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𝘁𝘄𝗲𝗻𝘁𝘆 𝘀𝗶𝘅.

→   CAPÍTULO VEINTISÉIS.

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LONDRES, INGLATERRA.
SEPTIEMBRE, 1973.

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siendo pasado el mediodía, john entró en el bar con su bajo enfundado colgando de uno de sus hombros mientras tenía las manos en los bolsillos de su chaqueta. había estado con faith y al parecer tener una buena platica con ella, había sido suficiente para reiniciarle la vida a ambos y liberarlos del estrés; por lo que una pequeña sonrisa honesta adornó su rostro al ver a sus amigos sentados en la barra, pero el gesto se desvaneció lentamente al ver el moretón en la mejilla de roger.

—hola, john.— musitó el rubio, algo incómodo. podía sentir su mirada en su pómulo y eso lo inquietaba.

—hola.— susurró y llevó su mirada a brian. el rizado hizo una línea con sus labios de forma apenada, antes de volver a bajar la vista al periódico que leía.

—¿cómo está mi pequeña?— preguntó freddie con su habitual espontaneidad, cambiando los aires y tomando un sorbo de su té.

roger giró su cabeza, dispuesto a oír con interés las noticias sobre el bienestar de faith.

—al principio, la sentí extraña. como si estuviera más nerviosa que de costumbre.— confesó mientras se quitaba el instrumento de su hombro y lo apoyaba contra la barra. —le llevé algo de comer y platicamos bastante. envió un abrazo para brian y un beso para ti.—

—¿y qué esperas para dármelo?— canturreo freddie con coquetería y entusiasmo, haciendo que john se encogiera en sus hombros, avergonzado.

brian sonrió para disimular la manera en la que su preocupación se había encendido. por algún motivo el comentario de john respecto a su actitud, lo inquietaba de sobremanera. temía que faith estuviera presentando algún trastorno de adicción involuntario y una vez más, may estaba en lo cierto.

la chica intentaba mantenerse alejada del polvo y afortunadamente lo conseguía cada vez que tenía a sus nuevos amigos cerca ya que estos la distraían lo suficiente. pero al pasar días sola, como fueron los últimos ya que la banda preparaba una presentación, todo su ser volvía a verse afectado por la necesidad de drogas y la razón de su nerviosismo al estar con el joven deacon radicaba en que la última vez que su madre la había arrastrado a una de sus jugarretas, ella no se había rehusado porque su organismo aclamaba sustancias.

se sintió verdaderamente mal al verlo llegar al parque y alegrarse tanto por verla. una vez más, le había fallado a su buen deaky.

por otra parte, roger bajó la cabeza al no recibir un mensaje o saludo. se había ilusionado que con la presencia del bajista, llegara un poco de aquel brillo y color que su chica transmitía especialmente para él.

deacon al ver su reacción, sonrió de costado.

—faith también envió una nota para un rubio idiota apodado de arcoíris.—

los ojos de taylor parecieron recuperar su brillo en cosa de segundos, a la vez que una sonrisa se dibujaba en sus labios al ver el trozo de papel doblado que john sacó de su bolsillo.

lo tomó en sus manos con cuidado y delicadeza, como si de un tesoro se tratase y mientras el recién llegado tomaba asiento para comenzar una plática con los otros dos, decidió leer la dedicatoria.

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❝ el esmeralda es precioso, ¿no crees?

es relacionado con la juventud, la vida y la frescura.

pero más especialmente, con la felicidad... y con la esperanza.

y hoy, pongo toda mi esperanza en mi esmeralda precioso, en ese que es más bello que la joya.

tú.

voy contigo, roger. hasta el final del arcoíris.

busca un lugar y allí estaré.

porque el esmeralda también es algo más.

es el color, de venus, la diosa del amor y de la belleza.

porque el esmeralda, simboliza la unión de un amor verdadero entre dos personas.

— f.w ❞

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roger soltó un jadeo y dos de sus amigos lo miraron con curiosidad, ya que john lo hacía con complicidad.

—vendrá conmigo.— susurró incrédulo. su mirada estaba perdida en el papel, mientras su pecho era invadido por la calidez de la felicidad.

brian se sorprendió al oírlo y freddie ladeo su cabeza mientras fruncía el ceño. —mi bebé no estaba segura de hacerlo.—

deacon rascó su barbilla, sonriendo con ligereza y con su linda voz tan calmada como siempre, respondió: —nada que una buena platica de hermano mayor no solucionara.—

el baterista dobló el papel de forma lenta y asegurándose de no dañarlo mientras lo guardaba en el bolsillo de su camisa. luego de eso, llevó su mirada al castaño. sus ojos transmitían algo que ninguno de los tres había visto en él antes. sus iris brillaban en un esmeralda precioso: esperanza.

—gracias, john.— musitó en un hilo de voz.

mercury sonrió enternecido. las emociones se desbordaron más allá del cuerpo del rubio y el amor e ilusión eran palpables como si emanaran de él como el aroma de un perfume.

—tal vez las cosas no sean como tú las tienes en mente, roger; pero faith te quiere y eso es todo lo que debe importante ahora. aférrate a eso y hazla feliz... por favor. lo merece.—

el corazón del rubio se removió en su pecho al oír la súplica de john en un tono bajo pero honesto. él solo quería cuidar a su pequeña hermana, verla sana, salva y por sobre todo, feliz.

—¿y dónde será el gran encuentro?— canturreo el persa con interés.

