⚠︎ 𝗳𝗼𝘂𝗿𝘁𝘆 𝗼𝗻𝗲.
→ CAPÍTULO CUARENTA Y UNO.
⇆ ◁ || ▷ ↺ : 𝚋𝚛𝚘𝚘𝚔𝚕𝚢𝚗 𝚋𝚊𝚋𝚢 - 𝚕𝚊𝚗𝚊 𝚍𝚎𝚕 𝚛𝚎𝚢.
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— ✧ LONDRES, INGLATERRA.
FEBRERO, 1974. ✧ —
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el clima lluvioso había cesado hace ya algunos días para dar paso a una intensa ola de bajas temperaturas que tenía a todo londres medio congelado y tembloroso, así que era justamente por ello que el joven paul se encontraba camino al camarín de la banda con las manos ocupadas entre una gruesa nanta de color verde y un posavasos de cartón en el que llevaba algunos té calientes.
al llegar a la sala, tocó la puerta y abrió tras escuchar un grito aprobatorio por parte de roger. al entrar, pudo ver al cuarteto arreglándose frente a los espejos y sonrió dispuesto a saludar, pero el gesto se borró de sus labios al oír un inmediato regaño.
—llegas tarde.— gruñó chiméne. como grupo, habían acordado reunirse tempranamente para ayudar a la banda con el montaje de los instrumentos.
el muchacho giró sobre sus talones para verla y la encontró justo y tal como esperaba: hundida en el sofá y acurrucada con las demás chicas en busca de algo de calor.
—primero que nada, buenas tardes.—
su comentario le causó cierta diversión a faith y tania, haciéndolas reír, mover sus manos y saludar a coro. —hola, paul.—
—bienvenido, querido.— complementó freddie, mirándolo por el reflejo del espejo.
john le sonrió tan amable como siempre, brian estrechó su mano, preguntándole cómo estaba y roger palmeo su hombro amistosamente cuando pasó por su lado en busca de sus zapatos.
y tras que el pelinegro correspondiera a los saludos, volvió su vista hacia su novia. la muchacha se encontraba particularmente seria, cosa que no acostumbraba a ver en ella y de cierta manera, hasta lo atemorizaba.
—guarda las garras para la noche, ¿sí, amor? tu hombre se retrasó porque trajo todo esto para sus chicas.— dijo, moviendo sus manos. —mínimo dame un beso.—
la menor de los deacon y su rizada compañera, lo miraron enternecidas y con un puchero.
—así que sirves para algo.— bromeó sophie, ladeando la cabeza y sacándole una carcajada sonora a freddie.
paul negó con una sonrisa escondida. —¿sabes? a veces me pregunto porque demonios eres mi mejor amiga.—
mientras sophie y roger se reían de su respuesta, se acercó al sofá para entregar los vasos a las muchachas y saludarlas apropiadamente con un beso en la frente a tres de ellas, ya que a chiméne le robó un pequeño pico en los labios.
y posterior a ello, les hizo una seña a las cuatro, exigiendo un lugar entre ellas. —vamos, denle espacio a este lindo trasero.—
el grupo de amigas sonrió y se dividieron en dos, permitiéndole tumbarse justo en el medio y cubrir sus cuerpos con la manta antes de acurrucarse contra él, haciéndolo sonreír y rodearlas con los brazos.
entre el té, los cuchicheos y pláticas surgieron rápidamente y se mantuvieron así, observando a los músicos alistarse y divirtiéndose con los gritos mandones de freddie y sus improvisaciones vocales con roger para relajar y preparar sus gargantas.
—❝ whop bop b-luma b-lop bam bom
tutti frutti, oh rudy... ❞— canturreaba el par entre risas que contagiaban a los demás a seguirlos.
desde fuera, los técnicos y trabajadores podían escucharlos. para algunos era un fastidio y para otros una completa indiferencia... y es que sus fríos corazones jamás podrían entender la felicidad y calidez de aquella particular familia.
fue así como el momento se vio interrumpido algunos minutos después por uno de los encargados que llamó a la banda a presentarse y al resto de los acompañantes fuera del camarín.
las cuatro chicas se levantaron perezosamente y protestando porque paul fue quien conservó la manta. tras ellas, los cinco jóvenes las siguieron por el pasillo de salida, en donde se detuvieron un momento para despedirse y desearse suerte.
—te veré desde el escenario, hermosa.— dijo roger, picoteando los labios de faith. ella sonrió y correspondió a sus besos más profundamente.
—éxito allá arriba, niños.— animó chiméne.
brian le sonrió agradecido y le sacudió el cabello antes de abrazar a tania mientras freddie lo imitaba con sophie y paul le enseñaba sus pulgares a john.
cuando faith y roger se separaron, ella se dirigió con su hermano para mimarlo un momento en busca de apaciguar sus nervios antes de que subieran a la tarima y cuando se separaron, el grupo se dividió en dos y en caminos distintos.
—pareces un pingüino aprendiendo a caminar.— le dijo sophie a paul, aún envuelto en la cobija.
—honestamente creo que es lo mas lindo que me has dicho en todo el tiempo que llevamos siendo amigos.— sonrió él.
la menor soltó una risotada y enganchó su brazo al del pelinegro mientras seguían hasta el lugar asignado al público.
—woah...— dijo tania, cuando llegaron al salón. —este lugar cada vez está más repleto.—
faith sonrió y observó a chiméne, quien mordió su labio con ilusión. la banda comenzaba a tener una creciente popularidad a cada fin de semana.
—van a lograrlo.— dijo paul, seguro. —queen será una gran banda y su legado trascenderá generaciones completas.—
al escuchar su confianza, faith volvió a sonreír y se giró a verlo. jamás podría agradecer lo suficiente por tener tan buenas personas en su vida.
—venga, vamos.— mencionó sophie, animada. —quedaremos sin lugares.—
—pisotear y empujar siempre es una opción.— bromeó chiméne con diversión.
continuaron su recorrido con algo de dificultad debido a la aglomeración de personas, pero finalmente lograron llegar a una buena línea y vista para contemplar el show comenzando.
el ambiente y vibra del rock invadió rápidamente a todos los espectadores al escuchar la voz de freddie liderando melodías icónicas.
bueno, a casi todas las personas. había una excepción: paul. y no era porque el muchacho no supiera apreciar la buena música, sino porque había algo que lo mantenía inquieto. o más bien, alguien.
el hombre a su lado que no despegaba los ojos de las piernas de faith.
la joven deacon gozaba de buen peso y contextura desde que su alimentación mejoró y comenzó la terapia para dejar aquella adicción involuntaria que la había atormentado tan injustamente. además, freddie la había regalado algunas prendas nuevas, justamente como el lindo atuendo que vestía aquella noche: una falda azul grisácea con medias, un suéter negro y un abrigo del mismo color. y es que mercury pasaba demasiado tiempo en la boutique donde trabajaba tania, gastándose su pago de cada presentación en ropa para él y sus chicas consentidas. aunque para la rizada, eso no resultaba un problema pues tenía grandes comisiones cada mes gracias a las compras del persa.
quien tenía un verdadero problema era paul. por nada del mundo deseaba arruinar el show de sus amigos, pero el sujeto comenzaba a impacientarlo demasiado.
intentando disimular, dio un paso hacia delante y retiró la manta de su cuerpo para cubrir a la menor, pero se arrepintió en el instante.
la chica no tenía la culpa del jodido descaro obsceno de un desgraciado poco hombre.
así que bastante cabreado, se giró para ver al individuo y enfrentarlo de una buena vez. —¿qué miras, cerdo de mierda? ¿se te perdió algo?—
al escucharlo hablar de tal manera y con un tono de notorio enfado, las muchachas se voltearon en su dirección y no les faltó unir demasiados cabos para entender qué sucedía.
—que puto asco.— susurró sophie, cansada. ¿por qué siempre las mujeres debían estar expuestas al acoso?
el hombre alzó la manos ante el reclamo del chico y se alejó lentamente, perdiéndose entre el resto de la multitud.
faith suspiró profundamente y puso su mano sobre el hombro de su amigo. —gracias, paul.—
—no agradezcas, bonita.— respondió el mencionado, relajándose y atrayéndola entre sus brazos para reconfortarla de la pésima situación.
—te sacaste la lotería con él.— le dijo tania a chiméne. —si lo vuelves a dejar, te golpearé en la cara.—
el aludido soltó una risa mientras la morena se cruzaba de brazos con fingida indignación.
tras aquel incidente, los cinco se dispusieron a disfrutar verdaderamente el espectáculo que queen estaba montando sobre el escenario.
faith solo se dejó absorber en ellos y específicamente en roger... inundándose de él y de su santa gracia porque verlo fluir con y en la música simplemente era una verdadera maravilla, un gozo esplendoroso de orgullo y adoración que anidaría por siempre cálida y dulcemente su pecho. y es que lo amaba, lo amaba en todos los sentidos posibles y lo haría por la eternidad.
tanto ella como sus compañeros, lograron contemplar la presentación con dicha hasta la mitad, ya que en ese momento de pausa y cambio de vestuario de la banda; una segunda molestia apareció para ellos.
esta vez, correspondió a unas imprudentes chicas que avanzaron más adelante a base de empujones y robar lugares.
—cuando dije que empujar y pisotear era una opción, no fue enserio.— dijo chiméne, molesta.
pese a ser claramente escuchada, las femeninas no hicieron ni el menor intento por moverse. tal cosa, fastidió a faith así que tomó la mano de sophie y tania para indicarles que se desplazaran también.
incómodamente, volvieron a quedar a buena vista de la tarima y por sobre de las otras muchachas.
la menor las miró de reojo y reprimió una risa. parecían clones: ambas rubias, de labial rojo y escote sugerente.
—¿qué?— soltó una de ellas al notarla observándolas y molesta por el cambio de lugar.
—¿qué?— imitó faith, encogiéndose de hombros.
la de vestido verde rodó los ojos y miró a su acompañante, quien asintió con disgusto antes de pasar sobre ellos nuevamente.
tania se masajeó las sienes. la situación ya era casi personal, pero antes de que pudiera notarlo y de forma decidida, la deacon volvió a abrirse paso.
al notarla otra vez, la chica de vestido verde se giró de forma desafiante. —¿qué rayos quieres?—
—nuestro lugar.— respondió la pálida con simpleza.
—¿crees que eso me importa?— se burló la mayor.
—déjala ya, margaret.— comentó su clon con desinterés.
tras la advertencia de su amiga, la mencionada suspiró pesadamente. —ya no fastidies, linda. tengo un show que disfrutar.—
ante el evidente coqueteo en sus palabras finales, faith no se movió ni un solo centímetro y no pasó mucho antes de que otro comentario se escuchara.
—dudo que hayan venido solo por el concierto.— soltó sophie con fastidio.
—tienes instinto, querida.— dijo margaret con fingido aprecio y volviendo su vista a la castaña, alzó la cejas, esperando ilusamente que le cediera el lugar.
pero faith no estaba dispuesta a dejar que alguien de cualquier calaña se acercara a sus chicos.
—pues a nosotros nos importa una mierda a lo que hayan venido realmente, solo queremos nuestros lugares así que ya lárguense.—
paul abrió los ojos y chiméne frunció el ceño con asombro. no esperaban una reacción así de su dulce y buena confidente, pero una parte de ellos sentía un tremendo orgullo de que tuviera el carácter suficiente para desafiar.
margaret y compañía, claramente no esperaban un contraataque, por lo que la primera de ellas ardió en cólera rápidamente.
—¿quién demonios te crees que eres?—
sophie y tania solo pudieron sonreír al ver que su amiga no perdía el control y mantenía su expresión indiferente y segura de sí misma. sin duda alguna y mucho más allá de un contexto de chiste, freddie la había enseñado a ser una verdadera reina.
—soy la hermana del bajista, la mejor amiga del rizado a cargo de la guitarra y del vocalista...— dijo faith y fingió pensar, rascando su mentón. —ah, y la novia del baterista.—
las rubias la miraron totalmente incrédulas. su asombro fue tan notorio que paul rio por lo bajo ante lo perdidas y confusas que parecían estar.
—¿su novia?— dijo la de vestido negro, escandalizada. —imposible.—
los murmullos alrededor no se hicieron esperar gracias a su comentario, abundando en críticas sobre la notable edad de faith, quien se sintió incómoda, pero no estaba dispuesta a evidenciarlo o bajar la guardia.
su novio estaba en una banda, tocaba la batería, le recitaba la mejor poesía en cada canción y ella estaba tan orgullosa de eso que defendería su vínculo con todo lo que era y tenía.
—claro que es imposible. yo conozco a taylor, lo conozco demasiado bien...— se mofó margaret, lamiendo sus labios con deleite y chiméne hizo una mueca de asco. —y esta niñata no es su tipo.—
pero aquello estuvo lejos de desestabilizar a faith y de hecho, solo la hizo sonreír.
—soy exactamente su tipo, ¿y sabes por qué? porque roger...— enfatizó. —se cansó de las zorras plásticas, fáciles y baratas como tú.—
tania y chiméne se quedaron inmóviles, intentando asimilar que acababan de escuchar; sophie silbó, disfrutando la respuesta y paul jadeo involuntariamente y de mera sorpresa. ninguno sabía si asustarse ante el descubrimiento del carácter de la deacon o aplaudirle de rodillas.
con el rostro rojo de coraje, margaret tomó la mano de su amiga como una fiera estresada y comenzó a caminar lejos, arrastrando a la otra joven.
a faith le fue imposible no sonreír ligera y encogerse de hombros con simpleza mientras tomaba su lugar nuevamente.
—se está volviendo salvaje.— cuchicheo paul.
—somos las niñas de mamá mercury.— explicó sophie con naturalidad.
y sí que lo eran.
y tras un par de elogios hacia aquella faceta tan empoderada de faith, el grupo se dispuso a disfrutar la siguiente mitad del espectáculo de la pequeña banda de bares que comenzaba a hacer sonar su nombre en cada rincón de londres.
los chicos volvieron al escenario entre gritos y aplausos de bienvenida, y con nuevos atuendos que hicieron enloquecer a la mayoría de los presentes.
la joven poeta en potencia no fue la excepción, ya que en cuanto vio a su rubio novio aparecer para tomar lugar tras la batería, sintió la calma regresar a ella, la paz rodeándola y su mundo entero desconectarse para perderse en su voz, en su imagen y en todo él. vistiendo de blanco, haciendo juego con su piel crema, tersa y suave y con sus expresiones sincronizadas a la música... simplemente era como estar viendo un ángel.
el ángel que la había rescatado del infierno.
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cuando la presentación se dio por terminada, la banda se retiró al camarín para asearse y volver a sus ropas comunes antes de retirarse del local en compañía de sus amigos. al salir del bar, el frío de la noche los golpeó con fuerza, haciendo que freddie soltara una maldición mientras que los demás se encogían y comenzaban a temblar, soltando vapor por la boca.
en un acto de caballerosidad y preocupación, roger se quitó su pomposo abrigo para dárselo a faith, quien se giró a verlo de inmediato con intenciones de protestar que fueron silenciadas de inmediato por un beso rápido.
—sin protestas, señorita.— sentenció el rubio, metiendo sus manos en los bolsillos su pantalón en busca de las llaves del coche.
chiméne observó a paul nuevamente envuelto en la manta, pero este solo soltó una risa divertida, diciendo: —ni lo sueñes, linda.—
tania y sophie carcajearon abrazándose entre sí para conseguir calor y freddie miró mal al pelinegro que perezosamente comenzó a buscar las llaves de su auto también.
—yo llevaré a las chicas.— dijo, volteándose a ver a roger. —y tú a los demás.—
el ojiazul negó con la cabeza. —llevaré a faith a cenar.—
la mencionada lo miró con algo de sorpresa pues no esperaba más planes para esa noche, pero la hacía inmensamente feliz que pudieran tener citas como una pareja normal y que él se preocupara de tener tantas atenciones para ella.
—¿si sabes que no hay suficiente lugar para todos en mi carro, taylor?— exclamó paul.
el mencionado sonrió, enseñándole los dientes. —ese ya no es mi problema, querido amigo.—
el mayor le enseñó el dedo corazón y una sonrisa bastante fingida.
roger rio y mordió la punta de su lengua con malicia al ver a dos sus compañeros de banda en completo silencio y a unos metros del grupo.
