11| fourth champion
“cuarto campeón”...
AL DÍA SIGUIENTE, sábado, RJ bajó al vestíbulo, muchas personas estaban allí, algunas comiendo tostadas, y todas contemplando el cáliz de fuego. Lo habían colocado en el centro del vestíbulo. En el suelo, a su alrededor, una fina línea de color dorado formaba un círculo de tres metros de radio. Ella se sentó con un libro, una hora más tarde, Ron, Harry y Hermione se pusieron a su lado.
—¿Ya dejó alguien su nombre? —le preguntó Ron algo nervioso.
—Todos los de Durmstrang —contestó RJ, sonriendo —Pero de momento no vi a ninguno de Hogwarts. Pero los de Durmstrang... Ah, que hombres —susurró haciendo reír a Hermione, asquear a Ron y fruncir el entrecejo a Harry.
—Seguro que lo hicieron ayer después de que los demás nos acostamos —dijo Harry apresuradamente —Yo lo habría hecho así si me fuera a presentar: preferiría que no me viera nadie. ¿Y si el cáliz te manda a freír espárragos?
Alguien se reía detrás de Harry. Al volverse, vio a Fred, George y Lee que bajaban corriendo la escalera. Los tres parecían muy nerviosos.
—Ya está —les dijo Fred en tono triunfal —Acabamos de tomárnosla. Gracias RJ.
—De nada —sonrió a sus hermanos.
—¿El qué? —preguntó Ron.
—La poción envejecedora, cerebro de mosquito —respondió Fred.
—Una gota cada uno —explicó George, frotándose las manos con júbilo —Sólo necesitamos ser unos meses más viejos.
—Si uno de nosotros gana, repartiremos el premio entre los tres —añadió Lee, con una amplia sonrisa.
—entre los cuatro —corrigió RJ y los gemelos asintieron.
—No estoy muy convencida de que funcione. RJ, tú no debiste ayudarlos. Seguro que Dumbledore pensó en eso —les advirtió Hermione.
Fred, George, RJ y Lee no le hicieron caso.
—¿Listos? —les dijo Fred a los otros dos, temblando de emoción —Entonces, vamos. Yo voy primero…
RJ cerró el libro observó, atenta, cómo Fred se sacaba del bolsillo un pedazo de pergamino con las palabras: «Fred Weasley, Hogwarts.» Fred avanzó hasta el borde de la línea y se quedó allí, balanceándose sobre las puntas de los pies. Luego, observado por todos los que estaban en el vestíbulo, tomó aire y dio un paso para cruzar la línea.
—funcionó... —susurró RJ sonriente.
George, desde luego, también lo creyó, porque profirió un grito de triunfo y avanzó tras Fred. Pero al momento siguiente se oyó un chisporroteo, y ambos hermanos se vieron expulsados del círculo dorado, casi volando hacia atrás. Cayeron al suelo de fría piedra a tres metros de distancia, haciéndose bastante daño, y para colmo sonó un «¡plin!» y a los dos les salió de repente la misma barba larga y blanca.
En el vestíbulo, todos prorrumpieron en carcajadas con RJ incluida, a la que se le cayó el libro por retorcerse de la risa. Incluso Fred y George se rieron al ponerse en pie y verse cada uno la barba del otro.
—se los advertí —dijo la voz profunda y divertida, y todo el mundo se volvió para ver al profesor Dumbledore. Examinó a Fred y George con los ojos brillantes —Les sugiero que vayan los dos a ver a la señora Pomfrey. Está atendiendo ya a la señorita Fawcett, de Ravenclaw, y al señor Summers, de Hufflepuff, que también decidieron envejecer un poquito. Aunque tengo que decir que me gusta más su barba que la que les salió a ellos. —luego miró a RJ que se limpiaba las lágrimas —señorita Weasley, debería decir que no vuelva a intentar ayudar a que pasen la linea.
—Si, señor director, lo siento —se disculpó, aguantando la sonrisa.
