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𝗳𝗼𝘂𝗿𝘁𝘆 𝘀𝗶𝘅.

→   CAPÍTULO CUARENTA Y SEIS.

⇆ ◁ || ▷ ↺   :  𝚋𝚘𝚑𝚎𝚖𝚒𝚊𝚗 𝚛𝚑𝚊𝚙𝚜𝚘𝚍𝚢 - 𝚚𝚞𝚎𝚎𝚗.

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LONDRES, INGLATERRA.
MARZO, 1974. ✧ —

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londres no solo se caracterizaba por sus icónicos y múltiples puentes, sino también por sus fríos y lluviosos inviernos, porque aún cuando ya era marzo y la estación debía estar próxima a terminar, los temporales continuaban intensamente.

pero a diferencia de la última vez, el grupillo de amigos había tenido la suerte de estar juntos aunque no hubiera estado del todo planeado. estando en el teatro, la luz se había ido a medio ensayo, obligándolos a detener las prácticas y a quedarse allí durante las siguientes horas o al menos hasta que la tormenta diera algo de tregua para volver a sus respectivas casas, aunque estar allí o en cualquier otro lugar durante una noche o una eternidad era algo que a ninguno le molestaba en lo más mínimo. el mundo podría estar cayéndose a pedazos, pero si estaban juntos, siempre tendrían un refugio seguro y un hogar cálido.

y es que la fortuna no siempre se encuentra en la riqueza material. a veces lo único que se necesita para ser feliz es un buen amor... solo un poco de ese verdadero y único sentimiento que une familias, amigos y parejas en un vínculo especial y único.

sin embargo, el tener un grupo de amigos tan incondicionales y amables, no había librado a freddie de estresarse y soltar un millón de maldiciones ante el corte de energía. la presentación del sencillo estaba respirándole en la nuca y como vocalista necesitaba sentir que tenía todo bajo control.

—¿no deberíamos seguir ensayando acapella? no importan los amplificadores.— sugirió inquieto y con las manos en la cintura.

cierta rizada rio suavemente mientras se sentaba junto a los demás. —¿no deberían descansar su voz y garganta para mañana?—

—tania tiene razón, freddie.— aconsejo dante, acercándose. —lo mejor será que intenten relajarse ahora y mañana solo confíen en sus potenciales, sean ustedes mismos, fluyan con la música como tantas veces me lo han demostrado. les aseguro que de esa forma... estarán perfectos.—

mercury sonrió ligero, pero por dentro estaba profundamente agradecido de que van de bossche siempre supiera qué decir.

asintió, aceptando la recomendación de su amiga y su maestro y finalmente se sentó en el piso también mientras el mayor terminaba de repartir las viejas mantas que había tomado prestadas del camarín de actuación del teatro.

sentarse un círculo sobre la tarima de madera, les había parecido la mejor idea para intentar mantener el calor y abrigarse. y con la unión de freddie, ya solo quedaban tres de los diez miembros de la familia en pie: dante, chiméne y el mayor de los deacon, ya que la más pequeña ya hacía acurrucada entre los brazos de roger. ambos compartían la misma manta pues estaban envueltos de tal forma que el baterista rodeaba la cintura de su chica y apoyaba su mentón en su hombro, permitiendo así también, que la espalda de ella descansara en su pecho.

el tenor le brindó las últimas frazadas a su ayudante y a brian para luego a los otros dos jóvenes algo apenado. —fue todo lo que encontré, pardon.*—

[ — perdón. ]

john le sonrió suave, indicándole que no debía preocuparse por nada y chiméne se encogió de hombros con gracia antes de sentarse junto a sophie para arroparse con ella.

—oye, ven aquí.— reprochó paul, frunciendo el ceño.

—¿te dignaras a ser un caballero con tu novia, mccartney?— se mofó roger con una sonrisa traviesa a la vez que la morena se dirigía con el mayor.

