Capítulo 13: Demonios Ocultos
Guía Básica para Elementalistas: Tomo I - Rangos Elementales
Al rango bajo se les llama slave. A menudo, se les considera "esclavos" debido a su aparente debilidad en comparación con otros rangos. Aunque heredan la magia de sus padres magiers, su linaje con entidades menos poderosas puede hacerlos menos robustos en términos de habilidades mágicas pero mayores en habilidad física. Esta percepción de debilidad a veces lleva a que los rangos bajos sean subestimados o relegados a roles menos prominentes en la sociedad.
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Mis sentidos permanecían alertas ante los susurros sibilantes de las hojas y los crujidos lejanos de ramas quebrándose en el espeso bosque. La oscuridad parecía tener vida propia, y solo esperaba que no escondieran nada malo, no necesitaba seguir sumando cosas negativas a mis días en la academia.
La luz titilante de la luna iluminaba nuestros rostros, solo lo suficiente para ver la punta de mi nariz y revelar la atención en los ojos de Thane. No me sentía cómoda en la oscuridad, no me había gustado antes, tampoco las dos noches pasadas y en estos momentos eso no había cambiado.
Él lanzó llamas al aire que unos segundos después iluminaron el lugar. Farolas habían sido encendidas por el fuego de su elemento, dejando ver una zona que estaba cercada por vallas de madera vieja y lo que parecía haber sido una mesa o quizás solo era la base de un tronco cortado al medio.
—La idea era que vinieras caminando por tu cuenta, no debiste ponerlo difícil. —Thane dijo las palabras con un tono seco. Como si yo tuviese la culpa de lo que habían hecho sus amigos.
Su mirada iba de mí hacia la oscuridad, como si estuviera evaluando cada sombra en busca de amenazas. No parecía arrepentido por nada; más bien, sus ojos destilaban desinterés y desconfianza cuando me miraba.
Y eso era algo que no debía sorprenderme, dudaba que él sintiera culpa por algo. Su actitud solo confirmaba lo que ya sabía de todos ellos, de su familia, de los infernis, y lo molesto que podían llegar a ser con tal de cubrirse las espaldas con sus amigos.
—Y para mí la idea era no venir, ¿crees que me hace gracia estar aquí? — En mi tono se podía escuchar la molestia —Mira entiendo que Athena está enojada, pero ella comenzó. Si quiere decir o hacer algo no tiene por qué enviarlos a ustedes, menos para que me traigan aquí cuando saben que el bosque es peligroso —mis palabras estaban cargadas de mucha frustración.
—Athena no tiene nada que ver en esto. No sé de qué hablas Isa.
Sus palabras me confundieron completamente, si no era por Athena ¿Por qué estaba aquí? No es como que Thane y yo tuviésemos mucho de lo que hablar.
—Bueno entonces no me necesitas para nada. Volveré por donde ellos se fueron, estoy cansada y quiero dormir, debo recuperarme bien. —O si no, la abuela me matara por casi haber muerto.
No esperé a que dijera nada más, me giré y comencé a caminar por donde creía que había venido. Estas eran cosas que ya tenía claras; nada bueno podía salir de que un infernis hubiera pedido que me secuestraran para traerme al bosque, en medio de la noche y sola.
Una columna de fuego me impidió el paso. Sentí sus manos en mi cabello tomando mi coleta y tirando de mi liga, mi pelo cayo en una cascada sobre mi espalda. Eso ya lo había vivido en el pasado y me había prometido que jamás permitiría algo así nuevamente. No me había defendido en ese entonces por miedo y desconfianza a lo que pudiese pasar, pero ahora ya no eran los mismos términos. Menos si se trataba de él.
Lo empujé lejos de mí con toda la fuerza que pude. —¡No me toques, maldita sea! —Mis palabras estallaron con rabia, mi voz resonando en la oscuridad del bosque, dejando todo en un silencio total.
No esperaba ver una expresión de desconcierto en él. Su cuerpo se tambaleó mientras mi liga cayo de sus manos. Ya había vivido esto y no iba a arrodillarme frente a él como lo había hecho con Erick. Volví a empujarlo, esta vez con más fuerza, su cuerpo se resistió a mis movimientos. ¡Maldición, su pecho era duro y fuerte!
Lancé una patada a la parte trasera de su rodilla, que se suponía debía doblarse por la mitad, pero no pasó nada. Estaba cansada y jadeando por cada movimiento que había hecho, aún no me recuperaba al cien. Realicé un movimiento hacia su derecha en un intento de escape, pero él simplemente levantó su brazo para impedirme que escapara.
Mi pecho subía y bajaba mientras intentaba llenar mis pulmones con aire, debía controlar la rabia y desesperación que estaba sintiendo.
Me arrastro hasta un lugar en que se encontraban cuatro vasijas, eran las de la prueba de inicio. No sabía por qué estaban aquí, en el bosque, pero no podía importarme menos en este momento, solo quería correr lejos de él y de lo que tuviese preparado.
—Toca la vasija —demando.
Su aliento rozó mi nuca.
—No quiero. —Tampoco quería estar aquí, ni con él, menos con su insistencia o agresividad. —No quiero hacer nada que me pidas tú.
—Te obligaré a hacerlo, y créeme que no te gustará.
El recuerdo de mi sueño y él quemándome podía ser algo muy real en este momento. Por qué diablos no podía defenderme, eso me frustraba mucho. Me soltó para empujarme sobre la vasija de aire. No quería hacerlo, pero estaba segura de que no me dejaría ir de aquí hasta que le hiciera caso.
Maldije, mientras mis manos eran llevadas al borde, como si se tratara de un imán.
La vasija hizo un sonido que no estaba segura de haberlo escuchado la primera vez, un remolino de aire se levantó desde la fuente, poco a poco fue creciendo hasta transformarse en un fino hilo que subía por sobre la copa de los árboles. Eso era lo máximo que había podido hacer, y para mí era grandioso. La manifestación de mi elemento fue acompañada por voces que salían del recipiente, en un lenguaje antiguo y oscuro que resonó en mi mente. La sensación era extraña, como si el artefacto intentase comunicarse conmigo a través de mi propio elemento. Bajé mi vista a los ojos de la figura que rodeaba la fuente. Parecía una especie de quimera, aunque tenía más lógica que fuera un demonio; tenían un brillo que no había visto la primera vez, y se movían como espirales, estaban muy vivos.
Solté un pequeño grito, retrocediendo rápidamente sin mirar donde pisaba, caí de trasero al suelo.
—¿Qué sucedió?
—E... Esa cosa e... está viva. —tartamudeé. La sorpresa había aplacado mi rabia con él.
—No está viva, es solo magia demoníaca, aunque es raro que alguien de tu nivel pueda sentirlo.
—Me miró... Me estaba mirando. —asegure con mucha determinación.
Me puse en pie como pude. Inmediatamente sentí una oleada de cansancio tocar cada fibra de mi ser, que hizo a mi cuerpo tambalearse.
—Estás agotada, algunos artefactos amplían tu magia elemental sin control, es por eso que es imposible que alguien que no la posea pueda hacerlas funcionar. Ahora supongo que, ¿podemos conversar? —Pidió con un tono de voz mucho más sutil que hace un rato atrás.
Su actitud había cambiado, ya no actuaba demandante.
—Me traes aquí a la fuerza, me obligas hace algo que no quiero y ahora resulta que quieres conversar. No tengo intenciones de hablar contigo, solo deja que me vaya y ya. —Quise ponerme en marcha, pero no me sentía capaz de poder avanzar tanto en ese momento.
—¿Por qué lo pones tan difícil Iseria? No te he dicho nada... —Thane soltó un suspiro pesado —. Es mejor que hablemos, una charla amigable y luego serás libre para ir donde quieras.
—Vaya manera de querer hablar o ser amigable. Thane de verdad, no quiero estar cerca de ti.
Se acercó unos pasos a mí. Sentí cómo deslizó el cuello de mi sweater, dejando a la vista la cicatriz que aún no había sanado del todo. Un estremecimiento recorrió mi piel expuesta.
—Lo he notado, créeme. Pero solo quiero hablar de esto, no porque la tapes con un cuello quiere decir que no existe, y aún hace calor ¿No tienes calor? —pregunto. —Si te asuste me disculpo, no fue esa mi intención, pero es que eres esquiva...
—¿Quieres hablar de banalidades? Sí, tengo calor y no quiero ni imaginar cómo es, cuando es tu intención. —Estaba muy harta de todo.
—Ese no era el plan. Pero necesitaba salir de algunas dudas y solo aquí podría hacerlo.
—Claro, las noches pasadas casi fui asesinada. No se te ocurrió pensar que no iba a estar feliz en la oscuridad del bosque, donde hay más peligros aún. Y más si me traen como si fuesen hacerme algo malo, aunque la verdad esto no es muy distinto de lo que imaginaba.
Acababa de admitir que casi había sido asesinada la noche anterior, y eso no me hacía sentir bien. Decirlo en voz alta transformaba todo en algo real, la piel de mis brazos se erizó. Casi había muerto y aquí estaba, peleando con un idiota.
—Solo quería salir de una duda, y tenía que ser aquí. Y bueno también quería que habláramos de lo que paso.
—Y yo te dije "vaya que forma de querer hablar"
La frustración era dueña de mis palabras. Él caminó unos pasos a donde habíamos estado parados unos minutos atrás, lo vi agacharse, tarde un segundo en ver que estaba sacudiendo de hojas y tierra mi liga. Volvió hasta mi lado para tendérmela.
—Lamento haber jalado tu cabello, pero eres rápida y casi te escapas, no puedes entrar al bosque si no conoces el lugar, es seguro, aunque te hayan contado historias, pero podrías perderte y hacerte daño.
Cogí la liga con brusquedad, aunque tuve especial cuidando de no tocarlo a él, y amarré mi cabello. Una parte de mí se relajó solo con ese acto, era algo tan simple, pero que por años me había entregado seguridad.
—No me digas que ahora te preocupas por mí, ¿debo agradecerlo? —No tenía que ser amable con él, no merecía nada.
—Sabes, lo pones difícil y eso me molesta un poco. Todo tenía que ser más fácil, pero te busque la otra noche y bueno no fue el mejor escenario con el daimon ahí. Hoy también lo intente, más temprano, pero pasaste de mí —llevo su mano a su cabello y lo movió —Siempre huyes de mí como si te hubiese hecho algo malo y hasta donde sé eso no ha ocurrido, bueno claro a menos que estés interesada en mí y seas muy tímida como para acercarte... Necesitaba salir de algunas dudas, y era lo de acceso más fácil.
No iba a responder a su broma, y tampoco a negar mi poca devoción hacia él, se parecía tanto a Erick que su sola presencia me desagradaba.
Algo llamó mi atención en sus palabras.
—Espera, ¿me trajiste aquí porque creíste que podía ser un draugr? —La incredulidad y sorpresa se filtraron en mis palabras.
—Tú no exactamente, había una posibilidad supongo... Aunque ahora ya está claro para mí —me dio una mirada de disculpa mientras se explicaba —. No puedo sentir tu elemento y casi no te he visto usándolo, tenía dudas. Aun así, eso no significa que no seas peligrosa.
—No soy la única que no puede hacer uso de su elemento —sentía que me habían ofendido de una forma que jamás lo habían hecho. —No soy la única con poca afinidad, muchos aquí son igual a mí y peores también. —No lo dije como excusa, pero me cansaba la situación de porque era deficiente con mi elemento.
—No es que sea deficiente es que no lo muestras y luego con lo de los camarines, no se lo dijiste a nadie. Sabes que no fueron daimons, Iseria, fueron draugr y lo callaste. ¿Por qué razón protegerías a esas criaturas?, debía preguntarlo.
Mi mano fue directo a la cicatriz en mi cuello era el recordatorio inmediato.
—¿De dónde sacas tú que no se lo dije a nadie? Quizás están más interesados en otras cosas que creer lo que conté, y esa chica no era tu amiga no creo que estés preocupado por ella
—Me preocupo por todos... Cuando llegué a los vestidores tuve que decidir entre salvarte o seguirlos, y en este momento no sé si debo arrepentirme de la decisión que tome. —Dijo con sequedad.
—¿Se supone que tengo que agradecerte por hacer lo lógico? —Me burle de él. —Y por favor, solo eres un estudiante más, que tipo de complejos tienes, además de lo obvio.
Hice énfasis en todo, apuntando el lugar y a la conversación. Él llevó su mano a su cuello y lo frotó, los músculos en su brazo se marcaron de forma notoria. Tenía fuerza ya me había quedado en claro.
—Más loco es saber que hay magiers que son cuidados por un daimon o que vuelven de la muerte —me miró con sus ojos verdes de manera intimidante —Sé lo que vi, pero no conozco toda la historia y eso es lo que quiero que me cuentes, ¿qué paso?
No iba a decir nada, pero algo en sus palabras llamo mucho mi atención, siempre decía cosas importantes entre líneas. Me perdía un poco
—¿A qué te refieres con magiers que son cuidados por un daimon o que vuelven de la muerte?
Él indicó tras de mí, directo a la oscuridad.
—Me gustaría saber cómo lo invocaste. ¿Por qué se queda cerca de ti como si fueras su dueña o responsable?
Mire en la dirección que me indico y lo que vi me dejo muy sorprendida. Había un daimon muy quieto, sentado en sus dos patas traseras observándonos, no parecía dispuesto a querer atacar. Lo que parecía irreal. No había sentido su presencia lo que me alerto de igual forma. Yo tenía grandes y graves problemas con mis sentidos.
Lo observé por lo que pareció bastante rato, estaba casi segura de que se trataba del mismo de las noches pasadas, no era una figura fácil de olvidar. Sus ojos intensos y oscuros nos observaban con cautela, como si él entendiera la discusión que rodeaba a Thane y a mí en ese momento.
Miré la cabeza y luego su extraño pelaje negro y desaliñado. La criatura tenía cuernos notorios que emergían de su cabeza, añadiendo a su presencia un aura intimidante. Sus ojos intensamente rojos emanaban un brillo inquietante, observándonos con cautela, como si entendiera la discusión que rodeaba a Thane y a mí en ese momento. Su cuerpo, aunque más grande y esbelto que cualquier perro, parecía mostrar brasas o sombras vivientes, escondiéndose en la oscuridad fácilmente. Grandes garras afiladas se extendían de sus patas, y sus colmillos, visibles incluso a la distancia, parecían capaces de desgarrar cualquier cosa. La criatura no necesitaba ser gigante para imponer miedo; su aspecto infernal y su postura vigilante bastaban para recordar que no pertenecía a este mundo, pero estaba aquí frente a nosotros.
Di dos pasos atrás, retrocediendo lejos de esa cosa y queriendo cubrirme con el cuerpo de Thane, formando una barrera protectora entre el daimon y yo. Observé al ser con recelo, consciente de que su quietud no garantizaba que no fuera una amenaza.
La criatura permaneció en silencio, como si evaluara la situación. De repente, dio un par de pasos hacia nosotros olfateando el aire, y eso fue suficiente para que la ansiedad se apoderara de mí. Hasta que volvió a sentarse hasta conseguir una posición acostada, tal como lo haría un perro.
—No creo que quiera atacar, lleva suficiente rato allí ya lo hubiese hecho. Por eso sé que lo invocaste, no va a hacerte daño.
—Yo no he invocado nada, no sé cómo se hace, no tengo un libro de demonología y además no lo haría. Las marcas serian visibles en mi cuerpo.
Cada invocación dejaba una especie de marca o tatuaje en quien lo había hecho, no era bien visto en esta sociedad. Los demonios nunca eran algo bueno a pesar de nuestra estrecha historia con ellos.
—Para eso tendrías que sacarte la ropa y dejarme inspeccionar. —Sonrió como lo hacía con algunas chicas, con descaro.
No fue gracioso, sus tontas bromas no tenían sentido.
—Mátalo, por favor —pedí sin saber si se cumpliría mi petición.
—No puedo matar a algo que ya está muerto...
—Se lo decía al daimon. —Si era mío suponía que me haría caso, y luego de esa broma estaba dispuesta a intentarlo.
La criatura no se movió ni un centímetro, pero soltó un sonido bastante desagradable.
—Eso no es gracioso.
—Si hablamos de gracioso, meterse al bosque donde están estas criaturas que despedazan a cualquiera que se les ponga en frente tampoco lo es.
—Puedo desterrarlos, no les tengo miedo es solo un poco de fuego y ya. Pero este es raro sigue volviendo y estoy seguro de que es a ti. No creo que quiera hacerte daño, es más, sé que él fue quien las salvo realmente en los camarines. Quizás deberías agradecerle y partir dándole un par de galletas y unas palmaditas en la cabeza.
No estaba segura de querer tocar a una cosa así, tampoco existía la seguridad de que no fuera a comerme viva.
—No creo que acariciar a un daimon sea una forma de agradecimiento, quizás puedo ofrecerte como ofrenda. —dije con sarcasmo, intentando ocultar la ansiedad que burbujeaba en mi interior.
Thane soltó una risa y se rascó la cabeza.
—Bueno la verdad es que me preocupa que tenga hambre justo ahora— respondió. —Es la primera vez que veo algo así, pero creo que él está más interesado en protegerte que en atacarte. No estoy seguro de cómo manejar a uno.
La conversación había fluido entre nosotros, sin darme cuenta. Mi mente luchaba por asimilar la situación.
—Luego de esto volveremos a lo mismo, no quiero que me hables y yo no te hablaré. Solo mantener la distancia de mí y todo seguirá como ahora— me anticipe —Bien, ¿qué quieres saber? En otra situación no estaríamos haciendo esto, pero no quiero morir aún. Así que sé rápido, no quiero quedarme aquí más tiempo del necesario. —dije, cruzando los brazos, mostrando mi impaciencia.
Thane se puso serio y comenzó a hacer preguntas sobre mi conexión con la magia, el incidente en los camarines, y cómo me encontré con el daimon. A regañadientes, le conté lo que había pasado ese día, de cómo me había alcanzado para terminar con esa cicatriz en mi cuello, que realmente no sabía por qué ese daimon estaba allí y si es que tenía alguna conexión con él.
Pareció más reflexivo mientras procesaba la información. Miró al daimon y luego a mí, como si estuviera calculando algo en su mente.
—Escucha, no sé qué fue lo que paso, pero estoy dispuesto a encontrar algunas respuestas. No me gusta la idea de que esto se quede en silencio se supone que toda la escuela debería saber que draugrs vulneraron la seguridad y llegaron hasta tan cerca, no entiendo por qué si es que de verdad lo dijiste, lo mantienen en silencio. Tampoco quiero que ese daimon se convierta en un problema para nadie, pero si es tuyo o tiene una loca manía por ti debes aprender a mantenerlo a raya. Si necesitas respuestas sobre él, podría ayudarte a buscarlas.
Aunque su actitud había cambiado un poco, no lo conocía y era difícil pensar en compartir y confiar en una versión demoniaca del idiota de mi antigua escuela.
—Luego de aquí volveremos a tomar distancia quiero que te quede claro. No quiero más ataques sorpresa ni intentos de obligarme a hacer cosas que no quiero, menos secuestrarme en medio de la noche para traerme al bosque donde las cosas no son mejores que lo anterior. ¿Entendido?
Él asintió con seriedad, y pareció que por primera vez estábamos en la misma página. El daimon, por su parte, se levantó y comenzó a alejarse, como si su presencia ya no fuera necesaria. Thane extendió su mano en un gesto de tregua, y aunque dudé por un momento, finalmente la estreché. Era primera vez que llegaba a un acuerdo con alguien de esta manera. Y aunque no me gustaba tener contacto con él, si sentí un pequeño sentimiento de felicidad por vivir algo distinto.
—Deberíamos volver a la escuela, ya no hay nada más que hacer aquí.
Lo seguí con resignación. No era mi intención depender de él, pero me encontraba perdida en el bosque, sin saber hacia dónde caminar. Tropecé un par de veces por mi nula capacidad de ver en la oscuridad con facilidad, y él ni siquiera me brindó ayuda. La tercera vez que casi caí, él cogió una rama y la incendio, pero jamás se quemó, tal como si se tratara de una antorcha. Lo agradecí, las llamas iluminaron mis pies, dejándome ver por donde íbamos.
Recordé sus palabras y la pregunta no respondida. Si los magiers podían regresar de la muerte, ¿existiría alguna posibilidad de traer a mamá de vuelta a casa? Sabía que era una idea imposible, pero no perdía nada con preguntar.
—¿Qué quisiste decir con magier que vuelven de la muerte? Se supone que cuando alguien muere, no hay vuelta atrás. — deje a mi mente divagar entre posibilidades, creando escenarios a su posible respuesta.
La expresión de Thane se tornó sombría, destacándose entre las llamas que iluminaban el lugar. Era como si hubiera tocado un tema no agradable.
—Creo que tú lo hiciste. Volviste de la muerte, aunque claramente no de manera literal.
Eso no sonó para nada coherente.
—¿Estás loco?
—El incendio de hace cinco años, se supone que moriste allí.
Un escalofrío recorrió mi columna mientras el recuerdo de las llamas devorando mi hogar se materializaba. Negué con la cabeza, rechazando la idea con desesperación. De alguna manera, debía estar equivocado. Nada de eso había sucedido.
Thane, notó mi confusión, añadió con cautela:
—No conozco toda la historia, solo lo que me contó Arlenn cuando éramos pequeños. Y cuando se reencontró contigo y actuó tan raro, refiriéndose a ti como su amiga de infancia supuse que eras esa chica. —Hizo una pausa en las que me observo atentamente— No lo sabías, ¿verdad?
Me apoyé en un árbol cercano, no confiaba en mis piernas para que nos mantuvieran en pie. El corazón me latía con fuerza, no podía tragar. Todo era una mezcla abrumadora de emociones apoderándose de mí.
