Capitulo Tres: Que Comience el Entrenamiento
Fue muy complicado para Roberto aceptar la propuesta. Apenas hacía unos meses había ocurrido aquello y ahora un hombre de procedencia dudosa se acercaba y le pedía entrenar a su hija. Inmediatamente se negó y abandonó el lugar. Sin embargo, durante dos semanas, aquel hombre lo siguió a todas partes, apareciendo en cualquier lugar en el que él estuviera. Fue muy estresante hasta que, al final, aceptó; tal vez le serviría un poco para distraerse.
Los primeros días fue imposible mantener una conversación con la pequeña. Ella no sabía portugués y él tampoco sabía chino. Por lo cual volvió a negarse a entrenarla, argumentando que ella primero tendría que aprender el idioma y, ya después, podrían entrenar bien. Roberto asumió la función de maestro para Lián. Con él, aprendió portugués, quizás no de forma muy fluida, pero ya llevaba consigo un conocimiento intermedio. Nueve meses se mantuvieron aprendiendo el idioma.
Yixing era quien estaba más ansioso por el comienzo del verdadero entrenamiento. Se suponía que en un año debía mostrar resultados y ya habían pasado nueve meses sin avance alguno, considerando que solo estarían cuatro años en Brasil. Había tenido discusiones con Roberto por eso, pues él ya necesitaba dar respuestas en China y no se observaba ningún resultado tangible.
Para Roberto, el tema de entrenar a una niña de tan solo tres años le daba muy mala espina. Ya había generado cierto cariño por Lián y, a lo poco que él había visto de ella, no se notaba mucho que disfrutara del deporte. Otra cosa que le preocupaba era que Lián no tenía amigos. Había visto algunas veces cómo Yixing se negaba a dejarla interactuar con los demás niños.
—Liuliu —llamó Roberto, empezando a utilizar ese apodo de cariño desde algunos meses atrás, pues Lián lo sugirió.
—¿Qué pasa, Roby? —respondió ella sonriendo. Decirle "Roby" le generaba un poco de risa.
Lián se sentía muy cómoda con Roberto. En esos meses con él, entendió que su padre jamás sería un héroe, que simplemente la veía como un proyecto para ser aceptado entre sus amigos. Por ahora, el brasileño cumplía la función que Yixing jamás había tomado sobre ella. Incluso se había encariñado, a pesar de que su padre ya le había dicho que eso estaba prohibido.
—Dejaremos de estudiar —anunció Roberto. Lián alzó las manos celebrando, ya estaba un poco cansada de aprender portugués—. Tu padre quiere que empecemos a entrenar. ¿Sabes cómo jugar fútbol?
Ella asintió.
—No me llama mucho la atención, pero sé que es patear la pelota y correr tras de ella.
Roberto se acercó al balón que tenían cerca, hizo una seña para que Lián tomara su mano y salieron al patio de la casa. Este era muy grande y servía perfectamente para lo que necesitaban hacer.
A partir de ese momento, empezó el entrenamiento real. Roberto inició con lo básico, sin sobreexplotar a la pequeña. El juego que él le estaba enseñando se basaba en la técnica depurada, la belleza cautivante y la efectividad, tal y como se manejaba en su país. Aquí, el fútbol es el mejor y el más completo.
Ante sus ojos, Lián se mostraba como una gran prodigio, o quizás todos los chinos eran así; realmente no lo comprendía. Su discípula hacía todo tal cual él le decía, lograba dominar con una gran facilidad, aunque claro, las cosas difíciles las dejaban de lado por ahora.
Tres años pasaron rápidamente. Ahora, Roberto tenía a una Lián de seis años. El avance de ella fue estupendo y eso lo reconocía él mismo. Quizás podría estar exagerando un poco, pero si ella participara en la liga brasileña, seguramente ganaría. No solo sus habilidades en el juego mejoraron, sino que la relación entre ambos se hizo más cercana. Ahora realmente eran como una familia. En la mente de Lián solo rondaba una pregunta: ¿y si Roberto hubiera sido su padre?
—Tío Roby —intentaba llamar su atención. Justo ahora había logrado realizar una chilena perfecta.
—Te estoy viendo, Lián. Vaya que sí eres increíble.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro