𝗳𝗶𝗳𝘁𝘆 𝘁𝗵𝗿𝗲𝗲.
→ CAPÍTULO CINCUENTA Y TRES.
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— ✧ LONDRES, INGLATERRA.
ABRIL, 1974. ✧ —
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aceptar lo que había pasado no fue fácil.
estaban destruídos, desechos y mucho más que heridos. roger había perdido todo rastro de cordura y lo único que sentía era un horrible dolor a lo largo de todo su cuerpo, ninguna paliza lo había lastimado tanto, ninguna decepción lo había roto así, nada lo había acabado tanto como ver al amor de su vida caer al vacío y no poder hacer nada por sanarla, nada lo había aniquilado como el sentimiento de no poder protegerla y que alguien se la hubiera arrebatado.
estaba abatido, desolado. parecía un triste animal herido llorando a mitad de la carretera, como cuando un dulce siervo es arrollado y agoniza lentamente, pero no puede hacer nada por aliviar su dolor, nada más que desear morir para que así la tortura termine pronto.
la imagen resultaba desgarradora. aquel muchacho de cabellos dorados, piel de porcelana y iris cielo acababa de arruinarse por completo.
aceptar lo que había pasado definitivamente no fue fácil.
y menos lo fue para dante, quien tuvo la responsabilidad de llevar la noticia a los demás. nadie le había impuesto aquella difícil misión, pero nadie del cuarteto de la banda estaba en condiciones de tomar el auto e ir a dar aviso de ello.
¿él estaba en buenas condiciones después de ver a una de las personas que más quería en el mundo lanzarse de un puente porque la vida ya no era vida para ella? definitivamente no, pero van de bossche tenía el corazón demasiado grande como para solo pensar en su sufrimiento, porque aún en medio del caos del luto, logró pensar en los demás.
no sabía cuánto se había tardado en reaccionar después de la tragedia, pero cuando lo hizo, miró a freddie, casi hablándole y mercury entendió de inmediato y sin dudarlo, continuó abrazando fuertemente al baterista mientras este lloraba un mar sobre su regazo y un john ya despierto, lo hacía en el pecho de brian.
a su lado, el tenor se levantó del suelo y sintiendo sus brazos y piernas temblar, caminó hasta el auto y tras meterse de nuevo en el, condujo en dirección a la casa may donde supuso estarían las chicas y paul.
pero a medio camino, frenó de golpe y rompió a llorar una vez más. soltó varios golpes contra el volante y gritó de impotencia y tristeza. ¿por qué las peores cosas le pasaban a las mejores personas? su pecho y garganta ardía. amaba a faith como un amigo, como un hermano y perderla gracias a un acto vil y despreciable que él en particular conocía, fue un golpe duro porque le dolió el alma pensar que ella, su pequeña compañera de chismes y la amiga con la que había compartido tanto, había sufrido ese calvario.
pero, ¿por qué sentía que había algo más? ¿por qué sentía que había algo que él y los demás estaban desconociendo?
por su cabeza pasaron todas sus conversaciones y momentos juntos, recordando con sollozos quebrados cuando la había visto llegar al teatro por primera vez, rogando hablar con él para pedirle que asistiera a una presentación de queen. pensar en cada risa que habían compartido, en cada consejo que se habían dado mutuamente, fue algo que lo rompió demasiado.
pero aún a pesar de sentirse completamente destrozado, volvió a encender el auto y tragándose sus lágrimas, continuó hasta llegar a aquella propiedad que todos consideraban su verdadero hogar y que sin duda ahora, se sentiría bastante vacío.
el sonido del motor fue reconocible para paul, quien estaba al interior de la vivienda junto a su novia y mejor amiga después de haber dado varias vueltas por el barrio y no encontrar a faith. los tres salieron de inmediatos, aún siendo seguidos por la pequeña y revoltosa bola de pelos que no entendía qué sucedía.
una mala sensación golpeó la nuca de chiméne al ver al rubio bajar del carro con ese semblante destruido y los ojos y nariz enrojecidos.
el músico no pudo mirarlos a los ojos y cuando abrió la boca, solo se escuchó un jadeo ahogado.
—dante, ¿qué pasó?— preguntó sophie con la angustia a tope.
el mencionado tomó aire, inflando su pecho por un segundo. estaba roto y le dolía todo, le dolía lo que había pasado y le dolía tener que decírselo a quienes tanto querían a la muchacha.
—faith murió.— dijo con la voz en un hilo quebrado, dejando a las femeninas estupefactas. —se lanzó del puente de la carretera.—
paul perdió la cabeza casi al instante y lo cogió del pecho con brusquedad. —¿qué demonios estás diciendo?—
el blondo no pudo responder, sintiendo que no tenía más fuerzas y se dejó sacudir por la impotencia de mccartney mientras sophie comenzaba a llorar con tormento.
—¡di algo, joder!— exclamó con los ojos enrojecidos. —¡dime que no es cierto!—
su agarre lentamente se fue debilitando hasta soltarlo y ceder a las lágrimas más tristes que hubiera llorado jamás. un pedazo de su mundo acababa de fragmentarse y hacerse añicos.
—no puede ser cierto...— sollozó. —mi chiquita no puede.... no...—
chiméne habría consolado a su novio como de costumbre de no ser porque ni ella misma podía reaccionar ante tal dolor. estaba rígida y casi desorbitada.
van de bossche se cubrió el rostro con las manos, evitando ver como paul y sophie se abrazaban por inercia mientras caían en la misma miseria que él y los chicos. cuando dejó ver su cara otra vez, notó como la morena se sentaba lentamente en el césped del jardín, como si el suelo hubiera estado dándole vueltas. y aún así y con el can apresurándose a acercarse a ella al verla a su altura, chiméne seguía sin reaccionar. estaba en shock.
dante no la juzgó ni la presionó a romper en llanto todavía, pero sí se puso de cuclillas frente a ella para poder preguntarle algo.
—¿dónde está tania?— susurró.
—en la estación de policía.— balbuceo la pelinegra, desconcertada. —estaba... estaba esperando resultados de la búsqueda.—
el pálido asintió apenas y se incorporó para volver al auto. una vez arriba, miró a los tres por la ventanilla e hizo una línea con los labios. aún si sabía que irse dejándolos así no era lo mejor, le tranquilizaba un poco que se tuvieran entre sí.
debía ir por tania porque por el momento era la única que estaba sola y tenía que hacerle saber lo que había sucedido, además de notificar a los polis también. claro que al enterarse, la rizada se rompió en mil pedazos y que dante, igual o peor, intentó sujetar sus piezas.
preparar el funeral tampoco fue fácil.
de hecho, fue la parte más compleja y dolorosa, o al menos así lo fue para el trío de jovencitas aunque nadie más podría haber tenido la fortaleza y valentía que ellas.
porque después de que el servicio médico y policial sacara el cuerpo de faith del río -y se confirmara la casusa de muerte como un suicidio post traumático por violación-, surgió la pregunta de que si se encargarían de los trámites correspondientes desde la morgue o lo harían los familiares.
y por supuesto que la decisión tomada, fue la segunda opción.
tras eso, los polis decretaron que la casa de olivia continuaría clausurada y en vigilancia por si aparecía ella o algún sospechoso; y por otro lado, funcionarios médicos igualmente tuvieron que encargarse de alguien más y ese alguien fue john. el bajista debió ser sedado para que se tranquilizara porque ni su presión ni su ánimo se encontraban bien y brian temía que perdiera los cabales en cualquier momento.
el rizado estaba demasiado sensible para hacer algo más que llorar y cuidar de deacon.
freddie se sentía vacío y aunque intentaba mantenerse fuerte, no lo lograba por mucho.
dante estaba conteniéndose por todos los demás, pero al mismo tiempo estaba siendo una bomba de tiempo que iba a volver a estallar en poco.
paul... paul estaba descolocado, absorto en un sentimiento de culpa que aún no lograba soltar y que posiblemente no lo haría nunca.
y roger se había convertido en un muerto en vida, sus ojos se habían apagado y su mente se había desconectado por completo. su corazón latía sin sentido alguno.
nadie estaba en condiciones. ni para chiméne, ni para tania, ni para sophie fue sencillo encargarse de alistar a faith, pero las tres se rehusaron rotundamente a que otras personas lo hicieran. era la intimidad de su mejor amiga, de su hermana y aún si les dolía demasiado verla en ese estado, no permitirían que nadie la tratara como si fuese una simple muñeca de trapo para vestir.
a ninguna se le borraría ese momento. jamás iban a olvidar lo fría y pálida que estaba, sus labios lilas y cómo su cuerpo delgado de pronto parecía tan pesado y herido. pero a pesar de todo el trauma, ellas la trataron con amor: la vistieron con el primer vestido que john le había regalado, aquel de tela negra y estampado de flores y peinaron su cabello con delicadeza.
para las chicas, la situación pudo haber sido aún más tétrica. sin embargo no lo fue porque el rostro de faith estaba relajado, tanto así que solo parecía que solo estaba dormida.
—supongo que...— susurró tania. —se fue en paz.—
las dos la miraron con los ojos cristalizados y asintieron lentamente antes de seguir con su triste labor. y así, las tres se encargaron de todo, incluso de acomodarla adecuadamente en el ataúd.
lucía como una princesa esperando ser despertada por un beso de amor verdadero.
sus amigas se despidieron de ella besando su frente con amor real, pero faith no despertó.
—te quiero, nena.— susurró chiméne. —gracias por todo.—
las tres chicas se dispusieron a salir de la habitación, pero sophie se detuvo antes de completar la acción.
—chim.— llamó, atrayendo la atención de esta y mirando de reojo a tania antes de seguir hablando. —nuestras sospechas eran ciertas... faith estaba embarazada.—
los iris de la morena volvieron a irritarse en nuevas ganas de llorar y se cubrió el rostro con las manos para evitar hacerlo, tomándose un momento para calmarse y volver a incorporarse.
—ella y rog hubieran tenido un bebé precioso.— se lamentó.
tania sonrió con debilidad, imaginando ese bonito escenario por un segundo hasta que sophie volvió a tomar la palabra con la voz quebrada.
—¿qué vamos hacer? roger tiene derecho a saberlo, ¿no?—
su duda abrumó a sus compañeras, instalando una nueva inquietud en sus cabezas.
—sí...— respondió chiméne. —pero no creo que lo soporte, decírselo sería como matarlo y... no puedo verlo peor de lo que ya está, soph.—
la pelinegra no estaba equivocada. que el blondo se enterase de que no solo había perdido a faith, sino también a una familia, terminaría de aniquilarlo.
tania miró de reojo al ataúd donde reposaba faith, intentando hallar la opción más correcta para enfrentar la difícil realidad y luego llevó su vista a sophie de regreso.
—es cierto, le haríamos demasiado daño.— dijo y suspiró pesadamente antes de hablar en tono bajito y lloricoso. —¿por qué no... mantenemos el secreto? chicas, somos sus amigas, sus confidentes, eso es lo que hacemos.—
las otras dos la miraron fijamente y un pequeño silencio se formó después de su propuesta, debatiéndose mentalmente entre lo honesto y lo sensato.
—¿crees que podamos vivir con eso el resto de nuestras vidas?— preguntó sophie.
—tal vez nosotras sí.— dijo chiméne. —pero roger no.—
sus compañeras asintieron apenadas porque sabían que era verdad.
—¿y qué haremos si paul pregunta?—
—tampoco podemos decirle, soph.— respondió tania. —porque también lo destruiría. sabes que siente que todo esto es su culpa.—
la más bajita asintió nuevamente y tras una mirada más entre sí, estuvo decidido. harían honor a la confianza que faith siempre había depositado en ellas.
finalmente, salieron del cuarto en dirección a la sala. al llegar allí, permanecieron quietas e impercibibles un momento ante la triste escena de los chicos sumergidos en el silencio de un luto indeseable y roger sentado junto a la ventana con paulie en su regazo mirándolo atentamente con sus inocentes ojitos de cachorro porque aún si era un animal, conocía a su dueño y percibía que algo no andaba bien.
tania carraspeó ligeramente, atrayendo la atención de todos a excepción del blondo de ojos azules.
—está todo listo.— musitó ella, sintiendo la garganta apretada. —si quieren despedirse... es ahora.—
taylor cerró los ojos al escucharla. se rehusaba a dimensionar lo que estaba pasando. todo era una horrible pesadilla de la que necesitaba despertar lo más pronto posible porque sentía que no iba a resistirlo ni un segundo más.
—iré por john.— susurró brian, levantándose del sofá para ir escaleras arriba a despertarlo.
dante lo imitó, poniéndose en pie también, pero extendiendo su brazo hacia un lloricoso freddie. el vocalista comprendió su triste invitación y con el dolor de su corazón, aceptó la mano de van de bossche para ir a despedirse de su pequeña juntos.
chiméne se puso de cuclillas frente a su novio, tomando sus manos entre las suyas y atrayendo su mirada perdida. los bellos ojos hazel de mccartney habían perdido parte de su brillo y estaban enrojecidos y cristalizados.
—amor...— susurró ella, pero él negó con la cabeza.
—no quiero... no puedo.— musitó. —no puedo decirle adiós.—
—nadie aquí quiere hacerlo cariño.— respondió la chica con suavidad. —pero es nuestra última oportunidad.—
el rostro de paul fue una mueca triste y dolorosa mientras cerraba los ojos con fuerza durante unos segundos para finalmente asentir y levantarse junto a su pareja para caminar al cuarto también.
tania y sophie se miraron entre sí con tristeza y un toque de desesperación al ver que roger seguía sin despegar su frente del cristal de la ventana y sin mover un solo músculo.
la rizada tomó aire y se acercó a él lentamente, posando su mano en su hombro con cariño. no le dijo nada, él no lo necesitaba y aunque lo hiciera, ninguna palabra aliviaría el agujero en su pecho.
el rubio aceptó su compañía y apoyo. sabía lo que tenía que hacer, sabía que tenía que levantarse, vestirse de traje y despedirse del amor de su vida. algún rincón de su mente estaba consciente de ello, pero su corazón le gritaba una desesperada negativa, rehusándose.
las pisadas en la escalera atrajeron la atención de las muchachas, pero también su sorpresa al ver a may regresar solo y negar con la cabeza.
john no lo haría.
—es su hermana...— dijo sophie, casi en una súplica.
brian hizo una línea con sus labios. aún si pensaba que su novio estaba consumiéndose demasiado en el dolor, no podía obligarlo a enfrentar algo que solo lo pondría peor.
taylor comprendía el sufrimiento del bajista, incluso compartía el deseo de no tener que decir adiós, pero ¿qué clase de mínimo consuelo le quedaría si ni siquiera la veía una última vez? ¿si no tocaba sus manos y besaba su frente para decirle cuánto la amaba aún si ella ya no lo escuchaba?
—va a arrepentirse de esto el resto de su vida.— susurró roger antes de levantarse con paulie entre los brazos, dirigiéndose al pasillo.
tanto su reacción como sus palabras desconcertaron a sus acompañantes. no esperaban que el blondo saliera de su trance y menos, fuera tan directo con la decisión de su cuñado.
algunos minutos más tarde, dante, freddie y paul salieron de la habitación con los rostros a más no dar de lágrimas y llanto. no había sido una experiencia sencilla, pero los dos primeros se sintieron aliviados de poder admirarla con una expresión relajada, limpia y ordenada, en lugar de cómo la habían visto en el puente.
fuera del cuarto se encontraron con chiméne esperándolos junto a roger, cosa que los provocó sorpresa, pero a pesar de la impresión, van de bossche se hizo a un lado para dejarlo pasar; entrando únicamente en compañía de la bola de pelos que cargaba con cariño.
el de ojos azules cerró estos mismos con fuerza al ver el ataúd y sostuvo a paulie como si así pudiera sostenerse así mismo y no quebrarse en mil pedazos.
se acercó temeroso, sabiendo que había comenzado a llorar nuevamente porque el can lamió sus mejillas. ¿qué iba a hacer? ¿iba a ver a su chica, a su mujer como una difunta? ¿iba a despedirse de verdad o solo iba a contemplarla una vez más? claro que era la segunda opción, porque roger la amaba tanto que jamás la dejaría ir, nunca la iba a soltar y mucho menos a olvidar. era la persona que se había robado su corazón, esa a la que le pertenecía su mente, cuerpo y alma, a la única a la que se había entregado completamente y siendo honesto consigo mismo, no quería de regreso ni sus sentimientos ni su vida misma, porque era suyo y siempre iba a serlo.
y la vio. la admiró con sus preciosos iris, esos que durante mucho tiempo había detestado por ser herencia de su padre y por usarlos como un atributo de conquista, pero que ella había amado con pureza y devoción.
roger la miró y la amo como siempre. amo su piel pálida y delicada, amo sus pestañas y su cabello largo, recordando cuando había amenazado con arrollar a las chicas si la alentaban a cortarlo. amo su ojos, porque aún cerrados, sabía que siempre habían brillado de amor por y para él.
faith lo había amado en vida, se lo había demostrado día tras día y aun así, sus últimas palabras fueron prometer que lo haría para siempre.
él la amó viva, la amaba en el duelo, y la amaría siempre.
amantes eternos.
