta tu victoria mientras la tengas! No te va a durar mucho. Recuerda quién eres, tu posición en este pueblo, y sabrás lo que se viene para tí. Vas a arrepentirte de haberme rechazado, de haberme cambiado por un sucio panadero, manchado de huevo y levadura.

    Alex Douglas siguió gritando cosas que ya no se llegaban a escuchar a medida que se lo llevaban a la fuerza, y lo alejaban completamente de la zona.

[•••]

    Cuando se fue, soltaron a Lauren, pidiéndole disculpas por la incomodidad que le habían causado al hacerlo, rodeándola y hablándole para que pueda tranquilizarse.

    Lauren seguía alterada por lo que acababa de pasar y miró hacia arriba, al mismo lugar donde había mirado Alex antes de reírse histéricamente.

    Era el balcón de las Dhollen, y las tres estaban ahí asomadas, con sus pijamas, con sus ruleros. Todo aquel incidente había ocurrido a penas metros de la casa, y el alboroto las había despertado.

    Las hermanas lo habían visto todo.

[•••]

    En ese momento, se arrepintió de absolutamente todo lo que había pasado y cayó en cuenta de las terribles consecuencias de sus acciones. Que no fue capaz de razonar por la ofuscación del momento.

    Las Dhollen la iban a castigar como si fuera lo único para lo que estuvieran vivas. Desde el balcón la severa e iracunda mirada de Ivonne Dhollen, resaltaba más que nunca.

    La gente a su alrededor, también se dio cuenta de aquello, pasando su mirada del balcón a ella repetidas veces. Lauren se llevó una mano a la frente, temblando, preocupada, arrepentida.

[•••]

    —Tranquila, no fue tu culpa, todos vimos lo enfermo que está Alex. Tú te defendiste de ese tirano. Tienen que entenderte, no te harán nada. —Louis le dijo, intentando tranquilizarla.

    Lauren negó ante la imposibilidad del hecho, y su arrepentimiento y sentimiento de culpa se acrecentó terriblemente. Cayó en cuenta de lo que había hecho, se había dejado llevar por un impulso. No importaba si se había defendido, a las Dhollen no les interesaba nada de eso. Se arrepintió totalmente de lo que hizo, no de haber sido capaz de haber controlado su carácter lo suficiente, de que por qué simplemente no podía haberlo ignorado como se lo había dicho a si misma al principio, por qué dejaba que le afecte tanto, pudiendo haber pasado de largo, sin haberlo golpeado.

    Todo iba de mal en peor, seguía con la mano en la frente temblando, sumamente preocupada. Los nudillos de la mano los tenía demasiado heridos. Su nariz había parado de sangrar, pero se notaba la herida que tenía.

    —¡Lauren! —Se escuchó la severa voz de Ivonne Dhollen desde el balcón.—¡Entra en este momento! —Dijo golpeando el barandal de madera del mismo.

    Las personas al rededor miraron asustados al balcón, y salieron corriendo. Temiendo que las Dhollen hagan algo contra ellos.

    Quien se quedó fue Louis solamente.

    —Todo va a estar bien. —Volvió a decirle haciendo lo mejor por brindarle una sonrisa. —No fue tu culpa. —Dijo, queriendo poner su mano en el hombro de la muchacha como apoyo.

    —No me toques por favor. —Pidió en voz baja, alejándose.

    El joven levantó las manos en señal de paz.

    —Esta bien, está bien. Lo había olvidado. No te estoy tocando, discúlpame. —Dijo suavemente.

    —¡Lauren! —Volvió a escucharse desde el balcón, con las mujeres cada vez más molestas. No pudo hacer más que dirigirse a la puerta.

    —¡Louis! —Se escuchó la voz de su abuelo desde la puerta de la panadería. Que lo llamaba. —¡Ven de una vez, necesitamos atender a la gente!

    El muchacho dudó en irse, a pesar de todas sus palabras tranquilizadoras, podía presentir algo muy malo. Vio a la muchacha ya a punto de entrar a la casa, y como del balcón dos de las hermanas volvían a entrar para bajar las escaleras y recibir a Lauren quien sabe cómo.

    Las manos de Lauren temblaban, tanto la que tomaba la perilla de la puerta como la que sostenía la canasta. Pero Louis tuvo que irse, recogiendo su sombrero de panadero de la vereda, y mirando hacia atrás cada dos pasos.

   Lauren seguía bastante afectada por todo lo que acababa de pasar. Por como todo su día había terminado de la peor manera posible. Como la obsesión de Alex Douglas lo había llevado a tal punto de ver cosas dónde no las había, como la había tratado, como la había ofendido, humillado y como ella había reaccionado.

    Qué les importaba a las Dhollen lo que en realidad había pasado, quien tenía la culpa era Lauren, nadie más. Todo siempre recaería en la muchacha.

    Una pobre sirvienta, que golpeó por defenderse a alguien de mayor clase, todavía teniendo la osadía de escupirle en la cara, siendo solo una mujer. Un acto de gran reproche, digno de un castigo que no olvidaría en su vida.

    Lauren había cometido un error, se dio cuenta cuándo todo había pasado, un tremendo error, del cual ya se arrepentía con cada pedazo de su alma.

    Su opinión era irrelevante, incluso si tenía razón.

    En aquella casa, las Dhollen mandaban.

    El peor de sus castigos, la esperaba.

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