La sensación de perdida de fuerza se hizo muy presente en mi cuerpo, también las náuseas. Como si las palabras de Thane hubieran derrumbado una parte de la realidad de mi vida, me encontraba luchando por intentar procesar la verdad recién revelada.
Mientras mi mente se llenaba de más escenarios turbulentos, Thane agregó con una expresión que calmaba las cosas.
—Quizás estoy equivocado, no quise ponerte en esta situación. —Él se detuvo a mi lado —¿Estás bien?
Su voz resonó como un eco lúgubre en mi mente, y las palabras dichas se aferraron a mi conciencia y cuerpo, pesadas como piedras en mi estómago. Asentí a su pregunta, y ese mínimo movimiento hizo que mis pensamientos hicieran clic con una idea.
Él no estaba equivocado, esa era mi historia. Muchos recuerdos de los meses pasados vinieron a mi mente. No había dudas que se trataba de mí. Y solo podía culpar a una persona.
—¿El donante fingió nuestra muerte? —susurré la pregunta al viento, sintiendo cómo mis cuerdas vocales luchaban con cada sílaba.
—¿Quién es el donante? —Thane se mostró confundido ante mis palabras.
—Eso no importa. Yo no entiendo nada de lo que has dicho —balbuceé.
Cada palabra se clavó como una espina en mi garganta, dolió. La idea era aún más dolorosa, una cosa es que mi padre no nos quisiera y nos abandonara, pero esto estaba en otro nivel de maldad. Uno que aún no podía entender.
—Algunos secretos son más oscuros de lo que imaginamos, siempre hay una respuesta coherente para ellos —continuó Thane, en apoyo.
El peso de la revelación se instaló en mi corazón. La rabia y la tristeza se mezclaron en un torbellino de emociones. Comencé a sentir una marea de rabia y odio hacia el donante. Lo culpaba por innumerables cosas, y agregar esto a la lista era simplemente el límite. Se trataba simplemente de un rompecabezas que empezaba a encajar; Las palabras de Tommy cuando me vio "¿Estas viva? La lejanía de la abuela junto a su emotivo abrazo repitiendo las palabras "¡estás viva! Y luego Arlenn emocionada "han pasado tantos años y yo creí que jamás te volvería a ver".
Todas aquellas palabras y acciones comenzaban a tener un significado real. Cada uno de ellos había pensado que no me verían jamás; creían que estaba muerta.
Las emociones se arremolinaban en mi interior, creando un vendaval de resentimiento. Con cada segundo que pasaba se desenterraba heridas que, hasta ahora, habían permanecido ocultas e inexistentes en mí. El donante, mi propio padre, se convertía en la figura responsable de haberme alejo de una vida mejor. La realidad se volvía más cruda, y el velo que ocultaba la verdad se desgarraba, dejando al descubierto solo traición y engaños por parte de él.
Yo iba a matarlo.
Cuando pude recomponerme de la sorpresa, volvimos al campus de la escuela. Thane siguió su camino, y yo me dirigí en busca de Arlenn o Tommy; necesitaba despejar algunas dudas y ellos serían los primeros en darme una respuesta.
No me sorprendió encontrarme con Athena y sus amigas pasando el rato. Era algo que tarde o temprano iba a ocurrir. Sin embargo, en este momento, después de la revelación de Thane, había olvidado por completo la situación de la cafetera.
—Por fin te encuentro —exclamó con un chillido y bramido. —Ahora vas a pagarme lo que le hiciste a mi ropa y cabello...
El sonido de su voz me recordó a un pequeño perro chihuahua intentando sonar amenazante. No es que ella no lo fuera, pero su voz no la acompañaba. Sonreí levemente, yo estaba enloqueciendo, no podía causarme gracia algo así después de todo lo que me había enterado. Aunque no fue el mejor momento para reír y lo supe porque eso la molestó más.
Dos bolas de fuego, mayores a la de una pelota de fútbol, volaron directo hacia mí. No tuve tiempo para sorprenderme por lo rápida que era. Solo me lancé lo más cerca del suelo, esquivando por poco las llamas que pasaron zumbando sobre mi cabeza.
Debí usar mi elemento para defenderme o atacar, pero eso no iba a pasar ni, aunque me encomendara algún sombrío.
Después de ese ataque sorpresa, me incorporé rápidamente, sintiendo la adrenalina correr por mis venas. La mirada desafiante de Athena dejó claro que esto no iba a detenerse fácilmente. Otra llama ardiente surcó el aire, pero esta vez la anticipé, moviéndome con agilidad para esquivarla. Las llamas volvieron como un látigo, tan cerca de mi rostro que cerré los ojos por instinto, pero jamás fui tocada.