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la ceremonia funeraria fue corta, pero precisa. asistieron maira y hayden, además de algunas personas del centro de rehabilitación y los padres de las chicas, freddie y brian.
porque la madre de john no se presentó, ni siquiera por su hijo y julie tampoco, por ninguno de sus hermanos.
justo cuando el bajista pensó que nada podía dolerle más, la familia por la que tanto se había sacrificado después del abandono de su padre, le daba vuelta la espalda una vez más.
y no podía evitar atormentarse al pensar en sus hermanas, en cómo pudieron haber llegado a ser. todavía podía sentir el amor de faith a su alrededor, tan especial y verdadero... ¿cómo era que julie jamás había podido darse cuenta de la fortuna que era tenerla por hermana?
john miró al trío de chicas prácticamente deshechas y sonrío débil en un reflejo. ellas si la habían amado con hermandad y verdad y viceversa. se sentía afortunado y agradecido de que faith las hubiera tenido.
sin embargo, el deacon no era el único con una espina clavada en el corazón. todos estaban compartiendo el mismo dolor y la misma tristeza aunque de distintas maneras y perspectivas.
por eso, decir unas palabras tampoco fue fácil.
brian había tomado la palabra en nombre de todos y con dificultad, agradeció a todos los presentes por acompañarlos e intentó dar un pequeño cierre al funeral en honor a faith.
—creo que... lo más importante no es cuantas veces decimos te amo, sino como lo demostramos.— dijo quebrado. —lo más importante no es cuánto tiempo pasamos con una persona, sino la huella que dejan en nosotros cuando ya no están. por eso es que, aún si faith se ha marchado demasiado joven y nos ha dejado en un absoluto dolor... todos podemos tener el consuelo de que la amamos siempre, lo mejor que pudimos y que intentamos darle todo lo que merecía.—
el rizado aceptó el pañuelo que sophie le ofrecía a su lado para limpiar su rostro empapado. le agradeció en un voz baja y tras un suspiro, retomó el pequeño discurso.
—la amamos como amiga y compañera, como hermana y como novia.— continuó, arrebatando sollozos. —incluso... casi como una hija, ¿no, feddie?—
el nombrado lloriqueo, asintiendo mientras apretaba a paulie contra su pecho en busca de consuelo. le dolía tanto, era su pequeña, su niña, una de sus bebés.
—ella también te amaba, mamá mercury.— susurró tania, acariciando su brazo.
—sí, la amamos mucho.— retomó brian para finalizar. —por eso nos duele tanto. dejó una huella profunda, una marca jamás vamos olvidar porque nunca... nada ni nadie va a borrar sus colores.—
taylor lloró desatado, sintiendo las palabras del guitarrista clavarse en lo profundo de su ser justo antes de que los brazos de este mismo lo envolvieran con fuerza.
dante besó la rosa blanca en sus manos con delicadeza y la puso sobre el ataúd. —bon vogaye, princesse.*—
[ —buen viaje, princesa. ]
aún si le dolía como el infierno, él aceptaba su partida.
paul lo imitó, pero con mucha menos resignación. dudaba que fuera a superarlo incluso en un futuro.
—te quiero, chiquita.— musitó mccartney.
le siguieron todos los demás, diciendo alguna pequeña frase en su nombre o de despedida; siendo roger el último y el único que no pudo mencionar nada gracias a los espasmos de su pecho y garganta de tanto llanto.
la gente comenzó a retirarse momentos después, acercándose al grupo para dar el pésame antes de dejar el cementerio y así, lentamente quedaron solo ellos, sabiendo que debían marcharse también. ya todo estaba hecho, solo les quedaba llorar y llorar con la esperanza de que en algún momento, el dolor se extinguiera.
—john.— susurró sophie con suavidad, poniendo su mano en el hombro del bajista, haciendo que este volteara a mirarla con sus ojos irritados, delatando lo indefenso y vulnerable que se sentía. —vamos a casa, ¿sí?—
el castaño hizo una línea con sus labios y tras mirar el ataúd lleno de rosas, asintió lentamente. el cuerpo de su hermana quedaba allí, dentro de esa madera barnizada esperando ser enterrada por los encargados correspondientes, pero todo su amor y sus memorias estaban dentro de él. no tenía nada más porque quedarse allí en ese fúnebre lugar.
la pelinegra lo cogió del brazo con delicadeza y a pasos lentos empezaron a andar hacia la salida.
paul y chiméne fueron los siguientes, retirándose tomados de la mano y teniendo a sus espaldas a dante, tania, freddie y al el can en sus brazos.
solo quedaba brian a la espera de roger con sus ojos pegados al féretro. may sabía que él no podría irse tan fácilmente.
—hermano.— susurró.
—no quiero dejarla sola, brian.— musitó el blondo. —no puedo abandonarla.—
el rizado tomó el rostro de su amigo entre sus manos para obligarlo a mirarlo.
—tú nunca vas a dejarla, rog.— dijo y sonrió con debilidad. —ella siempre va a vivir en ti.—
taylor lloriqueo un momento. sabía que su amigo tenía razón, que la única forma de dejarla sola sería olvidándola y que eso jamás ocurriría, pero aun así, la idea de tener que apartarse de su cuerpo, de su último pedazo físico de ella, lo destruía por completo. ya no podría escucharla ni verla.
se tardó unos minutos en enfrentar la realidad, pero finalmente lo hizo, sintiendo su corazón protestar, pero a la vez aliviarse.
salieron del cementerio, encontrando a los demás esperando por ellos a las afueras del lugar que podrían visitar en la memoria de la chica. el grupo se dispuso a ponerse en marcha, pero roger volvió a quedarse de pie detrás de todos ellos.
—¿rog?— dijo freddie.
—quiero estar solo.— soltó el ojiazul, intentando ser directo y firme.
tania abrió la boca para decir algo, pero may la cortó antes de.
—claro, ve tranquilo.— permitió amablemente. —solo no regreses tan tarde.—
la femenina lo miró con el ceño ligeramente fruncido de preocupación y taylor asintió agradecido antes de girar sobre sus talones, meter sus manos en los bolsillos de su pantalón de traje y comenzar a caminar en dirección opuesta.
—brian...— dijo mccartney. —no creo que sea conveniente que esté solo.—
—dejalo, paul.— tranquilizó el más alto. —todos sabemos a dónde va. lo necesita.—
el pelinegro y compañía cayeron en cuenta de lo que el guitarrista quería decir y le dieron la razón, aceptando darle su espacio al rubio mientras ellos volvían a casa.
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siendo las nueve en punto y con la noche reinando ya sobre londres, sophie se puso de pie y fue hasta la sala donde se encontraban los chicos, a excepción de john que ya estaba dormido por la medicación; tomando un té, siendo esto lo primero que consumían en todo el día.
—brian.— llamó, atrayendo la atención del mencionado a la vez que chiméne y tania salían de la cocina también. —las chicas y yo estamos preocupadas por roger. ya cayó la noche y aún no regresa cuando te prometió regresar temprano.—
—necesita tiempo, soph. nada de esto es fácil para él.— dijo dante con suavidad mientras acariciaba a paulie en su regazo.
—lo mismo pensé yo con faith y me equivoque.— exclamó con tristeza, removiendo el interior de paul con dolor.
los ojos de todos los demás presentes la miraron de inmediato.
—chiméne no quería dejarla salir, pero yo... yo dije que necesitaba tiempo...—
—no fue tu culpa, sophie.— dijo tania, abrazándola al igual que la otra muchacha. —nada de lo que pasó lo fue.—
la pelinegra lloriqueo entre sus amigas, lamentándose profundamente lo ocurrido y no haber sido más insistente con faith de quedarse.
brian vio a paul con la mirada perdida de nuevo y leyó a las tres con la misma facilidad: trauma y miedo. temían que roger tampoco regresará o que cuando lo hiciera, tampoco fuera con vida.
la reacción de tania y mccartney a la salida del cementerio le hizo juicio junto a la preocupación por taylor y todas esas inseguridades se volvieron completamente entendibles. habían vivido un infierno ante la desaparición de faith, habían sido horas de agonía por no saber su paradero y lo último que querían era que la situación se repitiera.
—roger no está bien.— dijo chiméne apenas, intentando contenerse. —y la soledad no siempre es la mejor compañía.—
—¿qué pasa si comete una locura?— añadió la rizada. —faith era su mundo y ahora no está. su vida está dejando de tener sentido.—
un escalofrío recorrió la columna de freddie, haciéndolo estremecerse y el semblante de dante se volvió preocupado y pensativo.
—lo siento.— se disculpó brian, levantándose del sofá. —iré por él.—
el guitarrista salió de la casa, colocándose su chaqueta y a pasos rápidos. todo lo que había escuchado acababa de instalar un miedo horrible en él y se reprochó así mismo, sintiéndose un irresponsable.
caminó de prisa al sótano en el que tanto habían compartido y rogando por encontrar a roger allí. ¿cómo no había pensado en todo lo que las chicas decían? ¿cómo no había visto las posibilidades?
y sin darse cuenta, estaba corriendo.
para cuando llegó a la propiedad, bajó al sótano de inmediato, saltándose escalones y sintiéndose aún más asustado al ver todo oscuro, sin rastros de haber encendido una sola vela. llamó el nombre de su amigo y revisó el lugar con la poca luz nocturna que se colaba desde el exterior.
estaba vacío.
brian sintió el corazón caerle al piso. si algo le pasaba roger no se lo perdonaría nunca.
corrió al jardín de nuevo y entonces vio la puerta trasera de casa abierta. fue allí y entró notando el manojo de llaves en la cerradura, eso llenó su cuerpo de esperanza y entró en la propiedad y al cabo de unos segundos y pasos, sintió alivio al verlo.
roger estaba acostado en el suelo de lo que sería la sala, rodeado de oscuridad y de una araña que may piso con miedo al verla cerca de la mano del rubio. estaba seguro que podría picarlo y él ni siquiera lo notaría.
sin embargo, may no mencionó palabra alguna, solo lo miró en silencio, intentando entenderlo.
tenía los ojos abiertos para mirar el techo a la vez que de ellos escapaban lágrimas silenciosas y su pecho subía y bajaba en pequeñas respiraciones alteradas con algunos espasmos.
había estado llorando toda la tarde, la había llorado a ella hasta casi sentir que quedaba seco y tan vacío como la casa en la que imaginó ser un matrimonio con ella, esa misma que tantas veces soñaron decorar y llenar de sus dulces sueños, de ilusiones y de amor.
había aceptado el luto, y lo había hecho en el mismo lugar donde había vivido, donde había amado y había sido feliz.
había aceptado el luto y lo había dejado salir con el caos y violencia correspondiente, había gritado hasta que su garganta dolió y su voz rota se apagó lentamente.
¿y ahora que quedaba? los despojos de un hombre que había amado más de lo que la vida le había permitido, las piezas rotas de una paleta de colores y las cenizas de un arcoíris que poco a poco se perdían en la inmensidad de un espacio negro.
y ahí estaba, hecho pedazos, pero vivo y no sabía si era mejor o peor que haber muerto con su amada. le dolía hasta la existencia misma, pero sentía el aire entrar en sus pulmones.
brian se arrodilló a su lado y le extendió su mano frente sus ojos, ofreciéndose a unir sus piezas rotas, a darle esperanza, a llevarlo con quienes más amaba y lo amaban también.
su amistad nunca había sido de demasiadas palabras, sino más de una incondicional compañía, de siempre estar al lado del otro, sin importar que, sin importar cuantas personas perdieran y por cuantas sufrieran.
—vamos a casa, rog.— susurró. —todos te están esperando.—
todos menos ella. ella ya no lo esperaría jamás.
pero él seguía allí, vivo y sin vivir.
roger se incorporó lentamente, sintiendo la cabeza darle vueltas. había estado demasiado tiempo en la misma posición y todo su cuerpo estaba protestando ante sus movimientos.
may lo ayudó a ponerse en pie y salieron de la casa con las llaves en el bolsillo y sin decir nada, sin mirar atrás porque ambos sabían que uno de ellos regresaría.
el camino a la otra residencia para el blondo fue confuso, casi inexistente. no estaba demasiado consciente del mundo a su alrededor porque se sentía en un limbo entre la vida y la muerte.
pero cuando llegaron al hogar y vio a freddie suspirar aliviado de verlo, a dante sonreírle con tanta calidez y sintió los brazos de tania rodearle el cuello con fuerza mientras su cachorro saltaba entre sus pies, se dio cuenta de que estaba vivo.
—no tienes idea de lo preocupadas que estábamos.— dijo la de rizos sin soltarlo.
la sentía, sentía su cariño. la sentía porque estaba vivo.
roger la rodeo por la cintura tímidamente, como si el mismo no creyera que podía sentir algo después de perder su todo.
su acción sorprendió a los demás, pero los llenó de esperanza. desde lo que había sucedido, el rubio casi no había hablado ni tocado a nadie, como si hubiera sido un bulto presente ausente.
—lamento haberlas asustado.— balbuceó bajito.
sintió a las otras dos muchachas unirse a su abrazo con tania, tratándolo con cuidado y un aprecio que encendió algo calentito en el hueco frío de su pecho.
ellas eran lo que le quedaba de su amor por faith, ellas eran su legado y parte de sus colores.
nadie los interrumpió, solo los contemplaron con cariño y un enorme deseo de que pudieran sanar.
las femeninas cortaron el abrazo después de un largo rato y cuando lo hicieron fue con nuevas atenciones y gestos para el rubio.
—estás frío.— dijo tania, examinando su rostro, notando sus mejillas con lágrimas secas y sucias. —y lleno de polvo.—
polvo, polvo del suelo del que pudo ser su hogar, el hogar donde habría formado una familia.
—prepararé la tina.— dijo sophie, desapareciendo por el corredor.
—yo te haré algo de comer.— complementó chiméne, metiéndose a la cocina.
la rizada se alejó del baterista, dandole una pequeña sonrisa antes de ir a ayudar a la morena a cocinar algo.
paul sonrió igual de ligero. esas eran sus chicas de oro.
roger parecía aún algo desconcertado, pero con lentitud se quitó la chaqueta y la dejó en el sofá antes acariciar la cabeza del can a su lado y seguir por el mismo pasillo que su amiga, aceptando tomar un baño.
—¿creen que estará bien?— preguntó freddie, realmente bajito.
—hay cosas que nunca se curan, ni siquiera con el tiempo.— respondió dante tan amable y suave como siempre. —pero aprendes a vivir con ellas.—
vivir, roger aún tenía la oportunidad de vivir.
mercury sonrió ante las sabias palabras del tenor y confiándole los cuidados del blondo al trío de muchachitas, los cuatro se retiraron de la sala para intentar descansar un poco.
sophie ingresó a la cocina segundos más tarde que ellos se fueran a los cuartos, avisando que había dejado a roger para que se duchara.
en la tina, el ojiazul volvió a llorar bajito y confiado de que esta vez no se notaría pues sus lágrimas se perdieron en el agua tibia y espumosa que rodeaba su cuerpo y relajaba sus músculos.
estaba vivo porque le dolía, estaba vivo porque aún lloraba.
taylor no supo cuánto tiempo estuvo allí, pero cuando finalmente salió del baño envuelto en una bata blanca, un agradable olor a comida inundó sus fosas nasales. siguió el aroma hasta la entrada de la cocina, dejándose ver ante las chicas y paulie.
ellas lo observaron atentas: tenía el cabello hecho un desastre, lucía agotado, pero al mismo tiempo algo más recompuesto; así que le sonrieron con suavidad. tania le indicó que se sentara en la sala y sophie lo acompañó mientras ella servía un plato de caldo y chiméne desaparecía por el corredor seguida por las patitas curiosas del cachorro.
roger se acomodó lentamente en el sofá para tres, poniendo su espalda contra uno de los apoya brazos y estirando sus piernas a lo largo y la joven a su lado, se sentó en el suelo.
la rizada salió de la cocina, llevando la comida en una bandeja y se la entregó con delicadeza antes de sentarse en el piso también, soltando un quejido sin querer. estaban agotadas.
sophie apoyó su cabeza en el hombro de su compañera y ambas miraron al chico hasta que chiméne regresó con paulie, una toalla y cepillo de pelo en sus manos y se posicionó a espaldas de él, comenzando a deslizar ambos objetos por sus hebras cuidado.
a taylor le picaron los ojos por romper a llorar una vez más. ni siquiera cuando era un niño, alguien lo había tratado así. su madre nunca lo había duchado ni vestido, mucho menos se había preocupado de que no quedara con humedad en el cuerpo para que no fuese a coger un resfriado; y ni hablar de michael, que siempre le había dicho que parecía un marica por tener el cabello largo y rubio.
tragó duro y evitando pensar más en ello, tomó la cuchara para probar la comida, capturando la atención del can que se subió al sofá de un salto para olfatear el plato. la sopa estaba a temperatura perfecta y a pesar de ser una preparación muy sencilla, la encontró deliciosa. desconocía si era porque no había comido nada en todo el día o porque estaba hecha con todo el amor del mundo.
—está rico.— susurró.
pudo ver a dos de sus amigas sonreírle, pero sabía que chiémene a sus espaldas también lo había hecho. y comió mientras ella misma le cepillaba el pelo hasta desenredarlo casi por completo y el peludo se acurrucaba a sus pies con una mirada triste, como si además de notar la ausencia de su mamá, sintiera la tristeza en el ambiente.
no hubieron palabras hasta que él volvió a hablar, haciendo una sola y pequeña pregunta que las tres comprendieron a qué apuntaba.
—¿por qué?— susurró.
ellas sabían la respuesta.
tania le quitó la bandeja de las piernas y junto a sophie se apoyaron en su regazo a la vez que la morena soltaba el peine y lo rodeaba por el cuello, apoyando su mentón en su hombro derecho, fundiéndose en un abrazo justo antes de responder.
—porque a ella le habría gustado que te cuidáramos.—
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