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10| Beauxbatons and Durmstrang

“Beauxbatons y Durmstrang”...


                      EL AMBIENTE ERA agradable e impaciente. Aquella noche llegarían Beauxbatons y Durmstrang. Cuando, antes de lo acostumbrado, sonó la campana, RJ, Ginny, Colin y Luna salieron a toda prisa al vestíbulo.

Los jefes de las casas colocaban a sus alumnos en filas.

—Luna, quítate esa cosa —le ordenó la profesora McGonagall a la peliblanca que se llevó su mano a su evilla de gusano y se la quitó triste —Colin, nada de sacarle fotos con flash de cerca. Hazlo de lejos —señaló al rubio que bajó con disimulo su cámara —RJ, por favor, por favor, no nos hagas quedar mal —RJ ocultó con disimulo sus bengalas detrás suyo —Y Ginny, solo... sonríe —Ginny sonrió —Siganme, por favor. Los de primero delante. Sin empujar…

Bajaron en fila por la escalinata de la entrada y se alinearon delante del castillo. Era una noche fría y clara.

Y entonces, desde la última fila, en la que estaban todos los profesores, Dumbledore gritó:

—¡Ajá! ¡Si no me equivoco, se acercan los representantes de Beauxbatons!

—¿Por dónde? —preguntaron muchos con impaciencia, mirando en diferentes direcciones. Colin con la cámara preparada y RJ moviendo con emoción el brazo de Luna, igual que Ginny. Luna solo sonreía.

—¡Por allí! —gritó uno de sexto, señalando hacia el bosque.

Una cosa larga, se acercaba al castillo por el cielo azul oscuro, haciéndose cada vez más grande.

—¡Es un dragón! —gritó uno de los de primero, perdiendo los estribos por completo.

—No seas idiota… ¡es una casa volante! —corrigió Dennis Creevey.

Cuando aquello pasó por encima del bosque prohibido, y la luz que provenía del castillo la iluminó, vieron que se trataba de un carruaje colosal, color azul pálido y del tamaño de una casa grande, que volaba hacia ellos tirado por caballos alados de ojos rojos.

Las primeras filas de alumnos retrocedieron cuando el carruaje descendió precipitadamente y aterrizó a tremenda velocidad.

Un muchacho con túnica color azul pálido saltó del carruaje al suelo, hizo una inclinación y desplegó una escalerilla dorada. Respetuosamente, retrocedió un paso. Entonces un un tacón negro del mismo tamaño que un trineo infantil salió. Al zapato le siguió la mujer más grande que RJ vió nunca. Las dimensiones del carruaje y de los caballos quedaron inmediatamente explicadas. Algunos ahogaron un grito. Era incluso más grande que Hagrid.

Entró en la zona iluminada por la luz del vestíbulo, y ésta reveló un hermoso rostro de piel morena, unos ojos cristalinos grandes y negros, sobre una nariz afilada. Su cabello recogido, en la base del cuello, en un moño reluciente brillaron. Sus ropas eran de satén negro, y una multitud de cuentas de ópalo brillaban alrededor de la garganta y en sus gruesos dedos.

Dumbledore comenzó a aplaudir. Los estudiantes aplaudieron también.

Sonriendo, ella avanzó hacia Dumbledore y extendió su mano reluciente. Aunque Dumbledore era alto, tuvo que inclinarse para besársela.

—Mi querida Madame Maxime... bienvenida a Hogwarts.

—«Dumbledog» —repuso Madame Maxime, con una voz profunda. RJ sonrió encantada por su acento —«espego» que esté bien.

—En excelente forma, gracias.

—Mis alumnos —dijo Madame Maxime, señalando tras ella con gesto lánguido.

Detrás de ella, había unos doce alumnos, muy mayores, que bajaron del carruaje. Estaban tiritando, lo que no era nada extraño dado que las túnicas que llevaban parecían de seda fina, y ninguno de ellos tenía capa. Algunos se habían puesto bufandas o chales por la cabeza. Ellos parecían mirar el castillo de Hogwarts con aprensión.

—¿Llegó ya «Kagkagov»? —preguntó Madame Maxime.

—Se presentará de un momento a otro —aseguró Dumbledore —¿Prefieren pasar a calentarse un poco? Nuestro profesor de Cuidado de Criaturas Mágicas se encargará de los caballos encantado —ofreció viendo su frío —en cuanto vuelva de solucionar una dificultad que le surgió con alguna de sus otras... obligaciones.

—Mis «cogceles guequieguen»… eh… una mano «podegosa» —dudó Madame Maxime, como si dudara que un simple profesor de Cuidado de Criaturas Mágicas fuera capaz de hacer el trabajo —Son muy «fuegtes»…

—Le aseguro que Hagrid podrá hacerlo —negó Dumbledore, sonriendo.

—Muy bien —asintió Madame Maxime, haciendo una leve inclinación —Y, «pog favog», dígale a ese «pgofesog Haggid» que estos caballos solamente beben whisky de malta «pugo».

—caballos borrachos, me encanta —chilló RJ a Colin que rió.

—Allons-y! —les dijo imperiosamente Madame Maxime a sus estudiantes, y se apartaron para dejarlos pasar y subir la escalinata de piedra.

—¿La otra escuela vendrá igual? —preguntó Dennis mientras Colin le sacaba foto a los caballos pero tratando de no alterarlos.

—No lo sé —negó RJ y vió que el niño temblaba —ten... —se sacó su capa.

—no, no... —negó pero RJ rió y Dennis la miró sonriendo sonrojado.

—Por favor, estoy bien —Insistió y se la colocó a Dennis.

—gracias... —agradeció el niño en un hilo de voz. Colin le sacó una foto a su sonrojado hermano sonriendo divertido.

RJ iba a hablar pero sintió algo sobre sus hombros y volteó, notando que Harry se había quitado su capa para ponérsela a ella. Sonrió agradecida y se acercó a abrazarlo para que no tenga frío, Harry rió ocultando su nerviosismo y la abrazó con cuidado.

Esperaron a Durmstrang. La mayoría miraba al cielo esperando ver algo. Durante unos minutos, el silencio sólo fue roto por los enormes caballos de Madame Maxime. Pero entonces…

—¿No oyes algo? —preguntó Ron repentinamente —¿Qué hacen...? —miró ceñido a Harry y RJ.

Antes de decir algo, un ruido misterioso y fuerte llegaba a ellos desde las tinieblas. Era un rumor amortiguado y un sonido de succión…

—¡El lago! —gritó Lee, señalando hacia él.

Desde su posición, tenían una buena perspectiva de la agitada superficie negra del agua. De ella, aparecieron grandes burbujas, que luego formaron unas olas gigantes. Por último surgió en medio del lago un remolino… Del cual comenzó a salir muy despacio lo que parecía un asta negra.

—¡Es un mástil! —exclamó, Harry, apretando más fuerte a RJ por la impresión.

Majestuosamente, el barco fue surgiendo del agua, brillando bajo la luna. Producía una extraña impresión fantasmal. Finalmente, con un sonoro chapoteo, el barco emergió en su totalidad, balanceándose en las aguas turbulentas, y comenzó a surcar el lago hacia tierra. Luego oyeron la caída de un ancla arrojada.

Vieron las siluetas de la gente que desembarcaba y cuando se aproximaron más, subiendo por la explanada, se vio que su enorme corpulencia se debía en realidad a que todos llevaban puestas unas capas de piel muy tupida. El que iba delante llevaba una piel de distinto tipo: lisa y plateada como su cabello.

—¡Dumbledore! —gritó mientras subía la ladera —¿Cómo estás, mi viejo compañero?

—¡Estupendamente, gracias, profesor Karkarov! —respondió Dumbledore.

Karkarov tenía una voz pastosa; era alto y delgado, pero llevaba corto el blanco cabello, y la perilla (que terminaba en un pequeño rizo) no ocultaba del todo el mentón poco pronunciado. Al llegar ante
Dumbledore, le estrechó la mano.

—El viejo Hogwarts —dijo, levantando la vista hacia el castillo y sonriendo. Tenía los dientes bastante amarillos, pero los ojos mantenían su expresión de astucia y frialdad. RJ pensó que si el fuera allí, habría ido a Slytherin y se notaba —Es estupendo estar aquí, es estupendo… Viktor, ve para allá, al calor… ¿No te importa, Dumbledore? Es que Viktor tiene un leve resfriado…

Karkarov indicó por señas a uno de sus estudiantes que se adelantara. Cuando el muchacho pasó, RJ quedó sin aire y, a Harry, Ron le dio un golpe en el brazo, mientras decía:

—¡Harry…! ¡Es Krum!

Viktor Krum estaba en su escuela.


Cuando volvían a cruzar el vestíbulo con el resto de los estudiantes de Hogwarts, de camino al Gran Comedor, todos estaban dementes por la atención de Krum, por mínimo un autógrafo.

Se dirigieron a la mesa de Gryffindor. Los alumnos de Beauxbatons se habían puesto en la mesa de Ravenclaw y observaban el Gran Comedor con expresión crítica. Tres de ellos se sujetaban aún bufandas o chales en torno a la cabeza.

Viktor Krum y los de Durmstrang se sentaron en la mesa de Slytherin. Malfoy, Crabbe y Goyle parecían muy ufanos por este hecho. Mientras, Ron se lamentaba. Krum era su favorito y no se sentó con él.

—Buenas noches —dijo Dumbledore, dirigiendo una sonrisa a los estudiantes extranjeros. Los dos directores nuevos, se habían sentado en la mesa de profesores con Albus —Es para mí un placer darles la bienvenida a Hogwarts. Deseo que su estancia aquí les resulte al mismo tiempo confortable y placentera, y confío en que así sea. El Torneo quedará oficialmente abierto al final del banquete ¡Ahora invito a todos a comer, a beber y a disfrutar como si estuvieran en sus casa!

Se sentó, y Karkarov se inclinaba inmediatamente hacia él y para hablar.

RJ recorrió con su mirada a la gente nueva y se enfocó en los de Beauxbatons y vió que eran súper delicados. Las chicas, en especial unas dos o tres, era extremadamente bellas. Había una, específicamente, de cabello rubio.

—Que hermosa... —susurró, sonriendo. Harry la miró. RJ tenía la curiosidad en sus ojos, dándole un brillo encantador, su pequeña sonrisa maravillada relucia su nariz que por unos segundos se arrugó. ¿Cómo podría prestarle atención a los nuevos huéspedes de Hogwarts mientras RJ estuviera frente a él? Su belleza tan inocente era hipnotizante.

—si, eres muy hermosa... —Asintió y RJ lo miró al segundo, igual que Ron con su comida a masticar y Hermione boquiabierta. Incluso Neville, Dean, Seamus y Colin miraron a Harry que comenzó a balbucear —Osea, las de Beauxbatons son muy hermosas, pero no digo que me... Osea, no me gustan, lo decía porque tú lo dijiste. Ah, miren, es Hagrid.

Hagrid entró furtivamente en el Gran Comedor a través de la puerta que estaba situada detrás de la mesa de los profesores. Ocupó su silla en un extremo de la mesa y los saludó con la mano vendada.

—¿Están bien los escregutos, Hagrid? —le preguntó Harry. RJ podía ver lo enrojecido que estaba Harry mientras Ron lo veía, masticando lentamente.

—Prosperando —respondió Hagrid, muy contento.

—Sí, estoy seguro de que prosperan —dijo Ron en voz baja —Parece que por fin encontraron algo de comer que les gusta, ¿verdad? ¡Los dedos de Hagrid!

En aquel momento dijo una voz:

—«Pegdonad», ¿no «queguéis» bouillabaisse?

Se trataba de la misma chica de Beauxbatons que RJ señaló. Al fin se había quitado la bufanda. Una larga cortina de pelo rubio plateado le caía casi hasta la cintura. Tenía los ojos muy azules y los dientes muy blancos y regulares. Ron se puso colorado. La miró, abrió la boca para contestar, pero de ella no salió nada más que un débil gorjeo.

—Puedes llevártela —le dijo Harry, acercándole a la chica la sopera.

—¿Habéis «tegminado» con ella?

—Sí —repuso Ron sin aliento —Sí, es deliciosa.
La chica cogió la sopera y se la llevó con cuidado a la mesa de Ravenclaw.

Ron seguía mirándola con ojos desorbitados, como si nunca hubiera visto una chica. Harry y RJ se echaron a reír, y el sonido de su risa pareció sacar a Ron de su ensimismamiento.

—¡Es una veela! —le dijo a Harry con voz ronca.

—si, pero... No —Asintió RJ —tal vez solo sea muy, muy, muy bonita.

—¡Te digo que no es una chica normal! —exclamó Ron, haciéndose a un lado para verla mejor —¡Las de Hogwarts no están tan bien! —RJ miró a su hermana indignada.

—las de Hogwarts están muy bien —contestó Harry, sin pensar. Mirando a RJ que blanqueaba los ojos por los comentarios de Ron.

—Cuando puedan dejar de babear —dijo Hermione —veran quién acaba de llegar.

Señaló la mesa de los profesores, donde ya se habían ocupado los dos asientos vacíos. Ludo Bagman estaba sentado al otro lado del profesor
Karkarov, en tanto que el señor Crouch, el jefe de Percy, ocupaba el asiento que había al lado de Madame Maxime.

—¿Qué hacen aquí? —preguntó Harry sorprendido.

—Son los que organizaron el Torneo de los tres magos, ¿no? —repuso Hermione —Supongo que querían estar presentes en la inauguración.

Cuando llegaron los postres, vieron también algunos dulces extraños. RJ miraba todo curiosa.

—¿Está rico? —le dijo a Harry que comía unos dulces.

—¡Si! Prueba —se lo tendió, RJ iba a tomarlo con duda pero Harry negó —no, abre la boca —le pidió y ella rió pero lo hizo, Harry le arrojó aquello que parecía ser un bombón de chocolate que RJ atrapó. Los dos rieron y empezaron a jugar con los postres.

