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05




Barcelona, España

Enero 2022

17:45 horas.

Un par de días han pasado, y con ello tanto Camila como Èric han seguido con sus vidas, para este punto las cosas entre ambos amigos han cambiado y es que el jugador español se ha mostrado un poco más distante, algo que realmente ha extrañado a Camila, ya que ella recuerda no haber hecho algo malo. Por lo tanto, no hay día que Camila se pregunte ¿Qué es lo que sucede con Èric?

En fin, la española vuelve a casa tras un día en la empresa donde está realizando sus prácticas profesionales, requisito fundamental para titularse este año. Como es costumbre deja el auto en el garaje y se dispone a entrar a su casa, posteriormente deja sus llaves donde siempre y se dirige a las escaleras para subir a su habitación, pero unas risas provenientes de la cocina llaman su atención, así que se detiene en la entrada a la cocina y observa tanto a su madre como a ¿Ana?

Camila frunce el ceño al verla, ¿Qué estaba haciendo ella aquí?, ¿no sé suponía que estaba de vuelta en Madrid?

— Camila. — Ana la mira expectante. — Hola, prima. — saluda.

— Cami, ¿a qué horas llegaste? — pregunta su madre sacando la comida del horno.

— Hace unos minutos...no sabía que teníamos visitas. — entra a la cocina mirando a ambas.

— Oh, sobre eso, cariño...

— No se supone que estabas de vuelta en Madrid, Ana, recuerdo que mi tía Susana dijo que tenías cosas pendientes allá. — Camila la mira con cierta curiosidad.

— Bueno, no volveré a Madrid, querida prima. — responde y la expresión de Camila cambia por completo.

— Ella vivirá con nosotros, Cami. — sentencia su madre.

— ¿Qué? — expresa. — Esto es una broma, ¿no?, una broma de mal gusto.

— No, no es ninguna broma, Camila. — responde su madre seriamente. — Y esa no es forma de recibir a tu prima.

— Mamá, esta también es mi casa, ¿lo olvidas? ¿Cuándo pensabas consultarme sobre esto?

— ¿Consultarte? No tengo por qué consultarte nada, Camila. — dice con un tono de voz serio y enojada al mismo tiempo, mientras tanto, Ana observa la escena con algo de diversión. — Esta no es tu casa, y si no te gusta la idea que tu prima se quede con nosotras puedes irte.

Camila quedó sorprendida por la respuesta de su madre, pues esperaba todo de ella menos que la estuviera echando de su casa y todo por una de sus primas.

— Bien, entonces me voy.

Camila sale de la cocina y sube a su habitación, sacó sus dos maletas para comenzar a meter todo lo que encuentra en su closet, posteriormente guarda en su bolso las cosas que hay en su tocador y baño, aproximadamente pasó media hora y ya tenía todo listo para irse. Con cuidado bajó sus cosas a la primera planta de la casa, lugar donde estaba su madre junto a su prima.

— Camila... — comienza a hablar Ana.

— Ana, cállate, no quieras pórtate como la prima amigable porque no lo eres — dice — ¿acaso ya olvidaste lo que me hiciste?

— Eso es cosa del pasado...

— Tal vez lo sea para ti, pero no lo es para mí, sufrí mucho y todo por las burlas que me hacías junto a Jimena, me cansé de ustedes. No saben cómo quisiera no pertenecer a su familia.

— Camila cállate. — Exclama su madre. — ¿No te has puesto a pensar que tal vez todo esto es tu culpa?

— No, y no quieras echarme la culpa por ser una pésima madre.

Camila sale de la que fue su casa con algo de dificultad, mete sus maletas en su pequeño auto y se dispone a alejarse del lugar más tóxico en el que vivió por muchos años, recorre las calles de la ciudad hasta que se detiene frente a un parque. Sin pensarlo dos veces baja del auto y decide caminar por los alrededores de los árboles dejando que sus pensamientos divaguen y todo lo que ha guardado por muchos años salga.

La familia de Camila siempre ha sido diferente a las demás familias, la pasó mal desde pequeña y todo por las burlas de parte de sus primas, a quienes consideró sus únicas amigas por años, hasta que su verdadera personalidad salió a la luz. Casi siempre trataron de hacerla sentir menos, todo eso por sus malos comentarios a su persona y sus prejuicios, pero toda persona tiene un límite y este fue el de Camila, no podía seguir en ese ambiente tóxico que no hacía más que lastimarla.

Desde aquellas palabras de su madre todo cambió por completo, ella dejó de tener esa máscara falsa hacia su propia hija y dejó ver su verdadera personalidad, jamás la quiso, ni ella ni su padre, al final todos los "te quiero" fueron simples mentiras.

Camila se detiene en una pequeña banca y se sienta en ella, saca su teléfono para hablarle a Èric, nadie más que él podría hacerla sentir mejor. Intenta marcar en reiteradas ocasiones el número de su amigo, pero este no responde.

— Supongo que debe de estar ocupado... — suspira. — ¿A dónde se supone que iré?

El dinero con el que cuenta es muy poco y definitivamente se gastaría todo si decide irse a un hotel.

¿Dónde estaba Èric cuando más lo necesitaba?

Revisa sus contactos hasta que llega al de Mar, mejor amiga de Èric, y con la que mantiene una buena relación. Piensa bien si hablarle a ella es una buena opción y más por el favor que le pediría, así que al final marcó el número.

— Hola, Mar. — Sonríe.

— Cami, qué milagro que llamas. — responde y en el fondo se podían escuchar las risas de su pequeño hijo, Adrián.

— Bueno, este... — duda de si decirle lo que había pasado.

— ¿Cami?, ¿estás bien?

— ¿Has hablado con Èric? Hace días no lo veo y... — desvía el tema.

— Oh, bueno no he ido a los entrenamientos, pero tengo entendido que fue contigo a una boda ¿no?

— Si, le pedí que me acompañara, pero desde ese día no lo veo y me preocupa.

— Le diré a Ronald que hable con él mañana en el entrenamiento, tal vez él pueda decirme algo.

— Gracias, Mar.

— No agradezcas, para eso estamos las amigas.

— Bueno me tengo que ir...

— Oye Cami... — interrumpe.

— ¿Si?

— Sé que algo sucede, solo dímelo, ¿Qué es lo que pasó?

— Ay Mar... — murmura. — Tuve una pelea con mi madre y me fui de casa.

— ¿Quieres que hablemos sobre eso?

— No tengo donde quedarme y Èric no responde mis llamadas...

— Ven a mi casa, puedes quedarte con nosotros. — interrumpe.

— ¿En serio?

— Por supuesto que sí, no dejaría que te quedarás en un lugar extraño, así que ven, te estaremos esperando, sirve también para que veas a Adrián después de mucho tiempo.

— Gracias Mar, de verdad, te lo agradezco mucho.

— Somos amigas Cami, en cualquier cosa que pueda ayudarte lo haré.

Tras la llamada finalizada, Camila vuelve a su automóvil y conduce hasta la zona residencial donde viven Mar y Ronald, que casualmente es la misma donde vive su mejor amigo. Estando a las afueras de la enorme casa deja su auto frente a esta y va a tocar el timbre esperando que alguien le abra la puerta.

— ¡Cami! — Exclama Ronald. — Pasa, estás en tu casa. — Saluda a la española con un beso en la mejilla.

— Hola, Ronald, supongo que Mar ya te contó.

— Por supuesto, escuché cuando hablaste con ella por teléfono y no te preocupes, puedes quedarte el tiempo que gustes con nosotros.

— Gracias, no sé cómo pagarles este favor que están haciendo por mí.

— No tiene por qué hacerlo. — responde con una leve sonrisa. — Pasa, Mar te está esperando en la sala.

Camila camina por la enorme casa hasta que logra llegar a la sala, la cual es enorme, casi del tamaño de un departamento entero.

El pequeño Adrián en cuanto mira a Camila sonríe e intenta acercarse a ella dando unos pequeños pasos, pero Camila se acerca a él y lo cargó en brazos.

— Hola, mi pequeño. — sonríe ampliamente. — ¿Cómo está mi sobrino favorito?

— Te dije que le iba a encantar verte, literal se pone igual que cuando Èric viene a visitarnos.

— Este Èric es su favorito, creo que lo quiere más que a ustedes que son sus padres. — bromeó causando las risas de todos.

— Yo también pienso eso. — interrumpe Ronald. — Por eso queremos que él sea el padrino de Adrián.

— ¿De verdad? — pregunta y ambos padres asienten.

— Èric cuando se trata de niños es el mejor, créanme, es una buena decisión.

— Lo sabemos, no por algo es el que mejor me cae del Barcelona. — dice Mar. — Es un buen chico.

— Lo es, es muy lindo.

— A ver cuándo le dices lo que sientes.

— Ronald... — Mar lo mira de mala forma.

— No, está bien, no me molesta que me digan eso, Nico y Gavi me molestan todo el tiempo con ese tema.

— Todos lo hacemos. — ríen. — pero Cami, de verdad, deberías decirle lo que sientes.

— No, Èric no siente lo mismo por mí, no tiene caso.

— ¿Cómo sabes eso? — Mar la mira.

— Lo conozco, él jamás me vería como algo más que su mejor amiga.

— Ay Cami. — Mar se acerca a ella. — Eres una chica maravillosa, estoy segura de que cualquier hombre estaría feliz por tener a alguien como tú.

— Tal vez, pero Èric no... es feo que no correspondan a tus sentimientos.

— Deberías decirle, no pierdes nada con intentarlo, puede que suceda algo entre ustedes. — Sugiere Ronald.

— Lo pensaré, se los prometo.

— Bueno, ahora, ¿quieres que hablemos sobre lo que pasó con tu madre?

— No, no vale la pena. Lo mejor que pude hacer fue irme de esa casa y alejarme de ese ambiente tan tóxico.

— Estamos para todo lo que necesites, lo sabes, ¿verdad?

— Lo sé, y les agradezco mucho, únicamente me quedaré unos días, conseguiré trabajo y buscaré un lugar para rentar, no daré mucha lata.

— No te preocupes por eso Cami, puedes quedarte el tiempo que sea necesario. — Ofrece Mar.

— Si Cami, te queremos mucho, además así tenemos a alguien que cuide a Adrián mientras nosotros salimos. — menciona el futbolista del Barça.

— ¡Ronald! — Mar lo reprende y Cami ríe.

— Por mí no hay problema, con gusto les ayudo en todo lo que necesiten.

— Vez amor. — Ronald pone sus brazos sobre los hombros de Mar. — Te dije que Cami no se iba a molestar si cuidaba a Adrián por unos días, también merecemos divertirnos.

— Ay por favor no necesitaba esa información... — La pareja ríe.

— ¿Quieres cenar? — Pregunta Mar cambiando de tema rápidamente.

— No, no tengo hambre, lo único que quiero es dormir y olvidar el desastroso día de hoy.

— Vamos te llevo a la que será tu habitación, mientras Ronald subirá tus maletas y dejará tu auto en el garaje.

— Ahhh, yo... — se queja el futbolista.

— Si, amor, así que ve.

— Ya sabemos quién manda en la relación. — bromea Camila.

— Síguele y le diré a Èric que lo amas en secreto.

— ¡Oye!

— El que se lleva se aguanta. — Ambos amigos ríen.

— Hay ustedes, se portan peor que Adrián.

— Ya te acostumbrarás. — responde Camila.

Sin más, Mar le muestra algunas partes de la casa a Camila, posteriormente le enseña la que será su habitación el tiempo que viva con ellos.

Mientras sostiene una conversación con Mar revisa su teléfono para ver si Èric le ha enviado algún mensaje, sin embargo, no es así. No hay señales del jugador español.

¿Qué sucede con Èric?

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