𝗳𝗼𝘂𝗿𝘁𝘆.
→ CAPÍTULO CUARENTA.
⇆ ◁ || ▷ ↺ : 𝚟𝚊𝚙𝚘𝚛 - 5 𝚜𝚎𝚌𝚘𝚗𝚍𝚜 𝚘𝚏 𝚜𝚞𝚞𝚖𝚎𝚛.
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— ✧ LONDRES, INGLATERRA.
ENERO, 1974. ✧ —
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brian sintió su interior derretirse por completo al escuchar un estornudo de john, pues había sonado tan jodidamente tierno y suave como un pequeño gatito que cerraba sus ojitos ante el espasmo.
—¿estás bien, cariño?— preguntó dulcemente.
el menor asintió efusivo, brindándole una de sus lindas sonrisas y con las mejillas ligeramente sonrojadas.
—hace frío.— musitó apenado. may le había advertido que debía usar ropa más abrigadora y él había ignorado sus palabras.
pero lejos de regañarlo, el guitarrista se quitó su abrigo y lo puso sobre los hombros del castaño, haciéndolo lucir más pequeñito.
—pero, bri...—
—no quiero que enfermes, amor. se me cae el mundo si te pasa algo.—
los destellos rojizos en las mejillas del bajista se intensificaron considerablemente y sonrió nervioso. sentía su corazón ir demasiado rápido.
john miró a otro lugar. no entendía que sucedía con él, no tenía ni la más mínima idea, pero se sentía tan bien.
¿debía decir algo? ¿debía mencionar lo ocurrido en el teatro? mordió su labio, titubeando y entonces fue brian, quien tuvo que apartar la mirada.
el joven deacon era una persona bastante insegura y reservada. se cuestionaba estar imaginando cosas de más por el emocional momento que todos habían vivido durante esa tarde y peor aún, estar malinterpretando las palabras que el rizado le había dicho.
la banda siempre se había caracterizado por los cumplidos y apodos que freddie daba, por la amabilidad de brian en cada situación y las burlas de roger sobre lo gay que eran todos; así que el buen deaky, temía sacar conclusiones equívocas.
el chico volvió sus ojos al frente, contempló la lluvia por unos segundos y luego suspiró profundamente. el invierno continuaba reinando de forma esplendorosa en londres y esta vez era con una tormenta que estaba azotando la ciudad desde la mañana.
aunque tal cosa no le había importado demasiado a roger y faith cuando decidieron pasar el día juntos en su pequeño hogar, pero las noticias acababan de informar que el clima empeoraría durante las siguientes horas y que ya habían caminos bloqueados, por lo que john, brian y freddie habían decido ir por ellos para refugiarse lo antes posible en la casa may.
así que en la entrada de ese mismo lugar, dos de ellos llevaban al menos diez minutos esperando a que el tercero terminara de hablar por teléfono con los demás para saber cómo estaban; y al cabo de unos segundos más, la espera terminó pues el persa apareció, anunciándose listo y con un paraguas en las manos.
—chiméne y su familia quedaron aislados. la carretera está cerrada por la tormenta, pero se encuentran bien.— informó. —paul irá por tania al trabajo y se quedarán con sophie hasta que pase el temporal. mi niña le teme a los rayos.—
el deacon mayor asintió de inmediato. le tranquilizaba saber que sus amigos estaban bien y acompañándose entre sí mismos.
freddie le entregó la sombrilla al rizado, ya que al ser el más alto, era quien mejor podía llevarla para que la protección alcanzara para los tres.
brian se apresuró a cubrir a john, haciendo a este sonrojarse y al vocalista soltar un suspiro triste al saber que, sin duda, sería un camino largo y difícil no solo por el clima, sino por lo que su pobre corazón debía aprender a soportar.
