━━ 𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝟎𝟏
━━ 𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝟎𝟏 ━━
╰┈➤ ❝ [ᴜɴ ᴀᴜᴛᴏʙᴜꜱ ɪɴꜰᴇʀɴᴀʟ] ❞
↶*ೃ✧˚. ❃ ↷ ˊ-
— Joder. — Christine abrió los ojos de golpe cuando sintió un pulso eléctrico recorrer todo su cuerpo. El pecho le ardía como nunca y sentía la garganta completamente seca. ¿Qué estaba...? No, espera. ¿Quién era ella? Gimió un poco, la cabeza le zumbaba.
❝NO LO OLVIDES,
CUMPLE CON TU MISIÓN
O LO LAMENTARÁS❞
¿De dónde provino aquella voz? ¿Cuál misión? Respiró hondo y pensó con fuerza. ¿Por qué no podía recordar nada? Un toque le hizo girar la vista, y un chico de tés morena le sonríe. Ella claramente no sabía quién era esa persona, estaba tan confundida y asustada que todo su cuerpo se estremecía.
— ¿Esa margarita te pegó fuerte, princesa? — Christine parpadeó, no entendía qué estaba pasando. Miró a su alrededor y parecía que estaba en un autobús escolar con más adolescentes de su edad. ¿Ese chico, a su lado, le conocía? — ¿Te duele mucho la cabeza?
— ¿Quién eres? — El chico se ríe golpeando su hombro con alegría, miró al asiento de atrás y miró a una pareja de chicos. Una hermosa chica de ojos profundos y un rubio, muy atractivo con aspecto de modelo.
— ¿Escucharon eso, chicos? Christine pregunta que quién soy — ¿Ella se llamaba Christine? Sí, algo le decía que sí. La castaña se ríe y aprieta suavemente la mano de su acompañante. — ¿Ambos tomaron mucho ayer? Te ves mal, hermano.
— ¿Te sientes bien, Jason? — dice la chica tomando la mano del rubio, que parecía tan confundido como ella. Christine presentía que algo muy malo estaba sucediendo si los dos estaban sufriendo de amnesia.
— Yo, no...
Una voz al frente del autobús resonó con tal fuerza que los cuatro no pudieron continuar su conversación. De pronto, Christine sintió un vértigo terrible, como si estuviera a punto de desmayarse.
— ¡Está bien, chicos! —dijo un hombre con gorra de béisbol sentado en el frente. — ¡Escuchen todos!
— ¡Levántese, entrenador!
El profesor de voz estridente parecía un entrenador en verdad, con una gorra de béisbol clava en su cabeza, una sudadera que ocultaba una camiseta naranja en el fondo, un pantalón de chándal y unos zapatos Nike.
— ¡Escuche eso! — dijo rápidamente de pie, mirando a todos los alumnos en busca del ofensor. En ese momento sus ojos se posaron sobre Jason como si estuviera pensando en preguntarle qué demonios estaba haciendo en el autobús. Después, cuando su mirada se dirigió sobre Christine, esta sintió náuseas repentinas, ella tampoco sabría responder qué era lo que hacía en ese lugar. Pero lejos de preguntarles algo, el entrenador desvió la mirada y carraspeó fuerte. — ¡Llegaremos dentro de cinco minutos! Deben quedarse con su compañero. No pierdan su hoja de ejercicios y si alguno de ustedes causa un problema en esta excursión, los mandaré personalmente de vuelta al campus.
Tomo un bate de béisbol a su lado y fingió batear una pelota. Jason miró a Pipper con cierto temor en los ojos.
— ¿Él puede hablarnos así?
— Siempre lo hace. Estamos en la escuela del monte "donde los alumnos son animales" — dijo encogiéndose de hombros, como si estuviera contando un chiste recurrente, pero este no daba risa. Christine y Jason sabían que algo malo sucedía, pero nadie parecía darse cuenta, excepto ellos dos.
— Ha habido un error — dijo Jason —. Yo no debería estar aquí.
Leo se giró en su asiento y se echó a reír por lo alto. Christine se sobó la cabeza, en serio necesitaba una aspirina. Muy dentro de su mente tenia un caos terrible
— Sí, claro, Jason. ¡A todos nos han engañado! Yo no me escapé seis veces y Pipper no robó un BMW.
— ¡Yo no robé ese auto, Leo! — Pipper se ruborizó, claramente avergonzada.
— Ah, se me olvidaba. ¿Cuál era tu versión? ¿Qué convenciste al dueño para que te lo prestara? — Miró a Jason y Christine como preguntando: ¿Ustedes le creen? Tal vez si la rubia pudiera recordar algo, al menos entendería que estaba pasando pero cada segundo que pasaba sentía mas miedo.
— En fin, espero que tengan alguno de ustedes la hoja de ejercicios — dice mirando a Jason y Christine con complicidad — porque utilice la mía para disparar bolitas hace días ¿Por que me miras así, colega? ¿Me han vuelto a pintar la cara?
— Yo no te conozco. — contesto Jason.
— Claro, no soy tu mejor amigo. Soy su clon malvado. — Leo le dedica una sonrisa de cocodrilo. — Tu y Christine parecen haber tomado del mismo vaso de margarita contaminada.
— Yo no... no se quien... — Una voz interrumpe a Christine que finalmente intentaba convencerlos de la realidad.
— ¡Leo Valdez! — grito el entrenador desde la otra punta — ¿Algún problema ahí detrás?
— ¡Lo siento entrenador! No le oigo bien ¿Puede utilizar el megáfono, por favor? — dijo Leo guiñando un ojo ¿Ese chico no captaba las frases directas? La rubia miro a Jason y Pipper aun mas desconcertada. Nadie parecía comprender la situación que esta ocurriendo.
El entrenador Hedge gruño como si estuviera contento de poder utilizar su megáfono, se lo quito del cinturón y siguió dando instrucciones por lo alto, excepto que su voz sonaba como la de Darth Vader. El autobús entero estallo en risas, mientras el entrenador volvía a intentarlo se escucho un rugido.
— ¡La vaca hace mu!
El entrenador miro directamente a Leo que se reía con el resto del grupo ¿El había hecho eso? Por alguna razón, no le sonaba descabellado y no sabia el porque, claro que el entrenador supo quien había sido el culpable.
— ¡Valdez!
— Madre mía, Leo ¿Cómo hiciste eso? — dice Pipper conteniendo la risa.
— Soy un chico muy especial.
— Hablo enserio, chicos — rogó Jason — ¿Qué hago aquí? ¿A donde vamos?
— ¿Estas bromeando, Jason? — Pipper frunce el ceño.
— ¿Bromeando? No, ustedes no comprenden...
— Esta de broma — dice Leo — Esta intentando vengarse de mi por ponerle crema de afeitar a la gelatina. Espera, creo que Christine y Jason se pusieron de acuerdo para gastarnos una broma ¿Verdad?
— No, parece que están diciendo la verdad — Pipper intenta sujetar la mano de Jason pero este se aparta rápidamente. La chica parece herida y mira al par de chicos sin memoria con cierto temor. Chris hizo una mueca, no quería hacerle daño a nadie pero en verdad no recordaba nada, ni ella ni Jason por alguna razón.
— Lo siento, yo no... puedo — responde Jason confundido.
— ¡Se acabo! — grita el entrenador desde la parte delantera del autobús — La fila de atrás acaba de ofrecerse para limpiar después de comer.
— Genial. — Leo lanza un bufido.
— ¿Jason te has golpeado la cabeza? Quiero decir ¿Ambos se golpearon la cabeza o algo por el estilo? ¿Enserio no recuerdan quienes somos? — Christine niega mientras soba un poco su cabeza, Jason se encoge de hombros completamente impotente antes de responder.
— Peor aun, no se quien soy.
El autobús los dejó delante de un gran complejo de estuco rojo que parecía un museo situado en mitad de la nada. Christine se encogió en su lugar debido al frio, de pronto se dio cuenta de la vestimenta que llevaba puesta no era suficiente ni la de Jason; la rubia llevaba puesto un vestido de apariencia antigua como una especie de traje militar color azul con unas botas café. Jason por su parte vestía solo unos vaqueros y unas zapatillas de deporte, una camiseta de manga corta morada y un fino impermeable negro ¿Por que vestían de esa forma? ¿Tenia un significado? Demonios, solo deseaba recordar algo.
—Curso acelerado para el par de amnésicos. Vamos a la « Escuela del Monte» Lo que significa que somos « chicos malos» . — dijo Leo con un tono servicial que no ayudaba a recordar en nada—. Su familia, o el tribunal, o quien fuera decidió que eran demasiado conflictivos, así que les mandaron a esta bonita cárcel (perdón, « internado» ) en Armpit, Nevada, donde se aprenden valiosas técnicas en plena naturaleza, como correr treinta kilómetros al día entre cactus y tejer margaritas en gorros. Y como actividad especial, vamos de excursión con el entrenador Hedge, que mantiene el orden con un bate de béisbol. ¿Se acuerdan ya?