—Déjala en paz.
No sé cómo, pero Caleb se interpuso entre Athena y yo. En un instante, el agua fluyó de sus manos, envolviendo a Athena y apagando las llamas en un destello de gotas brillantes.
—Hey, chicas, ¿no creen que ya es suficiente? —dijo Caleb en su usual tono amistoso. —Podemos resolver esto de una manera más tranquila, ¿no creen?
Él quería calmar las aguas, pero su forma tan literal solo había agrandado más la situación. Siobhan se unió a Athena, lista para atacar.
—No te metas en este asunto, largo de aquí —intervino Siobhan.
Caleb, sin perder su expresión tranquila, se rascó la cabeza.
—Solo quiero asegurarme de que no le hagan daño, ¿vale? —dijo con tono comprensivo. —Ella no puede usar su elemento y lo saben, esto es injusto, le harán daño y tendrán sanciones por ello.
Nadie lo escuchó. La realidad es que su atractivo, ya fuese su cabello rubio y revuelto, que evocaba la esencia del sol en cada hebra dorada, o con sus ojos azules que resplandecían como un lienzo reflejando las aguas tranquilas de un lago sereno. La curvatura perfectamente delineada de sus cejas siempre revelaba ternura y amabilidad en su expresión. O su figura esbelta y bien formada, con una postura relajada que denotaba confianza natural. Parecía pasar desapercibido entre estas chicas.
No hubo más comunicación por parte de ellas. Llamas gigantescas fueron arrojadas hacia nosotros, y por la forma en que Caleb se colocó frente a mí como un escudo protector, supe que no podía detenerlas, no con su elemento.
—¡Ya es suficiente, Athena! —exclamó Thane, con tono autoritario.
No sé si eso la desconcertó más a ella o a mí. No esperaba que Thane nos defendiera; no lo necesitaba. Pero sus palabras fueron lo que terminó con la confrontación por parte de ellas. La atmósfera cargada de hostilidad quedó suspendida en el aire, mientras Thane permanecía entre nosotras, imponiendo su autoridad.
Athena, que se veía muy molesta, retrocedió unos pasos, aunque su mirada nunca dejo de destilar furia. La escena quedó suspendida en un momento de calma tensa, no había concluido, pero por ahora, al menos, se había contenido.
—No es tu asunto Thane, como te atreves a... Maldición, ni siquiera intentes ayudarla. Es solo una bastarda de elemento. Repentinamente Arlenn y que ¿ahora también tú? Es solo una slave.
El aire, de repente, se volvió denso, impregnado de un olor a azufre que dejaba claro que nada humano ocurría allí. La magia demoniaca flotaba en el ambiente, cargando el entorno con una atmósfera opresiva.
—De verdad te atreves hablarme así...
Decidí aprovechar el breve impasse de su conversación para dar media vuelta y escapar, continuando mi camino hacia los dormitorios. No hubo tiempo para expresar gratitud a Caleb luego lo haría; simplemente estaba tomando mi oportunidad de no ser achicharrada.
No alcance a llegar al edificio cuando escuche la voz de Thane llamándome, no me detuve.
—¡Ey, espera!
Thane me siguió de cerca, apareciendo a mi lado con la urgencia de algo importante. Aunque con él dudaba que se tratara de eso.
—¿Qué quieres ahora? ¿Acaso no entiendes lo que es distancia? —Su presencia seguía descolocándome.
—No me culpes a mí, no lo sabía...
Fuimos interrumpidos por un sutil crujido a nuestro lado. La presencia de Tommy se materializó rápidamente. Mi corazón dio un salto, no solo por la sorpresa, sino también por la alegría de verlo después de nuestra pequeña conversación.
—¿Dónde estabas? —la exigencia en su tono dejó claro que algo había pasado.
Su pregunta me sobresalto, como si hubiese estado haciendo algo malo. Cuando quise responder, me di cuenta de que no era a mí a quien buscaba.
—Ocupado como siempre. No esperarás que diga todo lo que hago... —Thane y su voz, ligeramente sarcástica, revelaron la naturalidad con la que asumía su papel de ser el más importante en la escuela.
—No juegues, Thane. Tienes libertades, pero que no se te olvide tu parte. —Intervino Tommy, sin seguirle el juego ni permitir una respuesta sarcástica.
Tuve miedo en sus palabras, pero no me atreví a preguntar, Tommy no haría algo así estaba segurísima de ello.