—si no fuera porque mañana tienes una presentación, te lanzaría un zapato para que te callaras y para borrarte esa estúpida sonrisita del rostro.— respondió el pelinegro, divertido y mientras chiméne se acurrucaba con él. —¿qué? ¿crees que tú y faith pueden ser la única pareja tierna y romántica?—

taylor carcajeo, mordiendo la punta de su lengua mientras miraba al rizado de apellido may. —no, no lo creo.—

al notar su burla y la mirada seria de brian, paul rio por lo bajo. —creo que te vas a ganar otro zapato en la cara, meddows.—

faith miró a su amigo y ladeo la cabeza con algo de confusión, pero se distrajo rápidamente al ver a dante sentándose a su lado con una expresión tranquila.

—¿estás bien?— dijo ella, atenta y sutil como siempre.

el músico asintió despacio. —de hecho, estoy feliz.—

la deacon sonrió con curiosidad. había algo distinto en él aquella tarde, algo más dulce y sensible, como si las gotas de la lluvia hubieran ablandado la coraza que durante tantos años había ocultado al verdadero dante y que solo con ellos, había vuelto a salir a la luz.

se trataba de un muchacho apasionado por el canto, de un buen amigo, de una persona sensible y ansiosa de compañía para amar y ser amado. no era el tenor de alto rango, el chico de la ópera como londres lo conocía... no, allí era el mismo. solo dante.

—yo... quisiera decir algo.— pidió amable y atrayendo la atención de todos los presentes.

lo observaron dispuestos a oírlo, alentándolo a expresarse con naturalidad y sinceridad. el ambiente era seguro, confidencial y lleno de amistad y amor.

—sin importar que pase mañana, quiero que sepan que estoy orgulloso de ustedes.— dijo honesto. —de todos ustedes.—

las chicas fueron las primeras en sonreír enternecidas al haber sido consideradas con tanto cariño, pero la sonrisa de tania se borró al instante que sophie se apegó a van de bossche mientras agradecía sus palabras y le compartía la mitad de su manta, haciéndolo sonreír y rodearla por los hombros con afecto.

freddie y chiméne fueron los únicos en notar la tensión que parecía haber dominado tan inesperadamente a la rizada y ambos dieron un ligero suspiro, deseando que sus apresuradas conclusiones no fueran ciertas y disponiéndose a escuchar a dante continuar.

—mi vida solía sentirse bastante vacía hasta hace algunas semanas... como solo fuera un niño pobre al que nadie ama y siente que le falta algo...— suspiró. —algo de verdad, algo real... y todo lo que conocía era una gran soledad y dolor que arrastraba desde hace años, como una tormenta eterna e infernal que me hacía sentir en la oscuridad... hasta que aparecieron ustedes, como... como...—

—como colores.— adivinó roger, con una sonrisa y complementando su frase. —como los colores de un arcoíris después de una tormenta.—

el pálido sonrió también, comprendiendo que los únicos que podían comprender la profundidad de sus palabras era la colorida pareja.

—poético.— soltó paul con gracia después de unos segundos, intentando llenar el pacifico silencio que se había formado.

—comienzo a pensar que tu talento aquí es hacer comentarios inesperados.— rio john.

—y por eso me adoran.— respondió mccartney, guiñándole el ojo.

y la verdad era que no se equivocaba.

soltando una risa suave, brian se inclinó a tomar su guitarra acústica, comenzando a sacar algunas notas antes de sonreír hacia su maestro. —¿por qué no nos cantas algo, dante?—

el rubio rio, negando con la cabeza. —deben estar hartos de oírme parlotear todo el día.—

—estamos felices de tenerte con nosotros, dante.— respondió freddie y el deacon mayor asintió efusivamente.

—eres uno de nosotros.— dijo roger con una sonrisa cálida que llenó el corazón del tenor.

—bienvenido a la familia.— canturreó faith con ternura.

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siendo las tres de la madrugada, la lluvia continuaba sobre londres, aunque con menos brutalidad que antes, incluso parecía decantar poco a poco, brindándole la esperanza al nervioso vocalista de queen de que no tendrían que cruzar la ciudad en medio de un temporal.

mercury estaba de pie frente a una de las ventanas alejadas del teatro que él mismo había abierto para disfrutar del rocío nocturno y de unos cuantos cigarrillos a su falta de sueño. siempre había sido una persona un poco perezosa y reina de la tardanza, pero últimamente tenía un insomnio infernal, de esos que comen la cabeza en ansiedad angustiante.

y es que no podía evitar pensar cuánto había cambiado su vida en unas cortas semanas. desde una desilusión amorosa, la oportunidad de formar y reconocer la banda profesionalmente hasta ser abusado... definitivamente había tenido un giro de más grados de los que podía contar.

y aunque odiara admitirlo, se sentía roto.

sentía escalofríos en su columna y el cuerpo le dolía todo el tiempo. tenía tanta nostalgia y tristeza que simplemente no estaba viviendo como quería. ¿presentar un sencillo ante una discográfica con sus mejores amigos? demonios, el freddie de antes habría estado saltando en un pie de alegría y habría hecho una fiesta enorme... pero el freddie de ahora se conformaba con un abrazo sincero, con sentir una pequeña muestra de afecto.

suspiró, pensando que quizá aquello le sucedía por haber menospreciado el amor sincero de mujeres y hombres que cayeron a sus pies con tan solo verlo en el escenario, por ilusionarlos con el único fin de usarlos para un buen acostón. se sentía como un patán que finalmente tenía su merecido: no poder tener a la única persona que verdaderamente había amado.

los recuerdos de su pasado le pesaban en vergüenza y arrepentimiento, pero que a diferencia de roger, no podía superar junto a alguien.

❝ —el amor es algo banal, querido. algo que solo sirve para causar sufrimiento.— rio, dándole un sorbo a su trago. a su lado, taylor lo imito, encajando juntos en el ambiente fiestero. —y una divinidad como yo, no está para esas mierdas. yo nací para ser amado, no para amar.— ❞

se había comido sus propias palabras.

john no lo amaba. él amaba a john.

rio sin ánimos y tomó el último cigarrillo de la caja, pero el quinto de la noche, sosteniéndolo entre sus dedos e intentando sentir algo de alivio porque al menos roger había tenido la oportunidad de enmendar su camino con un sentimiento puro y mutuo.

aún así, no quería voltear a verlo ni a él ni a nadie. no quería volver a presenciar la felicidad de otros cuando él estaba tan privado de tenerla. el solo hecho de observar a john con brian, a faith en los brazos del baterista, a chiméne en el pecho de paul, y a sophie y tania cerca de dante con una esperanza juvenil y cariñosa... le dolía como el infierno.

cerró los ojos y volvió a suspirar. en verdad no deseaba que sus amigas tuvieran que compartir un amor. siempre alguien saldría lastimado y siempre habría un perdedor. y bien lo sabía él y siendo honesto consigo mismo, no podía describirlo de otra forma más que como una completa basura.

al no voltear y al sumirse en sus pensamientos de esa manera tan profunda, no fue capaz de notar los silenciosos pasitos que se acercaban a su lugar, hasta que la persona en cuestión habló, haciéndolo sobresaltarse.

—¿me das uno?— dijo john, señalando el cigarrillo en la mano del persa.

demonios.

freddie lo miró confuso durante unos segundos y finalmente estiró su brazo, regalándole el cilindro de tabaco porque no importaba si era el último, si quien se lo pedía era él.

—¿qué haces despierto?— preguntó, sacando la voz.

—paul ronca como vaca.— respondió divertido y se encogió de hombros. con eso bastaba para explicar que había sucedido.

mercury no pudo evitar reír. —¿las vacas roncan?—

esta vez el que rio fue deacon y asintió despacio mientras se apoyaba en el marco de la ventana, aún sin encender el cigarro.

—¿qué hay de ti?— consultó el castaño, suave y cuando la risa cesó.

el pelinegro hizo una mueca. —no puedo dormir.—

—¿tienes pesadillas?— soltó preocupado, pero se relajó en cuanto el vocalista negó con la cabeza.

—no, no... solo pienso demasiado.—

el bajista volvió a asentir, adivinando una parte de que se trataba. ni él, ni ninguno podría olvidar fácilmente lo que le había ocurrido a su buen amigo.

—y... ¿cómo estás?— susurró.

—he estado mejor, si....— admitió el mayor con pesar temporal. —pero no es tan fácil derrotar a una reina.—

john sonrió. ese era el freddie que él conocía.

—¿sabes? yo también he pensado bastante estos últimos días, aunque creo que cosas totalmente diferentes.— confesó.

mercury lo miró atento, alentándolo a continuar y dispuesto a escucharlo toda la noche si era necesario.

—supongo que ya lo sabes, pero brian y yo...— balbuceó nervioso.

así que eso era. maldita sea.

el pelinegro sonrió, ocultando su verdadero sentimiento y preparándose mentalmente para fingir naturalidad y gracia. —¿cómo no iba a saberlo? son bastante obvios y se besan en cada rincón.—

las mejillas del más pálido se calentaron en segundos y soltó una risa inquieta. —sí, bueno...—

al verlo intranquilo, el persa se apoyó en el ventanal, quedando a su lado. le hubiera gustado poder decirle que no tenía que sentirse así, porque él jamás lo juzgaría, pero nada salió de su boca.

—lo que quería decir es que...— retomo deacon después de un momento. —creo que gracias a que tu fueras como eres, descubrí que... bueno, el ponerme nervioso con tus cumplidos y apodos o el no incomodarme con tu cercanía... me hizo darme cuenta de que yo también era diferente.—

ante sus palabras, el habla regresó a freddie repentinamente. no podía callarse ante eso.

—amar a alguien de tu mismo sexo no te hace diferente.— soltó.

y sin duda, aquello había logrado llenar el pequeño vacío en el interior del bajista, había pegado las piezas sueltas: aceptarse así mismo.

—gracias...— susurró.

mercury sonrió cortamente antes de preguntar algo que no dejaba de ser importante. —¿faith lo sabe?—

el castaño se tenso. sus hombros subieron notablemente y negó. —ni siquiera puedo imaginar cómo reaccionaría.—

—¿estás bromeando?— exclamó, dejando la ventana para ponerse frente a él. —nuestra nena es una buena persona, jamás te juzgaría... el que ella y yo seamos mejores amigos, me hace la prueba de eso.—

—lo sé, freddie.— dijo el menor. —no temo por eso, sino porque se trate de brian. también en su amigo y quizás todo esto le parecerá extraño o incómodo...—

—estás alucinando.— interrumpió el vocalista. —es tu hermana, john. y te ama más que a nada en el mundo. además, adora a brian; no hay forma de que no esté feliz por ustedes.—

el ojiverde agachó la cabeza, suspirando. —tienes razón, pero... ¿qué pasa si se molesta por no habérselo dicho antes?—

el persa se frotó las sienes. —faith es de mis mejores amigas y la adoro, pero deaky, cariño... eres una persona libre. libre, ¿entiendes? libre de ser y de amar a quien se te venga en tu puta gana.—

y sin esperarlo, john saltó a él, rodeándole el cuello con fuerza. estaba tan conmovido y lleno por sus palabras. —gracias, freddie... de verdad, gracias.—

el mencionado cerró los ojos, disfrutando de su cercanía y gesto, rindiéndose ante él una vez más. estaba a sus pies y lo amaba como un loco.

lentamente, correspondió al abrazo, rozando la cintura del castaño con suavidad y deseando con ilusión poder tener la dicha de sostenerlo así toda su vida.

lastima que nada durara para siempre.

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—niños, por favor.— reprochó dante y roger y freddie se callaron al instante.

tania soltó una risa. van de bossche se había convertido en una auténtica hada madrina con instintos de madre regañona y lo mejor era que si imponía orden sobre el particular cuarteto.

era difícil descifrar cuál de los miembros estaba más intranquilo. freddie temía equivocarse en el piano, brian en el solo de guitarra; roger estaba seguro que desafinaría en los altos y john de que se quedaría en blanco. tal estrés los llevaba a discutir entre sí cada cinco segundos y hacerle sentir a su maestro que en cualquier momento le explotaría la cabeza porque aunque no lo demostrara, estaba igual de tenso que ellos.