— No — Respondieron al unisonó. Jason se sonrojo al instante en que sus ojos se posaron sobre Christine y desvió la mirada con vergüenza. La rubia miro el lugar intentando buscar alguna pista en su memoria, pero no pudo comprender ni quien era ni lo que hacia en un lugar como ese.
—Van a seguir en este plan, ¿verdad? Muy bien, los cuatro empezamos juntos este semestre. Formamos una pandilla. Jason tu haces todo lo que te digo. Chris tu me das tu postre y me haces los deberes...
—¡Leo! —soltó Piper.
— Vale, no hagas caso de la última parte, pero somos amigos. Bueno, Piper es algo más que la amiga de Jason desde hace unas semanas... — Christine frunció el ceño, no parecían ni por un poco una pareja real aunque por supuesto los dos eran muy guapos.
— ¡Para, Leo! — Piper se puso colorada, mientras que Jason parecía no acordarse de tener novia.
— Seguro que Christine tampoco recuerda darle aquella paliza a los chicos mayores el primer día — ¿Ella había peleado con alguien? La cabeza le zumbaba pero estaba segura de no recordar tal cosa — Y el robo de postres en la cocina hace unas noches.
— Sufren amnesia o algo parecido —dijo Piper al ver a su amiga negar con la cabeza —. Tenemos que decírselo a alguien.
— ¿A quién, al entrenador Hedge? Intentaría ayudar a Jason y Chris a batazos.
El entrenador estaba en la parte delantera del grupo, gritando órdenes y tocando el silbato para mantener a los chicos en fila, pero de vez en cuando miraba hacia atrás, directo hacia Chris y Jason, y fruncía el entrecejo. Ese hombre ¿Sabia algo?
— Jason y Chris necesitan ayuda, Leo —insistió Piper—. Tienen una conmoción cerebral o...
— Eh, Piper.
Uno de los otros chicos se quedó atrás para unirse a ellos mientras el grupo se dirigía al museo. El nuevo se metió entre Jason y Piper y tiró al suelo a Leo y Christine de un codazo. La rubia soltó un gemido lleno de molestia y fulmino al tarado que tenia frente a ella.
— No hables con estos idiotas. Eres mi compañera, ¿lo recuerdas?
El nuevo llevaba el pelo moreno cortado al estilo de Superman, estaba muy bronceado y tenía los dientes demasiado blancos, vestía una camiseta de los Dallas Cowboys, vaqueros y botas, y sonreía como si se considerase un regalo de Dios para las delincuentes juveniles. Un completo imbécil, pensó Christine una vez de pie con ayuda de Leo.
—Lárgate, Dylan —gruñó Piper—. Yo no pedí trabajar contigo.
— Oh, esas no son formas. ¡Hoy es tu día de suerte! Dylan entrelazó el brazo con el de ella y la metió a rastras por la entrada del museo. Piper lanzó una última mirada por encima del hombro como si estuviera pidiendo socorro.
— Odio a ese tipo — ofreció a Chris y Jason el brazo, como si fueran a entrar los tres juntos dando brincos —. Soy Dylan. ¡Soy super genial, quiero salir conmigo mismo, pero no sé cómo! ¿Quieres salir tú conmigo? ¡Tienes mucha suerte!
—Leo — dijo Jason —, eres muy raro.
— Sí, me lo dicen mucho — Leo sonrió —. Pero como no se acuerdan de mí, puedo volver a contarles mis viejos chistes. ¡Vamos!
Los tres entraron en el museo intentando seguir al grupo que dirigía el entrenador Hedge, recorrieron el museo sin mayor interés. No recordaban ni una pizca de su vida, tenia un dolor inmenso en la cabeza y la sensación constante de estar en peligro.
— Oye, tu ¿Tampoco recuerdas nada, cierto? — Jason parecía incomodo pero cuando Christine asintió su cuerpo se estremeció — ¿No crees que algo malo esta sucediendo?
— ¿Te diste cuenta después de no recordar nada? — El chico se ruboriza — Lo se, algo me sabe muy mal de todo esto. Espero que podamos averiguar algo pronto.
— Eh, Piper, ¿este museo es de tu tribu? ¿Te dejan entrar gratis si haces la danza de la lluvia? — En ese momento unas chicas decidieron que molestar a Pipper era buena idea, hablaron tan fuerte que llamaron la atención de casi todo el grupo en el museo. Incluso el supuesto compañero de Piper soltó una risita en su lugar.
