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• 13: Es a ti •

Había un ambiente tenso, una habitación silenciosa, un cuerpo arropado en la cama y el otro sentado en el suelo tomando la mano del menor de los dos.

El chico con el cabello oreo mantenía sus ojos cerrados mientras caían lágrimas silenciosas de sus preciosos ojos miel. Se encontraba tapado hasta la cintura, una de sus manos descansaba debajo de su rostro y la otra era tomada delicadamente por su mayor. Su rostro estaba pálido, le dolía mucho su cabeza y lo más notorio era aquella marca roja, casi violeta que rodeaba su cuello.

Después estaba el pelinegro. El chico que también dejaba caer lentamente sus lágrimas y las secaba en un intento de que parasen.
Miraba al chico destrozado en su cama. Miraba al chico del cual se estaba enamorando lentamente. Miraba al chico que le gustaba y pensaba una y otra vez en que si hubiese estado ahí tan solo unos minutos antes, esa horrible marca no estaría en el bronceado cuello de su chico.

— Wooyoung...

— No hables, San.

— ¿Por qué lo hiciste?

Wooyoung sólo respondió con un sollozo y un fuerte apretón en la mano del mayor.

— ¿Puedo ducharme?

El resto de la tarde lo pasaron en silencio. San preparó un baño de burbujas para Wooyoung y se quedó en la sala mientras Jung se bañaba y se cambiaba.

Por seguridad, San llamaba a Woo cada cinco minutos y le advirtió que si no respondía con al menos un sonido que indique que lo escuchaba, iría a buscarlo.

Cuando llegó la noche, San se puso una manta al lado de la cama de su amigo y ahí se acostó, no solo para hacerle compañía sino también porque no volvería a correr el riesgo de perderlo.

— Hanse.

Eran las dos de la madrugada cuando pudo volver a escuchar la dulce voz de Wooyo la cual salía ronca por el llanto y por haberse quedado en silencio tanto tiempo, dejándole la garganta algo seca.

— ¿Qué hizo Hanse?

Wooyoung tomó la mano de San y tiró de él, indicándole que se recueste a su lado.
Cuando ya estuvieron juntos en una misma cama, el menor abrazó con cautela y algo de inseguridad a San por la cintura, apoyando la cabeza en su pecho y respirando profundo, moviendo la palma de su mano al ritmo de los latidos de Choi, porque como ya se había mencionado, Wooyoung daba palmaditas con la mano al llorar.

— Hanse intentó abusar de mí.

San, sin poder evitarlo, apretó el cuerpo del pequeño entre sus brazos y soltó un doloroso sollozo que iba cargado de frustración, furia, decepción de si mismo.

— Maldito enfermo hijo de puta, malnacido, basura inservible de mierda.

Wooyoung posó su manito en la mejilla de San e hizo que lo mire, sonriéndole con demasiado esfuerzo para intentar calmar al chico.

— Shhh, sólo...sólo déjalo, tranquilo.

— Te prometí cuidarte. Te prometí que jamás dejaría que vuelvan a hacerte daño y mira Wooyoung, tan solo mira, ¿cómo es posible que ésto haya ocurrido?, no pude salvarte y...y casi mueres, casi te pierdo por la cabeza retorcida y enferma del idiota ese.

— Pero no me perdiste.

— Porque entré a tu habitación por puro instinto, pero si no hubiera sido así ahora aún estaría aferrado a tu cuerpo sin poder soltarte, ¿cómo iba a reaccionar?

— Lamento tanto haberte hecho ésto.

— Es que no me lo hiciste a mí, Wooyoung, te lo hiciste a ti. No me lastimas a mí, te lastimas a ti. No me intentaste matar a mí, Wooyo, es a ti a quien dañas más que a nadie.

Wooyoung ésta vez escondió su rostro en el cuello de San e inhaló el delicioso y varonil aroma de su amigo.

— Lo lamento.

— Wooyoung no puedo perderte, no ahora Wooyoung, no ahora que cada vez que te miro siento tanta felicidad. No puedo perder al chico que me gusta cuando sólo quiero hacerlo feliz.

Silencio.

A partir de esas palabras hubo un largo y tenso silencio en el que San no podía más de los nervios y Woo procesaba sus palabras con las mejillas rojas.

— ¿Qué acabas de decir?

— Lo siento.

— Dilo otra vez.

— Me gustas Wooyoung, no puedo explicarte en qué momento comenzó ni cuándo lo noté. Solo sé que un día cualquiera te estaba mirando y sentía mis ojos brillar, porque haces brillar mi mirada y haces que me brille el alma.

Ésta vez, Jung Wooyoung sonrió de verdad.

— No sé que es lo que siento por ti específicamente, pero sé que no quiero que dejes de tener esos sentimientos, ¿podríamos ir despacito?

— ¿Me dejarías verte como más que un amigo e intentar conquistar ese corazón y provocar esas sonrisas?

— Acepto.

•••

Pasó un tiempo más desde aquella noche y hasta ahora no mucho había cambiado.
Wooyoung decidió asistir nuevamente a clases y San no se despegaba de su lado.

En una de sus tantas conversaciones, Choi pudo convencer al pequeño de comenzar terapia, por eso ahora se encontraban sentados en aquel lugar tomados de la mano esperando a que comenzara el primer turno de Jung Wooyoung con el terapeuta.

— ¿Listo?

— ¿Crees que ésto salga bien?

— Esperemos que sí, pero estaré aquí para ti, siempre, ¿está bien?

— ¿Me harás compañía?

— De eso se trata, cariño.

— ¿Jung Wooyoung?

Ambos se pusieron de pié y San besó la mejilla del chico como "despedida".

— Estaré aquí cuando salgas, ¿está bien?, suerte.

Y así, Jung Wooyoung dió otro pequeño pasito más gracias a la ayuda de San.

•••

• Wooyoung •

— Buenos días Wooyoung, ¿cómo estás?, me presento, mi nombre es Lee DoHyun, seré tu terapeuta durante el tiempo que sea necesario, ¿está bien?, quiero que tengas en claro que también soy psicólogo y si hace falta que te atiendas con un especialista en esa área seguiré siendo yo.

— Está bien, gracias.

— Bueno Wooyoung, comencemos entonces, puedes ir a tu tiempo y puedes confiar en mí, nada saldrá de éstas cuatro paredes a menos que tú lo desees.

— El único que puede saber si algo pasa es San, el chico que estaba afuera conmigo.

— Excelente, entonces empecemos.

Wooyoung no le contó sobre todo. Le contó que no era un Súper. Le contó sobre su relación con sus padres, sus hermanos y sobre quién era San y como lo conoció (muy por encima, no le habló en profundidad sobre los bully's).
El hombre lo escuchó atentamente y cuando terminó la cita agendó otra para la siguiente semana, eso lo ayudaría a entrar en confianza y también podrían hablar sobre más cosas.

Cuando Woo salió, tal como lo había prometido, San estaba ahí esperándolo.

Lo sorprende fue que en su mano tenía una flor.

— Hey, hola bonito, ¿cómo te fue?, ¿cómo estuviste?

— Supongo que bien...¿y eso?

Las mejillas de San se sonrojaron y le tendió la flor con una sonrisa.

Era una Margarita blanca, con ella venía una pequeña carta que traía el significado.

Inocencia, pureza, belleza y nuevos comienzos.

— Sanie ésto...gracias.

— ¿Te gustó?

— Me encantó.

Ambos se abrazaron con una sonrisa y con sus corazones latiendo a la par.

Sus corazones, sus almas, sus sentimientos, sus pensamientos y ellos mismos estaban en compañía.

•••

𝙻𝚎𝚎 𝙳𝚘𝙷𝚢𝚞𝚗
30 𝚊𝚗̃𝚘𝚜
𝙽𝚎𝚌𝚛𝚘𝚖𝚊𝚗𝚌𝚒𝚊

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