Fred y George salieron para la enfermería acompañados por Lee, que se partía de risa, y RJ se levantó al ver a Angelina. Ron, Hermione y Harry se fueron.
—¿Vas a echar tu nombre? —le preguntó RJ, emocionada.
—si —Miró detrás a Katie y Alicia, sus amigas —¿Te unes a mis animadoras?
—obvio —asintió emocionada, llegando a un lado de Katie y Alicia, la primer nombrada pasó su brazo sobre los hombros de RJ.
—Hola, peque —Saludó y RJ le sonrió.
—Hola, chicas —las saludó contenta.
—si salgo, iremos a festejar a tomar cervezas de mantequilla —Dijo la posible campeona —estan en mi lista de personas favoritas así que RJ tienes que venir.
—de acuerdo ¡Pero ve ya! —le pidió ansiosa y rieron.
Angelina se acercó a la línea, miró a sus amigas, todas las personas en la sala la miraban, luego, la morena avanzó y dejó con suavidad su nombre en papel. El cáliz emitió un fuego alto, aceptando su nombre y comenzaron a aplaudir mientras Angelina las abrazaba.
—¡Vamos a festejar al Gran Comedor! —pidió Angelina y fueron riendo y festejando.
Habían cambiado la decoración del Gran Comedor. Una nube de murciélagos vivos revoloteaba por el techo encantado mientras cientos de calabazas lanzaban macabras sonrisas. Se encaminaron hacia donde estaban los amigos de RJ. Muchos voltearon a verlos por el bullicio de festejo. Cuando se sentaron, Angelina habló.
—¡Bueno, lo hice! ¡Acabo de echar mi nombre!
—¡No puedo creerlo! —exclamó Ron, impresionado.
—Pero ¿tienes diecisiete años? —inquirió Harry, haciéndose a un costado para que RJ se siente a su lado.
—Claro que los tiene. Porque si no le habría salido barba, ¿no? —obvió Ron.
—Mi cumpleaños fue la semana pasada —explicó Angelina.
—Bueno, me alegro de que entre alguien de Gryffindor —declaró Hermione —¡Espero que quedes tú, Angelina!
—Gracias, Hermione —contestó Angelina sonriéndole.
—Sí, mejor tú que Diggory el hermoso —dijo Seamus, lo que arrancó miradas de rencor de unos de Hufflepuff que pasaban al lado.
—oye, con Cédric no —RJ lo señaló con el tenedor —él sería un gran campeón. Es muy inteligente, leal y bueno. Además, es mí amigo.
—bla, bla... —Se quejó Seamus y RJ le tiró una uva.
—todo Hogwarts es tu amigo, RJ. Todos te quieren —Resaltó Ron mientras RJ sonreía.
—es porque soy una Weasley. Casi todo Hogwarts quiere a los Weasley —obvió sin darle importancia.
—no, no, porque no dicen “mi amiga es la menor de los Weasley” señalando que somos un montón —Ron le explicó detenidamente —dicen “yo soy amigo de RJ” no hay otra RJ en Hogwarts, y, si la hay, no le dan importancia.
RJ negó divertida ante las acusaciones de su hermano y pronto notó lo tarde que era. Harry iba a decirle algo pero RJ lo interrumpió.
—rayos, debo ir a estudiar. Los veo luego —se levantó rápido.
Harry suspiró con cierta decepción.
[…]
—¡Vamos, RJ!
RJ estaba resistiéndose al Imperio pero pronto desistió cansada y comenzó a bailar Tango. OjoLoco paró al ver eso y se cruzó de brazos viendo a la niña caer sentada.
—Juro que me intenté resistir pero estoy cansada. Entre tantas clases, esto y el Torneo, no me da el cuerpo —se quejó, levantándose.
—Te creería si fueras atrasada, pero te vi llegar a tiempo a las clases y con ayuda de unos libros de Hermione Granger. Apuesto a que conoces algunos pasadizos —Se apoyó en su bastón y le dió un trago a su botella, RJ hizo una mueca —hay algo que te tiene así. —¿Problemas de adolescentes?
—no, bueno, si. No lo sé... —suspiró, acercándose a tomar sus cosas —¿Y si lo dejamos para mañana? Llegaremos tarde a la selección.
—bien, vamos —refunfuñó, caminando chueco cómo de costumbre.
Él fue por un pasillo y RJ por el otro, así hasta baja tal Gran Comedor. El banquete de Halloween les pareció mucho más largo de lo habitual. Quizá porque era su segundo banquete en dos días, ella veía a la gente ansiosa, estaba igual de nerviosa. Caminó hasta sentarse a un lado de Colin y lo miró.
—no empezó ¿No? —cuestionó con inquietud.
—no, aún no —Le respondió, estirándose para ver —¿Dónde estabas? No comiste nada. Agarra antes de que desaparezca. —le dió preocupado y RJ sonrió, su mejor amigo siempre era atento con ella.
—si, lo siento —tomó varias cosas.
Por fin, los platos de oro volvieron a su original estado inmaculado. Se produjo cierto alboroto en el salón, que se cortó casi instantáneamente cuando Dumbledore se puso en pie. Junto a él, Karkarov y Madame Maxime parecían tan tensos y expectantes como los demás. Ludo Bagman sonreía y guiñaba el ojo a varios estudiantes. El señor Crouch, en cambio, no parecía nada interesado, sino más bien aburrido.
—Bien, el cáliz está casi preparado para tomar una decisión —anunció Dumbledore —Según me parece, falta tan sólo un minuto. Cuando pronuncie el nombre de un campeón, le ruego que venga a esta parte del Gran Comedor, pase por la mesa de los profesores y entre en la sala de al lado —indicó la puerta que había detrás de su mesa —donde recibirá las primeras instrucciones.
Sacó la varita y ejecutó con ella un amplio movimiento en el aire. De inmediato la luz bajó. No había nada en el Gran Comedor que brillara tanto como el cáliz de fuego. Todo el mundo miraba, expectante. Algunos consultaban los
relojes.
RJ abrazó a Colín y ambos se estrecharon sin medir la fuerza, casi asfixiando al otro.
De pronto, las llamas del cáliz se volvieron rojas, y empezaron a salir chispas. A continuación, brotó en el aire una lengua de fuego y arrojó un trozo carbonizado de pergamino. La sala entera ahogó un grito. Todo el cuerpo de RJ hacía cosquillas.
Dumbledore cogió el trozo de pergamino y lo alejó tanto como le daba el brazo para poder leerlo a la luz de las llamas, que habían vuelto a adquirir un color blanco azulado.
—El campeón de Durmstrang —leyó con voz alta y clara —será Viktor Krum.
RJ comenzó a aplaudir y gritar con Colin.
—¡Era de imaginar! —gritó Ron, al tiempo que una tormenta de aplausos y vítores inundaba el Gran Comedor.
Krum se levantó de la mesa de Slytherin y caminó hacia Dumbledore y desapareció por la puerta hacia la sala contigua.
—¡Bravo, Viktor! —bramó Karkarov, tan fuerte que todo el mundo lo oyó incluso por encima de los aplausos —¡Sabía que serías tú!
Se apagaron los aplausos y los comentarios. La atención de todo el mundo volvía a recaer sobre el cáliz, cuyo fuego tardó unos pocos segundos en volverse nuevamente rojo. Las llamas arrojaron un segundo trozo de pergamino.
—La campeona de Beauxbatons —dijo Dumbledore —es ¡Fleur Delacour!
Era la misma de la que Ron estaba enamorado, cuando la que parecía una veela se puso en pie elegantemente, sacudió la cabeza para retirarse hacia atrás la amplia cortina de pelo plateado, y caminó hacia donde fue Krum.
—es tan linda —susurró RJ y Colin le dió la razón.
Volvió a hacerse el silencio, pero esta vez era un silencio tan tenso y lleno de emoción, que casi se palpaba. El siguiente sería el campeón de Hogwarts…
—me va a dar algo —RJ llevó su mano a su corazón que parecía salirse de su pecho.
—es emoción —susurró Colín en un hilo de voz.
—no, no... Parece... —susurró RJ, pensando “un mal presentimiento”.
Y el cáliz de fuego volvió a tornarse rojo; saltaron chispas, la lengua de fuego se alzó, y de su punta Dumbledore retiró un nuevo pedazo de pergamino.
—El campeón de Hogwarts —anunció —es ¡Cedric Diggory!
—¡Si! —RJ decidió dejar atrás su molestia por levantarse de la silla y gritar fuertemente mientras aplaudía tanto que le ardían las manos.
Todos y cada uno de los alumnos de Hufflepuff se habían puesto de repente de pie, gritando y pataleando, mientras Cedric se abría camino entre ellos, con una amplia sonrisa. Naturalmente, los aplausos dedicados a Cedric se prolongaron tanto que Dumbledore tuvo que esperar un buen rato para poder volver a dirigirse a la concurrencia.
—¡Estupendo! —dijo Dumbledore en voz alta y muy contento cuando se apagaron los últimos aplausos —Bueno, ya tenemos a nuestros tres
campeones. Estoy seguro de que puedo confiar en que todos daran a sus respectivos campeones todo el apoyo que puedan. Al animarlos, todos contribuiran de forma muy significativa a…
Pero Dumbledore se calló de repente, y fue evidente para todo el mundo por qué se había interrumpido.
El fuego del cáliz había vuelto a ponerse de color rojo. Otra vez lanzaba chispas. Una larga lengua de fuego se elevó de repente en el aire y arrojó
otro trozo de pergamino.
Dumbledore alargó la mano y lo cogió. Lo extendió y miró el nombre que había escrito en él. Hubo una larga pausa, durante la cual Dumbledore contempló el trozo de pergamino que tenía en las manos, mientras el resto de la sala lo observaba. Finalmente, Dumbledore se aclaró la garganta y leyó en voz alta:
—Harry Potter.
El corazón de RJ dió un vuelco cuando supo que de ahí provenía su mal presentimiento. El mal sabor se adueñó de su boca y miró a Harry.
Nadie aplaudía. Un zumbido como de abejas enfurecidas comenzaba a llenar el salón. Algunos alumnos se levantaban para ver mejor a Harry, que seguía inmóvil, sentado en su sitio.
En la mesa de los profesores, McGonagall se levantó y se acercó a Dumbledore. Dumbledore inclinaba hacia ella la cabeza, frunciendo un poco el entrecejo.
Harry se volvió hacia Ron y Hermione. Más allá de ellos, vio que todos los demás ocupantes de la larga mesa de Gryffindor lo miraban con la boca
abierta.
—Yo no puse mi nombre —dijo Harry, totalmente confuso —ustedes lo saben
Uno y otro le devolvieron la misma mirada de aturdimiento.
Pero entre todo ese mar de molestias, Harry se centró en RJ que lo miraba atónita.
—RJ... —le dijo él, queriendo explicarse con ella —no puse mí nombre ahí —le rogó que le crea con la mirada.
Algo en él le gritaba que quería que ella le crea, RJ no sabía por qué Harry necesitaba que ella lo sepa, pero si él decía que no, entonces ella le creía. Así que asintió.
—lo sé —asintió, respirando agitada —debió ser un error, tranquilo.
En la mesa de los profesores, Dumbledore se irguió e hizo un gesto afirmativo a la profesora McGonagall.
—¡Harry Potter! —llamó —¡Harry! ¡Levántate y ven aquí, por favor!
—ve, James —le susurró, afirmando con su cabeza. Hermione le dió un leve empujón.
Harry se puso en pie, se pisó el dobladillo de la túnica y se tambaleó un poco. Avanzó por el hueco que había entre las mesas de Gryffindor y Hufflepuff. Después de lo que le pareció una hora, Harry se halló delante de Dumbledore y con las miradas de todos los profesores.
—Bueno… cruza la puerta, Harry —dijo Dumbledore, sin sonreír.
Harry pasó por la mesa de profesores. Hagrid, sentado justo en un extremo, parecía completamente aturdido y, al pasar Harry, lo miró como hacían todos los demás. Harry salió del Gran Comedor.
[…]
RJ estaba con Rolf y con Luna investigando en la biblioteca.
—RJ... —habló Rolf, viendo cómo RJ pasaba páginas y páginas de los libros —RJ... —ella lo ignoraba, parecía cada vez más aprisa —¡RJ!
—¿Qué? ¡Rolf! ¡Qué! —Le gritó levantando la cabeza y los dos chicos dieron un salto. RJ soltó un tembloroso suspiro y se tapó el rostro —lo siento, Rolf. En serio, es que... Solo quiero encontrar algo que ayude a James a salir del torneo.
—¿Por qué querría salir del Torneo si él puso su nombre? —preguntó Luna, también buscando algo para ayudar.
—James no puso su nombre en el Cáliz, él me lo dijo —Negó firmemente mientras cerraba el libro y Rolf le pasaba algo para desayunar.
—pudo haberte mentido —dijo inocentemente. RJ sabía que Luna no lo decía de mala, iba a por lo más obvio.
—No, James jamás me mentiría. Confío más en él de lo que confío en cualquiera —afirmó segura, sacando chocolate y comiendo —James no es alguien de mentir, al menos jamás me mintió a mí, lo sé. Había algo en su mirada que gritaba pánico. Él no es el mejor mintiendo, tampoco actuando. En serio está asustado y quiero ayudarlo. Debo ayudarlo.
—esta bien, está bien —Rolf asintió, comprendiendo —Entendemos. Harry no puso su nombre. Pero tampoco podemos ayudarlo. Las reglas son claras, sin excepción, una vez sale el nombre está obligado a jugar, no se puede retirar.
RJ suspiró y mordió el chocolate rendida. Pronto, la puerta se abrió y por allí estaban Hermione y Harry. Al ver, por primera vez, a Harry después de la selección, RJ se levantó de un salto, corriendo a abrazarlo fuertemente.
—¿Estás bien? —preguntó alejandose y tomando el rostro del de lentes. Harry se sintió mucho más calmado —por los calzones de Merlín, James, siempre estás metido en líos. Eres un imán de problemas con anteojos —bromeó haciendo sonreír levemente al chico.
—Veníamos a buscarte, así vienes. No tengo ánimos de ver a nadie —susurró y RJ asintió. Saludó rápido a Rolf y Luna antes de irse con Harry, tomando su mano. Hermione se puso al lado de RJ.
Pronto salian en dirección al lago, donde estaba anclado el barco de Durmstrang, que se reflejaba en la superficie como una mancha oscura. Era una mañana fresca, y no dejaron de moverse, masticando las tostadas, mientras Harry contaba qué era exactamente lo que había ocurrido después de abandonar la noche anterior la mesa de Gryffindor.
—Bueno, estaba segura de que tú no te habías propuesto —declaró Hermione cuando él terminó de relatar lo sucedido en la sala —¡Si hubieras visto la cara que pusiste cuando Dumbledore leyó tu nombre! Pero la pregunta es: ¿quién lo hizo? Porque Moody tiene razón, Harry: no creo que ningún estudiante pudiera hacerlo… Ninguno sería capaz de burlar el cáliz de fuego, ni de traspasar la raya de edad.
RJ solo abrazó a Harry que la abrazó de vuelta.
—¿Vieron a Ron? —cuestionó Harry.
Hermione dudó.
—Eh… sí… está desayunando —dijo, Hermione. RJ negó pues se pasó la mañana en la biblioteca buscando una ayuda.
—¿Sigue pensando que yo eché mi nombre en el cáliz?
—Bueno, no… no creo… no en realidad —contestó Hermione con incomodidad.
—¿Qué quiere decir «no en realidad»?
—¡Ay, Harry!, ¿es que no te das cuenta? —dijo Hermione —¡Está celoso!
—¿Celoso? —repitió Harry sin dar crédito a sus oídos —¿Celoso de qué? ¿Es que le gustaría hacer el ridículo delante de todo el colegio?
—Mira —le explicó Hermione armándose de paciencia, RJ la miró curiosa —siempre eres tú el que acapara la atención, lo sabes bien. Sé que no es culpa tuya —se apresuró a añadir, viendo que Harry abría la boca para protestar —sé que
no lo vas buscando… pero el caso es que Ron tiene en casa todos esos hermanos con los que competir. Ya lo oíste ayer, quejándose de que RJ llamó la atención sin problemas y que ya no le dan importancia por ser una Weasley. Él, en cambio, siente que solo lo reconocen por ser el hermano mayor de RJ, el hermano menor de los gemelos bromistas, y ser, bueno... y tú eres su mejor amigo, y eres famoso. Cuando te ven a ti, nadie se fija en él, y él lo aguanta, nunca se queja. Pero supongo que esto fue la gota que colma el vaso…
—mi hermano es algo inseguro —asintió RJ, acariciando la espalda de Harry.
—Genial —ironizó Harry con amargura —realmente genial. Dile de mi parte que me cambio con él cuando quiera. Dile de mi parte que por mí encantado… Verá lo que es que todo el mundo se quede mirando su cicatriz de la frente con la boca abierta a donde quiera que vaya…
—No pienso decirle nada —replicó Hermione —Díselo tú: es la única manera de arreglarlo.
—¡No voy a ir detrás de él para ver si madura! —estalló Harry. Había hablado tan alto que, alarmadas, algunas lechuzas que había en un árbol cercano echaron a volar y RJ lo soltó de un salto —A lo mejor se da cuenta de que no lo estoy pasando bomba cuando me rompan el cuello o…
—¡No digas eso! —RJ lo golpeó. No le gustaba ver a su hermano y Harry pelear.
—Eso no tiene gracia —dijo Hermione en voz baja—no tiene ninguna gracia. —Parecía muy nerviosa —Sabes qué es lo que tenemos que hacer, ¿no? Hay que hacerlo en cuanto volvamos al castillo.
—Sí, claro, darle a Ron una buena patada en el…
—basta —RJ lo interrumpió y Harry se calló a regañadientes —Me estas haciendo enojar.
—Escribir a Sirius. Tienes que contarle lo que pasó. Te pidió que lo mantuvieras informado de todo lo que ocurría en Hogwarts. Da la impresión de que esperaba que sucediera algo así. Llevo conmigo una pluma y un pedazo de pergamino…
—Olvídalo —contestó Harry, mirando a su alrededor para asegurarse de que nadie los oía. Pero los terrenos del castillo parecían desiertos —Le bastó saber que me dolía la cicatriz, para regresar al país. Si le cuento que alguien me hizo entrar en el Torneo se presentará en el castillo.
—Él querría que tú se lo dijeras —dijo Hermione con severidad —Se enterará de todas formas.
—por supuesto que lo hará —asintió RJ —El Torneo es famoso, y tú también. Ya El Profeta dirá que eres campeón… piensa en Sirius, preferiría que se lo contaras tú. Yo preferiría que me lo contarás tu.
—Vale, vale, ya le escribo —aceptó Harry, tirando al lago el último pedazo de tostada.
—¿Qué haces, idiota? —RJ lo golpeó.
—para que coma el señor Tentaculos —se excusó y RJ lo volvió a golpear —¡Mira!
Lo vieron flotar un momento, antes de que saliera del agua un largo tentáculo, lo agarrara y se lo llevara a la profundidad del lago.
—ya, cálmate —Harry la volvió a abrazar —yo debería ser el estresado. Estoy en peligro de muerte y te fijas en que tire un pan al agua.
Entonces volvieron al castillo con RJ quejándose sobre la contaminación ambiental.
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