—debo buscar un lugar.— dijo el ojiazul, más para sí mismo que para el peli-negro.

—hablando de ello. deaky, mira esto.— intervino may, aprovechando para enseñarle el artículo del diario que había estado leyendo. —estaría perfecto para faith.—

john llevó sus ojos a lo que el rizado apuntaba con su índice. se trataba de un anuncio de alquiler para una casa.

—no tenemos dinero para eso, brian.— recordó desanimado.

—sí, ya lo sé. por eso tienes que girar la página, tonto.—

deacon le dio una de sus malas miradas por el apodo antes de pasar a la siguiente plana. era un anuncio de empleo de medio tiempo como repartidor de correo.

—tal vez si trabajamos los dos, podíamos juntar lo necesario para pagarle un alquiler.— explicó el guitarrista y luego sonrió.

freddie como buen chismoso, se inclinó sobre el hombro del castaño para espiar, dejando su mentón allí.

—es una buena idea.— asintió john. —hay que intentarlo.—

sí tenía la oportunidad de salvar a su pequeña de aquel infierno en el que vivía, lo haría a todo costo.

el persa llamó al mesero con su habitual mandato, exigiendo el teléfono para llamar a los números puestos en los anuncios y así fue como un par de horas más tarde, el cuarteto se encontró ingresando a una pequeña casa en compañía de un corredor de propiedades.

—el estilo es victoriano, un clásico de londres.— parloteaba el hombre. ya era un tanto mayor, bastante canoso y usaba gafas de notable aumento.

roger miró el techo de la vacía propiedad con una pequeña sonrisa. a faith le encantaría.

el hermano de la chica estaba encantado. la casa era perfecta para ambos, porque por supuesto que se mudaría con ella para cuidarla e intentar darle la vida de reina que merecía. además de cocina y baño, habían dos habitaciones, y un pequeño jardín que sabía que ella amaría tener, y el cual también tenía la entrada al sótano. 

—disculpe, ¿cuanto es el alquiler?— preguntó brian al encargado, con educación y rezando en su interior por oír un buen precio.

—mil cien libras.—

el rubio frunció el ceño y el rizado alzó sus cejas con desconcierto. freddie hizo boca de patito en disconformidad y john rascó su nuca, cerrando los ojos.

—¿nos daría un minuto?—pidió el más alto, sin dejar su postura amable. el hombre asintió y se alejó unos metros de ellos.

—ni aunque trabajaramos los cuatro podríamos pagar esto.— bufó deacon, apoyándose en la pared con agobio. —o comprar los muebles siquiera.—

—cuando faith cumpla la mayoría de edad también podrá trabajar y...—

—falta más de medio año para eso, brian.— interrumpió el bajista con neutralidad. —¿y donde va trabajar? faith no tiene estudios. la echaron de la escuela hace tres años porque olivia no pagó sus mensualidades. ¿no te sorprende que llega a tu casa a cualquier hora del día o que siempre estaba libre para ir a dejarle las notas a roger?—

el mencionado volvió a fruncir el ceño con solo una palabra dando vueltas en su cabeza: ¿escuela?

—¿eso que importa ahora?— regañó freddie, cortando la intención del rizado por responder. —lo que importa es sacarla de ese maldito lugar y de la compañía de esa bruja que tiene por madre. no sé ustedes, pero yo no dejaré a mi bebé más de medio año allí.—

el silencio se hizo presente entre ellos ante el reproche de mercury. en el fondo, sabían que tenía razón. no podían dejar a faith más tiempo en aquel caos tan destructivo.

roger suspiró, disipando sus incógnitas y los cuatro se separaron con lentitud, aún admirando la vivienda. bajó su cabeza con cierta tristeza. ella merecía un verdadero hogar y no era justo que la vida siempre conspirara en contra de ellos.

se giró, percatándose del manojo de llaves que el encargado había dejado en la cerradura de la puerta. entrecerró los ojos, fijándose muy específicamente en la cantidad: habían dos juegos de copia. y entonces, una idea descabellada cruzó por su mente.

estaba dispuesto arriesgar lo que fuera por faith.

volteo su cabeza. el único mirándolo atentamente era freddie, quien encaró una ceja de inmediato al ver su rostro ansioso.

le hizo una seña, advirtiéndole que distrajera al mayor y su amigo abrió sus ojos con sorpresa para luego sonreír con su clásica y característica coquetería cómplice.

—oh querido, ¿qué estilo dijiste que era la casa?— llamó con fingido interés. —estoy demasiado ansioso en oír sobre ello, ¿por qué no me cuentas más?—

el hombre se sintió inspirado de inmediato y comenzó a hablar con todo su conocimiento sobre la arquitectura de la propiedad. y mientras él estaba distraído y john y brian seguían demasiado preocupados por solucionar la situación, roger robó el manojo de copia.

y cuando lo tuvo escondido entre sus bolsillos, sonrió como un niño pequeño, sabiendo que ya tenía un lugar perfecto para comenzar a encontrarse con su chica.

freddie se apresuró a terminar su plática, inventando que había olvidado alimentar a sus gatos y que debía ir a casa. taylor aprovechó para escabullirse con él fuera de la casa, diciendo que lo acompañaría y así comenzaron a caminar lejos de allí tan rápido como les fue posible, dejando a sus acompañantes algo confundidos.

—pequeña rata ladrona.— se burló el peli-negro con complicidad y enganchó su brazo al del rubio para seguir su camino entre risas y chismes.

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