— Mi padre es cherokee — dijo —. No hualapai. Claro que a ti te hacen falta unas cuantas neuronas para distinguirlos, Isabel.
—¡Oh, perdona! ¿Era tu madre de la tribu? Ah, eso es. No conociste a tu madre.
Piper arremetió contra ella, pero, antes de que empezaran a pelearse, el entrenador Hedge escupió:
— ¡Ya está bien ahí atrás! ¡Dad buen ejemplo o sacaré el bate!
El grupo se dirigió arrastrando los pies al siguiente objeto expuesto, pero las chicas siguieron haciendo comentarios a Piper. Chris quería darles un puñetazo, esa clase de personas siempre necesitaban una lección pero ¿Eso no molestaría a Pipper?
— Oye, ¿te alegras de volver a la reserva? —preguntó una con voz dulce.
— Seguramente su padre está demasiado borracho para trabajar — dijo otra con falsa compasión—. Por eso ella se hizo cleptómana.
— Tranqui los dos. A Piper no le gusta que nos peleemos por ella. Además, si esas chicas se enteraran de quién es su padre, todas se inclinarían ante ella gritando: « ¡No somos dignas!» .
—¿Por qué? ¿Qué pasa con su padre? — Pregunto Jason. Leo se río con incredulidad.
—¿No bromeas? ¿De verdad no te acuerdas de que el padre de tu novia...? — ¿Enserio estaba preguntando eso? Leo pareció por un segundo creer en la perdida de memoria de Jason y Christine.
— Oye, ojalá me acordara, pero ni siquiera me acuerdo de ella..., menos aún de su padre.
— En fin. Ya hablaremos cuando volvamos a la residencia. — dijo soltando un silbido. Los tres siguieron el camino hacia unas puertas dobles, que daban lugar a una terraza.
— Está bien, chicos — anunció el entrenador Hedge —. Van a ver el Gran Cañón. Procuren no romperlo. La plataforma puede soportar el peso de setenta aviones, así que unos pesos pluma como ustedes no deberían correr ningún peligro. Si es posible, procuren no empujarse por encima del borde, porque eso me acarrearía papeleo extra.
El entrenador abrió las puertas y todos salieron. El Gran Cañón se extendía ante ellos, vivo y en persona. Por encima del borde se alargaba una plataforma con forma de herradura hecha de cristal, de manera que se podía ver a través de ella.
— Wow —dijo Leo—.Es genial.
Christine asintió, podía no recordar nada pero el lugar sin duda era realmente impresionante. El cañón era más grande y más ancho de lo que se apreciaba en una fotografía. Estaban a tanta altura que los pájaros daban vueltas por debajo de sus pies. Un kilómetro y medio más abajo, un río serpenteaba por el suelo del cañón.
Mientras habían estado dentro, unos grupos de nubarrones se habían movido en lo alto, proyectando sombras como caras furiosas sobre los riscos. En cualquier dirección hasta donde alcanzaba la vista, el desierto se hallaba atravesado por barrancos rojos y grises, como si un dios loco lo hubiera cortado con un cuchillo. Christine y Jason soltaron un gemido lleno de dolor, la cabeza volvió a zumbarle con tanta fuerza que la rubia soltó una maldición ¿Espera de donde vino aquella idea? ¿Había dicho dios loco?
— ¿Están bien? No irán a vomitar por el borde, ¿verdad? —preguntó Leo—. Porque no he traído la cámara.
Chris hizo el esfuerzo de recomponerse deprisa, observo a Jason que se agarró a la barandilla. Estaba temblando y sudoroso, como si ambos sufrieran de la misma clase de dolor de cabeza.
—Estoy bien — logró decir Jason—. Solo me duele la cabeza.
Un trueno retumbó en lo alto. Y una corriente fría estuvo a punto de arrojarlo de lado. La rubia sintió un escalofrió, como si algo muy dentro de ella le advirtiera que aquella tormenta venia con malas noticias. Se sobo las cienes de la cabeza e intento dejar el dolor atrás para intentar concentrarse.
—Esto no puede ser seguro — Leo miró las nubes entornando los ojos —. Tenemos la tormenta justo encima, pero a los lados está despejado. Qué raro, ¿verdad?