—delicioso —asintió la pelirroja.

Una vez limpios los platos de oro, Dumbledore volvió a levantarse. Todos parecían emocionados y nerviosos. Unos asientos más allá, Fred y George se inclinaban hacia delante, sin despegar los ojos de Dumbledore. RJ sentía su estómago retorcerse de los nervios.

—llegó el momento —anunció Dumbledore, sonriendo a la multitud de rostros levantados hacia él —El Torneo de los tres magos va comenzar. Me gustaría explicar algunas cosas antes… para aquellos que no los conocen, permitanme presentarles al señor Bartemius Crouch, director del Departamento de Cooperación Mágica Internacional —hubo un asomo de aplauso cortés—y al señor Ludo Bagman, director del Departamento de Deportes y Juegos Mágicos.

Aplaudieron mucho más a Bagman que a Crouch, tal vez a causa de su fama como golpeador de quidditch, o simplemente porque tenía un
aspecto mucho más simpático, RJ fue de esas. Bagman agradeció los aplausos con un jovial gesto de la mano, mientras que Bartemius Crouch no saludó ni sonrió al ser presentado.

—Los señores Bagman y Crouch trabajaron sin descanso en los preparativos del Torneo de los tres magos y estarán conmigo, con el profesor Karkarov y con Madame Maxime en el tribunal que juzgará los esfuerzos de los campeones.

A la mención de la palabra «campeones», la atención de los alumnos aumentó aún más.
Quizá Dumbledore percibió el repentino silencio, porque sonrió mientras decía:

—Señor Filch, si tiene usted la bondad de traer el cofre…

Filch se acercó a Dumbledore con una gran caja de madera con joyas incrustadas y vieja. De entre los alumnos se alzaron murmullos de interés y emoción.

—Los señores Crouch y Bagman examinaron ya las instrucciones para las pruebas que los campeones tendrán que afrontar —dijo Dumbledore mientras Filch colocaba con cuidado el cofre en la mesa, ante él —y dispusieron todos los preparativos necesarios para ellas. Habrá tres pruebas que medirán a los campeones en muchos aspectos diferentes: sus habilidades mágicas, su osadía, sus dotes de deducción y, por supuesto, su capacidad para sortear el peligro.

Ante esta última palabra, en el Gran Comedor se hizo un silencio tan absoluto que nadie parecía respirar. RJ había tomado por nervios la mano de Harry que entrelazó sus dedos.

—Como saben, en el Torneo compiten tres campeones. uno por cada colegio participante. Se puntuará la perfección con que lleven a cabo cada una de las pruebas y el campeón que después de la tercera tarea haya obtenido la puntuación más alta se alzará con la Copa de los tres magos. Los campeones serán elegidos por un juez imparcial: el cáliz de fuego.

Dumbledore sacó la varita mágica y golpeó con ella la parte superior del cofre. La tapa se levantó lentamente con un crujido y sacó un gran cáliz. No habría llamado la atención de no ser porque estaba lleno hasta el borde de unas temblorosas llamas de color blanco azulado. Dumbledore cerró el cofre y con cuidado colocó el cáliz sobre la tapa, para que todos los presentes pudieran verlo.

—Todo el que quiera proponerse para campeón tiene que escribir su nombre y el de su colegio en un trozo de pergamino con letra bien clara, y
echarlo al cáliz. Disponen de veinticuatro horas para hacerlo. Mañana, en Halloween por la noche, el cáliz nos dará los nombres de los tres campeones que consideró dignos de representar a sus colegios. El cáliz quedará expuesto en el vestíbulo para quien quiera competir. advertencia: trazaré una raya de edad alrededor del cáliz de fuego. No podrá cruzar la línea nadie que no tenga los diecisiete años. Por último, recalcaré que hay que meditar muy bien antes de entrar en el Torneo. Cuando el cáliz de fuego seleccione a un campeón, estará obligado a continuar en el Torneo hasta el final. Al echar su nombre en el cáliz de fuego estan firmando un contrato mágico de tipo vinculante. Una vez convertido en campeón, no puede arrepentirse. Así que asegurense antes de ofrecer su candidatura. Y ahora me parece que ya es hora de ir a la cama. Buenas noches a todos.

El Torneo de los tres magos había empezado.









































HOLISSSS, sé que no soy de dejar notas pero weno, he notado que las historias de HP son en su mayoría solo de Draco o incluso hay más de Mattheo Riddle que no es canon pero no de los personajes como Harry, Ron o Hermione. Así que dije, haré historias. Por eso mismo ¿Ya leyeron Through the eyes? En mi perfil HijadeSiriusBlack la van a encontrar. Es nieta de Albus y Gellert, pareja de Hermione <3.

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