24
📍 Barcelona, España.
Camila sale del salón, su última clase del día ha finalizado, por lo tanto, es libre por el resto del día, y, a diferencia de días anteriores, no tiene planes para el resto del día, lo que significa que podrá descansar.
Los días transcurren en su vida cotidiana, pese a todo lo sucedido, Camila sigue manteniéndose ocupada por la universidad y los trámites con el abogado para vender la casa de sus padres. Una parte positiva de todo esto es que Camila está tratando de seguir adelante con su vida y eso en parte se lo debe a sus amigos, en especial a Mar, Valentina y Ronald, quienes han sido su soporte estas semanas, sin embargo, también está Èric, todo parece indicar que su relación va mejorando poco a poco. El español siempre trata de sacarle una sonrisa sin importar que, y eso, Camila lo agradece mucho.
Al subir a su automóvil saca su teléfono del bolso y revisa los mensajes que tiene sin contestar, algunos los responde y otros no, puesto que no los considera importantes.
—... No te preocupes, Ronald. Salúdame a Mar y a Adrián, diles que mañana iré a verlos. — manda una nota de voz a su amigo.
Camila se queda revisando su teléfono por unos minutos más hasta que recibe una llamada de Valentina, la cual responde de inmediato.
— Val.
— ¡Cami! ¿Cómo estás?, ¿ya saliste de clases?
— Hola, sí, justo estoy en mi auto, iré a casa a dormir por el resto de la tarde.
— Bueno, querida, cambio de planes. Ven a mi casa, tengo algo muy importante que decirte.
— ¿Qué cosa?
— Ven y lo descubrirás.
— Está bien, nos vemos en un rato. — suspiró.
Al colgar, es inevitable que Camila no mire su fondo de pantalla, el cual es una foto de ella con sus padres y eso provoca un leve dolor en su pecho.
— Tienes que ser fuerte, Cami, tienes que serlo. — cierra los ojos y trata de controlar su respiración.
Más tarde Camila enciende el auto y conduce a la casa de Valentina, pasa por las calles más importantes de la ciudad de Barcelona, las cuales, como es de esperarse, están llenas de autos que pasan cada segundo. En cuanto la joven española llega, aparca el auto a las afueras de la lujosa casa, saca su mochila, cierra con seguro el auto y camina hasta la puerta dispuesta a tocar el timbre.
— Hola, Cami. Pasa.
— Nico, como que ya es costumbre verte aquí. — bromeó. — ¿Cómo estás?
— Súper, ¿Y tú? ¿Todo ha marchado bien?
— Sí, tienen razón que la vida sigue, aunque eso duela un poco.
— Eso es parte de la vida, pero saldrás adelante, vamos. Val está en la cocina.
— ¿Sabes qué es lo que quería enseñarme?
— Es mejor que lo veas por ti misma. — ríe y Camila lo observa confundido.
Ambos jóvenes entran a la casa y caminan hasta la enorme cocina.
— Val...
— Cami, al fin llegas.
— Sabes como es Valentina. — bromeó Nico.
— Me inscribí a un curso de repostería, necesito que pruebes esto y me digas que te parece. — menciona con una sonrisa.
— ¿Por qué no le dijiste a Nico?
— Nico es demasiado bueno conmigo para decirme que cocino horrible, en estos casos, necesito a una persona sincera y esa eres tú. — sonríe.
— Ya te dije que cocinas bien. — Nico abraza a su chica depositando un beso en su mejilla. — Todo está delicioso, Cami, pruébalo. — anima el jugador del Barcelona.
Camila decide probar primero los pastelitos que están frente a ella, y vaya que Nico tiene razón, el sabor es delicioso.
— Val, esto está muy bueno.
— Te lo dije. — dice Nico recordándole sus palabras.
— Prueba los otros dos postres. — anima.
Y así lo hizo, Camila probó cada postre, incluso comió más de un bocado, ella habla en serio cuando dice que están buenos.
— Todo está muy rico. — reitera nuevamente. — ¿Puedo llevarme unos para mi casa?
— Por supuesto. — ríen. — Mamá estaría orgullosa.
— ¿De qué estaría orgullosa, cariño? — la madre Karol entra a la casa con un par de bolsas, por supuesto, sorprendiendo a todos.
— Mamá, ¿qué haces aquí?
— Tu hermano me invitó a comer, ¿qué es este desastre de la cocina?
— ¿Mi hermano? — cuestiona.
— Sí, y Fernanda también.
— ¡Hola, familia! — la menor de los García entra a la cocina con una amplia sonrisa.
Valentina, rápidamente, abraza a su hermana menor, algo que causa ternura en todos, sin embargo, el ambiente cambia en cuanto Èric y Ana entran a la cocina.
— ¿Por qué no me dijiste que vendrías?
— Era una sorpresa, le dije a Èric que no le dijera a nadie.
— Aparte se fueron a comer sin mí. — Valentina se indigna.
— No seas dramática, Valen. Te gustó la sorpresa, ¿no?
— Obvio que sí. Por fin vienes a visitarnos. — mira su hermana.
— Tengo días libres en la universidad. Camila, en verdad lo siento mucho. — Fernanda se dirige a ella y la abraza. — Lamento no poder venir cuando sucedió todo.
— No te preocupes, Fer, sé que fue por la universidad.
— Pero ya estoy aquí, para ayudarte a salir adelante. Tengo muchos planes que hacer contigo.
— Sabes que acepto todo. — ríen.
Fernanda, por último, saluda a su cuñado, posteriormente Valentina habla con su madre contándole lo de sus clases de repostería, tal cual, haciéndole probar sus postres recién hechos.
— Ya tenemos quien cocine. — bromeó Èric.
— Sí, ajá, ya quisieras. — responde.
— Por cierto, Fer ya lo sabe, pero Ana se quedará un tiempo aquí en casa.
— ¿Qué?
— Valentina. — su madre la regaña con la simple mirada. — Ana es novia de Èric, y esta es su casa.
— Bueno, ya no diré nada más entonces.
Por supuesto, estas palabras no le cayeron bien a Camila, pues trata de procesar todo.
— Solo será un tiempo, esto no estaría pasando si alguien no vendiera la casa de mis tíos. — Ana observa con rencor a Camila provocando que ella baje la mirada.
— Val, lo mejor es que me vaya. — dice rápidamente algo incómoda.
— ¿Qué?, no, no tienes porqué irte.
— No quiero ocasionar una pelea, además este es un momento familiar, lo mejor es que me vaya.
— No, aparte, eres parte de la familia, así que te quedas. — reitera.
— Está bien.
Camila no dice nada más, se queda en un rincón ayudando a Karol a recoger el desastre de la cocina mientras escuchan la plática de Fer. Por otro lado, Èric ayuda a su novia a subir sus maletas a la que será su habitación por un tiempo.
Por supuesto que es incómodo para ella escuchar las risas y verlos como una pareja, ya que ella siempre se imaginó vivir eso con su mejor amigo, pero ahora tiene que verlo ser feliz con otra chica que no es ella. Con esto, Camila se pregunta, ¿qué hubiera sucedido si ella ocupara el lugar de Ana?
Miles de ilusiones aparecen en su mente, haciendo que ella se enamore cada vez más de su mejor amigo, Èric García. Y es que siempre lo imaginó siendo el novio más cariñoso y romántico que puede existir, miles de suposiciones que al final, por más dolor que le cause, no podrá experimentarlos.
Èric García se convirtió en su casi algo y un casi algo duele y mucho, porque al final no hay peor desgracia que extrañar lo que nunca pasó.
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