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algunas gotas de la lluvia se filtraban entre las viejas maderas del sótano, siendo las efímeras testigos y compañeras de los besos y caricias que la joven pareja se brindaba en el sofá en el que estaban recostados y gozosos.
sus labios encajaban contra la boca del otro, uniéndose repetitivamente y chocando en un maravilloso éxtasis fundido entre respiraciones algo acaloradas que comenzaban a cortarle el oxígeno a ambos y los obligaban a separarse después de largos segundos.
roger abrió los ojos y encontró el rostro de la femenina decorado por un rubor en sus mejillas y con un destello en su mirada que no supo descifrar.
ella le sonrió ligera y llena de una sensación completamente nueva recorriéndola en lo más profundo de su ser. inexperta e inocente, movió sus dedos entre los cabellos rubios del mayor y lo atrajo hacia sus labios nuevamente, besándolo con las emociones a flor de piel.
ansiosa de que su acto reflejara su deseo por más de él, continuó pegada a la boca de roger, quien torpemente correspondía, permitiéndole succionarle los labios y suspirar contra estos.
en respuesta, taylor se estremeció bajo ella y jadeo involuntariamente.
respiró agitado. no estaba acostumbrado aún a compartir besos así con faith, no estaba acostumbrado a que ella deseara tanto el contacto físico y no sabía cómo reaccionar ante ello.
por dentro se sentía un total payaso. ahí estaba el gran y poderoso roger taylor, completamente desarmado, débil y a la merced de la chica.
pero ante las sugerentes acciones de la jovencita, se separó suave pero firmemente y la observó fijo. la comprendía, sabía exactamente lo que ella estaba sintiendo en su interior. la relación se asentaba y con ello, crecían nuevos anhelos.
faith ya no era una niña, de hecho, faltaba solo un par de meses para su mayoria de edad y era completamente normal que sus hormonas y juventud florecieran vigorosamente al estar con él.
pero aun así, se había quedado paralizado.
la castaña se incorporó con nerviosismo y siempre ante sus ojos cautelosos. tal vez había sido demasiado descarada, pero no se arrepentía de sentirse así por y para él.
así que tomando valentía, le sostuvo la mirada, haciendo que roger se desconectara aún más al volver a notar ese destello en sus iris: un brillo hambriento que se complementaba con sus rosados labios entreabiertos, jadeando provocativamente.
el rubio parpadeó desconcertado. no podía pensar correctamente en cómo era que la dulce chica que le declaraba su amor en tiernas notas, ahora estuviera ansiosa y dispuesta a demostrar sus sentimientos en otras maneras mucho más íntimas.
—¿estás bien?— susurró ella.
él asintió rápido y la miró un momento más antes de llevar la vista al suelo. nunca antes se había detenido a pensar o a siquiera plantearse una situación así, no con ella, claramente.
faith era especial en su vida, y eso no significaba que no la deseara o no fuera capaz de hacerle el amor, pero no quería faltarle el respeto con insinuaciones, ni fallar a la confianza que john había depositado en él.
jugueteo con sus dedos, como si estuviera moviendo una baqueta entre ellos. era evidente que él tenía toda la experiencia sexual que faith desconocía y siendo honesto consigo mismo, se encontraba más que arrepentido de ello. se sentía impuro, sucio e indigno de ella.
cerró los ojos fuertemente y frunció el ceño. maldición, ni siquiera podía recordar en cuantas camas había estado y cuántas mujeres habían estado en la suya.
la deacon la observaba atenta y ante sus reacciones, se sintió apenada y dolida al pensar que tal vez él no la deseaba porque no cumplía sus patrones de conquista.
—lo siento.— musitó bajito.
el baterista salió de su trance y giró el rostro para verla. notó el cambio en su semblante y de inmediato se sintió como un maldito canalla. había aprendido a conocerla bien y a leerla incluso mejor que así mismo.
—hey, hey...— llamó dulce, tomando el rostro de la femenina entre sus manos para hacerla mirarlo fijamente. —sé lo que estás pensando, nena y te juro que no es así.—
ella bajó la mirada. —es solo que...—
taylor tragó saliva dolorosamente al verla apagarse y sintió sus ojos picar en lágrimas de culpa.
—¿crees que no me gustaría tumbarte en este sofá y hacerte el amor una y otra vez?— soltó honesto. —dios, no sabes cuan feliz estaría de sentirte tan mía como yo tuyo.—
faith regresó su vista a sus orbes azules, sintiéndose verdaderamente desnuda ante ellos y con sus palabras besando la intimidad de su alma.