la puerta del estudio en el que esperaban se abrió, dejando ver a dos hombres de traje y corbata.

para dante, sencillamente dos de tres hijos de puta que no contaba con volver a ver en su vida.

no esperaba que ninguno de ellos siguieran trabajando en la industria musical después de lo que él mismo había confesado hace ya cinco años, pero tal parecía que la única carrera que verdaderamente había caído era la del principal acusado y no la de los viles cómplices que habían ocultado un crimen por meses, pues estos ahora tenían un nuevo empleo y estaban frente a sus ojos una vez más.

ciertamente era algo para lo que no se había preparado, pero también, algo que estaba dispuesto a dejar atrás y enfrentar de una vez.

—van de bossche.— exclamó el más alto y calvo, a modo de saludo.

el rubio rodó los ojos. —ahórrate tus formalidades de mierda conmigo, murphy.—

brian abrió los ojos a tope y miró a sus compañeros de banda. todos dieron casi por perdida la oportunidad de su primer disco con la mera forma en la su tutor se había atrevido a hablar.

el segundo recién llegado, de pelo negro y sonrisa despreciable, habló: —vaya, vaya. parece que has crecido, dante. ya no eres el mismo niño de antes.—

¿cómo podía serlo cuando el cerdo al que le habían cubierto la espalda le había arrebatado una parte de su vida?

—tienes razón, reece. ya no lo soy.— el pálido se giró a verlo y sonrió socarrón por unos segundos antes de volver a la total seriedad. —¿y sabes por qué? porque ustedes lo asesinaron.—

fue entonces cuando roger y compañía cayeron en cuenta del porqué de sus respuestas tan agrias y desafiantes. eran fantasmas de su pasado.

faith se miró con sus amigas y paul al mismo tiempo, compartiendo una cómica expresión de sorpresa en sus rostros. no esperaban tal actitud del dulce tenor.

—ahora soy un hombre, uno que protege a sus muchachos de tipos como ustedes.— retomó dante, seriamente.

tania dio un suspiro y sophie la miró de reojo.

murphy y reece, tensaron sus expresiones faciales al saber a todo a lo que se refería.

—en mis comienzos, no conté con un patrocinador oficial, así que más del setenta por ciento de las ganancias de mis primeros álbumes y presentaciones fueron para la discográfica en la trabajamos.— enfrentó. —pero con queen, todo será diferente. al tener un representante, las regalías e ingresos deberán ser compartidos y creo que esta bastante claro que le daré a la banda hasta la última libra que le corresponda.—

john sonrió ligero. lo apreciaba mucho y siempre le estaría agradecido por su apoyo incondicional.

—es el mejor.— susurró tania con ilusión y sus acompañantes la observaron inmediatamente.

sophie hizo una línea con sus labios y ladeo su cabeza. —¿eso piensas?—

la más bajita calló durante unos segundos, tratando de interpretar la verdad tras esa pregunta. y aunque esperaba que no fuera lo que imaginaba, decidió ser honesta.

—absolutamente.—

la pelinegra sonrió ligera, aunque su gesto pareció más una mueca y se apegó a paul, dejando de mirarla pues también le había quedado claro que había querido decirle.

faith parpadeo varias veces, adivinando que pasaba y observó a chiméne, quien estaba casi tan perdida como ella. ambas suspiraron y con una sola mirada, supieron de debían dejar esas averiguaciones para otra instancia, pero lo peor no era la espera. lo peor era que esta vez no se trataba de un mero chisme que quisiera averiguar para divertirse y pasar el rato, no; se trataba de los corazones de sus mejores amigas y de un riesgo para ese vínculo.

y ajeno de ello, dante se propuso finalizar sus advertencias para los patrocinadores con una severa amenaza.

—y si intentan ponerles un solo dedo encima, les juro que se arrepentirán hasta de haber nacido.—

los mayores se miraron entre sí. les sorprendía su progreso. la última vez que lo habían visto había sido con el rostro lleno de lágrimas, rogando porque alguien creyera en su verdad y ahora estaba allí, mirándolos fijamente y desafiándolos sin siquiera titubear. su fama ya no era la misma, poseía dinero e influencias que le habían dado un merecido lugar en el mundo después de soportar tanta mierda.