—Está bien, solo estábamos por ahí, "hablando". —Su respuesta fue un tenue sonido, cabreado. —No te daré los detalles.
Cuando Tommy me miró, supe que era mejor quedarme callada sin dar explicaciones de lo que "hablábamos". Recordé un; "conocerás a otros chicos", preferí no agregar nada. Aunque sabía que jamás sería Thane y siempre sería él.
—Paso algo malo, ¿cierto? —pregunté, sabía que solo en esas condiciones Tommy se acercaría a mí, luego de nuestra conversación incómoda.
Su silencio me hizo mirar bien a Tommy. Vestía una camiseta ajustada y pantalones cargo, portaba dagas y lo que parecía un arma de fuego, lo que no tenía lógica siendo un magiers. Su presencia no podía pasar desapercibida y yo, no lo había notado de inmediato. Ambos, Thane y yo, lo miramos con desconcierto
—¿Por qué vistes así, Tommy? —pregunté otra vez, insistiendo de otra forma. Sabía que algo muy malo venía.
Estaba reacio a hablar, y su mirada, cargada de palabras no dichas, creó una atmósfera tensa que me llenó de ansias. Sus ojos chocolates, normalmente cálidos para mí, parecían ahora distantes y pesados, como si llevara el peso de una noticia que no quería compartir.
—La chica de la enfermería, la que estaba contigo en los camarines... está muerta. Estamos buscando a quien lo haya hecho —hizo una pausa, y el peso de sus palabras cayó sobre nosotros. —Y tenías razón, Iseria, fue un draugrs. —dijo Tommy con seriedad, llevando consigo la gravedad de la tragedia.
La noticia me golpeó como un martillazo, sentí un escalofrío recorrer mi espina dorsal al escuchar cada palabra. La idea de que, si no hubiera salido de la enfermería, si no me hubiese recuperado luego seguiría ahí y podría haber sido la segunda víctima, me estremeció. La mezcla de horror, alivio y tristeza creó un nudo en mi estómago.
Una chica muerta en la escuela. No terminé ese pensamiento, pero las emociones fatales se mezclaron dentro de mí, formando una tormenta de desesperación. La tristeza se apoderó de mi ser, dejándome una angustia que no supe cómo expresar.
—Vayan a sus dormitorios, allí estarán seguros. No dejaré que nada malo les pase —sus palabras resonaron como una promesa de protección.
No dije nada, no me atreví hablar, dudaba que mi voz tuviese sonido. Sentí como la cicatriz de mi cuello pico recordándome lo real que era todo esto. Tommy se puso en marcha, su silueta se desvaneció en la distancia mientras se encaminaba hacia la tarea de cazar al responsable.
Detuve mi mano para cerrar la ventana de mi habitación. En la lejanía, distinguí una figura en los jardines, las farolas iluminaban su silueta cubierta de negro. Su cabeza estaba volteada hacia la entrada del bosque, donde una criatura cuadrúpeda se adentraba en la oscuridad. Por alguna razón, ambas me resultaban muy familiares. Un escalofrío recorrió mi espalda, presintiendo que se trataba de más problemas, como aquel extraño sueño que había tenido luego del ataque de los draugrs.
Me sentí observada.
Aparté la vista solo por un segundo, pero cuando volví a mirar, no quedaba rastro alguno de ninguno de los dos. La figura podría haber sido un guardián o segador cazando a un daimon, o simplemente estaba nerviosa y no había sido nada.
Sacudí mi cabeza, como si el acto fuera a despejarme.
La idea de ir a dormir esta noche se volvía aún más atractiva; era mejor sumergirse en el mundo de Morfeo que permanecer despierta por más minutos. Este había sido un día muy largo.
Queridos lectores,
Por razones personales, hoy es un día muy especial para subir capitulo. 24-01-2024 <3. Cualquier duda o comentario que tengan, pueden dejarlo aquí.
Espero con interés leer sus opiniones:
¿Creen que Thane debió haber contado ese secreto?
¿Qué les parece Caleb, mojando a Athena y disipando las llamas para ayudar a nuestra Isi?
Y Tommy, ¿es el momento de que se dé cuenta de que podría perderla?
Agradezco de antemano sus comentarios y sugerencias.
Su apoyo es fundamental para dar vida a esta historia. Cada voto cuenta y es un impulso invaluable para continuar explorando este mundo de fantasía.
¡Gracias por ser parte de este viaje y por hacer que HellBound cobre vida!
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