Con su cabeza daba pequeños golpes a la pared esperando el momento adecuado.

Divisó por última vez aquella "habitación". Gris y fría, con un solo una cama si se le puede llamar así, y un inodoro junto un pequeño escritorio el cual solo tenía sobre el un libro que le habían obligado a leer.

"La paz y felicidad en ti mismo" un asco de libro en opinión de Jennie.

Sonrió mirando como aquella chica fuera de su celda le hizo un gesto, era la hora.

La chica se acercó y sacó unas llaves de su bolsillo, abrió la celda de Jennie y esta salió.

— Ya era hora — dijo y la rubia asintió.

No había ningún guardia a la vista, todo estaba sucediendo según el plan. Los guardias se encontraban disueltos, unos en el patio de la prisión deteniendo una pelea de las reclusas mientras que otros... Jennie momentos antes los mató.

— Hice lo que me pediste.. La señora del aseo y la encargada están junto con las demás — dijo y entregó las llaves a Jennie.

— Hagan lo que quieran con ellas, no me interesa — dijo y caminó a la entrada no sin antes ir por algo decente para vestir.

Abrió el cuarto que tenía las pertenencias de las reclusas y sonrió al ver su traje azul Chanel.

— Esto sí es lo mío — tomó la prenda y se vistió con tranquilidad.

Salió con una enorme sonrisa de aquel lugar, parecía dueña de la prisión ya que salía tan feliz y con una aura dominante además de salir sin preocupación.

No contaba con que un guardia notó la ausencia de ambas por lo que actuó rápido, al ver a la chica que salía como en una pasarela le disparó a lo que cayó.

Estaba a punto de ir por ella y verificar que murió cuando un gran impacto en su cabeza lo mató.

Era Lisa que lo golpeó con una gran decoración que se encontraba cerca.

Después de ver cómo el hombre estaba inmóvil y como demasiada sangre salía de su cabeza se acercó pronto a Jennie.

Lo cual la chica ya se encontraba de pie y cubriendo su brazo con su mano.

Rápidamente la ayudó a caminar pero no contaba con que Jennie caminara de lo más natural a lo que solo la siguió.

Era una aventura de la que se arrepentiría después.

Jennie solo miró su brazo que estaba envuelto en sangre para después ver el cuerpo del oficial en el suelo.

— Regresaré, pero regresaré para vengarme de todo aquel que me tuvo aquí — escupió y dió media vuelta para irse.

Lisa no muy segura de lo que ahora estaba haciendo continuó siguiendo a Jennie, estaba dudosa sobre lo que estaba haciendo pero no había vuelta atrás.

Caminaron unas cuantas calles, tratando de ser lo menos visibles hasta que dieron con un taxi.

El hombre se negó a llevarlas pero no contaba con que Jennie traía consigo un arma, Lisa se asombró por ello ya que no sabía de dónde la había sacado.

El hombre asustado ahora obedeció a las chicas quienes le indicaron que las llevará fuera de la ciudad. Y así fué, el hombre las sacó de la ciudad hasta llegar a un lugar abandonado. Pero, se detuvieron un poco antes de llegar puesto que Jennie así lo pidió.

Lisa bajó y al voltearse miró como Jennie colocó el arma en la cabeza del hombre para segundos después jalar el gatillo.

Claramente le sorprendió ello, y no quería preguntar, no en ese momento. Tenía miedo de quedar igual que el hombre.

Jennie comenzó a adentrarse al lugar hasta que encontró una "casa". Estaba abandonada desde hace años y se sabía por su aspecto.

Entraron a la casa y Jennie buscó un lugar donde quitarse la bala, comenzaba a doler y necesitaba sacarla lo antes posible.

Y entre el polvo, la suciedad y ratones Jennie comenzó con lo suyo. Y en todo segundo maldijo a quienes provocaron eso.

Y las pagaría, no estaría satisfecha hasta que sus rodillas sangraran de tanto suplicar.

Recuerden, Jennie lo que quiere...