—como tu digas, francés.— cedió murphy.

—soy belga, idiota.—

—dios, tengo el mejor jefe del mundo.— sonrió paul y sophie le dio un codazo, haciéndolo quejarse y sobarse el brazo antes de volver a guardar silencio.

—bueno, bueno.— dijo reece, mirando al cuarteto. —¿por qué no pasan a la cabina y nos muestran lo que tienen?—

los jóvenes asintieron y miraron a sus amigas, recibiendo muecas y besos a la distancia para desearles buena suerte. dante fue al cuarto con ellos mientras los examinadores se sentaban en el sofá, preparando sus libretas.

había actuado como una verdadera bestia que defendía a sus cachorros y los cuatro estaban seguros de que volvería hacerlo las veces que lo considerara necesario.

—gracias.— musitó freddie y él sonrió apenas.

—lo siento.— agregó roger en un susurro.

—no es su culpa.— dijo el pálido, ya más relajado. —yo tampoco sabía que trabajaban aquí.—

los menores se alistaron en silencio, teniendo claro que de saberlo, su maestro los habría llevado a un mejor lugar; pero ya estaban allí y no era cuestión de un día para otro tener una prueba.

—confió en ustedes.— susurró el rubio cuando los vio listos.

sentía el pecho tan lleno de orgullo que casi le daban ganas de llorar. eran sus muchachos.

—los quiero, chicos.—

ellos sonrieron y lo rodearon en un apretado abrazo.

—y nosotros a ti.— respondió brian.

al separarse, dante acomodó sus cabellos por última vez y salió de la cabina, regresando al cuarto principal con los demás y en dónde los vería a través del cristal.

—hey.— llamó murphy. —¿no crees que hay mucha gente aquí?—

—si quieren ver una buena presentación no intenten sacar a nadie de esta sala.— dijo dante, sin moverse. les daba la espalda y mantenía su vista en sus alumnos. —somos una familia y permanecemos juntos.—

van de bossche sabía que alejar a las chicas y a paul de la banda cuando iban a tocar, era un suicidio; perderían la concentración y la inspiración. además, ellos merecían ver a queen en primera fila.

—tania, querida.— llamó el rubio. —apaga las luces, por favor.—

la rizada hizo lo solicitado, dejando solamente la iluminación de la cabina, pero los hombres decidieron no reprochar más y centrarse en lo que vería y escucharía a continuación.

❝ is this the real life?
is this just fantasy?
caught in a landside,
no escape from reality... ❞

el piano de freddie fue lo primero en sonar junto a sus voces a coro, en una melodía lenta y envolvente.

ahí estaban. estaban haciéndolo. después de todo lo que habían pasado.

las manos de dante comenzaron a moverse al unísono, como si los guiara una vez más, indicándole las pausas a freddie y john con una y alentando a roger y brian con la otra.

faith sentía el corazón en la garganta. estaba nerviosa, sí, pero también confiaba en su hermano, en su novio y en sus mejores amigos. lograrían salir de esa como de tantas otras.

y así fue, durante los siguientes minutos, los nervios de los músicos disminuyeron a medida que se entregaban a las melodías y al canto.

solos icónicos, versos legendarios, voces agudas y profundas que fueron la representación más cercana de la majestuosidad del paraíso.

queen simplemente era arte y siempre lo serían.

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cuando tania encendió las luces, los rostros del par de examinadores les fue visible a todos y entonces la rizada se arrepintió de iluminar el salón.

no pasaron más de dos segundos para que la banda notara las expresiones en las caras de los hombres y que sus ilusiones se detuvieran.

no les había gustado.

faith cerró sus ojos con fuerza y al abrirlos, los llevó al cristal, intentando prepararse para soportar el aura sombría que se acentuaba en sus amigos, hermano y novio poco a poco.

tania regresó el grupo algo cabizbaja y paul la rodeo con un brazo, regalándole una sonrisa algo triste. no era su culpa, ni la de ella ni la de nadie.

mccartney mantuvo a su amiga consigo y se apego a las demás, como sí así pudiera ayudarlas a escuchar algo lamentable y a no desanimarse.