—hazlo.—
su susurro suplicante le arrebató la respiración y detuvo su corazón en una calidez tan intensa que hizo que sus lágrimas se deslizaran por lo largo de sus mejillas.
ella lo amaba.
roger sonrió apenas, el torbellino de emociones dentro de él era más grande que toda su existencia.
besó su frente y la atrajo contra su pecho, abrazándola fuertemente mientras soltaba uno que otro silencioso sollozo.
—yo... yo no te merezco, nena.— confesó ahogado.
fue entonces cuando faith comprendió que era lo que pasaba y sintió su corazón doler, no porque él hubiera pertenecido a otras antes, sino porque se avergonzaba de quien era.
correspondió al abrazo con más fuerza que él mismo, como si así pudiera ahuyentar sus fantasmas.
—a mi no me importa eso.— dijo, quebrándose también y mirándolo fijamente. él sabía a lo que se refería. —a mi no me importa lo que haya pasado antes o con quien, no importa si es tu primera vez o la milésima, me importa que me ames y sientas que te amo.—
roger se sintió caer en pequeñas piezas. verdaderamente no la merecía, ella era un ángel.
sollozó avergonzado y se encogió, reduciendo su tamaño hasta llegar a su regazo, en donde fue recibido con mimos y palabras que llenaron su corazón y alma.
—¿sabes por qué no me importa?— dijo ella de forma sutil y mientras dejaba caricias en sus hebras rubias. —porque todo lo malo que haz hecho y vivido, te ha convertido en la persona que deseo en mi vida para siempre. todos tus miedos y dolores, todos tus errores y todas tus amantes... forjaron al hombre del que estoy irrevocablemente enamorada.—
taylor se volvió tan pequeño como una bolita y agarró su falda en un puño, apretando la tela y aferrándose fielmente a ella.
la calma lo invadió después de eso, llevándose sus tristezas y pesares a tal punto que comenzó a caer en un relajado sueño que lo hizo perder la noción del tiempo.
roger no supo cuanto estuvo dormido y faith no supo cuanto tiempo lo observó y acarició delicadamente. contempló su rostro angelical y fino, con labios rosados, piel tersa, mejillas algo pálidas y con pestañas doradas y rizadas.
era hermoso.
el muchacho despertó luego de un cuarto de hora y lo hizo gracias al alarmante y estruendoso ruido de los truenos.
frunció el ceño y se incorporó, buscando con la mirada las gotas que se filtraban y caían sobre una el piso. las posas habían crecido en tamaño y las goteras caían más rápida y repetitivamente que la última vez que las había visto.
—maldición.— susurró levantándose de forma perezosa. —este clima va a empeorar.—
miró a su alrededor y suspiró, no tenían nada para detener las filtraciones o almacenar el agua de estas, pero en cuanto pudiera, repararía su hogar y lo dejaría como nuevo.
—deberíamos volver.— dijo faith, sonriendo amable.
roger asintió y la ayudó a ponerse de pie, robándole un beso en el proceso. ordenaron las almohadas del sofá y recogieron la basura del desayuno que habían consumido.
el rubio sopló las velas que usaban para iluminar el lugar y tomó su chaqueta para colocarla sobre los hombros de su novia. ella sonrió agradecida y sabiendo que no tendría sentido rebatir, pasó sus brazos por la prenda, luciendo diminuta dentro de ella pues la tela cubría hasta sus nalgas y las mangas ocultaban sus manos.
él la contempló enternecido y le robó un par de besos de dulzura antes de entrelazar sus dedos y dirigirse a la escalera.
—¿sabes? siempre había querido estar bajo la lluvia de una tormenta.— confesó faith mientras subían los escalones.
—¿por qué?— preguntó él, ladeando la cabeza para observarla.
—hay belleza en los desastres.—
sus palabras se clavaron en lo profundo del interior de roger como una verdad absoluta de la cual ellos eran la prueba.
si la belleza puede definirse como un placer sensorial y el desastre apunta a un suceso destructivo, ellos eran la perfección dentro del caos.
taylor no lo comprendió de inmediato, pero tal vez solo aquellos que habían vivido un infierno durante toda su vida, podían ver la hermosura en el dolor. quizá era una virtud de los desarmados condenados a la soledad y que crecían luchando por existir en base a sueños.
un muchacho rubio y de ojos azules contempló a una castaña herida, a una pobre chica a la que la vida le había hecho mucho daño y la había condenado al abandono que él se encargaría de acabar.
—si que la hay.— susurró finalmente, haciéndola sonreír y a la vez que terminaban de subir.
al salir afuera, la lluvia los empapó por completo, colándose en sus cuerpos con una ola de frialdad que hizo al mayor estremecerse y comenzar a temblar, soltando bocanadas de vapor por la boca.
tal sensación cesó cuando vio a faith moverse alegremente bajo las gotas con libertad, como si el clima no pudiera afectar la inmensa felicidad que sentía en su pecho al hacer cumplir una de sus ilusiones al lado de la persona que amaba.
—gracias.— sonrió ella.
—¿por qué?— dijo el ojiazul con un aire confuso.
—por hacer realidad mis deseos.— respondió, sin saber cuan legendarias serían sus palabras.
ante la cálida sensación que el rubio sentía al ver a su chica feliz y llena de vida, la atrajo entre sus brazos y la beso durante largos segundos.
al separarse el vapor de sus bocas se unió en una pequeña cortina de humo que solo fue visible para ellos y la cual los hizo sonreír como los enamorados que eran.
la mirada de roger se mantuvo en ella, contemplándola con adoración, perdiéndose en el verde grisáceo de sus ojos. quería tomar todo de ella incluso cuando sabía que no era mucho, eso no le importaba, él la adoraba más allá de su propia vida.
—te amo.— soltó de pronto. —te amo como jamás creí llegar a amar y quiero hacerlo siempre.—
faith sonrió, quebrándose en lágrimas de felicidad. era la primera vez que se lo decía así, siempre le recordaba cuánto la quería, cuánto le había cambiado la vida, pero nunca antes le había soltado esas dos palabras que ahora vivirían por siempre en lo profundo de su corazón.
soltó aire, formando aquel humo cálido frente a ellos y con la mirada azul del rubio en frente, como un sol que relucía entre la tormenta.
—quiero respirarte como el vapor...— murmuró roger. —quiero ser el único al que recuerdes.—
el alrededor pareció desvanecerse ante lo que sucedía entre ellos y sucumbidos ante el otro, ignoraron la tempestad y se acercaron hasta sentir sus bocas en un beso que comparado a los anteriores, fue mucho más emocional, más íntimo y entregado.
taylor alzó a la menor por los muslos, haciéndola encadenarse a sus caderas y sostenerse de su nuca mientras profundizaban el contacto con intensidad y con una calidez que los empapaba más que las gotas heladas de la lluvia.
—quiero sentir tu amor como el clima, todo sobre mí.— jadeo roger.
ella llevó una de sus manos a la frente de él, para apartar los mechones húmedos de su rostro antes de inclinarse hacia él para volver a besarlo, sintiendo sus alientos chocar.
—quiero imprimir nuestras manos en el pavimento, saborear tus palabras y jamás desperdiciarlas... quiero mirar tus ojos y saber exactamente lo que has perdido y lo extrañas.—
con sus párpados cerrados, se dedicó a disfrutar de las maravillas de sus palabras y del ritmo de las caricias que sus manos dejaban sobre sus muslos, arrebatándole la respiración, desarmándola a la vez que la sostenía tan firmemente con sus fornidos brazos.
—quiero amarte una y mil vidas, faith.—
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brian tuvo que reprimir una risa al ver a roger convertido en una auténtica oruga entre las mantas del sofá en el que dormía. era como un rollito humano.
sonrió enternecido y se acercó para entregarle una de las tazas de té que llevaba en la charola que sostenía. el rubio sacó su mano de las cobijas como un niño y habló en un tierno susurro.
—gracias.— dijo. —está calentito.—
may volvió a sonreír continuó su camino, subiendo las escaleras y dirigiéndose a la habitación de invitados, donde encontró a faith y freddie chismoseando mientras el persa cepillaba el cabello de su pequeña con cuidado.
la noche había llegado hace unas horas, tal como ellos a la casa. habían tenido que darse un baño tibio para no enfermar y tras hacerlo, compartieron una cena preparada por la madre de brian; así que ya se alistaban para dormir.
el rizado les entregó su té correspondiente al par de mejores amigos y besó la frente de la menor antes de irse. aún le quedaba una bebida: un vaso de leche tibia y fresca, así que siguió su camino y cuando estuvo fuera de su propio cuarto, se detuvo y tragó duro.
suspiró profundamente y armándose de valor, golpeó la madera con sus nudillos y entró a la habitación cuando escuchó la autorización de john.
el bajista estaba sentado sobre la cama como un indio, con su pijama puesto y con un par de letras esparcidas sobre la cama que intentaba memorizar.
—te traje esto.— murmuró el mayor, sin moverse del umbral. —sé que no puedes dormir sin tomar un vaso de leche.—
el castaño sonrió, encogiéndose. los pequeños detalles de esa clase, llenaban su corazón.
—gracias.— musitó.
el guitarrista asintió, se acercó a la mesita de noche para dejar la bebida allí y se giró en dirección a la puerta.
probablemente hubiera dejado la habitación en ese preciso momento si la suave voz del deacon a sus espaldas, no lo hubiera detenido de forma inesperada.
—brian.— llamó tembloroso.
john suspiró. no sabía que estaba haciendo, porque había dicho su nombre con tanta necesidad y nerviosismo, pero sí sabía que por alguna razón que ni él mismo comprendía, deseaba que se quedara.
el mencionado se tensó y se sentó a su lado, lo observó unos segundos y notó como el menor comenzaba a jugar con sus dedos de forma inquieta.
bajó la mirada, nervioso y pensante. se había confesado y le había dejado claras sus intenciones al tratarlo en la manera en la que lo hacía, pero conocía a john y sabía que era inseguro y necesitaría más que eso para intentar entender el giro que la relación entre ellos había dado tan repentinamente.
y no es que abrirle su corazón fuera fácil o que no tuviera miedo al rechazo, pero ya no quería avergonzarse más de sentir algo tan hermoso y noble como lo que guardaba en su pecho desde hace ya tantos años.
—lo que dije hace unos días fue totalmente enserio, deaky.— soltó de pronto. —te quiero, te quiero mucho y ya no quiero esconderlo.—
las mejillas del más joven se encendieron como dos botones de rosas rojas que florecen en la primavera.
se quedaron en silencio. las cosas pasaban demasiado rápido en la mente de john y al mismo tiempo, sentía que todo estaba estático. jamás había pensado que brian tuviese una orientación similar a la de freddie, pero se alegraba de que le confesara su verdad y de sentir algo tan cálido y hermoso naciendo en su interior.
los ojitos grisáceos y verdosos de john miraron fijamente al rizado, haciendo a este recordar porque estaba tan endemoniadamente enamorado de ellos y sintiendo aquel sentimiento agudizarse más de lo que alguna vez había podido llegar a imaginar cuando lo vio sonreír antes de mencionar algo que no esperaba.
—yo también te quiero, brian.—
el nombrado cerró los ojos, intentando calmar su corazón que había comenzado a desbordarse en latidos agitados que golpearon su pecho casi tan fuerte como roger en los tambores de la batería. no podía concentrarse en nada más que las sensaciones que aquel jovencito despertaba en él.
y lo besó.
lo besó con tanto amor que a john se le olvidó hasta como respirar.
deacon jamás había sentido tanto aprecio, cariño y delicadeza en toda su vida, pero había algo especial, gentil e inigualable en la manera que sus labios habían encajado contra los del otro y ahora se movían en una sincronía única, como si estuvieran hechos para el otro.
sintió la mano del mayor en su cadera, generándole una desconocida pero placentera sensación que lo hizo estremecerse ante las caricias de sus largos dedos, explorándolo con añoranza después de tanto tiempo de anhelo.
juntaron sus frentes y ambos abrieron sus ojos con lentitud para quedarse mirando durante unos preciosos segundos, nublados por lo que había sucedido, con toda conciencia evaporada en aquel dar y tomar del otro que se hubiera prolongado durante mucho más de no ser por un inesperado comentario que se hizo presente desde la entada de la habitación.
—joder, somos la banda más gay de la historia.— exclamó roger con diversión.
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