—deaky y brian pueden caminar, ¿no es así?—
may lo miró, quedándose inmóvil y con unas ligeras ganas de golpearlo con la pesada red special en la cabeza. se sentía tan nervioso desde que roger los había descubierto, que aún no afrontaba la situación correctamente.
por otro lado, sin saber qué más hacer y harto de evadir sus sentimientos, john se encogió en sus hombros antes de responder: —sí, está bien.—
el rubio sonrió hacia el bajista con complicidad, orgulloso de que se aventurara a tomar una decisión, enfrentar su vínculo con brian y quizás concretarlo en algo más de una vez por todas.
y sin notar la mirada tensa de freddie en su nuca, se subió al auto tras mover su mano hacia los demás y ya una vez dentro, abrió la puerta del copiloto para que faith lo imitara.
la jovencita corrió a despedirse de su hermano en un apretado abrazo y le lanzó un beso al resto del grupo antes de montarse en el coche con rumbo a una linda cita nocturna.
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alrededor de una hora más tarde, la pareja dejaba un pequeño restaurante en el que habían cenado tranquilamente, compartiendo una linda velada entre pláticas y mimos.
la menor aún conservaba el abrigo de su novio y este ya estaba seguro de que tendría un resfriado durante los siguientes días, pero poco le importaba con tal de ver a su chica bien protegida.
al subir nuevamente al coche del rubio, faith pudo notar que la ruta no era en dirección a la casa may, donde estarían los demás o su pequeña morada, por lo que decidió preguntar dónde se dirigían realmente.
—es una sorpresa.— respondió roger, mirándola de reojo para luego volver su vista a la calle.
la deacon sonrió y no añadió nada más en el resto del camino y se dedicó a admirar las vías casi vacías mientras escuchaban algo de música. confiaba plenamente en él e iría hasta el fin del mundo mientras estuviera a su lado.
taylor condujo alrededor de un cuarto de hora, llegando hasta uno de los puentes que cruzaban sobre el támesis, aunque para faith no era un lugar conocido.
bajaron del auto, sintiendo el frío volver a rodearlos y despeinar sus cabellos con violencia. la sensación era casi congelante, pero de alguna manera, roger sentía su interior tan cálido como una ardiente fogata.
amor, devoción, bienestar... eran tantas las emociones y dichas que sentía con ella que ni siquiera podía identificarlas una por una.
y deseando transmitirle ese gozo, entrelazó sus dedos y la invitó a acercarse a la barandilla y mirar sobre ella. el caudal era fuerte y corrientoso a consecuencia de la tormenta de hace días que había provocado el aumento del flujo del río.
—¿le temes a las alturas?— consultó él, gentilmente.
—no le temo a nada si estoy contigo.—
en el momento, no necesitaban más palabras. solo una mirada o una sonrisa bastaba para unirse en una misma dirección y conectarse en uno solo que hizo que roger tomara la valentía de subirse a la barandilla con cuidado, para luego ayudarla a ella a hacerlo también y juntos, sentarse en el borde a contemplar la gran masa de agua bajo sus pies y el horizonte oscuro.
contemplaron la negrura de la noche fusionada con los brillantes de las estrellas y las luces en miniatura de la ciudad. sin duda, era una vista majestuosa de la que disfrutaron hasta que el rubio pasó su mano por el interior del abrigo que faith usaba, dejando una caricia sutil entre la búsqueda de la caja que tenía en su bolsillo.
ella lo miró con confusión. en todo el tiempo que llevaba usando el chaquetón, no se había percatado de esa linda cajilla de color crema que ahora roger sostenía entre sus dedos con una sonrisa.
el baterista besó su mejilla y le ofreció el objeto para que lo tomara y abriera. al sacar la tapa, una bonita pinza de cabello en forma de flor con pétalos blancos y centro amarillo, fue visible para ella.
—¿sabes que simbolizan las margaritas?— preguntó él y la pálida negó suavemente aún contemplando la reluciente pieza. —pureza e inocencia, sencillez e incondicionalidad... y el amor verdadero.—
faith llevó sus ojos a él ante la revelación, sintiendo su corazón comenzar a latir apresuradamente y su cuerpo inmovilizarse.
al ver su reacción, roger sonrió de lado y bajó la mirada un segundo. balanceó sus pies algo nervioso, perdiéndose en el río y luego observó el horizonte en un suspiro.
—tú...— balbuceó inseguro. —tú eres pura... la persona más pura y buena que he conocido en toda mi vida. de hecho, eres demasiado para un pobre diablo como yo... dios, no tienes idea de cuan afortunado me siento de tenerte.—
ella sonrió y se encogió en sus hombros, haciéndose ver más diminuta en ese grueso abrigo y tan pequeñita como john cada vez que se sentía suave o inquieto. de tal palo, tal astilla.
aunque en el fondo de su ser, sentía algo de diversión y ternura al ver a roger tan intranquilo y disperso.
taylor volvió a suspirar. —lo que quiero decir es que... eres como una flor. frágil y hermosa, delicada pero fuerte como una raíz porque aunque tu vida ha sido una mierda... no te has marchitado y aquí estás, coloreándome la vida.—
faith se acercó a él un poco más, reposando su cabeza en su hombro y sonriendo ligeramente. no entendía cómo el mundo podía juzgarla como un simple libro por quererlo, criticarla por su edad, suponiendo que ni ella sabía que necesitaba o que no comprendía los icónicos años setenta. ser joven no la hacía estúpida o menos digna ni capaz de amar incondicionalmente.
¿cómo no podían entender lo maravilloso que era sentir todo eso? ¿cómo no podían darse cuenta de que ella era libre gracias a él?
—estoy aquí gracias a ti, rog. hace casi tres años... todo lo que podía pensar era negro, un infierno de soledad y amargura que me hundía a cada segundo, pero cuando te vi a ti... la luz regresó a mí como si hubiera estado muerta durante catorce años y tan solo viví desde que te encontré.—
roger tembló. a diferencia de su hermano, ella si sabía expresarse con las palabras de papel y verbales y podía sentir su dolor y su esperanza en todas y cada una de ellas, por lo que cerró los ojos fuertemente. todo su interior se removía con agonía al imaginarla hace tres años, al pensar en su turbia infancia y en su triste niñez.
—me diste voz...— susurró ella. —me diste la poesía, inspiración y talento cuando creí que estaba destinada a ser una don nadie. me diste una pasión, amor mío.—
el rubio sonrió. ni siquiera podía expresar cómo se sentía saber una vez más que él era su inspiración, sus versos, la ilusión que le había dado las ganas de ser alguien en la vida... el inicio de la gran poetisa faith deacon.
—vaya, se supone que el que haría una declaración amorosa era yo.— bromeó, rodeándola con uno de sus brazos.
escuchó su risa melodiosa y la sintió esconderse en su pecho. —lo siento.—
roger apretó el agarre suavemente, reconfortándola y manteniéndola a su lado.
—¿sabes que significa el color crema?— preguntó nuevamente.
la femenina bajó la vista a la cajilla en sus manos e hizo una línea con sus labios. sí que lo sabía, veía crema en él, pero quería escuchar cada palabra y significado en su tono, en su acento, en su única y maravillosa voz.
—tal vez.— respondió bajito.
él sonrió, adivinando sus intenciones y apoyó su mejilla contra la cabeza de la chica.
—es tranquilidad, suavidad y calidez.— confesó. —y tú eres mi lugar seguro y feliz en el mundo, la paz de mis batallas y el fuego en mi interior.—
faith respiró profundamente, inhalando la deliciosa esencia que su abrigo conservaba. lo quería tanto que sentía que el corazón no lo soportaba y en cualquier momento estallaría en las más románticas piezas.
—yo... te quiero, roger.—
él sonrió antes de separarse un poco para poder tomar la pinza de la caja y ponerla a uno de los costados de su cabello, recogiendo algunos de sus largos mechones.
—yo te quiero más.—
ella llevó la mano a su cabeza, tocando donde la flor ahora sostenía tan solo un poco de su pelo.
—quizá debería decirle a las chicas que debo cortarlo un poco.— comentó.
roger no tardó en poner cara de espanto y negar efusivamente. a él le gustaba demasiado así.
—son mis amigas también, pero... si tocan tu cabello, las arrollaré con mi auto.—
faith soltó una risa, descartando la idea de hacer un corte. besó su mejilla y juntos miraron la brillante noche inglesa durante algunos minutos antes de que el ojiazul volviera a hablar.
—eres mi amor verdadero, nena.— musitó. —y eres la única razón por la que viviría mil vidas... para amarte en todas y cada una de ellas.—
ella sonrió y desde la profundidad de su alma y corazón, nacieron las dos palabras que sellarían su destino, su amor y el de sus futuros.
—amantes eternos.—
el silencio siguió a su hablar, pero no fue incómodo o asfixiante; fue plácido, cómodo y cómplice de la colorida promesa que acababa de hacerse implícitamente, porque crema también era historia y la historia de los amantes eternos apenas estaba comenzando.
──────── ✧ ────────
al llegar a casa, roger sacó un encendedor de uno de los bolsillos de su pantalón y encendió las velas para iluminar el frío sótano.
sonrió, algo orgulloso de sí mismo al mirar el prende fuego. ya desde algunas semanas que había dejado de fumar y solo cargaba eso y no los cigarrillos que tanto acostumbraba a consumir día a día.
—están algo pequeñas ya, deberíamos cambiarlas.— comentó taylor, señalando las velas.
faith asintió con una sonrisa y se dirigió a la caja al costado del sofá, donde mantenían algunos repuestos y otras cosas para mantener limpio.
mientras ella buscaba velones nuevos, el rubio observó el techo del lugar pues donde hace algunos días se filtraba el agua de la tormenta en goteras, ahora se colaba la fría brisa nocturna. frunció el ceño y deslizó las yemas de sus dedos por las tablas viejas y rugosas, sintiendo las quebraduras y orificios.
—compraré madera nueva con la próxima paga.— dijo decidido. —repararé este lugar.—
al escuchar su determinación y seguridad, faith dejó la caja y se giró a verlo con algo de preocupación. —rog... ¿has pensado qué haremos si nos descubren usando...?—
—sí.— interrumpió él. —si eso pasa, le daré mis ahorros al dueño como renta por estos meses.—
ella bajó la cabeza. —esos ahorros son para financiar un disco con los chicos.—
el mayor evitó mirarla. no quería llegar al mismo abismo de siempre: la falta de dinero y que a raíz de ello, aún no pudiera rentar la casa.
notando su reacción, faith caminó hacia él y rodeó su torso con sus brazos, sintiéndolo suspirar y corresponder al gesto segundos después.
—solo no quiero perder esto, nena. se ha vuelto demasiado importante para mí.— confesó. —amo que nuestras memorias estén aquí, amo ensayar aquí abajo con mis amigos y escucharte reír desde el jardín con las chicas... amo esta casa, este sótano.—
—los recuerdos estarán siempre en nuestra mente y... siempre seremos una familia con los demás.— musitó.
roger cerró los ojos, descifrando su advertencia. sabía que faith adoraba aquel lugar tanto como él, pero también sabía que habían gozado de buena suerte durante demasiado tiempo y en cualquier momento la propiedad podía venderse o rentarse.
pero aún así, no podía conformarse ni rendirse. quería darle todo lo que merecía y vivir con ella en aquel sitio perfecto para ellos.
—es nuestro hogar, no quiero renunciar a el.—
faith suspiró y levantó la cabeza de su pecho para mirar directamente a sus ojos azules y brillantes.
—tú eres mi hogar.—
sus palabras removieron el interior del rubio, desarmándolo y quitándole toda defensa ante ella.
taylor la observó inmóvil durante segundos, perdiéndose en ella... perdiéndose en la pequeña niña de familia rota y de imaginación silenciosa que se había convertido en la mujer de su vida, en una hecha con un corazón de estrellas y con una piel de cicatrices.
le sujetó el rostro con las manos por las mejillas y unió sus bocas en un necesitado beso, como si después de escucharla decir eso, no pensara en absolutamente nada más y solo necesitara sentirla.... y amarla por completo.
el beso fue duradero, profundo y húmedo, sincronizándolos a ambos en la misma atmósfera de pasión y confianza, de pureza y emociones. todo en una misma armonía perfecta.
—te amo.— le recordó él, sintiéndola jadear contra sus labios, casi diciéndole en un suspiro que lo sabía y que ella lo amaba igual o más y que estaría dispuesta a todo por él.
con los ojos cerrados y las frentes pegadas, una vez más, faith estaba ahí, ansiosa por él, deseando que pudiera notar la inmensidad de su amor y que hace ya mucho, había decidido que su vida, su alma, su corazón y su mente... que toda ella, era suya para pertenecerle por la eternidad.
roger se rindió por completo, dejándose ver como realmente era, como ese niño pequeño demasiado solo para ser fuerte y demasiado diferente para pertenecer a alguien.
hasta ese momento... hasta ella.
porque fue entonces cuando roger taylor dejó de ser un niño de corazón roto y se convirtió en un hombre que finalmente, tenía un amor verdadero y un hogar real: ella.
notando como sus respiraciones se mezclaban en jadeos y sintiendo sus pechos chocar contra el del otro en latidos acelerados, abrieron los ojos un momento. fuego y agua, viento y mar, azul contra gris verdoso, zafiro contra hiddenita oscura.
con parpados caídos en miradas concentradas, ambos supieron que estaban dispuestos a una noche y a una vida juntos.
sus labios volvieron a encontrarse en una dulce y placentera batalla a la que se unieron caricias puras y sensibles que deshicieron prenda tras prenda y recorrieron caderas y pectorales en patrones tan delicados como ardientes.
gracias a ello, roger tenía los sentidos más alerta que nunca. podía sentir su abdomen descubierto casi quemando su interior, sus despeinados cabellos pegados a su nuca y cuello y una ola de nerviosismo recorrerle la espalda como una brisa fría. el muchacho jamás había dudado de su potencial masculino ni de su atractivo físico pues debía reconocer que siempre había sido un cretino egocéntrico, pero era la primera vez en toda su vida que se sentía tan verdaderamente desnudo y expuesto cuando aun llevaba algo de ropa encima.
el ambiente era tan íntimo, nuevo y lleno de amor que se sentía como un inocente virginal.
pero haciendo a un lado sus inquietudes, abrió los ojos para contemplar la belleza frente a él y cerciorarse de que todo estuviera bien. contempló entonces, a una faith semi desnuda en un sujetador rojo que hacía un delicioso contraste con su piel suave y tersa, con su largo cabello castaño suelto y con la pinza sujetando algunos mechones; pero lo más importante para él fue que contempló a una amante incondicional, relajada, tranquila y con una sonrisa tan sincera y feliz que lo hizo volver a cerrar sus iris con paz y sonreír también antes de seguir acariciándola.
y entre besos, retrocedieron hasta llegar al sofá, en donde se hundieron entre los cojines y desapareció casi todo el resto de su ropa ya que el rubio se detuvo en la última instancia para mirar nuevamente a la deacon.
desde arriba, la vio atentamente, como si pudiera memorizarla por completo y grabarla en lo más profundo de su memoria. ojos cerrados, labios abiertos, con las manos a los costados de su cabeza, con la respiración de una manera casi descontrolada por lo que sus senos pálidos y vírgenes se movían al compás de su pecho.
puso su palma sobre el, ayudándola a regular la respiración y cuando lo consiguió, se inclinó sobre ella para succionar su labio inferior.
—¿estás bien?— susurró jadeante.
ella asintió sin abrir los ojos. —sí... es solo que... nunca había hecho esto.—
y aún con el cuerpo caliente, roger sonrió lleno de ternura. no necesitaba decírselo, él lo sabía y no podía sentirse más honrado de ser otra de sus primeras veces.
—tampoco yo.— contestó y al instante cerró los ojos con frustración al darse cuenta de lo estúpida e irónica que había sonado su respuesta. —quiero decir... hacer el amor.—
faith sonrió, abriendo sus iris para concentrarlos con los de él e intentar relajarlo al dejarle ver sus orbes brillantes y ansiosos. besó sus labios tiernamente, invitándolo a continuar de una manera a la cual roger no pudo resistirse más.
con sus manos gruesas sujetó firmemente la fina cintura de la chica, sintiendo las piernas de ella rodearle las caderas mientras se sujetaba a sus hombros anchos y sus rostros reflejaban el placer y amor en el que sus pieles crema se habían fundido, robándoles el aliento a ambos cuando se envolvieron en un abismo que los llevó a tocar el cielo, en un paraíso y en un éxtasis tan fuerte en una explosión de colores en medio de la oscuridad de la noche.
──────── ✧ ────────
— @winterwitch ; picrew.
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