—¿qué es esto, francés?— exclamó murphy, levantándose del sofá.

—una obra de arte.— contestó dante, girándose. —y ya te dije soy belga, maldito cerdo inculto.—

paul se tapó la boca con la mano libre, era eso o estallar en carcajadas porque la respuesta de su jefe le había causado gracia en el momento menos indicado para hacerlo.

—¿acabas de presentar a tu banda con un sencillo de seis malditos minutos?— enfrentó reece. —¿somos tu burla?—

—¿cúal es tu jodido problema ahora?— vociferó el rubio igualando su comportamiento.

sophie apretó el brazo de faith y esta se encogió en sus hombros. sentían que todo comenzaba a salirse de control una vez más.

—dura demasiado y ni siquiera logro identificar a qué género pertenece. ¿rock? ¿opera?—

—¡es eso y más! queen no encaja en tus tradicionalismos basuras.—

—estoy de acuerdo con que es es distinto...— dijo el otro.

—es mejor.— sentenció el rubio, interrumpiendo.

el calvo se rascó la nuca. tenía experiencia y no podía negar que había escuchado y visto talento, pero la situación era compleja.

desde la cabina, john comenzó a temblar. podían escucharlos y eso solo ocasionaba que la paz que habían obtenido durante la presentación, desapareciera por completo en cuestión de segundos.

freddie apoyó su frente contra las teclas del piano, haciendo que estas sonaran con desafinación. —por favor, no me digan que debimos tocar la canción del auto de roger.—

y aunque su comentario hubiera sonado divertido, no logró sacarle una risa ni al aludido ni a brian, quien se había quedado inmóvil y en completo silencio.

el ambiente era tenso dentro y fuera del cuarto de sonido y se sentía tan pesado que hasta parecía que volvía más difícil el respirar.

—tienen buenos rangos, reece.— dijo murphy, intentando convencer a su compañero. —y el chico de la guitarra tiene tiene un potencial increíble, su sonido es especial.—

—indudablemente.— admitió el mencionado. —pero podrían emplearlo en algo más común.—

—olvídalo. esta canción tiene todo lo necesario para el icono de un álbum y no aceptaré menos que eso.— cortó dante, seguro y enfatizando en cada cosa que mencionaba. —mis muchachos trabajaron día y noche por esto y no me iré de aquí como si no merecieran el contrato.—

roger sonrió con los ojos cristalizados, pero sin siquiera saber que sus iris estaban así. no era consciente del pánico y frustración que estaba acumulando en sus zafiros.

—escucha, mocoso. ¿sabes cuántas bandas como esta he visto? cientas. no son tan especiales como crees.— dijo reece. —pero si quieres jugarte tu carrera por ellos, adelante, porque no puedes obligarnos a hacer lo mismo.—

y tras decir aquello, el hombre se dispuso a dejar el cuarto, partiendo un montón de corazones.

pero en ese mismo momento, dante se despidió de su cordura. ahora sí le había tocado las pelotas y no se quedaría de brazos cruzados cuando se había atrevido a menospreciar a sus chicos en su cara. era un hombre de palabra y la haría valer a como de lugar.

—¿qué no puedo?— alzó la voz a sus espaldas, haciéndolo voltear a verlo. —recházalos y mañana a primera hora el escándalo de hace cinco años volverá a salir a la luz.—

a sophie se le escapó un jadeo de sorpresa y miró a su mejor amigo, casi rogándole que detuviera a su jefe de hacer una locura, pero paul estaba tan descolocado como ella. ni siquiera tenía una mínima idea de que hacer o la conciencia si debía mencionar algo o no.

el pelinegro miró al tenor con ira y rio. —no te atreverías.—

dante igualó sus pasos, acortando su distancia y quedando tan cerca de él, que el hombre pudo sentir su pesada respiración sobre su rostro antes de que le sonriera socarronamente mientras le decía una sola palabra que logró ponerle los vellos de punta: —pruébame.—

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