Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

𝐎𝐎 | 𝐏𝐑𝐎𝐋𝐎𝐆𝐎


invierno ; diciembre 2019.


HASTA HACE POCO, CREÍA EN LA LANGUIDEZ DE LAS MUJERES, entre el dinero y yo, están aquellas siniestras sombras desdibujadas con aroma a rouge saturado y sus joyas brillantes que me hielan la piel desnuda sin siquiera rozarlas con mi cuerpo, lo que molesta en los huesos. Fastidia en el caos de esta arboleda de riqueza que no me pertenece. Se respira soledad en las calles, aunque estén llenas de autos y luces elegantes que no combinan con el falso color azul rey que llevo en el contorno de lo que se pueda llamar alma—, si es que aún la conservo—. Todos van y vienen con esos rostros que gritan que ni Dios pueden salvarlos. Verles la cara me recuerda a una mujer sin nombre que, en la cama mientras se echaba crema en las piernas, dijo que ellas, las mujeres, se salvarán a sí mismas sin la necesidad de un Dios, porque si el mundo no es justo, con el cielo no deberías hacerte mucha ilusión.

No recuerdo mucho sobre lo que ella dijo porque asumo que habré estado colocándome la ropa y guardando el fajo de billetes, repartiéndolo en todos mis bolsillos. Ella leía una revista mientras decía que la mujer está más cerca de una distopía—, si es que no lo está ahora—, que una utopía. Pero el mundo es ancho y ajeno. He sido demasiado orgulloso como para no poder notarlo. Tal vez lo sigo siendo hasta ahora.

Hui de casa a los dieciocho o veinte años. No recuerdo exactamente mi edad en ese momento, ya que han pasado unos cuantos años y, además, cualquier cosa que esté relacionada con mi antigua casa me trae malos recuerdos, ese desagradable mal sabor de boca y no me gusta recordar mucho. Aún así, la edad no importa cuando sé que escapé por una chiquillada. Ella tenía una mirada, esa carita que reflejaba orfandad y pobreza, lo cual disgustó a mis padres y me volvió loco a mí, incluso sabiendo que era una joven madre soltera. Escapé para irme con ella. Tal vez debería haber sido más maduro, pensar hacia dónde iríamos o cómo haríamos para ser felices. En ese momento, nada me importaba lo suficiente, creía en mi interior que lo que vendría después se catalogaría como una bendición y que, si había elegido lo correcto, nuestro final iba a ser feliz.

Ahora me importa bastante el dinero.

Pero en esos años lo había abandonado por un ideal tonto. Así como poco después abandoné a mi hijo e hijastra al verme solo y sin saber ni una pizca de lo que significa la paternidad. Va a perseguirme toda la vida, sí, pero justo ahora no siento esa adrenalina de ser perseguido y sigo esperándola.

Mentira.

No lo abandoné. No abandonaría a Megumi ni a Tsumiki. Podré tener apenas 28 años y parecer un matón de los suburbios, pero jamás abandonaría a alguien que no puede sobrevivir solo y depende de mí. O tal vez sí. Siendo sincero, dejo a Megumi en casa con su hermana mayor y una muchacha los cuida el tiempo que no estoy, el cual puede ser un tiempo largo... No soy un buen padre. Pero tampoco me considero tan solo un mal padre. Creo que en realidad, puedo inclinarme a ser el peor padre de todos: me gustan las apuestas, y el cincuenta porciento de lo que gano en lo que se podría llamar trabajo, lo apuesto y pierdo la mayoría de veces. Y aunque sé eso, me gusta hacerlo. No tengo ningún tipo de fetiche con sentirme un perdedor, pero la ambición de poder  ganar más en la siguiente apuesta me motiva lo suficiente aunque el resultado sea el mismo.

El dinero huele a misericordia y a maldad, a manos sucias y a cenizas. Eso es lo que me forma, lo que me hace seguir soñando en el sudor, y soñar me hace pensar en que todos tienen que pagar sus deudas en vida. Eso trato de hacer.

Pero si veo mi posición actual, no hay mucho qué decir cuando te sientas a tomar el desayuno con una completa desconocida. La mesa pequeña se nota larga, tan larga como en una ensoñación, pesadilla o sueño de bebé, las manos pican, no son fuertes, no logran sujetar la cuchara o el tenedor, la asa de la taza, levantar el plato. Hay un fajo de billetes, no son muchos verdes, pero serán suficientes para probar suerte 3 o 6 días si los distribuyo bien ¿hoy qué día estamos? ¿23 o 24 de noviembre? No, no gané la apuesta del 25 hace dos semanas, ya debe ser diciembre, con lo que me pagará podría... No ¿o sí?