Jason alzó la vista y asintió dándole la razón a Leo. Un oscuro círculo de nubes se había colocado encima de la plataforma, pero el resto del cielo estaba completamente despejado en todas direcciones. Christine miró a los ojos a Jason y ambos tenían el mismo mal presentimiento. Respiro hondo y pensó en lo que ya sabia, estaba segura de llamarse Christine y debía tener unos ¿16 años? si, además de eso vestía con ropa antigua y llevaba un anillo con un símbolo extraño. No recordaba nada mas y le dolía infinitamente la cabeza, además una voz extraña susurraba en su mente sobre una misión a realizar.
—¡Escuchen todos! —gritó el entrenador Hedge. Miró la tormenta con los ojos entrecerrados, como si a él también le preocupara—. ¡Puede que tengamos que interrumpir la visita, así que a trabajar! ¡Recuerden, frases enteras!
La tormenta retumbó, y a Jason empezó a dolerle otra vez la cabeza porque soltó un gemido de dolor por lo bajo. No es que Christine fuera capaz de asustarse fácilmente pero sin querer termino tomando la mano de Jason, haciendo que ambos se ruborizaran por completo. Sin embargo, el rubio no soltó su mano y termino rebuscando en su bolsillo contrario. Soltó un suspiro y encontró una moneda de oro muy extraña. En la inscripción ponía algo así como IVLIVS y Chris sacudió la cabeza ¿Esas siglas significaban algo? Su mente se quedaba en blanco.
— ¡Genial!, ¿es de oro? —preguntó Leo—. ¡Me lo has estado escondiendo!
—No es nada —dijo—. Solo una moneda.
—Venga —dijo—. A que no se atreven a escupir por el borde.
Pese a todas las dudas, Jason, Leo y Christine tuvieron que terminar la hoja de notas que el entrenador estaba solicitando, aunque por supuesto no se esforzaron demasiado en ello. Los dos no recordaban nada y cada momento que pasaba les ponía los pelos de punta con la tormenta sobre sus cabezas. La rubia notó que, además de la ropa de aspecto extraño, llevaba un anillo con un símbolo que se le hacía conocido y un dije en forma de pentagrama. Todo le sonaba, pero cuando deseaba pensar profundamente en ello, su mente se negaba a cooperar y recordar algo que le ayudara.
Su cuerpo le daba ciertos recorridos de electricidad, como anunciando un peligro inminente, y odiaba por completo sentirse tan vulnerable. Por supuesto, Leo no era de mucha ayuda, ya que en vez de realizar la hoja de ejercicios, se encontraba ocupado construyendo un helicóptero de papel con trozos de alambre forrado.
— Miren.— lanzó el helicóptero. Jason y Chris se imaginaron que caería en picado, pero las aspas de alambre giraban de verdad. El pequeño helicóptero llegó hasta la mitad del cañón antes de perder impulso y caer al vacío trazando una espiral.
— ¿Cómo lo has hecho? —preguntó Chris. Leo se encogió de hombros.
— Habría sido más genial si hubiera tenido gomas.
— ¿De verdad somos amigos? ¿Los cuatro? — preguntó Jason.
— La última vez que lo comprobé, sí.
— ¿Estás seguro? ¿Qué día nos conocimos? ¿De qué hablamos?
—Fue... —Leo frunció el entrecejo—. No me acuerdo exactamente. Tengo déficit de atención. No esperarás que me acuerde de los detalles.
—Pero yo no te recuerdo en absoluto, Chris tampoco. No me acuerdo de nadie de los que están aquí. ¿Y si...? — Jason pareció desolado de pronto.
—¿Ustedes tienen razón y el resto estamos equivocados? —preguntó Leo—. ¿Creen que han aparecido esta misma mañana y que todos tenemos recuerdos falsos de ustedes?
"Sí" quiso responder Christine, pero de nuevo tuvo un dolor de cabeza repentino y la presencia de aquella voz en su cabeza: "No olvides tu misión, mátalos!" ¿Ella debía matar a alguien? Joder, se dijo a sí misma antes de mirar a los chicos.
— Espérenme aquí. — dijo Jason antes de correr tras el entrenador Hedge que había entrado a una habitación contigua de la plataforma. Ambos quisieron protestar, pero, el chico se había ido rápidamente. Miró a todos lados y la sola sonrisa del acompañante de Pipper, le hizo estremecerse por completo. En el cielo restalló un relámpago. Se levantó un fuerte viento. Las hojas de ejercicios se fueron volando al Gran Cañón, y el puente entero tembló. Los chicos gritaban, daban traspiés y se agarraban a las barandillas. Algo muy malo estaba por suceder.
CONTINUARA....
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro