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Barcelona, España
Enero 2022
12:30 pm
Días después:
Èric termina de vestirse y arreglarse, posteriormente guarda todas sus cosas y se prepara para irse de la ciudad deportiva del FC Barcelona.
— ¿A dónde vas con tanta prisa? — Se acerca Ronald Araujo al jugador español.
— A mi casa, ¿por qué?
— Mar y yo queremos hablar contigo.
— ¿Qué sucede? — pregunta extrañado.
Ambos jugadores salen de los vestuarios y se dirigen a una pequeña recepción que hay en las instalaciones del club. Al entrar a la pequeña habitación el español observa a su amiga con su pequeño hijo en brazos.
— Hola, Èric. — lo saluda con un beso en la mejilla.
— Mar, no sabía que ya estabas de vuelta en Barcelona. — menciona sentándose a un lado de ella y tomando en brazos al pequeño Adrián.
— Regresé ayer por la noche. — responde observando a su mejor amigo jugando con su pequeño hijo. — Y como sabes, Adrián cumplirá un año en unas semanas.
— Oh cierto...
— Queremos invitarte a una pequeña fiesta que le haremos, irán otros de los chicos, pero tú no puedes faltar.
— Ahí estaré amigos, gracias por invitarme.
— También le vamos a decir a Cami, aunque lo más seguro es que vaya contigo. — confiesa la mexicana.
— ¿Camila? ¿Por qué?
— Vamos amigo, vas a decirme que aún siguen siendo "mejores amigos".
— Bueno, pues eso somos. — dice sin entender nada.
— ¿Es en serio? No puede ser que seas tan ciego, García. — niega. — Ustedes dos se gustan.
— ¿Qué? Para nada, entre Cami y yo no hay nada más que una amistad. — aclara mientras acomoda al pequeño Adrián en sus brazos.
— De verdad me sorprendes Èric.
— Chicos, Cami solamente es mi mejor amiga y la quiero mucho, nada más, no puedo verla con otros ojos, no es... no me gusta. — reitera. — Y sé que con ella sucede lo mismo, si no ya me lo hubiera dicho. — Ronald y Mar se miran y niegan rotundamente.
— Cami es buena chica y muy guapa.
— Mar, lo sé, pero no es mi tipo...
— Auch, eso dolió. — responde Ronald y Èric niega.
El español se queda un tiempo más con sus amigos charlando mientras juega con el pequeño Adrián, hasta que decide irse, se despide de los tres y se dirige a su auto, se sube a este mismo y pone rumbo a su casa.
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16:30 pm
Camila vuelve a su casa tras un día en la universidad, deja sus cosas en la sala y se dirige a la cocina donde está su madre hablando por teléfono.
— Hola, mamá. — saluda, sin embargo, su madre parece no escucharla. — Mamá. — lo intenta nuevamente mientras va al refrigerador y saca un poco de la comida que sobró ayer.
Su madre sigue hablando por teléfono, así que Camila se rinde, calienta y sirve un poco de comida en un plato, para después sentarse en una de las sillas y comer, mientras lo hace escucha la conversación de su madre.
Camila descubre con quién está charlando, con su tía y como no hay otro tema de moda últimamente en su familia, hablando de la mágica boda de Jimena.
— ¿Camila? Sí, ella llevará a su "amigo". Yo también sospecho que es su novio, pero ella dice que no. — ella la mira y frunce el ceño. — Él es un buen chico, con él tengo la esperanza de que mi hija deje de ser la única soltera de la familia.
Estas palabras bastaron para que Camila se enojara y es en ese momento su madre la mira, así que termina la llamada.
— Hija, ya estás en casa.
— Si mamá y por qué andas diciéndole a mis tías que Èric irá conmigo a la boda.
— Simplemente, me preguntaron, cariño, no te vayas a enojar por eso.
— Èric es mi amigo nada más, mamá, solo eso y nada más.
— Si, si eso ya lo sé, tienes miedo a confesar tus sentimientos hacía él. No hace falta que me recuerdes el mismo discurso de siempre.
— Mamá, por favor deja de meterte en mi vida privada.
— Lo hago porque tú me obligas a hacerlo, Camila. Por eso tu padre y yo preferimos a Jimena que a ti.
Camila siente un nudo en el estómago al escuchar esa última frase y es inevitable para ella sentir un vacío enorme y ganas de llorar. Así que sin más sale de la cocina y sube a su habitación rápidamente, detrás de ella está su madre que intenta aclarar lo que había dicho.
— ¡Camila! — Su madre intenta abrir la puerta. — Camila, no quise decir eso...
— Mamá, vete, por favor.
Su madre insiste, pero Camila sigue firme con su decisión, su mente divaga por completo y la hace darse cuenta de que es una completa decepción para su familia y apenas se va dando cuenta de eso.
Varias horas después Camila sale de su habitación y antes de que su madre pudiera decirle algo sale de la casa y sube al automóvil de su mejor amigo.
— Vámonos. — Pide rápidamente.
— Pero tu mamá ahí viene... — Explica el español y Camila mira la puerta de su casa.
— Èric, por favor vámonos.
El español observa a su amiga y termina haciendo lo que le pidió, el resto del camino fue un completo silencio y eso bastó para que Èric se diera cuenta de que algo estaba sucediendo con Camila.
— Hay un estacionamiento cerca, puedes dejar el auto allí y ya nosotros recorremos las diversas tiendas que hay.
— Sí.
Èric accede al estacionamiento que su amiga le había sugerido, bajan del auto y se dirigen a la calle para recorrer cada tienda. Y así pasan unas cuantas horas, Èric observa el comportamiento de su amiga para hacerse una idea de lo que posiblemente le estaba pasando.
No es hasta que llegan a una tienda mucho más grande y Camila recorre todo el establecimiento en busca del traje perfecto a Èric.
— Camila, puedes solo escoger uno y ya. — Èric llega a donde Camila está observando los diversos trajes.
— Èric, serás mi acompañante, así que tenemos que ir en armonía, ya sabes, nuestros outfits tienen que combinar.
— ¿Ya tienes el vestido que usarás?
— Si, lo compré hace unos días. — afirma sonriendo.
— Y según no querías asistir a la dichosa boda.
Camila se pone nerviosa ante las palabras del español, pues tenía razón, al principio se negó a ir a la boda de su prima Jimena, sin embargo, esa idea cambió radicalmente cuando Èric accedió en acompañarla. De hecho, el tan ansiado día de la boda lo marcó hasta en su calendario.
— Me emociona la idea de que iremos juntos, ya sabes, nos podemos divertir... — responde evadiendo los nervios que siente en su interior.
— La verdad es que tienes razón, esta será la primera fiesta a la que iremos juntos.
— Si, así conoces al resto de mi familia, aunque no me lleve bien con ellos. — se da la vuelta para mirar al español.
— Cami, a ti te sucede algo. — dice serio.
— ¿A mí?
— Sí, ven aquí, vamos a hablar.
El español toma su mano y la guía hasta la pequeña zona de probadores de la tienda, estando allí se sienta en el pequeño sofá que hay.
— Cuéntame, qué sucede.
— No es nada, Èric.
— Eres mi mejor amiga, Cami. Te conozco muy bien. — explica. — Puedes contarme todo, aunque sea algo malo o bueno, siempre estaré para ayudarte en lo que pueda.
Camila lo mira y suspira para después bajar la mirada.
— He notado a mamá muy emocionada con la boda de Jimena y he pensado que la quiere más que a mí, papá también hacía lo mismo que ella, siento que no soy y nunca seré esa hija que quieren... Èric soy una mala hija y posiblemente están decepcionados de mí y...
— Cami, detente. — Èric la interrumpe. — Eres una chica maravillosa, nunca te compares con los demás ¿sí? Conozco a tus padres y sé que ellos están orgullosos de lo que eres ahora, además tu padre te quería más que a nada en este mundo, él me lo dijo una vez que fui a verte.
Camila lo mira con un brillo lleno de ilusión en sus ojos.
— ¿Él te dijo eso una vez?
— Claro que sí, y yo también te quiero mucho. — Èric acaricia su mejilla y ella siente un escalofrío cuando la mano del español hace contacto con su piel. — Siempre te voy a querer, Cami, y también estaré orgulloso de ti pase lo que pase, ¿entendido?
— Entendido. — responde sonriendo levemente.
— Ahora que ya todo está bien, vamos a seguir buscando el traje que combine con tu vestido. — Anima el español y Camila asiente.
En la misma tienda Camila se acerca a uno de los encargados y le pide algo de ayuda. Este empleado saca el catálogo de la tienda y les muestra algunos modelos de trajes que tienen, así que entre Èric y Camila eligen los modelos que más les gustan. Posteriormente, el jugador español se dirige a los probadores y se mide uno por uno, dejando que Camila lo vea para que entre los dos puedan elegir el que mas les guste y combine con el vestido que compró días atrás.
— Si me enseñas qué vestido elegiste haríamos esto más fácil.
— No lo haré, quiero que sea una sorpresa. — Camila se acerca a su amigo y le acomoda la corbata quedando a unos centímetros de él. Así que ella se pone nerviosa por la poca distancia que hay entre ambos.
— Este me gusta más. — Comenta mirándose en el espejo.
— Si, te ves bien con ese. — Camila se separa de él en cuanto le termina de acomodar la corbata. — Me gusta, te queda perfecto.
Camila observa a su amigo y su corazón se acelera, con ese traje luce espectacular y más guapo de lo que ya es ó eso es lo que piensa Camila.
— Me llevo este. — Èric mira al empleado que los atiende. — ¿Te gusta Cami?
— Si, si te ves muy bien. — Responde rápidamente.
Mientras Èric se cambia de ropa Camila saca de su cartera su tarjeta de crédito y se dirige a pagar a la caja, firma el ticket y espera a que empaquen el traje en la caja.
— En un momento le damos el traje, señorita. — comenta la chica que se encarga de cobrar.
— Muchas gracias. — sonríe.
Camila vuelve a los vestidores dónde está Èric colocándose sus zapatos.
— Ya pagué el traje, me dijeron que en unos minutos nos lo dan.
— ¿Qué? ¿Cómo que lo pagaste?
— Si, Èric, serás mi acompañante es lo mínimo que podía hacer.
— Cami...
— No pasa nada, es un pequeño regalo.
— Pero costó mucho dinero y...
— Èric. — Camila se acerca a él. — Tengo unos ahorros, en algo tenían que servir.
— Supongo que ya no puedo hacer nada.
— Supones bien, de verdad está todo bien.
— Ay ven aquí.
Èric abraza a su amiga cariñosamente y ella acepta dicho gesto, ya que en los brazos del español se siente segura y encuentra toda la paz posible ante los problemas que la aquejan.
— Te quiero mucho, ¿lo sabes verdad? — la mira separándose un poco de ella.
— Si, yo también... te quiero mucho.
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