Puedo meterme tres cucharadas a la boca en dos segundos, pero me controlo y lo hago lento, el sonido es aburrido, los toques de la cuchara, la forma en que ella muerde las tostadas con queso feta, el olor es un poco desagradable como colocarse una aguja en la nariz y aún así no digo nada, es cosa de ellas, es cosa de quesos griegos y otras cosas griegas estúpidas que las personas como yo no probamos siquiera. Ella me observa mientras mastica con la boca cerrada, no lleva maquillaje, sus labios igual se ven rosados y vivos. Me he olvidado de su nombre, así que no la llamo ni le digo nada. Ella si parece dispuesta a hablar tan temprano por la mañana, como si no hubiera sido suficiente el intercambio de voces durante la noche y madrugada.

—Te agregaré dos billetes más solo porque te vez sublime incluso comiendo en silencio.

Sonrío de lado cuando la escucho, a ellas solo les importa mi apariencia y eso es lo que utilizo a mi favor. Veo sus manos colocando un pequeño monto más. Dejo de mirar el plato para mirarla a ella y parece que quiero reírme, pero trago rápido la comida en mi boca, tomo un sorbo de agua  y hablo mientras me recuesto en la silla:

—Deberías pagarme más solo por existir.

—Qué egocéntrico. Ahora sé por qué eres el favorito. Incluso eso es sublime.

—¿Qué es lo que tienes con esa palabrilla? 

—La leí ayer en algún libro de la biblioteca de mi papá y no puedo dejar de repetirla.

La mujer alza los hombros y comienza a explicar. Fingiendo no prestar mucha atención, mis ojos se deslizan laboriosamente hacia el nacimiento de sus senos bajo la ligera tela que cubre el pecho que ya vi desnudo. Sin embargo, mis oídos están atentos a lo perturbador, filosófico y estético de sus palabras: lo bello es al sexo femenino lo que lo sublime al masculino. Quizás, ella habla acerca de una masculinización de lo sublime y una feminización de lo bello. Puedo decir que sus senos son bellos y rellenos, pero ese concepto ya es literario, así que; por ahora, no comprendo del todo lo que ella intenta expresar.

No conozco mucho sobre ella más allá de lo físico, aquello que puedo explorar con mis sentidos: reconozco la delicadeza de su piel con las yemas de mis dedos y la suavidad de su vientre cuando roza y se ajusta entre mis palmas. La violencia verbal que anhela siempre escuchar y con la que le gusta responder ante cada toque, una especie de canibalismo sexual sin derramamiento de sangre, solo suspiros, gemidos y alguna que otra queja acerca de los condones y la rudeza; la dieta fleshy one, catadora de fluidos, lamiendo la piel pero sin tragársela, mordiendo sin llegar a masticar en esta pugna agitada y ruidosa... Incluso la palabra pugna es femenina. No hay mucho más para hacer cuando el sexo se torna aburrido.

Si me remonto a los orígenes de este estilo de vida, puedo recordar unas piernas, pero no el rostro.

Empezó de improviso, cuando no tenía dinero para comer algo y una mujer algunos años mayor que yo me ofreció almuerzos en su casa a cambio de una probada a mi cuerpo. Puedo llamarlo como un intercambio. No era tonto tampoco, robé algunas cosas de allí, aunque ella no era adinerada y solo era una simple mujer malhumorada con trabajo de oficina. La que está frente mío es totalmente diferente a aquella con la que empecé este trabajo.

Voy a llamarla Catita, ya que me olvido su nombre cada tres minutos. Voy a llamarla Catita porque así llamo a las mujeres que me frecuentan. 

Ella, Catita, sigue hablándome sobre lo sublime. Ella es una chica new age, sobreviviente a la frialdad de la cuchara de plata, hace yoga y quiere ser vegana, o eso es lo que creo. Habla y habla mientras mastica su tostada, sus palabras no dejan de salir y no hay forma de meterme en esa conversación que mantiene consigo misma aunque estoy presente. Es como si yo hubiese apretado la herida y haya dejado que brote la pus.

Dice que, lo que leyó sobre lo sublime, es que es una experiencia. Una experiencia como la nuestra, que según ella fue más allá de lo hermoso y de lo bello. No la comprendo. Muchas mujeres hablan así. Mi celular se enciende y muestra un mensaje: hay una nueva clienta. Catita suspira

—Los hombres jamás lo entenderían —. Es lo que ella dice. No volveré a verla de todos modos. Al igual que todas mis demás clientas, hay gente que paga mejor que otras.

No me estás pagando por escucharte hoy.

Ella me lanza una maldición mientras se ríe y me despide con dos besos en las mejillas. 

Probablemente esa maldición si se cumpla.




▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃

⊰ 𝐍𝐎𝐓𝐀 𝐃𝐄 𝐀𝐔𝐓𝐎𝐑! ⊱

probablemente la única vez en que narra toji es en el prólogo, mes antes de que inicie la barbarie, ajá. en realidad no pensaba en hacerlo narrador del prólogo, pero creo que necesitaba algo así. después de eso es en 3era persona, aunque me gustaría variar. este prologo solo narra un día "x" antes del desastre.

 bienvenidxs! <3 





Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro